Febrero

Todo el camino hacia el Capitolio voy en silencio, con la cabeza agacha y los sentimientos en algún sitio del norte. Porque ya no puedo sentir nada, no quiero hacerlo. Somos enemigos públicos, ni siquiera tenemos la libertad de la que gozábamos cuando éramos simples repudiados, Locki ha muerto, Ferdia ha muerto, han capturado a Jeff... Deberíamos lanzar noticias sobre lo que ocurre pero no sabría ni por dónde comenzar a investigar porque mi rostro está en cada poste. No he nacido para vivir encerrada y creo que las consecuencias se están viendo ahora, porque no peleé, porque podría haberlo vencido pero aún sí el auror me está llevando a la base en dónde viví las peores pesadillas. Tampoco quiero saber qué significa ni lo que pasará a continuación, ya no importa en realidad.

Llegamos a la base y siento el nerviosismo ni bien la piso. Los recuerdos vienen y el instinto me lleva a resistirme un poco mientras atravesamos la puerta, pero no logro demasiado así que minutos más tarde estamos en el largo pasillo repleto de celdas, una de ellas será mi hogar hasta que decidan quemarme como han hecho con las últimas personas que estuvieron aquí. Honestamente creo que si sigo viva es porque Rosier ha sido demasiado blando y probablemente tenga problemas por eso. Enemigo público es igual a asesinato instantáneo, y no ha ocurrido.

Me mete a una de las celdas y me dejo caer con la espalda pegada a la puerta. Veo que hay una rendija a uno de los costados y maldigo pues eso quiere decir que probablemente algún vecino molesto que ha robado una rodaja de pan querrá charlar conmigo cuando se aburra. Aunque tal vez pueda sacarle un poco de información, preguntar si ha visto a Jeff aquí y si sabe qué planean hacer con él. Pero no reúno fuerzas para levantar la voz así que solo observo la pared con los brazos caídos a ambos lados de mi cuerpo.

Los días se pasan fuera, dentro es un único e interminable día en que mis traslados al laboratorio de Jensen son el único cambio en la rutina. Sigo resistiéndome las veces en que me encuentro con las fuerzas como para dar un poco de pelea, en otras ocasiones el desgano es tal en mi cuerpo que los sigo arrastrando mis pies. El resto de las horas me tiro al suelo, clavo mis ojos en un techo que en un principio era un espacio para imaginar cómo se vería el cielo en el exterior, hasta que mi imaginación también se cansó y no veo nada, cada vez se me hace más difícil evocar lo que sea. Mi mente se va quebrando con cada prueba que hacen en mi cuerpo y mido el tiempo que pasó desde las vísperas de Navidad por los pocos rostros que puedo seguir definiendo. Muchos se han vueltos rasgos confusos, que se entremezclan. Toda esa gente que conocí en los distritos del norte, cerca de la frontera también. Los rostros de las chicas que quedaron como parte de una radio clandestina en la que una vez creí, y si alguna vez llego a poner un pie fuera de esa fábrica en la que dejé a Kenny, me sentiría todo lo afortunado como para que sea el último paso que de antes de morir.

Escucho vagamente el sonido que hacen al abrir la celda vecina, finjo estar durmiendo unos minutos más, los necesito para reencontrarme con esa determinación de sentarme en medio de mi encierro para hablar con el siguiente desafortunado que me toca en suerte para compartir una pared, porque es la manera que encontré para mantener la cordura. Todas las veces que pueda usar para decir en voz alta mi nombre, para repetir la razón por la que estoy aquí, me mantiene lúcido. Después de una primera semana en la que era incapaz de hablar porque me rompía en llanto al recordar como la sangre manchó el cuerpo asesinado de mi hijo, mi mente se encerró en su propia prisión y hubiera enloquecido para estas alturas si me quedaba atrapado con tantas pesadillas. Me arrastro hasta la rendija que queda como improvisada ventana de conversación y cuando separo los labios para saludar, no me sale la voz. Estoy tan cansado de hacer esto una vez. Por poco me aparto, ¿qué sentido tiene? Perder la poca cordura que me queda será un favor a mi situación. Mi frente se golpea contra la pared cuando sólo me dejo caer, porque no tengo fuerzas, lo estoy perdiendo todo. —¿Hola? Soy Jeff, tu compañero de piso— susurro en una broma que carece de gracia, ruego que sea de esos prisioneros que están tan enojados que se niegan a hablar, si no me contesta tendré una excusa para volver a tirarme y dejar que siga muriendo el tiempo.

Por un momento pienso que estoy alucinando, que mi mente me juega una mala pasada al crear la voz de la persona que quiero escuchar. Pero tiene sentido que sea él, que sea real... Lo atraparon hace semanas ya, así que es lógico que esté en la base, solo que no puedo creer que esté junto a mi celda. Bromea, para colmo bromea, lo cuál me hace sonreír y relaja un poco pues no todo está perdido. Aún está vivo y tiene fuerzas, y eso es suficiente para dármelas a mí también.

