The Mighty Fall
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PRIMAVERA de 247521 de Marzo — 20 de Junio


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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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M. Meerah Powell
Fugitivo
Lo admito, ya no sé ni dónde ni cómo es que me caben las horas del día para básicamente nada. Entre el colegio, los deberes, mis proyectos personales, mis diseños, las clases de arte, mis visitas al nueve, el tiempo dedicado a la confección y el que le dedico a mi familia a duras penas y me alcanzaba el tiempo para bañarme, comer y esas otras necesidades básicas como respirar. Y eso que por suerte no estamos en épocas de exámenes, que a estas alturas creo que si no tuviese la habilidad de concentrarme en clase y absorber lo que explican probablemente mis notas comenzarían a decaer. No sé cuánto tiempo pasó desde la última vez que escribí en mi diario, o siquiera la última vez que revisé WizzardFace, así que para cuando inicio sesión en la app las notificaciones empiezan a inundar mi teléfono hasta el punto en el que debo bloquearlo, guardarlo en mi bolsillo y esperar hasta que deja de vibrar con el aviso insistente y constante de mensajes, likes y conversaciones perdidas. Quiero llorar.

Me dejo caer en el sillón de espaldas, con las piernas colgando por encima del apoyabrazos y uno de mis brazos cubriendo mis ojos hasta que siento que el teléfono frena. No lo miro de manera inmediata, aprovecho para literalmente tomarme el tiempo de respirar hasta que puedo sentir como mi cabeza comienza a despejarse. Bien, puedo con esto. Vuelvo a buscar el aparato de dentro de mi saco y lo elevo hasta que queda a la altura de mi cara, deslizándome con rapidez por la pantalla y eliminando sin muchos miramientos aquellas notificaciones que considero irrelevantes. Son la mayoría si tengo que ser sincera, pero me demoro unos momentos en los perfiles de aquellas personas a las que sí le tengo aprecio, ¿soy muy mala persona por no darle like a las fotos de Patrick? hay algo en él que me hace no fiarme de su persona no sé por qué. Creo que el universo no está de acuerdo conmigo con eso ya que sin enterarme de cómo termino con la pantalla de mi celular dándome de lleno en la nariz. - ¡Ay! La put... - Me freno en seco en medio de mi puteada, primero porque yo no soy de decir esas cosas,  y segundo porque escucho como la puerta se abre.

Me incorporo como puedo del sillón, haciendo una especie de abdominal que me tiene resoplando un quejido y haciendo que me apoye con mi teléfono sobre uno de los almohadones. Todavía me duele la nariz, así que para cuando llego a la entrada todavía me estoy frotando el tabique mientras muestro una expresión poco agraciada. - ¡Dave! - Mi celular pasa a un plano inexistente cuando lo veo con mi hermana en brazos ya que llevo siglos queriendo hablar a solas con él. - ¿Cómo has estado? - Miro a la beba hermosa y automáticamente me adelanto para ser yo quien la tome en brazos. Cada vez está más grande y de a poco su peso se torna algo cansador, pero mientras que sea adorable voy a aprovechar cada segundo que pueda para estrujarla. - ¿Y cómo se ha portado la golosa más linda del universo? - Se la nota cansada así que no obtengo mucha respuesta de ella, simplemente me sonríe y se apoya en mi hombro con una tranquilidad que no suele verse en su pequeña persona. - ¿Tienes unos minutos, o tienes algo más que hacer? Llevo tiempo de no verte y bueno… creo que nos debemos una charla. - Consulto al volver mi atención ante el muchacho.
M. Meerah Powell
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Invitado
Invitado
Coloco mis brazos alrededor de la espalda de la niña para cargarla cuando se cuelga con sus piernitas regordetas alrededor de mi cintura, tendré que acostumbrarme a su nuevo peso y es que en poco más de un mes, el cambio no ha sido en gramos. Se nota que está a punto de caer en otra siesta al tener su cabeza apoyada en mi hombro y cualquiera diría que se la ha pasado de arriba abajo con su primo, pero el bebé de Phoebe al que trato de visitar cada vez que puedo en el turno que estoy a cargo de la niña, no hace más que dormir mientras ella busca las mil maneras de conseguir su atención. Casi la siento dormirse cuando la voz de Meerah hace que vuelva a reacomodarse en mis brazos y toda la energía vuelva a sus bracitos que se agitan llamando a su hermana mayor. —Sigue sin poder comerse a su primito, aunque no desiste de probar su sabor cada vez que puede…— es el resumen que le hago de la tarde de Tilly, trato de que sea la charla de siempre, como si no se hubiera interrumpido las semanas que estuve ausente y por eso deliberadamente decido no contestar cuando pregunta como he estado.

Claro, podemos hablar un rato— contesto, sabiendo que se refiere a las pocas veces que pudimos coincidir en un contexto muy distinto a este y que bien puede quedar en el silencio, lo cual no parece ser su intención, así que supongo que nos dará la oportunidad de conversar al respecto. Mis reparos son los mismos que la vez anterior cuando me pidió que le hablara con confianza sobre lo que opinaba de todo, entonces fui honesta, aunque no preciso. —¿Hay algún lugar donde se pueda…? Tal vez el exterior sea más seguro, los espacios cerrados nunca se me hacen del todo confiables— recuerdo que algo similar ya le había dicho entonces. —Se supone que dejo a tu hermanita para que me releve Maeve y por la hora ya no hace falta que vuelva al ministerio…— explico, que por mi mes de ausencia tuve un par de sanciones, moverme de oficina, lo de cuidar a la bebé fue algo que se mantuvo si así lo quería, ¿y por qué no? Eso me da un rato para poder ir a ver a Phoebe cada tanto mientras se supone que los primos “juegan”. —Así que hasta que venga tu padre, supongo que podemos hablar tranquilos— digo, a Lara podemos decirle que estamos hablando de Tilly y no creo que me ponga mala cara, si el ministro Powell llega es quien me clavará los ojos en la nuca y no quiero la exageración de un malentendido para sumarlo al estrés de la oficina.
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M. Meerah Powell
Fugitivo
La descripción de Dave me hace reír y a la vez pensar que no puedo evitar el estar de acuerdo con mi hermana. Hayden era uno de esos bebés que provocaba querer comértelo casi que en el sentido literal de la palabra, Tilly de verdad era la única que podía intentarlo sin sufrir demasiadas consecuencias. Que si vamos al caso, las consecuencias que sufría una niña de su edad como mucho eran un par de “¡no!” que ni siquiera se los tomaba del todo en serio. A decir verdad era muy raro que Tilly se portase mal, o al menos no conmigo.

- Gracias. La palabra se me escapa en un suspiro de alivio que, si bien no se entiende del todo, deja transmitir a la perfección la sensación de ligereza que puedo sentir. Sé que Dave entiende el por qué le pido hablar, y que no se haya rehusado a hacerlo me alegra, de verdad lo hace. - Creo que Maeve no viene hoy, pero siempre puedo hacerme la tonta y no recordarlo. - Que es buena excusa para que estemos charlando y sino tengo otras cuantas, como pregunarle por Charlie, o incluso por la carrera de abogado que todavía quiero seguir. Nadie va a cuestionar que quiera informarme desde tan temprano. - Ya con Hans no sé, sus horarios son tan variados que ya ni me preocupo por memorizarlos, pero ven, vamos a la mesa del jardín. ¿Quieres algo para tomar? - Ni siquiera dejo que responda cuando llamo a Poppy y le pido unos aperitivos.

