The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Invitado
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Al fin, después de toda una noche de guardia, podía irme a casa. No es que no me gustase trabajar o mi trabajo en concreto, me encantaba, no me importaba en absoluto quedarme por la noche haciendo mi guardia para cualquier urgencia que pudiese surgir; pero seguía siendo una persona. No era un robot que no tuviera que dormir nunca… y aun así, incluso los robots y cualquier aparato eléctrico necesitaban recargar su batería en algún momento.

Recogí mi bandolera, con las cosas más básicas para ir de casa a mi trabajo y de mi trabajo a casa, dejé mi despacho ordenado y salí de allí. Por el pasillo iba despidiéndome con una sonrisa de todos mis compañeros, fuesen sanadores, enfermeros, camilleros o cualquiera que fuese su profesión. Todos eran compañeros para mí allí.

No obstante, cuando estaba saliendo por la puerta, una de las chicas que trabajaban en recepción me llamó y me pidió ayuda con un informe que tenía que ver con uno de mis pacientes. Cuando acabé, la chica se disculpó por hacerme volver atrás cuando ya mi turno había terminado, pero yo le resté importancia y me despedí con una sonrisa. Y entonces sí, salí del hospital y respiré el aire puro con una enorme sonrisa. Estaba cansado, pero la luz del sol matinal bañándome me causaba cierta sensación de alivio.
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Viktor R. Carstairs
Miembro del Departamento de Justicia
Han sido unos intensos dos días. Ya tenemos ministerio de nuevo, condenamos dos rebeldes, ya lograron sacar el olor a carne quemada de la plaza del Capitolio y ahora, si bien estamos en guerra, parecería que las cosas vuelven a la normalidad. Eso me ha dado tiempo de poner los papeles en orden en mi nuevo despacho y por fin acostarme en la cama a simplemente mirar el techo. Es un alivio darme cuenta de que ya no necesito estar con alguien para evitar pensar en lo ocurrido pues estaba empezando a creer que el estrés post traumático me acompañaría para toda la vida.

Paso gran parte de la mañana alternando entre momentos de lucidez y sueño absoluto hasta que una interrogante de hace pocos días atrás es respondida en mi inconsciente y me obliga a dar un salto en la cama ¡Es Carlie! El sanador que nos atendió cuando llevé a los dos viejitos al hospital es el chico de mente agradable del distrito 11 que me dijo palabras tan bonitas cuando no podía controlar mi legeremancia. Wow han pasado como casi 30 años, con razón no lo reconocí... Aunque en mi defensa, tiene una barba bastante camuflable y el triple de rizos de lo que recuerdo.

Me levanto de un salto y me pongo una camisa negra y pantalones pegados al cuerpo del mismo color. Me tomo unos minutos frente al espejo para cambiar mi apariencia y lucir como el chico de 15 años que quizás recuerda antes de desaparecer rumbo al hospital. No me atrevo a preguntar en la entrada así que solo espero por afuera hasta que lo veo salir. No sé cuánto tiempo estuve esperando, solo sé que tomé como 5 tazas de café y ahora quiero correr una maratón.

Me acerco a él a trote y le dedico una sonrisa divertida esperando que me reconozca, quizás estoy pidiendo demasiado pero se la estoy dejando mucho más fácil que él a mi - Oh vamos, Carlie... Creí que había causado una buena impresión en tí y me recordarías para toda la vida - bromeo rodando los ojos. Apoyo las manos en mi cintura y camino en la dirección que él estaba siguiendo - ¿Quién lo diría? Te perdí el rastro en el 11 y nos encontramos de casualidad aquí.
Viktor R. Carstairs
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Invitado
Invitado
Por un momento me detengo porque he tenido la sensación de que me había dejado algo atrás, pero cuando abro mi bandolera veo que está todo aquí, así que la vuelvo a cerrar y sigo mi camino… hasta que escucho que alguien corre hacia mí. Me preocupo y me giro deprisa, alzando mi varita, pensando que puede ser un asaltante o un rebelde. En los tiempos que corren no puedo deambular tranquilo como si nada por las calles… antes las cosas también estaban mal, así que tampoco me puedo quejar.

