The Mighty Fall
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PRIMAVERA de 247521 de Marzo — 20 de Junio
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H. Merneith Bahati
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Invitado
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Recuerdo del primer mensaje :

Agarro con nerviosismo las tiras de mi mochila, miro por encima de mi hombro a la calle desierta y apresuro mis pasos hasta dar con el edificio que reconozco como aquel donde se esconden los del catorce. Tengo entendido que hay mucha gente dentro, así que mi presencia podría estorbar en un espacio de por sí reducido, confío en que Alice le habrá podido decir a Ava que había algo que me gustaría entregarle y que esté en la terraza cuando llego con este contrabando que me pesa en la mochila. No está, así que siento pánico por un minuto, no vendrá, se ofendió demasiado la última vez que estuvimos en este mismo lugar. Me giro para marcharme a prisa cuando la veo entrar y planto mis pies en el suelo. —Hola— la saludo, ni yo escucho mi voz. —¿Cómo estás?— hasta lo pregunto con cuidado, seguro de que recibirá un simple «bien» y sin embargo actuando como si fuera a decirme algo terrible.

Abro y cierro mis manos varias veces a causa de los nervios, hasta que los uso para algo más de utilidad que es deslizar las correas de la mochila por mis hombros. —La última vez que… hablamos…— digo, tirando la mochila hacia adelante así puedo abrir el cierre y sacar lentamente la caja sellada. —Dijiste algo sobre si teníamos chocolate y sé que no es algo que se consiga fácil en estos distritos— sigo, tomando bocanadas entre palabras porque si ella se disculpó por entrometerse en la cita, creo que estoy haciendo lo mismo en este momento. —Así que moví algunos contactos y te conseguí estos— se lo ofrezco, y me da mucha más vergüenza admitir que tuve que pedírselos a mi madre, a mi favor diré que es de las pocas que le he pedido a capricho desde que estoy aquí, si no es la única. —Me daba mucho miedo que alguien me interceptara en el camino y se los quedara, y también te aconsejo que te los comas aquí, no bajes con ellos. Son solo para tí— me muerdo la lengua para no decir que ella los necesita. Tiendo la cajita blanca con una filmina trasparente en la tapa que deja ver los bombones y me siento en el suelo, sí, me he autoinvitado, esta vez se me hace más fácil por traer pantalones cortos y no vestido.
Anonymous
Invitado
Invitado
Me halaga la confianza— comienzo así para no ofenderla en su generosa oferta de hacerme socia de su bar imaginario, debe ser el efecto de amor inmediato que tienen los chocolates de quienes lo reciben a quien se los da. —Pero no me veo como socia. Si necesitas que pinte las paredes, puedes contar conmigo. Como trabajo de medio tiempo me ayudaría a ir viendo posibilidades, necesito un poco más de tiempo para saber realmente qué quiero hacer con mi vida y asumir la administración compartida es tal vez un compromiso que no puedo aceptar— pretendo ser amable en mi rechazo, con la educación que mi madre me ha dicho que no debo perder en ningún momento. La medimagia está en ese limbo de cosas que quiero probar y después de probarlas, fracasar, volver a intentar, tener la certeza de que no es para mí. Entonces poder pasar a una siguiente cosa, de lo que sea, que en tiempos de guerra también las vocaciones son parte de un abanico muy amplio de cosas por elegir, ya que nada es estable y seguro, menos una carrera hecha en la escuela.

¡Pero si no te pregunté!— me explico, que era todo lo contrario, decirle que estaba bien si no quería hablar al respecto, claro que si quiere hablar estoy aquí para prestarle mis oídos bien predispuestos. Si yo misma llego al final de esta charla sin contarle que tal vez la primera vez con Ken no fue todo lo genial que se espera -aunque tengo asumido que no había manera de que lo fuera porque ¡es la primera vez!-, me regalaré a mí misma una estrella dorada. Cuando creo que está haciendo eso de abrirse conmigo, Ava me lanza de cara a una pared cerrada sobre que hay sentimientos a los que no quiere ponerles nombre y eso es casi toparse con nada. Casi. Es peor, es saber que está ahí, pero diremos que nada. —¿No le pones nombre porque eso lo haría real? ¿No quieres que se vuelva real porque antes de poder aceptar que lo era ya te han dicho que no podrá ser?— le pregunto, puesto que Ben fue muy claro en que ya hizo su elección y creo que hay algo muy determinante en eso de ir a vivirte con una persona. Se lo respeto, me parece maduro de su parte. Sí, sí, yo Synnove Lackberg con apenas veinte años estoy aquí diciendo que un hombretón de treinta y pico ha madurado, denle su estrellita también. Pss. —Está bien sentirse “mal”,— hago las comillas en el aire, —por irónico que suene. Claro que puedes sentirte feliz por una persona que quieres, pero no es sano ignorar y callarlos los propios sentimientos de uno. Lo sentimientos son… hmmm, si no te salen por la boca terminarán saliéndote por los ojos o por las orejas— quería armar una metáfora más bonita, así puesto se me hace más claro de entenderlo.