¿Estoy nerviosa? Estoy nerviosa. Y me encantaría decir que no sé el por qué, pero a decir verdad lo tengo más que claro. - ¿Sabes? Esto era más fácil cuando creía que no sabías de lo que hablaba y podíamos nombrar la justicia como un ente aparte y casi que filosófico… Yo… - Bien, Dave había accedido a hablar y yo de golpe perdía la capacidad de armar siquiera una oración coherente. - Esto era más fácil cuando creía que todos los tantos estaban separados, ¿hace cuánto que…? - Iba a preguntar que hace cuánto tiempo estaba con ellos, pero hago una vaga seña en el aire que espero que baste hasta que podamos estar en el exterior, lejos de las orejas de Poppy que de pronto se me hacían sospechosas.
M. Meerah Powell
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Invitado
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De todas las personas, no esperaba que fuera con Meerah con quien tuviera una conversación de un tinte más similar a las que mantengo con Holly, checando información para tener la tranquilidad de que nada de lo que podamos hacer o decir en un momento dado despierte sospechas en alguien más, a este punto creo que Holly debe conocer todos los gestos posibles que hago con la cara, tendría que comprobar si sigue siendo así luego de las semanas de no mostrar la cara por la oficina. La confianza con la que me siento en la mesa del jardín, la bebé acomodándose sobre mis rodillas, es la misma que alguna vez dediqué a Kendrick, también a Hero y creo que es mejor no llevar la cuenta. La diferencia de edad siempre me dará la excusa de decir que actúo de una manera en la que trato de mirar por los menores, como una vez se lo expliqué, mi fundamento de justicia que se basa en el mayor y el menor, el fuerte y el débil, los que pueden protegen a los que están vulnerables, aunque esta última línea debería empezar a descartarla.

Es inevitable, mi mirada puesta sobre Meerah es muy distinta a la de la última vez que estuve en esta casa, hablando sobre lo que creíamos que estaba mal sin dar nombres y esta vez no hace falta decirlos. Son un todo omnipresente entre nosotros, que nos rodea. Ensancho mi sonrisa para darle una primera respuesta con calma. —Desde que tengo… ¿dieciocho años? ¿Un poco antes? Estaba muy enojado con mis padres, solía enojarme seguido con ellos, así que me fui de casa para ir al norte. Fue cuando empecé a trabajar con gente que a su manera mostraba un tipo de resistencia a todo lo que creía que estaba mal. Pero no me preguntabas por el inicio de todo, ¿verdad? Estoy con ellos desde que entré en contacto con ellos— me encojo de hombros al hacer prensar los labios, no hay fechas precisas que le pueda dar, debe ser cosa de la ambigüedad con la que me acostumbré a hablar. —Puedo suponer por qué también estabas ahí, ¿pero prefieres contarme?— pregunto. Tomo la manito de la bebé con la mía para jugar con sus dedos y así no tener que ver a los ojos de su hermana mayor al suspirar. —Me preocupo por ti, todos dirán que no tengo por qué, y sin embargo todos esos chicos viven ahí con la seguridad que ese refugio le brinda, eres la que va y viene. Y trabajo revisando los casos de la oficina, tu padre firma sentencias… ambos sabemos cuál es el castigo que nos corresponde por ir y venir. La pregunta no es si hay que hacerlo o no, o si vale la pena o no, es… ¿seremos capaces de aceptar las consecuencias que ese ir y venir trae?
Anonymous
M. Meerah Powell
Fugitivo
Recuerdo un poco de cómo me había descrito Dave a sus padres la última vez que habíamos hablado, y si considero a Charlie dentro de la ecuación también, pues no me es muy difícil imaginar los enojos que pudo haber o no tenido. No que supiera nada real de su vida por fuera de las personas que teníamos en común y lo poco de un par de charlas, pero quería creer que no me sorprendía lo que decía. - Tengo que admirar un poco esa seguridad inmediata. Me refiero, a lo de estar desde el primer momento en el que pudiste. - A mí me había costado entender, había sido aún más difícil el decidirme… No es que me arrepintiera, pero envidia la decisión automática que pudo haber tomado. - No es que haya mucho que contar, supongo que supones bien. Lo que sucedió con Hero básicamente cambió mi forma de ver el mundo y… bueno, tienes que admitir que cuando los conoces no es complicado comprender lo que quieren o lo que buscan. - Me encojo de hombros y trato de no recordar la forma en la que solía pensar hace no mucho tiempo atrás.

Lo siguiente que tiene que decir debería preocuparme o aunque sea generarme algún tipo de dudas o remordimientos, la verdad es que no lo hace. - ¿Seríamos capaces de afrontar las consecuencias de quedarnos al margen y desentendernos del asunto? Porque yo creo que no podría apartarme de ellos luego de conocerlos y es ahí donde el qué podría pasarme pasa a un segundo plano. - Vuelvo la vista hacia Tilly y esbozo una sonrisa un tanto melancólica. - Me preocupa más lo que podrían decir de Hans o de Lara, o cómo podría afectar a esta pequeña. Pero técnicamente hablando, si se rigen por el sistema, mis acciones son puramente mías. ¿Soy muy egoísta por pensar de esa forma? - Que sabía lo mucho que mis acciones podían lastimar a los que quería, y sabía que Hero sabría comprender si elegía apartarme. El punto es que yo no podía hacerlo a conciencia, ya era tarde para eso. - Aún así no pienso mucho en eso. Prefiero creer que soy lo suficientemente inteligente y cuidadosa como para tomar las precauciones que corresponden. Y trato de no confiarme porque hasta ahora, y si descarto un pequeño incidente con Mae, todo ha salido relativamente bien. - Balanceo a la bebé sobre mis piernas y vuelvo la vista hacia Dave. - ¿Es complicado para tí? El ir y venir, el tener que andar mostrando una cara y luego otra. Consecuencias aparte.
M. Meerah Powell
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Invitado
Invitado
Suelo pensarlo más bien como que la adolescencia tiene eso de que pongamos en crisis todo lo que conocíamos y dábamos por sentado de niños, así que oponerte a las cosas que creías es parte de crecer— le explico, en su momento no lo vi como un acto de coraje, estaba enojado y necesitaba algo que culpar, a lo que enfrentarme, me indignaba más fácil lo que estaba mal. Sigo teniendo esos arrebatos cada tanto, mientras los tenga continuaré haciendo esto, el día que me resigne a que las cosas tienden a ir más mal que bien, me apartaré de esto. Ojalá haya algún cambio que me brinde la esperanza necesaria para que a la larga esto no se vuelva cansador, sino que parezca que tiene algún sentido.

