VERANO de 247521 de Junio — 20 de Septiembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Me he dado cuenta de que jamás he tenido muchos amigos. Claro, siempre hubo personas dispuestas a venir a mis juegos de té y fiestas privadas, pero no es lo mismo que un colega de la alta sociedad que una verdadera amistad. Jamás creí que echaría tanto de menos a personas como Maeve, Patrick… ¡Hasta al hijo de Helmuth, que sus rizos oscuros y sonrisa perfecta me perdonen! En esta fábrica, repleta de personas que no confían del todo en mí y cuyos rostros tienden a recordarme momentos horribles de mi vida, no puedo decir que tengo mi lugar. Sí, me han aceptado (entre discusiones, los he oído), me dejan comer y dormir sin poner mi pellejo en juego, pero no termino de ser parte de ellos. Como si fuera poco, en más de una ocasión he visto a Kendrick Black echarme el ojo como si tratase de adivinar exactamente qué hago aquí, lo cual es totalmente incómodo. Hero Niniadis, siguiendo los pasos de los rebeldes bajo las ideas de nuestra familia enemiga. Mi madre debe estar retorciéndose en su tumba.
Lo mejor que tengo es Sage. Me convenzo a mí misma que esto es lo correcto cada vez que puedo tomar su mano sin culpa alguna y, para qué negarlo, las sesiones de besos se han vuelto cada vez más interesantes. No es como que hagamos nada raro, pero entrar en confianza tiene su encanto y ya no me siento torpe o inexperta cada vez que nos escabullimos a los rincones sucios de este lugar. Al menos, él se siente como casa o algo parecido. Lo único que no tengo y que de verdad extraño, más que a otras cosas, es Meerah. He estado siguiendo la fecha en el calendario para asegurarme que no voy a perderme su cumpleaños, incluso cuando no puedo estar ahí. Pero cuando pasa el primero de septiembre, la sensación se torna tan insoportable que tengo que esperar a la noche para meterme en mi “habitación”, cerrar la puerta y rebuscar entre mis cosas.
El espejo comunicador es una mugre y lo soplo varias veces hasta sentir que el cristal no tiene una capa de polvo encima. Como lo he hecho otras tantas veces, llamo su nombre entre susurros, desconfiando el tener alguna respuesta… hasta que sus ojos aparecen y se me escapa un chillido, teniendo que hacer un enorme esfuerzo por no lanzar el espejo al piso — ¡Meerah! ¡Por Morgana, Merlín y Nimue! — No sé cómo consigo enfocar sin que me tiemble el pulso, pero creo que lo logro de alguna manera — ¿Estás…? ¡Feliz cumpleaños! ¡Meerah… no tienes idea de lo mucho que te he extrañado! — antes de que pueda conectar dos ideas lógicas, ya estoy llorando. Por suerte, en esta ocasión es de alegría.
Lo mejor que tengo es Sage. Me convenzo a mí misma que esto es lo correcto cada vez que puedo tomar su mano sin culpa alguna y, para qué negarlo, las sesiones de besos se han vuelto cada vez más interesantes. No es como que hagamos nada raro, pero entrar en confianza tiene su encanto y ya no me siento torpe o inexperta cada vez que nos escabullimos a los rincones sucios de este lugar. Al menos, él se siente como casa o algo parecido. Lo único que no tengo y que de verdad extraño, más que a otras cosas, es Meerah. He estado siguiendo la fecha en el calendario para asegurarme que no voy a perderme su cumpleaños, incluso cuando no puedo estar ahí. Pero cuando pasa el primero de septiembre, la sensación se torna tan insoportable que tengo que esperar a la noche para meterme en mi “habitación”, cerrar la puerta y rebuscar entre mis cosas.
El espejo comunicador es una mugre y lo soplo varias veces hasta sentir que el cristal no tiene una capa de polvo encima. Como lo he hecho otras tantas veces, llamo su nombre entre susurros, desconfiando el tener alguna respuesta… hasta que sus ojos aparecen y se me escapa un chillido, teniendo que hacer un enorme esfuerzo por no lanzar el espejo al piso — ¡Meerah! ¡Por Morgana, Merlín y Nimue! — No sé cómo consigo enfocar sin que me tiemble el pulso, pero creo que lo logro de alguna manera — ¿Estás…? ¡Feliz cumpleaños! ¡Meerah… no tienes idea de lo mucho que te he extrañado! — antes de que pueda conectar dos ideas lógicas, ya estoy llorando. Por suerte, en esta ocasión es de alegría.
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Estoy tan rellena como el cerdo que acababa de comer en mi cena de cumpleaños, al punto de que debo quitarme los shorts de jean por unos más holgados que utilizo a manera de pijama. No debí comer esa segunda porción de torta, pero estaba riquísima, y Tilly había encontrado una verdadera pasión por la crema. Ya lo había visto esta tarde, pero esta vez había podido tomar fotos de sus manitos y cachetes embarrados por completo. Era total y completamente adorable, y siendo que era mi primer cumpleaños con ella no podía evitar sentirme feliz por cosas tan sencillas como esas.
Ya con una vestimenta más cómoda, pero con demasiadas cosas en la cabeza decido que aún no puedo dormirme y termino tomando la tableta antes de dejarme caer en la cama boca abajo. ¿Que tan tonto era haber cumplido catorce pero aún seguir escribiendo en mi diario? Porque si bien no era algo que divulgaba, era algo que todavía necesitaba hacer. Ahora no tanto luego de charlas como las que tuve con Hans, Lara o Jim… pero me hacía bien transcribir mis pensamientos de una manera en la que estuvieran visibles, casi que tangibles; una especie de catarsis interna en el cual podía distinguir mi línea de pensamiento y discutirlo conmigo misma como si estuviese hablando con otra persona. Incluso llega el punto en el que la tableta casi que parece llamarme cuando estoy demasiado distraída dibujando iniciales al margen del anotador electrónico que me descargué… Un momento, esa no era mi tableta. ¡Yo reconocía esa voz!
Me enredo con mis sábanas, mis pies y creo que parto mi lápiz óptico cuando me arrodillo sobre el colchón para estirarme a buscar el espejo que guardo debajo de la cama, pero no quiero perder la oportunidad y para cuando lo retiro de la funda en la que lo he entremezclado con viejos bocetos, por poco y no lo suelto contra el suelo al ver que efectivamente el rostro de Hero se ve reflejado contra el cristal. - AY POR TODOS LOS... , ¡HERO! - Y me aferro a los costados del espejo, queriendo abrazar el objeto mientras salto de la emoción que parece recorrerme de pies a cabeza, en un cosquilleo que se hace permanente contra mi piel. - Quien diga que los deseos de cumpleaños no se cumplen si los dices en voz alta, está muy equivocado. Porque estás bien, ¿verdad? Ay, no sé…. ¡Hero! De verdad eres tú. ¡Y en mi cumpleaños! ¿tú me has extrañado? Para mí fue una eternidad sin tener a… no sé, eres como mi otra mitad Hero. No te das una idea de lo mucho que me preocupé por tí. - Y no me contengo, y termino llevando el espejo contra mi pecho por un par de segundos. Porque la emoción me abrumaba y solo verla no bastaba.
