Se suponía que hoy había una reunión, pero tan solo el 10% de los que fuimos citados, asistió. A mi me llegan las noticias por rumores, pero conozco de gente a la que le llegan por otras vías quizá algo más peligrosas. Las cabezas cubiertas por capuchas en el inmenso espacio de la central eléctrica destacan especialmente esa noche, al menos antes de que decidan dar media vuelta y volver por donde ha venido. ¿Qué había pasado exactamente? ¿cambiaron de opinión?

La presencia de aurores por la zona debe haber puesto tensa a la mayoría de las personas, es una pena, de todas formas ¿Qué iban a hacerles? ¿acusarlas de estar demasiado juntas en un lugar en concreto? solo teníamos que mirar ese asqueroso distrito para saber que no era como que tuviéramos muchos sitios para elegir.

Acabo distinguiendo los rostros de Amber y Amarïe. La segunda la reconozco porque es de esas personas en las que te fijas sin querer, cuando simplemente barres la vista alrededor y tus ojos se centran en una persona al azar (aunque ya no me parece tan azar) y la primera porque siempre suele ser de las que convocan esas cosas. No conozco a ninguna lo bastante como para acercarme, pero al final lo hago. No hay más caras familiares alrededor. — Demasiada vigilancia, ¿no? al menos para que seamos la escoria de la que nadie quiere hablar — Levanto mi mano a modo de saludo antes de empezar a hablar. — Aunque con las noticias que se inventan sobre nosotros, quizá solo quieran aparentar. — Me encojo de hombros y saco una botella de ginebra de la mochila, sarandeándola delante de ellas. Se la había robado a un paleto rico que, por alguna razón, se le hizo divertido bajar al distrito 5 a grabar un video para su mierda de Vblog. — ¿vamos a esperar un rato o a dar por hecho que esto ha sido un fracaso? —

Alzó ambas cejas. —Sería una utopía eso— comentó a las palabras de Amber. Nunca se llevarían bien unos con otros, no después de la situación que se estaba viviendo en la actualidad, el sufrimiento al que se estaban viendo sometidos todos los humanos. Era una relación completamente irreparable por la que no merecía, siquiera, la pena lucha. Ella lo único que quería era no seguir siendo alguien que vivía entre ruinas y soportando a ladrones y borrachos cada pocos minutos. —¿Eres humana?— preguntó directamente a Joyce una vez que acabó de dar su explicación de porqué pensaba que no se podían llevar bien los unos con los otros. Toda la vida había existido una relación cordial, unos no usaban la magia pero vivían, los otros vivían simplemente.

Se encogió de hombros enseñando sus cartas con la de las demás y viendo como, prácticamente, todas tenían las mismas. Rodó los ojos volviendo a barajar y repartiendo una nueva partida. Dejando que su mirada se posaran en las cartas hasta que las inesperadas preguntas de Joyce la sacaron de su ensimismamiento. Tomó sus cartas, descartándose de algunas y tomando otras nuevas con la diestra. —Porque quiero recuperar mi vida— comentó con tranquilidad —, la verdad es que me da igual si en el poder están humanos o magos mientras me dejen vivir en paz— prosiguió, inclinándose hacia Amber para robarle la botella y guiñarle un ojo antes de beber de ésta. —Aunque no parece que se esté consiguiendo mucho—. Nada de nada, ni mucho ni poco, se quedaban mirando la vida pasar.

—¿Vosotras tenéis alguna razón concreta? ¿Familia? ¿Amigos?— cuestionó entonces ella con total despreocupación a la par que hablaba.

