OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Me despierto por culpa de un golpe que me toma desprevenido, haciendo que me queje antes de siquiera poder abrir los ojos. Momento, que jamás he sentido los párpados tan pesados. ¿Dónde me encuentro? ¿Cómo llegué a una cama en primer lugar? ¿Y quién está conmigo? Paso una mano por mi cara en lo que hay una voz con eco llamándome, giro con una expresión fruncida y creo, de verdad, que abro los ojos. No, no lo hago, tengo que parpadear para poder enfocar la cara que tengo de pie a mi lado — ¿Sage? — ¿Esa es mi voz, tan ronca y pastosa? Demonios, mi boca sabe como la mierda. Bufo, me dejo caer una vez más sobre la almohada y cubro la fastidiosa luz del sol que entra por la ventana con la ayuda de uno de mis brazos — Dime que no tuvimos sexo — no, momento, que sí recuerdo que se marchó con Hero en algún punto de la noche, no hay manera en la que eso hubiera terminado desviándose tanto.
Sí reconozco entonces que sigo con la ropa de anoche puesta y sospecho que me encuentro en la habitación que he tomado en la fábrica, aunque no estoy completamente seguro. Es otro recuerdo el que hace que me siente de un sobresalto, abriendo mis ojos rápidamente en lo que tanteo mi lado — ¡Meerah! — exclamo. No durmió aquí, ¿no? ¿Dónde se ha metido? ¿Dejé que se fuera sola, está con Hero? No sé cuándo me llevé las manos al cabello, sí me doy cuenta de que las bajo para tocar suavemente mis labios. De entre todas las cosas que pasaron anoche y cuyas memorias se sienten un poco revueltas, sí puedo recordar el tenerla demasiado cerca, incluso cómo se sentía su lengua. No, no, no. ¿Cómo es posible que me haya enrollado con una niña como Meerah Powell? ¿Cómo llegué a ese punto de humillarme tan abiertamente?
Tengo ganas de vomitar, pero estoy seguro de que no es por ella sino más bien porque el asco de todo lo que he ingerido anoche se me revuelve en el estómago. Me obligo a respirar en lo que apoyo los codos en mis rodillas, cierro los ojos y me sostengo la cabeza — Me siento horrible. Horrible y patético — mascullo en tono penoso — ¿Aquí hay siquiera una aspirina?
Sí reconozco entonces que sigo con la ropa de anoche puesta y sospecho que me encuentro en la habitación que he tomado en la fábrica, aunque no estoy completamente seguro. Es otro recuerdo el que hace que me siente de un sobresalto, abriendo mis ojos rápidamente en lo que tanteo mi lado — ¡Meerah! — exclamo. No durmió aquí, ¿no? ¿Dónde se ha metido? ¿Dejé que se fuera sola, está con Hero? No sé cuándo me llevé las manos al cabello, sí me doy cuenta de que las bajo para tocar suavemente mis labios. De entre todas las cosas que pasaron anoche y cuyas memorias se sienten un poco revueltas, sí puedo recordar el tenerla demasiado cerca, incluso cómo se sentía su lengua. No, no, no. ¿Cómo es posible que me haya enrollado con una niña como Meerah Powell? ¿Cómo llegué a ese punto de humillarme tan abiertamente?
Tengo ganas de vomitar, pero estoy seguro de que no es por ella sino más bien porque el asco de todo lo que he ingerido anoche se me revuelve en el estómago. Me obligo a respirar en lo que apoyo los codos en mis rodillas, cierro los ojos y me sostengo la cabeza — Me siento horrible. Horrible y patético — mascullo en tono penoso — ¿Aquí hay siquiera una aspirina?
Había momentos en los que me cuestionaba el por qué debía ser una de las pocas personas razonables, o medianamente sensatas de todo el lugar. Había otros, como este, en el que agradecía el no sentir la necesidad de beber hasta el olvido y así poder disfrutar de pequeños placeres en la vida, como el tener la capacidad de golpear a Jim con un almohadón hasta el hartazgo exigiendo que se despierte de una buena vez. He sido una buena persona incluso, y he esperado hasta que pasa del mediodía para no ser tan cruel. - ¿Qué? ¡No! ¿acaso tienes un deseo reprimido del que no me he enterado? - No era una imagen mental que quisiera tener, así que sacudo la cabeza y vuelvo a golpearlo para que reaccione y no vuelva a dormirse. - Lamento informarte que tengo novia… ¿Es mi novia? Ya, no importa. Arriba, Don Juan. - Que lúcido o no, mi relación con Hero es algo que todavía estaba tratando de entender, incluso después de los planteos de anoche.
