Victor siempre lo tuvo todo. El lugar que ocupaban los Hayes en el sector tecnológico hizo que tanto él como su hermano jamás sintiesen que podía faltarles algo. Nunca fue un niño caprichoso, de todas maneras; disfrutaba de explorar cualquier rincón de cualquier lugar y de la compañía de su hermano, mientras admiraba con amor a sus padres desde lejos.

Con los años, explorar el medio se volvió hacerse preguntas sobre él y, en lugar de colarse entre los huecos más pequeños, empezó a cuestionar absolutamente todo. Necesitaba saber los motivos y los porqué de cualquier cosa, por absurda y mínima que fuese. Suena irónico, pues su casa estaba llena de secretos y jamás preguntó nada que los destapase.

El tiempo y sus compañeros (un poco hartos) calmaron sus preguntas a todas horas, pero no su espíritu curioso. Si bien al principio se conformaba con una respuesta, cuando se hizo más mayor aprendió a tirar de la cuerda: a que una respuesta se volviese otra pregunta más, a querer llegar hasta el quid de las cuestiones y, así, aprendió a desenvolverse en la red. Pronto se dio cuenta de que ahí estaba absolutamente todo.

Junto a su grupo más cercano de amigos, empezaron a navegar por sitios que, desde luego, sus padres no hubiesen aceptado. Su única intención era el morbo y la curiosidad, la adrenalina de saber lo que no quieren que sepas. Así, terminó en un foro en el que se hablaba no especialmente bien del gobierno y sus acciones. Su juicio sobre aquello era bastante neutral, ya que nunca se había hablado en casa sobre el tema y, para él, la opinión de sus padres era muy importante. Nunca había habido nada tan importante en aquella página digno de compartir hasta aquel día.

Preso de la sorpresa y excitado por lo que acababa de leer, corrió a su hermano a contarle algo que podría acabar con el gobierno. Era solo un rumor, un post de un foro, pero… ¿y si era verdad? No esperó para chismorrear sobre ello con sus amigos. Obviamente, fue la comidilla durante un tiempo.

El monotema de su grupo ya se había extinguido cuando todo pasó. Tenía catorce años cuando lo destruyeron todo. Todos los recuerdos que los Hayes habían creado… Hechos trizas. Victor no entendió nada, pero tampoco tuvo voz para hacer ninguna pregunta.

Astrid y Draven Hayes fueron ejecutados. Tanto Victor como su hermano pasaron toda una noche siendo interrogados y, entre preguntas (algunas no pudo responderlas, otras no quiso hacerlo), entendió. La información que hacía unos meses había alimentado el morbo entre él y sus amigos, había llegado a sus padres, quienes la habían usado para atacar al gobierno junto a un grupo de gente (ya muerta también). Aún siendo demasiado para procesar, consiguió conectar los puntos… porque él a sus padres no les había contado nada.

Tanto el nombre como el de su hermano, directos a las urnas. Y, ellos, se fueron a vivir cada uno con uno de sus tíos maternos. Victor terminó en el Distrito 5, más callado que nunca. Nunca supo si sentía culpa o se la echaba a su hermano, lo único que empezó a llenar su mente fue la cosecha y su probabilidad de salir elegido.