OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Que el mundo se esté yendo a la mierda tiene sus cosas buenas como, por ejemplo, el estar solo la mayor parte del día. La señora Leblanc se la pasa encerrada en el ministerio y su hija tiene más trabajo del normal por culpa de la cantidad de accidentes a falsos sospechosos, así que incluso mi trabajo se ha reducido porque la comida sobra y lo único que hago es mantener la casa limpia. Obviemos que muchas veces abuso de que mis compañeros elfos hacen los trabajos mañaneros y puedo dormir de más, aunque Gaspard es un cascarrabias que gusta de levantarme de los pelos y darme pataditas en las rodillas mientras intento vestirme. Si la mayoría de los días no fuesen así, serían de los mejores que he tenido en mucho tiempo, incluso cuando he seguido las noticias con algo más de entusiasmo que el esclavo promedio.
Hablando de “esclavo promedio”, he descubierto este verano que no es tan malo socializar con aquellos que trabajan en la isla que no sean Celestine y sus postres de excelencia. Sage, por ejemplo, ha resultado ser casi tan entretenido como un perrito amaestrado. Tiene acceso a la mejor cocina de toda esta isla, lo que significa que puede traerme las sobras que su ama decide dejar a un lado porque ya se ha llenado las pecosas mejillas de más. No tengo idea de qué es lo que toca hoy, pero el elegante cobertizo de la mansión, repleto de pequeñas chucherías que me imagino serán de Ariadna, será el mejor lugar para llenar mi estómago.
Estoy chusmeando lo que parece ser una plantita que está teniendo brotes cuando la puerta se abre y me giro hacia la figura de Sage, quien trae algo que no puedo distinguir por culpa de un rayo de sol que entra justo de manera tal que me da en los ojos. Me cubro con una mano y hago una mueca de disgusto, quejándome con un bufidito — Voy a robarme unos anteojos de sol uno de estos días, no me importa que ya no sea verano — quiero decir, las hojas de otoño empiezan a decorar todos los jardines, pero eso no quita que un robo de esa índole no sea algo a lo que pueda apuntar. Dejo la plantita en su lugar, casi seguro de que ha amagado a morderme y me acerco, palmeando mis manos con una sonrisa — ¿Con qué nos sorprenderás esta tarde, Sage? ¿Qué es lo que la princesita dejó atrás? — para fastidiar, estiro mi cuello como si espiando pudiese adivinar antes de que me lo diga.
Hablando de “esclavo promedio”, he descubierto este verano que no es tan malo socializar con aquellos que trabajan en la isla que no sean Celestine y sus postres de excelencia. Sage, por ejemplo, ha resultado ser casi tan entretenido como un perrito amaestrado. Tiene acceso a la mejor cocina de toda esta isla, lo que significa que puede traerme las sobras que su ama decide dejar a un lado porque ya se ha llenado las pecosas mejillas de más. No tengo idea de qué es lo que toca hoy, pero el elegante cobertizo de la mansión, repleto de pequeñas chucherías que me imagino serán de Ariadna, será el mejor lugar para llenar mi estómago.
Estoy chusmeando lo que parece ser una plantita que está teniendo brotes cuando la puerta se abre y me giro hacia la figura de Sage, quien trae algo que no puedo distinguir por culpa de un rayo de sol que entra justo de manera tal que me da en los ojos. Me cubro con una mano y hago una mueca de disgusto, quejándome con un bufidito — Voy a robarme unos anteojos de sol uno de estos días, no me importa que ya no sea verano — quiero decir, las hojas de otoño empiezan a decorar todos los jardines, pero eso no quita que un robo de esa índole no sea algo a lo que pueda apuntar. Dejo la plantita en su lugar, casi seguro de que ha amagado a morderme y me acerco, palmeando mis manos con una sonrisa — ¿Con qué nos sorprenderás esta tarde, Sage? ¿Qué es lo que la princesita dejó atrás? — para fastidiar, estiro mi cuello como si espiando pudiese adivinar antes de que me lo diga.
