Recuerdo del primer mensaje :

Mi vida desde que llegamos al 9 ha sido relativamente tranquila, obviando el incidente de los inferis, claramente. Tuve una oportunidad de empezar de cero con Des y la tomé. Nada de la mujer lican, ni la bruja repudiada. Nada de familiares que nos dejaron abandonadas cuando no pudimos quedarnos con todos. Nada de nada. Y bueno, creo que he sido demasiado confiada, demasiado blanda, demasiado olvidadiza, como para estar alerta sabiendo que la vida te hace mierda cada que quiere y puede. ¿Por qué lo digo? Bueno, he aquí la historia. El otro día caminaba muy tranquila por el distrito, Des estaba ocupada en el hospital y yo estaba haciendo las compras, cuando me topé con una cara conocida. Una cara que juré no volvería a ver nunca más. Una cara que me produjo ardor en el estómago.

La cara de Derek.

De todos los lugares en los que podría verlo, y en verdad esperaba no volver a hacerlo, llegamos a toparnos cuando por fin la suerte nos sonreía. Por supuesto que ni siquiera me atreví a cruzar miradas con él y regresé por donde había ido. Incluso llegué a pensar que no tendría que preocuparme por encontrarnos, después de todo es un distrito enorme, pero ya no aguanto más. Simplemente no puedo dejarlo pasar. Así que me armé de valor, me vestí lo más presentable posible,  y me dirigí a verlo. Esta vez no va a escapar.

No tardo mucho en llegar al taller donde averigüé que pasa la mayor parte de su tiempo, y tardo aún menos en encontrarlo. — Derek. — Mis brazos están cruzados, mis labios apretados, y mi ceja izquierda arqueada. — Supongo que no me has olvidado, pero quién sabe, tal vez necesitas que te refresquen la memoria. — Mi indignación es latente. — Denisse, por si quedaban dudas. — Han pasado años desde que nos vimos, catorce, para ser exacta, pero supongo que la madre de tu hija no es algo que olvides así de fácil. — Es increíble, ¿No? Realmente estás aquí. — Quiero reírme con sarcasmo, pero eso no nos llevaría a ningún lado. — ¿Decidiste dejar de huir por fin? — Den, el rencor no es bueno... A la mierda eso. —Honestamente no me importa, pero espero que sepas que el que estés aquí no significa nada. — Mi expresión está más dura de lo que ha estado en mucho tiempo.

Las palabras que dice, las que escuché una vez hace muchos ayeres, me caen como un balde de agua fría, cosa que me hace sentir decepcionada de mí misma, porque todo eso ya lo sé. Hay cosas que no podemos cambiar, como el encuentro que acabamos de tener, como haber tenido a Desireé, como haberme quedado sin mucho por lo que luché también. No es que me queje de cómo ha resultado mi vida, ni de que él se haya ido de ella. Digo, sí, en su momento lo resentí muchísimo, me tomó bastante tiempo superar todo eso y, debo admitir, verlo aquí ha reabierto algunas heridas que creía habían sanado ya. Pero por más que quise nunca pude odiarlo, como quiera verlo, me dio el regalo más grande de todos. Y aún así cuando dice que hice bien en no decirle nada no puedo evitar sentirme defraudada. Ni yo me entiendo. Si se hubiera enojado y reclamado probablemente yo también me hubiera indignado, pero ahora que dice que estuvo bien así tampoco me siento bien, ¿Qué es lo que quiero? Supongo que nada de lo que diga va a complacerme, al menos no ahora. — Siempre me sentí mal por no decirle más. Des tenía tantas preguntas y yo la evadí todo el tiempo. No es que quisiera borrarte de nuestras vidas por rencor, solo... No podía arriesgarme y pensaba que nunca más te veríamos. — ¿Y ahora me siento culpable? No lo sé, por un lado y sabiendo los planes de Derek supongo que le ahorré el dolor a Desireé... Pero, ¿Eso está bien? Estaba tan segura de que eso era lo mejor cuando llegué aquí y ahora siento que soy un manojo de emociones que encerré en una cajita hace mucho y que me nublan los pensamientos.