Al final quedo con la almohada a mitad de camino cuando se incorpora, y aunque quisiera no podría detener la gigantesca sonrisa que se instala en mi rostro cuando ni siquiera he tenido que nombrar a la rubia para interrogarlo. - ¿Qué con ella? - Cuestiono haciéndome el idiota, observando como se lleva las manos a la boca, entendiendo en sus gestos que al parecer la pelirroja estaba más acertada de lo que creía.
Hasta que bueno, su expresión se torna casi tortuosa y por unos segundos me alarmo al pensar en qué es lo que ha hecho. Tengo que respirar y recordar que es Jim el que tengo adelante, y que no soy el cuidador ni protector de nadie. O bueno, tal vez sí de Hero, pero ese era otro tema. - Soy mejor amigo de lo que puedas merecer. - Le aseguro. Aún así dejo caer el almohadón a los pies de su cama, y me inclino a la mesa en donde he dejado un vaso de agua y la pastilla que la pelirroja me entregó. La conozco, no lo ha hecho de buena fé y sé que cuando la vea más tarde, tendré que hacer una recapitulación de lo que pueda sacarle a Jim mientras todavía se ve influenciado bajo los efectos del alcohol. - Ahora, ¿quieres decirme qué es lo que hace que te sientas horrible y patético, o tendré que empezar a hacer suposiciones' - Que no serían demasiados supuestos cuando lo había visto en el sillón con la rubia, pero prefería ver qué es lo que podía recordar primero.
Al final quedo con la almohada a mitad de camino cuando se incorpora, y aunque quisiera no podría detener la gigantesca sonrisa que se instala en mi rostro cuando ni siquiera he tenido que nombrar a la rubia para interrogarlo. - ¿Qué con ella? - Cuestiono haciéndome el idiota, observando como se lleva las manos a la boca, entendiendo en sus gestos que al parecer la pelirroja estaba más acertada de lo que creía.
Hasta que bueno, su expresión se torna casi tortuosa y por unos segundos me alarmo al pensar en qué es lo que ha hecho. Tengo que respirar y recordar que es Jim el que tengo adelante, y que no soy el cuidador ni protector de nadie. O bueno, tal vez sí de Hero, pero ese era otro tema. - Soy mejor amigo de lo que puedas merecer. - Le aseguro. Aún así dejo caer el almohadón a los pies de su cama, y me inclino a la mesa en donde he dejado un vaso de agua y la pastilla que la pelirroja me entregó. La conozco, no lo ha hecho de buena fé y sé que cuando la vea más tarde, tendré que hacer una recapitulación de lo que pueda sacarle a Jim mientras todavía se ve influenciado bajo los efectos del alcohol. - Ahora, ¿quieres decirme qué es lo que hace que te sientas horrible y patético, o tendré que empezar a hacer suposiciones' - Que no serían demasiados supuestos cuando lo había visto en el sillón con la rubia, pero prefería ver qué es lo que podía recordar primero.
Aunque mi primera reacción como respuesta es rodarle los ojos, me doy cuenta de inmediato que es una pésima idea, ya que siento que se me revuelve el interior del cráneo. ¿Y qué con Meerah? — La perdí — es lo primero que me sale decir, aunque se puede malinterpretar de mil maneras e intento aclararme con palabras paposas que son más que nada un balbuceo arrastrado — O eso creo. ¿Está con Hero? Porque no sé dónde fue y quizá salió sola… — creo que me estoy rebuscando demasiado y acabo sacudiendo mis manos de un lado al otro para que lo deje pasar, porque si no tengo a la colorada de su “novia” tirándose encima mío arrancándome la piel, debe ser que su sobrina está bien.
— ¿Me merezco un buen amigo? — mi cabeza cae hacia un lado en lo que trato mirarlo con las facciones fruncidas, me cuesta abrir los ojos y creo que lo estoy mirando como si estuviera a cientos de kilómetros de distancia, además de cubierto por la cortina de rizos que me cae sobre la cara. Me parece que me lo responde pasándome un vaso glorioso de agua y la aspirina, cosas que agarro a una velocidad alarmante para mi poca capacidad de coordinación actual — Pst, eres un exagerado, tu novia te está contagiando — me meto la pastilla contra la lengua y vacío el cristal con demasiada velocidad, acabando por devolvérselo — Creo que se me van a salir las tripas. No cuenten conmigo hasta dentro de una semana — se siente como que nunca jamás voy a sentirme bien, me froto la barriga plana y si puedo mirarlo sin vomitar, es todo un milagro. Entonces… — Besé a Meerah.
