Los Birdwhistle jamás tuvieron mucho, pero Arthur al menos puede decir que recuerda el haber poseído lo suficiente como para ser una familia estable del distrito cinco. Con los brujos demasiado cerca como para saber de qué se trataba, se crió junto a unos padres magos que suspiraron de alivio al darse cuenta de que su hijo no parecía dar señales de magia, aquella que lo pondría en problemas dentro del mundo en el cual NeoPanem estaba sumido. Claro que no contaban con un cambio de gobierno tan repentino como violento, lo cual cambió el panorama de la noche a la mañana.

No perdieron su hogar al ser magos, pero ninguno lucía un título de pureza y los comercios del distrito cinco empezaron a cerrar, dejando poco a poco el paisaje desolado y las panzas, más hambrientas. El señor Birdwhistle comenzó a relacionarse con los delincuentes de la zona con tal de llevar algo de comida a la mesa, mientras que su esposa cuidaba del pequeño Arthur y la nueva bebé de la familia, Kaila, nacida en medio del caos. Claro que perdieron su casa, como muchas otras personas en esas épocas y tuvieron que conformarse con una mucho más pequeña y precaria. ¿Consideraron marcharse hacia al sur? Pues claro, pero la idea de condenar a un niño que no era capaz de hacer magia al trato de los magos más puristas los mantuvo en el norte. ¿Que Arthur deseaba poder hacer algo al respecto? Pues claro, pero por mucho que intentara, ni una sola chispa brotaba de él. La culpa, claro está, estuvo presente por mucho tiempo.

Pronto, el señor Birdwhistle empezó a ausentarse y, con el correr de los años, Arthur se dio cuenta de que la única manera de sobrevivir en el norte era mancharse las manos de mugre. Comenzó a acompañar a su padre durante la adolescencia y, en vista de que como squib no contaba con educación, usaba gran parte de su tiempo en mover cargas en el tráfico de objetos oscuros y pócimas cuestionables, lo que les permitía llevar algo de dinero a casa. Jamás cuestionó las decisiones de su progenitor, pero supo guardar sus secretos a pesar de la mirada recriminatoria de su madre.

Su manejo en las calles lo llevó a convertirse en un traficante audaz, siendo parte de una mafia norteña por cuenta propia. Tras el ascenso de Magnar Aminoff, la delincuencia en ciertos sectores de aquella organización se vio con luz verde, cosa que me pareció ligeramente cuestionable al darse cuenta de que una cosa era vender por necesidad, otra muy diferente era el abusar del poder. Sus padres sugirieron el marcharse al distrito nueve en cuanto fue tomado por los rebeldes, buscando un nuevo inicio que se vio truncado cuando, al ir primero para tantear terreno, fueron capturados y enviados a prisión. Así fue como Arthur quedó a cargo de su hermana, no muy seguro de qué hacer con una adolescente. Acabó buscando el modo de contactarse con Hermann Richter y, tras una serie de tratos y misiones, acabó vendiendo su trabajo al mismo, funcionando como contacto y mensajero en el cinco, aquel que toma como su territorio.