The Mighty Fall
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The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Enero, 2451.

Mo, me estoy muriendo— susurro, mi voz se arrastra desde el sillón en el que estoy tumbada con mis brazos rodeándome la cintura y llega hasta la cocina donde escucho a mi madre moverse preparando más de un plato para la cena como es su costumbre, que tenemos un invitado esta noche, el que tenga trece años no lo hace menos importante que cualquier embajador de Europa. Como tiene las mejillas flacas y en estos meses le dio un estirón que hace que sus piernas parezcan de dos metros, estoy de acuerdo en que necesita un poco más de comida para que no vaya a caerse de cara por falta de equilibrio cuando salimos caminando de la escuela. Con Mohini nos ponemos a la tarea de servirle tres platos cuando viene a cenar una vez a la semana, para nuestro clásico Viernes de Videojuegos, cuando sus padres tienen esa reunión con su grupo de ayuda en que se toman de las manos con los otros millonarios en crisis y hablan del déficit del mes y cuánto tendrán que recortar en personal aquellos que tienen empresas. Lloran tomando champagne o así es como pienso que deben ser esas reuniones, a Helena se me hace más fácil de imaginar impidiendo que el mozo se vaya muy lejos con la bandeja de alcohol caro.

Me retuerzo entre los cojines del sillón que caen a la alfombra, soltando un par de gemidos que alzo en tono cuando no recibo respuesta por parte de mi madre, lo único que escucho es la cuchara golpeando una de las cacerolas. —¡Mo! ¡Que me estoy muriendo! ¡Se acabó! ¡Veo la luz!— grito, dándome vuelta para quedar con el vientre presionando contra el tapiz. Ahogo un nuevo gemido contra el único cojín que retengo, me pican los ojos por las ganas de llorar que me da desde hace tres meses cuando este martirio comenzó. —¡Tantos días de agonía llegan a su fin! ¡He vivido poco, pero no me arrepiento de nada! ¡Tampoco de haber puesto una babosa en el helado de Grace! ¡Se lo merecía! ¡No es mi culpa que haya sido tan boba como para comérselo!—. Me giro en el sillón, mi espalda contra la tela, y sacudo el cojín en el aire. —¡¿Por queeeee nací mujer?!— gimoteo, es el colmo de las injusticias. Detesto que los chicos digan que por ser niña no puedo jugar y tener que darles la razón porque hace unos días tuve que salirme de un partido de soccer al sentir las punzadas insoportables en el vientre. ¡Lo odio!

Dile a Riley cuando llegue y sea demasiado tarde, que…— hago que mi voz se escuche temblorosa, como vi que lo hacen en algunas películas cuando el protagonista está en medio del campo de guerra, desangrándose. Puedo sentirme identificada con la escena, en serio. —Si busca a alguien más para reemplazarme en los Viernes de Videojuegos, volveré a tirarle de las patitas y como fantasma sabotearé todas sus partidas— amenazo al aire con toda mi furia, porque si se atreve a hacerlo, no descansaré en paz. Tendré que volver para atormentarlo. Como si lo hubiera llamado, escucho el sonido del timbre y me caigo del sillón hacia la alfombra con un golpe seco. —¡YA VOY!— grito a voz de cuello, apoyándome en mis palmas para levantarme a prisa, sin embargo corro a la cocina antes de ir hacia la puerta. Me encuentro con mi madre y le apunto con el dedo, separo un poco mis piernas cortas para verme más intimidante y mi cabello negro es una maraña desordenada que me cae sobre el rostro. —¡Ni se te ocurra contarle a Riley!— también la amenazo a ella, no quiero decirlo en palabras, pero sabe a qué me refiero. Moriré de la vergüenza si mi mejor amigo se entera de esto, se lo vengo ocultando desde que empezó y espero poder seguir escondiéndolo el resto de mi vida, como mi mayor secreto. Presiono uno de mis dedos contra mis labios para obligarla a callar y me giro bruscamente para ir a la puerta. —¡Ya voooooooooy!
Anonymous
Riley Kavalier
Aguardo sentado en el borde de mi cama mirando el suelo mientras escucho la típica discusión de mis padres de por qué debería ir con ellos a la reunión que tienen. Mi madre argumenta que algún día tendré que hacerme cargo del negocio así que debo aprender y mi padre responde diciendo que no tengo las habilidades sociales para ponerme al frente de algo tan grande así que sería en vano mostrarme en público. "No es carismático, la gente no lo quiere ¿Cómo va a ser un líder?" es de las cosas más suaves que lo escucho decir. Pero tiene razón, jamás podría ser como él y de todas formas no quiero serlo... Prefiero quedarme en mi habitación estudiando, construyendo algo o en su defecto ir a la casa de Lara a jugar videojuegos. Allí la paso mucho mejor y debo aprovecharlo hasta que ellos lo noten y me lo prohíban.

Pasan unos minutos más remarcando todo lo que está mal en mí hasta que viene mamá a recogerme para llevarme a la estación de trenes y así ir hasta el distrito 6. No digo nada en el camino, mantengo las correas de mi mochila bien agarradas y a penas si respiro mientras las ruedas del auto avanzan hasta la estación del Capitolio - Adiós, mamá y gracias por traerme - saludo y solo cuando veo el automóvil negro girar en la primera esquina largo todo el aire que tenía contenido.

El tren no tarda demasaido en llegar hasta el hogar de mi amiga. Odio que viva tan lejos ya que eso no me deja escaparme allí de vez en cuando, pero cuando sea mayor de edad me mudaré cerca de ella, quizás no al 6 pero sí al 3, allí está todo lo que me gusta y si bien no tiene todas las comodidades del Capitolio ¿Quién las necesita? No hago uso de ellas de todas formas.

- Buenas noches, señora mamá de Lara - saludo y paso algo dubitativo hacia la cocina con ella. Dejo la mochila en uno de los taburetes y me agacho a atarme los cordones de las zapatillas justo cuando mi amiga llega como un huracán, dice un par de palabras y luego de eso se da vuelta y sale corriendo ¡Tan alterada está que ni me ha visto! Eso y parece que no tuvo cuidado en mirar dónde sentarse, ambas cosas me sacan una sonrisa que le dedico a la señora Khan antes de ir por Lara.

- Toma, te sentaste sobre chocolate, ésto lo cubrirá - comento a sus espaldas con voz tranquila mientras le tiendo mi sudadera, aquí hay una temperatura mucho más agradable que en mi casa así que no la necesito - ¿Podemos volver a la cocina? Creo que tu madre estaba preparando algo... Creo... Acabo de llegar en realidad, no pude ver mucho.
Riley Kavalier
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Mohini R. Khan
Una de dos, o tengo la hija más dramática del universo, o tengo la hija más dramática del universo, no hay más. He perdido la cuenta de la cantidad de veces que he puesto los ojos en blanco en esta tarde, sumado a los suspiros exagerados que espero Lara sea capaz de notar incluso cuando la pared separa la cocina del salón donde se encuentra lloriqueando. — ¡Honestamente, Lara, si la mecánica no es de tu agrado, siempre puedes estudiar dramaturgia! — exclamo desde los fogones al escuchar sus lamentos despavoridos como si  fuera la primera mujer del mundo en sufrir de sangrados. Y sé que aun es temprano para hablar de futuro laboral, pero sigo firme en la idea de que no le iría mal en la actuación si las insistencias de su padre — puede que yo también tenga algo que ver en eso, desventajas de que sea hija de mecánicos — con que se interese por lo que se consideraría la herencia familiar, esa que empieza con nosotros, no termina por cuajar. — No te estás muriendo, ¿puedes dejar de actuar como una exagerada redomada? Es algo tan natural como la vida misma, no hace falta que montes un espectáculo por ello. — menos cuando a partir de ahora le va a ocurrir cada mes y no sé cuántas veces se lo he explicado ya, que parece que sigue sin creerme cuando le digo que durará hasta que su cuerpo deje de sentirlo necesario.