- Trata de no hacerlo por favor, si te devuelven al mercado por haber robado un par de anteojos, serás más ridículo que el protagonista del musical ese.- Hago un vago ademán con la mano que no sostiene la bandeja, sin saber si sabe de lo que hablo, pero ya resignado a que mi cultura a nivel espectáculos era mucho más amplia de lo que me hubiese gustado admitir. Y “amplia” no es necesariamente sinónimo de “rica”, pero ya qué. Al menos podía entretenerme consumiendo basura de vez en cuando. - Tarta de frutas con crema chantilly. - Me apresuro a contestar antes de que descubra la mueca que se me ha pintado en la cara cuando he escuchado su tono al decir “princesita”. Lo admito, no mucho tiempo atrás habría estado un cien por ciento de acuerdo con ese término, pero Hero había cambiado tanto… pasado por tanto, que no sentía que se mereciera la burla.
Deposito el postre en la esquina libre de la mesa que tengo al costado, y meto una mano en los bolsillos, hurgando dentro hasta que rescato un bollo arrugado de bolas de papel. La idea de comer las cosas a escondidas estaba perfecta siempre y cuando no hubiesen pruebas que nos delatasen luego. Mientras que no quedaran migas y no nos manchemos la ropa, nadie se preocuparía por lo que hubiésemos estado haciendo. - Últimamente no sé si es que come menos, o si estoy aumentando el tamaño de los postres sin darme cuenta. - Medito cuando al cortar la tarta, quedan más porciones de las que estoy acostumbrado. Me encojo de hombros tratando de no preocuparme al respecto, pero sé que el pensamiento me va a quedar dando vueltas en el mientras tanto.
Tomo una porción y me dejo caer en el piso antes de llevármela a la boca. Tal vez me estoy tomando demasiadas confianzas siendo que no tengo idea de las rutinas de sus dueñas, pero la verdad, por alguna razón me importa poco. Estoy agotado y ni siquiera sé por qué. - ¿Ya se fue el ocupa que estaban teniendo? - Creo que era el hijo del ministro de educación, pero era tan nuevo que todavía no me sabía ni su nombre. Lo único que sé es que por alguna razón el muchacho me miraba con una mezcla de asco y curiosidad. Cómo si fuese un adorno feo que está fuera de lugar. - No sé tú, pero tener gente nueva que interrumpa las formas de trabajar se me hace bastante tedioso. - El hijo de la ministra no era insoportable y ni siquiera me trataba mal, pero era un factor que había alterado el funcionamiento de la mansión. Todavía no me acostumbraban y habían pasado meses ya.
Deposito el postre en la esquina libre de la mesa que tengo al costado, y meto una mano en los bolsillos, hurgando dentro hasta que rescato un bollo arrugado de bolas de papel. La idea de comer las cosas a escondidas estaba perfecta siempre y cuando no hubiesen pruebas que nos delatasen luego. Mientras que no quedaran migas y no nos manchemos la ropa, nadie se preocuparía por lo que hubiésemos estado haciendo. - Últimamente no sé si es que come menos, o si estoy aumentando el tamaño de los postres sin darme cuenta. - Medito cuando al cortar la tarta, quedan más porciones de las que estoy acostumbrado. Me encojo de hombros tratando de no preocuparme al respecto, pero sé que el pensamiento me va a quedar dando vueltas en el mientras tanto.
Tomo una porción y me dejo caer en el piso antes de llevármela a la boca. Tal vez me estoy tomando demasiadas confianzas siendo que no tengo idea de las rutinas de sus dueñas, pero la verdad, por alguna razón me importa poco. Estoy agotado y ni siquiera sé por qué. - ¿Ya se fue el ocupa que estaban teniendo? - Creo que era el hijo del ministro de educación, pero era tan nuevo que todavía no me sabía ni su nombre. Lo único que sé es que por alguna razón el muchacho me miraba con una mezcla de asco y curiosidad. Cómo si fuese un adorno feo que está fuera de lugar. - No sé tú, pero tener gente nueva que interrumpa las formas de trabajar se me hace bastante tedioso. - El hijo de la ministra no era insoportable y ni siquiera me trataba mal, pero era un factor que había alterado el funcionamiento de la mansión. Todavía no me acostumbraban y habían pasado meses ya.
