Observo el jarrón de flores azules y rosadas que decora el centro de mi mesa haciéndola lucir mucho más fina de lo que en realidad siento, mientras saboreo el vino tinto que sostengo en una copa mucho más grande de las que estoy acostumbrada. Es un viernes por la noche clásico en el distrito ocho y eso significa que el equipo de música de mi sala reproduce música blues para quitarme el estrés de la semana, mientras el aroma de la cena que viene del horno invade cada uno de los rincones de la casa. No tengo esclavos, así que hace solo unos minutos me he dado una rápida ducha para poder sentir que, por fin, puedo estar cómoda en mi propio hogar.

Es un poco extraño pensar en cómo se dan las cosas. No he tenido un hogar propio en toda mi vida y ahora mismo me encuentro viviendo en una casa más que bonita en uno de los distritos más caros del país, solo porque he conseguido regresar a mis raíces tras cientos de acuerdos legales con el gobierno que ha condenado a la mitad de mis amistades. Fueron años oscuros que prefiero encerrar en una caja en el fondo del armario, segura de que es tiempo perdido que jamás volveré a recuperar y que es mejor de llorar antes de consumirme los años que me quedan. Ser una enemiga jurada de los Black me ha hecho ganar una vivienda en uno de los mejores distritos, aunque mi libertad no sea absoluta.

Sacudo la cabeza para quitarme esos pensamientos de la mente y levanto la vista hacia uno de los relojes de la pared de la sala. He invitado a Liam y a su mujer a una cena, pero a último momento ella ha sufrido de un percance que no le permite venir de modo que seremos nosotros dos y la carne al horno que se está cocinando. Hemos estado preparando esta cena por una semana y media y durante todos estos días, no he dejado de hacerme a mí misma la misma pregunta. ¿Tengo que indagar sobre asuntos que quizá no quiera saber la respuesta? No estoy segura de poder lidear con esa información luego de haber pasado tanto tiempo corriendo en la dirección opuesta.

El sonido agudo del timbre hace que me sobresalte y vuelva a la realidad, soltando un insulto por lo bajo ante mi propia estupidez. Me bajo la copa de un trago rápido, la dejo sobre la mesa y me estiro la camisa, yendo con pasos largos hasta la puerta, la cual abro de un tirón. Mi rostro cansado se transforma en uno alegre y simpático en cuanto visualizo a mi amigo, a quien le regalo la sonrisa más grande que tengo — ¡Liam! — exclamo a modo de saludo y corto la distancia entre los dos para darle un fuerte abrazo, estrechándolo unos momentos antes de separarme con mis manos en sus hombros para verlo mejor — Tienes pinta formal y todo, eh. Jessica hace un buen trabajo — bromeo y me aparto, pegando mi espalda contra la puerta para dejarlo pasar — Espero que tengas hambre porque cociné para un batallón.— Una de las manías adoptadas luego de estar en Europa siendo fugitiva y en prisión: la comida nunca es suficiente.

Alzó una ceja cuando una señora se le había quedando mirando, pero bajó rápidamente la cabeza, apurada. Vale, si, era muy raro ver a un mago coger el tren, pero Liam le parecía más emocionante y lleno de vida que aparecerse en casa de Jolene y que el viaje durase cuanto; ¿Milésimas de segundo? ¿Dónde estaba la emoción ahí? ¿La relación? ¿La vida? Compartía cosas y cosas y esa no era una de ellas. Liam sólo utilizaba la aparición en emergencias y bueno, obviamente ir a ver a Jolene no era una de ellas, a no ser que se estuviese desangrando. Por supuesto.

Buscaba aprovechar el tiempo y disfrutar del momento mientras iba a visitar a una amiga. Se regocijó mejor en su asiento, escuchando la música que salía de los auriculares y vigilando de vez en cuando la bolsa con el vino de sáuco que había comprado Jessica para la ocasión. Tristemente ella no podía asistir a la reunión por un aviso en el mercado de última hora, y aunque había insistido en no ir y posponer la cena, Jess le había increpado que fuera y que no dejara a Jolene con todo preparado.

El silbido de la megafonía anunció la llegada al Distrito ocho y el moreno se levantó sin mirar a nadie, enfrascado en la música y golpeando la barra de metal con los dedos para seguir el ritmo. Tenía ganas de bailar, pero no se iba a poner ahí a hacer el gilipollas mientras caminaba hacia la casa de Jo.

