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  • The Mighty Fall
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    OTOÑO de 247421 de Septiembre — 20 de Diciembre


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    Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

    Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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    Riley Kavalier
    28 de Marzo
    13:00 hs

    Las visitas de Lara siempre me ponen nervioso, pero no en el mal sentido. Me dan un motivo para acomodar un poco la casa, pensar qué intentar preparar para el almuerzo y sobre todo sonreír. Durante nuestro período en el Royal me he acostumbrado mucho a su presencia y ahora duele no poder recurrir a ella a toda hora todos los días. De todas formas es bueno seguir nuestro trabajo juntos y vaya que tengo cosas para enseñarle y que ella realice su maravillosa magia para convertir en realidad mis ideas.

    Cuando termino de quitar la basura de la sala, decido darme un baño ya que con tanto esfuerzo necesito uno. Al salir, tomo unos pantalones oscuros, una camiseta y un cardigan gris para combatir el frío que siempre tengo. Con todo listo, me siento a esperar con el periódico entre mis manos para ponerme al día con las noticias, aunque no comprendo demasiado ya que siento que me falta el contexto... Creo que para entender hay que estar pendiente durante cierta cantidad de tiempo y no simplemente querer ponerse al día con una leída.

    - Esto, esto es bueno-  murmuro al llegar a la sección de tiras cómicas. Son aventuras aisladas y simpáticas, con dibujos divertidos haciendo cosas estúpidas... Nada de drama, nada de terroristas e información unidireccional, solo diversión ¿Ya el mundo no es lo suficientemente estresante como para además añadir esas cosas al periódico? Aunque quizás ese es el propósito después de todo.

    -¡Scott! - exclamo al escuchar el sonido de la puerta y voy a recibirla. Abro la entrada y aguardo en silencio observando todo su rostro, intentando encontrar señales de algún cambio desde la última vez que nos vimos, pero por suerte no encuentro nada, ni siquiera un arruga de más.
    Riley Kavalier
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    Si uso guantes al trabajar, ¿alguien me puede explicar porque tengo tanta suciedad y grasa acumulada debajo de las uñas? Pierdo tanto tiempo en el lavado que para cuando mudo de ropa y cuelgo un morral gastado de un hombro con todo lo indispensable, compruebo en el reloj de mi muñeca que voy retrasada si es que quiero llegar a casa de Riley a una hora justa para el almuerzo. Los transportes mágicos son rápidos, así que estoy frente a su puerta más temprano que tarde, golpeando como una casera furiosa que viene a cobrar la renta atrasada. El entusiasmo en chocar los nudillos contra la madera es para que sepa que soy yo, es aviso y advertencia de que cuando ponga un pie dentro, arrasaré con su impoluto departamento.

    En tres pasos cruzo el umbral y paso de él, invadiendo su lugar. Sé que soy bienvenida pero no quiero que mis visitas las reciba con pura cortesía. Con Riley si una respeta sus distancias, nunca se llega demasiado lejos con él. —Tenía pensado traer el postre— digo— Y estaba tan quemado que me dio pena obligarte a comerlo—. Una sonrisa ancha le llenaba la cara al hablar sobre sus fracasos culinarios. De toda la vida había sido clara con sus defectos para que las personas supieran a qué atenerse, y que si se sorprendían de algo, fueran de sus virtudes. Ella así como su mejor amigo, también tenía mecanismos para que mantener a la gente a raya.

    ¡Vamos, Riley!¡ Que elegante estás! Me hubieras avisado y me ponía un vestido — le tomó el pelo, revisando de pies a cabeza su atuendo de casa, y el propio, que eran unos vaqueros gastados con una camiseta oscura. Sus botas cargaban con un poco de tierra. Nunca serían populares en el distrito 8. Dio una vuelta por la sala hasta caer en un sillón y su mirada cayó sobre un diario abierto en la sección de tiras cómicas. Rápidamente retiró la mirada, porque evitar las noticias servía para evadir la realidad. —¿En qué te ayudo? — preguntó, estirándose en el sillón de tal manera que haría falta cinco hipogrifos para levantarla.
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    Riley Kavalier
    Como un tornado, mi amiga ingresa a mi nada humilde morada como si fuera suya, lo cuál me encanta. Me recuerda a las viejas épocas y le trae algo de alegría a la casa - He comido cosas peores - respondo con la cabeza entre los hombros mirando al suelo con una sonrisa. No soy un master chef así que mis platos no son lo mejor del mundo - Comeremos sandwiches de jamón y queso, esos no fallan - agrego luego pues tras pensar por varios minutos qué preparar, llegué a la conclusión de que lo más sencillo era lo mejor para no decepcionarnos luego.