-¿Jeff? - pregunto con una sonrisa que no puede ver. Me arrastro rápidamente hasta la rendija e intento ver a través de ella pero es en vano. Al parecer solo nuestras voces son capaces de atravesarla pero no importa, porque escucharlo una vez más antes de morir es mucho más de lo que esperaba antes de venir aquí y me es suficiente - ¿Por qué estás vivo? - pregunto con el ceño fruncido. Fue mi gran duda al ver que no hicieron un espectáculo de su captura y mi gran temor cuando mi imaginación empezó a maquinar posibilidades.

Me acomodo ésta vez con la espalda en la pared y pongo un mano debajo de la rendija, como si con eso pudiese alcanzarlo. Entonces recuerdo algo, algo que en realidad ha estado presente en mi mente desde que me enteré que ocurrió pero recién ahora caigo en la cuenta de que Jeff ha sido testigo de todo y tiene razones para que le duela el triple de lo que me duele a mí - Lamento mucho lo de Locki... Él me dejó un patronus antes de... - comienzo pero no soy capaz de ponerlo en palabras - Fue muy valiente hasta el final - completo con una mueca y la voz tan baja que si me escucha será con suerte - Lamento no haber podido hacer nada al respecto, debería haber ido con ustedes.

—¿Kenny?— murmuro, confundido de que esta vez quedarme dormido y soñar con ella nos coloque en un escenario que se siente tan real, con una pared en medio de nosotros que me hace imposible verla. —¡KENNY! — grito, entre emocionado y desesperado por llegar a ella, que mis manos tantean los ladrillos que se interponen y las cierro en puños para poder golpear el muro. —¡Kenny! ¡Kenny!— la llamo, no sea que el escenario cambie abruptamente como en todos en los sueños en los que hago posible un reencuentro que nos debemos. Y necesito que sea un sueño, porque me duele en el alma que está de vuelta en la cárcel, no me importa que tan cerca de mí, no quiero que esté aquí. —¡No! ¡No! Tienes que estar en la fábrica, con las chicas… tú no...— balbuceo. Mi frente cae contra los ladrillos. —¿Por qué estás aquí, Kenny?—, el último de mis consuelos se ha esfumado. Mi hijo está muerto. Kenny ha vuelto a prisión. Reprimo las lágrimas calientes que se acumulan en mis ojos porque creo que he llegado a un límite que no había alcanzado, pese a todas las sesiones de tortura con la loca de Silas. Esto me está matando en serio.

Muevo mi cabeza porque no quiero sus disculpas, no quiero escuchar tampoco que mi hijo fue asesinado por esos perros de Magnar. Es rabia lo que me quema con la necesidad de llorar, quiero poder desahogar mi furia de alguna manera, con el primer auror que venga a buscarme en este día para repetir las sesiones con Silas o con este muro que no se inmuta a mis golpes. —No, Kenny. Tenías que quedarte escondida, tenías que mantenerte a salvo…—, quiero devolverla allí y no sé cómo, porque no puedo llegar a ella. No puedo. No puedo porque tomé decisiones que me colocaron en este lugar, y lo peor de todo, es que ella me había pedido que no lo hiciera, que no la dejara. Tantos errores para acabar en una celda que la tiene tan cerca, pero inalcanzable. —Todos estos días que fueron un infierno para mí, te imaginaba a salvo. Te imaginaba mil veces al día, todo el día   — sueno desesperado al decirlo, tan vehemente, que digo lo único que puedo atravesar esta pared para llegar a ella y decirle lo único que nos queda por decir al saber que todas las oportunidades pueden morir hoy. —Te amo, Kenny— se me rompe la voz y descargo otro golpe que quema mi palma, porque no puedo tocarla. —Te amo tanto.

Su voz suena entusiasmada al principio y frunzo el ceño pues nunca pensé recibir una reacción positiva sobre estar en prisión. Pero sus gritos son reemplazados por palabras mucho más lógicas a las cuales no sé cómo responder porque ser honesta no es una opción. No puedo decirle que fue demasiado doloroso escuchar de su captura, saber que iban a matarlo, no puedo decirle que tenía al auror comiendo de la palma de mi mano y lancé mi varita para que me traiga aquí... No, no puedo decirle eso porque lo destrozaría aún más de lo que ya está.

- Es una misión de rescate ¿No es obvio? - intento bromear con él e incluso una sonrisa se escapa de mis labios - Todos deberíamos estar en la fábrica, todos juntos... A salvo, sin pelear, sin ideas estúpidas, solo una vida aburrida haciendo un aburrido programa de radio - murmuro para mí. Sé que él no está de acuerdo pues sino no se habría ido. Necesita de la acción y en otro momento lo habría entendido, pero ahora estamos muy viejos para eso. Y es inútil pensarlo de todas formas, ya no hay futuro luego de ésto.

