TEMAS
He notado que mis crisis existenciales tardan un par de meses en llegar a su conclusión. Llega el conflicto, luego pretendo que ese conflicto no existe y para cuando creo que ha pasado suficiente tiempo vuelvo hacia el tema e intento hacer algo para resolverlo... Ha pasado con mis padres, que curiosamente es a quienes estoy visitando y también con algunas otras cosas que no vienen al caso. El punto es que ya que estoy en el distrito 4, creo que es hora de buscar más respuestas respecto a la bendita profecía que me viene carcomiendo la cabeza hace tanto tiempo ¿Cómo sé que Phoebe vive en el distrito 4? Pues fácil... Su marido trabaja en el departamento de misterios y lo único que tuve que hacer es lanzar un comentario en los pasillos que lo hiciera pensar en casa. La legeremancia es una maravilla cuando quiere, de verdad, soy un arma cargada que nadie sabe que puede usar y eso me encanta.
Espero a que el sol empiece a ocultarse y solo entonces busco la mejor forma de meterme al lugar. Me cuesta un poco, bastante, pero al final consigo poner mis pies sobre el suelo de su hogar. Voy directo hasta el sofá, lugar en el que suelo hacer mis apariciones misteriosas, y simplemente espero a que llegue la dueña de casa... Por favor que sea ella que al menos me conoce, pues si Charles llega a verme probablemente termine con un ojo morado antes de que pueda explicar la situación.
Pasa casi media hora hasta que los primeros pasos se escuchan en el interior. Sonrío y me preparo para recibir los habituales insultos que me esperan cuando entro en las casas... ¡No es mi culpa! Deberían poner seguridad a prueba de Viktors, que debería ser incluso más rigurosa de la que la gente usa para los delincuentes - Exijo un reembolso, adivina embustera - dijo de la forma más dramática que puedo a la vez que me levanto del sofá - Sé que no te he pagado, pero no importa... ¿Cómo estás Phoebe?


Tengo antojos muy extraños de embarazada, pero como soy yo la que se está encargando de hacer la compra estas últimas semanas, no tengo problema en cargar las bolsas con guarrerías, también algo de comida en sí por si me da por cocinar algo decente esta noche. Lo cual dudo porque ya estoy pensando en qué dulce llevarme a la boca mientras hago malabarismos para sacar las llaves el bolsillo de mi abrigo, sujetando conmigo bolsas y alguna que otra caja que no conseguí meter a presión sobre mi pecho. Atravieso el pasillo principal de la casa, pasando por delante de la puerta grande que lleva al salón, cuando una voz poco reconocida produce que salte en el sitio y se me caiga por defecto todo lo que llevo encima. ¿Por qué estoy sintiendo una especie de deja vu? — ¡Viktor! — sé que se trata de él mucho antes de levantar la cabeza para comprobarlo, demasiado ocupada recolocando las cajas hasta que me doy cuenta de que con un chasquido de mis dedos todo puede ir colocándose por sí solo en la despensa.
— ¿Se puede saber qué haces en mi casa? ¿Y cómo es que te has colado dentro? — la sorpresa me lleva a arquear las cejas, también preocupada porque desde la visita inesperada de mi padre se decidió que habría hechizos protectores rodeando esta casa. Si tan fácil es burlarlos, dudo mucho estar seguros. — ¿De qué hablas? — adivina embustera, ¿por qué todo el mundo parece haber decidido que es una buena idea echarme la culpa de todos sus problemas? Con un resoplido, ese que me despeina algunos mechones de pelo que se cuelan por mi rostro, coloco mis manos sobre la cintura a modo de jarra, entrando en el salón. — Me gustaría decir que bien, pero sería todo una mentira, ¿a qué viene todo esto? — digo... lo de entrar en mi casa sin invitación.