Remuevo el frito que estoy preparando en la sartén a base de verduras, añadiéndole de vez en cuando alguna que otra especia para darle más sabor, y aun así, con todo el ruido que se acumula en la cocina, no es suficiente para calmar las quejas de mi hija. — Ya, tómate una aspirina y termina con el dramatismo, Riley es un buen amigo que comprenderá la situación si un viernes te encuentras indispuesta. — creo que mis palabras no sirven de nada para cuando la veo salir escopetada por el pasillo en dirección a la puerta que acaba de sonar. Repito el gesto de poner los ojos en blancos al alzar las cejas en desesperación, a pesar de que en el fondo se me escapa una sonrisa interna. Esta misma hija mía que se pone de patas arriba con estas cosas, no me la quiero imaginar cuando esté en la edad de tener bebés y tenga que pasar por un embarazo, ¡ya ni pensar del parto!

Apenas pasan unos segundos antes de que tenga las dos cabezas morenas asomando por la puerta de la cocina, por lo que le dedico una sonrisa amable a Riley para después volver a dedicar la atención a la comida, en especial al pollo que se está cocinando en el horno. — ¿Cómo va todo, Riley? Como puedes comprobar Lara está hoy un poco alterada, no se lo tengas en cuenta, son cosas de mujeres. — ups, eso último se me escapó. Evito mirar a mi hija ante mi falta, prestándole más interés al tiempo del reloj en lo que termina de hacerse la cena. — ¿Has crecido desde la última vez que nos vimos? Te ves más alto. — que… viene siendo la semana pasada, tampoco ha pasado tanto tiempo, ¿cómo es que estos chicos de hoy en día crecen tan deprisa? Si es que apenas me he dado cuenta de los años y mi hija ya se ha convertido en una mujer. No lo pienses que lloras, Mo. — Bueno, espero que tengáis hambre, luego de cenar ya podréis ir a mataros virtualmente o… lo que sea que hagáis en esos juegos. — saco la bandeja del horno mientras hablo, aprovechando que ya he colocado la mesa para posarla directamente sobre la misma y después girarme hacia el fuego para centrarme en la salsa que va por encima y está a punto de terminar.
Mohini R. Khan
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Invitado
Invitado
¡NO ES DRAMA!— le grito a Mohini a través de la pared que queda entre nosotros, —¡Es la realidad! ¡Y la realidad me duele!—, y me duele mucho, estos retorcijones en mi vientre son de lo peor que he pasado en la vida, que pueda llegar a pasar alguna vez, si es que vivo lo suficiente como para sufrir otros malos y no es que me muero hoy mismo. Si es algo natural, como lo dice ella, será que soy una remolacha entonces. Y las remolachas no saben nada de tener la menstruación, que a mí se me ha pegado por ser adoptada por un par de humanos, pero como en el fondo soy una remolacha esto es tan raro que mi cuerpo no lo asume. —¡Las remolachas no tienen la regla!—. Ya es un hecho, estoy en el umbral de la vida y la muerte, por eso suelto incoherencias. No es porque en general pienso diez tonterías en cinco segundos, es todo culpa de la agonía que me hace delirar.

No lo suficiente como para no saber reconocer cuando llaman a la puerta, que tan rápido como mis piernas me permiten, estoy dejando a mi amigo pasar y con la advertencia hecha a Mohini, espero que este Viernes de Videojuegos sea igual que todos los otros. Nadie tiene por qué mencionar mi enfermedad terminal, lo único que pido con esta poca vida que me queda, es un último viernes para… darle una paliza a Riley y robarle su primer puesto en el top de mejores jugadores. —Se llama Mo— corrijo a mi amigo cuando le da un título tan largo, —no le digas “mamá” porque si no luego me pedirá que yo también le diga “mamá” y reservo esas palabras para los momentos importantes, más bien graves— explico, con la mujer en cuestión presente, porque si ella me llama Lara Scott cuando quiere echarme la bronca, yo tengo que defenderme con un mamá en el mismo tono para que las dos nos pongamos serias.  

Toda la cara se me pone de un rojo encendido como me entra el pánico que pueda estar teñido mi pantalón, que me debato entre salir corriendo para cambiarme o ser quien lo guía de vuelta a la cocina para impedir que Mohini hable más de la cuenta, en vez de solo mostrarle el camino que ya conoce. —Shhhh— le pido cuando se le ocurre mencionar eso de que estoy con «cosas de mujeres», haciéndome parte de un club al que no pertenecía hace unos meses y de pronto me siento como una vieja de treinta años. ¿Qué son esas cosas que dice que las mujeres tienen? ¿Un departamento propio? ¿Un novio guapo? ¿La patente única y exclusiva de un gran invento? Si son esas cosas, sí las quiero. Pero, ¿la regla? Mohini me explicó que es para que pueda tener bebés luego, pero yo no quiero. Si firmo lo que sea diciendo que no quiero, ¿dejaré de tenerla? Porque me parece un poco injusto sufrirla si yo no quiero bebés, ¡ni siquiera me llevaba bien con mis compañeros del kínder como para querer uno así! Si ahora algunos me caen mejor es porque ya no somos tan niños, si basta con ver a Riley tan alto.

Sigue siendo algo tímido así que lo llevo de la muñeca hasta una de las sillas para que se siente y deje que lo hagamos víctima de una cena a rebosar. —Iré a cambiarme y no quiero que hablen de cosas raras si no estoy presente— le dejo en claro a los dos, caminando de espaldas hacia la puerta para usar dos dedos en señalar mis ojos y luego a ellos. En tres rápidos minutos estoy de regreso, con mis manos sujetándome al marco de la puerta y echándoles una mirada intensa. —¿De qué hablaban? ¿De qué?— pregunto, toda paranoica y como sé que toda la noche me la pasaré así, inquieta de que a mi madre se le escape, decido que no tiene sentido ocultarle mi secreto a mi mejor amigo. Suspiro por mi derrota y me echo en la silla al lado de la suya, a esperar a que Mo termine de cargar los platos. —Riley, tengo que contarte algo muy importante. No quiero que te asustes, da miedo pero crecer es normal y… nuestros cuerpos están cambiando…— trato de recordar qué palabras uso Mohini, y podría hacerlo si no hubiera tenido mi almohada tapándome la cabeza en ese momento de negación. —Y ella nos explicará mejor— le paso la bola a mi madre que es la maestra de estos temas con una mirada de ojos grandes y expectantes, —¿qué me habías dicho sobre los cuidados de tener sexo con un chico? Porque no es que quiera asustarte— me volteo otra vez hacia mi amigo, tomando un pan de la canastita en medio de la mesa porque de los nervios necesito tener mis manos ocupadas, —pero ya puedo tener bebés ¡y esa es mucha responsabilidad para mí!
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Riley Kavalier
Inclino mi cabeza hacia un costado porque no comprendo cómo es que Lara no disfruta de llamar mamá a Mohini. Yo uso el título cada vez que puedo con Helena e intento ignorar la mueca desagradable que se forma en su rostro cuando lo hago, en cambio con Mo es distinto... Ya me gustaría llamarla madre a ella, pero lamentablemente no puedo, nací en la familia equivocada y estoy atrapado con ellos hasta el día de mi muerte, o la de ellos, lo que ocurra primero - Te ves agitada, la situación parece grave - remarco con las cejas en alto - ¿No puedo llamarla mamá Mo? - pregunto luego con la cabeza entre los hombros, espero que diga que sí.

Cuando escucho que Mo dice que son cosas de mujeres y luego recuerdo la mancha, me pongo blanco como hoja de papel. Mis ojos se trasladan de mi amiga a su madre a una velocidad que desafía el nistamo y abro la boca pero no salen las palabras. Está en el comienzo de su ciclo menstrual. Tengo que disculparme porque fui absolutamente desconsiderado antes asumiendo que se había manchado con chocolate. Busco ayuda con ojos desesperados en Mo y agradezco su siguiente pregunta pues desvía la conversación hacia otro tópico mientras Lara nos abandona momentáneamente.