He podido hablar con Hero, espero que algún día pueda tener un juicio real y sea reconocida como inocente. Sé que algún día las cosas podrían cambiar tanto que ella pueda volver a recuperar los derechos de una ciudadana libre, pero necesito… necesito que se la reconozca inocente—. La miro por encima de la cabeza de pocos pelos de su hermana para sonreírle. —Habías dicho que querías ser abogada, ¿no? Algún día podríamos ser los abogados de todos esos chicos. Por cliché que pueda ser lo que voy a decir… todos ellos son buenos chicos. Ke…— bajo el tono de mi voz para continuar: —Ken es de las personas más ingenuas que he conocido, una vez me pidió que le enseñara a hacer un patronus y termino de culo en el suelo, ¿te lo puedes creer?— le cuento y aparto mi mirada de ella para fijarla encima de su hombro. —No tengo idea de cómo serán cuando sean adultos, en qué tipo de personas puede llegar a convertirlos esta guerra, pero lo que hacen ahora lo hacen realmente con buenas intenciones— susurro.

Así que no puedo hacer nada aparte de escucharla cuando me da la respuesta que me permite comprenderla mejor, tengo el impulso de pasar mi mano por su cabello rubio como lo haría con mi hermana por esa confianza que tenía en sí misma de que podrá ser más lista que todos los zorros y trago mi anhelo puesto en palabras de que espero que así sea, por ella. Pienso en Holly que no tiene más que un par de años que ella, los que parecen décadas porque ella supo lo que era vivir y sobrevivir en el norte, así que nunca he dudado de que sea incluso más lista que yo para hacer este trabajo de mezclarse entre los funcionarios sin levantar sospechas. —Holly y yo te ayudaremos todas las veces que hagan falta, seguro que ella te lo dijo y de más está que te lo diga yo también— me cuesta mucho decir esto, muchísimo. En diciembre mi reacción hubiera sido otra, enero no fue mejor, febrero lo pienso como un punto nulo. —No, no ha sido fácil para mí. Y en realidad me gustaría pedirte que te quedaras en casa, que no vayas, que sí quieres yo llevaré a Hero todas las cartas que quieras enviarle y…— me encojo de hombros, caen con desgano. —Nuestros destinos nos encuentran, no importa la edad que tengamos— digo, —es algo que pude entender viendo a los demás—. Suspiro al bajar mi mirada a la bebé con la que cargo, hace un rato también podía sostener al bebé de Phoebe y simular que era un avión. —¿Sabes por qué se hace difícil? Porque a veces se siente como que eres un traidor con la gente que amas. Y porque cada vez que algo explota en medio, miras a ambos lados para ver a quien lastimó, de un lado quien te importa está a salvo, del otro está herido, porque siempre hay consecuencias por cada cosa que pasa.
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M. Meerah Powell
Fugitivo
- Tú y yo somos dos, pero sabemos que eso ya no es posible. No ahora al menos. - Antes de haberse declarado a favor de Ken tal vez y tenía una posibilidad, por mínima que fuera. Al mostrarse abiertamente partidaria de ese bando, pues incluso aunque tuviese toda la fé del mundo en Hans, ni él sería capaz de ayudarla demasiado. - ¿Cliché? no es cliché si es verdad. No me cuesta visualizar a Ken de culo en el suelo, a Hero rodando los ojos, a Jared riéndose por algo así… La primera vez que estuve ahí creí que me acusarían con el dedo y le recriminarían a Hero mi presencia. No sucedió esa vez, ni la segunda, ni la tercera. En año nuevo pude hablar con todas las chicas como si fueran amigas de toda la vida. ¿Y esa misma gente está en la lista de enemigos públicos? - No podía verlos como enemigos públicos. Eran las personas a las que me gustaría invitar a mi casa, presentarles a mi hermana, invitarlos a dormir… y aún así no podía hablar con ellos sin que fuese considerado un delito de los más graves. ¿Qué tan ridículo es eso? - Lo malo es que para que yo sea abogada faltan ¿siete años? Si tiene que pasar todo ese tiempo para que se solucione todo, voy a enloquecer. -

Me entretengo con Tilly en lo que Dave habla y trato de hacerla jugar en vano ya que la pequeña se muestra claramente interesada en ver el interior de sus párpados. Tiene sentido igual el que esté cansada si paso parte de su tiempo entretenida con Hayden, aún así trato de mantenerla despierta lo suficiente para que en la noche pueda dormir y no ser un pequeño demonio de tazmania. - No sé si sea cuestión de destino. Pero hasta que tú mismo no te quedes en tu casa, espero que sepas disculparme si es que no sigo tu consejo. - Los dos sabemos que al final y al cabo todo será lo mismo. - O lo que es peor, el mirar a ambos lados y ver que los dos están heridos. O el saber que se han tenido que lastimar los unos a los otros. - Suspiro y al final me rindo al acunar a mi hermana contra mi pecho. Ella está cansada y su calor me reconforta en cierta manera.

- Sé que soy una traidora. Legal y sentimentalmente hablando. Y aún así creo que al hacerlo al menos me mantengo fiel a lo que soy o a lo que pretendo ser. Se supone que el desear que todos estén bien y que no haya más guerras es en realidad el ideal que sigo. Lo cual al final no es posible si no hay una pelea para conseguirlo… - Esto de que la guerra se use para conseguir la paz.. - ¿Se lo has dicho a alguien? Por fuera de los chicos me refiero. Porque Phoebs sabe que hablé con Hero, y Mae me ha visto en el nueve, pero fuera de eso… Creo que eres el primero de “este lado” al que puedo decirle todo, y el único que de verdad siento que me entiende. - Incluso aunque me pida que pare, él sabe lo que es tener una familia a la cual hay que mirar a los ojos casi todos los días y fingir que nada está pasando.
M. Meerah Powell
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Invitado
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Siete años puede parecer mucho tiempo— murmuro, —pero esto no va a terminar pronto— lo digo en un tono bajo de lamento. Cuando menos nos demos cuenta, esos siete años habrán pasado y seremos personas distintas. Las intenciones que nos mueven son buenas, las injusticias deberán salvarse algún día, pero ¿qué personas seremos en ese entonces? ¿Qué otras equivocaciones habrán traído esas injusticias que las sentimos propias? No creo que llegue el día en que pueda conseguir que se diga que Raven no merecía morir quemada o que mi abuelo no tenía por qué ir a un coliseo y creer que un suicidio era el único fin digno, quiero poder creer que habrá justicia al menos para los que quedan y que ese será el verdadero triunfo, no las ganancias que pueda dejar una pelea en la que de un lado o el otro deba morir gente.

Mi mirada la abarca tanto a ella como su hermanita menor, de cachetes tan redondos que yo mismo he picado con los dedos seguido al bromear con ella al oír sus balbuceos. —Tu casa es una mansión en la isla ministerial, como hija del ministro de Justicia, que se enteren que te escapas tendrá consecuencias distintas a las de… mis padres enterándose que otra vez estoy metiéndome con gente que no debería… ellos solo apartan la vista, Meerah. Ellos también lo hicieron alguna vez. ¿Tu padre lo hará? De enterarse, ¿solo apartará la mirada?— pregunto, recordando lo que Phoebe pasó cuando por ayudar a un amigo, se sintió como el peor error que podría cometer contra su familia, cuando Meerah sí está eligiendo a consciencia con quienes vincularse y hay una lista de enemigos públicos donde podemos encontrar los nombres de quienes llamamos nuestros amigos. Nosotros no podemos alegar que desconocemos las consecuencias de lo que hacemos.

