The Mighty Fall
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PRIMAVERA de 247521 de Marzo — 20 de Junio
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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J. Paisley Callahan
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Recuerdo del primer mensaje :






No sé cómo es que he conseguido aparecerme en el distrito dos sin sufrir una despartición dolorosa, pero de alguna manera lo hago. El sol de las once de la mañana me quema los ojos y creo que estoy dando pasos en cámara lenta, lo cual acaba por ser una simple ilusión porque no… La verdad es que el golpe que me doy al caer sobre el césped no pudo haber sido lento porque me arden las rodillas y las manos. Aún así, estoy lejos de quejarme. Solo encuentro la fuerza suficiente como para estallar en risas ahogadas que intento contener y, como no encuentro el modo de ponerme de pie sin sentir que el mundo me da vueltas, permito que todo mi cuerpo se recueste en el pasto porque… vamos, huele bien, es cómodo, hasta creo que hay hormigas que de seguro me van a picar las nalgas por tener la falda del colegio… ¿No puedo quedarme aquí? ¿Quién me va a decir algo, si todos están en el trabajo? ¡Oh, cierto, vine hasta aquí a buscar a Lexie! Tiene que esconderme o quitarme el alcohol de las venas, lo que venga primero, que sé que debería de estar en la escuela ahora que las clases se están terminando pero… No, no puedo contarle dónde estaba ni por qué terminé así. Ay, carajo, no tengo una coartada. ¡Esto es por no escuchar las historias de Oliver!

No sé cómo consigo ponerme de pie, pero me arrastro hasta la puerta principal de la casona de los Romanov y muevo el dedo en círculos, de mis labios sale un suave silbido que acaba en un poing cuando consigo presionar el timbre. ¿Siempre fue tan divertido presionar cosas? Ahora quiero hacerlo con todo, deberé probar el control remoto. Todavía tengo esa idea cuando mi prima me abre la puerta y lo primero que me nace es meterle el dedo en la punta de la nariz, riéndome entre dientes — Tienes una cara muy caricaturesca. ¿Alguna vez te lo dijeron, Lexie? — es un chiste que yo le esté diciendo esto, cuando de seguro yo debo estar toda rosada — ¡Gracias a Morgana que fuiste tú quien me abrió la puerta! Es que ven… Necesito contarte un secretito — paso un brazo alrededor del cuello de mi prima, así podemos encorvarnos un poco en actitud cómplice, lo que me permite susurrarle — He faltado a la escuela porque estoy ebria… Y no sé qué se hace en estos casos, porque nadie lo pone en libros — abro mi boca con divertida sorpresa y paso a cubrirme con las dos manos, lo que ahoga mi risa. Ay, si mi madre me viera.
J. Paisley Callahan
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https://www.themightyfall.net/t8221-callahan-jenna-paisley#99252
Sigrid M. Helmuth
¡Efectivamente, gracias, Lexie!— exclamo en medio de todo el drama, cuando mi hermana se cree con la autoridad de criticarme a mí sobre la educación de mis propios hijos, ¡de criticarlos a ellos! ¡pero hay que ver el descaro de esta mujer! Si mi hija se hubiera aparecido en nuestra casa, como debió ser, la historia sería una muy diferente. —Ay, Jen, ¡a esto me refería! Hasta yo sé que no tienes que aceptar alcohol si no es verdaderamente lo que quieres, ¡esas amigas tuyas!— puedo decir que es la primera vez que Jenna me recuerda a mí cuando era joven, así que tampoco es como si pudiera reprocharle mucho más, me convertiría en la madre más hipócrita de la historia, ¡después de Ingrid! —¡Y tú no vas a encargarte de nada!— señalo con el dedo a mi hermana, preventiva —Esto no ha sido más que un desliz, y estoy segura de que Jenna ha aprendido la lección, si no es hoy, ¡mañana cuando tenga resaca!— para su propia suerte tengo experiencia en métodos que la hagan desaparecer en un plis plás.