Decirlo en voz alta es incluso peor, se me escapa un gemido lastimero en lo que me dejo caer hacia atrás como una bolsa de papas y tanteo, hasta que mis dedos rozan la almohada que me coloco sobre la cara — ¡Soy una vergüenza para el mercado de esclavos! ¡Le metí lengua a una bruja! ¡A una bruja de élite, que se sienta en el palco presidencial! — es un poco irónico que me esté quejando de esto con Sage, que vaya a saber qué le mete donde a la hija de Jamie Niniadis, pero no voy a juzgarlo a él, sino a mí. Acabo sacándome la almohada de la cara al subirla, de seguro debo parecer una monja en lo que lo miro espantado — ¡Y para colmo, es una niña! ¿Qué clase de enfermedad desagradable tengo? Hasta tú y Hero tienen mucho más sentido que esto. Soy… me doy asco — y sí, vuelvo a cubrirme la cara con un sollozo, aunque no sé si es porque me están matando los riñones o porque me convertí en lo que siempre juré destruir.
— ¿Me merezco un buen amigo? — mi cabeza cae hacia un lado en lo que trato mirarlo con las facciones fruncidas, me cuesta abrir los ojos y creo que lo estoy mirando como si estuviera a cientos de kilómetros de distancia, además de cubierto por la cortina de rizos que me cae sobre la cara. Me parece que me lo responde pasándome un vaso glorioso de agua y la aspirina, cosas que agarro a una velocidad alarmante para mi poca capacidad de coordinación actual — Pst, eres un exagerado, tu novia te está contagiando — me meto la pastilla contra la lengua y vacío el cristal con demasiada velocidad, acabando por devolvérselo — Creo que se me van a salir las tripas. No cuenten conmigo hasta dentro de una semana — se siente como que nunca jamás voy a sentirme bien, me froto la barriga plana y si puedo mirarlo sin vomitar, es todo un milagro. Entonces… — Besé a Meerah.
Decirlo en voz alta es incluso peor, se me escapa un gemido lastimero en lo que me dejo caer hacia atrás como una bolsa de papas y tanteo, hasta que mis dedos rozan la almohada que me coloco sobre la cara — ¡Soy una vergüenza para el mercado de esclavos! ¡Le metí lengua a una bruja! ¡A una bruja de élite, que se sienta en el palco presidencial! — es un poco irónico que me esté quejando de esto con Sage, que vaya a saber qué le mete donde a la hija de Jamie Niniadis, pero no voy a juzgarlo a él, sino a mí. Acabo sacándome la almohada de la cara al subirla, de seguro debo parecer una monja en lo que lo miro espantado — ¡Y para colmo, es una niña! ¿Qué clase de enfermedad desagradable tengo? Hasta tú y Hero tienen mucho más sentido que esto. Soy… me doy asco — y sí, vuelvo a cubrirme la cara con un sollozo, aunque no sé si es porque me están matando los riñones o porque me convertí en lo que siempre juré destruir.
Mi ceja se eleva por inercia cuando dice que la perdió, y baja casi que con la misma velocidad cuando aclara a qué se refiere. Creo que he pasado demasiado tiempo con la pelirroja si es que no puedo interpretar una declaración tan sencilla como esa sin buscarle un doble significado. - Se fué hace unas horas, anoche durmió con Hero cuando terminó la película. - Que sí, había terminado siendo una película romántica, cursi y cliché que, si no fuera por los actores que la interpretaron, habría jurado que es la misma que habíamos visto la semana pasada. Había veces en las que me sorprendía la poca imaginación de la gente porque todo parecía un copia y pega de cosas que ya existían, y ni siquiera eran de cosas buenas.
