VERANO de 247521 de Junio — 20 de Septiembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Recuerdo del primer mensaje :
Es uno de esos días en la semana en los que mamá invita al primo Brian a comer después del colegio, por lo que los dos hemos tomado el mismo traslador para venir hasta casa y poder atiborrarnos a macarrones con tomate para después poder encerrarnos en mi habitación hasta que sea la hora de que la tía Sigrid aparezca para tomar el café previsto que ninguna de las dos se salta, es algo así como su padre nuestro. Pero para que llegue esa hora todavía falta mucho tiempo, de modo que ambos dejamos a un lado la tarea de la escuela, esa que a cada poco se va convirtiendo en más complicada, para concentrarnos en lo que verdaderamente es importante. Llevo varias semanas, por no decir meses, elaborando esta hipótesis que le presento a mi primo como si fuera el asunto de más relevancia a tratar en el país. Golpeo la pared, esa que está llena de papeles, chinchetas y cordones que unen unos datos con otros, con la varita sin perder la expresión de seriedad en mi rostro, mientras me muevo de un lado a otro, también mostrándole otras pruebas que saco de mi archivador porque son demasiado importantes como para caer en el error de colgarlas en la pared y que venga mi madre a gritar que qué narices hago marcando la misma con clavillos. Uno no comete el mismo error dos veces.
— Y después de esta profunda recopilación de datos que me costó meses conseguir... — miro al culpable de la sala por haberse comido páginas importantes de un libro de la biblioteca, me importa poco que sea perro, yo sé que en el fondo entiende, pero ahora se las quiere dar de santo. — He llegado a la insólita revelación de que la piedra filosofal fue robada, no destruida como datan libros del siglo XIX, esa es la verdadera excusa que dieron para no atemorizar a la población. — coloco mis manos sobre mi cintura a modo de jarra, echándole un vistazo a mi primo a ver si me sigue. — ¿Entiendes ahora por qué es muy importante que la encontremos? ¡Estamos ante la peor amenaza de esta época, Brian! — ¿rebeldes? Nah, magos malvados inmortales, eso sí que es un problema. Me acerco para tomar a Milo de la cama y colocarlo entre mis brazos, él sí que se estaba durmiendo y lo delata el bostezo que me suelta en toda la cara. Tendré que lavarle los dientes en los próximos días, porque su aliento podría tumbar hasta un troll. — Creo que esa es tu madre. — el timbre de la puerta suena en el piso inferior, manifestando el final de nuestra diversión. Con un gesto de mi cabeza lo aliento para que bajemos, que la hora del café también es nuestra hora de bocadillos de chocolate y zumos, pero para cuando estamos bajando las escaleras me sorprendo con que la voz de la tía Sigrid de repente se parece mucho a la del tío Nick.
Qué extraño, el tío Nick no acostumbra a hacer visitas entre semana, está demasiado ocupado en el ministerio, seguro ayudando a ocultar el secreto de la piedra filosofal. Por eso mismo, dejo al perro en el suelo y le hago una seña a Brian para que mantenga silencio, colocando mi dedo índice sobre mis labios. Doy pasos pequeños y silenciosos que nos ayudan a terminar de bajar las escaleras, también a recorrer el pasillo que lleva hasta la puerta de la cocina y descubrir que la han cerrado. — Vamos a espiar por debajo de la puerta, ¿de acuerdo? No hagas ruido, seguro el tío Nick tiene información interesante que revelar. — apenas es un murmullo, pero estoy segura de que me capta porque han sido años de profundizar en nuestro propio idioma. Lo que pasa es que cuando me tumbo a un lado de la puerta, para tratar de ver por debajo del hueco, no suena a conversación muy interesante, si voy a ser sincera. Miro a mi primo con la expresión de extrañeza en mi cara, alzando las cejas y torciendo la boca en sinónimo de que no estoy entendiendo nada de lo que dicen. — ¿De quién crees que están hablando?
