TEMAS
Es tarde y es nuestro primer encuentro después de lo que ha pasado en el ministerio hace casi una semana, así que no he dejado de hablar de lo que ha pasado desde que nos quedamos solos, incluso cuando se supone que su visita viene por nuestras supuestas clases. Trabajar luego de nuestra misión se siente extraño, como si hubiéramos partido a la mitad dos realidades y tuviese que bailar entre ambas. Hacer esto sin Delilah lo deja aún más en evidencia. Hoy hasta permití que Sage se vaya sin mí, aunque sus ojos me miraron con cierta duda cuando vio entrar a Meerah en cuanto él se marchaba. Allá él, que sabe que nos juntamos a estudiar. Basándonos en eso, no debería decirme absolutamente nada.
Sacudo las migajas de mis dedos y me acerco a la mesa en la cual ella se ha sentado a escuchar mi explicación, donde yo también he dejado el trapo antes de irme a comer — Hero estaba histérica, deberías haberla visto — aprieto el trapo entre mis dedos y lo paso rápidamente por la mesa, sacudiendo un poco la cabeza — Es extraño continuar nuestras vidas como si nada. ¿Crees que será así siempre? — sé que ella no participa en los mismos eventos que yo, pero puede verlos desde el otro lado. Viví mucho tiempo encerrado como para sentir que todo esto es normal y, puedo apostar, tampoco debe serlo para ella.
Al final acabo por dejar mi teléfono en la mesa y abro con facilidad una de las aplicaciones que uso para dibujar. No dejo de prestarle atención a Jim, pero toda su charla me deja la suficiente inquietud como para tener que plasmarla de alguna manera y, como siempre, acabo optando por el lado creativo. No es complicado seleccionar un fondo de color azul oscuro y sacando el pequeño lápiz que se engancha en el aparato, no tardo en comenzar a dibujar unas órbitas descuidadas que acabo adornando con puntitos. - ¿Hero? ¿Histérica? Debes haberte confundido de persona. - Desvío mi vista de la pantalla y levanto el teléfono cuando James se pone a limpiar la superficie.
- ¿Así cómo? - su pregunta me sabe mal por un momento y la mueca que se me escapa lo demuestra. Bloqueo la pantalla de mi teléfono y me aseguro de que el lápiz quede correctamente guardado para no perderlo en un descuido. - Porque si te refieres a esto de las misiones que tienen y el luego hacer de cuenta que nada pasó… De verdad espero que no sea así siempre. Me preocupo. - La confesión se me escapa en un puchero, pero no me gustaba escuchar acerca de ataques rebeldes, heridos y, lo que era peor, bajas. No quería andar preocupada por el estado de Lara, y a la vez teniendo que frenar el impulso de ir a buscar el espejo comunicador para asegurarme de que todos estuvieran bien del otro lado. - Se que no… que no formo parte de esto, pero es horrible el enterarme por sorpresa de las cosas que suceden y no saber si están bien o no. Que tampoco me mata de alegría el ver herido a Hans o a Lara, pero al menos puedo verlos de inmediato. - Suelto un bufido y trato de serenarme al notar que llevo crispados los puños. - Lo lamento, de verdad es genial que en a fin de cuentas casi todo haya salido bien, pero me preocupan. - Y no estoy segura de querer mostrarme tan vulnerable, así que hago un particular esfuerzo por no mirarlo a los ojos y saco la varita para apuntarlo a la escoba más cercana. Es su trabajo, sí, pero ya lo estoy retrasando solo por estar aquí así que no creo que le venga mal algo de ayuda.


Relamo mis labios y fuerzo una sonrisa de labios apretados, una que busca serle de apoyo y calma — No quiero meterme en tus decisiones de vida… — le aclaro de inmediato — Pero… ¿Crees que todo esto te está haciendo bien? Sé que nunca dejarías a Hero de lado, pero tal vez tomarte unas vacaciones… Debe ser agotador llevar una doble vida. ¿No te sirven las llamadas por teléfono o espejo? — ya sé que le estoy pidiendo algo que de seguro verá como una locura, pero es lo único que se me ocurre. Ladeo la cabeza para chequear la cámara de seguridad, dejo el trapo y tomo asiento con las rodillas separadas, así puedo jalar de la silla hasta quedar sentado frente a ella. Que la escoba se encargue del suelo en el mientras tanto — ¿No tienes miedo de que…? Meerah, si te atrapan, dudo mucho que tu padre pueda taparlo y no entiendo de dónde sacas horas del día para tener tus proyectos, ir a la escuela y venir de visita. ¿No crees que estás tratando de abarcar incluso más de lo que una persona normal puede? Y no me estoy quejando — aclaro, frotando mis manos con lentitud en lo que recargo mis codos en mis rodillas — Que ya me he acostumbrado a tu fastidiosa presencia. Solo que, como tú te preocupas por nosotros, nosotros también lo hacemos por ti — sí, estoy incluyendo al resto en esto, que todo bien con nuestra amistad, pero tampoco quiero empezar con el sentimentalismo tan temprano.