Que se lastimen los unos a los otros es lo más común, una mierda si me preguntas. Tu tía Phoebe estaba en la alcaldía ese día, sé que tu papá también fue… tu tía estaba embarazada y metida allí en medio, Meerah. ¿Podemos hablar de la mierda que es eso? Y tengo una amiga que es auror, no quiero que me cuente a quién atacó o quien le atacó a ella, porque me sentiría fatal si me dijera “un chico de rulos” y yo tendría la duda de preguntar “¿Kyle o James?”— le muestro mis palmas al acabar, la mejor manera de ilustrar la impotencia en la que te coloca estar en el medio y no solo por estar en el medio, que si fuera a alguien que estando en ese lugar supiera bien a qué lado pertenece no habría problemas, es cuando perteneces a ambos que se siente la impotencia. —Traidores o no, es esa pelea inevitable la que va a lastimarnos por estar en el medio, aunque sepamos bien por qué lo hacemos y ese final se consiga… estamos en el medio, ataquen de un lado o del otro, va a atravesarnos— susurro y quiero esquivar su pregunta, lo hago al volver mi atención a la niña que se está durmiendo, que mencione a Phoebe me hace sonreír, no me sorprende de su tía conociendo lo libre de juicios que suele ser al escuchar a otras personas. —Si, se lo dije a alguien más, no me sentía bien mintiéndole. Me importa lo suficiente como para querer ser honesto y si tenía que darme la patada por decirle la verdad, lo hubiera aceptado. El problema es ese, cuando alguien te importa a ese punto, por fácil que se te de mentir, no puedes hacerlo. Pero solo sabe de mí, de nadie más. Ni de ti, ni de Holly, así que están seguras— al mencionar a la veela, suspiro. —Y quizá sea Holly quien más pueda entenderte y ayudarte, no iré al distrito nueve por un tiempo, trataré de ayudar desde aquí.
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M. Meerah Powell
Fugitivo
Estoy consciente de que la pelea no va a terminar pronto, pero aún así no quería creer que todo esto seguiría a lo largo de otra década. No podría actuar de la misma forma por siempre, y si el prospecto a futuro se medía en años, así como en un plural muy amplio, en algún momento tendría que hacer una elección. Una que no estaba ni cerca de querer hacer ahora. - ¿Trabajas con mi padre y aún así lo crees capaz de apartar la mirada? - La incredulidad en mi tono de voz es notoria, pero no puede pasar horas al día con Hans Powell y de verdad creer eso. - No me entregará si es a eso a lo que te refieres, estoy convencida de eso. ¿Pero apartar la vista? La expresión “padre helicóptero” vendrá con su foto al lado si eso llega a pasar. - Probablemente no vería la luz del día hasta pasados mis veintiuno, y el concepto de privacidad sería casi utópico si es que Hans se enteraba. Y lo tendría merecido, lo sabía de sobra, eso no significaba que me tuviese que gustar la idea. - El problema es que se entere alguien más que mi padre, ahí le complicaría la existencia a él y eso no es algo que quiera. Puedo afrontar las consecuencias, no quiero que ellos tengan que hacerlo.

Frunzo mi expresión entera cuando nombra la alcaldía. Ya he dejado de sentir escalofríos por cada vez que me aparezco en el nueve, y aún así no es fácil olvidar que la libertad de mis amigos costó otra visita al hospital para ver a mi familia herida. No me gustaba que cada acción tuviese un precio, no me gustaba que cada precio normalmente estuviese atado a una vida. - ¿Eso se considera masoquismo? porque conocer lo que está bien, querer actuar en consecuencia, y aún así saber que jamás podremos disfrutar una victoria… - Supongo que no podía considerarse ni eso porque el masoquista disfrutaba de ese tipo de sufrimiento, nosotros no.

Me alegra en cierta forma que haya podido desahogarse con alguien más, sabía que a mí me gustaría poder hacerlo, ¿pero podía confiar en alguien tan plenamente? Phoebe había escuchado hasta cierto punto, pero no se había mostrado de acuerdo con mi accionar, y al final también a ella había vuelto a mentirle. - Jamás creí que fueras a delatarnos, pregunté por la curiosidad que me generaba el saber… Bueno, cómo es que puedes decidir ser tan honesto con alguien. Se siente como que se requiere una valentía enorme para hacer algo así. - Una que no sabía cómo obtener. No del todo. - ¿Sabes qué es lo más irónico del asunto? Odio que me mientan. Detesto de verdad, desde el fondo de mi alma el que me mientan o me oculten cosas. ¿Qué tan hipócrita es de mi parte cuando lo estoy haciendo cada minuto del día? - Aprieto los labios con fuerza y me abrazo un poco más al cuerpo de mi hermana, ¿qué clase de ejemplo le iba a dar? - Me encantaría decirte que delegues en mí las cosas que requieran movilizarse si es que lo necesitas, pero considerando que básicamente todo el mundo me dice que no me meta, me tome un descanso y no me apresure a hacer cosas… No lo harías, ¿no? - Por mucho necesitara sentirme útil, al resto le daría un ataque si me veía más involucrada de lo que ya estaba.
M. Meerah Powell
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Invitado
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No es una persona que aparte la mirada— digo, no creo que sea de los que hacen la vista gorda y eso también dice algo sobre cuán recto puede ser, la cuestión con las personas rectas es que suelen pararse sobre ciertas reglas para juzgar. Desprecio a las personas que son volubles a intereses sórdidos, a los que la conveniencia de algo material o un poco más de poder, les basta para hacer que cambien de rumbo. Pero las personas que se aferran al libro del que aprendieron para decir que está bien o que está mal, son otro tipo de peligro para quienes piensan diferente y la gran mayoría no está dispuesta a abrir su mente. Rara vez un testimonio logra hacer que una persona cambie su sistema de creencias, somos lo que experimentamos por nosotros mismos y no creo que el ministro Powell entienda por su propia cuenta por qué su hija hace lo que hace, hasta que él no se vea atravesado por ello. Inevitablemente ocurrirá. —Pero es tu padre, suelo mantener las esperanzas hasta el último momento, de que la familia nunca te dará la espalda por grave que sea tu crimen o imperdonable que sea tu error…— y esa es mi experiencia, la de mi propia familia, hablando, porque tenemos sangre de hijos pródigos. Sujeto su muñeca con mi mano para darle ánimos con un apretón suave. —Puedo entenderlo, yo tampoco quiero eso para mi familia. No estás sola, somos varios, nos apoyamos entre nosotros y cubrimos las huellas de los otros— le aseguro para darle la tranquilidad de que si es su decisión y no tiene intención de echarse hacia atrás para mantenerse en lo seguro, en la línea del riesgo nos cubrimos los unos a los otros.

Esa línea nos coloca también en el sitio más incómodo, de a ratos también en el que más impotentes nos sentimos, sin poder hacer nada y a la vez todo nos atraviesa como se lo digo. —No suelo pensarlo como masoquismo, sino como una angustia que no se va, que nos atormenta a veces, que sigue allí también en los momentos en que nos reímos y creemos estar pasando un buen rato, de cara al mundo podemos vernos muy alegres…— en este patio que seguro ha sido trabajo de un paisajista profesional, dentro de lo que es la isla más cara de Neopanem. —Es propio de las personas, cargar una gran angustia dentro y aun así poder sentir tantas otras cosas que pueden ser contradictorias a esa misma angustia. Si los sentimientos son contradictorios, nos queda disfrutar los momentos, recortar lo que podemos llegar a sentir al momento presente que estamos viviendo, aquí o allá— digo, aunque sea un consejo para lo que yo mismo no logro dar una respuesta. —Pero, ¿sabes que es lo bueno de estar en el medio? Podemos verlo como estar divididos en dos, a cada lado damos una parte de nosotros. O podemos ser lo que una a esas dos partes. Porque cuando la gente se coloca en extremos, su perspectiva de las cosas se limita al lugar del que se encuentran, dos puntos extremos nunca ven lo mismo, entonces se vuelven importantes los mensajeros que van de un punto al otro— digo, aunque sea después quien le diga que no iré por un tiempo al distrito nueve, lo que no creo que cambie nada en realidad, porque en ningún momento estuve hablando de lugares físicos que se puedan marcar en un mapa.  