Camino hasta la pared más cercana y me apoyo sobre ella, prendiendo la luz pues no hace falta que tengamos esta conversación a oscuras como si fuésemos un par de detectives de principios del siglo XIX - Seré honesto, ya te he dado un buen susto así que no te torturaré también con suspenso - agrego haciendo un ademán con la mano como si esperara un agradecimiento de su parte - Estuve investigando sobre lo que me dijiste que ocurriría hace un par de meses, sé que el futuro puede cambiar por las decisiones que tomamos pero ¿Puede anularse el total de la visión? - pregunto no siendo claro del todo.
Digamos que solo metí el dedo gordo en la pileta para ver qué tan caliente estaba el agua pero ésta me advirtió antes de mojarme y decidí salir corriendo en dirección opuesta... No hay razones para que la loba venga al distrito 4 a causar estragos, a no ser que mis padres sean agentes rebeldes encubiertos cosa que no creo - Temía por la seguridad de mis padres así que fui a comprobar que estuviesen bien... Y lo están - continúo explicando - Luego fui a la fuente de su sufrimiento, la conocí y no es una máquina de matar, solo una persona dañada como todos nosotros - porque ella también lo está, vamos que en el funeral de Jamie Niniadis lo dejó en claro - Y ahora no sé que pensar, usé todos mis recursos para llegar a la verdad y comprobar tu yuyu de adivina.


Dejo que las bolsas se vayan vaciando con un poco de ayuda por parte de mi varita, eso me permite hacerme paso en el salón, tomándome yo sí la libertad de sentarme en el sillón más cercano, dejándome caer con un suspiro, cansada de haber dado vueltas por el supermercado. — Claro que es posible, aunque yo no diría "anular", como tal, que no se trata de una compra a través de internet. — respondo, poca gracia que me hace que la gente considere la adivinación como un arte endeble, pero tampoco considero que sea algo inmutable que no admite de cambio. — Lo que yo veo es tan solo un resquicio de todo lo que podría pasar, hay demasiadas variables que uno no puede controlar y como comprenderás, esas se escapan de mi comprensión. Son muchos los factores que influyen en una respuesta y dar por hecho que ocurrirá así es como esperar a ganar la lotería echando tan solo un boleto. — explico, tal como si lo estuviera haciendo con un niño, pues a veces para entender estas cosas es necesario hablar con ejemplos explícitos. — No es que se anule, simplemente toma un rumbo diferente al esperado. — me encojo de hombros, yo lo entiendo porque forma parte de lo que soy, explicarlo para alguien que no ha tenido visiones en su vida siempre se me ha hecho de lo más complicado.
Me limito a escuchar qué es lo que le preocupa y ha hecho venir hasta aquí sin siquiera esperar a recibir una confirmación de mi parte. Máquina de matar, persona dañada como todos nosotros, no necesito muchos más datos para saber de quién se trata, si no fuera adivina, probablemente hubiera necesitado de más información para caer en la cuenta. — ¿Qué es lo que ocurre entre Rebecca Hasselbach y tú? No te sorprendas, la conozco también, aunque no se encuentra precisamente entre mis allegados. — no tenía intención de añadir eso último, pero mencionar su nombre es casi un sinónimo de tener que dar explicaciones. Comprobar mi yuyu de adivina, ¿dónde escuché eso antes? — ¿Sabes? Todo el que se acerca a mí piensa que voy a tener la solución a sus problemas, como si fuera algo así como una psicóloga de recuerdos. No es así, probablemente tenga más dudas sobre el futuro de las que puedas tener tú u otro cualquiera. Al final, la verdad que debes buscar es la que tú crees que se acerca más a lo que piensas, independientemente de lo que yo haya podido ver. — porque ese es el error en el que caen todos, pienso inconscientemente en Dave, quién en nuestras primeras charlas creía que lo que estaba destinado a suceder, sucedería. Claro que está destinado a suceder, si no se suceden otras cosas primero. — De modo que... creo que tienes que ser más específico en lo que pretendes decir.