Sin embargo, cuando me giro, me quedo quieto de pronto. La voz me resulta conocida, pero no se corresponde con el rostro que veo. Me he quedado de piedra, pero luego reacciono y parpadeo varias veces pensando que me faltan muchísimas horas de sueño porque estoy viendo a aquel jovencito que intenté ayudar hace como… ¿treinta años? Madre mía, qué viejo soy… Pero a ver, ¿es que no ha envejecido ni un poco…? ¿Cómo…? Metamorfomagia. Me había asustado, qué idiota soy.

¿Viktor Carstairs? Vaya… hola —saludo sin saber realmente qué decir—. No has… ¿cambiado mucho? Salvo la voz —comento, un tanto incómodo, realmente no sé por qué me suena su voz. Suelo escuchar muchísimas a lo largo del día.
Anonymous
Viktor R. Carstairs
Miembro del Departamento de Justicia
Al acercarme veo como tiene la varita en la mano y alzo las cejas pues me parece una reacción exagerada. Aunque no tanto en realidad con todo lo que ha estado ocurriendo, después de todo hasta hace pocos días no quería estar solo por lo mismo, ya no podemos saber si estamos a salvo ni siquiera dentro del Capitolio. Será mejor que empiece a hacerme amigos aurores y amistades serias para que no crean que los llamo de emergencia con segundos motivos.

- La vida me ha tratado bien - bromeo y a medida que voy volviendo a mi apariencia normal. Me sacudo un poco pues siempre resulta molesto el cambio y como toque final vuelvo mi cabello de rojo oscuro pues así quiero tenerlo hoy - Vaya... Suelo despertar varitas pero no justamente esas - dejo salir con una sonrisa traviesa y hago un ademán para que le reste importancia a mis bromas. No nos vemos hace décadas, exceptuando aquel día en el hospital, y no quiero que la charla termine antes de empezar por incomodarlo.

- El otro día traje a los rehenes de los rebeldes al hospital y me pareciste conocido, pero no te recordé de inmediato - confieso entrecerrado los ojos - La barba, definitivamente la barba me perdió por completo.
Viktor R. Carstairs
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Invitado
Invitado
Si ya estaba sorprendido al ver a aquel chico jovencito como si los años no hubiesen pasado por su rostro, cuando finalmente deja ver su verdadera faz me quedo con la boca abierta hasta el tope. Bueno, no porque eso es muy antinatural, es una forma de hablar, pero sí que se me ha abierto sola la boca por la sorpresa. Claro que me suena su voz, es el hombre que entró en el hospital con el ministro y el señor Lackberg diciendo cosas sin sentido que me dejaron confundido.

Como ahora. Y en esta ocasión sí que abro más la boca cuando dice lo de las varitas. Puedo ser muy introvertido en ese asunto, pero no soy tonto ni ingenuo, sé a lo que se ha referido. Parpadeo y luego sacudo la cabeza, cerrando la boca para no parecer idiota. Y mientras me dice algo que yo recuerdo bien que pasó, me quedo observándolo para fijarme bien en los cambios. Recuerdo que aquel día me pareció conocido… pero no caí en la cuenta y me olvidé de él por completo.

Sí que ha cambiado, definitivamente ya no es aquel adolescente que encontré llorando a la sombra de un árbol en un régimen completamente diferente al que hay ahora… aquel chico que estaba enfadado con el mundo y que pensaba que todos eran idiotas. Menos yo. Casi se me escapa una sonrisa al recordar eso porque fue muy adorable que dijera eso. Y ahora es todo un hombre, claro, hasta se ha vuelto atractivo. «Deja de pensar eso, que a lo mejor te está oyendo y se va a hacer ideas equivocadas. Ah, ¡para de pensar!».

Sí… sé que era usted, señor Carstairs… Lo he recordado en cuanto he visto su cara… actual —digo mientras me doy cuenta de que estoy tocándome la barba porque él la ha mencionado—. Ah… sí. Me la he dejado desde hace unos años, me gusta cómo me queda ahora que estoy viejito —bromeo, pues no me siento viejo ni tengo complejos con mi edad—. ¿Ha venido aquí a verme, señor Carstairs? Ha sido muy amable de su parte, parece que le va bien y que se ha convertido en un gran mago, como yo imaginaba aunque apenas le conocí. ¿Cómo están sus padres?
Anonymous
Viktor R. Carstairs
Miembro del Departamento de Justicia
Recuerdo haber pensado que tenía cierto aire adorable al verlo sentado todo correcto al pie del árbol. No se cuántos años tiene ahora pero al verlo con la boca abierta me da la misma sensación, tanto que tengo que contener las ganas de acercar mi mano para cerrársela - Tiendo a causar ese efecto en la gente - sigo con la broma y me prometo a mi mismo que es la última. Me gustaría saber que piensa pero ya no hago eso. Desde que aprendí a controlarlo escasas veces hurgo en la mente de las personas pero eso él no lo sabe así que sonrío otra vez.