Si, bastante valentía, no estoy presumiendo nada al reconocerlo— aclaro. —Había muchas razones válidas por las que podría haber decidido sacarme de su vida y ser auror es solo la primera, lo hubiera entendido— murmuro, deslizo mi mirada a su hermanita al continuar. —Se trata de eso, de que mientes todo el tiempo y mintiendo lastimas a la otra persona. Solemos mentir para no lastimar, pero eso a su vez es una mentira. Esa persona no lo sabe, pero cada día que pasa es una mentira más, un día la verdad se sabe y duele, duele mucho. No quería seguir lastimándola— lo digo con pausas porque, así como otras cosas que hemos elegido hacer para insistir con lo que creemos correcto, cada vez que las hacemos afectan algo, invisible mientras sea un secreto, será una cuenta muy larga a pagar luego. —No te hace una hipócrita si la próxima vez que te sientes herida porque alguien te mintió, en vez de condenar a esa persona, tratas de entender por qué lo hizo. Y cuesta, sé que cuesta. Si puedes tratar de entender a qué tenía miedo esa persona, no serás una hipócrita. Y claro que algunas veces te darás cuenta que lo hacía por ser una mierda de persona, pero se trata de ti. De esos dos segundos entre lo que se hizo y la condena, en que te colocas en el lugar de la otra persona. Eso hace falta y eso es lo bueno de estar en el medio— repito. Suelto su muñeca para cerrar mis dedos y que solo el índice choque con su frente. —Y no, no voy a pedirte que hagas lo que debería hacer yo. Dije que no iré por un tiempo, pero si se necesita que vaya, iré. No eres la única, varios de los chicos te dirán, todos están tratando de encontrar qué hacer para colaborar. El que sean personas que piensan distinto a los que estuvieron antes en realidad es lo importante.
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M. Meerah Powell
Fugitivo
Me sonrío para mis adentros al saber que David, incluso estando también en una encrucijada parecida a la mía, podía tener fé en alguien como mi padre. Alguien que para muchos es solo el Ministro de Justicia, esa persona horrenda que solo se dedica a castigar a las personas que no creen en el sistema. Son pocos los que vemos en él al padre amoroso que puede agudizar la voz más de lo debido para jugar con Tilly, que siempre se preocupa por darme todo lo que necesito, que discute con Lara a cada que puede pero sin llegar jamás a ser peleas. Que opinara diferente no significaba que creyese que Hans era un ogro, y sí, puede que haya cosas que a mi parecer no esté haciendo de forma correcta, pero también seguía siendo esa persona que apartaba la vista o crispaba los puños cuando era obligado a sentarse en el palco del coliseo. No era secreto en casa el que Magnar no era su persona favorita, pero no había mucho que pudiera hacer al respecto. - Estoy segura de que no me dará la espalda, pero al traicionar su confianza también estoy perdiendo oportunidades de que me escuche en un futuro. Juego mucho con el riesgo que supone tan solo el pensar como lo hago, y aunque no esté sola, el cubrirnos las huellas implica que alguno tiene que dejar las suyas marcadas. Alguien va a tener que pagar las consecuencias de igual manera. - Él, Holly, yo o cualquiera que tratase de ayudar a gente la constitución prohibía.

¿Angustia? No había pensado en eso como angustia pero ahora que lo decía tenía sentido. No era un sentimiento con el que estuviese familiarizada, y aún así parecía ser uno que se había instalado en mi pecho sin haber podido nombrarlo con anterioridad. - ¿Entonces somos depresivos por deporte y actores por naturaleza? - De acuerdo, ser depresivo era tal vez demasiado fuerte, pero lo de actuar sí se me hacía bastante certero. No había sido la intención, pero llamarnos actores en lugar de mentirosos… Seguía siendo una mentira, solo camuflar algo con una palabra más bonita. - Lo que dices suena coherente, pero no puedo dejar de verlo como estar en medio de un sube y baja. Los demás se divierten y todos quieren estar en la cima. Pero para que uno esté elevado, otro siempre tiene que estar abajo y si alguien cae… Estar en el medio tratando de sostener a la parte restante suena como a mucho esfuerzo. - Uno que tal vez jamás seríamos capaces de lograr. - Lo divertido es que, si una persona cae del sube y baja, la otra jamás podrá volver a subir y acabará en el suelo también. ¿Se supone que así acaba la guerra?- ¿Por qué de golpe esto se ha vuelto una metáfora pesimista? Voy a atribuirlo a eso de la angustia que nombra Dave, porque pensar en otra cosa para justificar era simplemente cansador.

- Tú se lo dijiste a una auror, ¿crees que alguna vez seré lo suficientemente valiente para enfrentar a un ministro? - Porque no quería seguir lastimando, pero tampoco quería parar y en el mientras, pues la mentira seguía estando. No sería pronto, pero tal vez, en algún otro momento… cuando las cosas fuesen diferentes me sentaría a hablar con Hans, a explicar el por qué de todos mis secretos y esperar lo mejor aunque no lo mereciera.  - Me caes mal. Haces que todo suene con mucho sentido y me haces sentir mal, porque tienes razón y hay cosas con las que me he portado muy egoísta. Me puse en una posición de juez pero jamás escuché razones y… Ya, supongo que todavía no es tarde para cambiar. Tienes razón, todavía existe una próxima vez para todo. ¿Ya te dije que me caías mal? - Es obvio que estoy bromeando, pero la situación se siente un poco más ligera de momentos. - Oh vamos, no digo para las cosas más complicadas. Pero debe haber cositas no muy grandes en las que pueda ayudar para que tú no tengas que movilizarte. No es que no tengamos excusa para vernos. ¿Por favoooor? - Apoyo el mentón por encima de la cabecita dormida de Tilly y me esfuerzo en hacer un puchero. Que si vamos al caso, no serviría de mucho siendo que estaba tratando de que no me viese como una niña.
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Todos— murmuro, —aunque cubramos nuestras huellas hoy, seguirán estando allí mañana, o el hecho mismo de seguir andando, deja nuevas huellas. Todos pagaremos el precio de nuestras consecuencias, lo único que espero es no sea pronto— porque si debemos pagarlas con el sistema que aún rige, el costo es elevado y al precio de nuestras propias vidas, niego a mi mente que invoque imágenes de lo que podría ser para Meerah ser reconocida como una traidora vinculada a los delitos más graves, cercana a los peores enemigos del mismo Magnar Aminoff. —Sé que podría ser mañana, pero hay una única persona en mi mundo que rige mis tiempos y por ella espero que no sea pronto— arrimo mi dedo a la mejilla redonda de Tilly para picarla suavemente, —espero que sea cuando Charlie pueda hacer frente al mundo por su propia cuenta—. Por mis padres no me preocupo, por lo que me ha quedado claro, podrían hacerle frente a lo que sea y mi hermana es lo único por lo que todavía velan. Mi padre enloquecería si fuera influenciada por cualquiera de mis acciones, pero así como ha sucedido conmigo y antes de mí, con sus propios hermanos, con mi madre saben aceptar que cada quien toma las decisiones que hacen a su propia vida. Es lo que ha tratado de enseñarme y no lo comprendí hasta hace poco, pero destino es el final del camino, todo lo que está antes son decisiones.  

