The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Invitado
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Recuerdo del primer mensaje :

La arteria es de ida, la vena es de vuelta— memorizo al rayar el papel con la punta del lápiz que va dando color a esa primeras líneas que hice en negro para tener un mapa de referencia, así la figura humana que dibujé va cobrando color y vida. Vida no, claro. Sino que a la vista impresiona con tantos colores, es lo que me hará posible aprenderme mejor el nombre de cada parte y saber el recorrido de todo en los cuerpos. Puedo pensarlo como una clase de anatomía, recuerdo cuando las teníamos en el instituto de arte del distrito ocho, solo es una clase mucho más detallista y que me ofrece una visión más profunda del cuerpo humano en sí. Siento que Jolene se sentiría muy orgullosa de que las partes del cuerpo están bien en proporciones y que hasta tienen los rasgos un estilo bastante estético, casi que puedo escuchar sus palabras amables alabando mi trabajo, tenía eso de hacerme sentir bien con todo lo que creaba. Lástima que no alabaría que estuviera saliendo con un chico que por casualidad viene a ser el mismo chico que ella busca, así que lo de mostrarle mis nuevos trabajos que se salen un poco de lo que dibujo habitualmente, está descartado.

Coloco el lápiz entre los muchos otros que están dispersos sobre el escritorio de madera gastada del que tomé posesión al ver que Alice vuelve a entrar en la sala, bajo mis pies de la silla para colocarlos adecuadamente en suelo. —¿Está enfermo?— consulto, habíamos acordado que la esperaría aquí cuando recibió el llamado para atender a uno de esos casos de síntomas posibles respecto a un nuevo virus que anda rondando el distrito. Nada grave, solo un tipo de gripe diferente. Lamentablemente, se contagia muy fácil, los síntomas son fuertes e impiden a la persona seguir con sus actividades habituales, que por cierto no es un buen momento para que el distrito pare de golpe, así que como son unos pocos, realmente muy pocos casos, lo que se recomienda es que se queden en sus casas a recuperarse y ya. Si alguien reconoce síntomas, nos llaman con otra persona y así es como a Alice le toca ir casa por casa cada tanto a revisar. Yo me quedo cuidando las plantas. ¡Ah, sí! También a hacer guardia, trato de verme profesional cuando me toca recibir a algún paciente. —Te ves roja, Alice— salto de la silla para estampar la palma de mi mano en su frente. —No tendrás fiebre, ¿verdad? No, Alice, no. No puedes enfermarte. ¿Quién se encargará de cuidarte a ti?— no. puedo.caer.en.el.pánico.
Anonymous
Invitado
Invitado
Triste, pero real. Todos esperaban que estuvieran muertos, desde ese día que fue noticia nacional que el distrito catorce fue arrasado, ese día no hubiera podido imaginar ni en mis más locas fantasías que coincidiría con sus supervivientes y estaría en esta sala de atención médica aprendiendo de una humana, cuando mi propia culpa hacia la esclavitud aceptada en mi familia me perturbó aún más tras la muerte de Zachary, cuando la de Sami ya había sido de por sí un golpe duro. Nunca hubiera imaginado que el mundo pudiera moverse tanto para colocarnos en estos nuevos lugares, desde los cuales vamos estrechando nuevos vínculos y me gusta eso de que podamos venir de distintos distritos, realidades, pasados, me da esperanza tener pruebas vivientes que se puede seguir viviendo tras un pasado que podría haberlos abatido y que el futuro es algo hacia lo que se puede seguir caminando por fuerzas que encontramos en alguna parte de nuestro fuero interno.

Escucharla hablar de cómo la supervivencia se volvió hábito me impulsa a abrazarla y así lo hago, sin ser una pesada, solo pasando una mano por su cintura para frotar su espalda. —Siempre se puede, se puede cambiar nuestra mentalidad para aceptar que nos merecemos cosas mejores, así cuando las tenemos, las disfrutamos. El tiempo que se pueda tenerlas…— digo, porque no hay nada más triste que rechazar algo bueno por creer que no lo merecemos, cuando esas esas excepciones que la vida hace, en especial en un contexto de guerra interminable como sucede en este país, en el que la lista de lo que perdemos se hace más larga de lo que conseguimos. Le muestro una sonrisa solidaria al saber lo de su familia y me escuece un poco por dentro que el apellido de Ken sea el mismo de los responsables de tal bombardeo, similar al que ellos sufrieron en el distrito catorce, en esta repetición de calamidades. —Lo siento— murmuro, mi mano se posa en su espalda para hacerle sentir mi apoyo. —Sé que no es lo mismo que una familia, y que la mía está dispersa por ahí, pero si necesitas de alguien, cuentas conmigo como algo más que una pésima enfermera que recién se está aprendiendo la diferencia entre vena y arteria— me río, sin que me falta tan alegre la carcajada porque la pesadumbre todavía queda en mis hombros por toda su familia muerta.