Escucho en completo silencio su confesión acerca del bando en el que está, con Ritcher, asintiendo con la cabeza un par de veces en movimientos cortos. — Ya veo. — Es mi única respuesta. Honestamente me da igual si está con los del 9 o no, mientras no quiera hacernos daño por mí puede pelear la guerra al lado de quien quiera, que yo he pasado por eso también. — Yo estoy cansada de pelear guerras ya, la última vez no me resultó. — Me encojo de hombros. Es diferente para él. — ¿Planeas pelear, Derek? — Le pregunto con genuina duda. Un paso en falso podría costarle todos esos años escondiéndose. — Supongo que entonces no tengo nada de que preocuparme. — Mi tono denota cansancio y, ¿Decepción? Debería estar feliz, ¿No? — Si estamos en caminos distintos y estás tan seguro de todo eso, entonces todo debería resultar para los tres. — Suelto un suspiro fijando la mirada en sus ojos y tratando de poner mi mejor tono para la frase que viene a continuación. — Podría robarte este recuerdo, si quieres continuar tu vida sin saber de este encuentro ni de la cercanía que hay ahora entre Desireé y tú. — Desvío un momento la mirada llevando mi mano hacia la varita. — Genuinamente quiero que todos vivamos una vida tranquila. Hablar contigo después de todos estos años puede que haya sido egoísta por mi parte, no sé cómo haya sido para ti. Vine muy segura de mis intenciones pero ni siquiera termino de entender qué pienso ni qué siento. — Le confieso regresando los ojos hacia los suyos con un tono serio. — De no haberlo hecho podrías seguir tranquilo, así que puedo borrar todo para ti. — Ahora sé que no tengo que preocuparme y ofrezco esto únicamente porque ha sido mi culpa encontrarnos, aunque no sé cómo me sentiría sabiendo que olvidó todo, sólo espero no ofenderlo con mi pregunta, sé que no le gustan estas cosas, pero... No lo sé. Mis palabras flotan en el aire y el resto es su decisión.

No merezco sus explicaciones, ni sus intentos de justificar el que se haya reservado mi identidad real, así que cierro los ojos y la dejo hablar, el plan era precisamente el que nunca volviéramos a vernos. Solo quienes han vivido con el miedo de ser atrapados en cada minuto del día pueden entender lo inestable que se vuelve tratar de tener algo y tal cosa como una familia es simplemente impensable. Trato de impedir con todas mis fuerzas que la culpa me invada y me recuerdo que aun viviendo en este distrito, mi situación no es distinta a la que fue hace unos años, sigo siendo un fugitivo y esta vez porque estoy siguiendo ciertas ideas, las órdenes del único hombre que me asegura que en mi vida puedo llegar a ser algo distinto a un humano que vive escondiéndose de su destino de esclavo. Y se lo digo, siento que es una verdad que incluso le debo, porque también en ese entonces cuando le dije que no iba a funcionar, no estaba haciendo otra cosa que ser honesto. —Si, Den, planeo hacerlo. Puedes estar cansada de lo que te tocó pelear, yo de no hacerlo— murmuro bajo, mirándola a los ojos. —Siempre vamos a destiempo, desencontrándonos.

Trago saliva con dificultad al dar el asentimiento que le confirma que, por mi parte, nos veo transitando caminos paralelos que sí coincidieron en este distrito fue por un descuido, no hubo intención de ninguno de los dos. Procuro convencerme de que si se va, si esta vez es ella quien lo hace, nada se habrá movido de lugar y todo continuará en el orden de siempre. Pero no es cierto, saber que cualquier chica con la que pudiera coincidir en este distrito es mi hija, la convierte en una presencia invisible y abrumadora que me obliga a huir, con más prisa de la que pudiera sentir si por ejemplo se tratara de alguien de seguridad. —No lo hagas— contesto, en cambio, cuando me ofrece una alternativa que aliviará mi permanencia en el distrito. —No quiero olvidarlo— suspiro, asumo la responsabilidad de que esta coincidencia es también consecuencia de la decisión egoísta que tomé un día y no tomaré la salida de escape de esto también. Camino hacia ella casi sin pensarlo, mis dedos rozan el aire cerca de su muñeca y no me atrevo a tocarla, solo queda en el gesto, quieto, suspendido en el aire. —Lo siento, este distrito llega dieciséis años tarde para nosotros— susurro.