Ya con una vestimenta más cómoda, pero con demasiadas cosas en la cabeza decido que aún no puedo dormirme y termino tomando la tableta antes de dejarme caer en la cama boca abajo. ¿Que tan tonto era haber cumplido catorce pero aún seguir escribiendo en mi diario? Porque si bien no era algo que divulgaba, era algo que todavía necesitaba hacer. Ahora no tanto luego de charlas como las que tuve con Hans, Lara o Jim… pero me hacía bien transcribir mis pensamientos de una manera en la que estuvieran visibles, casi que tangibles; una especie de catarsis interna en el cual podía distinguir mi línea de pensamiento y discutirlo conmigo misma como si estuviese hablando con otra persona. Incluso llega el punto en el que la tableta casi que parece llamarme cuando estoy demasiado distraída dibujando iniciales al margen del anotador electrónico que me descargué… Un momento, esa no era mi tableta. ¡Yo reconocía esa voz!
Me enredo con mis sábanas, mis pies y creo que parto mi lápiz óptico cuando me arrodillo sobre el colchón para estirarme a buscar el espejo que guardo debajo de la cama, pero no quiero perder la oportunidad y para cuando lo retiro de la funda en la que lo he entremezclado con viejos bocetos, por poco y no lo suelto contra el suelo al ver que efectivamente el rostro de Hero se ve reflejado contra el cristal. - AY POR TODOS LOS... , ¡HERO! - Y me aferro a los costados del espejo, queriendo abrazar el objeto mientras salto de la emoción que parece recorrerme de pies a cabeza, en un cosquilleo que se hace permanente contra mi piel. - Quien diga que los deseos de cumpleaños no se cumplen si los dices en voz alta, está muy equivocado. Porque estás bien, ¿verdad? Ay, no sé…. ¡Hero! De verdad eres tú. ¡Y en mi cumpleaños! ¿tú me has extrañado? Para mí fue una eternidad sin tener a… no sé, eres como mi otra mitad Hero. No te das una idea de lo mucho que me preocupé por tí. - Y no me contengo, y termino llevando el espejo contra mi pecho por un par de segundos. Porque la emoción me abrumaba y solo verla no bastaba.
Creo que tengo que hacer algo para no llamar la atención de toda la fábrica y los terrenos aledaños, pero mi emoción es tan fuerte que solo puedo percibir los chillidos de mi sobrina en lo que trato por todos los medios de esconder el espejo bajo la almohada y vuelvo a sacarlo casi de inmediato. A estas alturas, tengo la suave sospecha de que he olvidado cómo luce mi sobrina, porque mi memoria no le hace justicia alguna cuando vuelvo a ponerme el espejo frente a la cara — ¡Desearía poder darte muchos abrazos! Estás tan bella, Meerah. ¡No tienes idea de... ! — no encuentro las palabras, tal vez porque estoy balbuceando entre lágrimas gordas que trato de apartar para poder ser coherente al hablar — Han sido meses horribles. Creí que ya no tendrías el espejo o que no querrías hablar conmigo o… ¡No puedo creer que al fin contestaras! — sé que no lo he hecho muchas veces con temor a meterla en problemas, pero conseguir por fin una señal es más de lo que hubiera pedido.
Levanto mis ojos hacia la puerta y levanto la oreja, porque parece que nadie se ha acercado para averiguar la causa del griterío. Suerte para mí, la fábrica es enorme y las paredes, muy gruesas; supongo que a nadie le haría gracia el saber que estoy en contacto directo con la hija de un ministro. Acomodo mi postura de indio y recargo la espalda contra la pared, siendo incapaz de borrar la sonrisa que tironea de mis labios — Todo lo que he sabido de ti es gracias a las noticias y no diré que ha sido de utilidad, porque tu padre y su manía con la privacidad no deja que te fotografíen para hacer escándalos de ti — ruedo los ojos, estoy segura de que ella ya lo sabe pero de todas formas necesitaba quejarme en voz alta — ¿Así que tuviste una hermanita? ¿Cómo ha estado todo por allí? Meerah, no tienes idea de lo mucho que te he necesitado — espero que no se me quiebre la voz, pero el puchero me delata. Tampoco es que pueda ocultarle demasiado.
— He estado meses de aquí para allá, soportando la nieve y la incomodidad, hasta que Kitty encontró a Sage y… — ¿Puedo decirle dónde nos encontramos? ¿Puedo contarle los secretos que otras personas juzgarían? La miro un momento, dando algunos golpecitos al costado del espejo con mis pulgares — Fuimos acogidos por rebeldes... así que estamos bien y seguros, de modo que no tienes de qué preocuparte— boom, sin filtro. Meerah es fuerte, lo entenderá.
Levanto mis ojos hacia la puerta y levanto la oreja, porque parece que nadie se ha acercado para averiguar la causa del griterío. Suerte para mí, la fábrica es enorme y las paredes, muy gruesas; supongo que a nadie le haría gracia el saber que estoy en contacto directo con la hija de un ministro. Acomodo mi postura de indio y recargo la espalda contra la pared, siendo incapaz de borrar la sonrisa que tironea de mis labios — Todo lo que he sabido de ti es gracias a las noticias y no diré que ha sido de utilidad, porque tu padre y su manía con la privacidad no deja que te fotografíen para hacer escándalos de ti — ruedo los ojos, estoy segura de que ella ya lo sabe pero de todas formas necesitaba quejarme en voz alta — ¿Así que tuviste una hermanita? ¿Cómo ha estado todo por allí? Meerah, no tienes idea de lo mucho que te he necesitado — espero que no se me quiebre la voz, pero el puchero me delata. Tampoco es que pueda ocultarle demasiado.
— He estado meses de aquí para allá, soportando la nieve y la incomodidad, hasta que Kitty encontró a Sage y… — ¿Puedo decirle dónde nos encontramos? ¿Puedo contarle los secretos que otras personas juzgarían? La miro un momento, dando algunos golpecitos al costado del espejo con mis pulgares — Fuimos acogidos por rebeldes... así que estamos bien y seguros, de modo que no tienes de qué preocuparte— boom, sin filtro. Meerah es fuerte, lo entenderá.
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- ¿Qué? ¡NO! ¿Cómo no querría hablar contigo? ¡Claro que quería! Pero no me animaba a llamarte a ver si estabas en problemas, o con gente que no debías o… no sé. - Y verla llorar hace que inevitablemente logré llorar, así que somos dos tontas a cada lado del espejo, llorando de felicidad, de alivio y de quien sabe cuántas cosas más que provocaban el saber que la otra estaba bien. - De verdad Hero, verte bien es el mejor regalo de cumpleaños que recibí hasta ahora.- Trato de limpiarme las lágrimas con el dorso de la mano pero no consigo, así que tanteo la sábana y desarmo la cama hasta poder presionar la tela contra mis ojos. No sé cuándo o cómo podré verla de vuelta, y me niego a que lo que quede en mi memoria sea un recuerdo borroso a causa del llanto.