- Estoy en la etapa en la que crezco todas las semanas, me duelen las rodillas - admito con una mueca de lado. Claro que no se compara al tremendo dolor que debe estar sintiendo mi amiga al desprenderse la capa funcional de su endometrio, pero no hago comentarios al respecto pues solo arruinaría el momento de la cena ¡Voy a cenar algo casero! Es maravilloso y una de las razones por las que amo venir aquí - No vamos a matarnos, jugamos en equipo... Si nos matamos seríamos terribles jugadores - respondo a Mohini - Podría acompañarnos si usted gusta, señora mamá de Lara, sería divertido - propongo encogiéndome de hombros.

Entonces la morena vuelve tal y como se ha ido, con mucho ruido y drama, e interrumpe la charla inocente para volver a tocar el tema de su ciclo menstrual ¿Por qué, Merlín, por qué? - Ehhh... - solo alcanzo a decir antes de que siga hablando y hago una mueca cubriéndome los oídos pues temo que vaya a decir todo eso que Helena me hizo leer de un manual enorme hace unos meses atrás. Era un montón de texto con cosas horrorosas, pero al menos me sirvió para decidir que no importa al aspecto de la ciencia que me dedique, será cerca de robots y bien lejos de los fluidos humanos.

- ¿Sexo? ¿Bebés? ¡Lara no puedes tener un bebé! ¡Somos bebés!
- exclamo espantado y, una vez más, busco ayuda en Mo - Y... ¿Tú quieres? Ya sabes... Por Merlín, es asqueroso.
Riley Kavalier
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Mohini R. Khan
¿Cuándo pasamos a hablar de remolachas? Suena triste al pensarlo, pero a veces me cuesta seguirle el hilo a mi hija adolescente, lo delata mi cara cuando la miro con la expresión de desconcierto plasmada en el rostro, que me lleva a rodar los ojos nuevamente en exasperación cuando desisto en intentar dotar a sus palabras de algún sentido. Recuerdo pensar que la peor etapa a la hora de criar un hijo son los primeros meses de vida, por todas las noches en vela, pañales, vómitos y lloros las veinticuatro horas del día; o la de los tres, que viene siendo parecida con la única diferencia de que para entonces ya saben hablar y tratar de explicarle a una niña llorona de tres años por qué no podemos meter en el carro de la compra los palos de caramelo te trae más problemas que de haberle comprado los dichosos dulces en primer lugar. ¡Qué inocente eras, Mo! La pobre no tenía ni idea de lo que se le venía encima con las hormonas de adolescente... — Pues claro que puedes llamarme mamá Mo, Riley, no como Lara que solo me llama mamá cuando le interesa algo. — digo con algo de retintín en la voz, meneando la cabeza de un lado a otro, resignada a que me pasaré la vida escuchando a mi hija llamarme Mo como algo común, solo intercambiándolo por un MAMAAAAAA cuando dicha hija mía se meta en problemas que solo yo sabré como solucionar.

Me giro para verter la salsa sobre el pollo en la bandeja, solo para ver como Lara sale escopetada por la puerta para cambiarse y mi mirada la sigue hasta que la pierdo por el pasillo de lo veloz que va. — ¡Pues más razón para que comas más! Estás muy delgaducho, los chicos como vosotros necesitáis de muchas calorías y energía para poder resistir al día, así que ¡a comer! — ¿se nota poco lo de que me encanta embutir a la gente de comida verdad? Con eso dicho, me pongo en disposición de servir la comida en los tres platos correspondientes, siendo generosa a la hora de incluir las verduras a un lado de sus raciones y después rociarlas con algo de salsa para acompañar al sabor. — Hablábamos de que Riley piensa que os destrozaría si me dejarais jugar con una de vuestras maquinitas. — murmuro cuando Lara hace su reaparición en la cocina, que no fueron esas palabras exactas las que dijo el chico, pero por esa misma razón me atrevo a sonreír de lado con un poco de sorna. — Y yo estaría encantada de demostrarlo si no tenéis inconveniente, no sé qué tan duro será para vosotros superar que os ha ganado una pobre viejita. — que esto no es más que una táctica para darles pena y me dejen ganar, no os creáis, que no he manejado una cosa de esas en mi vida y no estoy en posición de dejarme en ridículo, aunque creo que a quién dejaría más bien en ridículo sería a mi hija.

Los animo a sentarse en las sillas para comenzar a cenar, acomodándome yo misma en una cuando termino de servir agua en sus vasos. Tengo que posar la botella cuando Lara saca a relucir el tema de la menstruación, con bastante más naturalidad de la que la he visto usar en las últimas dos horas de la tarde. Por eso la miro con aprobación, más cuando me pasa la pelota y empiezan a saltar en la conversación comentarios como sexo o tener bebés, me obligo a alzar una mano para pedir silencio y después alcanzar con esa misma mano un trozo de pan del centro de la mesa. — Puede, que no significa que los vaya a tener, por el amor de dios, ¡sois todavía muy jóvenes para pensar en estas cosas! — aaaaaaaaaaaah, ¿a qué edad se empezaba a pensar en estas cosas? ¿trece no suena demasiado temprano? Tomo una bocanada silenciosa de aire, cargándome de paciencia y serenidad, la misma que es necesaria para poder tratar este tema con niños, porque siento que hasta que no me explique no lo van a dejar ir. — Como ya le expliqué a Lara en su momento, ahora ya no es una niña, sino una mujercita madura que, efectivamente, ya puede tener bebés. Y eso significa que debe tener mucho, pero que mucho cuidado, cuando empiece a tener relaciones sexuales. Que si no os lo han explicado en el colegio es cuando... bueno, un hombre y una mujer, pues... eso, que se quieren mucho y hacen cosas. — ¿hacen cosas, Mo? ¡En serio! Y tú que te creías una mujer hecha y derecha y no sabes como explicarle a tu hija lo que es tener relaciones sexuales sin que suene... turbio para sus mentes. Me meto un trozo del pan a la boca y lo masco con los dientes, con la única defensa de ser una mujer de números y no de palabras. Claro, es obvio que me tocan a mí estas conversaciones y no a Lawerence, seguro que lo vio venir y por eso se excusó para ir al bar con sus amigos. ¡Hombres! — Pero, vosotros sois niños y por el momento no tenéis que preocuparos por lo que es el sexo, ni protecciones, ni esas cosas, sino por los deberes de matemáticas, ¿o no es así? — ¿veis? Luego dicen que las matemáticas no salvan vidas, no se ha visto un rescate tan fácil desde las ecuaciones de segundo grado.
Mohini R. Khan
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Invitado
Invitado
No estoy tan cerca de Riley como para darle codazo que se merece por invitar a Mohini a nuestra noche de videojuegos. —Ella no puede jugar porque luego le duelen las articulaciones—. Si es cierto lo que ella dice de que soy una mujer hecha y derecha por tener la regla, ella está adentrándose a una vejez sin retorno. ¡Pobre, Mo! Su cabello es tan negro que se me hará raro verla con canas blancas, ¡tan raro! No estoy del todo cómoda aún viéndome en el espejo del baño como la mujercita que dice que soy, pero tampoco soy un bebé. Hago una mueca cuando mi amiga dice que lo somos. ¡Me niego! No me gusta que me traten como uno desde los tres en que empecé a gritar ¡yo, solita!. —No lo somos, Riley— corrijo a mi amigo con una solemnidad que me lleva a colocarme una mano sobre el pecho. —Y a decir verdad, soy bastante madura para nuestra edad—. No es por presumir, pero así lo veo y lo digo con un tonito bastante arrogante. El hecho de que Riley no quiera hablar del tema y que mi madre tenga una explicación tan ambigua sobre la vida sexual de las personas, me hace darme cuenta que también soy la más madura de esta cena, estoy obligada a instruir a este par con mis conocimientos y lo hago después de un suspiro en el ruego por paciencia.