- La edad es una construcción social - respondo pues lo leí en un libro... en la contratapa de un libro... y me aferro a eso cada vez que me quiero comportar como un adolescente ¿Para qué contenerme? No tengo responsabilidades familiares y creo que mi reputación está bien marcada ya como para querer protegerla de alguna forma - Me gusta, aunque me haces sentir culpable por ocultar mis propias canas - sé que las tengo pero desde que apareció la primera han quedado completamente vetadas de mi cabeza.

-Oh, por favor tutéame Carlie, nos conocemos hace décadas - digo mirándolo de reojo. Creo que en realidad no cuenta ya que perdimos el contacto desde que nos conocimos a ahora pero me conoció siendo un niño estúpido y me parece extraño que se dirija con ¿Respeto? Bueno, eso es nuevo - No sé si un gran mago pero no puedo quejarme - respondo encogiéndome de hombros mientras pienso en cómo responder a lo siguiente, con honestidad supongo - No los veo desde hace años - desde que Rowie fue asesinado - Pero no quiero hablar de eso - agrego intentando que mi voz suene como siempre pero se agrava de todas formas - Cuéntame de tí ¿Cómo fue tu camino hacia el Capitolio?
Viktor R. Carstairs
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Invitado
Invitado
No entiendo a qué se refiere con el efecto que suele causar en la gente, quizá es por el sueño, pero lo bueno es que él no habla más de eso, así que no tengo por qué contestar. En cambio, ha mencionado algo que me ha llamado mucho la atención y sonrío levemente.

Miranda Bishop —menciono a la autora del libro que ha mencionado. Bueno, el libro no se llama así, pero esa es la primera frase del resumen que pone en la contraportada. No me esperaría que alguien como él leyese algo así… aunque tampoco es que le conozca demasiado como para saber lo que le queda o no, lo que le gusta o le disgusta. Aun así, me sorprende, porque si lo ha leído es porque le ha preocupado la edad no hace muchos años y se supone que los libros muggles están vetados. Curioso… se ve que el señor Carstairs siempre va “a su aire”—. Toda la razón, por eso no me preocupa tener cincuenta años. Pero tenga cuidado con lo que menciona… las cosas no son tan diferentes a aquel día en el que nos conocimos.

Está claro que no, he tenido que advertirle que cuide lo que dice una segunda vez, muchos años después, en un régimen diferente. Sigue siendo un régimen opresor, sólo que ahora es a otros a quienes oprimen.

Las canas no son siempre de vejez, señor Carstairs —digo con una sonrisa para darle algo de confianza—. Quizá está demasiado estresado —aunque el gesto se vuelve un poco nervioso cuando lo oigo de nuevo llamarme Carlie—. Le agradecería que… no me llamase Carlie, señor Carstairs. Me llamo James, James Mackenzie —digo sin perder el tono amable, no estoy enfadado, pero me resulta raro que me llame por ese apodo por el que nadie me ha llamado nunca. Sólo él. Y encima es el apodo de un nombre que realmente nunca le dije, lo sabe porque lo oyó en mi cabeza—. Y… realmente no nos conocemos, sólo nos vimos una vez. Pero yo no sé nada de usted ni usted de mí.

No le digo nada al respecto, pero no voy a tutearlo. No lo considero adecuado, nos vimos una vez en la vida, cuando aún ambos éramos muy jóvenes, así que por el momento lo seguiré tratando de usted. Pero ahora mismo me llama la atención otra cosa y es que la voz le ha cambiado de repente… he tocado un tema delicado para él. Hago una mueca.