- No tengo miedo por mí. - Me giro para quedar también de frente a él cuando se acerca, desenroscando mis piernas y apoyándolas en la barra inferior de la silla. Mis codos lo imitan al posarse sobre mis rodillas, pero en lugar de dejarlos caer hacia adelante aprovecho la elevación y apoyo mi mentón sobre mis nudillos. - No es que esté abarcando de más, sé racionar mi tiempo lo suficiente para no explotar, y el venir aquí más que un deber es algo que disfruto hacer. No… Estoy más preocupada por el cómo las consecuencias de mis acciones pueden afectar a los demás antes que a mí misma. No por las consecuencias en sí, ¿me explico? - Frunzo la nariz y la remuevo como si fuese un ratón al no estar encontrando la forma correcta de expresarme. - Si me alejo y me contento con las comunicaciones a distancia pasaré demasiado tiempo preocupada porque no es lo mismo verlos y asegurarme de que estén bien, que escuchar acerca de ello. - Era más fácil fingir las cosas por teléfono y considerando el nivel de riesgo al que se estaban exponiendo… no gracias. - ¿Tu aceptarías tomarte vacaciones? Si pudieses alejarte de todo esto, sabiendo que los demás están moviéndose y arriesgándose, ¿lo harías? - Que no tenía la opción, lo sabía, pero de tenerla... No sé, ya no podía fingir ceguera y hacer de cuenta que todo estaba bien.


Me río con algo de desgano cuando vuelve las dudas hacia mí y chasqueo la lengua, haciendo una mueca en lo que me remuevo incómodo en mi lugar. Pongo toda mi atención visual en el modo que masajeo una de mis palmas con mis dedos contrarios, tomándome un momento en contestar — Es diferente — no quiero ponerme en quisquilloso con ella, no a estas horas del día en las cuales solo quiero terminar con el trabajo y así poder tener la vía libre para quitarme la tensión pintando, tejiendo o vaya a saber qué otra cosa podemos hacer antes de distraernos — Yo… Meerah, vine aquí a pelear. Cuando me fui de la isla, lo hice porque quería hacer algo para que la muerte de Andrew no se sintiera una completa injusticia. Esta es mi lucha, no planeo tomarme vacaciones ni tampoco veo las razones. Mi cara ya se encuentra en los carteles, la tuya no. Creo que tenemos situaciones un poco diferentes — estoy seguro de que ella no quiere ser una enemiga pública de su familia, yo por otro lado no tengo nada que perder.
Con un rápido vistazo hacia ella, me pongo de pie de un salto y vuelvo a hacerme con el trapo. No me demoro en limpiar la mesa y paso a la siguiente — Si te sientes responsable por tu promesa de ser mi maestra particular, puedo liberarte de ese peso. Mimi me está enseñando códigos y sistemas… — creo no habérselo comentado, por si las dudas hablo más rápido de lo normal. Paso los dedos para chequear que la superficie se encuentre completamente limpia y cruzo a la siguiente, dándole la espalda — Tengo mi tiempo repleto de actividades y no quiero… No planeo ser una carga para ti, cuando ya tienes un montón de cosas para hacer o de qué preocuparte. Podemos juntarnos a… no lo sé, tomar chocolate cuando no se sienta como que estás arriesgando tu cabeza por querer cumplir una rutina que me incluya en ella.
Trato de que la frustración no se apodere de mí pero a decir verdad me lo pone bastante difícil. Y no es que no entiendo lo que dice, pero me molesta que tenga que remarcarlo como si no fuese capaz de verlo. - Sé que nuestras situaciones difieren, pero aún así todo sigue siendo una elección. La muerte de Andrew fue injusta y eso no va a cambiar, pero se supone que esta es la lucha de todos, ¿o no? - ¿O qué? ¿ahora las personas que no habíamos perdido a nadie no podíamos ver lo que estaba mal con el mundo y querer ayudar? - A lo que me refiero es a que no sabría cómo tomarme “vacaciones” sin creer que estoy fallándome a mí misma. El venir aquí puede ser un capricho, pero también es una decisión que tomé a conciencia. No me arrepiento, todo lo contrario, me encantaría poder ayudar más. - El problema es que no tenía idea de cómo.
En el momento en el que se levanta acabo echándome hacia atrás en reflejo, y cómo se pone a limpiar, termino por seguir con la vista el rastro de la escoba hasta que veo que ya ha terminado con su deber. Es un simple “evanesco” el que hace desaparecer la mugre y en vista de que ya conozco lo que sigue, apunto hacia el trapeador para que continúe con su tarea. - ¿Responsable? Si quieres pasar más tiempo con Mimi solo tienes que decirlo, no hace falta que te adjudiques etiquetas que no vienen al caso. - ¿Es que acaso se perdió lo que le dije acerca de que esto era algo que disfrutaba hacer? No estaba obligada ni lo veía como una rutina innecesaria, el que nombraba eso de tener la agenda repleta era él, no yo. - Mi cabeza sigue sobre mis hombros y mientras que lo esté planeo seguir viniendo. Si no quieres continuar con las clases no hay problema, veré en qué ocupar el tiempo o cómo ayudar un poco más, pero no voy a dejarlos de lado. - Lo divertido del asunto, es que estaba segura de que a las personas a las que podría recurrir para que me ayuden en ese aspecto tendrían que ser Holly, o Mimi o alguien que no pusiera las mismas excusas con respecto a mi edad o a lo que significaba arriesgar mi pellejo.


Giro, no solo porque oigo como el trapo mojado choca contra el suelo, sino porque lo que dice me toma por sorpresa y le sonrío con cierta gracia — No dije que… ¿Estás celosa? — ahí va, de seguro me tira con algo, pero no puedo contenerme — Lo de Mimi es puramente profesional. Sí, tuvimos una cita, una vez… — muevo los hombros como quien no quiere la cosa — Que tampoco fue realmente una cita con todas las letras, así que no es porque… Me gusta pasar tiempo contigo — se siente como tomar lavandina, pero el decirlo solo afirma algo que los dos ya habíamos notado de todos modos — Así que no es por ella. Sé que tu cabeza sigue sobre tu cuerpo, lo que me preocupa es que llegue el día en el que no lo haga… ¡Tu padre mandó a quemar a dos personas en una plaza, Meerah! — que vamos, sé que eran terroristas a sus ojos, personas que volaron el ministerio a la mierda pero… ¿No se lo merecían? ¡Es una guerra!