La preciosa casa se vio a lo lejos y Liam aceleró un poco hasta atravesar el jardín y llamar al timbre. La cabellera rubia de su amiga apareció tras la puerta y Liam sonrió aún más que ella —¡Jolene! —dijo entusiasmado y correspondió a su abrazo —Tiene más gusto para la moda que yo —le siguió la broma con una risa y entró dentro de la casa —Traigo esto —Le tendió la bolsa con la botella y un paquete de Bolas de chocolate, ranas de chocolate y calderos de chocolate —Jessica lo compró todo. Ella eligió el vino y yo le dije que te gusta mucho el chocolate —Dejó la chaqueta en la percha de la entrada y entró al salón, sintiendo el calor que tanto agradecía —Bueno, no he comido nada desde el almuerzo así que podría decirse que tengo hambre si —No sabía muy bien donde dejarse caer así que se quedó de pie esperando a que Jolene guiara —Jessica te manda muchas disculpas —se rascó la nuca y la miró.

Liam había sido una de las primeras personas que conocí cuando volví a la vida, por así decirlo, hace poco más de un año. No puedo decir que me es fácil hacer amigos gracias a mi situación actual, pero con él y su novia fue bastante simple porque se ha sentido completamente natural, como cuando en las películas dos personas se conocen y la conversación fluye sin situaciones incómodas ni preguntas fuera de lugar. Jamás negaría que se sintió muy bien saber que algunas personas no hacían muchas preguntas ni tenían mucho interés en mi pasado, además de que pude percibir cierta estabilidad que no he tenido desde... bueno, creo que no he tenido nunca. Después de todo lo que ha ocurrido, la normalidad es el mejor regalo que la vida pudo haberme dado, incluso con el precio que tuve que pagar.

—  No me sorprende en lo absoluto. Encontrar un hombre que sepa cómo vestirse solo es casi imposible —  me mofo con una sonrisa y cierro la puerta detrás de él, justo a tiempo para empezar a recibir los regalos que no esperaba y que creo que no me van a entrar en los brazos. Mi estómago pareció alterarse ante la visión de las golosinas que me pego al pecho, mostrándome profundamente agradecida —  Diablos, Liam, no era necesario, pero gracias. Ya sé con qué voy a darme un fuerte empacho —  declaro. Sin más lo guío por la casa, oyendo las clásicas disculpas que no hace falta que me otorgue porque lo entiendo totalmente y paso a la cocina, dejando los chocolates en la heladera para evitar que se echen a perder o que se los coma el gato. Oh, cierto. ¿Mencioné que tengo un gato? Es gordo, blanco y peludo, otra muestra más de mi vida como mujer normal —  Los dos saben que no importa. Podemos organizar para cuando ustedes quieran —  eso significa cuando ellos tengan disponibilidad para viajar. Seré libre, pero todavía controlan dónde me meto y prometieron mantenerlo unos pocos meses más si me porto bien. No es como si no se pudiesen aburrir de saber las cosas que hago todos los días.

Lo bueno de la vida con magia es que todo es mucho más sencillo, a pesar de que no soy una experta y he empezado hace relativamente poco en comparación a otros magos. Saco la carne del horno por mi cuenta, pero las papas y las porciones se acomodan en los platos con un movimiento de la varita y en segundos la mesa está servida, por lo que le hago una seña para que me acompañe al comedor —  Como verás, me estoy convirtiendo en una experta ama de casa,
aunque si no te gusta la comida puedes decírmelo —  bromeo, dejándome caer en una de las sillas y acercando mi plato tras dejar la varita a un costado. Tras servir el vino que él mismo ha traído, levanto una de las copas en su dirección para indicar un ligero brindis y doy un suave trago —  ¿Qué novedades me traes del resto del mundo? —  bromeo; no es como si ocultase mi situación con mis amigos —  El ocho está empezando a volverse aburrido a pesar de tener una rutina. ¿Crees que la próxima temporada de verano podamos organizar algunas vacaciones cuando por fin me den la bendita libertad de moverme? Hay cientos de lugares a donde quiero ir.

—Por dios, Jolene, no voy a venir aquí sin nada. Pones tu casa, tu comida y tu tiempo. Pues yo pongo el vino y el chocolate —Curiosa y tentadora combinación. Sonrió mientras veía como se servía la comida y se sentó donde ella misma le había dicho. Tenía una casa bonita y acogedora y el frío parecía desaparecer en esas cuatro paredes. A Jessica le hubiese gustado estar aquí, pero ya lo único que le quedaba era contarle como había ido todo.

