Celestia albergó un resentimiento que no hizo más que crecer desde sus años de adolescencia. Se sentía atrapada en su propio hogar, sin permiso para hacer nada cuando todo lo que quería era demostrar que era especial. Destacar de algún modo. Por la misma razón, se metió en problemas demostrando rebeldía en su juventud, desobedeciendo y poniendo en peligro, al menos en opinión de sus padres, a toda la familia con sus caprichos.
En contrapartida, el que Astrea fuera obediente y no tuviera ningún deseo de destacar o de desafiar las normas impuestas por sus padres no ayudaba en nada a su hermana. Las dos no podían ser más diferentes, y como tal una vez pasada la etapa de la niñez, fueron separándose cada vez más. La relación entre las dos no hizo más que empeorar con los años.
No se trataba sólo de que Astrea fuera obediente por serlo, más bien su curiosidad y deseo de conocimiento encontró por dónde ser canalizado. Le costó mucha insistencia, pero su padre finalmente accedió a enseñarle alquimia cuando notó lo diligente, determinada y talentosa que su hija podía ser. Tal vez hubiera algo de favoritismo allí, pero Astrea nunca se detuvo a juzgarlo. Lo hicieron a escondidas de su madre, por supuesto, quien prefería que las niñas llevaran una vida lo más muggle posible dado el entorno en que estaban creciendo. Más adelante, con los cambios en el gobierno, las guerras y las diferentes políticas, los Damodren siquieron prefiriendo mantenerse neutrales y sobrevivir. Ese era el único objetivo.
Pero sobrevivir no era lo mismo que vivir, y aunque las gemelas lo sabían, la única en mostrarse disconforme era Celestia. El no tener apoyo de su hermana con aquello fue algo que jamás pudo perdonar. Astrea, por su lado, se mantenía ocupada ayudando a su madre en su trabajo administrativo relativo a los movimientos de madera dentro del distrito y hacia afuera, y a veces asistiendo a su padre también, más allá de sus clases secretas con el hombre. Celestia pronto buscó hacer su propio camino, aunque algo parecía hacerla fracasar en cada cosa que emprendía, devolviéndola al hogar y calmándola por algún período de tiempo. No fue sino hasta hace unos seis años que se marchó del distrito, según ella a hacer la vida que merecía en mejores lugares.
Los padres de Astrea enfermaron no mucho después, primero su padre y su madre después, posiblemente de pena. Murieron con muy poco tiempo de separación, dejando a Astrea sola, viviendo una vida que en general había sido más para su familia que para ella, pero rehusándose a admitirlo. Tomó el puesto de asistente administrativa que su madre dejó vacío y siguió manteniendo el mismo perfil bajo. Si bien su pensamiento no era ya neutral, sino más bien bilateral, estaba demasiado acostumbrada a quedarse callada y no luchar por ninguna cosa. Si debiera admirarle algo a la testaruda de su hermana, debería ser su valentía, o quizá su habilidad para pensar por sí misma y atreverse a decirlo. Aunque Astrea agradece muchas cosas a sus padres, tiene que reconocer al menos para sí misma lo limitantes que fueron.
Hace muy poco tiempo recibió noticia de que su hermana había muerto durante la última batalla que se llevó a cabo en el distrito 9 entre el gobierno y los rebeldes. No tiene muchos datos al respecto, no sabe por qué Celestia se encontraría allí o qué estaría haciendo pero sospecha que tratándose de su hermana y teniendo en cuenta sus deseos de grandeza, quizá haya más detrás que sólo estar en el lugar equivocado, en el momento equivocado. La muerte de su gemela es lo que acabó impulsando a Astrea a dejar su cómoda vida de bajo perfil y dirigirse al distrito 9 en busca de respuestas.
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