A pesar de que los ojos se me ponen en blanco sin poder contenerlos, la sonrisa permanece intacta — ¿Tú dices? Estoy seguro de que se me verían de maravilla — me llevo una mano hacia arriba para hacer la mímica de quitarme unos anteojos con movimiento de cabello incluido y me le quedo mirando como si esperase que me contradiga, pero creo que no me estaba mirando porque está más ocupado en cortar la torta. Maldito Sage, encima que despliego todo mi talento y carisma para él y así me paga… ok, no, que eso se ve delicioso, hasta me asomo por encima de su hombro con verdadera curiosidad — no sé cómo lo haces, pero mis pasteles jamás se ven así — no voy a decirle que si no fuese por Celestine no sería capaz de cocinar porq ue no soy idiota y sé que no le agrada que pase tanto tiempo con ella. Lo bueno es que parece que ahora le molesta menos — Quizá se está cuidando — digo sin mucho interés, aunque no le veo la lógica porque ya pasó el verano y esa es la época donde todos se ponen locos con eso de ser delgados y verse en forma. Que preocupaciones tan banales.
Me hago con una porción y me dejo caer a su lado, sentándome como un indio al meterme un trozo de torta en la boca que parece demasiado grande para caber, pero increíblemente consigo masticarla. De todos modos sí le echo la culpa a mi gula cuando me tardo en contestar por culpa de no ser capaz de tragar, así que busco responder con movimientos indefinidos de la cabeza hasta que paso la comida de un modo escandaloso — Yo no me quejaba, pero Gaspard sí. Aunque ese elfo se queja de todo, así que no hizo mucha diferencia — explico y me quito un poco de crema de la comisura con ayuda de mi lengua — Pero sí, ya se ha marchado y es un alivio, porque apenas y veo magos en estos días. Al menos puedo decir que alguien es afortunado por todo lo que está pasando en el país — lo que me lleva a mirarlo por encima de la porción que me estoy devorando — ¿Cómo es en tu casa? Supongo que se estarán volviendo locos.
Me hago con una porción y me dejo caer a su lado, sentándome como un indio al meterme un trozo de torta en la boca que parece demasiado grande para caber, pero increíblemente consigo masticarla. De todos modos sí le echo la culpa a mi gula cuando me tardo en contestar por culpa de no ser capaz de tragar, así que busco responder con movimientos indefinidos de la cabeza hasta que paso la comida de un modo escandaloso — Yo no me quejaba, pero Gaspard sí. Aunque ese elfo se queja de todo, así que no hizo mucha diferencia — explico y me quito un poco de crema de la comisura con ayuda de mi lengua — Pero sí, ya se ha marchado y es un alivio, porque apenas y veo magos en estos días. Al menos puedo decir que alguien es afortunado por todo lo que está pasando en el país — lo que me lleva a mirarlo por encima de la porción que me estoy devorando — ¿Cómo es en tu casa? Supongo que se estarán volviendo locos.
- Ya me dices luego si consigues cambiarlos por algo en las celdas. -Si le daban algo más que una hogaza de pan, sería solo por querer burlarse de él. No muchos podían jactarse de terminar en el mercado por una razón tan estúpida. - Llevo meses cocinando al menos un postre por día. Si después de eso mis pasteles no se ven decentes, tendría que resignarme por completo a la cocina. - Y a decir verdad, no era algo que planeara hacer en un futuro próximo. De verdad me gustaba cocinar, y me ayudaba a ocupar mi tiempo. Y claro, las sobras nunca venían mal. - Si Hero se estuviese cuidando, yo estaría al borde de un pico de presión. - Prefería que se atragantase pidiéndome dulces, a ver como demonios hacer para medir calorías, o balancear rúcula con pescado al horno o algo similar.
Cuando nombra al elfo de su casa, se me viene a la mente la imagen del viejo cascarrabias y agradezco mentalmente que casi todas las elfinas de la mansión me traten con amabilidad. No es que hicieran todo lo que les pidiese, pero eran terriblemente útiles, y me ahorraban tiempo cuando me aparecían en varios lugares distintos cuando me tocaba hacer mandados. - Osea que, mientras que tú básicamente puedes hacer lo que quieras sin que te vean, yo me tengo que contentar con poder comer dentro de la prisión. - Y tal vez estoy exagerando, pero últimamente se sentía como eso. - Claramente eres el único que la está pasando así. En la casa todo es un caos. Hay más seguridad y todo el mundo está vigilado y al pendiente de. Todavía no sé cómo logré escabullirme hoy.