Me río cuando dice lo de las noticias, y mientras que ella se queja por el afán de Hans de mantenernos alejadas de la prensa, yo lo agradezco. - No es que tenga muchos escándalos que puedan fotografiar tampoco… - O tal vez sí, si contaba algunas interacciones que no debían haber ocurrido, pero esas podían estar justificadas y jamás documentadas. - Yo también te he necesitado demasiado. Tilly es hermosa y amo pasar tiempo con ella, pero no hay forma alguna en la que pueda comprender todo como lo haces tú. Te extraño demasiado. No sabía absolutamente nada de tí, y en mi caso no verte en las noticias era motivo de alivio. Pensar que todo este tiempo... - Que me diga que me necesitaba y saber que no pude estar allí para ella dolía un poco, pero de momento estaba demasiado consumida por la felicidad de verla.
- ¿Soportando la nieve? ¿Necesitas algo? Yo… - La interrumpo a mitad de su frase y casi no escucho lo que dice a continuación. Que si mal no recordaba Sage era su esclavo y ¿qué? ¿rebeldes? - ¿Rebeldes como los que estaban en contra de tu familia, “rebeldes”? - No quiero recordarle a Jamie o a mi abuelo, pero creo que el último lugar en la tierra donde pensé que Hero pudiese estar, “con rebeldes” ni siquiera figuraba en la lista que pudiese haber armado. - A ver, no. ¿sí? Aguarda. Desde el comienzo por favor. Porque yo pude haber estado cuestionándome un sinfin de cosas últimamente. Pero que me digas que los rebeldes te acogieron siendo Niniadis dice más de ellos de lo que podría haber pensado por mi propia cuenta. ¿Y Sage? ¿Cómo entra él en la ecuación?
Me río cuando dice lo de las noticias, y mientras que ella se queja por el afán de Hans de mantenernos alejadas de la prensa, yo lo agradezco. - No es que tenga muchos escándalos que puedan fotografiar tampoco… - O tal vez sí, si contaba algunas interacciones que no debían haber ocurrido, pero esas podían estar justificadas y jamás documentadas. - Yo también te he necesitado demasiado. Tilly es hermosa y amo pasar tiempo con ella, pero no hay forma alguna en la que pueda comprender todo como lo haces tú. Te extraño demasiado. No sabía absolutamente nada de tí, y en mi caso no verte en las noticias era motivo de alivio. Pensar que todo este tiempo... - Que me diga que me necesitaba y saber que no pude estar allí para ella dolía un poco, pero de momento estaba demasiado consumida por la felicidad de verla.
- ¿Soportando la nieve? ¿Necesitas algo? Yo… - La interrumpo a mitad de su frase y casi no escucho lo que dice a continuación. Que si mal no recordaba Sage era su esclavo y ¿qué? ¿rebeldes? - ¿Rebeldes como los que estaban en contra de tu familia, “rebeldes”? - No quiero recordarle a Jamie o a mi abuelo, pero creo que el último lugar en la tierra donde pensé que Hero pudiese estar, “con rebeldes” ni siquiera figuraba en la lista que pudiese haber armado. - A ver, no. ¿sí? Aguarda. Desde el comienzo por favor. Porque yo pude haber estado cuestionándome un sinfin de cosas últimamente. Pero que me digas que los rebeldes te acogieron siendo Niniadis dice más de ellos de lo que podría haber pensado por mi propia cuenta. ¿Y Sage? ¿Cómo entra él en la ecuación?
Es un poquito egoísta, en especial porque la pobre bebé no tiene la culpa de nada, pero me gusta el saber que no es lo mismo porque yo también lo he sentido así. Sacudo con la cabeza, que entre todo lo que estamos diciendo no quiero que piense que tiene que venir en mi ayuda, cuando aquí no hay nadie que pueda tocarme — Estoy bien, de veras. El invierno pasó y no he pillado ni un resfriado — lo que es mucho decir, si consideramos que no estuve viviendo en las mejores condiciones y el frío por momentos se tornaba insoportable. Quiero responderle de inmediato, pero como pronto se interrumpe y me deja ver mi error, tengo que picarme los labios con un dedo en lo que intento organizar mis ideas. Sé que ha pasado demasiado, le pido un momento con un gesto de la mano en lo que trato de procesarlo. ¿Cómo podré resumir casi un año en una conversación que sea sencilla de seguir?
— Estuve sobreviviendo gracias a Kitty — estoy segura de que puede recordar a mi elfina, nos llenó de dulces siempre que tuvo la oportunidad de hacerlo — No solo me traía comida, sino también me transportaba de un sitio al otro para evitar que me atrapen. Y Sage… bueno, él huyó cuando yo me marché — es un poco vergonzoso confesarlo, así que opto por un tono que casi le reprocha el no haber sido más observadora como para darse cuenta de que uno de los esclavos vecinos había dejado de aparecer — Kitty lo encontró y desde entonces ha estado conmigo. Y en cuanto a cómo llegamos aquí… es extraño. Me encontré con un muchacho que solía conocer y decretó que aquí estaríamos más seguros — lo dudo, hasta entorno la mirada como si midiera el decirle que se trata de David Meyer o no. Creo que no es de mi responsabilidad el declarar frente al resto quiénes están traicionando a Magnar o no.
— Pero… no ha sido tan bueno. Sí, han acordado en aceptarme… — después de varios debates, que los he oído — Pero no logro… bueno, no me siento en casa. Sé quienes son y ellos saben lo que mi madre les ha hecho. Y sé que no puedo quejarme y que debería estar satisfecha, pero solo soy un mueble que no tiene voz ni voto mientras ellos organizan una revolución bajo los ideales de Kendrick Black y… — relincho, no puedo decirlo de otra manera. Creo que no me he quejado de esto en voz alta con nadie, así que repentinamente me siento más liviana — Es agradable, tu cita — me mofo, no puedo evitarlo — Pero solo cuando él quiere. Casi siempre me ignora y actúa tan como si pudiera darme órdenes. Y sé que con ellos puedo ser libre de hacer cosas que antes no y nadie mira extraño que Sage y yo estemos juntos, pero se siente… mal — porque es todo lo contrario a lo que me han enseñado, tan simple como eso.
— Estuve sobreviviendo gracias a Kitty — estoy segura de que puede recordar a mi elfina, nos llenó de dulces siempre que tuvo la oportunidad de hacerlo — No solo me traía comida, sino también me transportaba de un sitio al otro para evitar que me atrapen. Y Sage… bueno, él huyó cuando yo me marché — es un poco vergonzoso confesarlo, así que opto por un tono que casi le reprocha el no haber sido más observadora como para darse cuenta de que uno de los esclavos vecinos había dejado de aparecer — Kitty lo encontró y desde entonces ha estado conmigo. Y en cuanto a cómo llegamos aquí… es extraño. Me encontré con un muchacho que solía conocer y decretó que aquí estaríamos más seguros — lo dudo, hasta entorno la mirada como si midiera el decirle que se trata de David Meyer o no. Creo que no es de mi responsabilidad el declarar frente al resto quiénes están traicionando a Magnar o no.