    Su cumplido hace que me sonroje y pienso en ir a cambiarme inmediatamente. Aunque en realidad no estoy para nada elegante, tengo un esmoquin que podría calificar como tal y jamás lo usaría en casa. Quizás una camiseta lisa sería más apropiada y en lugar de estos pantalones... Creo que no tengo nada menos costoso - No hace falta un vestido, siempre estás muy bella - respondo y voy hacia la cocina, que no está separada de la sala, para comenzar a preparar nuestro almuerzo.

    - Me gustaría que fabriques un prototipo de escoba con camuflaje automático... Tengo los planos terminados pero no se me ocurre una forma para que la forma percibida a los ojos vaya acorde con el contexto en el que se deja la escoba original - explico con el ceño fruncido sin estar seguro de haberme dado a entender. Aunque ahora que lo pienso, quizás se refería a si podía ayudarme con la comida... - O puedes traerme la mayonesa, a eso te referías ¿Cierto? - pregunto confundido con una mueca.
    Riley Kavalier
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    Mi boca se dobla en una mueca graciosa al oír cuál sería el plato estelar del menú de ese día. —Lo importante es que nunca nos moriremos de hambre si estamos los dos juntos— bromeo. Era increíble como dos profesionales abocados a las áreas de la ciencia y de la mecánica, pudieran fracasar en una tarea práctica de supervivencia humana como lo era cocinar. Mi madre opina que terminaré por desarrollar la particularidad de comer metal y así subsistiré los largos días en los que me paso encerrada en su taller. Riley come hongos, él la tiene más fácil.

    Busco mentalmente una respuesta al comentario de mi amigo. Echo hacia atrás mi corto cabello oscuro y ensayo una pose presumida, tomármelo a broma es la salida más rápida. —Gracias, me han llamado otra vez para participar de Miss Capitolio pero les dije que tenía mucho trabajo— digo. No es una mentira, en mi vida no tengo más preocupación que mi trabajo. Se que soy atractiva porque me ha venido bien en un par de ocasiones, pero no me esmero más de la cuenta porque no es mi prioridad verme bien para agradar a alguien. Y con Riley hemos pasado hace años esa frontera entre amigos de cuidar las apariencias, puedo ser yo misma a cara lavada.

    Los dos somos extraños a nuestra manera, hablando de inventos y olvidando la comida. —Entiendo lo que quieres lograr…— contesto, frotándome la barbilla porque recuerdo haber bosquejado algo similar. —Sé que tengo unas notas sobre cómo conseguir el camuflaje, aunque pensaba ocuparlo en algo distinto—. Fijo la mirada en el techo al decir:— Mamá suele decir que si la escoba está a la vista, tus visitas se irán pronto. Si está oculta, se quedarán por mucho tiempo. ¿Estás seguro que que quieres esconder tu escoba?— extiendo mi sonrisa. —Ve, trae esos planos. La comida puede esperar.
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    Riley Kavalier
    Hay una infinidad de formas de morir, pero dudo que la inanición esté en nuestra lista. Mientras tenga agua, pan y mis hongos ricos en proteínas estaré bien... Por supuesto que ese estilo de dieta puede llevarme a hacer cosas indebidas por sus efectos, pero técnicamente no estaría muriendo de hambre, sino asesinado por cometer algún crimen o por lanzarme de la azotea. Es muy diferente. Por eso intento no salir de mi habitación especial cada vez que los consumo. Me he escapado en algunas ocasiones en el pasado, pero no hice más que avergonzarme a mí mismo, nada grave.

    - Creo que un requisito para ser miss Capitolio es no tener trabajo - respondo con media sonrisa - ¿Recuerdas a Rachel Booth de la escuela? Creo que ella se dedica a esas cosas. Mamá y papá volvieron a insistir para que salga con ella cuando los visité en el Capitolio - comento con una mueca. Esos dos me conocen hace 30 años, ya deberían saber a esta altura que yo no salgo con la gente, con nadie, ni mucho menos podría pensar en entablar una relación amorosa. No estoy hecho para eso.

