TEMAS
Necesito que mi hermana me empuje un par de veces para no quedarme atrás de lo rígido que estoy caminando por el distrito doce, parezco un robot por lo tiesos que están mis brazos a los lados de mi cuerpo y lo espacioso de mis zancadas. Por debajo estoy muy emocionado de poder conocer a Dressler Moon, digo, no todos los días se puede conocer al padre de uno. Si, lo sé, supuestamente sí es cosa de todos los días. No es mi caso, me he puesto la mejor de mis camisetas para venir a verlo, nada demasiado elegante porque hemos quedado en vernos en un lugar donde venden algo de comer y no sé por qué he creído que ese lugar tendría pizzas, lo que veo es a un hombre hundiendo piezas de pollo en aceite caliente. Mis ojos siguen con atención el movimiento del brazo del cocinero, tan rígido al ocupar una banqueta como al caminar hasta aquí. Me inclino un poco hacia el hombro de mi hermana para susurrarle. —¿Y si le pedimos papas fritas?
Recibo mi pata de pollo dentro de un recipiente de plástico, si vinimos a un lugar donde venden comida, espero comer. Miro a mi hermana para darle la indicación de que sea quien se encargue de pagar, no estará esperando que lo haga yo, ¿verdad? Mamá no me dejó dinero, era peligroso. No porque me pudieran robar. Sino por lo que pudiera terminar comprando en el mercado negro. ¡Estamos cerca del mercado negro! Cuando se lo cuente a Kitty… le diré que estaba a dos calles del mercado, lo más cerca que ella podría soñar con estar, ¡yo estuve! Tal vez pueda decir que voy al baño en algún momento y perderme para dar una vuelta. No tengo idea de a donde habrá ido mamá, dudo que conozca este sitio, pero se veía confiada y habíamos quedado en que no se iría lejos. Por las dudas le di un abrazo rápido al despedirnos y quedarnos aquí con Jenna a esperar a que apareciera Dressler. —Jen, ¿no tienes dudas sobre nuestro papá? Dudas como… ¿se bañará todos los días o será que en su comunidad son hippies que no se bañan? ¿Tendrá todos los dientes? ¿Será que también le gusta jugar al Poque Go? ¿Habrá coleccionado muchos Poque? Si no le gusta… no sé de qué podré hablar con él…— digo dando un mordisco a la cubierta frita y aceitosa del pollo.

La pregunta de Brian me hace mirarlo con cierto horror, porque no tengo la menor idea de que tan viejo debe ser ese aceite. Resoplo con resignación y acabo por darle el dinero al sujeto que me mira con mala cara, como si esperase que le dé las monedas o un brazo — Espero que te hayas tomado un protector gástrico antes de llevarte eso a la boca — de verdad, sé que deberíamos tomarnos todo esto como un almuerzo familiar, pero no sé si es la situación o la pinta de este sitio lo que me ha quitado el apetito. Estoy distraída observando a nuestro alrededor en busca de alguna figura familiar, pero los rostros que hay por aquí son pocos amables o tienen la decencia de cubrirse con capuchas — Estoy segura de que tiene todos los dientes y dudo mucho que juegue al Poque Go, pero siempre puedes preguntarle — contesto con toda la actitud que delata que ni le estoy prestando atención — ¿Esas son tus dudas? ¿No hay nada más importante que te interese? Ya sabes, como…. si tiene más hijos… — lo último lo suelto como si nada, aunque sé que he bajado el tono de voz y hasta enrosco un mechón de mi pelo en un dedo nervioso. Menos mal que una figura se acerca, porque me da la excusa para enderezarme, a pesar de que estoy segura de que no es él.
Así que luego de respirar varias veces y beber un vaso de agua, limpio mi rostro hasta que creo estar decente y camino rumbo al joven de cabellos rizados y la rubia que es una copia exacta de su madre a su edad. Practiqué éste momento frente al espejo un millón de veces pero ni bien abro la boca el silencio mismo sale de mis labios, lo único que puedo hacer es recorrer sus rostros los cuales veo por primera vez luego de doce años en tres dimensiones. Contengo las ganas de abrazarlos y tengo que admitir que el aroma a aceite quemado ayuda a controlar la ola de emociones que corre por mi cuerpo.
-Jenna, Brian - saludo al final con una sonrisa amable. Aprieto fuerte los puños hasta que siento las uñas clavarse contra mi eminencia tenar, lo necesito pues puedo sentir el nudo en la garganta una vez más. No quiero decir más nada pues todas las palabras que diga siento que pueden ser usadas en mi contra ¿Tengo miedo? ¿Eso es? Parece que sí, estoy aterrado... Supongo que ya sé lo que vería en caso de que un boggart se aparezca en mi armario - Yo... Soy Dressler, soy su padre.

