Estaba acostumbrándome a visitar la mansión Niniadis, a lo que no me estaba acostumbrando era a hacer la tarea de a dos y que Hero quisiera comparar las respuestas todo el tiempo, me hacía sentir mal, como si una bludgers golpeara contra el pecho.

Me sorbí un poco los mocos de la alergia repentina y le dije a Hero que necesitaba ir al baño. No era cierto, pero no creo que se diera mucha cuenta porque estaba bastante concentrada con resolver los problemas de alquimia. Como tampoco quería quedarme en el pasillo para que algún esclavo dijera nada, empece a deambular hasta terminar en un cuarto que no conocía, pero olía rico.

Allí había una chica rubia y con uniforme blanco, supongo que esclava porque creo que estaba cocinando, pero no podía estar seguro porque realmente nunca había entrado en la cocina de mi casa, yo solo sabía que la comida aparecía en la mesa gracias a algun esclavo, a veces creía que si hacian magia. Pero sabía que aquello donde revolvía era una olla, así que supongo que eso es cocinar, se ve fácil.

- Hola - le dije - ¿Qué haces?

La luz artificial emitía un murmullo suave, como el de los insectos durante las largas noches de verano en la granja y, mientras Celestine atendía el procedimiento mecánico de aquella salsa, dejaba que su mente vagara por recuerdos lejanos en tiempo y espacio. El aroma del romero impregnaba la habitación pero ella sabía que el chocolate sería el verdadero emperador de su cocina.

Por esa vez no tarareaba, demasiado ensimismada y distraída en sus memorias, se dedicó a rallar el chocolate mientras esperaba que la salsa se tomara su tiempo en espesar a un fuego suave.

El sonido de una voz desubicada la descolocó en su propio lugar de trabajo, haciendo que un fugaz escalofrío atacara su cuerpo. Afortunadamente recordó de inmediato la presencia del joven invitado y tuvo a bien no alzar la vista hacia él. Pero, como le había dirigido una pregunta consideró razonable dar una respuesta.

Tragó saliva para aclarar su garganta y desterró de su mente todo indicio de recuerdos.

—Buenas noches, joven Singleton —saludó en ese tono suave y átono con que siempre hablaba a los magos—. En este momento preparo la salsa de chocolate para la receta de costillas caramelizadas.

¿Tendría acaso interés en la cocina? Desde luego Celestine no iba a hacerle esa o ninguna otra pregunta, no solo porque se suponía que no debía hacerlo sino porque la existencia de aquel individuo no le había despertado ningún tipo de interés y, a menos que cambiara de amo —y esperaba que eso no ocurriera—, así continuaría siendo.

- Oh, ¿Cómo sabes mi nombre? - le dije apenado mientras trataba de recordar si Hero ya me la había presentado, mis padres me habían educado mejor.

O sea, era una esclava y no era mi obligación saber sus nombre ya que todos se parecían, pero mamá me dijo que los esclavos trabajan mejor cuando les tratas bien, además estaba haciendo algun tipo de magia ¿Qué tal si se ofendía? ¿ahora haría mal la comida y le causaría indigestión a Hero y terminaría en el baño arruinando su imagen?

- Perdón no se tu nombre, pero por favor no hagas mal tu trabajo y termines causando una desgracia. ¡Ya se! Probare lo que hagas antes de que se lo entregues a Hero