Lanzo el trapo a un lado para poder acercarme a ella. En la libertad que me ha dado nuestro trato desde hace unas varias semanas, le pellizco el mentón de manera cariñosa, picándola para que me mire a los ojos — No puedes decirme que no lo pensaste, que no tienes ese miedo en alguna parte. Eres muchas cosas, casi siempre irritante, pero no eres una idiota, Meerah. No estás ciega y sabes que, en algún punto, tengo razón. ¿Puedes tratar de verlo desde el otro lado? — sé que le estoy pidiendo algo que parece imposible, tomo su mano y la coloco sobre mi pecho, manteniéndola allí con las dos mías — Solo por dos minutos. ¿Puedes siquiera considerar el reducir tus idas y venidas? Las cosas se pondrán feas y no pueden agarrarte a mitad de la línea de fuego — ¿Por qué siento que estoy pidiendo imposibles? Necesito a Hero para esto, incluso cuando sé que la colorada se pondría chillona y romántica cuando lo que estoy pidiendo, creo yo, es algo lógico.
Todavía tengo la varita en alto cuando hace una insinuación tan terrible como incorrecta así que, aunque sienta el calor subirme a las orejas, la elevo y lanzo un chorro de agua en su dirección. - No estoy celosa. - Remarco casi que puntuando cada palabra. - Y si no fuera porque no quiero comenzar a sonar como mi tía, hasta te preguntaría cómo te fue en la cita no cita- - Que si su relación actual era solamente profesional tan bien no debía haberle ido, pero me fuerzo a no pensar en ello para no desviarme de sus siguientes palabras. - Aprecio de verdad tu preocupación, pero no creo que comparen mis acciones con el terrorismo abierto… que no digo que se lo tenían merecido, pero tampoco eran santos y… no, sé que nadie debería ser condenado a un destino como ese pero… - Me quedo sin excusas, ¿acaso no sabía de lo que eran capaces? No sería mi padre el encargado de juzgarme por obviedades de sangre, pero incluso siendo el ministro dudaba mucho que no considerasen mi actuar como una traición con todas las letras. Que lo era, era una traición hecha y derecha, no solo al gobierno sino que a mi familia.
Lo odio, ¿qué necesidad tiene de hacerme sentir vulnerable? mirarlo a los ojos es algo que cuesta porque sí, tiene razón, y no me gusta que tenga razón. - Puedes pedirlo, pero no sé si pueda prometer hacerlo… Me refiero a qué sé de lo que hablas y sí lo he pensado muchas veces, pero en mi mente sigue siendo más simple no escuchar a esa vocecita y venir de todas formas. - Me pica la palma y acabo cerrándola en un puño que no aparto de su pecho. - Hablas de la línea de fuego, y sí, yo tengo posibilidades de quedar en medio, pero ustedes siempre estarán al frente y enterarme las cosas desde la seguridad de mi cuarto no es algo que me de tranquilidad. - De saber que estaban en medio de algo, probablemente acabaría haciendo un agujero en el medio del piso de mi habitación. - Puedo tratar de espaciar las visitas, tal vez hacerlas más irregulares y no seguir una rutina, pero no quiero aislarme en mi cuarto con un espejo sabiendo que probablemente no me digan la mitad de las cosas. - Que sabía que incluso ahora no me las decían, pero era distinto el verlos en persona que escucharlos a la distancia. - Tengo el doble de razones para ser yo la que esté más preocupada por ustedes, y sí, el ver sus caras en la lista de enemigos públicos es una de ellas.


Tomo airo y lo largo con pesadez. Conociéndola, tengo que conformarme con que esté cediendo parte de la razón y meneo mi cabeza hasta hacerla rebotar en un asentimiento — Visitas menos frecuentes estarían bien — me conformo a medias, pero es lo máximo que podré obtener de ella mientras la guerra no sea más violenta y constante. Le doy una palmadita al puño cerrado sobre mi pecho y la suelto, dejándola caer — ¿Es porque me veo demasiado atractivo en esos carteles? Lo sé, el ángulo no me hace justicia, pero dudo que vengan a buscarme especialmente a mí por eso… — me encojo de hombros como si quisiera descartar cierto grado de preocupación y, al final, mis labios se curvan en una sonrisa que denota la broma — Estamos protegidos aquí dentro, de eso no te preocupes. Hay todo un sistema de vigilancia funcionando las veinticuatro horas del día y cada día somos más. Las cosas saldrán bien, ya lo verás. Muy pronto estaremos todos riéndonos de esto y compartiendo café en el Capitolio.
No voy a decirle que eso incluye que su familia caiga, porque estoy seguro de que lo sabe, en alguna parte de sí misma debe tener bien en claro que no hay intenciones de dejar a los políticos con vida. Ninguno de ellos agacharía la cabeza frente a los rebeldes, dejarlos respirar sería un riesgo innecesario y Meerah sabe sumar, mejor que yo incluso. El pensamiento me aleja, apoyo las manos en la silla que tengo detrás y recargo allí el peso de mi torso, tratando de relajar la postura — ¿Lara está bien? — doy gracias, de verdad, a no tener que haberme enfrentado a ella. No tengo idea de cómo funcionaría mi cerebro ante algo así — Sé que… Bueno, que estuvo allí ese día y no sé cómo ha terminado… — lo dudo un momento, pero finalmente me atrevo — ¿Es feliz? En la isla — ese ambiente que no relaciono en lo absoluto con ella ni con lo que solíamos ser.