- Lo dudo, pero algo bueno habrás hecho en tu vida pasada para que te tenga que soportar en esta. - De acuerdo, Jim no era insoportable, solo era un dramático demasiado bromista. Nada que no pudiese soportar y que, en más ocasiones de las que me gustaría admitir, necesitaba. - Luego yo soy el exagerado…- Si además de la resaca el estómago estaba jugándole una mala pasada, tendría que ponerme a buscar luego alguna medicación o a alguien que supiese un hechizo para contrarestarlo. No lo había hecho nunca, pero no quería saber lo que era tener que ser el niñero de Jim en estas condiciones. - De acuerdo, no esperaba eso. - Y con “eso” me refería a que lo admitiese, y no al beso en sí mismo. Que ya los había visto juntitos ayer, y algo de fé le tenía que tener en que Hero conociese a su sobrina, ¿no?
- Dramático. - Declaro rodando los ojos. - Si tu eres una vergüenza, ¿qué me queda a mí que salgo con la hija de la ex ministra de magia? Más si consideramos que eso de meterle lengua es periódico desde hace ¿nueve meses? - Esperaba que la pelirroja no fuese de la que contase ese tipo de cosas, porque no tenía la más pálida idea de nada. En serio, de nada. - Pffffff… Si te sirve de consuelo, Hero me besó en su cumpleaños catorce. Cuando todavía era su esclavo… Ah, ya. No das asco. Solo… mírale el lado bueno. - ¿Cuál era? - Bueno, no lo sé. Al menos no te acostaste con ella. Y ya no podrás hacer bromas a mi costa por temas de edad. - Bueno, eso era favorable para mí. - ¿Por qué lo hiciste? - Pregunta estúpida si veía su estado actual. Ese nivel de resaca no debería ser saludable.
- Lo dudo, pero algo bueno habrás hecho en tu vida pasada para que te tenga que soportar en esta. - De acuerdo, Jim no era insoportable, solo era un dramático demasiado bromista. Nada que no pudiese soportar y que, en más ocasiones de las que me gustaría admitir, necesitaba. - Luego yo soy el exagerado…- Si además de la resaca el estómago estaba jugándole una mala pasada, tendría que ponerme a buscar luego alguna medicación o a alguien que supiese un hechizo para contrarestarlo. No lo había hecho nunca, pero no quería saber lo que era tener que ser el niñero de Jim en estas condiciones. - De acuerdo, no esperaba eso. - Y con “eso” me refería a que lo admitiese, y no al beso en sí mismo. Que ya los había visto juntitos ayer, y algo de fé le tenía que tener en que Hero conociese a su sobrina, ¿no?
- Dramático. - Declaro rodando los ojos. - Si tu eres una vergüenza, ¿qué me queda a mí que salgo con la hija de la ex ministra de magia? Más si consideramos que eso de meterle lengua es periódico desde hace ¿nueve meses? - Esperaba que la pelirroja no fuese de la que contase ese tipo de cosas, porque no tenía la más pálida idea de nada. En serio, de nada. - Pffffff… Si te sirve de consuelo, Hero me besó en su cumpleaños catorce. Cuando todavía era su esclavo… Ah, ya. No das asco. Solo… mírale el lado bueno. - ¿Cuál era? - Bueno, no lo sé. Al menos no te acostaste con ella. Y ya no podrás hacer bromas a mi costa por temas de edad. - Bueno, eso era favorable para mí. - ¿Por qué lo hiciste? - Pregunta estúpida si veía su estado actual. Ese nivel de resaca no debería ser saludable.
Al menos me deja tranquilo y Meerah no se fue a probar suerte con los dementores a la madrugada, lo cual hubiera sido terrible y me dejaría a mí como el irresponsable que la vio por última vez. ¡Que no voy a dar una declaración de los hechos a su padre en un juicio, eso sería suicidio! — Si hay vidas pasadas, aún no comprendo cómo funciona el karma — es mi mera gruñona respuesta, que no he tenido la clase de existencia de la cual podría presumir por todos lados, como algunos otros que he conocido. Ni siquiera puedo decirle que no estoy exagerando porque creo que todo mi aspecto lo delata, ni siquiera me considero alguien que puede juzgarse como decente.
Asiento al admitir mis errores con la misma expresión que un condenado a muerte — Es diferente — insisto, porque parece que no entiende a dónde quiero ir — Hero y tú se conocen hace años, la diferencia de edad es menor y tú… bueno, por lo que sé, jamás creíste lo que yo creía — que los magos eran una basura, ese pensamiento que aún sigue en alguna parte de mí a pesar de empujarlo una y otra vez que no salga a flote, porque aquí hay personas que han sido amables conmigo, que me aceptaron por el desastre que soy sin importarles la sangre que corre en mis venas. Mal que mal, puedo decir que son mis amigos y yo jamás he tenido un grupo, en toda mi vida. Me gusta estar aquí y eso no es algo que estaba esperando.