Silencio es lo que sigue a la presentación que hace de mí mismo, la que no hacía falta, es famoso a su manera, tanto por su nombre, como por ser nuestro padre. Me apuro en ser quien le contesta antes de que lo haga mi hermana con una respuesta mucho más educada y madura. —¡Espera! ¡Yo he visto esto en una película! Tenemos que hacerlo de vuelta— pido, rápidamente me pongo de pie y suelto a Jen para apuntar mi pecho con el dedo índice. —Yo diré: «Tú mataste a mi… padre»— hago más gruesa mi voz y lo señalo a él. —Y tú me dirás: «NO. YO SOY TU PADRE». Entonces yo gritaré...— hago el simulacro de caerme hacia atrás con los brazos en alto. —«NOOOOOOOO»— dramatizo. Me recompongo lo suficiente como para pasarle mi mano sucia en una presentación más formal. —Un gusto conocerte, Dressler. Soy Brian Helmuth, empresario de día y lucho contra el crimen por las noches. Ella es Jenna, mi hermana, no es que sea vaga, trabajamos duro para que ella solo se dedique a estudiar porque es una genio nerd. Pero no le preguntes por chicos, es una raza que le resulta incomprensible— nos presento a ambos.

Agradezco toda su actuación, porque me da el tiempo a respirar con fuerza y desviar la mirada hacia cualquier otro lado, sea el puesto de comida que apesta o esa bolsa de basura que barre el suelo. Me pican los ojos, me tiembla un ojo y estoy segura de que la manera en la cual hago tronar mis dedos no tiene nada que ver con una costumbre y mucho con un tic nervioso. ¡Ni siquiera me molesta que me deje como una amargada, por Morgana! No puedo disimularlo, paso rápidamente mis nudillos por mis ojos y agradezco que no me guste llevar tanto maquillaje, porque las lágrimas han comenzado a brotar sin que me dé cuenta. Esto es humillante — Hola — me giro hacia ellos con toda la dignidad que me queda y es la reacción más estúpida que puede nacerme. Por estas cosas se me da mal socializar. Ahora mismo, hasta me apena el saber que mamá no está aquí.
Ahí donde mi hermano es todo simpatía, yo no sé qué decir. Me remuevo en mi lugar y enderezo mi espalda — Estábamos diciendo de pedir unas papas fritas… — De todas las maneras en las cuales pude haber imaginado esta situación, no se parece ninguna a esta. Abro y cierro mis dedos, cuidadosa de mis ojos al no saber hacia dónde mirarlo. Ninguno de los rebeldes me produce confianza, pero esto viene con un plus — ¿Así es cómo lo haremos? — no puedo evitar preguntar — ¿Comeremos como una familia normal y luego seguirás con tu vida, como si nada hubiera pasado? ¿O cómo se supone que va a funcionar esto a partir de ahora? — que no me juzgue, tiene todo el sentido del mundo.
Al final logro separarme para enfrentarme a Jenna, quien no me da las vibras de querer un abrazo, pero de todas formas veo algunas lágrimas en sus ojos que muero por limpiar. Pero me contengo, solo la observo con una sonrisa y admiro su rostro que, desgraciadamente, me recuerda demasiado al de su madre ¿Por qué? ¿Por qué tenía que parecerse tanto a ella? - Tráenos unas papas, pero de las buenas, no te hagas el idiota - le advierto al hombre que toma los pedidos y poco después me arrepiento de mi lenguaje pues... estoy frente a los niños, no debería hablar así.
-Bueno, no podemos comer como una familia normal porque no lo somos ¿Por qué habríamos de fingir que sí? - respondo a Jenna llevándome la mano a los ojos para limpiar los rastros de las lágrimas. Supongo que la hora emocional ha pasado, es hora de concentrarme en la charla e intentar dejar de sonreír, lo cual está difícil - De ser por mí ésto no terminaría nunca pero sé que mis reglas no son las únicas que valen aquí - de hecho es probable que mi opinión no tenga ni voz ni voto, pero no voy a pensar en eso ahora - Tampoco espero que me acepten así sin más... No sé lo que su madre les ha dicho de mí pero supongo que no la verdad considerando sus reacciones iniciales - agrego con una mueca - ¿Hay algo que quieran preguntar o saber? Quiero que me conozcan, de verdad... No por habladurías, sino por quién realmente soy... Y yo también quiero conocerlos a ustedes, más allá de las redes sociales en dónde los he intentado seguir estos años - admito algo avergonzado ¿Eres realmente un stalker cuando se trata de tus hijos? - ¿Cómo han estado?

