OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Rebecca Hasselbach
Nombre original Anne Ruehl Fecha de nacimiento 31/10/2424 Distrito Isla Ministerial Rango Ministra de Seguridad Raza Licántropo Face Claim Marion Cotillard |
Historia
Su arribo al distrito siete se dio en otoño, nadie sabría decir de donde venía. Se sostenía de la mano de una mujer que no recordaba ser su madre, con la mente tan confundida que la abandonó en esa ciudad cuando sus dedos se soltaron sin querer. El patriarca de los Hasselbach al saber que debía rendir cuentas a sus enemigos por negocios que se complicaron, decidió proteger a su única hija -en ese entonces embarazada- con un obliviate que fue mal ejecutado. Abigail fue alejada de su hogar con la memoria lastimada, siendo incapaz de retener recuerdos, condenada a un presente que duraba segundos hasta el próximo olvido. Dio a luz a una bebé que cargó en sus brazos por instinto y quien la siguió a donde fuera cuando supo caminar, hasta que un día en una multitud, sus manos se soltaron y Abigail siguió caminando, olvidándose de la niña que dejaba atrás.
La niña se hizo entender como pudo con unas personas que se ofrecieron a ayudarla, dijo llamarse Annie y tener cuatro años. Entre estas personas se encontraba un matrimonio que la recogió para llevarla con una mujer enferma, quien consiguió el permiso de su marido para conservar a la niña y que fuera consuelo en su agonía. Se la reconoció como Anne Ruehl, sobornos bajo la mesa para una adopción que quedó debidamente sellada y firmada. Así pasó a ser adoptada por una familia radicada en el distrito dos en la que no se sentía encajar. Su madre adoptiva era quien la quería, una muggle de salud tan frágil que acabó por romperse cuando ella tenía diez años.
Quedó a cargo de su padre adoptivo, un mago hosco que se dedicaba al tráfico ilegal de pócimas y objetos malditos como parte de un negocio familiar que Anne fue develando durante su adolescencia. Sus rivales comerciales eran los Helmuth, quienes sostenían un negocio de buena reputación, y desde el otro lado de la calle, representaban el ideal de familia. Surgió en esos años una extraña amistad con Sigrid, a la par que una enemistad con Ingrid y los primeros malos entendidos con Nicholas. Si este hombre siguió cobijándola fue porque notó que era bruja y sentía que estaba en falta con su esposa muerte si la dejaba a la deriva. Pese a la hostilidad en su relación, se mantuvieron juntos y la chica llegó a ser de su confianza como para permitir que se involucrara en lo que llamaban “los asuntos de familia”. Su hermano Paul era quien preservaba la paz dentro de la casa y su muerte significó el quiebre definitivo entre Anne y los Ruehl.
Durante su adolescencia, debido a las tensiones en su familia, desarrolló una depresión que la llevó a involucrarse en una relación que resultaría igual de dañina para ella. Se dio la posibilidad de abandonar este mal destino cuando los sentimientos que compartían con Nicholas los acercó, pero la intervención de la madre de los Helmuth hizo que olvidara lo bueno de un amor que nunca volvería a experimentar y puso fin a esta relación que se había dado en paralelo a la que ya tenía con quien volvió a ser su única posibilidad de escape de su vida con los Ruehl, confió en el amor que él le aseguraba y también en el suyo, el único que recordaba sentir. Persuadida por este chico, se decidió traicionar a su familia y facilitó información que los inculpaba a un abogado encargado del caso, Hermann Powell. Los Ruehl huyeron, se dispersaron como fugitivos por el norte, algunos fueron apresados, el negocio se desvaneció del día a la noche y la última cosa que hizo su padre antes de cerrar la puerta de la casa para no volver a abrirla, fue echarla a ella a la calle. Se encontró sola, abandonada por quien pretendía seguir al darle la espalda a todo lo que había conocido en la vida, y sin esa persona, no supo a donde ir.
De este error tomó enseñanzas para el resto de su vida y se resintió en más de un sentido, pero en ese momento lo único que sintió fue desesperación y eso la llevó a buscar cualquier medio de supervivencia, hizo lo que tuvo que hacer, se vinculó con las personas con las que estaba acostumbrada a tratar, criminales y repudiados, y entre estos hombres, se reencontró con Hermann Powell. Su relación no fue distinta, sino que fue peor a todas las relaciones de por sí perjudiciales que buscaba como rasgo autodestructivo de su carácter. Al enterarse que estaba embarazada trató de abortar, pero el sangrado le hizo más daño a ella que al bebé, quien se resistió a abandonar su cuerpo, así que tuvo que cargar con este hasta el momento de dar a luz. Acordó con una mujer “venderle” a su bebé, aunque le bastaba con entregarlo a una familia y nunca cobró el cheque, luego del alumbramiento entró en un cuadro de depresión post-parto en el que desentendió absolutamente de la niña nacida. Registró a su hija como Eva y cedió los derechos al matrimonio Lancaster, que le cambió ese nombre por el de Alecto.
