TEMAS
La puerta de mi despacho se abre y la persona que estaba esperando ingresa. A pesar del frío del exterior, aquí dentro la calefacción me deja sentirme cómodo dentro de mi camisa pulcra, esa que señala que hoy soy yo quien tiene el poder y es él quien tiene que sentarse del otro lado. Muy lejos quedaron esas épocas en las cuales era él quien se pavoneaba por el norte para pedir de mis favores, esos que siempre necesitaron antes de llevarse todo el crédito. Mis ojos se muestran helados, pero no puedo evitar sonreír con cierta sorna — Parece que aún tienes la dignidad como para responder ante mis llamados — es mi simple saludo, uso la mano para señalar el asiento que queda libre frente a mi escritorio — Era lo mínimo que podías hacer, después de haberte ganado meses de perdón por lo que hiciste en el nueve. ¿Quieres beber algo? — que si se atraganta, no me preocuparé en ayudarle. Se merece el ahogarse en su propio patetismo.
Puedo notar su mirada clavada sobre mí incluso antes de girarme hacia él una vez entro, y me siento en la silla que me señala, con un semblante bien serio como respuesta inicial. — ¿Lo que hice en el 9? ¿Traer a Ava Ballard y gracias a ello conseguir a Benedict Franco? — cuestiono en un tono tranquilo, intentando ser todo lo respetuoso posible. Creo que los dos sabemos que la compañía del otro no es algo que nos agrade, así que qué menos que tratar de mantener las formas... sobre todo porque es mi jefe. Un jefe que toma decisiones a las que me opongo, como permitir que Franco trabaje para nosotros. — No, gracias — rechazo su ofrecimiento a la bebida porque, para empezar, no tengo sed, y también dudo que tenga algo que me agrade y me niego a beber alcohol. — ¿Qué necesitas? — Voy directo al grano porque cuanto antes acabemos, antes podré marcharme.


Me da igual que rechace la bebida, eso me deja ir al grano — ¿De ti? Nada, ese es problema — hago tronar los dedos antes de bajar las manos, las cuales apoyo en el escritorio — Riorden, cometiste error tras error. No solo tu trabajo se vio truncado por personas con muchos menos recursos que nosotros, sino que tampoco pudiste ponerle un freno a los avances de a un adolescente al cual le siguen limpiando el culo — que nadie me diga que Kendrick Black no es más que una cotorra repetitiva con demasiado ego como para poder crecer más centímetros del suelo — Y tus fallas se ven reflejadas como si fueran mías. ¿Y de verdad crees que mi gobierno permitiría que tu hermano nos diera la espalda sin siquiera frenarlo, así como así? Creo que dejamos en claro que tus intereses y los míos no van de la mano — arqueo las cejas, creo que las neuronas le dan al menos para seguir mis palabras — Te daré el día de hoy para que limpies tu escritorio y hasta la semana entrante para que te marches de la isla ministerial. Y espero, de verdad, que a tu nueva jefa no le fastidie tanto tu cara de muñeco frígido de torta como me sucede a mí.
Literalmente tengo que morderme el labio para no soltarle un improperio sobre cómo él tampoco pudo dar con el niño Black cuando se lo pedimos hace ya tanto tiempo atrás. Eso y que no sabe nada de lo que supone llevar un Gobierno, porque llevar unos meses a cargo del país dista mucho de llevar casi veinte años gobernando. — Tiene toda la razón respecto a que estos últimos dos años no han sido los mejores en cuanto a seguridad, y no negaré que tengo parte de culpa. Pero señor Presidente, más allá de las cosas que yo pueda hacer mal o bien, hay que analizar también las raíces más profundas, como la preparación de algunos aurores — dejo caer, porque a veces me pregunto cómo algunos incompetentes han salido de la Academia cuando cometen tantos errores. — Y respecto a mi hermano... — Hago una pausa para coger aire, pero sobre todo para saber cómo decirle que no se meta en asuntos de mi familia, por mucho que pueda concernir al país. — Créame, no dejaré que eso quede así. — Mi hermano es mi responsabilidad, y aunque me cueste la vida, intentaré comprender sus motivos y traerle de vuelta a la realidad. — ¿Hay algo más que necesite saber? — No voy a quejarme de su decisión de bajar mi rango laboral porque renunciar es algo que yo mismo me había estado planteando durante este último año. El único motivo por el que no lo había hecho era porque tenía la esperanza de evitar que el país se fuera a la ruina con tanta decisión cuestionable, pero ya no puedo hacer nada desde la cúpula de poder. No me rendiré tan fácilmente porque peleé media vida por este país y mis ideales, pero tendré que hacerlo de otra manera... Y sobre todo, habrá que librarse de Aminoff.