Cuando nombra al elfo de su casa, se me viene a la mente la imagen del viejo cascarrabias y agradezco mentalmente que casi todas las elfinas de la mansión me traten con amabilidad. No es que hicieran todo lo que les pidiese, pero eran terriblemente útiles, y me ahorraban tiempo cuando me aparecían en varios lugares distintos cuando me tocaba hacer mandados. - Osea que, mientras que tú básicamente puedes hacer lo que quieras sin que te vean, yo me tengo que contentar con poder comer dentro de la prisión. - Y tal vez estoy exagerando, pero últimamente se sentía como eso. - Claramente eres el único que la está pasando así. En la casa todo es un caos. Hay más seguridad y todo el mundo está vigilado y al pendiente de. Todavía no sé cómo logré escabullirme hoy.
Me encojo de hombros cuando define mi vida como un circo independiente porque sí, esa es básicamente la idea, solo que no se lo digo porque estoy demasiado ocupado degustando la torta que ha decidido compartir tan amablemente como nuestra nueva amistad se lo indica. Me llama un poquito más la atención cómo es que habla de la mansión donde vive, habitada por la familia más famosa de todo el jodido NeoPanem y quienes tienen la culpa de que nosotros tengamos que estar escondidos en un cobertizo para juntarnos como dos adolescentes medianamente normales. Bueno, algo así; tengo entendido que no falta mucho para mi cumpleaños y sospecho que pasaré a ser algo como un verdadero “joven adulto”, como les gusta llamarnos ahora. ¿Eso importa? No tanto, no puedo sentirme un alma vieja cuando estoy cargado de energía que no puedo quemar.
— Te has escabullido gracias al poder del amor y la amistad — me mofo aunque con el tonito más serio que soy capaz, lo que es un enorme esfuerzo si consideramos que me estoy chupando crema del pulgar — Se lo merecen, Sage. Gente como ellos no se han preocupado por gente como nosotros cuando la desgracia llamó a nuestra puerta. Era hora de que comieran un poco de su propia mierda — no voy a decir que los niños que murieron en el atentado tenían la culpa de lo que pasó, pero sus padres sí eran conscientes del sistema que ellos festejaban y no me molesta que volaran por los aires, incluso siendo simples civiles. No lo voy a decir tan brusco, me conformo con alzar un hombrito — Era obvio que esto iba a pasar alguna vez. No puedes vivir sobre esclavos y repudiados y salir ileso de ello. Nosotros, dentro de todo tuvimos suerte, pero hay otros… — a pesar de que me acabo mi porción y creo que estaba de muerte, mi expresión no es de deleite en lo absoluto — He oído historias horribles en el mercado. Gente a la cual sus amos no solo los torturan, sino que los abusan sexual y mentalmente. Somos solo trozos de carne para esa gente, deberías saberlo — puedo decir que Hero Niniadis parece no serle una gran molestia, pero no deja de ser una niña mimada por este sistema.
— Te has escabullido gracias al poder del amor y la amistad — me mofo aunque con el tonito más serio que soy capaz, lo que es un enorme esfuerzo si consideramos que me estoy chupando crema del pulgar — Se lo merecen, Sage. Gente como ellos no se han preocupado por gente como nosotros cuando la desgracia llamó a nuestra puerta. Era hora de que comieran un poco de su propia mierda — no voy a decir que los niños que murieron en el atentado tenían la culpa de lo que pasó, pero sus padres sí eran conscientes del sistema que ellos festejaban y no me molesta que volaran por los aires, incluso siendo simples civiles. No lo voy a decir tan brusco, me conformo con alzar un hombrito — Era obvio que esto iba a pasar alguna vez. No puedes vivir sobre esclavos y repudiados y salir ileso de ello. Nosotros, dentro de todo tuvimos suerte, pero hay otros… — a pesar de que me acabo mi porción y creo que estaba de muerte, mi expresión no es de deleite en lo absoluto — He oído historias horribles en el mercado. Gente a la cual sus amos no solo los torturan, sino que los abusan sexual y mentalmente. Somos solo trozos de carne para esa gente, deberías saberlo — puedo decir que Hero Niniadis parece no serle una gran molestia, pero no deja de ser una niña mimada por este sistema.
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