Trato de que se vaya espabilando en la charla al continuar: —¡Y estamos en el distrito nueve! ¡Brotan papas hasta de las macetas! Es todo lo opuesto al distrito cinco. Entre todos los distritos posibles por tomar, nos apropiamos de la cornucopia— sostengo, —¡ya verás! Para el próximo festival de cerveza artesanal del distrito nueve te invitaremos, ¡y no te preocupes! A las chicas no les molestará, tenemos esta misión como grupo de guiar a las personas por el camino sinuoso de las borracheras. Yo soy de la que te puedes sostener si pierdes el equilibrio y la que te va a sujetar el cabello si vomitas, así que descuida— le prometo. —Esto no te lo dirá ninguna enciclopedia de medicina, pero tengo datos fehacientes de que una buena cerveza cada tanto levanta las defensas, y como la médico de este distrito, te necesitamos sana— esta vez sí me río con auténtico humor al separarme de ella para comprobar que el enrojecimiento de su rostro se haya esfumado.
Anonymous
Alice D. Whiteley
Consejo 9 ¾
Demuestro mi desentendimiento con un gesto suave de la cabeza, con la intención de demostrarle que hace tiempo he aprendido a hacer paz con lo que ocurrió, al punto de que ya no lo pienso de la misma manera, tampoco lo hago con tanta frecuencia como en el momento. Lo cierto es que pasó hace ya tanto tiempo, siendo yo apenas una niña, que recordarlo puede hacerse hasta difícil si me preguntan por una imagen concreta. Supongo que cuando tienes esa edad, por mucho que duela, no lo vives de la misma manera, me acostumbré a no tenerlos tanto como a Allen después, que el apellido que utilice a día de hoy no sea el mismo que el otorgado en mi nacimiento es un ejemplo más de que siendo niña tenía más facilidad para seguir adelante que en muchas de las circunstancias que se me presentan ahora. Al final, lo único capaz de sacarme de mis pensamientos es su comentario, el mismo que me saca una risa bastante honesta. — Para haber estado a punto de desmayarte hace unos meses, lo considero un gran avance. — bromeo, recordando nuestro paseo a las afueras del doce aquella vez cerca de la cabaña de Adam. Lo digo con toda la buena intención del mundo, que es verdad que me siento orgullosa de sus avances y de que, sobretodo, quiera seguir adelante con ello incluso cuando las oportunidades ahora en el nueve son infinitas en comparación con lo que podíamos hacer anteriormente.

Tomo su entusiasmo como una nueva forma de engatusarme a esta idea repentina de que, de alguna manera bizarra, voy a poder encajar dentro de su grupo de jóvenes amigas como una más, cuando es evidente que les saco unos cuantos años de experiencia y que en este caso, juegan en mi contra. Aun así, no puedo evitar el compartir su emoción en lo que mis cejas se alzan asombradas de esta nueva energía que rebosa, la risa no tarda en brotar de nuevo de mis labios. — ¿Seguro que eso está probado científicamente y no es algo que te acabas de inventar? — continuo bromeando, a pesar de que no es mi intención sonar aguafiestas, más bien pienso que es en lo que me convertiré como me emborrache de más; la mayoría de mis últimas borracheras, que recuerde como tal, han tirado siempre para el lado depresivo más que para el eufórico. También se debe tener en cuenta que entonces, eran otros momentos. — Aunque claro, que si es por el bien de la comunidad... — es lo único que suelto que pueda asemejarse a una aceptación a su propuesta, aunque el hecho de que no afirme ni niegue nada tampoco es una señal de asistencia obligatoria. Tendrá que verse...
Alice D. Whiteley
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No panic · Alice - Página 2 DBmC5E4
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