Cogió la copa que le ofrecía y con una sonrisa la alzó para brindar con ella. El líquido bajó por la garganta, encontrándolo apetitoso y saciante a su repentina sed —Oler huele de escándalo, así que se sabor no veo porqué no puede estar igual —alabó con una suave risa y se llevó el trozo de carne a la boca. Lo saboreó bien y levantó el pulgar en señal de aprobación. Joder, estaba buenísima.

Escuchó con atención lo que le decía y mientras masticaba y bebía vino, le vino a la cabeza lo peculiar que era Jolene. No había hecho preguntas con ella, ni si quiera el porqué estaba recluida en el distrito ocho. Liam pensaba que los problemas del pasado, se quedaban en el pasado y viendo como estaba ahora mismo el gobierno, no se le antojaba nada gordo que hubiese hecho. Por algo tan vano como ser amable con un esclavo, ya te condenaban. Tampoco quería ser descortés con ella. Estaba seguro que estar recluido en un distrito no tenía que ser plato de buen gusto, y remover la mierda aún peor —Novedades muy pocas. Nada nuevo que no salga en la televisión —Cogió esta vez la guarnición de patatas y sonrió a lo que dijo. Le gustaba el frío, pero ya quería que llegase el verano —Por mi genial y te enseñaré todo lo bonito que tienes que ver —afirmó convencido y unas suaves cosquillas surgieron de la nada en su espalda.

El moreno se giró para ver que era eso y se topó con la cara regordeta y peluda del gato de Jolene —¡Tienes gato! No sabía que tenías uno —Se alegró al verlo y acercó la mano para acariciarlo, siendo aceptado por el gato —Son buenas mascotas de compañía, ¿cómo se llama? —preguntó mientras el peludo se acercaba a su dueña.

La verdad es que cocinarle a las personas se tornó algo así como una prueba personal que me demuestra que no estoy haciendo todo esto tan mal y al menos soy capaz de darle de comer a la gente sin intoxicarla. Espero ansiosa a ver la reacción de Liam sobre la comida mientras me pico el mentón, todavía con el sabor del vino dentro de mis labios, hasta que él demuestra su aprobación y yo puedo respirar tranquila. Perfecto. Un problema menos.

— No he estado mirando mucha televisión, me amarga — declaro, pinchando algunas papas con mi tenedor que me llevo directamente a la boca con la poca elegancia que me caracteriza — y creo que me entero de absolutamente todo gracias a los chismes de mis compañeros de trabajo. Es como vivir dentro de una revista del corazón — ruedo un poco los ojos sin fijarme si estoy masticando muy brutamente o no y bebo algo de vino, ese que me ayuda a pasar la comida.

Sonrío de inmediato en cuanto él acepta mi idea de las vacaciones, pero no llego a preguntarle sobre alguno de esos lugares que tanto me quiere mostrar que su atención se va al gato y me descoloca un momento antes de empezar a reírme — Se llama Liam —digo con pura seriedad, aunque tras dos segundos empiezo a reírme por lo bajo, sacudiendo la cabeza — Es broma. Se llama Ferdinand, aunque siempre le digo "señor gato" porque es un nombre largo y me gusta fastidiarlo — sé que acabo de decir algo que suena a algo salido de la boca de un niño, pero acabo encogiéndome de hombros.

Guardo silencio entonces, centrada en beber y comer durante unos minutos,hasta que finalmente opto por lanzarme de lleno a algo que he estado evitando preguntar por mucho tiempo. Barriendo el plato con un tenedor dudoso, evito mirarlo para no mostrarme tan interesada mientras me relamo lentamente — ¿Puedo hacerte una pregunta? — digo con el mejor tono casual que soy capaz, ese que obviamente nadie cree que es casual — Una vez comentaste algo sobre el esclavo que tiene Jessica. ¿Un tal Andy, puede ser? — siento como mi corazón se acelera de inmediato, aunque ruego que no se me note en la cara — ¿Sabes cual es su nombre completo?

—En eso te doy la razón. Últimamente no hay nada bueno —Juicios, una seguridad extrema, sales a la calle y te piden la identificación... Liam suspiró y se refugió en la comida y en el hambre que tenía mientras le daba otro sorbo al vino —Asegúrate de llevar la identificación encima —Le previno y rió ante su comentario —Yo también tengo compañeros cotillas y si son los vecinos... —El moreno rodó los ojos, haciendo un gesto con la mano. Siempre estaban con las narices metidas en los asuntos ajenos y estaba seguro que ahora mismo más de uno había estado cotilleando el porqué había ido él sólo a la casa de Jolene —De hecho ahora mismo seguro estarán investigando a donde he ido tan arreglado y solo. No me extrañaría que algún día le dijeran a Jessica que le estoy poniendo los cuernos —Eso le cabreaba y se vio momentáneamente en la mirada y en lo apretados que tenía los dedos en torno al tenedor, pero pronto se le pasó la ira en cuanto escuchó el nombre del gato.

