TEMAS
Sé que lo que está ocurriendo no es algo que debería celebrar, de hecho no lo hago, pero agradezco la distracción para quitarme de la cabeza lo que ocurrió hace medio mes en el distrito 13. Las personas no dejan de hablar de eso, algunas lo hacen más cómodas de lo que me gustaría, y por eso la estancia en el ministerio se ha vuelto insoportable para mí. Estoy barajando ciertas opciones, renunciar es una de ellas, pero por ahora me alcanza con seguir la pista de lo que parece ser una imitación del traje que construí hace ya tanto tiempo y mejoré para Kenna en los últimos meses. Odio que el Capitolio se lo haya apropiado, era un regalo de mí para ella, con mi propio dinero... Pero eso pasa cuando ven que algo funciona y Silas Jensen nunca desperdicia una oportunidad de apuntarse un tanto a su favor.
El punto es que un amigo que pasaba por el norte me envió un video de alguien probando un traje similar al mío, eran dos magos a los que no se les podía ver la cara, pero allí estaban lanzándose hechizos el uno al otro y luego riendo por salir ilesos de ellos. En realidad se parece más al prototipo que ideamos con Lara la primera vez, no una gran amenaza, pero no puedo dejar que nadie se entere de ésto porque podría significar que regulen incluso más mi inventos. Una razón más para abandonar ese horrible lugar.
Fue bastante sencillo localizar la fábrica en el distrito 5. Me parece más sensato investigar de día así que es lo que hago, claro que llevo el último modelo del traje debajo de la ropa pues no soy estúpido, necesito algo de protección pese a que recientemente adquirí algo de experiencia en esta clase de misiones más físicas de lo que estoy acostumbrado - Y aquí es cuando sale un ruso de las sombras a darme una paliza - murmuro entre dientes con la varita en alto mientras me adentro en el lugar.
Parece más la casa de un indigente que el laboratorio de una mente maestra y afortunadamente está vacía. Puedo ver el traje prolijamente acomodado sobre una mesa y se me escapa una sonrisa al ver lo primitivo que es... Quizás exageré un poco al ver el video, parece más una armadura de caballero que el sofisticado modelo de neopreno que ahora mismo cubre mi piel. Deslizo mis dedos sobre el trabajo del norteño seguro de que encontraré una especie de interruptor en alguna parte pues está más cerca de ser tecnología muggle que mágica.


Entrar y salir del apartamento era casi una rutina de la que se había hecho defensora nata. No encajaba allí, con toda aquella gente, pero debía tratar de hacerlo y controlar lo que pensaba… o más bien lo que podía llegar a decir. Eran pocas las personas que le importaban, no iba a perder a ninguna por no estar hecha para convivir con otros. Acomodó la capucha de su chaqueta, bajando las escaleras de dos en dos hasta llegar al exterior, dirigiendo sus pies en dirección a las fábricas abandonadas del distrito, allí donde sabía, o al menos así había sido informada, que tenían su base aquellos indeseables.
La rubia no perdió el tiempo en golpear la puerta o tratar de llamarlos por sus supuestos nombres. — Han pasado dos semanas cuando supuestamente lo haríais en una. No sé si conocéis alguna plegaria, pero como encuentre un solo objeto que me pertenezca, os querréis aferrar a esas palabras. — habló cuando sus pies dieron con el interior de la nave, cerrando la puerta tras de sí y avanzando al frente. No sabía por dónde empezar, pero tenía todo el tiempo del mundo para poner patas arriba todo el lugar. Estaba cansada y harta de estafadores, ladrones y demás flora y fauna.
No tardó demasiado en dar con alguien que parecía entretenido contando sus pertenencias, ordenándolas, o a saber qué. Pero se acercó hasta él, alzando una vez que hubo estado a escasos metros del mismo. — ¿Puedo verlo yo también? Quizás también esté interesada. —. Seguramente habría también algo suyo. Había sido una jueza del Wizengamot, tenía demasiadas cosas de valor en su casa y las podrían vender por lo que quisiera si esa era su idea.


-¿Arianne? - pregunto con tono débil, necesito que ella lo confirme y asegurarme de que no es una especie de alucinación por los gases de la fábrica - Soy Riley ¿Me recuerdas? - espero que sí, de otra forma será un golpe grande para mi ego - ¿Qué...? ¿Qué haces aquí? - pregunto conteniendome bastante pues en realidad son mil interrogantes las que quiero resolver con respecto a la antigua jueza.
Me tomo unos segundos para volver a respirar con tranquilidad y hacer entender a mi cuerpo de que en realidad no estoy en peligro y luego hago un ademán para que ella misma vea el traje que los dueños de ésta guarida han fabricado. No es algo muy útil si está viviendo en el norte pues dudo que pueda protegerla de los hechizos de un mago experimentado... O que le permita moverse con facilidad - Es un prototipo muy mal hecho, no quieres interesarte en ésto - intento advertir con algo parecido a una sonrisa.