Disculpe, no pensé que fuese a incomodarle mi pregunta —comento con sinceridad antes de responder a su pregunta—. Bueno, acabé la carrera de Medicina y estuve trabajando un tiempo como médico, hasta… hace quince años, cuando por fin pude empezar a estudiar lo que yo quería. Luego me trasladé aquí porque pensé que era donde mejor podría ayudar. ¿Y usted qué hace aquí? ¿A qué se dedica?
Anonymous
Viktor R. Carstairs
Miembro del Departamento de Justicia
Menciona un nombre luego de mi pequeña cita y alzo las cejas pues bien me podría decir que es del libro de cocina de Jamie Niniadis y yo me lo creería. Creo que me lo han regalado en algún momento de mi vida pero jamás lo leí, no es mi estilo, a mi me van más las novelas de espías con personajes intrépidos y diálogos para recordar. Aunque hace mucho que no leo, es un hábito que he dejado de lado con los años y no debería haberlo hecho... Supongo que el trabajo me ha consumido demasiado de mi tiempo de ocio y al llegar a casa lo último que quiero hacer es seguir leyendo.

Hago una mueca cuando menciona su edad pues no veo ese efecto que dicen que la diferencia se va acortando avanzan los años. Para mí es tan mayor como aquella vez en el árbol y es una lástima tener que ponerlo en el baúl de los viejitos con personas como Helmuth y Lackberg. Bah, tampoco es tanto. En unos 7 años estaré en el mismo sitio que ellos... Ay dios. Me queda tan poco antes de volverme uno más del montón. No puedo dejar que eso pase.

- No soy estúpido, sé lo que puedo decir y frente a quién, trabajo de eso - respondo con media sonrisa y miro en todas direcciones pues estamos rodeados de cámaras. Sitios como el Capitolio no son para ser rebeldes, por eso me sorprendió que hayan llegado tan lejos - Vivo sin estrés, es mi moto de vida - respondo a continuación conteniendo la risa. Si le contara... Pero no lo haré, no quiero espantarlo.

Hago una mueca como si hubiese metido la pata cuando me pide que no lo llame Carlie y asiento. No lo haré más en voz alta - James Carlisle Mackenzie - recuerdo el nombre que se ha quedado grabado a fuego en mi mente. De verdad no he conocido un solo otro Carlisle en toda mi vida - Me gusta más el segundo que James pero, de acuerdo, como prefieras - concedo con las manos en alto, como dándome por vencido. Ya lo haré cambiar de opinión.

Ruedo los ojos cuando me sigue tratando de usted pues yo he cedido ¿Por qué el no? Me siento es desventaja. Pero no digo nada pues no quiero volver sobre el tema ni tampoco sobre el de mis padres, mejor seguir adelante aunque sea con algo tan aburrido como contar lo que he hecho con mi vida - Estudié abogacía y ahora soy juez del Wizengamot - explico encogiéndome de hombros como si no fuera la gran cosa. En realidad no lo es, muchos idiotas han llegado a conseguir el mismo puesto que yo - ¿No miras los juicios por televisión? - pregunto cayendo en la cuenta. He recibido algunas miradas raras en la calle luego de dar el sí para incendiar a los rebeldes - Quizás por eso eres tan amable... - digo para mi mismo.
Viktor R. Carstairs
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Invitado
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Menos mal que lo ha dicho con una sonrisa, porque si no pensaría que se ha ofendido por mi consejo, como el que le di cuando era más pequeño. Aun así, hay cámaras aquí que podrían ponerlo en un aprieto… me sorprende que las haya, la verdad, puesto que esta es la zona mejor posicionada de todo el país. Es decir, es donde la gente vive mejor, la zona de los privilegios, supongo que temen que haya personas que aun así apoyen a los que se oponen. Yo tengo una vida desahogada y a pesar de eso no me siento muy feliz con lo que hacen en el Capitolio.

Pero será mejor que deje de pensar en esas cosas porque no quiero que él se entere. Aunque parece que a él tampoco le va del todo el régimen del Gobierno…

Es el primero que prefiere mi segundo nombre. A mí no me gusta, no tengo ningún motivo, simplemente no me gusta cómo suena o cómo se ve escrito —comento y entonces escucho cómo me cuenta a qué se dedica. Me quedo con la boca abierta, repentinamente nervioso. ¿Entonces no pasa del Gobierno…? ¿Por qué habla como si pudiese hacer lo que quisiera…? Vale… qué tonto soy, es un juez, seguramente puede hacer lo que quiera.

Cuando me pregunta si no veo los juicios por televisión, me pongo aún más nervioso, incluso temeroso, por si me reclama algo… Pero tengo una excusa válida al menos… Oh, por Merlín… ¿Y por qué dice que por eso soy tan amable? Respiro hondo.