—¡YO TENGO PREGUNTAS!— grito dando un salto hacia adelante para colocarme otra vez a su lado y comenzar luego de carraspear muy fuerte para limpiarme la garganta: —¿Tienes alguna cicatriz? ¿Tatuaje? ¿Fumas? ¿Lees comics? ¿Eras del servicio secreto antes de vivir en el norte? ¿Por qué te separaste de mamá? ¿Todavía la amas? ¿Qué opinas de Jen?—. No me animo a preguntarle qué opina de mí, quiero caerle bien y por eso elegí presentarme como Brian y no como Alexander, ¿qué pasaría si se ofende por no usar el nombre que eligió para mí? —¿Y qué quieres saber de nosotros? Pregunta con confianza, Dressler, trataré de contestarte lo que se pueda saber, otras cosas no puedo decirlas, hice juramentos de confidencialidad sobre la fotografía de Nicholas Flamel— puedo andar ventilando por toda la cocina los pocos secretos que descubro de mi hermana, pero jamás traicionaría a los que tenemos con Kitty.

No puedo contenerme, la curiosidad hace que alce los ojos hacia Dressler cuando Brian pone en palabras la pregunta que me llena de miedo. ¿Qué es lo que piensa de mí? El color de mis ojos se parece más al suyo que al de mi madre, es lo único en lo cual puedo verme reflejada. Llegan las papas fritas, así que son mi perfecta excusa para descruzarme de brazos. No me tientan, más le doy un mordisco a una que no parece tan aceitosa como las otras — ¿Qué hiciste todos estos años? — no tan puntual como mi hermano, pero creo que él debe entender a qué me estoy refiriendo — Quiero decir… No me acuerdo mucho de ti, así que lo único que tengo en claro es que te encuentras en… Un montón de carteles que nos ponen en riesgo al estar aquí — bajo un poco la voz, no porque mi hermano me pueda decir aguafiestas, sino porque no quiero que nadie me escuche — Así que algo me dice que tu vida no fue muy honesta y… ¡Traté de encontrarte! — es un reproche, uno mucho más agudo y estrangulado de lo normal — Armé una radio con la intención de poder rastrear llamadas y tú nunca apareciste ahí, ni cuando lograba dar con señales clandestinas… Yo solo… Yo solo quería saber por qué no estabas con nosotros… — eso es todo… y es tan humillante.
Vuelvo a reír cuando me ofrece la misma oportunidad que ha tenido él y me pregunto qué pueden ser esas cosas sobre las que no puede hablar ¿Serán secretos reales o solamente ideas de un niño de doce? Probablemente ésto último... Agradezco las papas y me llevo una a la boca antes de la pregunta de Jenna, la cual me hace respirar profundo pues no sé cómo explicarles que he sido un delincuente por necesidad.
Guardo silencio hasta que abro los ojos como platos cuando dice que intentó encontrarme y mi labios quedan entreabiertos por unos cuantos segundos sin poder pronunciar palabra ¿De verdad lo ha intentado? ¿He sido estúpido al asumir que ninguno de ellos querría encontrarme? Tan ocupado estuve por encontrarlos a ellos que nunca se me ocurrió conseguir que ellos me encuentren a mí. Pero eso habría sido peligroso pues si la señal llegaba a dos niños bien podría haber llegado hasta el ministerio.
- Los primeros años solo intenté sobrevivir, hacía algunos trabajos esporádicos y mi misión en la vida era encontrar una forma de ir hasta el dos para poder verte - explico mirando a Jenna, lamentablemente Brian aun no era parte de la ecuación en ese entonces - Cuando Brian nació y su madre decidió llevarlos hasta el Capitolio... No supe como atravesar los muros, ideé mil planes pero eran uno mas loco que el otro y jamás podría haberlos llevado a cabo solo - comienzo a explicar metiendo las manos entre mi rodillas - Mi rostro está en los carteles porque unirme a los rebeldes para tomar el distrito nueve fue la única forma de conseguir un sitio decente dónde vivir y derrumbar el argumento de Sigrid de que "No tengo nada para darles" - intento suavizar las palabras pues tampoco quiero que sonar como una ametralladora en contra de la rubia - Luché por un sitio en dónde puedo vivir como un ciudadano y eso me hizo un delincuente - claro que robé algunas cosas antes que eso pero era para sobrevivir, siempre para sobrevivir... Y como venganza, pues si Sigrid me sacó a mis hijos lo mínimo que podía hacer era interceptar sus carros de medicamentos - Me hubiese gustado contactarlos directamente, decirles que estaba vivo y bien pero las personas como yo eran enviadas a un mercado... Ahora son enviados a morir al coliseo y... tenía que seguir vivo para poder seguir luchando por ustedes.