    Cuando la conversación pasa de la comida al trabajo, siento como el peso sobre mis hombros desaparece. Me siento mucho más cómodo porque comprendo lo que decimos y estoy seguro de que con los planos sobre la mesa, las cosas quedarán incluso más claras - Yo no vuelo pero estaba pensando en que podrían ayudar a los aurores o podrían dejarse en la calle en caso de emergencia - se me ocurren distintas razones para querer ocultar una escoba a simple vista, pero creo que tener tales pensamientos puede causarme problemas.

    Salgo corriendo de la cocina directo a mi laboratorio personal y tomo los planos con una energía que solo tengo cuando consumo los hongos o estoy entusiasmado por algo. Vuelvo con mi amiga y despliego el papel sobre la mesa con los ojos abiertos como platos intentando que absolutamente todos los datos entren en mi campo visual.

    - Una saeta aparentando ser un cubo de basura, una nimbus pareciendo una montaña de hojas o... una cabina de policía azul - dejo salir con entusiasmo mirando sonriente a Lara - Pero ese es el asunto ¿Cómo lograrlo? Bien podría lucir como una balanza de oro en medio de la calle y eso llamaría la atención...
    Riley Kavalier
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    Bufo porque es patético que una mujer para postularse a un concurso de belleza, tenga que renunciar a su trabajo. Siento un poco de traición hacia mi propio sexo por juzgar tan duro, pensar que todas las chicas deberían ponerse a trabajar en mecánica y armar vehículos es el otro extremo incorrecto. Si hay algo que mamá me enseñó, es que las chicas deben permanecer unidas. No hace falta que haga un comentario, porque cada palabra que sale después de la boca de Riley acapara toda mi atención. Me rompo en carcajadas, riéndome tanto que me tengo que secar las lágrimas de los ojos.

    ¿Rachel Booth? ¿Es en serio, Riley? ¿Cuántos hongos están nadando en tu sangre en este momento?—. Me rio abiertamente de él. Porque, ¿en serio? No doy cabida a mi incredulidad. ¿Sus padres quieren que salga con una… Miss Capitolio? No conocían en absoluto a Riley. ¿Por qué alguien en su sano juicio creería que esa pareja podría funcionar?. —No quiero lastimarte, pero tus padres no saben nada de ti. Si ves a Rachel Booth por la calle… ¡huye! ¡huye lo más lejos que puedas!— aconsejo.

    Con mi consejo dado, puedo concentrarme en la idea que me plantea mi amigo. Tengo una manera muy práctica de ver las cosas, evalúo los prototipos de acuerdo a su funcionalidad. Bosquejo mis ideas en un anotador que llevo a todos lados conmigo, pero si alguna vez me siento falta de inspiración, la mente de Riley es fuente de agua dulce. El chico tiene pensamientos tan descabellados que pueden resultar en máquinas geniales, aunque nos equivoquemos un par de veces y hagamos explotar algunas cosas en el proceso. Debe ser cosa de los hongos.

    Me tenso un poco al escuchar que su prototipo está inspirado en el trabajo de los aurores. Porque inmediatamente pienso que esto también podría servir a los rebeldes. En los departamentos que nos competen a Riley y a mí, muchas de las cosas que tratamos pueden ser de utilidad para un bando y el otro. Las precauciones para que no se filtre información, para evitar el contrabando, están presentes. Si lo sabré yo… ¿acaso no tuve problemas con eso alguna vez? Desvió mi mirada por un momento de los planos que me muestra Riley, escuchándolo a medias. Diseñar cosas con mi amigo es divertido, y requiere de un pequeño esfuerzo callar mis pensamientos anteriores, para al final mostrar una sonrisa y contagiarme de su entusiasmo.

    Cosas más difíciles se han logrado con la magia…— respondo. —El encantamiento que se use sería un complemento del diseño mismo de la escoba, para que al cambiar no se pierdan sus atributos. Y tienes que tener en cuenta que el camuflaje no sería total, siempre quedaría un distintivo de la escoba a la vista— pienso en voz alta, haciendo trazos en mi mente. Me pongo de pie con la vista todavía puesta en los planos y sin mirar el camino, avanzo hacia la cocina. —¿Tienes algo para tomar, verdad? Necesito algo para reactivar mi mente, y no, gracias, no quiero tus hongos. Digo no a los hongos.
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    Riley Kavalier
    Estoy casi seguro de que su pregunta es retórica, pero de todas formas levanto las manos en forma inocente y aclaro que estoy sobrio. Tengo dos buenos proyectos entre manos y estoy con Lara así que no tengo motivos para beber sopa de psilocibina. Son la clase de situaciones que me dejan tranquilo pues es señal de que no soy un adicto incontrolable, simplemente los consumo para dejar de ser tan Riley por un momento, expandir mi mente más allá de mi cráneo, reír, llorar, incluso abrazar que si bien no es una costumbre extraña o descabellada, me cuesta hacerlo normalmente.