Muevo mi varita a la distancia y pronto está el agua calentándose y las tazas listas para ser servidas. Mientras tanto me apoyo en el marco de la puerta y sonrío por la comparación que hace sobre las visiones... Sería asombroso ¿No? Devolver todo lo malo de la vida como si fuera una compra, incluso poder pedir el dinero de vuelta por la mala jugada que el destino quería meternos, sumamente ofendidos por su atrevimiento - El final es bastante definitivo, no veo cómo podría ser visto desde un punto de vista diferente - murmuro para mis adentros. Aunque ahora comprendo mejor el funcionamiento - ¿Cómo vives con eso? Es horrible, por favor... Me cuesta elegir los calcetines por la mañana, no quiero ni imaginar lo que debe ser tener el multiverso del futuro en la cabeza - comento con una mueca de disgusto. Claro que podría echar un vistazo pero ¿Quién garantiza que quedaré cuerdo luego de eso? Hubo un momento en el que lamenté no haberme metido en su cabeza desde el primer momento pero creo que ha sido sabio no hacerlo.
Mientras escucho su respuesta voy por la tetera y vuelvo al salón a servirle justo cuando una pregunta que me hace sonreír llega a mis oídos ¿Qué pasa entre Rebecca y yo? Pues creo que encontré una amiga que me gustaría tener de no ser porque va a matar a mis padres... De todas formas, ya he terminado mi amistad con ella, en el mismo momento en el que me dijo que era capaz de terminar con la vida de dos pobres ancianitos - ¡Oh! ¿Qué pasa con ella? Pues, lo habitual... Ya sabes, ella me besó, yo la abracé... Las típicas cosas que uno hace con un asesino del futuro - respondo bastante confundido. Por suerte el té calma todos los males, así que lo uso para volver a la calma.
- Digamos que yo también veo algunas cosas... No como las tuyas, pero sí las veo - más presente y pasado que futuro - Y me cuesta encontrar un por qué a todo ésto y odio no tener los por qué.


Soplo sobre el líquido de la taza antes de llevármela a los labios, el sabor a hierbas pronto se asienta en mi estómago y tengo que agradecer que sea una de las pocas cosas en estas semanas que no me revuelve todo, llevo fatal los vómitos. — Ajá, muy casual... — digo, por decir algo, más que nada, porque he decidido que mantendría a esa mujer lo más lejos que pueda de mis asuntos personales, y como tal, siento la necesidad de recordárselo también a él. — No creo que sea necesario el recordatorio siendo que pareces conocerla, pero si bien no te conviene tenerla como enemiga, tampoco lo hace como amiga. — considero que he visto las dos caras de Rebecca, en un tiempo u otro, la asociaba más a lo último, pero las malas experiencias me han demostrado que no es más que una persona que lo único que sabe hacer es preocuparse por sí misma, aunque lo disfrace con segundas intenciones que, a la larga, no engañan a nadie.
Me siento ciertamente atraída por lo que tiene que decir a continuación, me relamo los labios con el interés pintado en el rostro hasta que puedo deducir de lo que se trata en realidad. — Eres legeremante, ¿no es así? — no son muchos los que tienen la capacidad para leer mentes ajenas, la videncia no funciona de esa manera y aunque mis dotes adivinatorias puedan llevarme a hacer suposiciones sobre lo que podría ser, la legeremancia es lo primero que se me viene a la cabeza cuando pienso en algo como esto. — Te sorprenderá saber que más cosas de las que esperamos no tienen un por qué, o lo tienen, pero es mejor no conocerlo, le quitaría toda la gracia al asunto. — ahora me hago la interesada, mañana estaré tirándome del pelo por no saber qué hacer con mi vida ante tantas preguntas sin respuesta.


Asiento pues comprendo a la perfección lo que dice, es exactamente lo que hice con la legeremancia hace muchos años atrás. De pequeño la habilidad me sobrepasaba así que cuando pude cerrar mi mente por completo lo hice, dándole la espalda a un don que me había torturado pero usándolo de la manera correcta podría haberme ubicado en una posición incluso mejor de la que estoy ahora. Pero luego crecí y decidí aflojar esa coraza que formé en mi mente - Lo triste es cuando las ventajas se nos ponen en contra y terminan golpeándonos en la cara - no sé la cantidad de veces que se me rompió el corazón por escuchar la verdadera opinión de las personas cuando era un adolescente.
- Ahora mismo la tengo en un sitio vigilado a lo lejos - comparto distraído con la taza que se está terminando demasiado rápido para mi gusto - Pero no tengo vista de halcón y sé que a la distancia me perderé algunos movimientos ¿Qué tal si alguno de ellos son los que terminan con la muerte de mis padres? No puedo perderlos, Phoebe, no ahora que los recuperé - genial y ahora me muestro no solo como un niño enojado, sino también como un bebé llorón.
La verdad sale a la luz más rápido de lo esperado, lo que me toma por sorpresa, pero de todas formas asiento resignado y dejo la taza a un lado - Así que no temas en dejar volar tu mente y pensar en tu marido, miraré eso con gusto - bromeo con una sonrisa de lado y cambio de posición para estar más cómodo en el sofá - Como legeremante... Estoy acostumbrado a los porqué. Si alguien me mira mal, miro en su mente y tengo una respuesta de inmediato o si mi asistente falta diciendo que está enfermo, lo único que tengo que hacer es pasar por su casa y comprobar la mentira desde afuera - explico encogiéndome de hombros - Apreciaría que guardaras el secreto... Estoy seguro de que verás que ocurrirá si alguien se entera que leo mentes y decide usarlo como una ventaja.