Melancólicos por naturaleza, siempre necesitamos echar de menos o anhelar algo que no está, algo ausente— contesto, en algún momento al vacío que sentimos cuando nos replanteamos la vida, necesitamos darle el nombre de algo. Lo de actores por naturaleza no se lo discuto, pienso en mi abuela, en que fue mucho más fiel al vivir la vida con sus altibajos de comedia y drama, de lo que muchas personas podemos reconocer sobre las nuestras. —Si es así, ¿es realmente el final de la guerra?— le devuelvo la pregunta. — Si es un sube y baja, como vemos que lo es, y gana quien queda en el alto, pierde el que está en lo bajo. ¿Se termina la guerra? No creo en la idea de ganadores y perdedores, eso es prolongar la guerra, porque los perdedores algún día buscaran la revancha, a nadie le gusta sentir que está en lo bajo— trato de explicarlo con la lógica que yo lo veo, con la que me encontré cuando me vi en el medio de todo esto y me vi a mismo fragmentado. —No lo pienses con nombres propios o líderes de esta guerra, ellos están dentro de una propia batalla de poder que nos excluye. Piensa en dos grandes bandos que incluyen muchísima gente, entre ellos se debe definir quiénes son los ganadores y perdedores.

»Creo que la guerra realmente va a poder terminar cuando no haya ni lo uno ni lo otro, cuando todos estén parados a una misma altura y ese que viste como un enemigo, puedas reconocer como una persona
— digo, hablar de una amiga auror a quien le he contado la verdad puede servir como ejemplo evidente de esto, con la salvedad de que una auror no es lo mismo que un ministro. —Sí, creo que lo serás, creo que cuando sea el momento, será lo que tenga que ser y lo que hagas marcará una diferencia— por todo, por el lugar en el que se encuentra, por ser quien es, no en cuestión de apellido, sino en carácter. —A este punto a la única que creo que le caigo bien es a tu tía Phoebe— digo con una media sonrisa, lo irónico de hacer lo que considero que está bien, es que los demás me lo señalan como equivocado y todas las personas que me importan, alguna vez se vieron lastimadas por lo que yo creía que tenía que hacer. —Seguro que las hay, pero no te delegaré las mías. Porque estás hecha para algo que tienes que descubrir por ti misma, quizás Ken, Hero o Mimi puedan darte algunas ideas. Pero estás hecha para hacer algo que solo puedes hacer tú— me acabo de sentir Phoebe por dos segundos al decir esto, con todos sus consejos sobre ser nosotros misms.
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M. Meerah Powell
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Que nombre a su hermana me hace sentir completamente culpable. Es una tontería, porque el cambio de color de una corbata no debería significar nada, pero en su momento lo hizo y, aunque ahora Charlie también cursaba en segundo, no podía decir que éramos todo lo cercanas que éramos antes. A decir verdad, no recordaba haberla visto en toda la semana. Genial, ahora era una pésima amiga también. - Eres su hermano mayor, por lógica, eso para tí pasará mucho después de lo que realmente será para ella. - Que si íbamos al caso, ambos conocíamos a muchas personas que tuvieron que afrontar la vida demasiado pronto. No sabía hasta qué punto creer los relatos de Beverly o de Jared, pero tanto Ken como mi tía también eran considerados demasiado jóvenes, y ahí los tenían, a cargo de un distrito y al frente de una guerra. Probablemente, en una situación como la de ellos Charlie estaría mucho más que lista para hacer frente al mundo por su cuenta.

¿Echar de menos? no estaba segura de que hubiese algo que echase de menos, no de la forma en la que él se refiere. Ya lo de anhelar… supongo que era una palabra que iba mejor que “desear” o que al menos parecía calzar justo en esta situación. La melancolía que provenía del anhelo. Sip, eso podía entenderlo. - Por alguna razón siento que la guerra no se termina. Porque ahora me resulta imposible el pensar que todos puedan aceptarse, no como ganadores o perdedores, sino como personas que pueden convivir aceptando que el pasado es el pasado. Es como que están dentro de un círculo vicioso del que no quieren salir. Tal vez por eso me gusta tanto ir al nueve. O al menos puedo entender que lo que quieren hacer es estar en paz. Antes de que Hero tuviese que huír… bueno, no hablábamos de política en ese entonces contigo, pero era la niña más insoportable del planeta. Repitiendo como un loro todo lo que me decían y creyendo que por ser magos nos merecíamos el mundo. - No habían sido mis mejores momentos, pero al menos podía justificarme en que era una niña y en que no conocía otra cosa. - ¿Sabías que a Ken y a Jim los conocí antes de ir al Norte? O bueno, a Ken técnicamente lo conocí en el Norte, pero no sabía que era él. Lara lo sabe, pero no sabe todo lo que vino después… Y aún así también opina que a mi tiempo, podré encontrar bien mi camino. No me gusta que todo se trate de tiempos si tengo que ser sincera.

Me río al final cuando dice que Phoebe es la única a la que le cae bien, sobre todo porque a veces olvido que son amigos. - Técnicamente, al único que creo que no le caes del todo bien es a mi padre. Pero tampoco es tan así, porque sino no te dejaría ni estar a tres metros de Tilly. Solo es sobreprotector. - Que en cierta forma no lo culpaba, pero no por las razones que él creía. - Pffff, eso de delegar en otros… muy mal Dave. - Hago un “tsk, tsk” con la lengua, que espero que entienda que no es en serio,. - Espero que sea algo más que diseñarle un traje a Ken, porque hasta ahora es lo único que hemos planeado con Hero, y no se siente especialmente útil si tengo que serte sincera.
M. Meerah Powell
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Decir que se siente como que la guerra no termina, lo resume todo…— murmuro, tengo la vista puesta en ese final como un punto que algún día atravesaremos, pienso en todo lo que se hará después y cómo tendrán que reacomodarse las cosas, los juicios que habrá donde se castigará a déspotas como Magnar y se dará el merecido reconocimiento de inocencia a personas como Hero, tengo la mirada puesta en ese día porque, si de algún nunca he dudado, es que estaré allí. Si tengo que ser plenamente honesto con Meerah, tampoco quiero que ese día se demore tanto, porque no tengo idea de qué persona seré entonces si pasa tanto tiempo. —Si siendo la niña más insoportable del mundo como dices— me contengo para no reírme de lo que es una impresión que tiene de quien fue, —y repitiendo lo que te enseñaron, así que no tenías manera de decir más que lo que conocías, pudiste crecer, cambiar y entender a otras personas, es la prueba de que eso es posible, ¿no?— señalo, como una muestra de fe de que esto no es una lucha condenada al fracaso.

