Preston hacía llorar a su madre más veces de las necesarias. Su personalidad no difería demasiado del de Priscilla; parecía que, incluso, hubiera seguido los pasos su hermana mayor; un fantasma que siempre miraba lo que Priscilla hacía, que tomaba nota en silencio para, después, replicarlo.

Eran ambos igual de intrépidos, pero Priscilla siempre fue más cuidadosa. Sabía cuándo marcharse, cuándo esconderse, cuándo agachar la cabeza. Tenían el mismo propósito, pero las consecuencias de los actos de Priscilla nunca tuvieron el mismo impacto que los de Preston.

Demasiado impulsivo, siempre le gustó la adrenalina que sentía al estar frente al peligro. En primera línea de todas las manifestaciones, Preston se enorgullecía de gritar alto, de hacer que todos los demás le siguieran. Acababa de cumplir diecinueve cuando le pillaron, cuando los aurores lo redujeron con aquella pasmosa facilidad. Casi parecía una broma del destino que él ya no tuviera dieciocho; que, mientras a él le esperara la cárcel, el nombre de su hermana entrara en la urna de los nuevos juegos mágicos.

Paige no sabe si lo odia. Nunca se esperó ganar, por lo que jamás creyó que lo volvería a ver. Pero ganó y, cuando lo hizo, Preston no tardó en salir de prisión. No volvió a casa, sin embargo: si se fue hacia el norte o siguió a Priscilla por culpabilidad o no, siempre será algo que solo él sabrá.

—PBs sugeridos: Noah Centineo, Jacob Rottt, Blake Michael.