Me distrae su historia, esa que me hace mirarlo con algo más de atención para acabar sonriendo un poco; no podía ser de otra forma, Hero siempre sería la primera y la última en tener la palabra, sea con quien sea. Obvio que la sonrisa se me transforma en una mueca de desagrado con demasiada rapidez cuando me planta una imagen mental que no necesitaba — ¡No me acostaría con ella, por todos los cielos! — que si él es mayor que Hero, los casi ocho años que le llevo a Meerah lo hacen todo todavía peor. Además, mi nula experiencia sexual y una niña de catorce años son una terrible combinación. Su pregunta hace que regrese la mirada hacia él, en lo que me acomodo con mucha más lentitud para volver a sentarme — Estaba ebrio, creo que es obvio — respondo, aunque quizá eso no era lo que estaba esperando. Suspiro con resignación — Ella me besó primero, pero como fue un beso inexistente, le di otro. Es que estábamos hablando de que ella jamás había besado a nadie y entonces… — bah, me estoy yendo por las ramas — La cosa es que me pidió besarla de nuevo, fuimos a la cocina y una cosa llevó a la otra… — y pasé los minutos siguientes besuqueándome con ella, sin pensar en que ahora mismo quiero morirme del horror.
Dejo caer mis hombros en lo que cruzo mis piernas como indio, apoyo los codos en mis rodillas y presiono con fuerza mis párpados cerrados — No debería haberle seguido el juego, está completamente mal. Y lo peor es que en el momento lo disfruté — Pues claro que iba a hacerlo, las bocas responden al estímulo físico, no a todo el desastre de la información que manejamos detrás — ¿Cómo es que tú puedes siquiera soportarlo...? Momento — bajo las manos para poder mirarlo con sospecha — ¿Tú y Hero se fueron a ver una película? ¿Después de como nueve meses? Hombre… — lo barro con la mirada, demostrando obvia consternación — Siento pena por ti y tu mano derecha.
Asiento al admitir mis errores con la misma expresión que un condenado a muerte — Es diferente — insisto, porque parece que no entiende a dónde quiero ir — Hero y tú se conocen hace años, la diferencia de edad es menor y tú… bueno, por lo que sé, jamás creíste lo que yo creía — que los magos eran una basura, ese pensamiento que aún sigue en alguna parte de mí a pesar de empujarlo una y otra vez que no salga a flote, porque aquí hay personas que han sido amables conmigo, que me aceptaron por el desastre que soy sin importarles la sangre que corre en mis venas. Mal que mal, puedo decir que son mis amigos y yo jamás he tenido un grupo, en toda mi vida. Me gusta estar aquí y eso no es algo que estaba esperando.
Me distrae su historia, esa que me hace mirarlo con algo más de atención para acabar sonriendo un poco; no podía ser de otra forma, Hero siempre sería la primera y la última en tener la palabra, sea con quien sea. Obvio que la sonrisa se me transforma en una mueca de desagrado con demasiada rapidez cuando me planta una imagen mental que no necesitaba — ¡No me acostaría con ella, por todos los cielos! — que si él es mayor que Hero, los casi ocho años que le llevo a Meerah lo hacen todo todavía peor. Además, mi nula experiencia sexual y una niña de catorce años son una terrible combinación. Su pregunta hace que regrese la mirada hacia él, en lo que me acomodo con mucha más lentitud para volver a sentarme — Estaba ebrio, creo que es obvio — respondo, aunque quizá eso no era lo que estaba esperando. Suspiro con resignación — Ella me besó primero, pero como fue un beso inexistente, le di otro. Es que estábamos hablando de que ella jamás había besado a nadie y entonces… — bah, me estoy yendo por las ramas — La cosa es que me pidió besarla de nuevo, fuimos a la cocina y una cosa llevó a la otra… — y pasé los minutos siguientes besuqueándome con ella, sin pensar en que ahora mismo quiero morirme del horror.