    - Oh... No hace falta correr de las personas, ellas corren de mí - respondo desviando la vista. Tan solo hace falta recordar cómo era la escuela, no por nada tenía una única amiga y casualmente es la misma única que sigo teniendo. Pero ella es la mejor del mundo y lo comprueba al comenzar a anotar y hacer comentarios sobre mi idea. Es muy cierto lo que dice, sin embargo hago una mueca cuando escucho que no toda la escoba quedará camuflada.

    Me gusta que los trabajos sean perfectos, aunque eso lleve mucho trabajo. Además, el trabajo de otras personas dependerá de este invento y no quiero que adjudiquen sus errores a un fallo en el diseño - ¿Crees que podamos camuflarla entera? - pregunto con el ceño fruncido y una mano rascando mi mentón - Hay latas de soda, lo siento, nada sin azúcar - respondo a lo siguiente sin prestar demasiada atención.

    - ¿Existen espías? Esto sería un excelente material para ellos - pregunto de forma inocente. Sé que existen bandos en el mundo así que no me sorprendería ver a tipos ocultos en las sombras espiando nuestros movimientos. He leído en algunas revistas antiquísimas sobre personas que hacían los artilugios de los super héroes... Sería fantástico ser como ellos pese a que no estoy seguro de que eso haya sido parte de la historia o solo vieja ficción muggle.
    Riley Kavalier
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    Hay una razón por la que soy amiga de Riley y es porque en los momentos que dice cosas como que la gente corre de él, extiendo todo lo que puedo mis brazos para alcanzarlo y abrazarlo fuertemente, rodeando sus hombros para sujetarme a su espalda. —Menos tu amiga, la señorita horklump. Seré la seta venenosa y tentacular que nunca te soltará— prometo. Quiero con toda sinceridad a mi mejor amigo, como se supone que no debería querer a nadie, menos aún a alguien que se crió en un ambiente tan diferente al mío. Riley tiene todo para ser el tipo de persona que desprecio, un pro-magos elitista. Pero… no es así. Es una gran persona. —Tu hongo favorito— bromeo.

    Me gustaría que los padres de Riley también pudieran verlo como yo lo veo, nunca se ajustará al molde que ellos diseñaron. Está por fuera de ese molde, lo supera. Lo suelto para que pueda seguir hablando y explicándome su más reciente idea, esa que lo tiene usando la mesa para tender sus planos, en vez de ser utilizada para nuestro almuerzo como habíamos organizado en un principio. Está metido en su mente, otra vez. Trabaja tan a prisa procesando sus pensamientos, que una persona fuera de ritmo, puede no seguirlo. Yo tengo práctica en esto, aunque estaré a años luz de ir tan rápido con mis ideas como él. Por lo general, las mías tardan más en madurar y que sea impulsiva me lleva a fracasos constantes antes de alcanzar un éxito.

    Me sirvo de la soda y me demoro en beberla mientras pienso la manera de lograr aquello que me pide Riley. Golpeo la lata suavemente contra mis labios, meditando. Todavía estoy buscando una respuesta cuando mi amigo menciona a los espías y la lata casi resbala de mi mano. La tensión vuelve a embargar todo mi cuerpo, siento como mi columna vertebral se pone rígida. —No sabía que estabas interesado en empezar a hacer aportes a nuestras fuerzas— controlo el tono sarcástico de mi voz, porque Riley me conoce y puede detectarlo. Él no sabe que hice mis propios aportes, a ambos bandos, en momentos diferentes de mi vida y por razones equivocadas. Pero no puedo apaciguar la molestia creciente de que esta iniciativa surja de mi amigo, porque no puedo aceptar que esté tomando una postura y sea a favor del ministerio… Él no.
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    Riley Kavalier
    Desde pequeño los abrazos me han molestado, aún los de mi madre ya que me hacía sentir que solo me los daba por compromiso y no solo porque lo deseara. He leído historias en las que hay épicas reuniones en las que no hacen falta palabras pues el contacto entre las dos personas bastan para expresar todo, pero jamás me ha tocado vivirlo de esa manera. Sin embargo, desde nuestros tiempos en el Royal, los abrazos de Lara estando sobrio han sido especiales, como si fuera abrazado por un malvavisco gigante y calentito... La soledad simplemente desaparece - Los horklumps tiene espinas - corrijo con una sonrisa honesta - Pero eres mi malvavisco - agrego imaginándola con un atuendo gigante y esponjoso. Sin duda esa imagen estará presente en alucinaciones futuras.