— Pero… no ha sido tan bueno. Sí, han acordado en aceptarme… — después de varios debates, que los he oído — Pero no logro… bueno, no me siento en casa. Sé quienes son y ellos saben lo que mi madre les ha hecho. Y sé que no puedo quejarme y que debería estar satisfecha, pero solo soy un mueble que no tiene voz ni voto mientras ellos organizan una revolución bajo los ideales de Kendrick Black y… — relincho, no puedo decirlo de otra manera. Creo que no me he quejado de esto en voz alta con nadie, así que repentinamente me siento más liviana — Es agradable, tu cita — me mofo, no puedo evitarlo — Pero solo cuando él quiere. Casi siempre me ignora y actúa tan como si pudiera darme órdenes. Y sé que con ellos puedo ser libre de hacer cosas que antes no y nadie mira extraño que Sage y yo estemos juntos, pero se siente… mal — porque es todo lo contrario a lo que me han enseñado, tan simple como eso.
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¿Es qué acaso todos los esclavos de esta isla tienen pensado huír? Por unos segundos mi mente va hacia Jordan, pero mis interacciones con él han sido prácticamente nulas incluso en lo que se refiere a labores de la casa. Prefiero confiar en Poppy, que es más rápida y no me hace cuestionarme cada actitud que pueda o no estar teniendo con respecto a los humanos. - Kitty se merece el cielo, y ese muchacho también. - Saber que contaba con gente que podía ayudarla me hacía sentirme mucho más aliviada. - No sé hasta qué punto es más seguro estar con un grupo de gente a la que buscan, pero el saber que no estás sola contra el mundo…
Aunque bueno, por lo que cuenta no es lo mismo estar sola que sentirse sola, y que esté en un lugar en el que no la escuchan solo por el apellido que porta, o las acciones que pudo tener su madre, no me parecía muy acorde a lo que intentaban promover. - ¡Ya te dije que no fue una cita! - No lo fue, y de verdad, de verdad esperaba que no se lo hubiese insinuado al chico. No es que tuviese muchas oportunidades de cruzarme con Kendrick Black, pero no creía que fuese capaz de mirarlo a la cara si ese había sido el caso. - Aguarda, no había entendido que estabas con Sage de esa forma, ¿cómo? No aguarda, ya sé cómo empezó, en tu cumpleaños… ¡Oh por favor! Dime que no estuviste sola en tu cumpleaños. - Mis prioridades apestaban, pero sentía que necesitaba semanas enteras para ponerme al día con Hero y que no me iba a alcanzar el tiempo.
- ¿Crees qué podremos hacer esto seguido? ¿O que habrá una manera de verte? - Era egoísta de mi parte el pedirle que se exponga, pero necesitaba abrazarla y asegurarle que no estaba sola en todo esto. - No me gusta que me digas que no te escuchan, tus opiniones deberían ser tan importantes como las de cualquiera ahí. Y no sé si más. Siempre supiste como funcionaba la política, podrías incluso ser de ayuda… - Aprieto los labios con fuerza y revuelvo un poco los ojos antes de volver mi mirada hacia el espejo. - ¿Quieres ayudar? Yo… No sé Hero, desde que te fuiste las cosas cambiaron. Y no puedo decirte que siga creyendo en los ideales que tenía tu madre, mucho menos en los que tiene Magnar. No… Uffffff. De verdad tenemos que hallar la manera de vernos.
Aunque bueno, por lo que cuenta no es lo mismo estar sola que sentirse sola, y que esté en un lugar en el que no la escuchan solo por el apellido que porta, o las acciones que pudo tener su madre, no me parecía muy acorde a lo que intentaban promover. - ¡Ya te dije que no fue una cita! - No lo fue, y de verdad, de verdad esperaba que no se lo hubiese insinuado al chico. No es que tuviese muchas oportunidades de cruzarme con Kendrick Black, pero no creía que fuese capaz de mirarlo a la cara si ese había sido el caso. - Aguarda, no había entendido que estabas con Sage de esa forma, ¿cómo? No aguarda, ya sé cómo empezó, en tu cumpleaños… ¡Oh por favor! Dime que no estuviste sola en tu cumpleaños. - Mis prioridades apestaban, pero sentía que necesitaba semanas enteras para ponerme al día con Hero y que no me iba a alcanzar el tiempo.
- ¿Crees qué podremos hacer esto seguido? ¿O que habrá una manera de verte? - Era egoísta de mi parte el pedirle que se exponga, pero necesitaba abrazarla y asegurarle que no estaba sola en todo esto. - No me gusta que me digas que no te escuchan, tus opiniones deberían ser tan importantes como las de cualquiera ahí. Y no sé si más. Siempre supiste como funcionaba la política, podrías incluso ser de ayuda… - Aprieto los labios con fuerza y revuelvo un poco los ojos antes de volver mi mirada hacia el espejo. - ¿Quieres ayudar? Yo… No sé Hero, desde que te fuiste las cosas cambiaron. Y no puedo decirte que siga creyendo en los ideales que tenía tu madre, mucho menos en los que tiene Magnar. No… Uffffff. De verdad tenemos que hallar la manera de vernos.
— Ay, sí, cómo digas — debo estar desesperada por un poco de chiste normal si estoy bromeando sobre mi sobrina y Kendrick Black, porque la verdad no me importaría si sale con él si eso me da al menos algo sobre lo que chusmear. ¡Y serían tan adorablemente trágicos! Como Romeo y Julieta, sólo que espero que nadie se muera en el proceso. Y hablando de romances extraños e inesperados… — Digamos que las cosas evolucionaron en estos meses. Ya sabes, cuando no hay normas… solo sucede — a pesar de la tragedia, me veo obligada a admitir que es la primera vez en mi vida que puedo decidir por mí misma y creo que es lo más positivo que puedo sacar de todo esto — ¡Oh, no! Ya estaba aquí para ese entonces. No fue el mejor cumpleaños del mundo, pero… — me encojo de hombros, al menos tuve la oportunidad de cumplir quince y no quedarme en el camino.
— Si no es un riesgo… — lo dejo en el aire, porque lo último que deseo es meterla en problemas. Estoy preparada para ponerme en víctima y quejarme a los cuatro vientos, pero no me espero lo que dice a continuación y creo que me quedo un momento pasmada frente al espejo hasta que me obligo a reaccionar, parpadeando con fuerza — Espera… — levanto una mano, pidiendo algo de tiempo — Siento que me perdí de algo. ¡Tú hasta querías seguir la especialización de leyes! — le recuerdo y eso que ella no tenía la presión de su madre como yo la tuve en su momento — ¿Es por los discursos de Kendrick y su amor prohibido? — no puedo evitarlo, me llevo la mano a los labios y luego al pecho con un mohín — Lamento informarte que tiene novia, pero quién sabe. Somos jóvenes… — ya, Hero, concéntrate.
Me doy unos golpecitos en la mejilla con las yemas, hasta que chasqueo los dedos en el aire al tener una idea — ¿Todos se han ido a dormir en tu casa? — pregunto. Lo dudo, he visto las luces encendidas en la residencia Powell hasta largas horas de la noche, pero jamás supe si era por gusto o por trabajo… o vaya a saber por qué — Kitty puede ir a buscarte si tú lo deseas. Solo cinco minutos y ya luego regresas… las ventajas de la magia de los elfos — muevo mis cejas, tratando de que mi idea se vea más tentadora y menos suicida.