Mo, lamento que hayamos tardado tanto en esta charla tan necesaria para tu vida—. Vuelvo a suspirar así doy más seriedad al momento, y también me cargo un vaso de agua para darme cierta importancia, que pese a ser la más corta de estatura entre los que están sentados en esta mesa, me acomodo en mi silla como si fuera la autoridad más destacada. —El sexo entre dos personas no tiene nada que ver con que se quieran o no. Eso es un mito, Mo. No creas todo lo que dicen tus novelas—. Mi pobre madre inocente, le doy palmaditas de consuelo en la mano. —Es un acto puramente biológico, en que nuestro cuerpo responde a la atracción sexual por otro cuerpo. Tiene mucho que ver con el instinto de procreación para preservación de la especie, pero las personas son de las pocas especies que lo hacen porque les gusta—. Uso el tenedor para ir marcando en el aire las partes importantes de mi discurso y muevo mi plato un poco más cerca de la bandeja con la cena para que Mohini me sirva mi toca.

Y el pene del hombre se introduce en la vagina de la mujer, y si no usa protección…— le explico a ambos, pasando mi mirada de advertencia del uno al otro. —¡Salvajes y veloces espermatozoides atacan!— grito para asustarlos, parándome de pronto y las patas de las sillas raspando las baldosas al moverse hacia atrás. —¡Y uno de ellos!—, pongo mi tenedor en alto una vez más. —Uno de ellos puede convertirse en un bebé— concluyo, dándole a mi voz ese tono que se merecen todo los cuentos de terror en su cierre. Coloco las palmas de mis manos a los lados del plato y les dirijo una mirada sabionda a ambos. —Y eso es lo que aprendí mirando un video por internet.
Anonymous
Riley Kavalier
Quizás para ella es un simple apodo, pero para mi es un regalo. El poder llamarla mamá Mo me llena de felicidad, porque sé que a ella no le molesta, que yo no le molesto como lo hago en mi casa. Sé que allí no soy más que un heredero, uno decepcionante, pero necesitaban a alguien para dejar la fortuna ¿No? Por eso me tuvieron a último momento, cuando ya ambos disfrutaron de la vida sin hijos. En cambio aquí... Me abren las puertas cuando no tienen motivos legales para hacerlo, no soy una carga sino una visita bienvenida - Gracias, mamá Mo - respondo un poco avergonzado por empezar a usar el nuevo título y luego de eso concentro mis ojos en el rico plato que se monta frente a mis ojos - No veo la hora de probarlo - confieso con una sonrisa. Sé que no voy a convertirme en un fortachón de la noche a la mañana, pero comer algo más que cocina molecular servirá para no ser un espárrago andante.

Se me escapa una risita cuando escucho la broma de Mohini, pobre mujer... No nos va a ganar ni de chiste porque nosotros tenemos años de experiencia y todos los trucos bajo la manga. Sé que existe la suerte de principiante pero ésta tiene sus límites y no hay forma de que supere nuestro talento sumado - Tiene suficientes estrógenos para proteger sus articulaciones, Lara, aún le quedan unos cuántos años más sin dolor articular - la corrijo con el ceño fruncido pues, a diferencia de mi madre, Mo es muy joven - Helena, en cambio, ya tiene el cabello blanco y eso es señal de que no es apta para los juegos. - eso me ha dicho. Así que temo con la vida el día que se me ponga el cabello blanco a mí también.

De repente la comida en mi plato se convierte en lo más interesante del mundo, la corto con la habilidad de un cirujano encargándome de que los trozos queden divididos en partes exactamente iguales. También me ocupo de la ensalada y de que los colores queden separados en distintas partes del plato formando algo agradable a la vista. Pero no importa cuán concentrado esté, las palabras siguen llegando a mis oídos y no puedo evitar que el calor suba a mi cabeza, así que bebo todo el vaso de agua que Mo me sirve de un solo trago.

Preferiría concentrarme en las matemáticas, sí, pero Lara es menor que yo y habla del sexo con una naturalidad ajena. Porque una cosa es hablar de biología como lo estábamos haciendo hasta ahora pero esa clase de intimidad es algo en lo que no había pensado... Y si ella lo piensa ¿Quiere decir que yo también debo hacerlo? ¿Ya estoy en edad de empezar a mirar personas de esa manera? - No entiendo esa lógica - le confieso a mi amiga sin levantar los ojos - No creo que sea guiados por la procreación... ¿Qué tal si nos atrae alguien con quien no podemos procrear? - pregunto rápidamente y vuelvo a concentrarme en la comida.

- En realidad se necesita más que un espermatozoide... También necesitarías de un ovocito en buen estado y que después de la fecundación el útero esté en condiciones para una implantación adecuada - corrijo a mi amiga con la cabeza entre los hombros - Eso pasa cuando estudias de videos y no de libros, faltan detalles importantes.
Riley Kavalier
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Mohini R. Khan
¿Mi hija acaba de decir que estoy vieja? De una forma sutil, pero lo ha hecho. — ¿¡Cómo!? La próxima vez que me pidas que te lave la ropa usaré eso como excusa y así aprenderás a no llamar a tu madre vieja. — la cara de indignación que pongo a continuación declara lo mucho que me ha ofendido ese comentario por su parte, que hasta estoy dispuesta a no ponerle postre solo por eso y se lo voy a comunicar cuando Riley hace una aportación que llega a mis oídos como mucho más atractiva. — Eso me gusta más, ¿no ves tu madre? Pelo negro, eso quiere decir que sí soy apta para vuestras maquinitas, pero si lo que te preocupa es el momento bochornoso de ver a tu madre con el primer premio… — ¿o no se dan premios en ese tipo de juegos? Bueno, ahora sí que me siento un poco más vieja, que no entiendo de estas cosas pese a mi muchos esfuerzos por meterme dentro de sus vidas adolescentes. Creo que ese es el problema principal, que no soy consciente de lo rápido que está pasando el tiempo, que mi hija se hace mayor por momentos y yo sigo pensando en ella como la niña que bailaba moviendo las caderas con una falda hawaiiana.

Se me hace bastante apetecible volver a esas épocas cuando mi hija misma me toma por tonta en lo que se refiere al tema sexo, cuando parece olvidar que si la he tenido a ella, es por algo más que déficit de conocimientos sexuales. — ¡Ya, ya! Creo que los dos hemos pillado el punto de lo que dices, corazón, no necesitamos hablar de partes femeninas y masculinas cuando estamos cenando. — dicho eso, me meto el tenedor a la boca para no tener que hacer ningún comentario al respecto, aunque mi cara debe decirlo todo porque es un completo cuadro Picasso. — ¿¡Cómo que vídeos por internet!? ¿Qué clase de vídeos son esos que andas viendo? ¡Lara, por favor! — ay, que no me digan que andan viendo porno porque juro que bloquearé toda la red de internet para que no tenga acceso a esas cosas de las que ni siquiera tendría que saber. Venga, sí, un sorbito largo de agua para relajar la tensión de los músculos nunca viene mal.