    Continúo explicando sobre el trabajo mientras nuevas ideas bailan en mi cabeza. Es divertido pues aún cuando estoy pensando en algo, sé que hay otra cosa cocinándose por allí aún sin hacer ruido. Probablemente la revelación llegue por la noche en sueños o cuando mi mente se quede en blanco mientras me ducho. Me entusiasma saber que aún cuando terminemos con esta idea hoy, habrá algo más para mañana y escasearán las razones para caer en los efectos de mis amigos.

    Pero creo que meto la pata al preguntar sobre los espías ya que la dinámica de la conversación cambia drásticamente. El comentario de Lara me confunde pues no sé a qué se refiere en realidad... Todo el tiempo estoy haciendo aportes al Capitolio, para ellos trabajamos ¿Cierto? Y no quiero ni pensar si se refiere a algo más ya que eso haría explotar mi cabeza... La cosa es simple, hago mi trabajo, el Capitolio aplaude y luego puede hacer con mi tecnología lo que le venga la gana.

    - Hablaba hipotéticamente - respondo sintiendo como el rubor sube a mis mejillas, fui un estúpido por pensarlo - Una vez leí en una historieta vieja, una reliquia, cómo había un grupo de espías que viajaban por el mundo salvando a la humanidad de amenazas que no debían conocer - confieso metiendo la cabeza entre los hombros, lamentablemente no tengo un caparazón como me gustaría - Pensé en esos espías no en la posibilidad de unos más acordes a nuestra realidad - debe haberlos, lo sé. Pero ayudarlos significaría meterme en problemas de los cuales no podría salir.
    Riley Kavalier
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    Le doy un golpe en el hombro, lo hago con fuerza porque se trata de Riley. —Me matas el romanticismo, Kavalier— digo. Entonces me río con profundas carcajadas una vez más, todo mi cuerpo se sacude porque puedo mostrarme así de libre y serena con mi mejor amigo, relajada como pocas veces en la vida que tensión que sufro. —Quería seguir con el cuento de los hongos y ahora soy un malvavisco— todavía me tiembla la voz por la risa. Suelto sus hombros para que pueda escapar de mi afecto. Nunca se sintió raro cuando se trataba de él, creo que porque somos diametralmente opuestos en cuanto a expresión de las emociones. Riley nunca avanza sobre mis límites, eso me da la libertad de burlarme todo el tiempo de los suyos, y no me gustaría que eso cambie.

    Todo ello me pone alerta cuando tocamos el tema de los espías, que asumo con rapidez que deben ser agentes ministeriales. Si él eligiera este momento para poner en jaque mi reacción, cuestionando mi tono, creo que nuestros roles estarían en riesgo. Riley es quien se cohíbe, siempre lo hace. Siento como si acabara de asustar a un niño pequeño, al mismo que trato de proteger todo el tiempo. Se por sus conversaciones como es su familia, hice mis propias suposiciones cuando lo fui conociendo, reconozco que me caen un poco mal sus padres por no darle un cariño apabullante, que es lo que creo que se merece. Desde que lo vi por primera vez, siendo un púber tan serio, exageré mi buen ánimo para estar dando vueltas a su alrededor e invadir repetidas veces su espacio. Quería ser quien lo envolviera en un abrazo cuando estuviera tan encerrado en su mente como para notar que había vida afuera.