Opto por no responder a Amarïe con lo que dice de que sería una utopía porque aunque comprendo lo que quiere decir, desde luego que no lo comparto. Pasé toda mi adolescencia en el 14 y hasta hace cuatro años vivía ahí, donde sí que podemos convivir de esa manera. Está claro que no es lo mismo porque somos cuatro gatos si nos comparamos con la población de NeoPanem, pero poderse sí que se podría si todo el mundo pusiera un poco de su parte. — Sería cuestión de poner normas y de hacer una nueva Constitución. — Una con sentido y que no excluya a nadie, a diferencia de la que tenemos ahora. — Siempre habrá gente que la incumpla, independientemente de lo que ponga. — Igual que ahora nosotras la incumplimos planeando cosas que muy legales no son porque incumben cambios en el gobierno; unos cambios que desde luego a la pelirroja de la Ministra de Magia no le harían gracia. — Es lo que dice Joyce, malos hay en todas partes — le doy la razón a la más joven mientras miro a Amarïe para ver su tirada.

— Ambas cosas — le respondo cuando acaba de tirar sus cartas. No es una verdad, pero tampoco una mentira. Biológicamente los del 14 no son mi familia pero son las únicas personas que me quedan, además de mis amigos. No soy de entrar en detalles sobre ese tema por obvias razones, pero la respuesta sencilla a si me pregunta algo más es un "gente repudiada como yo", lo que vuelve a ser otra verdad a medias. — ¿Y tú? ¿Alguna razón más? Me refiero aparte de la que dices de que quieres recuperar tu vida. — No quiero acosarla a preguntas, pero no sé exactamente a qué tipo de vida se refiere. Si es una humana, prácticamente debe de haber vivido desde bien joven así, y si es una bruja... bueno, puedo imaginar que ha cometido algún delito. Ni siquiera se me pasa por la cabeza que pueda tratarse de una criatura mágica como yo.

Al final descarto yo mis cartas y hago una pequeña mueca al ver que, de nuevo, nadie ha perdido. — Parece que el juego nos quiere mantener decentes con nuestra ropa puesta — bromeo, alternando mi mirada de una a otra.

Suspiro mirando mis cartas, aunque el verdadero motivo de que suspire es lo de la utopía. Mis profesor de filosofía (no daba filosofía, pero hablaba como uno) siempre dijo que la utopía es el lugar que siempre te mantiene en marcha, un lugar donde nunca llegabas pero te movía hacia adelante. Siempre me pareció algo desesperanzador teniendo en cuenta que la utopía era lo que todos necesitábamos, un lugar a donde llegar, no un camino tortuoso y sin fin. — ¿yo? — Las miró a ambas y sacudió la cabeza para negar. — O si, supongo. Para ellos sí. Yo soy lo que ellos llaman una sangre muggle. — Desde que me enteré de eso siento como si no fuera nadie, como si estuviera en medio de ambos mundos, sin que ninguno de ellos me quisiera en el suyo.

Tal vez por eso me siento tan a gusto con esta gente; todos en el fondo somos marginados, poco para un bando, demasiado para otro. Suelto un suspiro cuando quedamos en una especie de empate otra vez, riendo por el comentario de amber. — Aquí solo yo me he quitado la ropa. Tendríamos que bajar la guardia — Bromeo, bebiendo otro sorbo de tequila mientras ellas hablan de los motivos por los que están aquí, que no difieren mucho de los míos. — También echo de menos mi vida pero no sé si me dejen volver a casa. — Me muero el labio. Jamás he mencionado el lugar donde venía, aunque cualquier persona con dos dedos de frente podría ver en los periódicos mi foto, generalmente haciendo el tonto detrás de Ethan. — Así que estoy luchando porque no quiero que nadie más pierda a su familia por algo tan absurdo y aleatorio como la sangre — Acabo aquella frase bajo, un poco avergonzada de admitirlo en voz alta; simplemente bajo la cabeza, me encojo de hombros y finjo que esas palabras no salieron de mi boca.

El momento serio pasa casi en seguida. — ¡Oh vamos! ¡Repartan bien esas cartas! ¿O es que no quieren verme en bolas? porque yo creía que les gustaban las chicas. — Bromeo. Si, el alcohol ya se me ha subido lo bastante como para bromear sobre un tema que hace dos segundo me avergonzaba.