Dejo caer mis hombros en lo que cruzo mis piernas como indio, apoyo los codos en mis rodillas y presiono con fuerza mis párpados cerrados — No debería haberle seguido el juego, está completamente mal. Y lo peor es que en el momento lo disfruté — Pues claro que iba a hacerlo, las bocas responden al estímulo físico, no a todo el desastre de la información que manejamos detrás — ¿Cómo es que tú puedes siquiera soportarlo...? Momento — bajo las manos para poder mirarlo con sospecha — ¿Tú y Hero se fueron a ver una película? ¿Después de como nueve meses? Hombre… — lo barro con la mirada, demostrando obvia consternación — Siento pena por ti y tu mano derecha.
En algún momento termino sentado sobre su cama, así que con un par de manotazos le corro los pies del final y me arrastro hasta quedar semi recostado contra la pared contraria. - Eso lo hace peor. No quiero recordar lo que era cuando tenía once. Ni siquiera quiero recordar lo que era cuando tenía catorce. - Que había sido su época de transición y la mitad del tiempo estaba entre querer ahogarla con las agujetas de sus zapatos, o querer resguardarla detrás de mi espalda para que la vida dejase de salpicarla de mierda. - Y con las creencias… No lo sé Jim, nunca tuve ese desagrado puro hacia una raza, pero sí hacia ciertas personas; lo sabes, hemos hablado de esto. Pero no soy la misma persona que se escabullía en los picnics a robar lo que sobraba de las bandejas, y quiero creer que tú tampoco. - Muchas cosas habían cambiado desde entonces, muchas que ni siquiera había podido imaginar, jamás.
Me río cuando declara tan fervientemente que no le pondría las manos a Meerah de esa forma y trato de no imaginar que con un poco más de alcohol todo es posible porque no es una imagen que quiera tener en la cabeza. Gracias al cielo nunca fui demasiado creativo, y aunque pueda pecar de tener falta de imaginación, en estos momentos lo agradezco. - ¿Una cosa llevó a la otra? Entonces no la besaste, ¡tuviste una sesión de besuqueos! - Y me río todavía más porque siendo Jim y su rechazo hacia los magos… - Tuviste una sesión de besuqueos con una brujita de catorce años. - Y solo porque me parece que aún es demasiado pronto que me guardo que su amigo estaría orgulloso. Lo había visto dos veces, pero por lo que me había contado Jim de no ser por las situaciones de vida él mismo lo estaría felicitando y palmeándole la espalda.
Cuando creo que está por calmarme la risa, se incorpora en su sufrimiento y mejora la situación todavía más. - Ya, ya. ¿Quién te va a decir algo? Dudo mucho que vaya a decirle al padre nada. Y aquí nadie juzga demasiado a nadie. Te lo puedo asegurar. - Ya de por sí nunca creía que entraría en una relación con Hero, pero incluso de haberlo sabido, jamás hubiera esperado aceptación por parte de nadie. Aquí simplemente no importaba. - Ya, la quiero ¿de acuerdo? Y ella es virgen, no la voy a forzar. Ayer salió con planteos de no sé dónde y… el punto es que no todo es sexo en la vida, así que mi mano está en perfectas condiciones. - Y de acuerdo, creo que le voy a hacer entender el karma en estos momentos, me la debe por todas sus bromas pasadas. - ¿Y qué me dices de la tuya? No voy a tener que preocuarme de que vayas a tener pensamientos impropios con mi cuasi “sobrina”, ¿verdad?
Me río cuando declara tan fervientemente que no le pondría las manos a Meerah de esa forma y trato de no imaginar que con un poco más de alcohol todo es posible porque no es una imagen que quiera tener en la cabeza. Gracias al cielo nunca fui demasiado creativo, y aunque pueda pecar de tener falta de imaginación, en estos momentos lo agradezco. - ¿Una cosa llevó a la otra? Entonces no la besaste, ¡tuviste una sesión de besuqueos! - Y me río todavía más porque siendo Jim y su rechazo hacia los magos… - Tuviste una sesión de besuqueos con una brujita de catorce años. - Y solo porque me parece que aún es demasiado pronto que me guardo que su amigo estaría orgulloso. Lo había visto dos veces, pero por lo que me había contado Jim de no ser por las situaciones de vida él mismo lo estaría felicitando y palmeándole la espalda.