Me dedico a las papas fritas cuando la respuesta a la pregunta para Jen tiene para largo, tengo que ponerme cómodo y conformar a mi estómago para poder escuchar la historia de su vida, esa parte que no nos incluye. Y por tristes que se me hagan las papas fritas, toda una parte de su vida que comienza desde que nací. —¡¿Armaste una radio y no me contaste?!— me quejo con mi hermana, ¡oye! ¡Dónde ha quedado el código de hermanos! ¿Cómo no me cuenta esas cosas? Esto me pasa por creer que la vida de mi hermana no tiene nada interesante que volcar en su diario íntimo, así que lo dejé de lado, que tonto, me estaba perdiendo de sus planes… —A mí no me importa que seas un delincuente— digo cuando llega al final de su historia, —el papá de mi amigo Dan es contable, esas sí son cosas para sentir vergüenza, Dan nunca quiere decirlo— explico. —Entonces… ¿¿eres muggle?? ¿Soy mestizo?— como si ya no lo supiera, la tía Ingrid lo menciona como al pasar de vez en cuando. —¿Nuestros abuelos son esclavos?—. Kitty no podrá creer todo lo loco de mi familia, ¡esto no lo hemos leído ni en comics! —¿Podemos ir a quedarnos contigo en el nueve un día?— tengo que preguntarlo también.

Mi hilo mental es interrumpido por la indignación de mi hermano, a quien le ruedo los ojos en una pérdida total de solemnidad ante esta situación — Si te contaba que tenía una radio con la cual podías escuchar noticias clandestinas, se lo hubieras dicho a Kitty y habría sido un desastre — que me lo niegue, de seguro algún día entraría y me encontraría con los dos piojos metidos entre mis cosas, tocando botones para hacer explotar mi radio — Se me dan bien las matemáticas y los cables — le explico a Dressler, creo que por primera vez adoptando una postura que me hace sentir un poco más segura de mí misma — Gané el concurso de Ciencias Mágicas el año pasado y he enviado solicitudes al ministerio para empezar como practicante en el próximo verano — creo que eso es todo lo que tengo para contar de mí. ¿Que me gusta la cafeína cuenta? ¿Que sé hornear pasteles? Porque no, la parte de que nunca he besado a nadie y que me muerdo las uñas no es cosa para mi padre.
— No seas tonto, Brian, es obvio que “ser delincuente” no es un trabajo — le reprocho, como quien no quiere pasar vergüenza frente a las ocurrencias de un niño pequeño — ¿A qué te dedicas ahora? — no puedo evitar preguntarlo, que no creo que le paguen por simplemente aparecer en imágenes del gobierno. Casi se me cae la papa que estoy por llevarme a la boca, que las preguntas iniciales de Brian tienen sentido, pero creo que se está pasando de entusiasta — No podemos simplemente quedarnos allí… ¿O no? — le pregunto a Dressler — Supongo que deben de tener un montón de controles — este es el momento en el cual me doy cuenta de que quizá contarle lo del ministerio no fue buena idea.
Kitty... Supongo que debe ser su prima Katerina. Me alegra saber que tienen esa clase de confianza con ella pero lamento no poder dar una opinión al respecto, esa niña aún no tenía pelos en la cabeza cuando tuve que salir pitando. Luego Jenna comienza a contarme sobre ella y antes de darme cuenta tengo una sonrisa enorme en el rostro, ha salido increíblemente lista. Pero el corazón se me detiene por un segundo cuando menciona que ha sido convocada por el ministerio... Eso quiere decir que pronto estará en el bando contrario, diseñando cosas para terminar con las personas como yo, o hacerlos sufrir y venderlo como entretenimiento.
- No, no me presento como "delincuente experto" en las entrevistas de trabajo - bromeo con ellos con una sonrisa, intentando quitar el nudo que me ha dejado lo anterior - Ahora soy lo que era antes de todo ésto, profesor... Manejo el aspecto educativo del distrito - comento haciendo una mueca y por un momento temo que Brian lo considere tan aburrido como ser contador. Me ahorro la parte en la que solo tengo el puesto porque no había literalmente nadie más con un mínimo de formación para tomarlo - Y sí, son mestizos... Creí que su madre les había dicho al menos eso - agrego sorprendido pues ahora comprendo por qué no pudieron entender desde el principio mi posición ¿Ni siquiera les dijo que no tengo magia? - Soy adoptado así que no sabría decirles sobre sus abuelos de sangre pero los Moon... - mi voz se oscurece un poco - Mi padre fue esclavo por pocos años y sé que falleció tiempo después, de mi madre no tengo noticias desde hace tiempo... Ambos me hicieron prometer que huiría y no miraría atrás así que me obligué a no investigar demasiado sobre ellos - explico con una sonrisa triste.
- Y creo que podría ingeniármelas para que vengan al nueve algún día... Pero su madre debe permitirlo porque puede que sea un profesor delincuente con muchas cicatrices pero no puedo iniciar una guerra con los Helmuth, me aplastarían en dos segundos- les hago saber para que no se hagan demasiadas ilusiones con lo de ir en contra de su madre - Me dijo que lo pensaría hace unos meses así que no es misión imposible - comento con una sonrisa - Tengo habitaciones preparadas para ambos y Scott los amará, le encantan los niños...