    Cuando lo que hay fuera podría lastimarlo: yo. Se curvan las comisuras de mi boca en una sonrisa ensombrecida. —No creo que existan de esos espías— digo con voz hueca. —Suenan a un par de héroes más que a unos espías— continuó. Me siento culpable por algo que no logro precisar del todo, el sentimiento es confuso para mí, y regreso a mi lugar al lado de Riley en el sillón para cruzar un brazo sobre sus hombros. Una chispa de alegría se enciende en mi sonrisa. —¿Te diste cuenta que se parecen a nosotros? Se que no viajamos por el mundo—… porque es un mundo de mierda, con un gobierno tirano de mierda. —Pero inventamos cosas que ayudan a las personas de problemas que a veces ni siquiera ellos saben que tienen — contengo una carcajada, y el humor reaparece, en tanto sigo sintiendo una punzada en el pecho.
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    Yo tampoco creo que esos espías existan ahora, pero de hacerlo me encantaría ser parte de ellos. Quizás con un laboratorio móvil, consiguiendo inspiración de todas partes del mundo, viajando pero siempre manteniéndonos en las sombras, sin la necesidad de entablar conversación con los demás... Suena maravilloso y por eso sé que es imposible pues últimamente hay pocas cosas maravillosas en el mundo - Oh no, esos sí eran espías - refuto muy seguro de lo que leí - En realidad no creo en los héroes. Los magos podemos hacer casi cualquier cosa con nuestras varitas y artefactos y somos la mayoría de la población ¿No? Todos podríamos ser de esa clase de héroes - comento pensativo. Al menos la mayor parte de la población libre somos magos.

    Sonrío ante la idea de que somos parecidos a ellos, al menos eso me deja un paso más cerca de mi fantasía. Dudo que mis inventos vayan a salvar al mundo de una amenaza inminente algún día, pero sí hacen las vidas de las personas un poco más fáciles y, en ocasiones, entretenidas - Mi único miedo es que hagamos las cosas tan fáciles que al final del día ya no quede nada para hacer - no sé como reaccionarían otras personas, pero yo no podría vivir en un mundo en el que me sobren horas del día ¡Sería extremadamente aburrido!

    Sin decir una sola palabra más, voy al refrigerador y traigo a la mesa lo que van a ser nuestros sandwiches pues ya me dio hambre. Pongo los platos sobre los planos y comienzo a prepararos, quizás cubriendo algunos sitios de la idea original, lleguen nuevas ideas - Intento pensar pero no se me ocurre ningún problema personal que la tecnología pueda solucionar - no digo que mi vida esté libre de problemas, pero sin duda he estado peor en otras ocasiones - ¿Tú sientes que te falta algo?
    Riley Kavalier
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    Ni mi amigo ni yo somos héroes, eso debe ser lo que nos mantiene juntos desde hace años. Puedo reírme de esto para poder sentirme cómoda en su compañía, él no espera que yo haga ningún acto heroico al final del día, nadie me lo pide en realidad. Suelo ser yo, con mi propia conciencia, la que entro en conflicto. Una sonrisa comienza a extenderse por mi boca, que retrocede a una mueca vacía al escuchar lo que dice sobre los magos, sobre la mayoría que representamos. No somos mayoría. Una parte muy grande de la población está invisibilizada porque no circulan libremente por las calles, porque no tienen puestos de trabajo como nosotros, sino que viven como esclavos y le exigimos que se mantengan al margen, que caminen sin que se escuchen sus pasos, que limpien nuestras cosas cuando miramos para otro lado, que respiren pero que no queremos oír ese sonido.

    No voy a descargarme en Riley. Tomo un trago de mi bebida que disimule mi silencio, apoyo los codos en mis rodillas y giro la lata en mis dedos. —Siempre que seamos libres, podremos ser lo que queramos ser— digo, como si estuviera siguiendo su carril de pensamientos, aquel que cree que podemos ser de este tipo de héroes, cuando yo estoy pensando en la libertad de los magos, el derecho más valioso que el ministerio protege por nosotros a costa del sometimiento de los humanos.

    Sí puedo reírme de lo que dice después, retorno a mis ideas de mecánica y a los proyectos que diseñábamos juntos desde que estábamos en el Royal. —Eso no va a pasar— quiero creer que no será así. Un mundo aburrido donde todo esté hecho y nada puede mejorar es la opción apocalíptica más terrible para un par de científicos y mecánicos. —Tendemos a un equilibrio ideal, de bienestar absoluto, pero este estado es insostenible. En el caos tendemos al equilibrio, pero en el equilibrio tendemos al caos—. Él lo sabe mejor que yo, porque las leyes del universo son su pan de cada día. — Y esa idea de que el progreso es infinito… veo las cosas que se hacen todos los días en los talleres del distrito 6. No es lo que se hace, sino para qué se hace…—. Una misma varita en la mano de dos magos distintos, se usa para cosas diferentes.