— Si no es un riesgo… — lo dejo en el aire, porque lo último que deseo es meterla en problemas. Estoy preparada para ponerme en víctima y quejarme a los cuatro vientos, pero no me espero lo que dice a continuación y creo que me quedo un momento pasmada frente al espejo hasta que me obligo a reaccionar, parpadeando con fuerza — Espera… — levanto una mano, pidiendo algo de tiempo — Siento que me perdí de algo. ¡Tú hasta querías seguir la especialización de leyes! — le recuerdo y eso que ella no tenía la presión de su madre como yo la tuve en su momento — ¿Es por los discursos de Kendrick y su amor prohibido? — no puedo evitarlo, me llevo la mano a los labios y luego al pecho con un mohín — Lamento informarte que tiene novia, pero quién sabe. Somos jóvenes… — ya, Hero, concéntrate.
Me doy unos golpecitos en la mejilla con las yemas, hasta que chasqueo los dedos en el aire al tener una idea — ¿Todos se han ido a dormir en tu casa? — pregunto. Lo dudo, he visto las luces encendidas en la residencia Powell hasta largas horas de la noche, pero jamás supe si era por gusto o por trabajo… o vaya a saber por qué — Kitty puede ir a buscarte si tú lo deseas. Solo cinco minutos y ya luego regresas… las ventajas de la magia de los elfos — muevo mis cejas, tratando de que mi idea se vea más tentadora y menos suicida.
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- ¿Sólo sucede? Hero… ¿tú? ya sabes… - ¿Había perdido su virginidad? No es que quisiera preguntárselo tan directamente siendo que era la primera vez que hablaba con ella en casi un año, pero hay cosas que… Tenía entendido que Sage era más grande, o parecía serlo. No me extrañaría que estando solos, osea, podía entenderlo; era apuesto y todo. Aisss. Simplemente me resultaba extraño. Teníamos un año de diferencia, y si bien podía entender que el sexo opuesto tenía un determinado atractivo, no imaginaba el poder tener ese nivel de intimidad con alguien. - Estoy tratando de preguntar si te acostaste con él sin sonar brusca, pero como no puedo ahí está. ¿Lo hiciste? - Y debería sentirme avergonzada o algo por el estilo, pero lo único que puedo pensar es que estoy aliviada de que esta charla se esté dando cuando está con Sage, y no con Singleton. No puedo decir mucho con respecto a su cumpleaños, salvo que ya pensaré en cómo compensarla. Se suponía que cada cumpleaños debía ser especial, y ella me estaba dando terrible regalo por el mío, solo al haber pronunciado mi nombre frente a un espejo.
Me esperaba su sorpresa porque, si era sincera, hace un año era la primera que no podía pensar que mi punto de vista iba a cambiar tanto. Así que mastico mi labio inferior con algo de duda en un inicio, hasta que salta con lo de Kendrick. - ¿Pero qué es esa manía que tienes con Black? No, no fué por él; a decir verdad, las cosas cambiaron porque te fuiste. - Y no es una acusación ni nada remotamente cercano a eso. Era al menos la primera vez que de verdad había pensado que las cosas no estaban tan bien con el mundo. - No puedo creer en una justicia que sería capaz de condenarte. Hans dice que escucharía tu caso, que trataría de averiguar todos los hechos… y confío en él, pero no en los demás. Y si tanta desconfianza tengo por una sola persona. ¿Qué hay del resto? - Y es raro hablar sosteniendo un espejo en la mano, cuando siento la necesidad de cubrir mi rostro o de tirarme contra la almohada, pero no lo hago, porque siento que las palabras que no debería ni siquiera pensar, cuestan cada vez menos al pronunciarlas. - Tú estás saliendo con un esclavo, y si no fuese por lo de tu madre, seguro te condenarían por eso. ¿Y cuál es el problema? Jim me ha regalado una rosa incluso antes de considerarlo alguien tolerable, y seguro eso es un crimen. ¿Qué tan ridículo suena? - Y si en mi mente sonaba estúpido, en voz alta suena todavía peor.
Medito por unos segundos su pregunta sin saber muy bien a dónde quiere ir con eso, pero su expresión me dice que algo se le ha ocurrido. Y sí, ha tenido una de las ideas más brillantes y peligrosas que podía tener, pero la realidad es que no me lo pienso dos veces. - No sé si se han dormido o no, pero mi habitación está del otro lado y jamás vienen cuando estamos aquí. - Si fuese en el cuatro, donde había menos distancia entre las habitaciones y todo parece escucharse a un mayor volumen, mi respuesta habría sido otra, pero aquí… - ¿Crees que funcionará? ¿Incluso estando en la isla? ¿Podría ser ya? - Porque necesitaba abrazarla para cerciorarme de que todo era real, y no algún sueño producido por el exceso de postres.
Me esperaba su sorpresa porque, si era sincera, hace un año era la primera que no podía pensar que mi punto de vista iba a cambiar tanto. Así que mastico mi labio inferior con algo de duda en un inicio, hasta que salta con lo de Kendrick. - ¿Pero qué es esa manía que tienes con Black? No, no fué por él; a decir verdad, las cosas cambiaron porque te fuiste. - Y no es una acusación ni nada remotamente cercano a eso. Era al menos la primera vez que de verdad había pensado que las cosas no estaban tan bien con el mundo. - No puedo creer en una justicia que sería capaz de condenarte. Hans dice que escucharía tu caso, que trataría de averiguar todos los hechos… y confío en él, pero no en los demás. Y si tanta desconfianza tengo por una sola persona. ¿Qué hay del resto? - Y es raro hablar sosteniendo un espejo en la mano, cuando siento la necesidad de cubrir mi rostro o de tirarme contra la almohada, pero no lo hago, porque siento que las palabras que no debería ni siquiera pensar, cuestan cada vez menos al pronunciarlas. - Tú estás saliendo con un esclavo, y si no fuese por lo de tu madre, seguro te condenarían por eso. ¿Y cuál es el problema? Jim me ha regalado una rosa incluso antes de considerarlo alguien tolerable, y seguro eso es un crimen. ¿Qué tan ridículo suena? - Y si en mi mente sonaba estúpido, en voz alta suena todavía peor.
Medito por unos segundos su pregunta sin saber muy bien a dónde quiere ir con eso, pero su expresión me dice que algo se le ha ocurrido. Y sí, ha tenido una de las ideas más brillantes y peligrosas que podía tener, pero la realidad es que no me lo pienso dos veces. - No sé si se han dormido o no, pero mi habitación está del otro lado y jamás vienen cuando estamos aquí. - Si fuese en el cuatro, donde había menos distancia entre las habitaciones y todo parece escucharse a un mayor volumen, mi respuesta habría sido otra, pero aquí… - ¿Crees que funcionará? ¿Incluso estando en la isla? ¿Podría ser ya? - Porque necesitaba abrazarla para cerciorarme de que todo era real, y no algún sueño producido por el exceso de postres.