- Idiota. - Mi declaración va acompañada de un ruedo de ojos y si no lo golpeo, es solo porque se ha mostrado comprensivo tan solo segundos atrás. Ganas no faltan aún así. - Hero está segunda en esos carteles, de verdad no me hace gracia el verlos ahí, el club de fans que tienen no es precisamente agradable. - Por un instante contemplo la idea de que en verdad tengan algún grupito de seguidoras adolescentes por el simple hecho de ser figuras rebeldes y por mucho que quisiera descartar la idea, era algo completamente factible. Si miraba los clubs de fans que se armaban para ciertos personajes de XoXo Witch… Me da un escalofrío involuntario, pero no pienso contarle lo que pasa por mi cabeza. - Aquí dentro, claro. ¿Y fuera? Porque hasta donde sé no estaban muy protegidos dentro del ministerio. - Como si no fuera a preocuparme sabiendo que planeaban ese tipo de misiones.
Que pregunte por Lara me desconcierta, siempre me descoloca el mezclar los grupos de gente con las que me relaciono y a veces olvido que él la conocía de antes, que eran amigos incluso... - Está bien. Estuvo en observación pero ya está bien. - No quiero decir más al respecto porque de verdad, de verdad no me gusta que se hayan enfrentado entre ellos. Ni siquiera quiero preguntar quién fue el causante de sus heridas. - Y sí, es feliz. Ella… van a casarse. Quiere adoptarme también. - A estas alturas terminaré lastimándome el labio si sigo mordiéndome, pero hay temas que no sé cómo abordar. - Es molesto no poder sincerarse con ella, contarle de mis visitas al nueve y de mi forma de pensar. Sé que lo entendería, pero también conozco sus prioridades. Tilly… bueno, la viste. Es una bolita pequeña a la que amo con toda el alma y… A lo que voy es a que estoy segura de que si fueron amigos sigue teniéndote aprecio. - Sé que él lo tiene hacia ella, preguntar por su estado, preguntar si es feliz son claros indicios de ello. - ¿Hablaron de nuevo alguna vez? - La pregunta se me escapa por más de que conozco la respuesta, pero me gustaría poder ayudar en algo. ¿Tal vez si el quisiera podría pasarle un mensaje? No sé, de alguna manera...


Apenas y escucho lo que me dice Meerah, estoy más ocupado en revolear los ojos cuando afirma que aún existe un cariño que hace tiempo di por perdido — No lo demostró cuando pudo. ¿O alguna vez siquiera me mencionó o lo que sea? — soy como esa mancha en el pasado de la cual tiene que avergonzarse porque es todo lo que representa lo malo en su vida, como el esqueleto en el armario. Meneo la cabeza y, sin darme cuenta, me dejo caer sobre la silla — Se acabó hace tiempo. Ella decidió un camino y yo hice lo mismo — no voy a señalar quién fue quien se aferró más a sus principios, eso está obvio. Me rasco la nariz, esa que siento picar un poco por culpa de los cambios climáticos de las últimas semanas — No sé qué es lo que pasó entre ella y tu padre, pero la persona que me visita en el mercado no tiene nada que ver con la mujer que vive contigo. Lo detestaba… ¿Sabes? A tu padre. Era como una élite a la cual ella rechazaba y de quien se burlaba conmigo, jugándose el pellejo para hablar con un esclavo — no le estoy diciendo nada nuevo, pero quejarme siempre me hace bien — No lo sé, Meerah. No quiero seguir rumiando sobre cosas que ya pasaron, en especial porque no puedo hacer nada para cambiarlas.
Quito algo del cabello de mi cara y froto mis ojos con obvio cansancio, los elevo hasta toparme con el reloj de la pared que me indica que ya deberíamos haber cerrado el local. La magia de la rubia parece haber adelantado bastante mi trabajo, así que me permito el dejar caer mis hombros con un suspiro agotado, más mental que físicamente — ¿Quieres…? Podemos dejar las tareas para otro momento — que no se note que mis ánimos se han ido al suelo en segundos. Le sonrío a medias, a pesar de que sea un gesto ligeramente forzado — Si puedes camuflarte un poco, te invito al cine. Necesito la distracción y hay una película que quiero ver… Es que, verás, aún no he ido al cine. Y no es una cita — le aclaro por si las dudas, aunque sueno vagamente divertido — Pero es mucho más fácil ver una película, ¿sabes? Fingir por unas dos horas que todo está bien y que afuera de la sala, el mundo no está tan sacudido. Sé que no lo parece, pero a pesar de mi entusiasmo, eso no quita que todo esto no me dé miedo. Es por una buena causa y lo vale, pero saltar al frente de un auror sin saber qué es lo que sucederá después… Pues asusta y debería ser un necio para no aceptarlo.
- Lo creas o no, sí lo hizo. - No recuerdo con exactitud las palabras que había dicho en aquella ocasión, pero sí lo había nombrado. O yo lo había insinuado y ella había captado la idea con bastante rapidez, pero eso no importaba, el hecho es que en ningún momento habían ocultado que hubo un tiempo en el que habían sido amigos. - Fue antes de que naciera Tilly, pero recuerdo que te llamo “Jim” y entre otras tantas cosas, me aseguró que se sentía mal el darte la espalda. Puede que hayan decidido caminos distintos, pero la mujer con la que vivo fue la primera de “ese bando” en darme la razón cuando le hablaba de injusticias, la primera en decirme que la esclavitud estaba mal y que yo no lo estaba por empezar a pensar diferente. - Claro que también me había dicho que era demasiado joven y que no estaba obligada a actuar, pero ella era una de las pocas razones por las que no me sentía tan terrible y completamente culpable cuando les mentía a la cara. Que lo hacía, pero en su momento había tratado de sincerarme con los dos… a mi modo. ¿Debería tratar de nuevo? No sabría cómo sin delatarme a mí misma. - También me dijo que jamás se había imaginado estando con mi padre. Puedo bromear al respecto, pero el primer almuerzo que compartí con los dos no fue con las mismas personas que ahora se sientan a la mesa conmigo. - Sí, las personas cambian, yo lo sabía mejor que nadie, pero eso no significaba que al cambiar olvidásemos todo lo que estaba a nuestras espaldas.