Claro que me atraganto con el propio agua, si es que no se pueden hablar de estas cosas sin la presencia de dos adultos, que ya veo como los estoy llevando por una rama a la que no quería ni llegar a tocar hasta que Lara tuviera los… ¿cuarenta suena muy temprano para tener esta conversación con mi hija? Bueno, sé que quizás esté exagerando un poquito. — Pues en ese caso, Riley, existe algo que se llama adopción, para que dos mamás o dos papás tengan la oportunidad de criar a un bebé porque, como es sabido, solo un hombre y una mujer pueden procrear. — perfecto, así dirijo la conversación hacia un tema más apropiado. — Son muchas muchas cosas las que todavía no conocéis sobre como funciona el ser humano, lo importante aquí es que, con procreación de por medio o no, hay momentos en los que uno se siente atraído por alguien, sea mujer u hombre, y quieren transmitir ese sentimiento de una forma más especial, ¿entendéis? — ¿por qué les estoy hablando como si fuera su maestra de la escuela? — Y no hay nada de malo en eso, siempre y cuando se tenga cuidado. ¡Pero sois muy jóvenes para eso! ¿O es que hay algún chico o chica que os atraiga y que yo no esté enterada? — me sentiría muy pero que muy decepcionada conmigo misma de ser así.
Mohini R. Khan
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Le hago saber a mi amigo con mi mirada del peso de su traición, por ponerse del lado de Mohini en esto de los videojuegos, ¿qué sigue ahora? ¿que la elija como compañera de misión? ¿Qué estás esperando, Riley? ¡Tan sólo clávame el puñal por la espalda y acaba con estos años de amistad leal! Todo eso se lo digo con la mirada, pero tengo que parpadear porque me canso de tanto mensaje y creo que bizqueo un poco. —¡De acuerdo! ¡Puede jugar con nosotros!— acepto finalmente, ¡vamos! Todos en esta mesa sabíamos que tarde o temprano iba a ceder, que yo a la ropa sucia la despido en el cesto que corresponde y lo mágico que suceda después nunca ha corrido por mi cuenta, ¡y mientras viva en este techo…! Pienso aprovecharme de los privilegios de tener una madre que sabe planchar medias y cocinar tres platos distintos para la cena.

Puedo perdonarle su ignorancia sobre temas tan importantes como el sexo sólo porque cocina rico, entiendo que ninguna madre es perfecta. ¡Y me podría haber tocado en suerte alguien como Helena! ¡No! ¡No! Sigo prefiriendo a mi madre que dice “partes femeninas y masculinas” y me hace reír entre dientes, sus caras de escándalo son lo mejor. —¡Mohini, por favor! ¡¿En qué clase de videos estás pensando?!— grito, poniéndome a la par de ella en cuanto a reacción escandalizada, a punto de romperme a carcajadas. —Videos educativos, ¡por supuesto! Una chica tiene un canal de videos por internet en los que hace explicaciones del ciclo sin fin— digo, demostrándole así también a mi amigos e que tengo una fuente comprobable de información. ¡Libros! ¿Quién lee libros cuando hay videos? Riley, claro. Mis “problemas de atención” como le dicen las maestras, no me hacen posible estar sentada sobre mi culo tres horas leyendo lo que sea. —Bueno, eso. También hace falta un ovocito— le doy la razón, porque si lo dice él, puedo estar segura que no encontraré fragmento en ningún texto que lo contradiga.

Pensé que Riley se refería a las personas que no pueden tener bebés porque son estériles— acoto a la respuesta de mi madre, que se ha ido por otros lados, bastante interesantes por cierto, porque no puedo contener mi boca y me escucho preguntando. —Mo, ¿Riley puede tener novio y yo puedo tener novia? ¿O nos lo prohibirías?— consulto, no está de más abrir el juego para saber qué opina mi madre a respecto, para saber qué tanto deberé callar en los años que viene y que tanto podré compartir con ella, que su curiosidad repentina hace que me llene la boca de un pedazo demasiado grande pollo. Paso la comida con un trago de agua y doy un golpe seco a la mesa cuando devuelvo el vaso a su lugar. —Tadashi Okada rompió conmigo porque dijo que soy…— me sube la bilis por la garganta de pura rabia y remedo su vocecita tímida al mover mis dedos como si marcara comillas en el aire, —“intensa”—. Tomo mi tenedor de vuelta y lo uso para asesinar a la pata de pollo con una estocada. —Es un idiota, ya no quiero salir con niños idiotas. Ni siquiera besaba bien, ¡lo vi en las películas! ¡Así no se besa!— me quejo.
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Riley Kavalier
Estoy seguro de que la partida de videojuegos de hoy no estará al nivel de siempre, pero será divertida. Quizás sea apropiado crear un nuevo perfil si mamá Mo me pide jugar en equipo con ella, para que mi reputación online no se vea afectada por mi resultado en un juego amistoso, sí, eso es lo que haré. Aunque la confianza que muestra me hace sonreír y quizás ese orgullo la haga querer ir por su cuenta... Y conociendo a Lara, probablemente haga explotar un mamut sobre su cabeza para eliminarla rápido del juego - Será asombroso - acoto cuando ambas terminan su discusión al respecto. Lo único que queda hacer, es sobrevivir la cena.

Por un momento me pierdo pues no sé por qué Mo podría estar tan escandalizada por unos videos, ni tampoco sé por qué Lara parece comprender ese escándalo y siente la necesidad de justificarse... Me estoy perdiendo de mucho, pero tengo una idea bastante sólida de que la mayor no se refiere a la clase de documentales en los que estaba pensando - ¿Una chica con un canal de videos? No me parece bibliografía confiable, Lara - reprocho con una mueca - Tuvimos una clase sobre la importancia de buscar una fuente confiable ¿Recuerdas? El día en el que Myrtle hizo llorar al profesor Blake - le recuerdo con la asociación pues quizás así le resulte más sencillo.

Asiento y miro el plato con toda mi atención frente a la explicación de Mo porque sé que eso no es una opción para todos. En el futuro tendré que encontrar una esposa sangre pura con quien poder continuar el linaje de la familia Kavalier, para eso me tuvieron ¿No? Adoptar sería terminar con la línea de sangre para siempre y eso escandalizaría a mis padres... Y dudo que también acepten algo como el alquiler de vientres y otras soluciones que aporta la ciencia de éstos días. Pero no puedo discutir ésto en voz alta, porque se supone que los magos no caminamos libres por la calle y nunca sabemos cuando los agentes de la paz podrían estar escuchando.

- No puedo tener un novio - ni siquiera estoy seguro de querer tenerlo algún día. Aunque creo que podría hacer un pequeño experimento e intentar besar a un chico ¿No? Lo tomaré como desafío en los próximos meses, será mi proyecto para descubrir qué es lo que quiero - Tadashi tiene pocas luces, no podía aguantar que fueras más inteligente que él - intento tranquilizar a mi amiga y estiro mi brazo para darle una palmada, una muy rara que intenta ser reconfortante pero siento que soy más antinatural que Data al intentarlo - ¿Y cómo se besa? Pregunto con fines científicos...
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Mohini R. Khan
¿En qué clase de vídeos estoy pensando? Pues en esos que nada tienen que ver con lo que ella afirma después, se debe ver por mi cara de haber chupado un limón que no estoy conforme con su respuesta, que Riley no parece estarlo tampoco aunque por motivos diferentes. — ¿Eso es lo que miras por internet? ¿Vídeos educativos? — tendré que chequear ese canal si tanto interés le pone mi hija a que una chica le explique cosas para las que ya tiene a su madre. Pero en fin, suelto un suspiro para dejar ese tema muerto, resignándome a mantenerme contenta porque han aceptado que no soy lo suficientemente vieja como para calificarme fuera de las peleas virtuales.

Oh. Bueno, puede que me haya salido de tema, pero nunca está de mal dejar algunas claras. — ¿Por qué iba a prohibiros algo así? — formulo al aire, dirigiendo la pregunta hacia ambos porque ya es sabido que en cuanto a Riley, soy como su segunda madre y forma parte de esta familia tanto como lo podría hacer Lara. — Me es indiferente quién os atraiga o con quién os andéis besuqueando, sea hombre o mujer, mientras seáis felices y no dañéis a nadie eso es todo lo que importa, y no debéis escuchar a quién os diga lo contrario. — acompaño mi postura con un movimiento afirmativo de cabeza, llevándome el tenedor a la boca para aplastar con los dientes la superficie y hacer todavía más firme mi criterio. — ¿Por qué no ibas a poder tener novio entonces, Riley? — me giro hacia el chico de la sala cuando lo escucho salir de su boca, frunciendo un poco el ceño por el repentino cambio de humor que percibo en su actitud.