Sospecho hacia dónde va su pregunta, pero aún así eso no me prepara para que sea tan directa y me siento enrojecer cual morrón, llevándome una mano al pecho en lo que mis ojos se abren de par en par — ¡Por supuesto que no! — respondo demasiado rápido, así que creo que tengo que aclararme un poco — No es como si no… bueno, como si no me interesaran esas cosas, pero no me siento lista… aún — Ahora que lo pienso, creo que jamás hemos tocado ese tema con Sage y me siento totalmente incapaz de hacerlo. ¿Qué pensará de mí si siquiera se lo pregunto? ¡Por favor, era mucho más sencillo cuando sus opiniones no me importaban en lo absoluto! Podía atosigarlo a preguntas personales, porque a mí no me afectaban. No, mejor seguir en silencio hasta que las cosas sucedan por su cuenta.
Tengo que dejar de irme por las ramas mentales cuando ella se pone a explicar todo lo que me he perdido y no puedo evitar sentir cierto agradecimiento al saber que al menos un ministro no cree que yo sea una asesina psicópata que ha ido detrás de su madre. Abro la boca varias veces, pero no alcanzo a meter bocado en su relato hasta que hay algo que no comprendo, pero que por contexto de la conversación me hace pensar que me acaba de tirar una bomba — ¡Espera! ¿Quién es Jim y qué tiene de malo que te dé una rosa? ¿Acaso tienes un amor secreto y prohibido y así me lo dices? — me llevo la mano al corazón ante la ternura, aunque la necesidad de una explicación es la que me obliga a moverme más rápido. ¡Y podría ver a Meerah cara a cara, después de una eternidad! — Los elfos no conocen las limitaciones mágicas como nosotros. Ya verás, te veo en un momento — le explico, aunque estoy segura de que eso ya lo sabe.
La elfina no tarda en aparecer cuando llamo su nombre, moviendo sus orejas con atención ante mis indicaciones. En lo que ella vuelve a desaparecer, me pongo de pie para esconder el espejo en su sitio y me acomodo la ropa, aunque no hay necesidad de impresionar a nadie. ¿Estamos a salvo? ¿Qué dirían los demás si meto a la hija de un ministro a la fábrica? No tienen por qué saberlo, no van a saberlo. Salto en mi lugar cuando Kitty regresa con Meerah y no le doy ni dos segundos a que siquiera vea dónde se encuentra, porque ya estoy saltando sobre ella para abrazarla. ¡Que es real y hasta huele a casa! — ¡No puedo creerlo! — intento no chillar demasiado alto, así que debo sonar como una ardilla. Me separo lo suficiente como para poder mirarla, aunque soy incapaz de soltarla, a ver si se desvanece en el aire. ¿El picor en mis ojos son lágrimas contenidas? — Hasta llegué a creer que jamás volvería a tenerte delante. No tienes idea de lo mucho que extraño mi casa, a pesar de todo — suspiro en lo que contengo el llanto y me repongo con una sacudida, tirando de ella hacia la cama — ¡Tienes que contármelo todo! ¿Ya lo besaste? ¿Es guapo? ¿Guardas su rosa en secreto? Ahora mismo me arrepiento mucho de no tener más que un esmalte casi seco, de verdad.
Tengo que dejar de irme por las ramas mentales cuando ella se pone a explicar todo lo que me he perdido y no puedo evitar sentir cierto agradecimiento al saber que al menos un ministro no cree que yo sea una asesina psicópata que ha ido detrás de su madre. Abro la boca varias veces, pero no alcanzo a meter bocado en su relato hasta que hay algo que no comprendo, pero que por contexto de la conversación me hace pensar que me acaba de tirar una bomba — ¡Espera! ¿Quién es Jim y qué tiene de malo que te dé una rosa? ¿Acaso tienes un amor secreto y prohibido y así me lo dices? — me llevo la mano al corazón ante la ternura, aunque la necesidad de una explicación es la que me obliga a moverme más rápido. ¡Y podría ver a Meerah cara a cara, después de una eternidad! — Los elfos no conocen las limitaciones mágicas como nosotros. Ya verás, te veo en un momento — le explico, aunque estoy segura de que eso ya lo sabe.
La elfina no tarda en aparecer cuando llamo su nombre, moviendo sus orejas con atención ante mis indicaciones. En lo que ella vuelve a desaparecer, me pongo de pie para esconder el espejo en su sitio y me acomodo la ropa, aunque no hay necesidad de impresionar a nadie. ¿Estamos a salvo? ¿Qué dirían los demás si meto a la hija de un ministro a la fábrica? No tienen por qué saberlo, no van a saberlo. Salto en mi lugar cuando Kitty regresa con Meerah y no le doy ni dos segundos a que siquiera vea dónde se encuentra, porque ya estoy saltando sobre ella para abrazarla. ¡Que es real y hasta huele a casa! — ¡No puedo creerlo! — intento no chillar demasiado alto, así que debo sonar como una ardilla. Me separo lo suficiente como para poder mirarla, aunque soy incapaz de soltarla, a ver si se desvanece en el aire. ¿El picor en mis ojos son lágrimas contenidas? — Hasta llegué a creer que jamás volvería a tenerte delante. No tienes idea de lo mucho que extraño mi casa, a pesar de todo — suspiro en lo que contengo el llanto y me repongo con una sacudida, tirando de ella hacia la cama — ¡Tienes que contármelo todo! ¿Ya lo besaste? ¿Es guapo? ¿Guardas su rosa en secreto? Ahora mismo me arrepiento mucho de no tener más que un esmalte casi seco, de verdad.
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No puedo evitar reírme del color que adquiere su cara ya que sin importar lo que haya pasado durante el último año, sigue siendo exactamente la misma de siempre. Con sus delirios románticos y sonrojos oportunos, y sus miles de teorías acerca de cualquier pareja que pudiese formarse. ¿Podría llevarle una tableta? Es que lo único que me faltaba para completar su imagen, Hero no era Hero sin sus series, y si desconectaba el servicio de wifi o de localización luego de descargar los capítulos, dudaba que fuese imposible regalarle una. Tendría que preguntarle a Lara de manera sutil o… Bueno, ya vería luego.
- ¿Amor secreto? ¿Qué? ¡NO! - ¿Pero qué cosas estaba pensando? Que entendía su fascinación por armar cuanta pareja pudiera ver, ¿pero Jim? ¿De verdad? No puedo decir mucho más, porque antes de que pueda seguir con nada ya se ha distraído al llamar a su elfina. Solo llego a ocultar el espejo con rapidez debajo de la cubierta antes de que la pequeña criatura aparezca dentro de mi habitación, y tal como lo prometió, tarda sólo segundos en transportarme… directamente a los brazos de mi tía al parecer. Y no me lo creo. De verdad no me lo creo porque no puede ser que el universo sea tan bueno conmigo. Pero incluso si es un sueño, un delirio cósmico, o el resultado de una muy mala clase de pociones, devuelvo su abrazo con la misma efusividad que me regala. - ¿Tú no puedes creerlo? Es mi cumpleaños y se ha cumplido uno de mis deseos. ¡Ni que lo hubiese escrito en una carta de navidad!