Al final acabo por dejar el tema ahí, que si no quiere hablar al respecto no soy quien para seguir dándole vueltas a eso. Tal vez, en otro momento y bajo otro panorama podrían volver a tener una charla y aclarar todas estas cosas que quedaron en el aire. - Siempre dejamos las tareas para otro momento. - No es una queja, pero mi voz suena divertida al saber que al fin y al cabo si algo he aprendido es que Jim no es de los que se queda mucho tiempo sentado en una silla. Soy yo la que se incorpora en esta ocasión, y aprovecho para llevar una mano a su frente y tirar de su cabello para atrás, que cuando él lo hizo fue lo mismo que nada al ver que el mechón a vuelto a soltarse. - Contrario a lo que Hero pudiese pensar, no creo que cada salida con alguien del sexo opuesto cuente como una cita. Así que sí, creo que con algún que otro hechizo y la ropa de invierno puedo pasar lo suficientemente desapercibida. - Iba a hacer una broma acerca de maquillarme para parecer mayor, pero esta vez era yo la que quería que no malinterpretase mis palabras. - Si no tuvieras miedo no serías humano. Y no vas a volver a escucharlo de mí, pero creo que eres valiente por reconocerlo. - Muchos veían al miedo como una debilidad, pero eso no era cierto. No a mi parecer al menos. - ¿Que película quieres ver? Por favor dime que no es esa con los Inferis…


Por lo menos, es fácil el cambiar el aire con ese comentario. Chasqueo la lengua y muerdo la punta de la misma al dedicarle una sonrisa jocosa — No siempre es mi culpa — le recuerdo con gracia, levanto mi rostro ante el toque en mi cabello y tomo ese gesto como un permiso para rozar su muñeca con mi nariz. Me sentiría un cachorro, si no fuera porque he empezado a tomarle el gusto a esta clase de gestos. Ya saben, esos que difieren demasiado a los tratos en el mercado y que puedo tomar de mis amigos y personas cercanas — ¿Ah, no? Pensé que cada vez que nos juntábamos era una cita. Ya estaba tachándolo en un calendario — bromeo. Mis ojos le lanzan una mirada escrutadora — Creo que eso servirá. ¿No está siempre oscuro en las salas de cine? — al menos, es la idea que me han dado. Estoy listo para ponerme de pie, pero lo último me mantiene en la silla y mordisqueo el interior de mi mejilla, en lo que froto mis manos entre sí, como si quisiera darme calor a pesar de que lo único que tengo frío es una sensación en el estómago — Supongo que sí… Gracias — es lo único que puedo decirle.
Busco sacudirme la impresión al levantarme de un salto y paso por su lado, decidido a terminar con mis tareas para poder marcharnos de aquí — No, es la del agente secreto que tiene que descubrir no sé qué cura antes de que estalle el mundo. Dicen que ha roto el récord de presupuesto en efectos visuales hasta la fecha — que ahora que lo digo en voz alta, no suena para nada a la clase de películas que ella debe consumir. Limpio las mesas restantes con una sacudida veloz, me pierdo un momento en la parte trasera del negocio para poder organizar los últimos detalles y, cuando salgo, ya estoy vestido como yo mismo, tengo las llaves en la mano y el morral colgando por un costado — ¿Sabes? Estaba pensando que quizá podría ser guionista. Nadie puede decir que no tengo buenas historias para contar — Ahí va, una vez más ando barajando opciones. En cuanto ambos estamos en la calle, cierro la puerta como se debe y presiono el botón para poner la clave que colocará los hechizos de seguridad — Ya, todo listo.
Aunque meto las manos en los bolsillos de mi chaqueta para cubrirme de las temperaturas frías que aún siguen vigentes en las noches, le tiendo uno de los brazos por si quiere aferrarse — Tendríamos que enviarles un mensaje a Hero y Sage para avisar que no iremos a cenar… — Por la manera en la cual le miro, está claro que le estoy pasando la bola en esta tarea — Prometo comprarme un celular en cuanto tenga el suficiente dinero, de verdad. Kendrick se ofreció a regalarme uno, pero no quise.. ya sabes, quiero que sea cosa mía — suerte para nosotros, sé que el cine más cercano está a dos cuadras en dirección al centro, así que nos guío con pasos rápidos en las calles más oscuras, solo por si las dudas — ¿Cuál es la primera película que recuerdas haber visto en el cine? — es una duda repentina, pero no puedo evitar hacerla. No cuando yo estoy cerca de pasar por esa experiencia y sé que hay una enorme diferencia entre ambos.
- ¡Oh, esa! Jacqueline Wand fue la encargada de vestuario, tenía ganas de verla. - Que sí, esa era una de las razones por las cuales estaba interesada en la película, la otra era Frank Goodman pero eso él no tenía porqué saberlo. Josephine había estado invitada a la premiere y, aunque la relación con una de las secretarias de mi padre no había comenzado con buen pie, había mejorado hasta el punto en que la ayudé a elegir el vestido que lució. Aprovecho el tiempo en el que termina de ordenar el local para arreglar yo misma mi apariencia. No hace tanto frío como antes, pero mi abrigo y mi pañuelo se encargan de cubrirme lo suficiente y el sombrero que traigo en el bolso no combina precisamente, pero es lo suficientemente bonito como para ocultar parte de mi rostro. Cambiar el color de mi cabello no debería ser complicado pero como nunca lo he practicado en mí misma, acabo por acercarme a una vitrina antes de apuntar la varita a mi sien. Tengo que respirar profundo antes de poder pronunciar el hechizo y cuando lo hago, la luz roja me enceguece y tengo que parpadear un par de veces antes de volver a enfocar la vista. Es un bonito castaño el que adorna ahora mi cabeza, y aunque no pueda verme correctamente, no me desagrada. - ¿Que opinas? ¿Parezco un poco menos yo? - Probablemente no, pero al menos nadie asocia a una morocha con la rubia hija mayor de Hans Powell. Lo cual era una pena, porque si llegaba a servirme como disfraz no podría considerar permanecer de esta manera el resto del tiempo. Podría acostumbrarme al castaño a decir verdad.