Es uno de esos días en la semana en los que mamá invita al primo Brian a comer después del colegio, por lo que los dos hemos tomado el mismo traslador para venir hasta casa y poder atiborrarnos a macarrones con tomate para después poder encerrarnos en mi habitación hasta que sea la hora de que la tía Sigrid aparezca para tomar el café previsto que ninguna de las dos se salta, es algo así como su padre nuestro. Pero para que llegue esa hora todavía falta mucho tiempo, de modo que ambos dejamos a un lado la tarea de la escuela, esa que a cada poco se va convirtiendo en más complicada, para concentrarnos en lo que verdaderamente es importante. Llevo varias semanas, por no decir meses, elaborando esta hipótesis que le presento a mi primo como si fuera el asunto de más relevancia a tratar en el país. Golpeo la pared, esa que está llena de papeles, chinchetas y cordones que unen unos datos con otros, con la varita sin perder la expresión de seriedad en mi rostro, mientras me muevo de un lado a otro, también mostrándole otras pruebas que saco de mi archivador porque son demasiado importantes como para caer en el error de colgarlas en la pared y que venga mi madre a gritar que qué narices hago marcando la misma con clavillos. Uno no comete el mismo error dos veces.
— Y después de esta profunda recopilación de datos que me costó meses conseguir... — miro al culpable de la sala por haberse comido páginas importantes de un libro de la biblioteca, me importa poco que sea perro, yo sé que en el fondo entiende, pero ahora se las quiere dar de santo. — He llegado a la insólita revelación de que la piedra filosofal fue robada, no destruida como datan libros del siglo XIX, esa es la verdadera excusa que dieron para no atemorizar a la población. — coloco mis manos sobre mi cintura a modo de jarra, echándole un vistazo a mi primo a ver si me sigue. — ¿Entiendes ahora por qué es muy importante que la encontremos? ¡Estamos ante la peor amenaza de esta época, Brian! — ¿rebeldes? Nah, magos malvados inmortales, eso sí que es un problema. Me acerco para tomar a Milo de la cama y colocarlo entre mis brazos, él sí que se estaba durmiendo y lo delata el bostezo que me suelta en toda la cara. Tendré que lavarle los dientes en los próximos días, porque su aliento podría tumbar hasta un troll. — Creo que esa es tu madre. — el timbre de la puerta suena en el piso inferior, manifestando el final de nuestra diversión. Con un gesto de mi cabeza lo aliento para que bajemos, que la hora del café también es nuestra hora de bocadillos de chocolate y zumos, pero para cuando estamos bajando las escaleras me sorprendo con que la voz de la tía Sigrid de repente se parece mucho a la del tío Nick.
Qué extraño, el tío Nick no acostumbra a hacer visitas entre semana, está demasiado ocupado en el ministerio, seguro ayudando a ocultar el secreto de la piedra filosofal. Por eso mismo, dejo al perro en el suelo y le hago una seña a Brian para que mantenga silencio, colocando mi dedo índice sobre mis labios. Doy pasos pequeños y silenciosos que nos ayudan a terminar de bajar las escaleras, también a recorrer el pasillo que lleva hasta la puerta de la cocina y descubrir que la han cerrado. — Vamos a espiar por debajo de la puerta, ¿de acuerdo? No hagas ruido, seguro el tío Nick tiene información interesante que revelar. — apenas es un murmullo, pero estoy segura de que me capta porque han sido años de profundizar en nuestro propio idioma. Lo que pasa es que cuando me tumbo a un lado de la puerta, para tratar de ver por debajo del hueco, no suena a conversación muy interesante, si voy a ser sincera. Miro a mi primo con la expresión de extrañeza en mi cara, alzando las cejas y torciendo la boca en sinónimo de que no estoy entendiendo nada de lo que dicen. — ¿De quién crees que están hablando?
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Sacudo la cabeza con un encogimiento de hombros que define bastante bien como está funcionando mi cabeza por dentro ahora mismo, que ni tengo palabras para expresar los sentimientos que me recorren el cuerpo de pensar que mamá le ha puesto los cuernos a papá. ¡Y el tío Nick lo sabe! — Lo sabía el tío Nick, ¿por qué no iba a saberlo tu mamá? — la presión que ejerzo con mis labios uno contra otro me coloca este rostro de haber chupado un limón demasiado agrio, que ya son ácidos de por sí, pues precisamente como me siento con respecto a esta nueva situación. — Tengo que pensar. — es lo que le respondo a mi primo cuando me pregunta si debemos contárselo, no sé si a la tía Sigrid o se está refiriendo a toda la familia, quien sea que nos pueda responder a todas las preguntas que empiezan a atacar mi cabeza como un torbellino que no deja de dar vueltas.