Me dejo arrastrar con ella hasta lo que supongo que es una cama, y me sumerjo en una especie de abrazo incómodo pero necesario. Ni siquiera presto atención al entorno porque estoy demasiado ocupada viendo que ella es real y que está bien. - Si fuese por mí te regresaría a casa conmigo en este mismo instante, te mostraría los diseños que te hice, y nos la pasaríamos comiendo chocolate. ¿Estás más alta? Porque creo que estás más alta… - Nada que no pudiese arreglar con un par de costuras o alguno de los nuevos hechizos que había encontrado. En serio, ¿en qué momento la vida se había vuelto tan complicada que lo que era rutina se ha convertido en un pensamiento de anhelo?
- ¿Por qué siempre supones que todo tiene que ser un romance prohibido? - Hago una mueca de fastidio, pero a la vez me hundo contra su costado porque algo de razón tiene. No en lo de besarlo ni nada de eso, no. Pero… - Uffff. vas a malinterpretar todo, pero mi razón para guardar la rosa no tuvo nada que ver con el romance. Jim era el esclavo de Eloise Leblanc y nos llevábamos fatal, ¡mató a Argie! - Sí, sí, había sido un accidente, pero eso no significaba que no lo hubiese hecho. - El punto es que iba a destruírla en mi enojo, pero se me puso en la cabeza la idea de que la rosa no tenía la culpa y solo por terca todavía la mantengo viva en el escritorio. ¿Sabías que hay hechizos para que las plantas no se marchiten? - Había encontrado un libro lleno de hechizos del hogar que podían resultar extremadamente útiles, incluyendo unos de costura que hacían maravillas en mis diseños. - En fin, nada de besos, romances o chicos guapos siquiera. Que no es feo, pero esa no es razón para pintar un cuento rosa.- E iba a poner como ejemplo su opinión sobre Sage, hasta que recuerdo su estatus actual con su esclavo y entiendo mejor de dónde se saca la historia. - ¿Y tú me vas a decir de dónde salió lo de Sage y tú? Que si mal no recuerdo su beso no había sido la gran cosa, pero no ibas a repetirlo bajo ningún motivo. - Tal vez la memoria me falla, pero algo así era. - Prometo que para la próxima vez traeré esmaltes y maquillaje.
- ¿Amor secreto? ¿Qué? ¡NO! - ¿Pero qué cosas estaba pensando? Que entendía su fascinación por armar cuanta pareja pudiera ver, ¿pero Jim? ¿De verdad? No puedo decir mucho más, porque antes de que pueda seguir con nada ya se ha distraído al llamar a su elfina. Solo llego a ocultar el espejo con rapidez debajo de la cubierta antes de que la pequeña criatura aparezca dentro de mi habitación, y tal como lo prometió, tarda sólo segundos en transportarme… directamente a los brazos de mi tía al parecer. Y no me lo creo. De verdad no me lo creo porque no puede ser que el universo sea tan bueno conmigo. Pero incluso si es un sueño, un delirio cósmico, o el resultado de una muy mala clase de pociones, devuelvo su abrazo con la misma efusividad que me regala. - ¿Tú no puedes creerlo? Es mi cumpleaños y se ha cumplido uno de mis deseos. ¡Ni que lo hubiese escrito en una carta de navidad!
Me dejo arrastrar con ella hasta lo que supongo que es una cama, y me sumerjo en una especie de abrazo incómodo pero necesario. Ni siquiera presto atención al entorno porque estoy demasiado ocupada viendo que ella es real y que está bien. - Si fuese por mí te regresaría a casa conmigo en este mismo instante, te mostraría los diseños que te hice, y nos la pasaríamos comiendo chocolate. ¿Estás más alta? Porque creo que estás más alta… - Nada que no pudiese arreglar con un par de costuras o alguno de los nuevos hechizos que había encontrado. En serio, ¿en qué momento la vida se había vuelto tan complicada que lo que era rutina se ha convertido en un pensamiento de anhelo?
- ¿Por qué siempre supones que todo tiene que ser un romance prohibido? - Hago una mueca de fastidio, pero a la vez me hundo contra su costado porque algo de razón tiene. No en lo de besarlo ni nada de eso, no. Pero… - Uffff. vas a malinterpretar todo, pero mi razón para guardar la rosa no tuvo nada que ver con el romance. Jim era el esclavo de Eloise Leblanc y nos llevábamos fatal, ¡mató a Argie! - Sí, sí, había sido un accidente, pero eso no significaba que no lo hubiese hecho. - El punto es que iba a destruírla en mi enojo, pero se me puso en la cabeza la idea de que la rosa no tenía la culpa y solo por terca todavía la mantengo viva en el escritorio. ¿Sabías que hay hechizos para que las plantas no se marchiten? - Había encontrado un libro lleno de hechizos del hogar que podían resultar extremadamente útiles, incluyendo unos de costura que hacían maravillas en mis diseños. - En fin, nada de besos, romances o chicos guapos siquiera. Que no es feo, pero esa no es razón para pintar un cuento rosa.- E iba a poner como ejemplo su opinión sobre Sage, hasta que recuerdo su estatus actual con su esclavo y entiendo mejor de dónde se saca la historia. - ¿Y tú me vas a decir de dónde salió lo de Sage y tú? Que si mal no recuerdo su beso no había sido la gran cosa, pero no ibas a repetirlo bajo ningún motivo. - Tal vez la memoria me falla, pero algo así era. - Prometo que para la próxima vez traeré esmaltes y maquillaje.
— Que Merlín te oiga, a ver si cumple otro milagro — que no es que me queje demasiado, pero unos centímetros de más no me vendrían para nada mal. Estoy segura de que no he crecido pero sí engordado, hay que ver la de porquerías que comen en este lugar al tener que cocinar para muchos y en mala calidad. ¡Demasiadas harinas, muy pocas verduras! — ¿Y por qué no? Te vendría bien un poco de romance, para variar. ¡En unos años, de seguro tienes fila llamando a tu puerta y tendrás que elegir al menos a uno! — Meerah tiene la suerte de parecer una muñequita de porcelana y estoy segura de que los chicos de seguro van a notarlo en los años próximos, cuando dejen de ser tan tontos y empiecen a mirar lo que sucede a su alrededor.
Mejor empiezo a dejar de lado los pensamientos sobre un futuro incierto, porque Meerah comienza a hablar y lo único que consigo comprender es que este Jim es un esclavo vecino con quien pelea y aún así le regala flores — ¡¿Cómo que mató a Argie?! — tengo que soltarla para llevarme dos manos a la boca por el espanto, que tal vez no es bueno que mi sobrina se ande fijando en un psicópata sádico. Ignoro su excusa de la rosa y hasta lo descarto con un movimiento de la cabeza porque ese detalle no es el importante, sino lo que nos lleva a estar considerando una flor dentro de todo esto — ¿Acaso no pensaste jamás que regalarte una rosa puede significar otra cosa? Las peleas pueden ser para llamar tu atención, la flor para indicar interés — me encojo de hombros, pero ella debería considerarlo, más si dice que no es feo. ¿O estoy siendo egoísta haciendo que se meta en algo con una persona problemática?