De verdad lamento haberle quitado su consuelo, al menos él tenía uno. Yo en cambio tuve que lidiar con la noticia de que estaba capturado desde hace semanas de un segundo a otro e hice lo que pude con esa información, hice ésto - Yo me siento de la misma forma, Jeff... Así que ponte en mi lugar ¿Qué habrías hecho tú de saber que yo estaba aquí? - pregunto rozando mi mejilla contra la pared. Está fría y por alguna razón me brinda confort - Ésto es todo... No creo que podamos salir de aquí ¿Qué están haciendo contigo? - pregunto pues que lo hagan conmigo también es una posibilidad - Por favor dime que no te estuvieron torturando.

Me saca una sonrisa con su broma, solía creer que ella era la mujer con toda la voluntad para hacer girar el mundo a su deseo, no dudaría de que sería capaz de rescatarme si así se lo propone, ¿por qué entonces esta sensación de esperanza perdida? ¿De que este encuentro es consuelo, la poca alegría que se brinda a los condenados? Abro mis palmas contra la pared para que sentir el concreto contra mi piel, ya que no puedo tocarla a ella. —Tendríamos que habernos ido hace mucho, Kenny. Más allá del cinco, más allá de los bordes de Neopanem…— musito, —para una vida aburrida en algún país olvidado—. ¿Para esto nos quedamos? Tristemente, la respuesta es sí. Este era el único final posible que vimos cuando se nos ocurrió la loca idea de montar una radio clandestina, en la que una locutora con una voz que era su fama le cedió el micrófono a un técnico y nos creímos rebeldes, revolucionarios inventando maneras de hacer un periodismo que escapaba de los bordes.

—Ya estuviste aquí y no pude hacer nada— susurro, porque es una verdad, ella está dando de sí más de lo que yo le he dado jamás, me remuerde la culpa por todas las oportunidades perdidas y la estupidez de la duda que nunca me dejó avanzar. —No te hubiera reprochado nada, en serio. Necesitaba imaginarte bien, en otro lugar, pero…— apoyo mi frente contra el muro, suelto todo el aire que se me atora en la garganta en un suspiro largo. —Tengo que reconocer que me hace feliz poder escucharte, la más idiota manera de ser feliz en circunstancias como estas— se me quiebra la sonrisa en los labios y no contesto de inmediato a su pregunta, menos aún al querer saber si me torturaron. Agradezco que no pueda ver el despojo en el que me he convertido en estas semanas, que mi voz aún mantenga un tono que se escuche firme. —Soy un experimento, Kenny. De una loca que cree que ser squib es una enfermedad y puede descubrir la cura para eso. Probará de todo para hacerlo posible, y no abandonará su proyecto, salvo que se quede sin un objeto de prueba—, eso sería yo. Aprieto mis párpados para decirle un poco más sobre esta mujer que, en realidad, conocemos todos los de la red. —Es la madre de Ileana. Nunca, ni un solo día, me lamentaré de haberle dado un techo a esa niña con la madre de mierda que tiene.

Intento no ponerme a pensar en los si hubiera, pero es difícil hacerlo cuando cualquier opción es mejor que estar encerrada en la celda continua del hombre al que amo, ambos con el mismo terrible destino por delante. Podríamos haber huído a cualquier lugar, más allá del catorce pues estoy segura de que juntos habríamos podido con el insufrible invierno, no solo nosotros, sino que también la familia que formamos en éstos años. Pero no lo hicimos, elegimos quedarnos así que tengo otra cosa más para sumar a la gigante lista de cosas por las que sentirme culpable. Lo arruiné todo, porque de no haber tirado las bombas no me habrían capturado, de no ser por eso Jeff y Moira no habrían tenido que dar la cara frente al ministerio y las cosas seguirían como siempre, sin nuestros rostros en cada poste de Neopanem.

- Desearía poder volver el tiempo atrás... Olvidar todo y comenzar de cero - porque a veces creo que solo olvidando podría seguir adelante ¿Cómo si no? La mochila que llevo ya es demasiado pesada para mí, por eso estoy aquí, por eso decidí ponerle fin a todo de una vez por todas. Al menos ahora tengo la oportunidad de sonreír una última vez con él, y así lo hago cuando hace aquel comentario - Es extraño cómo el ciclo de la vida vuelve al mismo sitio en dónde comenzó la historia, solo voces y sin podernos ver - dejo salir en un susurro. Al menos él me conoció así, a través de mi voz - ¿Cómo me imaginas ahora, Jefferson? - pregunto con una sonrisa melancólica y cierro los ojos, transportándome a ese momento.