Alice también me dijo que era valiente, para mí lo son ustedes. Seguir a pesar de todo, pelear…— contesto, le quito la cubierta de papel a otro bombón. Lo retengo entre mis dedos sin darle una mordida, prefiero alzar mi cara al cielo despejado que tenemos sobre nosotras, en esta terraza que se aísla por un rato de los problemas de las calles. —Es cierto que la guerra grita muy fuerte, también los llamados a revolución, lo que no me gustaría sentir es que estoy siguiendo la corriente. Por eso nunca te diría que estoy aquí por seguir a Ken, en realidad no. Ken solo abrió una puerta, yo la crucé. Me gusta sí escuchar otras voces, como las de ustedes, la tuya, la de Alice, la de Ben. Porque lo siento necesario para ir creciendo… como cuando pintaba retratos de mujeres, trataba de encontrar un poco de mí en cada una de ellas. Hace mucho que no lo hago, ahora que lo pienso… tal vez porque empecé a mirarme más a mí.
Anonymous
Ava E. Ballard
Fugitivo
- Eres una artista, ¿o una contratista? - Mi duda es válida, que si no le gustaba esto de ser socia, nunca venía mal ninguna de las otras opciones. - Espero que no sea un cuestionamiento a mis poderes de gestión… Que si lo fuera, estarías en todo tu derecho. - No podía mantener vivo un pez, mucho menos podría mantener a flote todo un negocio… Aunque bueno, con Arion no había sido muy difícil y… ¿estoy comparando un negocio con un caballo?

- Si no lo hubieses querido saber, no lo hubieses siquiera mencionado. - Le aseguro. Y viniendo de alguien que es demasiado bocona para todo lo que calla dentro, es mucho decir. Reconozco su táctica sutil, una que ni mi madre utilizaba conmigo a sabiendas de que era más fácil encararme de manera directa, o dejar el tema de lado hasta que fuese yo la que dijese algo. No era la mejor táctica, pero al menos era la que nos evitaba más peleas. - Las cosas no tienen que tener un nombre para existir. Lo que pueda o no sentir, esta ahí. Pero no quiero verlo, y por ende, no quiero nombrarlo. Es simple. - O en mi cabeza sonaba sonaba así, con esa lógica básica que me refugia de mucho y me deja vivir sin la preocupación constante al ¿qué hubiera pasado…? - Tengo muy en claro eso, pero prefiero que suceda cuando tenga que suceder, y no andar construyendo una situación de la que sé que no tendré escapatoria. No estoy mal, Syv. Solo me gusta ser una cobarde para algunas cosas. Es algo cansador andar enfrentándote al mundo todo el tiempo, con los puños en alto y a la espera del próximo golpe.

Soy más consciente de todo lo poderosa que puede ser dentro de su pequeño cuerpo cuando explica su punto de vista. Y pese a que no pueda decir que estuve en su situación, si puedo verme reflejada en ese deseo por salir a la vida de frente, con la pisada fuerte y la cabeza en alto. - No creía que lo estuvieras. Solo parece que estás averiguando el cómo decidir qué camino seguir, y me parece excelente. - Escuchar, absorber, retener e ignorar en su medida justa, eran la esencia básica del respeto y el conocimiento. - Deberías seguir así Syv. Estoy convencida de que si te miras al espejo, cada vez te gustará más lo que ves. A mí me gusta lo que veo. - Y no la conocía de prácticamente nada, pero su fuerza y su compasión se dibujaban con letras de neón por encima de su cabeza.
Ava E. Ballard
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All you need is · Ava - Página 2 EvLkka1
https://www.themightyfall.net/t8219-ballard-ava-elizabeth#99244
Invitado
Invitado
¿Y eso te parece que está bien, señorita?— pregunto con un falso tono de abuela ofendida, ¿cómo puede decirme así tan simple de que sabe que se engaña a sí misma para no ver ni nombrar lo que está pasando? Coloco mis manos en la cintura para lanzarle una mirada de reproche, por unos momentos me siento medio metro un poco más alto que ella, lo que es totalmente inapropiado, considero que me falta mucho como para tener una mínima autoridad sobre ella o cualquiera. —Oh— es lo que escapa de mis labios al saber que elige la cobardía y por una buena razón, puedo llegar a comprenderla si lo pienso, es cansador ir contra corriente todo el tiempo y aunque nos han dicho toda la vida que el amor tiene algo de eso, a veces, cuando no haces más que luchar contra el mundo, estaría bien que el amor sea simplemente algo que te abrace y no por lo que tengas que pelear también.

Estiro mi brazo para que mi mano frote su hombro. —Si tiene que ser sucederá, es cierto. El destino encuentra extrañas maneras de reunirnos con las personas que debemos encontrar y a veces son las menos pensadas— murmuro, mi sonrisa se traslada a mis ojos al mirarla, ¿no puedo decir que mi encuentro con todos los supervivientes del Catorce, siendo que crecí en los límites del Capitolio, no se siente un poco como «destino»? ¿Por qué con ellos puedo hablar y tomar un significado más amplio de la vida como nunca pude ni con propios padres? Y si hablamos puntualmente de querer alguien, ¿por qué entre los cientos de chicos que conocí en el Royal y algunos del Prince, tuvo que ser Ken quien encontrara la manera de que mi mirada se mantuviera puesta en él? —Solo se necesita un poco de chocolate… y mirar más allá de lo que vemos, para encontrar lo que buscamos… y lo que merecemos…— suena a frase de galleta, también a que las gotas de licor de los bombones están atontando mis neuronas, todo tan ambiguo que puede tomarlo como quiera. Si piensa que soy rara, no será la primera.

De todos menos modos me halaga que me diga que le agrada lo que ve, después de todas las cosas que pongo en mis labios. —¿Sabes que los espejos en realidad no reflejan nuestra imagen sino que nuestro interior es el que proyecta? Eso que dices poder ver en mí habla de tu capacidad de ver algo en los demás… que habla de tu propio interior… y me alegro, me alegro de verdad, porque no estás en una estado tan grave como me temía— sacudo la caja de bombones que justifican mi visita. —Si vemos cosas buenas en los demás, quiere decir que podemos encontrar cosas buenas en nosotros. Si podemos hallar esas cosas buenas donde sea, quiere decir también… que nos las merecemos y espero que llegue a ti— es mi deseo honesto junto con el chocolate.
Anonymous
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