— Bueno… — me ha atrapado, no puedo negarlo. Ni siquiera acoto nada a lo de los maquillajes porque estoy más ocupada en subir los pies a mi cama para sentarme como una india en lo que asumo que necesito comodidad para mantener esta conversación — Las cosas cambiaron cuando estuvimos solos y lejos de la isla. Aquí… bueno, no hay verdaderas normas. A nadie le importa de dónde seas o a quien quieras, se preocupan más por si deseas ayudar y Sage… él siempre ha estado para mí y me hace bien — ha sido un apoyo constante, incluso cuando no me daba cuenta de ello. Mordisqueo el interior de mi mejilla en lo que me fijo en su expresión, tratando de encontrar una opinión en sus facciones — Toda mi vida creí que las cosas se dividían en blancos y negros, que yo era mejor que los demás por ser quien soy. Pero aquí todo está dividido en una enorme gama de grises. Hay gente que tiene diferentes estilos de vida, diferentes deseos y te hacen miles de preguntas de cómo es vivir en una mansión, porque ellos no conocieron otra cosa que las montañas o las casas pequeñas. Y con Sage… digamos que hablamos el mismo idioma cuando eliminamos las barreras. Tenemos fisonomías ligeramente diferentes, sí, pero al final de cuentas las cosas que tenemos en común importan más. Es extraño pensarlo — me apresuro a aclarar — Pero poco a poco, creo que lo entiendo mejor.
Mejor empiezo a dejar de lado los pensamientos sobre un futuro incierto, porque Meerah comienza a hablar y lo único que consigo comprender es que este Jim es un esclavo vecino con quien pelea y aún así le regala flores — ¡¿Cómo que mató a Argie?! — tengo que soltarla para llevarme dos manos a la boca por el espanto, que tal vez no es bueno que mi sobrina se ande fijando en un psicópata sádico. Ignoro su excusa de la rosa y hasta lo descarto con un movimiento de la cabeza porque ese detalle no es el importante, sino lo que nos lleva a estar considerando una flor dentro de todo esto — ¿Acaso no pensaste jamás que regalarte una rosa puede significar otra cosa? Las peleas pueden ser para llamar tu atención, la flor para indicar interés — me encojo de hombros, pero ella debería considerarlo, más si dice que no es feo. ¿O estoy siendo egoísta haciendo que se meta en algo con una persona problemática?
— Bueno… — me ha atrapado, no puedo negarlo. Ni siquiera acoto nada a lo de los maquillajes porque estoy más ocupada en subir los pies a mi cama para sentarme como una india en lo que asumo que necesito comodidad para mantener esta conversación — Las cosas cambiaron cuando estuvimos solos y lejos de la isla. Aquí… bueno, no hay verdaderas normas. A nadie le importa de dónde seas o a quien quieras, se preocupan más por si deseas ayudar y Sage… él siempre ha estado para mí y me hace bien — ha sido un apoyo constante, incluso cuando no me daba cuenta de ello. Mordisqueo el interior de mi mejilla en lo que me fijo en su expresión, tratando de encontrar una opinión en sus facciones — Toda mi vida creí que las cosas se dividían en blancos y negros, que yo era mejor que los demás por ser quien soy. Pero aquí todo está dividido en una enorme gama de grises. Hay gente que tiene diferentes estilos de vida, diferentes deseos y te hacen miles de preguntas de cómo es vivir en una mansión, porque ellos no conocieron otra cosa que las montañas o las casas pequeñas. Y con Sage… digamos que hablamos el mismo idioma cuando eliminamos las barreras. Tenemos fisonomías ligeramente diferentes, sí, pero al final de cuentas las cosas que tenemos en común importan más. Es extraño pensarlo — me apresuro a aclarar — Pero poco a poco, creo que lo entiendo mejor.
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El día en que Hero deje de ver todo como una novela rosa, sabré que me han cambiado a mi tía y tendré que conseguir veritaserum o algo por el estilo para conocer su verdadera identidad. Porque de verdad, yo feliz por saberla viva, y ella queriendo encontrarme novio. - En unos años te diré entonces… incluso te lo presentaré para que des tu aprobación. - Le aseguro con el fin de dejar morir el tema ahí. Cuando estuviese interesada en verdad en eso de buscar pareja, seguramente querría contarle todo a Hero, de momento, sin ningún prospecto y con situaciones hipotéticas ridículas… paso.
- Fue un accidente. - Le aseguro, no sin un dejo de rencor que no se va. Porque accidente o no, mi mascota ya no estaba. - Y no, jamás pensé algo por el estilo. No voy a analizar cada interacción que tengo, más aún cuando estoy segura de que a ninguno le interesa el otro de esa manera. De verdad. - Creo que bastaba solo recordar su pinta de roñoso dentro de una celda como para pintar un JAMÁS por encima de su cabeza.
Lo que no me espero es que la respuesta a la pregunta que le hago sea tan profunda, y por unos segundos noto que, pese a que sigue siendo la misma Hero de siempre, ha tenido también un cambio más profundo, uno que le da una comprensión de la vida que todavía no llego a tener. No del todo, ya que mi indecisión constante vive dejándome en una incertidumbre reflexiva de la que no siempre consigo salir. - ¿Sabes? Me alegro por tí. Por todo. Eres mejor que los demás por ser quien eres, pero no por tu sangre, o tu magia, siquiera por tu educación. Sino que por ser la persona compasiva que puede darse la oportunidad de no rendirse y seguir en la pelea, sabiendo que el “qué dirán” es una cosa que no debe afectarte. Y pese a que no recuerdo del todo a Sage, me alegra que puedas haber encontrado a esa persona con la cual puedes compartir, y hablar.
- Fue un accidente. - Le aseguro, no sin un dejo de rencor que no se va. Porque accidente o no, mi mascota ya no estaba. - Y no, jamás pensé algo por el estilo. No voy a analizar cada interacción que tengo, más aún cuando estoy segura de que a ninguno le interesa el otro de esa manera. De verdad. - Creo que bastaba solo recordar su pinta de roñoso dentro de una celda como para pintar un JAMÁS por encima de su cabeza.
Lo que no me espero es que la respuesta a la pregunta que le hago sea tan profunda, y por unos segundos noto que, pese a que sigue siendo la misma Hero de siempre, ha tenido también un cambio más profundo, uno que le da una comprensión de la vida que todavía no llego a tener. No del todo, ya que mi indecisión constante vive dejándome en una incertidumbre reflexiva de la que no siempre consigo salir. - ¿Sabes? Me alegro por tí. Por todo. Eres mejor que los demás por ser quien eres, pero no por tu sangre, o tu magia, siquiera por tu educación. Sino que por ser la persona compasiva que puede darse la oportunidad de no rendirse y seguir en la pelea, sabiendo que el “qué dirán” es una cosa que no debe afectarte. Y pese a que no recuerdo del todo a Sage, me alegra que puedas haber encontrado a esa persona con la cual puedes compartir, y hablar.
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