- ¿Guionista? Eso suena interesante. Hay que admitir que tus ideas serían innovadoras, no mucho productores se animan a transgredir las normas mostrando en pantalla algo censurado por la ley. ¿De verdad te animarías a hacerlo? - Porque si de verdad quería podía preguntarle a Josephine si su marido conocía a alguien dispuesto a comprar una idea revolucionaria. No tenía que decir de dónde venía, que las ideas podían estar en todos lados, pero si se animaba… Tenía que dejar de hacer volar mi imaginación, que no tenía idea de lo que quería o podría contar Jim que ya me estaba imaginando el diseño del vestuario. Nunca había pensado en dedicarme a eso a decir verdad, y si no fuese porque probablemente enloquecería con las ideas de los productores, tal vez lo pensara como una carrera a futuro.
Enrosco mi mano alrededor del brazo que me ofrece y, aunque no tengo guantes, su calor corporal me sirve para refugiarme del frío que hace. - Sabes que no hay forma alguna en que pueda hacer que eso suene bien, ¿no? - Mi mirada busca la suya y trato de que no se note demasiado mi exasperación, no por culpa suya, sino que por culpa de mi tía. Sabía que sin importar que fuese a decirle malinterpretaría la situación, pero peor sería decirle a Sage, que se lo tomaría mejor pero al decírselo a la colorada armaría un escándalo por no haberle mandado a ella el mensaje en primer lugar. - Cuando compres tu celular aún así harás que yo le avise así que… - Entiendo de dónde viene el deseo de tener algo propio, así que puedo entender el que rechace el ofrecimiento de Kendrick. - Aún así, si necesitas alguno para estar comunicado, tengo mi teléfono viejo guardado en uno de mis cajones, puedo prestártelo si quieres. - El que me había comprado Audrey antes de actualizarlo con el modelo que me había regalado Hans. Solo espero que no se tome a mal mi ofrecimiento, no era un regalo per sé, solo un préstamo hasta que pudiese conseguir el suyo. - ¿En el cine? mmm…. - Trato de hacer memoria mientras saco mi celular para mensajear a Hero, tipeo un simple “Arrastraré a Jim a comer algo luego así que te veo mañana.” y lo envío. - Cómo entrenar a tu dragón. Hicieron el live action de una vieja caricatura, y aunque el hébrido negro no se ve tan adorable como el original, recuerdo haber amado esa película. - Vuelvo la vista al teléfono y agrego un “No pienses mal” antes que pueda contestarme imaginando cualquier cosa. - Si esta es la primera película que vas a ver en el cine, tiene que ser con todo. ¡Yo invito las palomitas!


— Lo sé… — es una respuesta inmediata, acompañada de una risa entre dientes que no he tenido éxito en contener. Es divertido ver a Hero tratando de atraparnos, a decir verdad. El otro día entró a mi habitación sin llamar a la puerta en un muy mal disimulado intento, pero sus pasos habían sido tan pesados que nos encontró leyendo en la cama como si nada. Obvio que su vista de halcón hizo hincapié en las sábanas arrugadas, pero hubo una explicación tan sencilla como simplemente sentarse sobre éstas como para que pueda aferrarse a la idea. A veces, cuando estamos todos juntos, la encuentro mirándome fijamente, como si mi actitud hacia su sobrina fuese señal de cualquier actividad conspirativa — Claro que tendrás que avisarles tú. Si yo lo hago, me dirán que soy el irresponsable que te lleva por mal camino — es una buena excusa, que me la discuta, tengo toda la noche.
Tengo que pensármelo, lo dejo en evidencia por mi expresión. Nos detengo justo en la puerta del cine y rebusco en mis bolsillos hasta dar con una de estas tarjetas que me han dado, de esas que puedes colocar en la máquina y te descuentan de ahí el dinero. ¿Crédito, era? — No la conozco — admito sin mirarla, que estoy más entretenido luchando con la tarjeta para sacarla de mi bolsillo sin querer darle un codazo — ¡Y ni se te ocurra! Yo te he invitado, así que las palomitas van por mi cuenta. Ven, tienes que enseñarme a hacer esto — la máquina que tengo delante de mí es confusa, pero mi lógica me lleva a seleccionar la película y no me cuesta mucho identificar el horario más cercano — ¿Y qué hago ahora? ¿Paso la tarjeta por el sensor? — ¿Cómo es que funcionan estas cosas? Mi dedo revolotea por encima de la pantalla, pero acabo tendiéndole la tarjeta para que se haga cargo — En cuanto a tu celular… Puede ser, pero tendrás que permitirme el devolvértelo pronto. No quiero… Verás, siempre quise tener cosas mías y ahora que puedo hacerlo, no quiero depender de nadie — mucho menos de una bruja, pero sé que no está bien decir eso. Me lo reprocho de manera mental, es algo que delato el suspirar y recargo mi mentón sobre su sombrero. Comodidades de la altura — Mimi tendría que configurarlo para que funcione dentro de nuestro terreno, si no te molesta — le aclaro — ¿No te cansas de…? Digo, a veces siento que soy como tu proyecto escolar o algo parecido — y no, no puedo creer que dije eso. Hasta me muerdo la lengua y cierro los ojos con fuerza al notarlo, antes de murmurar una disculpa apenas audible.