Meneo la cabeza cuando me dice que ya conocía a Ken o a Jim, la dejo quieta por la sorpresa de saber que se lo ha contado a Lara. Ni hablemos de que ella también le haya aconsejado que de tiempo al tiempo, lo que me suena raro viniendo de Lara por lo que conozco de ella cuando trabajaba en el taller con mis padres, pero a mí mismo me pasa que puedo tener mis arrebatos y a Charlie le prohíbo tener los suyos. —Meerah…— creo que tengo que decirlo sin más, —no voy a meterme en lo que sea que pasa con Jim, ¿está bien?—. No me sale de los labios decirle que lamento lo que pasó en Año Nuevo, no sería honesto, porque si vamos al meollo del asunto, no me arrepiento de haberlo golpeado. —Solo ten cuidado, con todo, no lo digo por ser él o lo que sea, solo ten cuidado. Porque me preocupo por ti— muerdo el interior de mi mejilla porque no voy a repetirle lo que dijeron al preocuparme por ella entonces, —eres la sobrina de Phoebe, la hija de mi jefe, la hermana de Tilly… algo así como la hija de Lara… y sobre todo, eres mi amiga. No lo digo como hermano mayor, ni ninguna otra tontería. Sino como un amigo, ¿de acuerdo?

Por más recelos que tenga su padre, razón por la que me dispararía como un francotirador desde cualquiera de las ventanas si me ve sentado con ella, no creo poder indiferente a lo que pueda ocurrirle a Meerah o a ver cómo sufriría su familia si algo llega a pasarle por ponerse en riesgo. No tengo ni con su padre, ni con Lara, la confianza como para intervenir y, aún menos, si se enteran que soy parte de lo que la pone en peligro. Pero su tía ha sido quien me apoyó en los momentos más duros, que si algo la lastima, a mí también me duele. Presiento que con Meerah me pasará lo mismo. —Hay buenas razones por las que tu padre tiene todo el derecho a odiarme, pero él las desconoce. Por lo demás, puedo entender por qué es como es conmigo, así que nunca le tomado saña por eso. De hecho… tiene una fotografía tuya y de Tilly en su escritorio, trata de ser un buen padre, me lo recuerdo cada vez que me parece que se ha pasado un poco siendo… gruñón— me trago cualquier otra palabra en reemplazo. Froto mi mentón en un gesto pensativo, muerdo mi lengua para no decir algo que ni siquiera haya hablado con Ken, por algo conformaron un consejo en el distrito nueve, las decisiones surgen de ahí. —Hablemos con Mimi y Holly, quizás haya algo que puedas hacer dentro de lo que es el equipo de información— alzo mis cejas al decir esto último por darle un nombre pomposo a algo que ni siquiera tiene un nombre, pero si hay alguien que quizá necesite un apoyo desde los lugares en los que se mueve Meerah, podría ser Mimi.
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M. Meerah Powell
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Creo que he pasado demasiado tiempo en el distrito nueve cuando lo primero que se me viene a la mente ante su frase es “que resumen de mierda”, con puteada incluída. Que conmigo nunca venían incluídas las puteadas, pero en esta ocasión, tenía que admitir que el sentimiento estaba. No era bonito estar en medio de una guerra, y pensar que nunca se iba a acabar, que todo al final serviría para nada cuando el propósito en sí mismo de la pelea, era para llegar al cambio que les daría a todos una oportunidad de… bueno, de vivir como se debía. - Me encantaría creer que sí, que el ponerme a mí misma como ejemplo es suficiente para pensar que todo el mundo tiene la misma oportunidad. Pero sabemos que ese no es el caso. Hay muchos, mi padre incluídos, que tienen vivencias atrás. ¿Cómo era eso de enseñarle trucos nuevos a un perro viejo? Porque creo que hay una diferencia ahí. - De esas en las que yo pude abrir los ojos y ver lo que estaba pasando, porque no tenía una vida llena de cicatrices detrás que me mostrara otras cosas.

No me espero que traiga a Jim a colación de esa manera, que sí, yo había sido la que lo había nombrado primero pero no en ese ámbito. Tampoco sé muy bien como tomarme lo que me dice, ¿qué se supone que cree que pasa? o mejor aún ¿de qué cree que me tengo que cuidar? - Voy a aceptar lo que dices porque valoro tu preocupación, pero tampoco hace falta que le des muchas vueltas al asunto cuando sé que es por él también. No está pasando nada que tenga que preocuparte, y aún aunque fuese el caso contrario… ¿le has dado la misma advertencia a Hero o a Syv? - No sabía qué tan cercano era con Bev, pero son las primeras que se me vienen a la cabeza como ejemplo. Ya, no quería darle muchas más vueltas al asunto, pero prefería que dijera las cosas como realmente las pensaba, y no que bordeara el tema con delicadeza cuando, bueno, creía que no había nada que pudiera ofenderme cuando ya imaginaba qué era lo que podía inquietarle.

- “Gruñon” suena casi que adorable. ¿No exigente o mandón? - En otra ocasión habría usado la palabra eficaz… a quién quiero engaar, todavía lo creo pese a que no esté de acuerdo con todas sus políticas. Claro que no creo que la mayoría de sus empleados recuerden que es un buen padre al momento de criticarlo en cualquier ocasión. - Si ellas son el equipo de información, tú formas parde de ¿reconocimiento? suena mucho más elaborado de lo que en verdad sospecho que sea. Ya, voy a hacerte caso. De verdad necesitaba esta charla contigo.
M. Meerah Powell
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También hay días en los que creo que nada va a cambiar, que lo viejo está demasiado arraigado, lo bueno es que esos días terminan para dar pasos a otros en los que logro salir de la cama para presentarme al ministerio y confiar en que algo se puede hacer, porque si no le faltaría el sentido al hecho de estar ahí. —Pueden tener nuevas vivencias— sugiero, por el mismo optimismo de los que guardan una esperanza hasta la última respiración, —no creo que nada nos defina de por vida—. Nacemos y morimos muchas veces, somos muchas personas a  lo largo de los años, es otra cualidad necesaria para subsistir, la de morir un par de veces, cosa que no digo porque suena funesto delante de una bebé y una chica que está descubriendo las muchas facetas que puede tener vivir. Además, porque hay creencias que tenemos por experiencias personales, ella acuñará las propias.

Tengo la intención de hacer lo que me dice, porque no creo que sea un tema en el que deba alargarme cuando no incumbe, pero su pregunta me saca una sonrisa y se me hace necesario dar una aclaración. —No eres Hero, ni Synnove. No he tenido con ellas este tipo de charlas, ni fui a sus casas, ni conocí a sus familias. Si con alguien tengo la confianza de hablar así sería con Mimi, pero ella ha pasado por cosas que no me arriesgaría a decirle que tenga cuidado con tal o cual cosa…— digo, que el hecho de ser los únicos que quedan de lo que alguna vez fue una radio clandestina, no sé si es a la confidencia a lo que me refiero o a la simple franqueza que se puede tener con alguien, han pasado meses sin que me dé cuenta desde la última vez que hablamos y no me miento al reconocer que la muerte de Lea, más que las muertes de Jeff y Kenny, fue lo que me marcó el fin de lo que una vez fuimos. —Están los chicos del nueve como el grupo que son y luego estás tú… no se trata de jerarquías, pero son afectos distintos— me encojo de hombros, es la mejor manera que encuentro de decirlo.