El resoplido que se escapa de mis labios pone en evidencia que además estoy rodando los ojos de una manera exagerada, hasta meneo la cabeza y todo por la tontería. — Intensa. Prfffff. Dime una sola mujer que haya conseguido algo en la vida y que no sea intensa. — vamos, si los años de historia no le han enseñado a mi hija algo tan básico como eso, me siento un poco decepcionada porque mi matrimonio no haya sido el ejemplo claro de como debe comportarse una mujer para mantener a un hombre de cuestionar lo que no le concierne. — El problema con los hombres, y excluyo a Riley porque básicamente te he criado yo por mucho que tu madre quiera creer lo contrario, es que no superan que una mujer tenga más poder que ellos. Nunca salgas con un hombre que no pueda soportar que seas más poderosa que él, ¿has entendido bien, ratita? Nun-ca. Y lo mismo va para ti, Riley. — les señalo con la punta del cuchillo desde mi posición para dejar bien claro mi punto, dándome por satisfecha en cuanto veo que lo han captado para volver a llevarme algo de pollo a la boca y saborear con orgullo. — ¿Que cómo se besa? Eso es... una muy buena pregunta que de seguro la chica del canal de Lara ya ha contestado en un vídeo de esos, ¿verdad qué sí, tesoro? ¿Por qué no nos cuentas? — la sonrisa que enseño es tan humorística como la risa que dejo escapar después entre dientes, divertida a la vez que interesada en conocer como ha sido el primer beso de mi hija, dado que se ha tomado la insensatez de no contármelo como madre enrollada que soy. Me siento DOLIDA. Con todas las letras.
Mohini R. Khan
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Clavo mis codos en la mesa y defiendo mi manera de educarme. —Riley, hay que dejar de considerar a los libros como única fuente válida de información, así se desestima el trabajo que hacen muchas personas para hacer llegar el conocimiento a través de otras maneras— digo con mi tono más solemne. Esto lo leí en una publicación en internet hace poco, era una cita destacada de una entrevista que habían hecho a un científico, seremos sus colegas algún día y desarrollaremos muchas ideas geniales que revolucionarán al mundo, ¿por qué aferrarse a lo tradicional? Lo tradicional no funciona para todos. Si sólo aprendiera de libros, ya habría repetido de curso por muy buena haciendo cálculos que sea. No sólo se enseña matemáticas en las escuelas, también hay materias tediosas como esas en que tenemos que leer poemas de hace mil años y analizarlos o memorizar cómo fueron muriendo los miembros de una dinastía y quienes los reemplazaron en el trono. ¡Tan tedioso! Me gusta más la manera en que papá tiene de contarme historias, como si fuera algo que le ocurrió a mis abuelos. ¡Y poemas! ¿Por qué la gente busca maneras tan enredadas de decir lo que siente?

Mi sonrisa es tan complacida cuando consigo el permiso de Mohini de sentirme atraída por quien quiera, y que ese permiso también se lo extienda a Riley, como la vez que nos dieron permiso para entrar solos en la sala del cine a ver una película de terror apenas cumplimos los trece. —Mo, sé que no lo digo lo suficiente, pero eres la mejor madre del mundo que Riley y yo podíamos pedir—. ¿Helena? ¿Qué Helena? ¿Quién conoce a esa mujer? Se me cae la cara de incredulidad cuando mi mejor amigo rechazo el permiso obtenido porque no quiere tener novio. —¿Por queee no?— secundo a mi madre, y no quiero ponerme insistente, pero todos en esta mesa sabemos que cuando se me fija una idea, me pongo insistente. También lo sabe Tadashi Okada, a quien expongo con todas sus faltas para que se juzgado, condenado y mandado al exilio por el tribunal que está a mi favor, siempre… pese a lo intensa que puedo ser verdad. —No es tonto, inventó un robot, ¿sabes? Uno que mide la intensidad del dolor de una herida en una persona para saber qué tan grave es. El sólo… es idiota en otros sentidos— lo defiendo pese a todo. Me hace sentir bien que mi madre no diga que tengo que cambiar mi manera de ser y en cambio reafirme esa necesidad que tengo de demostrarle al niño que haga falta, que puedo ser más fuerte, puedo ser más veloz, más inteligente también, y mucho más poderosa si me lo propongo. Lleno mis pulmones de aire renovado, me siento más derecha en la silla, ¡si hasta me siento más alta! ¡Como si hubiera crecido tanto en unos minutos que podría pararme al lado de Riley y vernos de la misma estatura! —Nunca, Mohini. ¡Nunca! ¡Te lo juro!— exclamo, sellando mi promesa con mis dedos en cruz sobre mis labios.

¡Anda! ¡Si es que me he vuelto toda una autoridad en esta mesa! El pollo en mi tenedor puede esperar, tengo una cátedra para dar. Me aclaro la garganta para comenzar mi explicación, mis codos sobre la mesa otra vez para colocar mis manos unidas como soporte mi mentón. —Antes que nada, tienes que haberte cepillado los dientes en la mañana y no haber comido nada picante media hora antes— comienzo, —y llegado el momento, lo que se hace es…— dejo un segundo de suspenso para todos, —cerrar los ojos, tienes que estar cerca como para no equivocarte y terminar besando su barbilla, no lo digo porque me haya pasado, claro que no. Y cuando están muy cerca, lo que haces es juntar los labios. ¡Pero no tienes que hacerlo rápido! Porque sino te chocas los dientes y te quedan doliendo, no es porque me haya pasado, claro que no— aclaro, me muero de la vergüenza si se dan cuenta que así de terrible fue todo. —¡Ah! ¡Lo olvidaba! ¡Las manos! Cuando besas a alguien tus manos deben estar en…— otra vez suspenso, creo que es importante para que la lección retenga la atención de ambos. Coloco las palmas de mis manos sobre mis mejillas. —Rodear la cara de la otra persona, así, muy delicadamente—. Sujeto un vaso para beber un poco de agua y casi me atraganto en mi intento de continuar, atropellada como soy. —Pero en las películas no lo hacen así, se abrazan bajo la lluvia o en un aeropuerto, no dejan quietas sus manos y abren sus bocas para besarse. Y cuando se separan, se miran, se miran y se miran.
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Riley Kavalier
De acuerdo, Lara tiene un punto al decir que las estrategias educativas evolucionan constantemente y no son para todos de la misma forma. En ese sentido soy alguien bastante tradicional, solo necesito un buen libro y luego de darle una leída tengo la información metida en la cabeza como cualquier persona normal. Lara es la especial, ella necesita videos y al parecer así aprende aunque no tenga los detalles. Peor es nada ¿Cierto? Hay chicos de la escuela que no logran unir dos datos en una oración sin quedar como idiotas... Me pregunto qué estrategia deberían usar los profesores con ellos ¿Dibujos quizás? ¿Trabajos de investigación? - Ser profesor debe ser agotador - dejo salir con una mueca, quizás demasiado tarde porque el tema ya ha pasado.

Mo es la mejor mamá, en eso también tiene razón mi amiga, porque a diferencia de Helena ella me dejaría ser feliz con quien quiera ¿Seré capaz de encontrar una persona así? ¿Me enamoraré de alguien y sufriré por no poder estar con esa persona? Es demasiado pronto para saberlo, mi problema actual es que me han preguntado ambas algo que no puedo responder - Porque me gustan las chicas ¿Por qué iba a ser? - miento con una sonrisa nerviosa - Por ejemplo Annie Weynart... Tiene una cabellera a la que se nota a la que le dedica mucho shampoo - no sé si es un comentario que se haría sobre alguien que te gusta pero es lo mejor que se me ocurre en el momento.