¡Vaya! Nunca me hubiera esperado que lo nerd de Jenna le viniera por el lado de nuestro padre, ¡y es profesor! —¿Eres como la tía Eloise? La tía Eloise es la esposa del tío Nick— explico, se casaron hace poco así que quizás no la conoce. Ni creo que deban conocerse, con eso de que lo buscan para llevarlo preso creo. —No hablo de ti con mamá— le explico, refiriéndome solo a mí porque supongo que si mi hermana y mi mamá hablaron, habrá sido por su lado, Jen es más grande y al haber vivido un tiempo con él, habrá sabido mejor qué preguntar. Yo solo tenía un vacío del que podría preguntar un millón de cosas o nada. —Que triste…— musito al saber lo que les pasó a los abuelos Moon, me quedo cabizbajo por unos segundos y cuando levanto la barbilla, me muerdo el interior de la mejilla antes de decir. —Tampoco conociste a tu papá de verdad— de todo, todo, tenemos algo en común y aunque sea una única cosa, me alegro de que deje de serlo, porque yo sí estoy conociendo al mío.
—¿No reciben visitas? Pero, ¿qué pasa con la gente que tiene familia fuera del distrito? ¿No se ven? Podemos seguir viéndonos aquí, ¿no?— pregunto, se cuentan cosas y en casa a veces también están puestas las noticias, pero hay cosas que no logro entender, ni tampoco creo que llegue a entender algún día. Son cosas que deciden personas que nada tienen que ver conmigo y si llegara a escribirle una carta al presidente para pedirle que me deje ver a mi papá, me da miedo que me mande a uno de sus coliseos. —¿Quién es Scott?— sigo, —pero si vamos queremos estar contigo, no con Scott, ni cualquier otra persona— aclaro.