Liam parpadeó varias veces y se echó a reír, cogiendo rápidamente una servilleta porque se le iba a ir la comida —Pues me había sentido halagado si se hubiese llamado así —Se limpió la boca, todavía riendo, y dejó la servilleta a un lado. El gato se frotó un par de veces con él y Liam lo acarició, sonriendo. Quizás sume un animal más en casa.

Mientras él acariciaba al minino, las voces y el traqueteo se apagó, escuchándose solamente el ronroneo del animal, hasta que la voz de Jolene rompió el esquema. El muchacho levantó la mirada en dirección a la rubia, dejando los dedos apoyados en el pelaje y asintió —Por supuesto, dime —Se interesó y entrecerró la mirada ante su pregunta. Era raro que un mago se interesase por un humano. A nadie les importaban y casi siempre evitaban de hablar de ellos porque los comparaban con un mueble o con nada. Es como esa hierba que está en el camino. Está ahí, pero no hablas de ella. Liam se tomó su tiempo para contestar y su postura regresó a la normalidad. La observó y ladeó ligeramente la cabeza —Se que no hago preguntas, Jolene, pero ambos sabemos que si un mago se interesa por un humano es por algo, por lo que no te sorprenderá que quiera preguntar el porqué de ese interés. Es mi esclavo, el de Jessica, y en cierto modo nos preocupa —No quiso decir más para no pillarse los dedos —¿Por qué quieres saber de él? —¿Estaría ella metida en ese suceso que ocurrió hace días atrás cuando Andy vino con claras señas de una paliza?

— Gracias por el consejo — le digo, pero la verdad es que desde que salí de prisión llevo conmigo cualquier papel que pueda ser de utilidad antes de terminar otra vez teniendo problemas. Cuando pasas por las cosas que yo he vivido, la verdad es que terminas teniendo ciertos cuidados completamente nuevos. Su comentario sobre los cuernos me hace reír en voz alta, de forma cantarina y algo infantil, sacudiendo la cabeza como si la sola idea se me hiciera ridícula  — Tendrían que buscar una historia más creíble — aseguro. Y es que hace años que no tengo contacto con ningún hombre, no porque no hubiese existido la oportunidad, sino porque desde la muerte de Jordan he estado evitando ese tipo de contacto en mi vida. El simple recuerdo del chico me apaga un poco la sonrisa que intento mantener y pretendo estar muy interesada en doblar la servilleta. Quizá no fue mi primer amor o intento de relación, lo que sea, pero fue el primero con el cual mantuve un lazo que podríamos considerar "adulto e íntimo". Y fue el único.

Lo del gato me hace reír en especial porque parece que por un momento ha caído en mi broma pero como queda en claro en minutos, tenemos cosas más urgentes de qué hablar. No me sorprende en lo absoluto su discurso que en cierto modo podía ver venir, pero por alguna razón las mejillas se me ponen rosas y no tiene nada que ver con el vino. No quiero empezar a ventilar todo lo que hemos evitado hablar en este tiempo, pero tampoco puedo mentirle del todo a un amigo. ¿Lo justo y necesario? Lo justo y necesario.

— Escucha, Liam — dejo los cubiertos y la copa para tomar una de sus manos con las dos mías, apretándolo con suavidad para que me escuche con atención — Hace años perdí contacto con el mejor amigo que he tenido en toda mi vida. Él era... — ¿Qué? ¿Cómo explico lo que es Andy para mí después de todo este tiempo? ¿Cómo pongo en palabras todas las cosas que hemos vivido juntos? Me tiembla el labio y tengo que tomar aire antes de continuar — Era muggle. Y del seis. Sé que era esclavo en ese distrito la última vez que supe de él así que... por favor — y es una súplica, esa que ruega una respuesta segura sobre el paradero de alguien a quien ansío abrazar hace años, a pesar de que soy demasiado cobarde para no aceptar la idea de que posiblemente me deteste — Necesito saber que Anderson Looper está bien.