Tiempo después, abandonó el nombre de Anne Ruehl. El desangre que sufrió al ser mordida por un licántropo, una de las muchas compañías peligrosas que la rondaban, marcó la muerte definitiva de aquella chica expulsada de su casa y que no era lo suficientemente fuerte para subsistir en el norte. Se apropió del nombre de Rebecca y comenzó a trabajar de manera profesional para criminales, aparte de asentarse como pocionista y sanadora en el mercado negro. Así fue como conoció o reconoció a Abigail Hasselbach, una anciana senil de la que cuidó y por ella trató aprendió legeremancia para obtener de sus recuerdos la verdad que sospechaba, entonces recuperó para sí, el apellido Hasselbach.
En su siguiente encuentro con Hermann, todo lo anteriormente sucedido la llevó a transformarlo en licántropo como saludo y desquite, reafirmaba con ese acto el vínculo enfermizo que los unía. Un nuevo desacuerdo los apartó, y por ciertas ironías, años más tarde sería su cómplice en el norte una muchacha de nombre Mae, quien no sería otra que Phoebe Powell. Tras perderla como compañera, siguió sola en esos distritos, siguiendo de cerca el ascenso de Magnar Aminoff para quien ya solía trabajar y cuando éste asumió como presidente de Neopanem, hizo su camino de regreso a los distritos del sur. Fue líder del escuadrón licántropo, luego ministra de Seguridad.
Todos los derechos que había perdido siendo joven, pudo recuperarlos al reinsertarse las bestias en sociedad y, junto a estos derechos, se dispuso a ir recuperando cada cosa que injustamente le fue negada o arrebatada alguna vez, que poco tiene que ver con los conflictos políticos en los que mantiene una postura fría y profesional, y mucho con resentimientos personales. Su regreso y reencontrarse con tantas personas, le hizo ver lo profundo de estos resentimientos y entre tantos carteles de enemigos públicos, reconocer a los propios y más íntimos para una última pelea.
La niña se hizo entender como pudo con unas personas que se ofrecieron a ayudarla, dijo llamarse Annie y tener cuatro años. Entre estas personas se encontraba un matrimonio que la recogió para llevarla con una mujer enferma, quien consiguió el permiso de su marido para conservar a la niña y que fuera consuelo en su agonía. Se la reconoció como Anne Ruehl, sobornos bajo la mesa para una adopción que quedó debidamente sellada y firmada. Así pasó a ser adoptada por una familia radicada en el distrito dos en la que no se sentía encajar. Su madre adoptiva era quien la quería, una muggle de salud tan frágil que acabó por romperse cuando ella tenía diez años.
Quedó a cargo de su padre adoptivo, un mago hosco que se dedicaba al tráfico ilegal de pócimas y objetos malditos como parte de un negocio familiar que Anne fue develando durante su adolescencia. Sus rivales comerciales eran los Helmuth, quienes sostenían un negocio de buena reputación, y desde el otro lado de la calle, representaban el ideal de familia. Surgió en esos años una extraña amistad con Sigrid, a la par que una enemistad con Ingrid y los primeros malos entendidos con Nicholas. Si este hombre siguió cobijándola fue porque notó que era bruja y sentía que estaba en falta con su esposa muerte si la dejaba a la deriva. Pese a la hostilidad en su relación, se mantuvieron juntos y la chica llegó a ser de su confianza como para permitir que se involucrara en lo que llamaban “los asuntos de familia”. Su hermano Paul era quien preservaba la paz dentro de la casa y su muerte significó el quiebre definitivo entre Anne y los Ruehl.