Vaya, así que parece que de algún lado saqué la parte de estudiar y usar más el cerebro que la fuerza bruta. Parece ser al menos una profesión decente, más de lo que muestran en la televisión sobre lo que se supone que son los rebeldes. No sé qué pensar sobre lo de nuestros abuelos, mis manos amagan a darle una palmada de consuelo que nunca llega — No me importa — le confieso en un murmullo que espero que solo nosotros tres podamos escuchar — Jamás me ha importado mucho todo ese tema de la sangre. Me importaba saber quién eras como persona y no como una base de datos genética — Al fin y al cabo… ¿En qué cambia eso? Sé que los muggles no son buen vistos, pero he tenido cosas más importantes por las cuales preocuparme que el andar fijándome en qué nos diferencia de ellos.
Creo que es la primera vez en toda esta conversación que puedo sentirme como Brian, porque creo que doy un bote en mi asiento en lo que él asegura que tiene habitaciones preparadas para nosotros. ¿Cómo sería la mía? No debe ser muy personal, no conoce mis gustos, pero se siente extraño. Como una bienvenida a un hogar que jamás he visto — Le dije a mamá que queríamos ir al distrito nueve. No es ilegal — explico, está claro que he estado leyendo sobre el tema — Si es solo una visita, solo quedaríamos registrados como tal. Aún tienen estudiantes y civiles que se mueven por otros puntos del país como para traernos problemas. Si son visitas espaciadas y somos listos… Quizá pueda funcionar.
Sonrío al escuchar que Brian también se considera bueno en las matemáticas pues no tengo ninguna duda sobre ello. En realidad, si están aquí y tenían la intención de construir una radio para localizarme... Si inteligencia va diez veces más allá de lo que iba la mía a su edad - Digamos que sí soy una versión más morena, menos mágica y a menor escala que Eloise Leblac, pero sí... Técnicamente estamos en la misma línea de trabajo - digo con una mueca, pensativo, pues recuerdo haber pensado más de una vez en intentar comunicarme con ella para coordinar lo que haremos en el distrito nueve con el plan general del Capitolio, pero creo que es una misión suicida. Aunque si me sorprendo por el dato del casamiento, es... extraño.
Mis ojos caen decepcionados la escuchar la confirmación de que Brian no sabía absolutamente nada sobre mí, aunque ahora tengo el consuelo de que con su arrebato de preguntas al menos se lleva algunos datos curiosos. La respuesta de Jenna me hace sonreír pues encaja bastante con la descripción que ha dado Brian hace unos minutos - Tampoco soy atópico, daltónico ni tengo hemofilia - respondo a modo de broma y luego vuelvo al tono serio - Pero gracias... Saber que a mis hijos no les importa que no lleve una varita es un gran consuelo - soy honesto levantando una de mis manos para apoyarla en su hombro, es el primer contacto que tenemos y ya me gustaría convertirlo en un abrazo ahora mismo - Y el abuelo Moon fue mi papá - corrijo a Brian pues creo que es es lo que importa - Y también tengo un papá en el norte, lo conocí allí y me cuidó siempre como si lo fuera - agrego refiriéndome a Adam.
Asiento cuando Jenna explica por mí el procedimiento y creo que solo tendríamos que pulir algunos detalles para hacerlo posible. En realidad el peligro no estaría en el distrito nueve, sino en el Capitolio al regresar si es que se enteran que estaban allí por mí... El que comiencen a hacer visitas a un sitio al que nunca habían asistido, sería sospechoso - Scott es mi perro - le aclaro a Brian entre risas y luego vuelvo a prestar atención a Jen - Ustedes consigan que su madre esté a bordo del plan y yo puedo encargarme del resto - aseguro con una sonrisa - Y si llegaron hasta aquí y yo logré venir sin ser detectado, no veo por qué no podemos aplicar el mismo camino a la inversa.

La cuestión de la sangre, de nuestros abuelos, me hace recordar algo de pronto. —Tengo que hacer una confesión— lo digo mirando a los ojos de mi padre, —no me gusta el nombre Brian y pensaba pedir que me llamaran Alexander, no te lo quise decir al saludarte porque pensé que podría caerte mal. Pero si me llamo Alexander, puedo ser Alexander Moon, ¿qué te parece? Sería como tener una doble identidad— explico, ya que estamos hablando de viajar y seguir viéndonos, de manera clandestina hubiera sido más interesante, pero Jen se conoce hasta las normas a nuestro favor para visitar a un distrito terrorista y eso debería preocuparme… —puedo ser Brian Helmuth cuando esté en la farmacia con mamá, Alexander Moon en el norte— muevo mis brazos en el aire imitando algunos movimientos de artes marciales o que creo que lo son. —¿Tienes un perro? ¡Yo tengo una cobaya! Se llama Tusa y tienes bipolaridad. ¿Alguna vez viste una cobaya con bipolaridad? La traeré la próxima vez que vengamos— porque eso está asegurado, habrá una próxima vez.