- Oh, felicidades, ha inventado algo que los doctores vienen haciendo hace siglos por sus propios medios - respondo rodando los ojos. En realidad me molesta un poco que lo considere inteligente por eso. El punto de la ciencia es hacer con ella lo que el humano no puede ¡No reemplazarlos! Eso lo convierte en un idiota y lo deja muy lejos de ser un buen científico en el futuro - Lo destruirá su propio robot, ya verás - agrego de mal humor y me concentro en la comida mientras hablan de no se qué.

La explicación de Lara sobre cómo besar comienza y escucho todas y cada una de sus palabras con el ceño fruncido, haciendo notas mentales porque tendré que recordarlo para cuando llegue el momento. Se ve que tiene experiencia así que se nota que va muchos besos por delante que yo, pero intentaré no quedarme atrás... Pronto daré mi primer beso, estoy seguro de eso, y podré comentar mi propia experiencia al respecto - La forma de las películas suena más romántica ¿No es ese el punto? Quiero mirar a alguien de esa forma.
Riley Kavalier
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Mohini R. Khan
No, no me lo dicen lo suficiente, pero no se lo tengo en cuenta porque sé que en el fondo lo piensan todos los días, ¿cómo no van a hacerlo? Si es que soy una santa. Miro de un lado a otro de la mesa en lo que sus intervenciones me hacen girar el cuello en cada dirección, comiendo con tranquilidad mientras de vez en cuando le doy un sorbo al vaso de agua. No sé quién es ese tal Tadashi, pero me suena a que está tratando de impresionar a mi ratita y, por lo que parece, no le está saliendo muy bien la jugada. No cuando Riley se dedica a sacarle los defectos cada vez que tiene oportunidad, a lo que solo sonrío con algo de gracia. — Bueno, lo bueno de los idiotas es que se les puede mangonear todo lo que quieras, pero yo nunca os dije algo así, ¿de acuerdo? — les guiño el ojo antes de reírme entre dientes por la broma, que espero no me tomen en serio, aunque por otro lado… no es una idea tan mala, ¿cierto? De seguro se saca más provecho que de casarse con alguien inteligente, como lo hice yo. Sigue siendo una broma, lo juro.

Me quedo mirando la actuación de Lara con una ceja ligeramente alzada, con el vaso sosteniéndolo en el aire en lo que estoy por llevármelo de nuevo a los labios, pero su representación me mantiene con la vista fija en su figura sin poder hacer otra cosa que no sea tratar de contener la risa que me da verla tan seria. Y no es solo como lo representa lo que me deja tiesa, sino todo lo que va después, que todavía me hace observarla como si el propio Cupido le hubiera clavado una flecha con forma de corazón en el culo. — Me parece que has visto demasiadas películas románticas, hija mía… — voy a sentir el día en que se dé cuenta de que la realidad dista bastante de la ficción, por mucho que nos guste creer que sí existen experiencias desesperadas de amor, que lo hacen, no lo voy a negar, pero en ocasiones no suelen tener un final feliz como te lo quieren hacer creer con las películas. Pero bueno, son demasiado jóvenes para enfrentarse a esas cosas y casi es mejor que sigan teniendo esa visión con respecto al amor. — Pero sí, llegará el día en que miraréis a alguien de esa forma, y solo tendréis ojos para él o para ella, como si lo que estuviera alrededor ni siquiera existiera cuando esa persona está en la sala. — suspiro. Voy a admitirlo, no soy una persona especialmente romántica, mi marido está para contar las historias de como me conquistó sin flores ni bombones ni esas cursilerías que a las mujeres tanto les gustan. No obstante, he de reconocer que es bonito el sentir querer hacer ese tipo de cosas por la persona que amas. — Y con un poco de suerte, cuando esa persona llegue, será la única con la que querréis pasar el resto de vuestras vidas. — afirmo, segura de que, si yo lo conseguí, todo el mundo puede aspirar a encontrar a alguien con quien compartir la eternidad. — ¡Pero mucho más adelante! Por el momento podéis seguir pegando puñetazos virtuales. — que no será por veces que yo he querido pegarle uno a Lawrence cuando se pone pesado. Ok, eso también fue chiste...
Mohini R. Khan
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Desconfío de la respuesta de mi amigo, no porque su opinión sobre el cabello de Annie tenga algo que ver con su shampoo, que a mí Ted Collins no me gusta porque su pelo siempre se ve pegajoso, como si no se lo lavara desde hace tres semanas, ¡y iugh! No es por eso, creo empezar a reconocer cuando Riley no está diciendo toda la verdad, algo en su voz cambia así como en su cara, siempre tan seria porque tiene los rasgos más marcados que otros chicos de nuestra edad, cuando en el fondo es tan sensible que sus comentarios hacia Tadashi no me lo espero, las pullas por lo general llegan desde afuera, no entre los nerds de robótica. —Yo digo que fundará su propio hospital algún día— decido, que haya roto conmigo no quita que crea que puede llegar lejos, y quien sabe, tal vez dentro de unas semanas o unos años, se dará cuenta que dejó pasar la chica más estupenda que podría conocer en la vida. Una tan poderosa, tan inteligente como mi madre dice que lo soy. —Mo, ¿te lo imaginas? ¡Podrías tener un yerno médico!— me burlo de mi madre, que si Tadashi vuelve le voy a decir: NO. N.O. NO. —Y no quiero un novio o una novia tonto, tiene que ser alguien muy inteligente, sino voy a aburrirme.

¿Ven que es cierto que Riley es el más sensible? De toda mi explicación sobre besos realistas, se queda con la mirada de película. Rápidamente me defiendo de la acusación de mi madre, sacudiendo ese tenedor que no hago más que usar de batuta, porque los pedazos de pollo apenas los he pinchado. —¡Porque tú las miras! ¡Te pones a mirarlas cuando estoy haciendo los deberes en la sala y me estás controlando las ecuaciones!— se lo recuerdo, que las dos nos distraemos con esos dramas de guiones tan rebuscados. Suelto mis cubiertos a los lados de mi plato para subirme arriba de la silla, a lo que seguro ella grita que no me puedo andar trepando durante la cena, pero tengo que hacerlo y con los brazos abiertos para darle la emoción que requieren esas líneas tan cargadas de un romanticismo dramático. —¡ROXANNEEEEEE!— grito en medio de la cocina. —¡¿Por qué haces que mi corazón llore?!—, me abrazo a mí mismo por la cintura y contraigo todo mi rostro en una expresión dolida, que rompo para decir las líneas siguientes con mis puños golpeando en mi pecho. —¡Pase lo que pase! ¡Te amaré! ¡Te amaré hasta el día de mi muerte!—. Salto de la silla y mis zapatillas chocan con el suelo, despojándome del todo de esos ademanes de actriz que yo no sé de quién heredé, pero sospecho que de la otra mujer presente en esta sala, porque a mi padre no lo veo ni recreando las noticias de la mañana.  