N-No los veo… no veo mucho la televisión, suelo estar en el hospital trabajando… y si no trabajo, estudio… no tengo mucha vida social o de ocio… —respiro hondo otra vez— ¿Quizá por eso soy tan amable? ¿A qué se refiere?
Anonymous
Viktor R. Carstairs
Miembro del Departamento de Justicia
Comienzo a deletrear en mi mente cómo se escribiría su nombre y para cuando me doy cuenta estoy haciendo toda clase de movimientos extraños con mi boca intentando pronunciarlo de una y mil maneras distintas sin emitir sonido. Debería dejarlo, es solo un nombre. Nadie sabe cuál es el segundo mío y a veces hasta yo olvido cuál es pues dejé de usarlo hace tanto que ya no tiene ni sentido recordarlo. Firmo como Viktor Carstairs, figuro como Viktor Carstairs, ofrezco mi identidad en los bares como Vikram Carelevator... ¿Cuál es el punto de llamarme Rowland?

Tras explicar a qué me dedico sonrío de nuevo al ver como vuelve a quedarse con la boca abierta y esta vez acerco mi mano para cerrársela con cuidado - Te entrarán las moscas, Carlie - comento con la cabeza inclinada hacia un costado. Bueno, al menos he intentado no usar ese apodo pero ya se ha quedado en mí y no me lo podrá sacar tan fácil.

Noto como se pone nervioso y frunzo el ceño confundido pues no comprendo por qué. Quizás de verdad lo tengo encantado y ya ha empezado a enamorarse de mí, una lástima porque no quiero romperle el corazón diciéndole que no salgo con gente y mucho menos con alguien tan... ¿Avanzado en la vida? Como él. Pero sus palabras no tienen nada que ver con eso, pareciera que intenta justificarse y una vez más tengo que controlarme para no leer lo que está pasando por su mente.

- Los juicios son intensos y las muertes televisadas - comento sacudiendo la cabeza para intentar ignorar su nerviosismo - Los médicos hacen una promesas sobre no dañar a la gente ¿No? Debe ser fuerte para tí ver algo así y... hace pocos días hubo uno - me parece extraño que no lo haya oído. Al menos espero que haya visto los carteles sobre los enemigos públicos del gobierno ya que no quiero que termine cayendo en sus garras solo por despistado - Es un mal momento para ignorar las noticias. - no esperaba tener que comportarme como juez responsable pero sorpresas hay todos los días.

Por suerte un pequeño viene a sacarme el aura de seriedad y decide usar mi zapato de baño. Me quedo quieto hasta que termina y saco mi varita para limpiarme y luego elevar al perrito en el aire. Patalea como loco pero ni loco lo agarro con mis manos, quién sabe cuántas pestes debe tener encima - ¿Ni siquiera vas a pedirme perdón, alimaña? - pregunto al animal con una ceja en alto - Esos zapatos son caros.
Viktor R. Carstairs
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Invitado
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Ni siquiera me percaté de que me ha vuelto a llamar Carlie, me sorprendió que me cerrara la boca, pero ahora estoy más pendiente de la otra parte de la conversación, la seria, la que puede llegar a ser peligrosa para mí. El señor Carstairs parece un hombre con buen humor, bromista, pero eso no significa nada, no quita que pueda ser peligroso. Y me lo demuestra cuando comenta como si nada lo de los juicios y las muertes. Ahí ya no puedo seguir mirándole directamente a los ojos, me siento incómodo, mal, triste.

Prefiero seguir ignorándolas, señor Carstairs, porque como usted mismo ha dicho, he hecho un juramento. Y no soy de esos curanderos frívolos que sólo estudiaron esta carrera por fama o dinero, yo me desvivo con mis pacientes. Yo curo a la gente, no puedo verla morir —respondo. Y si mueren, que al menos sea porque son ancianos o porque una enfermedad ha sido demasiado fuerte, no porque otro ser humano ha decidido acabar con su vida.

De sólo pensar en ello me dan ganas de llorar, pero me mantengo fuerte, como siempre lo he sido, y trato de serenarme ahora que el juez no parece interesado en castigarme por algo, sino más bien parece haberme “regañado” porque al no informarme de la situación puedo correr peligro. Al menos eso es lo que yo he entendido…

Ayuda a la situación el hecho de que, como tengo la mirada baja, veo llegar a un cachorro precioso hasta donde estamos. Y luego me tengo que aguantar la risa cuando veo que el animalillo se orina en los zapatos del hombre actualmente pelirrojo. Sin embargo, frunzo levemente el ceño cuando veo cómo reacciona Carstairs.