—¿"Parte" de la culpa? — se me escapa, sin poder creer en que mis oídos se encuentran escuchando bien —No, Riorden. Tú no tienes "parte" de la culpa. Ser líder de un departamento te deja a cargo de todas las decisiones y, por ende, de todos los errores que se cometan dentro del mismo. Si los aurores no tienen el nivel adecuado y consiguen un empleo en el ministerio, es tu responsabilidad. Si su entrenamiento no es el adecuado, es tu responsabilidad. Si las técnicas militares fallan una y otra vez, también es tu responsabilidad. ¿Acaso no ves cuál es el problema? Eres un soldado de poca monta, no un político y mucho menos un líder — ni siquiera posee el respeto de sus empleados, esos que murmuran por los pasillos que ha perdido su toque. En mi opinión, he evaluado por mi lado a los ministros y empiezo a darme cuenta de quiénes son útiles y quiénes son un simple descarte — Como tu presidente, es mi trabajo el darme cuenta también de mis errores y mantenerte a ti es uno de ellos. Los tiempos han cambiado, la guerra se ha vuelto algo gigante con lo que lidiar y tú no eres la persona que necesito para liderar mis tropas. Un buen jefe de guerra jamás dejaría ir a un traidor... aunque sea su hermano.
El mejor ejemplo lo tengo gracias a los míos, los dos Niniadis que bien alto se encuentran en la lista negra de esta nación. Suspiro, alzando mis cejas —No, no dejarás que eso quede así. Exijo la cabeza de tu hermano, tómalo como una segunda oportunidad. ¿O quieres un besito de un dementor? Porque te recuerdo que al perdonar a un traidor, también rompiste la ley. Considera que estoy siendo demasiado generoso contigo — que después no vayan diciendo por ahí que yo no doy segundas oportunidades, esa debe ser otra de mis fallas. Chasqueo la lengua —No. Solo que serás trasladado al área de criaturas mágicas y tu suplente será anunciado en los próximos días — recargo mi espalda en la comodidad de mi asiento, lo que me permite mover la silla lentamente de un lado al otro a pesar de tener mis ojos fijos en él —Si quieres hacer algo útil, cuando no estés buscando a tu hermano, mantén un ojo en Franco. Te ha pateado el culo en el pasado, así que quizá puedan entenderse un poco.
Soldado de poca monta y e insinuar que no soy un buen líder de guerra son palabras que resuenan un rato en mi cabeza, pero que consigo apartar al final y que no me afecten más de lo necesario porque me conozco de verdad. Y él no. ¿Qué sabe de mí? ¿Por haberme visto trabajar poco más de un año? He estado otros dieciséis años liderando y he conseguido mantener todo con estabilidad, por no hablar de las cosas que ayudé a conseguir en mi juventud. — Por eso enmendaré mi error e iré a buscar a mi hermano. — Que ya es más que lo que él ha hecho con los suyos... Solo hace falta ver a Hero dando su apoyo al chico Black en plena televisión. — Lo traeré de vuelta y haré lo que haya que hacer. — Que, desde luego, no va a ser traerlo frente a él, aunque eso suponga un coste enorme para mí. — Y puedes contar también con que no le quitaré el ojo de encima a Franco. — Tengo mis motivos para no fiarme de que haya aceptado el trato; un trato que ni siquiera comprendo por qué Aminoff ofreció sabiendo que esa sabandija siempre consigue escabullirse. — ¿Algo más? Por recoger mis pertenencias lo antes posible. — Que si tengo que escuchar sus comentarios un minuto más...


— No esperaba menos — lo digo como si no fuese la orden directa que acabo de darle y aprieto mis labios en una sonrisa forzada, tan fría como la temperatura que siento en el pecho. Si al menos trae a su hermano de las bolas al ministerio, el apellido de su familia no estará completamente manchado. Giro un poco en el asiento, haciendo sonar las ruedas del mismo — Y a la chica — agrego, haciendo una floritura con la mano — Franco está aquí por ella, es un sentimentalismo adorable. Es muy fácil tomar a las personas cuando le tocas la fibra sensible, ¿no crees? — los dos rebeldes metidos en nuestro sistema son solo un ejemplo, Weynart es otro. Hasta Powell es fácil de manejar ahora que tiene una lista de personas que necesita cuidar — Nada más. Solo espero que sepas hacer tu nuevo trabajo y todo esto te sirva de enseñanza — sin mucho que añadir, acabo girando el asiento hasta darle completamente la espalda. Yo ya le he dado minutos de más y NeoPanem, algunos de sus años. Es hora de una nuevo comienzo y espero, de verdad, que sea favorable.
|
|