Podría emocionarme por el perro y el viaje, pero… — La señora Tusa es bastante rabiosa. Si se te pierde o se desmaya a mitad del camino, te pondrás como loco y solo traerá problemas — señalo con un ruedo de ojos — El Capitolio es un sitio demasiado peligroso para hacerlo a la inversa — regreso a lo importante, que al fin de cuentas es una de las razones por las cuales estamos aquí — Han aumentado la seguridad después del atentado del sesenta y ocho y, al menos que tengas una capa de invisibilidad o algo así, lo veo muy complicado. ¿De verdad te arriesgarías de esa manera? — no quiero sonar mala onda, pero a veces lo que mejor me sale es ser lógica y todos se lo toman como tal — ¿Tienes algún teléfono o espejo con el cual podamos comunicarnos? He aprobado el examen de aparición hace no mucho, pero puedo aparecerme lo más cerca posible de la estación del nueve y llevar a Brian conmigo. Si nadie se entera, no veo motivos por los cuales fallaría. ¿O hay algo que deba saber para que funcione? — por primera vez desde que esto ha comenzado, enderezo mi espalda con confianza, tomo una papa y sonrío con orgullo — Ya verás. La gente tiene que descubrir que no tiene nada de malo el saber usar el cerebro, incluso cuando se trata de romper una norma o dos — le doy un mordisco, porque ¡ja! aburrida mis polainas.
- El abuelo Moon es mi padre adoptivo, Adam es... Como mi viejo guía espiritual del norte - digo con el entrecejo fruncido - ¿Vieron esas películas de ciencia ficción en la que el protagonista tiene que conseguir algo y hay un tipo que en realidad no hace nada pero lo ayuda con consejos ambiguos y palabras confusas? Pues ese es Adam - termino con una sonrisa - Vive en el nueve ahora así que si quieren podemos visitarlo cuando vayan - no puedo ofrecer lo mismo con mi padre lamentablemente.
-Alexander Moon, me encanta - digo con una sonrisa de oreja a oreja, sobre todo la parte de "Moon". No quiero presionar a Jenna para que sea Paisley Moon pero me atrevo a mirarla por unos segundos algo ilusionado con la idea.
Agradezco que Jenna ponga un freno a la idea de la señora Tusa pues de verdad no sé cómo encajaría una cobaya en un sitio como éste ¿Encima bipolar?. Si se le pierde en el norte puede estar seguro de que será comida de alguien y si se pierde en el nueve con tanto campo abierto... Será difícil encontrarla - Lo sé, hasta que se dio la oportunidad de tomar el nueve analizaba la seguridad del Capitolio todas las semanas por si surgía alguna brecha - nunca lo hizo, no al menos para hacerlo solo - Y haría cualquier cosa, Jen... Me molí a golpes con un hombre lobo - digo entre risas por lo ridículo que suena, pero fue así - Tengo un teléfono pero no podemos comunicarnos a través de él, aún no confío en las llamadas fuera del distrito - explico con rostro pensativo - Tampoco tengo capa... Pero la aparición sí puede funcionar, de todas formas díganselo a su madre porque no funcionará si no tenemos a ella de nuestro lado - vuelvo a aclarar ésta vez con una mirada que pretende ser severa - Puedo hablar con ella... Sería bueno vernos las caras los cuatro al menos una vez - es probable que termine siendo un caos, pero haré lo posible por controlarme - ¿Puedo abrazarlos? ¿A ambos?

Se torna como una posibilidad real, más que como una idea descabellada, cuando se ponen en todos los detalles para una siguiente visita y esta vez al distrito nueve, ¡wow! Se siente tan lejano, mi padre se sentía tan lejano hasta hoy, ¡y de pronto estamos a un paso de ir a un distrito donde están los criminales más buscados del país! Una locura. —¡Oh! ¡WOW!— exclamo, mis ojos abiertos como si no pudieran creer lo que tengo en frente, ¿y esta chica quién es? —Si salir de casa te hace tener esos pensamientos, podemos decir que el problema siempre fue que te encerrabas en tu habitación a leer. ¿Te das cuenta, Jen? ¡Aire! ¡Tu cerebro necesitaba aire! Un par de salidas más y dejaras de ser potus nerd para volverte una chica que va por ahí robando bancos. Yo iré contigo— le aseguro, mi mano en palmaditas suaves en su espalda. Para eso están los hermanos, ¿no? Y no hace falta más que la pregunta para ir hacia Dressler y abarcar toda su cintura con mis brazos en un estrujón fuerte. —Nos veremos pronto, papá— escondo mi cara contra su ropa para que no se note la vergüenza de llamarlo así por primera vez.

|
|