- Técnicamente no puede decir eso cuando es ella la primera que me llevó por el mal camino, ir al cine es mucho más inocente que ir a una fiesta en el norte llena de fugitivos. - Que no había mucha diferencia ahora siendo que él también era un enemigo público, pero al menos dentro del distrito no se corría el mismo riesgo que estando en el norte, con patrullas de dementores y sin demasiadas protecciones. Si íbamos al caso, creo que la más irresponsable en aquella ocasión había sido yo, porque sabía que no íbamos a quedarnos escondidas en el cuarto de mi tía, y siendo quien era mi padre… Sí bueno, no le podían echar muchas culpas a Jim.
- ¿No? pues definitivamente te pasaré una copia luego. De la original primero, que será una caricatura pero es muy bonita. Es una pena que no vuelvan a ponerla en cartelera o no hayan adaptado las secuelas. - El live action no había tenido tanto éxito así que no siguieron produciendo películas. Una pena de verdad. - ¿Qué? No, me invitaste al cine, yo invito las palomitas ¡y las gaseosas! - Mi reproche queda en la nada porque enseguida se pone a sacar las entradas, y acabo por ayudarlo con el proceso. - Tienes que apoyar la tarjeta por unos segundos, no importa de qué lado sea, hasta que la luz se ponga en verde. - Había lugares en el capitolio en el que simplemente pagabas con la huella dactilar, pero eso era para la gente que estaba registrada dentro del sistema y con una cuenta bancaria primaria asociada al registro de identidad. Dudaba que usaran eso aquí, así que con la tarjeta iba bien. - Mañana cuando vuelva te lo alcanzo. Prometo que te dejaré devolverlo ni bien puedas comprarte el tuyo. - Los tickets salen de la máquina y los tomo, entregándoselos junto con el plástico. - También te servirá de práctica, luego te muestro como asociar la tarjeta al teléfono, que al final te acostumbras a pagar todo con él. - Era más sencillo y te evitaba estar con muchas cosas encima. - Y no eres un proyecto escolar. Lo admito, suelo entusiasmarme con algunas cosas y soy mandona, lo sé. Pero me gusta ayudar, somos amigos ¿no? Si hay algo que puedo hacer, que no me cuesta más que algo de tiempo y que, al fin acabo disfruto ¿por qué lo consideraría una obligación? - Además de que las personas no eran proyectos, tal vez si se trataba de algún diseño mi visión fuese diferente, pero el ayudarlo, aunque sea un poco en algunas actividades o incluso para tratar de encontrar eso que le gusta hacer… no le veía nada malo. Llevo mi otra mano a su brazo y le doy apretón que busca ser amistoso, incluso aunque me moleste no verle el rostro por culpa de mi sombrero y su manía de usarme de mesita. - Pero si no me dejas invitar la comida, pensaré que quieres ser algo más que un amigo y le diré a Hero que esto fue una cita. - Le advierto, justo al tiempo que siento mi bolsillo vibrar constantemente a causa de los mensajes que debo estar recibiendo de la pelirroja.


— Al menos lo admites… — intento tomarlo con humor y busco picarla con eso de “mandona”, pero no esperaba en primer lugar que lo entienda. Es normal el sentirse una carga cuando ves que alguien más está gastando tiempo contigo, invirtiendo su paciencia y buena voluntad cuando sus días podrían ser completamente diferentes. Sé que su razón principal para las visitas es Hero, pero no puedo dejar de echarme cierto grado de culpa. El apretón en mi brazo hace que la mire, despegando mi mejilla de la comodidad de su sombrero — Pensé que era más que tu amigo. ¿Te besas con tus amigos cómo lo haces conmigo? — es una burla inocente, esa que remarco al tirar de su sombrero para jalarlo hacia abajo y así cubrirle los ojos — Quiero invitarte la comida porque es la primera vez que me doy el gusto de pagarle todo a otra persona, pero si quieres que sea una cita, puedo empezar a hacerte preguntas sobre tu vida y a tomarte de la mano — en vista del sarcasmo, lo que sí hago es tirar de su brazo para arrastrarla hasta el puesto de comida y casi que me tiro sobre la pantalla antes de que sea capaz de ganarme la carrera.
Con los tickets guardados en mi bolsillo, me es mucho más fácil el manipular la tarjeta y, aunque dudo por un momento, acabo pidiendo un producto que me permite decir… — ¿Ves? Hasta hacemos uso del combo pareja. Esto es como un fanservice para tu tía — que en realidad me parece mucho más barato y práctico que andar pidiendo uno con solo una bebida, pero ese es otro tema. Para cuando por fin tenemos el bol de pochoclos, lo abrazo a mí con tanto ímpetu que no parece que me he pasado la tarde picando de las galletas del local. Las bebidas se las dejo a ella — ¿Por dónde es? Ah… — Es una travesía corta, pero tiene su encanto. El chico que nos pide las entradas parece demasiado aburrido con su vida y hasta se muestra impaciente cuando rebusco en mis bolsillos, tengo que admitir que apenas y he entendido lo que me ha querido decir con esa combinación de letras, números y pasillos, hasta que la idea tiene sentido en mi cabeza — ¡Claro, son los asientos! — hasta le golpeo la sien con un dedo, porque tengo que demostrar que a veces uso el cerebro. Suerte para nosotros, estamos en una de las últimas hileras y no tengo que pisar a nadie en medio de la poca iluminación, hasta que mi culo se acomoda en un asiento, más cómodo de lo que hubiera creído. Al apoyar el bol en mi regazo, meto una mano como garra y me llevo unas cuantas palomitas a la boca. Antes de que termine de tragar, las luces ya se han apagado y el sonido de los parlantes hace que me hunda en el asiento. Bien, esto está muy alto — ¿Cómo es que la gente no termina aturdida o ciega después de esto? — inquiero en un murmullo que va cerca de su oreja e inclino el balde en su dirección, para que le sea más sencillo el hacerse con pochoclos — Aunque parece un sitio incluso más seguro que la despensa. ¿Sabes que creo que Sage está espiándonos? — es obvio que es una orden de Hero, pero ya qué. No le doy tantas vueltas, no cuando parece que la película comienza y se lleva toda mi atención.
