Desde su nacimiento a Iefan nunca le faltó nada. Nacido en una familia de magos reconocida y de buen estado social en una época en la que quienes poseían magia ya no debían vivir escondidos, todo lo contrario.

Muy pequeño, su padre no le demostraba demasiado cariño. Éste tenía muchas expectativas hacia Iefan y el pequeño no podía llegar a incumplirlas o recibiría un castigo. Su primera prueba de magia fue la primera vez que su padre le demostró que lo quería. Siendo sólo un niño hizo volar todos los juguetes de su cuarto para que pegaran a su madre, quién le había negado el último juguete que había querido. Lejos que castigarlo como siempre, su padre lo felicitó, orgulloso de que su hijo tuviera su primera prueba de magia tan joven.

A medida que fue creciendo, notó que el dinero podía abrirle cualquier puerta que quisiera. Desde comprar amigos hasta una buena nota en la escuela cuando sabía que no había manera de que pudiera aprobar. Fue criándose de esa manera, como un niño rico que todo lo consigue y él nunca pensó que su vida pudiera cambiar.

Un día se despertó en medio de la noche, encontrándose a su padre siendo arrestado por aurores. Fue entonces cuando corrió la voz en todos lados. Algunos decían que el padre era un corrupto, otros que vendía información, otros que vendía artículos ilegales. No sabía si algo de cierto había en todo eso, después de todo no tenía demasiada noción de lo que su padre hacía en su trabajo. Lo único que era seguro porque era el motivo por el que lo arrestaban, era que había asesinado a alguien. Él sólo pudo pensar que se lo merecía y creía injusto que a partir de ese momento pusieran su nombre en las urnas para las cosechas.