Cruzó los brazos bajo el pecho, colocándose a su lado y no prestándole a atención porque supuso saber quien era, aunque no fuera así. Por ello frunció el ceño al escuchar la voz llamar su nombre. Su nombre era lo de menos en realidad, la voz fue lo que captó la atención de la veela que inclinó la cabeza en su dirección. — Riley — pronunció el nombre en voz alta con tono de sorpresa, arqueando ambas cejas para girarse hacia ambos lados. Inspeccionando la fábrica. — Vengo a recoger algo, ¿qué haces tú aquí? — preguntó ella. No iba a entrar en detalles de qué iba a recoger, tampoco esperaba que él ahondara más en aquella interrogante. Aunque sí consiguió que ella lo hiciera. El hecho de preguntar que hacía allí solo era una pequeña información más; una que le indicaba que de puertas a fuera no se sabía lo que había ocurrido realmente con ella. Ni siquiera esperaba que supiera que estuvo en la base de seguridad encerrada durante una semana.
Los azules ojos de la rubia dejaron de inspeccionarlo a él para fijarse en lo que le mostraba. Lo recorrió con la mirada, sin demasiado interés por un traje de hojalata que solo atraería un rayo. — Parece algún tipo de disfraz — comentó agarrando una manga con la diestra y dejándolo caer con un ruido seco. —, no creo que estuviera interesada en algo así. Llama demasiado la atención. — frunció los labios, alejándose de él y revisando uno de los desvencijados armarios que aún quedaban en pie.


- Vengo porque... - bueno, ya no trabaja para el ministerio así que puedo ser honesto ¿No? - Alguien quería copiar uno de mis inventos y necesitaba mirar más de cerca - ahora veo que no es más que un chiste de mal gusto. Hay personas en el norte con talento suficiente para hacer mucho con nada, ése no es el caso - Así es, parece algo que me pondría para ir a una feria medieval - concedo con una sonrisa. Cuando era niño leía sobre esos eventos y moría por ir a uno... Ahora es imposible.
Respiro profundo y aprovecho que concentra su atención en el siguiente mueble para apartar la solapa de mi chaqueta y poder ver el traje que llevo debajo. Creo que busca más algo como ésto y no puedo culparla, sí que es un modelo útil aunque puede conseguirse por un precio alto en el Capitolio y los distritos altos. A decir verdad, estamos en guerra así que sería bueno que todos los habitantes tengan uno, para al menos estar protegidos en el fuego cruzado.
-¿Qué es lo que buscas entonces? - pregunto con la pregunta más sencilla que vuela por mi cabeza - ¿Y estás aquí con permiso? Porque yo me he colado y temo que los dueños vuelvan en cualquier momento - confieso con una sonrisa nerviosa.


Sus manos se cernieron en torno a las puertas, temerosa de que todo cayera al suelo cuando las abriera, pero encontrándose con… nada. Apretó los dientes, teniendo que dejar ir el aire con lentitud, controlándose por no patear el mueble. Volvió el rostro en su dirección a la par que cerrando el armario con un simple movimiento. No podía decirle que ropa, algún enser… — Me robaron un espejo comunicador que quiero de vuelta — fue todo lo que dijo. Lo cierto era que se encontraba en la lista de objetos que pidió, por lo que verlo por allí no habría sido una sorpresa. — No necesitamos permiso, dudo incluso que este sitio sea suyo — trató de tranquilizarlo, regresando hasta él y volviendo la mirada al traje extendido sobre la mesa. — ¿Qué se supone que es esto exactamente? O qué se supone que debería ser — corrigió recorriéndolo con la mirada y, seguidamente, retirándola hacia la puerta de entrada, aquella que quedaba lejos pero no lo suficiente como para percatarse si se abría en algún momento.


¿Tanto problema por un espejo comunicador? Me encojo de hombros y decido no hacer más preguntas al respecto pues no es de mi incumbencia, eso sí que no - Pero eso no quiere decir que ellos no nos pegarán una patada en el trasero si nos ven aquí - bromeo relajándome un poco. Supongo que tendré que confiar en mis rayos para defenderme de ser necesario - Oh... Se supone que es un traje protector que absorbe el efecto de los hechizos - me lo pienso por un momento y luego de echar un rápido vistazo para comprobar que nadie más está en el lugar, decido enseñarle el traje.
Rápidamente me quito la chaqueta y abro el cierre de mi pantalón un poco para que pueda ver el diseño casi completo - Éste es el real... ¿Ves? Se pega al cuerpo, muy ligero y sin molestia alguna, ideal para aurores - explico como si estuviese intentando venderlo - En la próxima modificación intentaré hacerlo más económico, creo que es el único defecto que tiene.