Se me abren los ojos como platos cuando mi hija, en toda su expresión de máxima ebriedad, se le ocurre decir que el profesor de nuestros hijos me tiene ganas, ¡delante de Ingrid Helmuth! Como si yo estuviera dispuesta a escuchar de nuevo retahílas sobre que lo que me van son los profesores, ¡solo faltaba! —¿Pero qué cosas dices, Jen? ¡QuÉ COSAS!— coloco mis manos sobre la cintura, meneando mi cabeza sin poder creer lo que estoy escuchando —Está más que claro que el alcohol se le ha subido al cerebro hace ya un rato, no te preocupes, Lex, la llevaremos a casa, ya iba a tomarme el día libre de todas formas, yo me haré cargo— digo, dando un paso hacia la figura ebria de mi hija, ¡que para algo es mi hija! —Eso si todavía recuerdas como ponerte de pie, Jen...— murmuro en un tono bromista que no debería utilizar, pero que me resulta inevitable. ¡Mi hija, borracha! Y yo que creía que no viviría para apreciar este momento.
Sigrid M. Helmuth
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Invitado
Invitado
¡CON ESOS NOMBRES no me puedo esperar nada bueno!— y al decirlo le echo una mirada a mi hermana, que ella me entiende, si me hubiera dicho que se llamaban Lucifer y Satanás me habría espantado menos. Me llevo una mano al pecho cuando mi hija me señala que mi perorata es una tortura para mi ahijada, ¡para nada! ¡la tortura le espera a esas amigas que se andan haciendo las chistosas con ella y aprovechándose de su inocencia! —Pero si no hago más que preocuparme por mi ahijada, su presente y su futuro— me explico, ¿por qué cada vez que quiero defender a mi familia, esta misma lo toma como un ataque? ¿Por qué? Resoplo, si hasta mi hermana ve la oportunidad de echarme el sermón. ¿¿Perdón, Sigrid?? —¡Pero!— mi grito queda en nada, ¿es que nadie le va a advertir a Jenna que con esas amistades no hará más que acabar en problemas? No, claro, una aspirina y una palmada en la espalda, la estamos haciendo muy blandita para las malas intenciones que andan rodando fuera.

¡Y el estado en el que vuelve a la casa! Ni siquiera la suya. ¡Ay, Jenna! De todas, ¡Jenna! ¿Qué falta ahora? ¿Ir a buscar a Alexa de un club de striptease del doce? Me abanico para calmarme, rodando los ojos cuando se menciona al profesor… —¡SIGRID! ¡¿QUÉ ANDAS HACIENDO TU CON EL PROFESOR DE JENNA?!— el grito que doy debe ser peor que un crucio para mi ahijada, así que rápidamente me giro hacia Lexa. —Cariño, por favor, lleva a tu prima a darse un baño, a quitarse… todo ese olor y dale algo, ¡lo que sea! No lo puedo creer, Sigrid. ¡Por favor! ¡Mira lo que consigues! ¡Tu hija emborrachándose porque te andas tirando a su profesor! Lexie, por favor, ¡llevátela, llevátela! ¡Que no escuche! No, no, Sigrid, tú te quedas que vamos a hablar de esto mientras le preparas tu receta para la resaca a Jen— la detengo, que ya está emprendiendo la huída. Yo me encargo de mi hermana, a puertas cerradas como siempre lo hemos hecho, toda la reprobación en mis ojos pasa de Jenna a su madre como objetivo y mis manos en las caderas como detalle de la postura. —Sigrid, por amor al cielo...— suspiro, que a estas alturas, de la lista de hazañas de mi hermana, ¿siquiera puedo decir que me sorprende esto? —¡Ay, Sigrid! ¡Si es que seguimos coleccionando estampas para el salón de la infama de los Helmuth!— exclamo de camino a la cocina esperando que me siga.
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