Mientras tanto, yo tengo que preocuparme de no atragantarme con el té cuando hace ese comentario y la risa nerviosa me atraviesa la garganta, provocando que tosa en respuesta. — Así que eso es lo que haces también en tu tiempo libre, ¿te dedicas a espiar la vida sexual de parejas ajenas? — me burlo tras esa pequeña interrupción que poco me deja en una buena posición, pero creo que ahora no voy a poder pensar de la misma manera sabiendo que pueden colarse tan fácil en la mente de uno. — Tranquilo, tu secreto está a salvo conmigo. — como para sellar mi promesa, doy un sorbo a la taza que pronto empieza a vaciarse, arqueando las cejas en su dirección cuando lo único que se puede ver tras la cerámica son mis ojos claros, creo que hasta me atrevo a sonreír, pero no pienso que se aprecie.
— Así que legeremante... — murmuro con un interés camuflado en cómo deposito la taza sobre la mesa, aun sin terminar, pero no pretendo que me distraiga de la tarea principal. — ¿Cómo funciona exactamente? — quiero saber, pues ciertas cosas que ha mencionado han sido suficientes para llamar la atención de mi mente curiosa. — ¿Puedes leer la mente de quién te plazca? — me es más fácil continuar con las preguntas cuando tengo un rumbo hacia dónde deseo virar. Desde que me estoy dedicando a "ofrecer" mis recuerdos y visiones cada vez que al ministerio se le place, cada vez es más común el sentimiento de que permanezco un libro abierto, para cualquier aspecto de mi mente repleta de pensamientos dispares, entremezclados con imágenes sobre las cuales no tengo la menor autoridad. — Es cierto que el campo de la legeremancia está íntimamente relacionado con el de la oclumancia, ¿no? — aun así, no quiero excederme en mis suposiciones, ya que estoy hablando desde mi más profunda ignorancia en eso de penetrar en cabezas ajenas. Lo mío es distinto.


La vida sexual es lo que me dedico en mi tiempo libre. Punto. Pero no necesito responderlo pues cualquiera que me conoce por más de un mes ya sabe cuán cierto es esto... Aunque debo admitir que ahora estoy un poco más calmado con esta nueva predisposición a ir en citas, solo que la predisposición está pero faltan los hombres... O las Rebeccas. En fin.
-Gracias - agradezco juntando la palma de mis manos. Aunque supongo que podría conseguir algún dato de su cabeza solo para tenerlo como seguro en caso de que se enoje conmigo y decida comentarle a su hermano o padre de lo que soy capaz. Curiosa familia tiene ésta chica - Antes funcionaba de una manera y ahora de otra... Al principio no podía controlarlo, era como estar en medio de una fiesta con la música en alto y todos gritaran - comienzo a explicar, no extraño ni una pizca de esa etapa - Luego tuve que cerrar la mente por un tiempo, así ningún pensamiento entraba pero... No había excepciones - las ventajas de las que hablábamos eran inexistentes - Y ahora se me da bastante bien, puedo centrar mi atención en persona específicas y siempre y cuando no sean oclumantes... leerlos.
Asiento y termino de una vez la taza de té con lo que pregunta pues es una relación bastante interesante. Uno no puede aprender a ser legeremante que yo sepa, pero sí puede aprender a ser oclumante, disciplina que he intentado dominar para protegerme de personas como yo pero no he podido. Supongo que la regla es que debes tener la mente lo suficientemente abierta como para recibir, así que no puedes bloquear las señales que vengan de afuera - Nunca intenté leer la mente de un oclumante así que no puedo decir qué tan efectiva es la técnica - respondo como todo un profesional, las conversaciones se están poniendo serias demasiado de seguido - Me sorprende que no todos estudien para ser oclumantes existiendo degenerados como yo - vuelvo al tono bromista guiñándole un ojo - Supongo que no son conscientes del peligro existente.