Oiga, ¿pero qué hace? —inquiero, alarmado, pues el perro parece asustado. Sólo es una cría… Se la quito inmediatamente y la abrazo contra mi pecho— Si es adorable. Como si no pudiese comprarse unos nuevos, señor Carstairs —digo mirando al perrito mientras guardo mi varita en los pasadores del cinturón del pantalón—. Qué cosita tan adorable, ¿de dónde sales tú, pequeñín? —digo mientras le hago caricias en la tripita con el dedo índice y una gran sonrisa.
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Viktor R. Carstairs
Miembro del Departamento de Justicia
Algunas personas cambian a lo largo del tiempo, yo lo he hecho muchísimo en éstos treinta años pero se ve que la esencia de Jamie es inamovible. No, no Jamie. Quizás suene como un apodo adorable en mi mente pero es difícil no asociarlo a nuestra jefa, así que seguirá siendo Carlie. En fin. Se ve que algo como los juicios lo afectarían demasiado, conozco a gente que recurre a taparse los ojos para no sentirlo pero yo no soy así, no puedo, es mejor hacer frente a mis responsabilidades y castigar a quien lo necesite pues alguien debe hacerlo - Ellos son responsables por todos los que has curado estos días - respondo mirándolo de reojo para ver su reacción, él ya no hace contacto conmigo -  Y a veces la vida te sorprende... Yo fui un frívolo que eligió la profesión por el dinero y aquí estoy, me gusta ahora - comento con honestidad a medias. Claro que Rowie fue la principal razón por la que quería ser abogado y tener un buen sustento pero absolutamente nadie sabe eso.

En conclusión, James es un rollo de canela muy bueno y puro para éste mundo. Más seguro de ésto quedo cuando levanta a la alimaña y la trata como si fuera un pequeño bebé digno de todo el cariño disponible ¡Pero si es una amenaza para la sociedad! Deberíamos llamar a los cazadores más que hablarle, aunque mi último encuentro con uno no terminó como lo esperaba... Quizás sí debería llevarme el bicho a casa y llamar por un cazador luego. En fin. No es algo para pensar ahora.

- Cuando papá perro quiere mucho a mamá perro... - bromeo con él rodando los ojos e invitándolo para seguir caminando, creo que está en mi mente pero siento que si no salimos de ese metro cuadrado rápido el olor a orina canina quedará grabado en mi nariz para siempre - ¿Se lo llevarás a tus hijos? - pregunto pues debe tenerlos, tiene 50 años aunque no veo anillo de casado en su dedo.
Viktor R. Carstairs
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Invitado
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Quizá soy demasiado ignorante de la situación, porque cuando dice que eran responsables de las personas que he estado curando estos días me sorprendo. Sin embargo, mi rostro no muestra sorpresa, sino que más bien se entristece, aún sin alzarse para mirarlo de nuevo. No digo nada, pues realmente no sé qué decir, yo no soy quién para juzgar a esas personas… aunque el hecho de que hagan daño a inocentes no se justifica con nada… sé que las cosas están mal, pero la gente inocente no tiene por qué pagar los platos rotos de los que causan la desgracia a aquellos que se están rebelando.

Menos mal que cambia de tema porque no quiero seguir hablando más de muertos o heridos… No sé si le ofendió mi comentario o simplemente es una respuesta sin más a lo que dije sobre la frivolidad de algunas personas.

No me refería a eso. Me refiero a los que al final no llegan a mostrar amor por su profesión… sobre todo en algo como la sanación, necesita verdadera vocación para esto porque no es que trate con cualquier cosa, está tratando con gente con problemas de salud… lo que más desean es un trato digno; pero hay gente que no lo entiende o que lo olvida —digo volviendo a mirarlo.

Por supuesto entiendo que somos humanos y que algún desliz se puede tener, sobre todo si, como yo, llevan más de veinticuatro horas seguidas sin dormir; pero no hablo de esas personas, sino de las que son así constantemente. Puede que curen al paciente, pero seguro que le dejarán una muy mala experiencia.