Cuando creo que está por calmarme la risa, se incorpora en su sufrimiento y mejora la situación todavía más. - Ya, ya. ¿Quién te va a decir algo? Dudo mucho que vaya a decirle al padre nada. Y aquí nadie juzga demasiado a nadie. Te lo puedo asegurar. - Ya de por sí nunca creía que entraría en una relación con Hero, pero incluso de haberlo sabido, jamás hubiera esperado aceptación por parte de nadie. Aquí simplemente no importaba. - Ya, la quiero ¿de acuerdo? Y ella es virgen, no la voy a forzar. Ayer salió con planteos de no sé dónde y… el punto es que no todo es sexo en la vida, así que mi mano está en perfectas condiciones. - Y de acuerdo, creo que le voy a hacer entender el karma en estos momentos, me la debe por todas sus bromas pasadas. - ¿Y qué me dices de la tuya? No voy a tener que preocuarme de que vayas a tener pensamientos impropios con mi cuasi “sobrina”, ¿verdad?
No sé si ahora mismo sigo sintiendo desagrado hacia los magos. Me fastidian, pero he aprendido a convivir con ellos; lo único que puedo responder ahora mismo es una mueca — SHHH. ¿Tienes que decirlo de esa forma? ¡Por Dios, Sage! — suficiente con que sea una bruja como para encima meterme lo de que es menor de edad y que fui su primer beso. Por todos los cielos, fui su jodido primer beso, pasado de intoxicación y lo he disfrutado como el pervertido que soy. No voy a contarle que la situación se llevó a cabo en la cocina, creo que eso le daría más material para acusarme de ser capaz de irme a lo oscurito con una niña, que si no nos metimos mano fue porque tuve suerte de que una parte de mí seguía lo suficientemente consciente como para no dejarse llevar. Jamás volveré a beber cerca de Meerah Powell, es un hecho.
Aunque aquí nadie vaya a decirme nada, sigo sintiendo que he cometido un acto horrible y ni mil duchas me sacarán el picor de la piel. Dejo caer la cabeza hacia delante con un gruñido y me masajeo la nuca, como si de esa manera pudiera sentirme mejor — Que conmovedor — murmuro con cierta sorna, por mucho que puedo respetar los tiempos de esos dos para hacer cualquier cosa. Sé que el sexo no lo es todo, lo he dejado en claro cientos de veces en los tiempos en los cuales Drew se había ofrecido a hacerme pasar la barrera del concepto de la virginidad, así que supongo que ellos deben compartir lo suficiente como para seguir dejándolo de lado. Y se lo dejaría pasar, de verdad, si no fuera porque dice algo que me hace soltar una mueca de asco al volver a mirarlo — No me masturbaré pensando en tu sobrina, si es lo que quieres saber. No la veo de esa manera, Sage, tan solo… no — que atienda mis necesidades biológicas no tiene nada que ver con ella, sino conmigo mismo y… no. No puedo contenerme, cierro el puño y le doy un golpe en el brazo — Ya, solo vete. Prometo levantarme en cinco minutos y darme un baño. Si no me encuentras pronto, solo chequea que no me haya ahogado… Y no le digas nada a Hero — que sé que lo hará, pero con intentar no pierdo nada.
Aunque aquí nadie vaya a decirme nada, sigo sintiendo que he cometido un acto horrible y ni mil duchas me sacarán el picor de la piel. Dejo caer la cabeza hacia delante con un gruñido y me masajeo la nuca, como si de esa manera pudiera sentirme mejor — Que conmovedor — murmuro con cierta sorna, por mucho que puedo respetar los tiempos de esos dos para hacer cualquier cosa. Sé que el sexo no lo es todo, lo he dejado en claro cientos de veces en los tiempos en los cuales Drew se había ofrecido a hacerme pasar la barrera del concepto de la virginidad, así que supongo que ellos deben compartir lo suficiente como para seguir dejándolo de lado. Y se lo dejaría pasar, de verdad, si no fuera porque dice algo que me hace soltar una mueca de asco al volver a mirarlo — No me masturbaré pensando en tu sobrina, si es lo que quieres saber. No la veo de esa manera, Sage, tan solo… no — que atienda mis necesidades biológicas no tiene nada que ver con ella, sino conmigo mismo y… no. No puedo contenerme, cierro el puño y le doy un golpe en el brazo — Ya, solo vete. Prometo levantarme en cinco minutos y darme un baño. Si no me encuentras pronto, solo chequea que no me haya ahogado… Y no le digas nada a Hero — que sé que lo hará, pero con intentar no pierdo nada.
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