No como la oclumancia, por otro lado... Planteo como podría sonar mi propuesta en voz alta si no escojo las mejores palabras, así que me limito a escuchar lo que continua diciendo, dándome un margen de tiempo antes de ponerme en pedigüeña. — Desde luego. — respondo a lo de peligro existente, aunque es más bien una forma de poner pie a lo siguiente. — De modo que nunca has conseguido leer a un oclumante, ¿no? ¿Y cómo se estudia para eso? Digo... he oído que con ayuda de un legeremante un mago o bruja puede aprender a cerrar su mente para el resto. ¿Es eso verdad? — si no he leído mal, dije oír porque estos días la gente se fía más de lo que dice alguien que de lo que pone en los libros, creo que estoy en lo cierto. — Verás... Últimamente hay ciertas personas que me están pidiendo "favores", llamémoslo así, usan lo que veo en beneficio público y me gustaría poder tener un... soporte extra o medida de precaución, por decirlo de alguna manera, en caso de que también les dé por penetrar en mi mente. — lo cual no creo que se llegue a ese extremo, pero no está de más tener un doble apoyo en caso de que las cosas se tuerzan. — Tú... ¿serías capaz a ayudarme con eso? — tanteo, echándole un vistazo cauteloso.


Me inclino hacia adelante con los codos apoyados en la rodilla pues comprendo lo que le está ocurriendo y es justamente lo que temo que me pase a mí si alguien averigua mi habilidad. No respondo de inmediato, antes pasan por mi cabeza las mil y una cosas que podrían terminar mal con ésto y las otras mil cosas que ella aún no me ha dicho y podrían explotarnos en la cara más tarde - ¿Qué personas? - pregunto luego con el ceño fruncido y sin una pizca de la gracia que suele tener mi voz, esto sí es algo serio - Puedo ayudarte porque comprendo lo horrible que puede ser que tengan controlada de ésta forma, pero tienes que ser honesta conmigo, Phoebe... Te daré la oportunidad de decírmelo sin tener que meterme ahí dentro a buscar una respuesta honesta - advierto señalando su cabeza con mi dedo índice - ¿Voy a meterme en problemas por ésto?


Y aun así... — Sabes quién es mi padre, no es la primera vez que tengo sueños premonitorios con él, y para mi desgracia algunos se han cumplido. El ministerio cree que puede usar esas visiones para su propio beneficio, en caso de que algo como su paradero o intenciones se puedan ver reflejadas en ellas. — es todo hipotético, en realidad, todos sabemos la fama que tienen las videntes y, aunque se cumpliera la visita inesperada de Hermann como un recordatorio de que está presente, es obvio que solo exigen estas visiones por mera precaución. Agradezco que no haya hecho falta de ninguna extorsión — tampoco es como si fuera a hacerlo en caso negativo, tranquilos — para convencerle de que me ofrezca su ayuda, aunque no niego que su pregunta me deja algo perpleja. — No te meterás en ningún problema, que quiera bloquear mis pensamientos no significa que no vaya a ceder mis recuerdos si pueden ayudar a atrapar a figuras como mi padre, pero me gustaría tener ciertas cosas... para mí. — ¿es que no es eso algo que querría todo el mundo?


Dejo caer las manos entre mis piernas e intento dejar en claro las reglas antes de aceptar. Lo que pide es completamente lógico y si alguien resulta tener problemas será ella por querer ocultar ciertas cosas... Visto desde el otro punto de vista. Como dije antes, no es necesario un legeremante para ir perfeccionando la habilidad, quizás se necesita más tiempo pero nadie sabe que Phoebe comenzará sus clases ahora y no lo hizo hace años ya.
- Muy bien, ésto es lo que haremos... Tendremos que buscar una excusa para vernos ¿De acuerdo? No te digo que finjamos ser los mejores amigos y crean que nos vamos de compras, pero debemos inventar algo - aunque Phoebe no me desagrada, así que cuando terminemos con las clases quizás podamos salir a comprar algo, un poco de actividades mundanas no le vienen mal a nadie - No lo haremos en secreto porque en mi experiencia, las cosas siempre se descubren, tarde o temprano - y entonces tendríamos que dar muchas explicaciones - Y necesitaré un pago... un beso de tu hermano servirá - con intentar no se pierde nada.