Tomo asiento en la cama cuando me dejo guiar hasta mi cuarto, mi mirada fija en algún punto cuando nada de lo que veo son muebles y en su lugar anda perdida en el velo de pensamientos que se sobrepone a cualquier alfombra o mesa de escritorio. No es hasta que tengo el cuaderno entre mis manos que puedo volver un poco más en sí. — No, supongo que no habría nacido… — contesto, un poco compungida y sin muchos ánimos en la voz, ni siquiera su comentario de haber nacido en una choza consigue hacerme reír, una anécdota que en cualquier otro momento habría utilizado para bromear con Brian sobre nuestros antepasados.
Pero me niego a que esta sea mi actitud, tomo firmemente el bolígrafo entre mis dedos, colocándome un mechón detrás de la oreja cuando me inclino un poco hacia delante para empezar a escribir. — Está bien, vamos a pensar, esto es todo lo que tenemos hasta ahora: Sabemos que mamá engañó a mi papá cuando Lexie ya había nacido. — en el folio escribo en un lateral los nombres de mis hermanos, primero Alexa, dejando un hueco hacia abajo antes de escribir el nombre de Luka y hacer lo mismo con el mío un espacio todavía más abajo, casi al borde del final de la hoja. — Y también sabemos que el tío Nick lo sabe, deduzco que papá no tiene ni idea, ¿no? — le echo un vistazo a mi primo como para comprobarlo, antes de irme a la otra esquina de la hoja y escribir los nombres de mi mamá y del tío Nick para después recuadrarlos en un cuadro que pinto con el bolígrafo. A Kostya lo coloco en la esquina más alejada de todo, por ser el que menos debe estar enterado de nada. — Llamaremos al papá de Luka, “Señor X”. El señor X tuvo que conocer a mamá en algún tiempo después del nacimiento de Lex, ¿o quizá ya lo conocía? — pienso en voz alta mientras escribo los últimos detalles mencionados y rodeo al hombre extraño con varios círculos dibujados un poco a prisa. También coloco muchas interrogaciones en el espacio que queda entre mi hermana mayor y Luka. — Tenemos que averiguar sobre el señor X, Brian, y preguntarle a tu mamá, muy discretamente si sabe algo de todo esto. Tenemos que hacernos con más detalles. — ahora mismo todo lo que tenemos es una historia, pero ningún hilo del cual tirar para corroborarla, porque las personas que podrían hacerlo no van a participar.
Tomo asiento en la cama cuando me dejo guiar hasta mi cuarto, mi mirada fija en algún punto cuando nada de lo que veo son muebles y en su lugar anda perdida en el velo de pensamientos que se sobrepone a cualquier alfombra o mesa de escritorio. No es hasta que tengo el cuaderno entre mis manos que puedo volver un poco más en sí. — No, supongo que no habría nacido… — contesto, un poco compungida y sin muchos ánimos en la voz, ni siquiera su comentario de haber nacido en una choza consigue hacerme reír, una anécdota que en cualquier otro momento habría utilizado para bromear con Brian sobre nuestros antepasados.
Pero me niego a que esta sea mi actitud, tomo firmemente el bolígrafo entre mis dedos, colocándome un mechón detrás de la oreja cuando me inclino un poco hacia delante para empezar a escribir. — Está bien, vamos a pensar, esto es todo lo que tenemos hasta ahora: Sabemos que mamá engañó a mi papá cuando Lexie ya había nacido. — en el folio escribo en un lateral los nombres de mis hermanos, primero Alexa, dejando un hueco hacia abajo antes de escribir el nombre de Luka y hacer lo mismo con el mío un espacio todavía más abajo, casi al borde del final de la hoja. — Y también sabemos que el tío Nick lo sabe, deduzco que papá no tiene ni idea, ¿no? — le echo un vistazo a mi primo como para comprobarlo, antes de irme a la otra esquina de la hoja y escribir los nombres de mi mamá y del tío Nick para después recuadrarlos en un cuadro que pinto con el bolígrafo. A Kostya lo coloco en la esquina más alejada de todo, por ser el que menos debe estar enterado de nada. — Llamaremos al papá de Luka, “Señor X”. El señor X tuvo que conocer a mamá en algún tiempo después del nacimiento de Lex, ¿o quizá ya lo conocía? — pienso en voz alta mientras escribo los últimos detalles mencionados y rodeo al hombre extraño con varios círculos dibujados un poco a prisa. También coloco muchas interrogaciones en el espacio que queda entre mi hermana mayor y Luka. — Tenemos que averiguar sobre el señor X, Brian, y preguntarle a tu mamá, muy discretamente si sabe algo de todo esto. Tenemos que hacernos con más detalles. — ahora mismo todo lo que tenemos es una historia, pero ningún hilo del cual tirar para corroborarla, porque las personas que podrían hacerlo no van a participar.