Alzó ambas cejas. No le importaba la sangre de los demás mientras fueran leales y trigo limpio. Si se aliaban contra algo era bueno ir de cara, aunque aquello se pudiera torcer de acuerdo con los intereses y prioridades de cada uno; ella, por su parte, era su prioridad número uno y número dos, y ahí acababa la lista. Aquella revuelta solo era un medio para conseguir un fin que buscaba pero no podía conseguir sola. —Siendo sangre muggle aún tienes magia, son racistas hasta con esas cosas— le producía cierta gracia. Ella misma tenía algo de sangre mágica fluyendo por sus venas pero no era considerada bien por no ser aquella la única naturaleza que poseía.

Escuchó las palabras de ambas, encogiéndose de hombros con completa despreocupación. Una casa, una familia. Ella no quería volver por ninguna de las dos razones que la más joven había dado. Su familia, supuestamente, era su madre y su padre, no sabía si estaban vivos o muertos, y su supuesto hijo, del cual si que no tenía conocimiento alguno ni pretendía hacerlo; no era más que una aberración que no debería haber existido nunca. Le destrozó la vida, fue un error que se sumó a otro que lo precedió y consiguió que todo se derrumbara para ella. Arrugó los labios, pasando la mano pos éstos en señal pensativa, fijando su mirada en las cartas hasta que la alzó en dirección a Amber. —¿Tendría que tener alguna otra razón?— cuestionó recorriéndola lentamente con la mirada y luego dejando sus cartas sobre la mesa. Ninguna ganaba o perdía, lo interesante del juego se disipaba por segundos. —No encajo ni en magos ni en humanos, se podría decir que Joyce y yo nos parecemos en ese aspecto— agregó enfocando entonces su marrón mirar en la joven y guiñándole un ojo.

Sentimentalismos por todos lados. Tomó todas las cartas y las barajó de nuevo. —Si nadie se quita nada en esta mano jugaremos a la carta más alta. Al menos así seguro que alguien acaba perdiendo— ofreció completamente dispuesta a ser una de las que perdiera o ganara, total, en verdad no iba a perder absolutamente nada.

Escuchar las razones que ambas tienen me recuerda un poco a mí. En mi caso no es solo por mí, sino que si hago todas estas cosas es también por otras personas que me importan. Sin embargo, al igual que ellas, yo tampoco tengo un lugar donde encajar. Al menos no en NeoPanem. — Entonces tenemos más cosas en común de las que pensábamos — comento mientras alterno mi mirada entre una y otra. No especifico el qué porque cojo la botella de ginebra y doy un largo sorbo antes de continuar: — Yo tampoco encajo en ningún lugar, por mucha sangre mágica que pueda tener como Joyce — añado, y dejo la botella en el suelo para que otra la coja. — Soy una semi-veela. — No tengo reparos en ocultarlo, y también me sabe mal que la joven de las tres sea la única que haya dicho lo que es. Sigo siendo la misma que hace cinco minutos, independientemente de cuál sea mi sangre o de las habilidades de las que disponga.

Mientras ellas juegan sus cartas, decido centrar mi atención en Joyce, a quien apenas he mirado en todo el rato porque me había estado fijando más en Amarïe y en su físico, siendo clara. — ¿De dónde eras? Creo que te he visto antes — O quizá simplemente sea que tiene una cara demasiado común o algo por el estilo. No sé, no suelo prestar atención a esas cosas porque normalmente siempre voy con prisas a todas partes, o intentando pasar desapercibida. A Amarïe, en cambio, solo la recuerdo de verla por algún bar del 11 y por el mercado negro, y por ser físicamente de mi estilo. Ella ha sido un caso especial. — A ti sí que te he visto alguna vez por el 11 — añado seguido de un pequeño encogimiento de hombros. Después vuelvo a centrar mi atención en las cartas y en mi próxima jugada.

El comentario de Joyce me hace soltar una risa al instante, sorprendida, porque no me esperaba que dijera algo así cuando hace escasos minutos le ha pillado desprevenida que nos gustasen las mujeres. — Creo que a alguien se le sube demasiado rápido el alcohol — digo todavía con una pequeña sonrisa de medio lado. — Pero sí, hay que darle más vida a esto. — Guiño el ojo sin mirar a ninguna en concreto.