Asiento con la cabeza, también trato de pensar qué excusa podría tener una profesora de escuela para andar con un miembro del Wizengamot. No soy la experta aquí, en realidad yo no hubiera creído que hacer este tipo de enseñanzas tuviera que guardar tanto secretismo. No soy buena con esos, no me refiero a guardándolos, sino precisamente todo lo contrario, que tengo demasiados bajo mi espalda y llegará un momento en el que terminen por explotar, de la peor manera posible seguro, estamos hablando de mí y mi suerte. — Qué difícil es tener amigos estos días... — no sé si hay espacio para bromear ahora que se ha puesto serio de repente, pero para mí es preferible no contradecirle. — ¿Y dónde lo haremos? — pregunto, ¿qué se necesita en verdad? Hasta donde yo pensaba creía que valía con dos sillas y, por lógica, dos cabezas, no veo cómo pueda equivocarme con eso.
Se asoma una mueca que en otras circunstancias me tomaría con algo más de gracia por lo de mi hermano, aunque tengo que agradecer que Viktor regrese a su estado normal y consiga sacar una broma por en medio, que ya se estaba tornando esto demasiado serio y estaba comenzando a asustarme. — Lástima que no pueda conseguirte eso... Pero cualquier otro favor que necesites, siempre que no sea desmesurado, puedes pedírmelo, quedará como deuda entre nosotros. — aseguro, que sé que a las personas les encantan estas cosas de tener que reclamar algo a los demás. He vivido con esas prácticamente toda mi vida, no espero que simplemente por haberme mudado de lugar, las personas hayan cambiado en cuanto intereses. Una deuda es una deuda, sea aquí, en el norte o en cualquier otro sitio.


Largo un gruñido decepcionado cuando una vez más me pierdo la oportunidad de besar a Hans Powell y hago un ademán restándole importancia al favor a cobrar a futuro. Siempre espero no necesitar nada de nadie así que probablemente ésto terminará siendo pro bono de mi parte - Podemos vernos la semana que viene en el centro comercial, allí te pediré una serie de cosas para la primera sesión de entrenamiento - propongo pensando en cómo plantear la clase. Supongo que la sentaré en un diván y me meteré lentamente en su cabeza mientras comparto las técnicas que usé para bloquear mi mente de los pensamientos ajenos... Podría servir.
Me levanto del sofá pues creo que ya no hay nada más que decir y camino lentamente rumbo a la salida en silencio - Recuerda, ni una palabra de lo que haremos a nadie - ese es el favor que necesito de su parte - No puedo darme el lujo de que lo sepan - repito con el dedo índice en alto - Prepárate porque será duro... Y necesitaré tu número de teléfono para la próxima vez no... Gracias - pues lo capto en su mente ni bien lo expreso - Ventajas - finalizo con una sonrisa y salgo de la casa.


— ¿Comprar algo como... pesas? — sigo bromeando, lo delata no solo el comentario, sino la torcedura de mis labios en una sonrisa irónica a la que acompañan mis cejas en el mismo estilo sardónico. Como sea, puedo aprovechar para hacer algunas compras propias antes de vernos, así que en realidad no me molesta en lo absoluto, aunque sí tengo curiosidad por saber qué clase de ideas se le están pasando por la mente con esto de las clases. Será raro que me enseñen a mí en lugar del revés, para variar.
Me llevo el dedo índice a los labios para marcar mi silencio, antes de levantarme con algo de ímpetu del sofá cuando él mismo aprovecha la ocasión para hacerlo y no planeo quedarme atrás. — Lo sé, solo... gracias. — añado con una sonrisa más sincera que las anteriores, aunque mentiría si dijera que no hay un resquicio de nervios en esa curvatura. Por lo que acabo de aceptar y lo que conlleva, dejar mi mente a la intemperie, dar derecho a vagar por ella como si no guardara mis peores recuerdos, pero tengo que pensar en el aspecto positivo de todo esto y es que si consigo cerrar la mente para el resto, será, como ya hemos hablado, la ventaja que tenga sobre ellos, y digamos que en cuanto a pasos por delante se refiere, acostumbro a ir siempre por detrás. Con esto podré al menos colocarme en la misma fila y creo que, simplemente con eso, puedo darme por satisfecha.


|
|