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—Es mi mamá, no creo que le hayan contado, es la bebé de la familia— lo digo con una mueca, estoy seguro que no fui el único que nota que los tíos a veces cuchichean entre ellos y mi mamá no se da cuenta por estar bromeando con Oliver y Luka. Se pierde de las conversaciones “de adultos” por sentarse en la misma mesa que los niños, ¡no creo que lo sepa! Porque no la veo a mamá ocultando así tampoco, quitemos el hecho de que no me habla mucho de mi padre, básicamente no me dice nada de él, pero no la veo como el tipo de tía que le mentiría en la cara a Luka o que tratara a Kitty o Lex como si nada. ¿O sí? ¿Lo haría? Por mucho que me fastidie a veces tener que imaginarme como es mi papá por tener idea de cómo es, ni poder preguntarlo, nunca he creído que mamá sea una mala persona. Es la persona que más me quiere en el mundo, ¿no? Por mucho que se enoje a veces conmigo por no hacer los deberes o mentir de que sí los hago para luego terminar con un comunicado del profesor Thornfield en el cuaderno, por mucho que yo me enoje con ella. No parece que vaya a ser distinto para Kitty, una vez que se recupere de esto, va a necesitar respuestas. ¿Y saben que es lo malo de ser los bebés de la familia? Que así como a mi madre con sus hermanos, no nos dan esas respuestas.
—No creo que tu papá lo sepa, los padres suelen separarse si eso pasa, ¿no?— pregunto, había escuchado algo una vez de que los padres de Grace Kelly se habían separado porque su mamá descubrió que su papá la engañaba con el papá de Geoffrey Cavanaugh. Mi mirada se queda fija en la nariz de Kitty cuando surge la duda de si la tía Ingrid conocía al señor X desde hace tanto tiempo, tengo que disimular mi expresión para que no se vea que estoy dudando incluso de que Lex sea mi prima. ¡Espera! ¡Que si lo sería! La tía Ingrid es mi tía, así que todos ellos son mis primos, no importa que sus padres sean el señor X o el señor K. —No, no, no creo que lo haya conocido de antes— digo, más no sea para tranquilizar a mi prima, cuyo hombro cubro con mi mano para brindarle apoyo en su investigación. Señalo el dibujo de la X con la punta de mi dedo. —¿Te das cuenta que en nuestra familia hay muchos señores incógnita? Mi papá también lo es— comento por notar la casualidad, y enseguida asiento con la cabeza para acatar su orden. —¡Yo le preguntaré! Muy disimuladamente. ¿Y si lo hacemos ambos? Cuando venga a buscarme, puedes venir con nosotros. ¡Hagamos pijamada y maratón de Star Battles!— trato de animarla, así no se queda sola esta noche, cenando con la espalda recta y pasando la incomodidad de estar en la misma mesa con su madre, su padre y un plato de mentiras. ¿Quién lo hubiera imaginado de la tía Ingrid? Vaya, vaya.