Escucho su chiste y se me escapa una muy suave carcajada. Es la primera vez que me rio por uno de sus chistes, pero lo cierto es que me ha hecho gracia. Además, ya estoy algo más tranquilo y relajado. Eso sí, cuando me hace esa pregunta me echo a reír otra vez, aunque claro, él no tiene por qué saber nada de mi vida; sólo ha dado por sentado que, dada mi edad, tengo familia.

No, si no tiene dueño me lo quedaré yo, así me hará compañía y tendré un motivo para ir a casa y descansar un poco. Yo no tengo pareja ni hijos, señor Carstairs. ¿Y usted? —pregunto pues de repente me ha entrado la curiosidad.
Anonymous
Viktor R. Carstairs
Miembro del Departamento de Justicia
Bueno, en eso tiene razón. En realidad los medimagos no cobran tanto como nosotros, no cobran ni un cuarto en realidad y tuvieron que estudiar lo mismo o más ¿Qué demonios les pasa? Yo ni loco me esfuerzo tanto para luego tener un empleo que no me dejará dormir, en el que siempre tendré que poner la vida de los demás por sobre la mía y que para colmo no me da dinero suficiente como para salir todos los fines de semana y tener todas las estupideces que le compro a mi casa. Porque definitivamente nadie necesita una ducha musical pero ¡Hey! Yo la tengo.

-Pues a mí mientras me curen me da igual como me traten - respondo al final encogiéndome de hombros. Bastante molesto soy yo como para ir por la vida exigiendo que me traten de forma diferente - Aunque la última vez que necesité un hospital me curé en casa con chocolate y una siesta - confieso con una sonrisa. No soy muy fan que digamos. Bah, era solo un dementor.

Alzo las cejas sorprendido cuando dice que no tiene pareja ni hijos pues de verdad es sorprendente - ¡Pero si eres un sujeto amigable! - digo una octava más alta de lo normal. Además tiene toda la pinta de ser un hombre de familia, no anda con pantalones ajustados ni con el cabello de colores como yo - ¿Pareja e hijos? - repregunto y luego largo una carcajada - No estoy hecho para eso, me gusta vivir la vida - explico luego con los ojos entrecerrados - Vida a la que debería volver ahora mismo si no te molesta... Podemos volver a hablar cuando empieces a tutearme, Carlie, ahora ya no lo soporto más - bromeo alejándome un par de pasos.
Viktor R. Carstairs
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Invitado
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Sonrío levemente cuando dice que no le importa cómo lo traten mientras lo curen.

Usted, señor Carstairs, es un caso especial. Es algo de lo que me di cuenta el día que lo conocí —comento sin perder el gesto adquirido hace unos segundos. Y luego me río un poco—. Me alegro de que no necesitara venir al hospital, no siempre hace falta, aunque sea aconsejable… pero así no se congestiona la zona de Urgencias.

Me pregunto qué le había pasado para curarse con chocolate y una siesta… pero sólo lo hago durante unos segundos, porque caigo enseguida. Seguro que un dementor lo atacó… pobre hombre. Aunque él ya no habla más del tema y me dice que soy amigable, lo cual me hace sonreír un poco.

Aquella vez le dije que muchas personas son malas, o alguna cosa así recuerdo, y no lo decía porque sí. He tenido mala suerte en mi vida, supongo, y soy muy tranquilo, pero no me gusta que la gente se aproveche de mí o juegue conmigo o mis sentimientos a propósito. Es de las peores cosas que le puedes hacer a alguien —le explico, perdiendo la sonrisa según hablo, y luego lo miro con interés. “No estoy hecho para eso” dice y a mí me hace pensar en el día que lo conocí, cuando dijo algo sobre besarme. Creo que me acabo de sonrojar…—. ¿Eh? Oh, sí. Pensé que había venido a invitarme a un café o algo así y no sólo a asustarme con su aspecto rejuvenecido —bromeo—. Pero supongo que mejor otro día, de todos modos estoy muy cansado. Me ha alegrado verlo después de tantos años y… siento no haberlo reconocido el otro día, estaba muy cansado y centrado en los pacientes que trajo y en los que estaba atendiendo al mismo tiempo.

Podría decirse que esa es mi despedida. Le dedico una última sonrisa y continúo mi camino hacia mi casa, ahora con esta ricura entre mis brazos. Tendré que hacer algunos trámites, pero si nadie es su dueño definitivamente me lo quedaré.
Anonymous
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