Arrastro las patas de mi silla para acercarme a la mesa otra vez y no acabo de sentarme, que ya estoy contradiciendo a mi madre. —Eso es matemáticamente imposible, Mohini. Hay cientos de personas en este distrito, miles en todo Neopanem. Millones en el mundo. ¿Sabes cuántas son las probabilidades de que encontrar una persona que haga que todas las demás pierdan todo tu interés? Está científicamente demostrado que sólo hay un 0,5% de probabilidades de encontrar a una persona en toda una ciudad que te guste así, eso… no es ni la mitad de una persona— apunto y me corto dos pedazos grandes de pollo que de tanto hablar me estoy privando de la cena, la necesito para tener energías y no rendirme a media batalla, que la vida de Riley y la de otros amigos en línea dependen de mí. Y ahora también la vida de mi madre si se suma al equipo, y por supuesto, tendré que cuidarle que nada le pase, así que lleno mi boca de un poco de cada bandeja.
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Riley Kavalier
No comprendo la lógica de Lara ni tampoco voy a intentar ir más allá porque ya me duele la cabeza y no tiene nada que ver con la comida que estoy tragando. No sé que es lo que va a hacer Tadashi en el futuro, solo espero que no termine siendo mi jefe porque no podría aguantarlo, habría muchas diferencias creativas y todos sabemos que así es como las mejores películas se destruyen incluso antes de empezar a ser filmadas - Calcular el coeficiente intelectual de las personas antes de oficializar una relación no me parece algo educado - comento confundido. Porque si te gusta alguien supongo que su inteligencia no será un impedimento o en todo caso, debería ser un factor a considerar en el camino al enamoramiento que bien podría ser compensado por otros factores.

Me atraganto con la comida cuando Lara se sube a una silla y comienza a interpretar lo que parece una película y busco con los ojos a Mo desesperado mientras noto como mi rostro se va poniendo rojo. No pasa a mayores ya que logro recomponerme solito, pero eso no quita que mi amiga está sacando un drama digno de teatro y no sé qué demonios decir al respecto, así que solo aplaudo confundido cuando vuelve a caer al suelo y empiezo a dudar si soy yo el afortunado porque ella le prestó atención a un raro o si lo es ella porque en realidad soy el más normalito de los dos.

- Cuando ocurra, serás la primera en saberlo, ma - respondo al comentario de Mo con voz débil pues la performance de Lara aún sigue presente en el ambiente aunque ella ya se encuentra con la boca llena de comida - De verdad espero que eso no sea verdad... - murmuro a continuación genuinamente preocupado, porque depender de una sola persona suena terrible. De por sí solo tengo una sola amiga ¿Qué voy a hacer si ella se enamora y dejo de existir para ella? - No puede ser verdad - repito dejando el plato a un lado. No sé si está científicamente comprobado que es imposible, pero Helena me contó una vez que existe una poción capaz de hacer eso así que quizás es mágicamente posible.

- Lara... Si has planeado toda esta conversación para distraerme, déjame decirte que lo has logrado, felicidades - comento con una mueca - Y quiero ser un niño para siempre, nada de esas cosas por ahora, golpes virtuales. Eso.
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Mohini R. Khan
¿Quieres hacer el favor de comer y dejar de montar espectáculos? Que bastante tengo ya con tu padre... — me sale el tono de voz más mandón de lo que en realidad quiero sonar, en especial cuando aun me estoy riendo por esa interpretación de la película que, seriamente, estoy por decirle que se meta a una carrera de arte dramático para cuando ingrese en la universidad. Eso, o que se meta a cómica, porque esta muchacha mía no puede hacer más payasadas. Será eso de que recién están empezando en la edad del pavo, ¡y lo que me queda! Si es que no me ahogo con el pollo a propósito porque está demasiado bueno. Y sí, tengo derecho a decirlo que para algo lo he cocinado yo, ¿esta casa de modestos? PARA NADA.

Revoleo los ojos con gracia porque, como buena hija mía, no tarda en asociar lo que puede a alguna regla matemática, lo que me hace reír por lo bajo en lo que meneo la cabeza de un lado para otro como si no hubiera entendido nada de lo que acabo de decir. — Lara, ¿tú crees que algo tan enrevesado como el amor se va a regir por algo tan cuadrado como lo son las matemáticas? No, tesoro, me temo que los números no van a ayudarte a la hora de resolver tus problemas amorosos, por mucho que a tu madre le guste pensar que sí. — ósea, ¿cree que estaría con su padre si se tratara de números? Uf, pero qué va, este matrimonio es pura elección no tan a ciegas por un amor que no entiende de parámetros. — Eso espero, no quiero enterarme dentro de un mes que os andáis besando con el tipo punk del colegio y yo ni esté enterada. Aunque a mí me gusta más el hijo del panadero, ¿no va contigo a clase, tesoro? — si es que el chavalín es un encanto y su padre muy salado, también voy a decirlo.

Unos niños para siempre, ¡sí! Yo voto por esa opción, aunque mi emoción la camuflo llevándome un trozo de carne a la boca con una sonrisilla en los labios de satisfacción. — Ya creceréis ya, y os daréis cuenta de lo mucho mejor que era tener viernes de videojuegos y no viernes de colada. — bromeo, que no es tanto una amenaza como un consejo, de que aprovechen su juventud que esa nunca vuelve.
Mohini R. Khan
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— le contesto a mi madre con mi característica franqueza, —la verdad es que sí creo que se puede regir por las matemáticas—. ¿Qué no es eso lo que me han dicho mis padres siempre? Que preste atención a cómo se hacen las cuentas y que no me queje de hacer tantos cálculos en la escuela, porque toda la vida se rige por números. Sea educado o no, como lo apunta Riley, conocer el coeficiente intelectual de la persona con la que quieres estar en una relación duradera me parece de los requisitos esenciales para que eso pueda funcionar, entre otros factores que se debería tener en cuenta porque es algo serio. ¡Muy serio! Mis padres, yo creo, funcionan tan bien porque los dos saben de matemáticas, saben controlar las variables que surgen en su relación por los contrastes entre el carácter de cada uno con el otro. En lo que estoy de acuerdo con ambos, es que somos demasiado chicos como para preocuparnos por esto, ¿para qué perder mi tiempo en algo tan serio? No estoy muy segura de querer encontrar eso que dice mi madre, ni tan pronto. Para cuando tenga sesenta o setenta años y sea una empresaria millonaria por haber hecho más de mil patentes, lo pensaré.

Espérenme aquí— les pido, para echar a correr de regreso a la sala donde encuentro mi tablet debajo de un par de cojines, que hice a un lado cuando los retorcijones en el vientre me impidieron concentrarme en otra cosa que no fuera ese dolor que me condenaba a muerte hace menos de media hora. Froto mi vientre con una mano porque todavía siento una punzada, pero en lo que duró la cena lo olvidé del todo. Camino por el pasillo a la cocina con los ojos puestos en la pantalla mientras busco el video que quiero mostrarles y por poco no me estampo contra media pared al tratar de cruzar el umbral. Vuelvo sana y salva a la mesa de la cena y uso un par de vasos para acomodar la tablet así ambos pueden verlo. —Para que vean que no estoy diciendo tonterías, es real que solo hay un 0,5% de probabilidades— reafirmo con todo convencimiento y toco la pantalla para que el video comience a correr. Mientras tanto me lleno la boca de toda la comida que puedo y como supongo que Mohini estará distraída, subo mis piernas para cruzarlas en la silla debajo de mi cuerpo, esperando que no me rete al darse cuenta.

Como conozco el diálogo del video, casi que no le presto atención y puedo escuchar el sonido de una llave al introducirse en la cerradura de la puerta principal, eso quiere decir que papá ha vuelto a casa antes de lo previsto. —¡Se me ha ocurrido algo genial! ¿Y si invitamos a papá a jugar y hacemos una batalla de cuatro?— pregunto, saltando de mi silla por el entusiasmo, pasando de la cara de mi madre a la de mi amigo, que es aquí quien está organizando la partida. —Puedes hacer equipo con Mo, yo lo haré con él. Así cada uno se hará cargo de enseñar a un viejito— propongo, y no pierdo el tiempo en ir a decírselo a nuestro cuarto jugador que apenas si está colgando su llave. Mi plato con una cena casi terminada queda en la mesa. Me planto debajo del marco que da a la sala para colocar mis manos en las caderas y decir lo que nunca le he escuchado decir a Mo, y no sé por qué, si es tan divertido. — ¿Estás son horas de llegar, Lawrence?— grito, con mi estatura que no le llega ni a la cintura. —Espero que hayas traído helado.
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