—No creo que tu papá lo sepa, los padres suelen separarse si eso pasa, ¿no?— pregunto, había escuchado algo una vez de que los padres de Grace Kelly se habían separado porque su mamá descubrió que su papá la engañaba con el papá de Geoffrey Cavanaugh. Mi mirada se queda fija en la nariz de Kitty cuando surge la duda de si la tía Ingrid conocía al señor X desde hace tanto tiempo, tengo que disimular mi expresión para que no se vea que estoy dudando incluso de que Lex sea mi prima. ¡Espera! ¡Que si lo sería! La tía Ingrid es mi tía, así que todos ellos son mis primos, no importa que sus padres sean el señor X o el señor K. —No, no, no creo que lo haya conocido de antes— digo, más no sea para tranquilizar a mi prima, cuyo hombro cubro con mi mano para brindarle apoyo en su investigación. Señalo el dibujo de la X con la punta de mi dedo. —¿Te das cuenta que en nuestra familia hay muchos señores incógnita? Mi papá también lo es— comento por notar la casualidad, y enseguida asiento con la cabeza para acatar su orden. —¡Yo le preguntaré! Muy disimuladamente. ¿Y si lo hacemos ambos? Cuando venga a buscarme, puedes venir con nosotros. ¡Hagamos pijamada y maratón de Star Battles!— trato de animarla, así no se queda sola esta noche, cenando con la espalda recta y pasando la incomodidad de estar en la misma mesa con su madre, su padre y un plato de mentiras. ¿Quién lo hubiera imaginado de la tía Ingrid? Vaya, vaya.
Sí, su madre es la bebé de la familia y, además, la tía Sig tiene la capacidad para sacar de quicio a mamá siempre que quiere, frase dicha por la misma Ingrid, en serio, la repite en casi todas las comidas familiares en lo que mi tía se la pasa riéndose con una copa de vino en la mano y a mamá se le pone la cara roja de la histeria; luego está el tío Nick que asumo ha aprendido a poner cara de poker cada vez que se la pasan discutiendo en una comida conjunta. Quizá por eso es que termine almorzando con nosotros, aparte de porque nuestras conversaciones de seguro son más entretenidas que cualquier cosa que pueda soltar mamá por la boca. — No, supongo que no… pero entonces no tiene caso que le preguntemos si no va a saber. Lo haremos de todas formas, así podemos ir tachando sospechosos. — comunico, con la vista fija en todas esas incógnitas que he ido rellenando en el papel y que me emocionan más de lo que debería tratándose de mi propia familia. Pero en este caso, Brian y yo tenemos que tomar el papel de Sherlock Holmes y su acompañante Watson para poder resolver este mar de dudas que gira en torno al enigma de mamá.
Por un momento, lo que dice hace que una nueva inseguridad atraviese mi mente, porque no había pensado en esa posibilidad y escucharla salir de sus labios se siente como un golpe a la realidad. — No, mamá y papá nunca se separarían, son demasiado correctos como para hacer algo así. — aunque no es la mejor razón por la que mantenerse juntos, confío en que mis padres saben solucionar sus problemas en cuanto se topan con una discusión; me suelen enviar a mi cuarto cuando eso pasa, pero tengo la confianza de que no suele ocurrir a menudo porque mamá tiene a papá cogido por… los huevos, así groseramente hablando. — Sí, me di cuenta, ¿crees que tu papá y…? — no, no puedo formular esa relación que de repente une mi cabeza y que coloca a su papá y al señor X de mi mamá como la misma persona, no puede ser tan enrevesado… ¿o sí? — La haremos este fin de semana, mañana hay escuela y mamá no me dejará quedarme en tu casa con clase mañana. Además, si tú le preguntas a la tía Sigrid, yo puedo hacer el interrogatorio a mis padres discretamente, por la noche nos llamamos y comentamos lo que hemos averiguado, ¿de acuerdo? — suena a un buen plan, incluso cuando prefería mil veces más ver Star Battles con Brian que soportar la cháchara de mamá, en ocasiones como esta hay que hacer sacrificios.
Por un momento, lo que dice hace que una nueva inseguridad atraviese mi mente, porque no había pensado en esa posibilidad y escucharla salir de sus labios se siente como un golpe a la realidad. — No, mamá y papá nunca se separarían, son demasiado correctos como para hacer algo así. — aunque no es la mejor razón por la que mantenerse juntos, confío en que mis padres saben solucionar sus problemas en cuanto se topan con una discusión; me suelen enviar a mi cuarto cuando eso pasa, pero tengo la confianza de que no suele ocurrir a menudo porque mamá tiene a papá cogido por… los huevos, así groseramente hablando. — Sí, me di cuenta, ¿crees que tu papá y…? — no, no puedo formular esa relación que de repente une mi cabeza y que coloca a su papá y al señor X de mi mamá como la misma persona, no puede ser tan enrevesado… ¿o sí? — La haremos este fin de semana, mañana hay escuela y mamá no me dejará quedarme en tu casa con clase mañana. Además, si tú le preguntas a la tía Sigrid, yo puedo hacer el interrogatorio a mis padres discretamente, por la noche nos llamamos y comentamos lo que hemos averiguado, ¿de acuerdo? — suena a un buen plan, incluso cuando prefería mil veces más ver Star Battles con Brian que soportar la cháchara de mamá, en ocasiones como esta hay que hacer sacrificios.