Parpadeó con rapidez, retirando la atención de la puerta de entrada y salida, para regresarla hasta él en el momento que comenzó a quitarse prendas. Wow, relax, no estaba influenciándolo a tal intensidad, ¿verdad? Siempre el pareció alguien demasiado débil pero no también cohibido. Entrecerró los ojos, reduciendo en espacio entre ambos y doblando ligeramente las rodillas para que sus ojos quedaran a la altura del abdomen contrario. No preguntando antes de que su mano tratara de atrapar la tela que quedaba completamente pegada a su piel, haciendo incluso complicado pellizcarla. Asintió lentamente, alzando la mirada en su dirección. — ¿Qué tipo de hechizos? ¿Elementales o también maldiciones? — preguntó reincorporándose y con notable curiosidad en su voz. — Lo barato sale caro. Si realmente puede hacer lo que dices todos pagarán lo que les pidas, y merecerá la pena. — aseguró. La seguridad era importante, pero también lo era sobrevivir. — ¿Es un prototipo o definitivo? — habló, sacando la varita de su bolsillo como quien no quería la cosa.


Tengo que tragar saliva algo incómodo cuando empieza a inspeccionar el traje ¿Así se sienten de observados los modelos? Supongo que tengo que darle más crédito a Jerek Grimm. Intento mantener mi abdomen duro pues quiero lucir el modelo al máximo e incluso contengo la respiración por todo lo que dura la inspección - No habría sido ético probarlo frente a maldiciones así que la descripción dice que solo con hechizos simples - pero estoy seguro de que surtiría cierto efecto frente a lo otro también, es un buen traje y tengo toda mi confianza en él - Oh, es el definitivo... Ya está en el mercado y algunos han tenido la suerte de comprarlo, supongo que esas personas con las que les han brindado la información a éstos imitadores baratos - agrego con una sonrisa, la cual se borra al ver su varita. Creo que comprendo lo que quiere hacer.
Respiro profundo y dejo caer los hombros rendido ¿Qué clase de inventor sería si no confiara en mis propios inventos? - Anda, te dejo que lances alguno para probar... Pero no demasiado fuerte que debo seguir trabajando mañana - y no quiero llegar todo dolorido. Así que me libro de la ropa que me queda por arriba para no arruinarla y luego abro los brazos para recibir el golpe - Demás está decir que no apuntes a la cara.


Las rodillas de la veela casi tocaron el suelo cuando comenzó a inspeccionar con curiosidad el traje del que presumía. Lo cierto es que era digno de ello; si realmente hacía lo que su creador decía. Y si se lo permitía estaba más que dispuesta a hacer una prueba de ello. Asintió con la cabeza, sacando la varita con total despreocupación, no teniendo tiempo a pedir permiso antes de que se le fuera dado por su parte. Una fugaz sonrisa apareció en sus labios. — Hagamos un trato — comentó antes de apuntarlo con la varita. — No es ético pedirle a alguien que se arriesgue a una maldición, pero yo me ofrezco a hacerlo… si me haces un descuento — inclinó la cabeza hacia un lado con diversión. — Siempre que, al menos, sirva con elementales — aseguró. Si no conseguía reducir su glacius estaba más que descartado.
— Entonces… — no esperó una respuesta, primero necesitaba probar la primera parte, sino la segunda ni siquiera sería una opción. Alzó la mano libre, tapándole la cara con una media sonrisa prendida de los labios. — ¡Glacius! — conjuró contra el cuerpo del científico. Un expelliarmus o desmaius eran demasiado vagos como para probar si realmente merecía la pena.


Una ola fría me recorre de pies a cabeza, como si de repente me lanzara a una piscina repleta de cubos de hielo, pero al final logro recuperarme luego de algunos escalofríos y soy capaz de respirar con normalidad ¡Claro que mi traje funciona! Fue él quien se ha congelado y yo ya estoy en perfectas condiciones para seguir en una supuesta pelea - ¡Uuuf! Eso ha sido... Ufff - me quejo aún con algo de frío, pero es un efecto mínimo comparado con lo que el encantamiento entero habría provocado en mí - ¿Es lo mejor que tienes? - me burlo con una sonrisa, broma a la que me apresuro a restarle importancia pues no quiero que siga probando los efectos.
Camino un poco para entrar en calor y al final me acerco a la mesa para recargar allí mi peso, mirando el traje que con tanto esmero hice con una sonrisa. Tomo el cierre por unos segundos y jugueteo con él hasta que comienzo a bajarlo con cuidado - No puedo hacerte un descuento, Arianne... Pero creo que lo necesitas más que yo - no pienso hacer más redadas en un futuro próximo, todo lo contrario, quiero mantenerme a salvo.