¿Sería el vino? ¿Sería la luz? No lo sabía del todo, pero le pareció atisbar un pequeño color en las mejillas, y el repentino interés por Andy, y sus palabras siguientes le indicaron que conocía a ese chico mucho más que un simple conocido. Dejó de comer cuando le cogió la mano y la miró fijamente a los ojos, entendiendo entonces porqué quería saber de él. Tenía que admitir que lo había pillado por sorpresa y que su amistad no había sido del todo casualidades de la vida. Por esa razón el destino los había puesto en su camino.

Suspiró, rindiéndose y movió ligeramente la mano para desprenderse de la suya y esta vez se la cogió él —Anderson Looper está bien, así que no tienes de que preocuparte. No se hasta que punto sabes, pero Jessica fue la que lo compró hace diecisiete años atrás y supongo que sabes el porqué —Si fueron amigos, seguro que sabía que ella fue su tributo y él su mentor.

—Puedes ir a verlo cuando quieras —y enseguida se auto corrigió —Cuando puedas o le diré a Jess que le deje venir a verte —Le sonrió, llevándose un otro trozo de carne a la boca y luego más patatas hasta que se terminó el plato. Y fue entonces cuando le rondó algo en la cabeza.

Amigos... Esa palabra le recordó algo, y más la situación que se había presentado con Jolene y Andy. Liam movió la boca, pensativo y se limpió la boca —¿Puedo preguntarte algo? —Comenzó de forma suave y luego un poco más firme —¿Has oído en algún sitio el nombre de Alice Whiteley? —No apartó la mirada ni un segundo, brillando en ellos la esperanza.

"Anderson Looper está bien"

Creo que jamás en mi vida me he sentido más aliviada al escuchar palabras como esas. Conozco poco de la relación de Jessica con Anderson gracias a mi fuga, pero este tiempo de amistad con Liam y su novia me han ayudado a darme una idea de cómo eran las cosas con su "esclavo Andy". Por otro lado, mi cuerpo parece ser víctima del caos y siento como tiemblo sin poder contenerme, sabiendo que mis labios tiemblan sin saber si debo sonreír o largarme a llorar, por lo que aparentemente hago ambas cosas en dos segundos — Gracias... — puedo decir nomas, dándole un apretón de lo más desesperado a pesar de que no es mi intención — De verdad, Liam, gracias.

No tengo apetito, pero necesito de la copa de vino que me llevo a la boca para beber de lo que queda al refrescarme la garganta y tratar de eliminar el nudo que se ha formado en su interior. Me quedo en silencio, hundida en mis propias reflexiones, mientras intento analizar qué es lo que necesito saber ahora. ¿Cómo podré encontrarme con él y así poder hablar a escondidas, sin que nadie fastidie? ¿Cómo seré capaz de contarle los detalles que he estado guardando para mí todos estos años?

La pregunta de Liam me deja un poco confundida y cuando tengo que mirarlo a los ojos, me siento vagamente culpable por no poder darle la clase de respuesta que él me ha dado. Intento hacer memoria, pero la verdad es que no recuerdo a ninguna Alice — No, lo lamento — admito al final, encogiéndome un poquito en mi sitio al sentirme algo inútil — ¿Por qué? ¿De quien se trata?

La fragilidad con la que se muestra Jolene, lo descoloca un poco. Bien porque no se la esperaba o porque tenía una imagen de ella como más allá de toda fragilidad. Pero Liam entendía que estaba hablando de un ser muy querido por ella y que no tenía que haberlo pillado de sorpresa. Se sintió bien por haberle hecho un bien a la chica y la sujetó para darle ánimos y fuerza y para que no se cayera al suelo.

—No tienes que darlas, Jolene —Le susurró tranquilizador y rió un poco cuando la vio beber el vino. Él también necesitaba darse un lingotazo de algo, así que cogió también la copa y se lo bebió del todo. Aunque lo que escuchó a continuación fuese una mala noticia. Ya la esperaba, el no lo tenía ya, y por desgracia había sido eso.

—Lo imaginaba —dijo desanimado y se echó en el respaldo del sofá —La mejor amiga de Jessica —la miró y luego a la lejanía —La traicionaron en el pasado y tuvo que huir. Desde entonces no sabemos nada de ella y aunque Jess me diga que ella está bien, yo no la creo —Cierra los ojos, abatido y se calla unos segundos —La observo cuando ella no se da cuenta y la veo triste. Veo como mira a nuestro  perro, Bruno, que era de Alice y ahora es nuestro, y en su rostro sólo hay tristeza y sufrimiento —Se inclinó un poco, apoyando los brazos en las piernas —No se que hacer...