Durante su adolescencia, debido a las tensiones en su familia, desarrolló una depresión que la llevó a involucrarse en una relación que resultaría igual de dañina para ella. Se dio la posibilidad de abandonar este mal destino cuando los sentimientos que compartían con Nicholas los acercó, pero la intervención de la madre de los Helmuth hizo que olvidara lo bueno de un amor que nunca volvería a experimentar y puso fin a esta relación que se había dado en paralelo a la que ya tenía con quien volvió a ser su única posibilidad de escape de su vida con los Ruehl, confió en el amor que él le aseguraba y también en el suyo, el único que recordaba sentir. Persuadida por este chico, se decidió traicionar a su familia y facilitó información que los inculpaba a un abogado encargado del caso, Hermann Powell. Los Ruehl huyeron, se dispersaron como fugitivos por el norte, algunos fueron apresados, el negocio se desvaneció del día a la noche y la última cosa que hizo su padre antes de cerrar la puerta de la casa para no volver a abrirla, fue echarla a ella a la calle. Se encontró sola, abandonada por quien pretendía seguir al darle la espalda a todo lo que había conocido en la vida, y sin esa persona, no supo a donde ir.
De este error tomó enseñanzas para el resto de su vida y se resintió en más de un sentido, pero en ese momento lo único que sintió fue desesperación y eso la llevó a buscar cualquier medio de supervivencia, hizo lo que tuvo que hacer, se vinculó con las personas con las que estaba acostumbrada a tratar, criminales y repudiados, y entre estos hombres, se reencontró con Hermann Powell. Su relación no fue distinta, sino que fue peor a todas las relaciones de por sí perjudiciales que buscaba como rasgo autodestructivo de su carácter. Al enterarse que estaba embarazada trató de abortar, pero el sangrado le hizo más daño a ella que al bebé, quien se resistió a abandonar su cuerpo, así que tuvo que cargar con este hasta el momento de dar a luz. Acordó con una mujer “venderle” a su bebé, aunque le bastaba con entregarlo a una familia y nunca cobró el cheque, luego del alumbramiento entró en un cuadro de depresión post-parto en el que desentendió absolutamente de la niña nacida. Registró a su hija como Eva y cedió los derechos al matrimonio Lancaster, que le cambió ese nombre por el de Alecto.
Tiempo después, abandonó el nombre de Anne Ruehl. El desangre que sufrió al ser mordida por un licántropo, una de las muchas compañías peligrosas que la rondaban, marcó la muerte definitiva de aquella chica expulsada de su casa y que no era lo suficientemente fuerte para subsistir en el norte. Se apropió del nombre de Rebecca y comenzó a trabajar de manera profesional para criminales, aparte de asentarse como pocionista y sanadora en el mercado negro. Así fue como conoció o reconoció a Abigail Hasselbach, una anciana senil de la que cuidó y por ella trató aprendió legeremancia para obtener de sus recuerdos la verdad que sospechaba, entonces recuperó para sí, el apellido Hasselbach.
En su siguiente encuentro con Hermann, todo lo anteriormente sucedido la llevó a transformarlo en licántropo como saludo y desquite, reafirmaba con ese acto el vínculo enfermizo que los unía. Un nuevo desacuerdo los apartó, y por ciertas ironías, años más tarde sería su cómplice en el norte una muchacha de nombre Mae, quien no sería otra que Phoebe Powell. Tras perderla como compañera, siguió sola en esos distritos, siguiendo de cerca el ascenso de Magnar Aminoff para quien ya solía trabajar y cuando éste asumió como presidente de Neopanem, hizo su camino de regreso a los distritos del sur. Fue líder del escuadrón licántropo, luego ministra de Seguridad.
Todos los derechos que había perdido siendo joven, pudo recuperarlos al reinsertarse las bestias en sociedad y, junto a estos derechos, se dispuso a ir recuperando cada cosa que injustamente le fue negada o arrebatada alguna vez, que poco tiene que ver con los conflictos políticos en los que mantiene una postura fría y profesional, y mucho con resentimientos personales. Su regreso y reencontrarse con tantas personas, le hizo ver lo profundo de estos resentimientos y entre tantos carteles de enemigos públicos, reconocer a los propios y más íntimos para una última pelea.
Atributos Vitalidad 50 pts Fuerza 10 pts Destreza 10 pts Defensa 10 pts Agilidad 5 pts | Otros Datos • Su postura es neutral. • Se reencontró con su hija, Alecto Lancaster, por la coincidencia de que fuera auror del ministerio. • Es pocionista y tiene conocimientos de sanación. • Es legeremante. • Su madre adoptiva tenía una profunda afición por la lectura debido a su condición enferma que la mantenía en la cama, de esta tomó el mismo gusto y la acompaña hasta el día de hoy. • Se sabe que tiene una predilección por su pupila del escuadrón licántropo, Maeve Davies, a quien tomó como protegida. |
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