Tamara siempre ha tenido una vida tranquila. Nunca ha tenido ningún problema económico al ser la hija del alcalde del distrito 6, y desde que nació, ha tenido a un mejor amigo que la ha acompañado en las buenas y en las malas, su mellizo Aidan Iacono.

Desde pequeña ha tenido un armario lleno de miles de vestidos hechos a su gusto, un montón de juguetes y varios sirvientes y esclavos pendientes de ella y su bienestar constantemente. Gracias a esto, Tamara creció para convertirse en una chica amigable, extrovertida y siempre dispuesta a ayudar a los demás, algo que aprendió de su padre, el cual les inculcó desde el principio lo importante que era respetar a los demás y ayudar siempre que hubiera la oportunidad. Fué criada en una burbuja de amor y cariño, haciéndola bastante crédula y poco preparada para la cruda realidad del exterior, pues, a pesar de saber que hay "gente mala" afuera, y que no todos tienen la misma suerte que ella y deben luchar por la comida a diario, son conceptos difíciles de enseñar a una niña que nunca ha vivido nada similar y que prefiere creer que todo se puede arreglar si se brinda ayuda a los demás.

A sus 16 años, en octubre de 2474, su padre trajo a casa a un niño bastante demacrado, y a partir de ahí lo acogieron como uno más de la familia, después de todo, era alguien que se podía ver que le faltaba no solo gente que lo cuidara y alimentara, sino mucho cariño y amor. Tras escuchar la triste y desgarradora historia que Jules les contó sobre su vida, Tamara se propuso hacerlo feliz, lo suficiente como para compensar todo su sufrimiento pasado, y así es como se fue acercando a él poco a poco.

Pero la burbuja de una vida perfecta se tenía que romper en algún momento, y ocurrió de la peor manera posible. Jules se metió en líos, había intentado robar algo y su padre había intentado ocultar lo sucedido, haciendo que toda la situación se empeorara y arrastrando a toda la familia a la misma miseria que Jules, apareciendo los nombres de Tamara y Aidan en la urna de la siguiente cosecha.

A Tamara le tomó un tiempo entender lo que había pasado. Se sentía traicionada por alguien a quien había considerado uno de sus amigos más cercanos, y le habían mentido en la cara todo ese tiempo, como si nada. Siempre le habían dicho que era muy fácil de engañar, pero nunca habría pensado que su amigo Jules fuera un ladrón, una de esas "personas malas" de las cuales sus padres les habían hablado, y de las que se supone que tenía que cuidarse. Pero, aún metida en toda esta situación, una pequeña parte de ella, en el fondo de su corazón, todavía se aferraba a Jules, al cariño que alcanzó a tener por él en el tiempo en que estuvo viviendo con ellos, y en que, quizás, no todo hubiera sido una completa farsa.

Aún así, le tocó dejar de lado todas sus dudas y pensamientos de lado, pues lo más urgente ahora era centrarse para enfrentar el mundo totalmente crudo y desconocido al que ahora pasaba a formar parte debido a la decisión de su padre de ayudar a un ladrón.