Es gruñón, exigente, mandón… podría continuar, si no fuera porque me temo que aparezca de un momento a otro y estaremos en otro momento incómodo otra vez—. Juro que me da más temor de criticarlo, que de mencionarle el nombre de Ken que seguro es tabú, para que a mi jefe se le ocurra que es un buen momento de aparecer. —Pues también me consideraba parte del equipo de información— me río, —tendré que preguntarle a Mimi y a Ken cuál es mi situación laboral y si tengo cobertura médica— digo como broma, si la tengo no servirá de mucho cuando llegue a necesitarla. —Y lo entiendo, sé lo mal que puede hacerte sentir no tener alguien con quien hablar y quedarte a solas con todo lo que está pasando en tu mente— murmuro, soy un buen ejemplo de que eso nunca acaba bien. Dudo un momento antes de contárselo. —En el último coliseo murió mi abuelo— digo, dejo pasar un segundo en el que recupero el aire antes de continuar. —Es la primera vez que lo digo en voz alta, porque a veces las palabras simplemente no logran tomar forma. El problema es que cuando no dejas salir algo que tienes muy dentro tuyo, haces cosas que te permitan sentirte libre de eso que cargas y las cosas se ponen cosas. Todos los desastres que causamos en el mundo, son desastres que llevamos dentro y sacamos fuera…— todos, vengamos del lugar que vengamos, estemos donde estemos. —Siempre que necesites hablar, ya sabes. Quizás hablarlo salve al mundo de nuestros desastres o a nosotros nos salve del mundo— que si nada cambia, nos queda esto último.
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M. Meerah Powell
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Tampoco creo que haya nada que nos defina de por vida. Ni siquiera yo estoy segura de que mis opiniones vayan a mantenerse a lo largo del tiempo, o que no haya algún hecho a futuro que haga que cambie de opinión, o que refuerce de manera extremista lo que he aprendido a ver. ¿Quién sabe? Al final lo único que era en verdad seguro, era que no podíamos controlar las opiniones de los demás sin importar lo mucho que tratemos. No es que fuese a perder las esperanzas de conseguirlo algún día, aunque fuese solo convencer a mi padre de que todo lo que le estaba ocultando ahora, tenía una razón.

- Oh. - Se me escapa la pequeña exclamación en lo que medito lo que me dice y trato de diferenciar los diferentes tratos que menciona. Por un segundo me siento tentada de decirle que fue ella la que tuvo una cita con Jim, pero me abstengo porque eso le jugaría en contra a él. No voy a meterme en las relaciones ajenas, y no voy a justificar más acciones que las mías. - Me quedo con lo de afectos distintos. Que puedo entenderlo porque si ese no fuera el caso, hace rato te hubiera gritado por lo que pasó en Año nuevo. No lo haré, lo que haya pasado entre ustedes es cosa suya. - Como también lo era lo que pase o deje de pasar conmigo. Prefería dejar el tema ahí, con el entendimiento que podíamos tener acerca de cualquier tipo de relación que se maneje.

- Si quieres puedo dejarte sostener a Tilly. - De esa forma tal vez se ahorre el volver a quedar de cabeza o algo similar. Si tenía a la bebé dormida contra su pecho, Hans no le haría nada. Que sí, tampoco debería hacerlo en una situación normal, pero era un padre y se supone que su comportamiento era considerado una paternidad decente. Me río con el comentario de la cobertura médica y pienso por unos segundos el planteárselo a Hero. Tenía entendido que Seth era médico, ¿eso contaba como cobertura? Claro que no llego a hacer ni el chiste, que ya en seguida me comenta algo que no esperaba oír de sus labios. Bien, primero Andrew y ahora el abuelo de Dave. Que no me es fácil saber quién había sido. Lo recuerdo bien, así que mi pecho se oprime por él y por lo que debe haber dolido el ver algo como eso televisado. - No sé que decir con esto, pero lo siento, por tu abuelo y por tu familia, y por todos esos desastres que no pudimos salvar. Gracias igual, por estar pese a todo, sin esperar jamás nada a cambio. Sé que tal vez sea muy joven, o tengas a personas con las que te sientas más cómodo, pero también espero estar si es que lo necesites. De verdad aprecio lo que haces.
M. Meerah Powell
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Es cosa nuestra— estoy de acuerdo con eso, —como lo de ustedes es cosa suya. Y la relación que nosotros podamos tener también nos compete solo a nosotros. ¿Quedamos así?— propongo como acuerdo de paz sobre ese tema. Es la postura a la que llegué luego de tomarme un tiempo para pensar. Hubiera dicho algo muy distinto a finales de diciembre, no me retracto de lo que hice o dije en ese entonces, porque así lo sentí. Pero eso que me dijeron que la vida no se puede ordenar en cajas, no es cierto. Es lo que empecé a hacer una vez que volví, colocar cada cosa en el lugar que le corresponde, no mezclarlas, no tratar de mezclarlas. Poder entender hasta donde depende de mí y donde depende de decisiones que son exclusivas de las otras personas, entender que serán con muy pocas, realmente muy pocas, a las que puedo darle mi parecer porque también tiene que ver conmigo en un sentido más personal.  

Sonrío a la bebe cuando la sugiere como escudo de las reacciones que su padre pueda tener por malinterpretar esto. —¿Harías eso por mí, Tilly? ¿Me protegerías de las maldiciones de tu padre?— le pregunto a la niña. No creo que haga falta el sacrificio, tendría que ir despidiéndome, un vistazo hacia la casa sobre la cual comienza a verse como las tonalidades del cielo cambian me indica que se hace tarde. O quizá soy solo yo que después de decir algo que me costó demasiado que tome forme, lo deje sobre la mesa y me retire, porque ya está dicho, no tiene caso volver sobre él, porque no pretendo que Meerah tenga que escuchar mis monólogos de lamento. —No hay mucho que decir— digo, no quiero que se sienta en el compromiso de decir algo. —Siempre se trata de poder hablar y tener alguien que escuche.

Retiro mi mirada hacia un punto vacío cuando escucho su agradecimiento, me hace sentir ligeramente incómodo, no estoy seguro de que me haga bien escuchar que me agradezcan el estar sin pedir nada a cambio, porque a la larga, sé que eso se vuelve muy pesado y solo va a decepcionarse si es que no llego a estar a la altura. Pero ya tuve esta charla con Alecto sobre lo que otros ven en mí, también sobre lo de aceptar lo que es un cumplido sincero de otra persona. —Gracias, sé que lo dices en serio y lo valoro mucho— busco su hombro para darle un apretón, me quedó mirándole como antes lo hice con Ken. Hay personas que están cerca y otras que sientes cerca, luego están esas personas que llegas a sentirlas, sobre las siempre tendrás los ojos puestos y tendrás que verlas crecer, hacer su propio camino. Charlie fue mi maestra en eso, personas por las que te arriesgarías y tratarías de proteger a toda costa, pero que tomarán sus decisiones que tendrás que dejar que tomen. —Es una promesa, ¿de acuerdo? Sabrás que estoy si me necesitas y yo sabré que estás si te necesito, ninguno de los dos lo olvidará o dejará de creer en ello.
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