Permaneció impasible, observando como el hombre se estremecía pero no llegaba a congelarse. El hechizo quedó completamente anulado, siendo absorbido por el traje, y consiguiendo que la veela se retirara hacia un lado, no sabiendo si el hechizo rebotaría contra ella. Sonrió al escuchar su voz, bajando el brazo con el que sostenía la varita. — Por un segundo pensé que el hechizo rebotaría — confesó con cierto alivio de ver que él estaba bien y ella también. Alzó ambas cejas, guardando la varita en el bolsillo de su chaqueta y bajando la cremallera de ésta, dispuesta a que probara el siguiente hechizo sobre ella, tal y como había propuesto.
Mas los dedos de la rubia cesaron en su descenso, fijando sus ojos en él los instantes durante los que habló, parpadeando con cierta confusión. Y acabando por cruzar los brazos bajo su pecho, algo frustrada. — No estás obligado a darme nada, Riley. — aseguró con voz seria, siguiendo con la mirada los movimientos de sus manos. — Llevas algo debajo, ¿verdad? — preguntó entonces arqueando un ceja y permitiéndose recorrerlo con la mirada. Gesto o atrevimiento que nunca antes habría hecho, pero se sentía con la suficiente confianza como hacerlo en aquel momento. Suspiró, descruzando los brazos y girándose en redondo. — Si te va a suponer un problema solo debes de pedirme el dinero, puedo conseguirlo. — anunció con la mirada fija en el armario que tenía frente a ella. Quizás después debiera mirar allí; le faltaban demasiadas cosas y extrañaba otras muchas.


Sé que no debo darle nada pero, vamos, es una ex jueza viviendo en el norte quien sabe por qué, no hace falta tener muchas luces para saber que está en riesgo de recibir un hechizo en cualquier momento... O un cuchillazo, que el traje también la protegería de eso - Es mi buena acción del día - digo a continuación comenzando a bajar el cierre - No, no tengo nada, así que cuanto menos me mires, mejor - agrego sin importancia pues desde que empecé a ir al gimnasio todas las inseguridades con respecto a mi cuerpo disminuyeron.
Me saco el entero hasta quedar solo en boxers y le lanzo el traje a Arianne antes de buscar mis pantalones y chaqueta - Ese es mío, si lo cuidas bien no necesitaré dinero - puedo conseguir otro para mí - Espero que te ayude, de verdad... Así quizás algún día me puedas contar qué demonios te ocurrió - finalizo mientras termino de vestirme - Supongo que mi paseo termina aquí.


— Gracias — dijo antes de girarse para darle algo de intimidad mientras se quitaba el traje y volvía a colocar la ropa en su lugar. Sonrió de medio lado, cruzando los brazos y tamborileando con los dedos en su antebrazo, con la mirada fija en el armario que tenía enfrente y dejando la mente completamente en blanco hasta que algo impactó contra ella y la sobresaltó. El traje cayó al suelo y tuvo que agacharse para tomarlo, volviendo la mirada entonces hasta él. Esbozó una diminuta sonrisa, doblando el traje sobre su brazo. — Estos lugares están protegidos para que nadie pueda aparecerse en su interior, te acompañaré hasta fuera — comentó realizando un último barrido de todo lo que la rodeaba. Después volvería a buscar sus cosas.
Caminó a su lado, abriendo la puerta y saliendo al exterior antes que él; mirando hacia ambos lados de la calle antes de hacerse a un lado. — No le digas a nadie que me has visto — dijo entonces, tomando una profunda respiración. — No solo dejé mi trabajo en el Wizengamot — fue lo único que agregó. Quién sabía, quizás algún día se volverías a encontrar y podría contarle todo.


-Si me necesitas... Sabes dónde encontrarme - en realidad no lo sabe así que frunzo el ceño pues a veces las frases cliché de las películas no quedan bien en la vida real - Es mi teléfono - digo luego tendiéndole una de mis tarjetas personales que saco del bolsillo interno de mi chaqueta - Para lo que sea - aclaro antes de juntar mis pies y girar sobre mis talones para desaparecer del distrito rumbo a algún lugar más seguro desde dónde emprender el viaje de regreso a casa.
No sé que ha sido de su vida, tampoco sé que será, pero algo me dice que tendré noticias de ella pronto, solo espero que no sea en el último momento de los programas de noticias ni en la sección de fallecidos del periódico... Quizás el traje ayude a sacarla de esas situaciones y nada me podría más feliz, al menos con eso equilibraría un poco la balanza luego de todas las facilidades que le he brindado al ministerio de la magia... La pregunta es ¿Puedo hacer más?


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