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—Es lo mejor, ¿no? Si nunca se separan, podrás vivir con ambos hasta que seas mayor de edad y podrás ver a tu papá todos los días— murmuro en un tono mucho más bajo, escondo mis manos debajo del doblez de las rodillas al sentarme en el borde de la cama. La tía Ingrid, con todo y sus defectos, es la única que tiene una familia como debe ser. La mamá de Oliver se murió, mi papá y el de Jen quién sabe dónde está. La aparición de este señor X lo único que me demuestra es que nuestra familia, por unida que pueda parecer que es, tiene demasiados secretos y a nosotros nos gusta resolver acertijos. Posiblemente descubramos dónde está la piedra filosofal, antes de la identidad de ese hombre, pero no siempre van a poder tenernos a oscuras y con mentiras, estamos creciendo, centímetro a centímetro cada día. —¡Noooooo!— grito más alto de lo que hubiera querido, me asusta pensar que Luka y yo podamos compartir padre o que mi madre y mi tía… no, no, no. Muevo mi cabeza de un lado al otro, no, no, no. No me gustaría que fuera algo así de enredado, por mucho que me guste descifrar casos con mi prima, esta vez prefiero que haya el menor cruce posible de flechas entre sí y que el señor X y mi padre sigan siendo puntos distintos.
Siento la cabeza abombada de todo lo que ha pasado en los últimos minutos, no hablo, solo asiento con la cabeza cuando nos apuntamos los interrogatorios como próxima tarea a cumplir y rasco mis rulos para comprobar si así se me pasa esta sensación de que mi cerebro está inflándose como un globo. —Esa creo que es mamá…— murmuro, hasta aquí se escucha su saludo al pie de las escaleras y la señora Tusa por sí sola va hasta la puerta para arañar con sus patitas. Retiro los dedos de mi cabello para un último apretón de ánimo en el hombro de Kit Kat, no sé qué decirle aparte de lo que ya sabemos, yo puedo confiar en ella y ella puede confiar en mí, para todos los secretos y misterios. — Te llamaré mañana— le prometo, y presiento que en vez de conseguirnos unos teléfonos que su madre terminará por hackearnos, tal vez debería comprar unos espejos que podamos mantener en secreto. No tendremos Wizzardface, pero estamos ante un drama muy grande con muchos implicados, un señor X, una vampiro, dos Nicholas, y hasta ahora nunca escuché que los espejos tengan un historial que la tía Ingrid luego pueda entrar a revisar. —Suerte, Kit Kat— me despido de mi prima cuando voy hacia la puerta para responder al llamado de mi madre con un «ya voooooooooooy».
Siento la cabeza abombada de todo lo que ha pasado en los últimos minutos, no hablo, solo asiento con la cabeza cuando nos apuntamos los interrogatorios como próxima tarea a cumplir y rasco mis rulos para comprobar si así se me pasa esta sensación de que mi cerebro está inflándose como un globo. —Esa creo que es mamá…— murmuro, hasta aquí se escucha su saludo al pie de las escaleras y la señora Tusa por sí sola va hasta la puerta para arañar con sus patitas. Retiro los dedos de mi cabello para un último apretón de ánimo en el hombro de Kit Kat, no sé qué decirle aparte de lo que ya sabemos, yo puedo confiar en ella y ella puede confiar en mí, para todos los secretos y misterios. — Te llamaré mañana— le prometo, y presiento que en vez de conseguirnos unos teléfonos que su madre terminará por hackearnos, tal vez debería comprar unos espejos que podamos mantener en secreto. No tendremos Wizzardface, pero estamos ante un drama muy grande con muchos implicados, un señor X, una vampiro, dos Nicholas, y hasta ahora nunca escuché que los espejos tengan un historial que la tía Ingrid luego pueda entrar a revisar. —Suerte, Kit Kat— me despido de mi prima cuando voy hacia la puerta para responder al llamado de mi madre con un «ya voooooooooooy».
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