Me dejo arrastrar y me da un mini ataque de risa cuando se abalanza contra la pantalla para poder pagar él. - Ya lo puedo ver, ¡compartimos pochoclos! eso significa que nos vamos a casar claramente. - Aprovecho lo que tarda en terminar de seleccionar las cosas y saco mi teléfono para ver la seguidilla de mensajes de Hero. Básicamente se trata de una decena de mensajes, con más mayúsculas y signos de los que jamás hemos intercambiado, y mi nombre repetido en múltiples ocasiones al ver que no le he contestado. Lo bueno de que las bebidas vengan en una bandeja es que puedo elevar la pantalla del celular y mostrarle a James el arrebato de la pelirroja. - ¿Estás seguro de que todavía quieres tener un teléfono? - Guardo el aparato sin contestar, asegurándome de que el tilde cambie de color para hacer notar que sí leí sus mensajes, solo que elijo no contestar. - Buena suerte cuando vuelvas, si quieres le aviso a Sage que la tenga entretenida o algo, porque creo que te va a esperar con un reflector en medio de la cocina o algo así. -
El camino hacia la sala es corto y me hace recordar al cine del ocho, el del capitolio es demasiado grande y la sala se me hace demasiado gigante pese a que el tamaño de la pantalla lo compensa. No que esta pantalla sea pequeña, solo que resulta, no sé… estaba más acostumbrada a esto, supongo. Procuro hablar en un susurro cuando se dirige a mí pero, a diferencia de él, ni los asientos ayudan a salvar la diferencia de alturas y tengo que elevar un poquito más la voz para que se me escuche. - Oh, te acostumbras rápido, amo el sonido porque sientes hasta las vibraciones en el asiento pero sí, puede que lo brillante de la pantalla, y sobretodo en una película de acción encandile un poco. - Era una película con espías, si no había una explosión en toda la proyección yo misma volvería con James a la casa y enfrentaría a mi tía. - Por favor, quiero creer que Sage tiene un poco más de vida social que eso, sí, el cine es el lugar ideal para el besuqueo y esas cosas, pero de ahí a creer que Sage anda espiando… - Por si las dudas recorro la sala con la vista pero, a decir verdad, no hay mucha gente viendo la proyección y los que están, están desperdigados en toda la sala. Nadie parece tener la complexión de Hero o su novio lo cual me hace volver la vista hacia él con una sonrisita de satisfacción. - Aunque tengo que darte la razón con lo de las miradas sospechosas cuando menos. ¿Te ha dicho algo? - El cambio de iluminación me advierte que la película comienza y vuelvo la vista al frente, no sin antes tomar un sorbo de mi bebida mientras que procuro dejar la suya en su apoyabrazos.


No está tan mal. Si parpadeo un poco, hasta puedo enfocar la pantalla como se debe y los ojos acaban por acostumbrarse, el sonido no decepciona si me baso en la descripción de Meerah — ¿Te imaginas? — hasta puedo visualizar a mi amigo con una gorra, pero dudo mucho que eso suceda esta noche. Puedo sentir un chistido, que de algún lado alguien debe querer silenciarnos y mastico un poco de pochoclos con algo de gracia — No… Algunas bromas en el pasado, pero ahora solamente me lanza miraditas. Debe sospechar que no hacemos otra cosa que meternos mano en los rincones — que en mi defensa, debo decir que jamás he llegado tan lejos. Sé muy bien hasta qué punto llegar con ella, que no busco en su persona el descargo de mis años de castidad. Calculo un momento antes de abrir la boca y lanzar un pochoclo dentro, atajándolo como todo un maestro — No me quejo de nuestro trato, en lo absoluto, pero creo que estamos generando expectativa para el resto de las personas — está más que claro que no estoy hablando en serio.
Tengo que silenciarme por un nuevo chistido que vaya a saber de dónde viene y por culpa de mi ignorancia no sé hacia dónde arrojarle algo. Acabo centrándome en la película, que parece tratarse de una organización secreta de espías que tienen que robar… ¿Qué? No entiendo los nombres técnicos, así que decido el simplemente dejarme llevar. Es para cuando la trama llega al clásico punto en el cual el protagonista profesa su amor por la sexy co protagonista que conoció hace sólo dos días que ruedo los ojos, me hundo en el asiento y, como el molesto que soy, empujo su mejilla con un toque de mi nariz — Mira… — uso el mentón para señalar a un señor de panza prominente a unos asientos a su derecha y adelante, que se ha dormido de manera escandalosa — Puedo intentar darle con un pochoclo en la boca. ¿O quieres usar la oscuridad a nuestro favor para hacerlo más interesante? — que me han enseñado a aprovechar las oportunidades y, en vista de que nos tomamos la tarde libre, no veo lo malo. Hay cosas que no sabemos cuánto van a durar, por lo que disfrutarlas en el mientras tanto es lo único que podemos hacer. Y no voy a quejarme.
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