    La comida atrae mi mirada cuando está sobre la mesa y mi bebida está a punto de acabar. Tomo uno de los sándwich para pinchar el pan con mis uñas, jugando con las migas que van cayendo sobre la tela del sillón, en un desorden a mi alrededor. Pretendo juntarlas mientras pienso en su pregunta. —Hay muchas cosas que la tecnología todavía no puede solucionar, a menos que hagan experimentos con nosotros y seamos magos robóticos. Sería muy genial, ¿no?—. Sé que estoy siendo ambigua. —Me refiero a que podemos tener conflictos, emociones. Sería más sencillo y seríamos más fuertes, si hubiera encantamiento interruptores que apagaran eso o respuestas que alguien diseñó en nuestro sistema operativo para que dar solución. Yo todavía encuentro problemas que no puedo resolver, supongo que porque hay personas que tenemos más tendencia que otras a provocarlos— al decir esto me río. La razón por la que nos llevamos bien también se debe a lo opuestos que somos, y si yo no fuera un problema en mi misma, si no fuera tan emocional, habría desistido hace mucho de ser su amiga. Pero aquí estoy, tratando de que entienda mis sentimientos.
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    Riley Kavalier
    El comentario de Riley apunta a lo que cruzó por mi mente justo luego de abrir la boca. Desvío la vista un poco avergonzado e intento no darle demasiadas vueltas al asunto. Sí, hay un montón de humanos esclavizados por ahí, sí, antes del nuevo régimen los magos teníamos que vivir escondidos ¿Hay una opción mejor que la otra? Puede que yo no haya sufrido antes, pero no me consta que otros magos no lo hayan hecho. En fin... Sacudo la cabeza para no pensar en eso pues por algo no leo el periódico, no quiero saber.

    Sonrío al pensar en el mundo como una enorme balanza en la que todos vamos corriendo en distintas direcciones, incapaces de mantener ambos lados a la misma altura. Es una imagen divertida, aunque muy lejos de algo ideal. Ahí estamos nosotros, en el medio de la balanza lanzando inventos hacia ambos lados para que nadie se caiga de las plataformas. Por supuesto que se nos escapan algunos, pero no tantos como si dejáramos todo a merced de la corriente.

    - ¿Cómo sabemos que lo que hacemos es para la causa correcta? ¿Y si un día de éstos invento algo que voltea la balanza por completo? - pregunto genuina mente preocupado, las escobas para los aurores y cualquier otra cosa que invente de aquí en adelante. Estoy seguro que de pensar a quiénes afectaría, dejaría de inventar cosas y así no funcionamos los científicos... al menos yo.

    Inclino la cabeza hacia un costado y dejo el sandwich a un lado pues eso sí que me ha dado que pensar. Eso es justo lo que yo hago, oprimir un botón para no pensar, si no pienso no hay emociones y si eso no funciona, siempre puedo recurrir a los hongos - Creo que soy un robot - confieso con el ceño fruncido. Mi relación sentimental más cercana ha sido con mis padres y no dejo que eso me afecte, luego está Lara pero dudo que alguna vez me haya generado un conflicto - Cuando tengo un problema dejo que la ciencia piense por mí, como un puente sobre las emociones y conflictos internos - explico. Creo que ella ha reflexionado y llegado a una broma, yo he quedado bastante confundido - ¿Es malo?
    Riley Kavalier
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    No hay manera de saberlo todavía— contesto después de pensarlo mucho, muchísimo. Será lo correcto si quienes lo usan salen victoriosos, porque la historia siempre lo escriben los ganadores, es lo que aprendí de mi padre y en los quince años del gobierno de los Niniadis. —Y tal vez que se incline la balanza no sea del todo malo—. Tengo que tener cuidado con esto que digo, que no suene a que estoy sincerándome, a que estoy siendo una influencia indirecta sobre Riley porque tengo mucho miedo de chocarme de lleno con los valores que le inculcaron desde la cuna, porque cuando una persona nace y crece rodeado de todo lo bueno de ser mago, ¿cómo trato de convencerlo que lo diferente es lo que está bien? Y ese es el miedo que siempre me ataja con Riley, perderlo. Si nuestras creencias opuestas están tan enraizadas, al enfrentarlas inevitablemente nos separemos y no quiero eso.