Siempre estuve al tanto de que hay cientos de historias para contar si empezamos a analizar todo lo que ha ocurrido en NeoPanem en los últimos diecisiete años, así que en cierto modo no me sorprende lo que me está contando. ¿Cuántas Alices y cuantos Andys hay en este mundo como para asegurarnos que hay gente como nosotros que están esperando por ellos? El sabor del vino hace que me relama, tratando de acomodar mis emociones antes de que me traicionen, hasta que me percato lo mucho que Liam parece estar siendo afectado. Es ahí cuando apoyo la copa con mucho cuidado, sin saber exactamente cómo actuar frente a la tristeza de una persona que no creí ver caer.

Conozco la sensación. El desear frente a cualquier adversidad el empujar los males que nacen en una persona que amamos, incluso cuando no está en nuestro poder el hacerlo. Olvido por completo la cena y todo lo que viene con ella para mover mi mano sin temor, apoyando la misma sobre su brazo, al cual le doy una suave caricia en un intento de demostrarle que estoy aquí, pase lo que pase.

— ¿Sabes que cualquier problema que tengas puedes contar conmigo, no? — le pregunto, hablando muy despacio para que que mis palabras le queden grabadas en la retina y no se le ocurra fingir que nunca se lo he dicho cuando sienta que necesita de ayuda — Tú y Jessica son muy queridos para mí luego de todo lo que he pasado. Si hay algo que pueda hacer… — me relamo, no muy segura de por dónde empezar, pero trato de hacer memoria. Nombres. Gente. Contactos. No quedan muchas personas que me tengan afecto, pero podría encontrar el modo — ¿Tienes idea de por dónde podríamos buscarla?

Dejó el vino a un lado, temeroso de lo que podía hacer con él, y suspiró cuando sintió la mano de Jolene en su brazo. Le reconfortaba tenerla ahí y saber que podía contar con ella para lo que pasase, pero el no poder darle esa felicidad a Jessica lo mataba por dentro.

—Lo sé, Jolene —sonrió un poco, y asintió para darle más énfasis a sus palabras. El vino le había subido un poco y se encontraba un poco mareado. Se separó del sofá y abrazó a la rubia con cariño, necesitándolo —Gracias —susurró en su hombro y cerró los ojos. Siempre eran los políticos los que tenían la culpa y destrozaban las vidas de los demás. Black... Niniadis... Leyes para todos, pero más para los ciudadanos.

Se quedó un poco más en sus brazos y se separó poco a poco —Tú también sabes que estamos ahí para ti, no lo olvides —volvió a su postura habitual y frunció los labios, pensativo. Era difícil saber por donde empezar, más cuando él mismo no la había conocido bien del todo. Cuando Liam y Jessica comenzaron a salir, unas semanas después ocurrió lo de Alice y lo único que pudo escuchar fue un nombre. Drake.

—Alice tenía un novio por aquel entonces que se llamaba Drake. No se mucho, porque cuando comencé a salir con Jessica en serio, pasó después lo de la traición y demás —La miró a los ojos —Podría preguntarle a Jessica, pero creo que no es recomendable que sepa nada —suspiró un poco agobiado y se revolvió el pelo con las manos —Necesito chocolate —hizo una mueca y se sintió un poco tonto que después de todo lo serio del tema estuviese pidiendo chocolate.

Ese abrazo me descoloca, pero lo regreso de buena gana. Quizá Liam siempre se ha mostrado como alguien a quien al menos yo consideraba fuerte, pero ahora mismo puedo sentir su vulnerabilidad entre mis brazos. Lo estrecho hasta que él se aparta y me quedo inmóvil, sumida en mis propios pensamientos, arrugando la nariz con desapruebo cuando habla de la traición de un hombre a la mujer que supuestamente quería. ¿A eso nos ha llevado este gobierno?

Su necesidad de chocolate hace que me levante del asiento por inercia y sin siquiera preocuparme por la cena, voy en busca de la caja que él mismo ha traído. Para cuando regreso, le lanzo una sonrisita casi cómplice, aunque ambos sabemos que no hay humor para risas — Podemos compartir esto. Un poco de dulce siempre me ha hecho olvidar de los problemas.

Y juro que si hay alguien que sabe eso, soy yo. El resto de la noche, al menos hasta que me despido de Liam con un abrazo y la promesa de vernos pronto, la pasamos entre charlas banales, devorando la caja de bombones. Nadie habla de Anderson, aunque en mi mente, es lo único que resuena. Quizá sea mejor así.