Respiro profundo cuando mi pregunta es finalmente respondida y maldigo pro lo bajo pues sé que esa mujer no tiene límites - Silas - digo simplemente como si se tratara del peor de los insultos, una maldición - Lo siento tanto, Jeff... Desearía poder hacer algo al respecto, pero al menos Lea está a salvo de ella. Quizás ahora nos vaya a hacer daño a nosotros, pero ya no podrá hacérselo a ella y eso definitivamente es una victoria.

—¿Todo?— pregunto con cierta vacilación, yo no deseo olvidarlo todo, tal vez que muchas cosas en este mundo se desvanezcan, para encontrarme a solas con ella en el escenario que sea, lo suficientemente cerca como para abrazarla y sentirla real contra mí. Pero no el olvido, eso implicaría volver atrás en el tiempo, desvanecer nuestro tiempo como compañeros en la Red Neopanem, antes de eso los pocos años que pasé viendo crecer a Locki con Sloane con nosotros, mucho antes la época en que reparábamos automóviles con Lawrence para probar que tan buenos eran en ruta. Hay muchos recuerdos que no quiero olvidar, el dolor vino después, pero son esos momentos los que me dan fuerza, los que evoco cuando cierro los ojos y así ahuyento a la locura, me aferro con toda mis fuerzas a la cordura que me hace consciente de que sigo vivo, mientras siga vivo hay una esperanza.

Recuerdo, recuerdo con toda esa claridad que ella dice querer olvidar, las veces que escuché su voz saliendo del parlante de una radio cuando estábamos en el taller con mi primo y nos hacíamos una idea de cómo se vería. Quizá no lo poníamos en palabras, pero su voz tenía cuerpo, tan claro lo tuve entonces como ahora. — Sigo imaginándote hermosa— es la pura verdad, y la verdad siempre supera a lo que sea olvido y memoria, son certezas que nos atraviesan, como que la amo pese a las pocas veces que lo dije en voz alta, por mucho que lo diga ahora no será suficiente, ¿por qué esperé tanto? —Sigo pensándote fuerte, valiente, noble hasta la última instancia…— sigo, me lo confirma al consolarme con la victoria que nos significa haber dado un hogar a chicos que lo necesitamos, esa extraña familia que formamos. —Tal vez estamos hoy aquí, Kenny, y si este es el final de nuestra guerra, te repito lo mismo que ya te dije. Lucharía hasta lo último a tu lado, eres la compañera que elegí, que elijo. Todas, todas las batallas que luchamos juntos, todo, fueron victorias para mí… y en cada una de esas ocasiones, te amé por estar a mi lado— murmuro, presiono la palma de mi mano contra el muro, sabiendo lo imposible que es sentirla, pero lo imagino, vuelvo a imaginarlo, me abrazo a esa sensación de tenerla tan cerca.

No respondo porque sé que probablemente no le gustará la respuesta. Tenía una vida planeada hasta que ésta se vino a pedazos. Logré acostumbrarme a vivir en la oscuridad y a encontrar la luz en ella, hasta que la vida me recordó dónde estuve todo ése tiempo, que no era forma de vivir y que ya no podría hacerlo como en el plan original. Así que sí, elegiría comenzar de cero confiando en que encontraría a las mismas personas, me enamoraría una vez más de él con la diferencia de que actuaría sin esperar un solo segundo - Perdimos tanto tiempo - se me escapa al final en un susurro. Estuvimos juntos, pero podríamos haberlo disfrutado al máximo, podría haberle dicho cuanto lo amo cada día y en cambio viví tragándome esas palabras.

Sonrío e imagino que esas palabras salen a través de un teléfono, ambos en nuestros veinte años y sin las preocupaciones que tenemos ahora, sin todo lo que sufrimos y rodeados de aquellos que ya perdimos - No creo cumplir con ninguna de esas cosas... Pero sí sigo obstinada y puedo morir con eso - bromeo estirando mi mano hacia la pared para apoyarla allí. Quisiera tener la fuerza de mi madre para derribar la pared abajo y así darle un último abrazo antes de que el cuerpo de seguridad llegue para separarnos para siempre.

- Te pido que pelees esta última batalla, vence a la perra por mí ¿De acuerdo? - pido y me muerdo el labio inferior. Duele estar separados físicamente, me duele tanto que clavo las uñas en la pared con tal de sentir otra clase de dolor - Te amaré incluso cuando dejemos éste mundo, para siempre... Eres el mejor compañero que podría haber deseado, Jeff, gracias por todos éstos años - muchísimos que podrían haber sido nada así que creo que, después de todo, no está tan mal - Pase lo que pase, siempre nos recordaré como el día que decidimos fundar la red... Siempre nos recordaré de esa forma.