    Meneo mi cabeza de un lado al otro, negando que sea un robot. Me acomodo a su lado y apoyo mi cabeza en su hombro. —Racionalizas los sentimientos, eso es lo que haces— le explico como si fuera una maestra de primer curso en el Royal. No puedo perder a Riley, porque me da miedo que así como sus padres, otras personas no puedan entenderlo y tratarlo como el genio que es. Me siento protectora con él, lo adopté cuando éramos mucho más jóvenes, porque yo tenía suficientes sentimientos para los dos y podía prestarles algunos, hasta que aprendiera a sentirlos. De paso yo aprendería a calmar mi temperamento, porque cuando tenía trece y catorce años era tan agresiva y autodestructiva, con una madre que estaba convencida de que lo que no me mataba me hacía más fuerte, así que no intervenía si era víctima de mis propios desastres.

    Si te ha funcionado hasta ahora no es malo, creo—. Estoy siendo complaciente, me duele decir un comentario que pueda interpretar como que algo está mal en él, lo que va totalmente en contra de la franqueza con la que me maneja. Al parecer la gente que aprecio me inspira a decir mentiras bonitas para hacerlos sentir mejor, cuando no me están pidiendo eso, sino pura honestidad. Tengo mi garganta áspera de buenas intenciones. —Si dejas que tu mente siempre tome las decisiones y no tus emociones, las personas pueden ser crueles y decirte que eres insensible. Cuando las personas están enojadas, porque creen que no te han afectado, buscan la manera de dañarte para provocarte una reacción. O como creen que puedes sobreponerte a todo, se abusan de ti. Ten cuidado con eso — levanto mi mirada hacia él para que vea que estoy hablando en serio. —Si algo te enoja o te lastima, tienes que decirlo y demostrarlo. No quiero que la gente se aproveche de ti, ¿ok? —. Ya no estamos en el colegio para que yo pueda cruzar el patio por la mitad y clavar mi varita en el estómago de Gardner por decirle a mi amigo que era un super freak. —Y esos son mis consejos de esta noche como tu gurú del corazón —. Me incorporo para quedar otra vez en posición de comer mi cena.
    Anonymous
    Riley Kavalier
    Es extraño pensar al respecto y de seguro no podré dormir ésta noche con tantos dilemas dando vuelta en mi cabeza. Lara dice que inclinar la balanza hacia un lado no puede ser tan malo, pero ya han pasado cosas malas antes ¿Quién sabe si no fue por un arma maestra que otorgó un científico que se creía indefenso como yo? Pero supongo que no está mal confiar en el ministerio, trabajo para ellos así que de cierta forma estoy inclinando la balanza a su favor... Debo estar del lado de aquellos que me dejan hacer ciencia y las cosas funcionan bien - Lo pensaré - respondo con una mueca incómoda.

    Todo depende del punto de vista, mis padres creen que mi estrategia no funciona y yo estoy empezando a cuestionarlo ¿Soy feliz? La realidad es que no, pero tampoco soy infeliz. Me despierto todas las mañanas con la posibilidad de hacer el trabajo de mis sueños pero sé que hay más que eso y supongo que con el tiempo lo iré descubriendo así como descubrí mi amor por la ciencia en su momento - Ya no me lastima lo que dice la gente porque sé que puedo construir un arma láser que podría desintegrarlos - es posible pero jamás lo he intentado - Pero no quiero hacerlo - me apresuro a agregar.

    Confío en el consejo de Lara pues ella siempre me ha cuidado. Cuando me sentía completamente solo en un mundo que no lograba comprender, ella llegó para explicarme todo de manera divertida, y lo sigue haciendo. Temo que eso de decir lo que me molesta pueda costarme el empleo algún día pero supongo que es cuestión de encontrar los momentos apropiados. Pero me hará fuerte y si hay algo en lo que mi padre tiene razón es que hay que ser fuerte para sobrevivir en este mundo porque sino te pasan por encima.

    Mi rostro sigue con la misma expresión con el ceño fruncido mientras como mi sandwich y luego lo bajo con un trago de bebida. En realidad no estoy sintiendo el sabor, solo espero que esté a las expectativas de Lara porque sino no vendrá más a comer a mi casa - Tengo helado también... Eso congelará mis pensamientos por un rato - digo en voz alta aunque no estoy seguro de que si es para ella o para mí. Sin esperar respuesta voy a la cocina una vez más y traigo el pote para compartirlo.
    Riley Kavalier
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