OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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12/08/2471 madrugada▼ Terraza▼ Kaila
Estoy dando vueltas en la cama, muerto de calor y sin poder dormir. Está claro que esta no es la cama del ocho, a la que me he acostumbrado a dormir, y durante estos días no he descansado una mierda. Puede que los nervios se estén acercando a mi porque la fecha señalada en el calendario de todo el país se está acercando. Solo una persona va a salir con vida de la arena y eso me tiene sin pegar ojo.
Por eso mismo decido levantarme de la cama e ir hacia la cocina para refrescarme un poco con un vaso de agua. Puede que me encantase beberme una botella entera de ginebra rosa, pero tampoco creo que debiera, la resaca de mañana me repercutiría en cualquier cosa y prefiero guardar todas las fuerzas que pueda. Necesito estar fuerte para todo lo que me viene y todo lo que tengo que afrontar.
Me quedo pensativo, apoyado contra la encimera de la cocina y suspiro. Me entran muchas ganas de llorar, pero me las guardo para mi mismo. Estos días puede que haya estado aguantando bastante bien debido a todo lo que nos están entrenando en el centro de entrenamientos. Por todo eso estoy con la cabeza en todos los sitios, pero son en estos momentos de la noche, cuando estoy solo con mi conciencia y el silencio que le doy mil vueltas a la cabeza.
Decido subirme al ascensor para llegar hasta la terraza, a la cual no he accedido desde que hemos llegado. Estoy en pijama, pero me da igual que me vean de tal manera. Eso sí, no me esperaba que alguien se encontrase antes que yo, y la identifico como Kaila, una tributo con la que he estado practicando mucho en los entrenamientos y con la que, creo, he hecho buenas migas. — ¿Sin poder dormir también? — Digo a modo de saludo. — La cabeza da muchas vueltas a la noche — Añado.
Me siento a su lado y me quedo observando todas las luces del Capitolio que tenemos delante de nuestras propias narices. — Es bonito, ¿no? Al menos hay buenas vistas aquí arriba. — Comento, aún sin apartar mi mirada de todos los carteles luminosos. — ¿Qué tal te encuentras? —.
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12/08/2471 madrugada▼ Terraza▼ Ash
Mis ojos se abren pero la oscuridad no permite que vean nada. Lo único que escucho, a la lejanía, es la voz de mi hermano Arthur, llamándome una y otra vez. Conforme los segundos pasan y mi vista se adapta a la falta de luz, empiezo a correr hacia el origen del ruido, y entonces me topo de narices con una pared transparente, que me atrapa. Al otro lado se encuentran mis padres, al lado de ellos mi hermano mayor. Todos me miran con lástima, lloran, como si estuvieran frente a mi ataúd. Y quizá lo están, pero no lo sé porque no puedo salir, no pueden escucharme, no pueden verme.
Creo que grito tan fuerte que me despierto, y cuando lo hago, mis ojos no reconocen nada por unos segundos. Tengo que respirar profundo durante varios intervalos de tiempo hasta que logro calmarme. Al conseguirlo, noto ardor en mi garganta, y entonces me percato de que los gritos de mis sueños fueron lo único real, lo único que traspasó el limbo en el que estaba metida, y que ahora me causan un picor y una voz ronca.
Estoy empapada en sudor, así que opto por levantarme. No tengo idea de qué hora sea, solo sé que tengo que salir de aquí cuanto antes. Y eso hago, primero me dirijo hacia la cocina, donde me atasco de agua y termino por robar un helado del congelador, sabor chocolate. Acto siguiente, me dirijo a la azotea, que sé que será el único lugar donde no haya nadie más, al menos no a esta hora.
Pero no podría estar más equivocada, pues tras unos minutos de empezar a comer a cucharadas el helado, una voz hace que voltee la cabeza. — Pesadillas, ¿Y tú? — Respondo a Ash con una sonrisa débil, acomodándome un poco más a la derecha para que pueda sentarse mejor. — Es horrible — Le digo sin reparos. En verdad odio este lugar — Digo, es bonito, sí, pero al mismo tiempo es horrible — Es aquí donde el resto de los norteños podrán entenderme, y probablemente los squibs. El por qué odio al Capitolio se extiende en una lista amplia que poco importa ahora — Odio estar aquí. El cinco apesta, sí, pero lo prefiero mil veces — Estoy exhausta de entrenar, aunque al menos ya pasaron las pruebas y todo lo demás, así que en este momento solo me doy el lujo de ser honesta. — No me encuentro bien, en serio, me duele todo el cuerpo, tengo miedo todo el tiempo y... No sé — suspiro, mirándolo — ¿Helado? Es de chocolate, una de las cosas que nunca pude comer antes. Es rico, algo así como un manjar para mí — no sé qué tan honesta se está permitido ser, pero justo ahora, no puedo ser menos que esto — ¿Tú cómo lo llevas? —
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12/08/2471 madrugada▼ Terraza▼ Kaila
Kaila es una de las tributos con las que más he estado entrenando, y puede que nuestro pequeño encuentro como primer entrenamiento en el centro de entrenamientos nos ayudase a juntarnos el uno al otro. Puede que no sea la mejor decisión del mundo el acercarme a alguien que puede que me asesine en la arena, pero yo me guío mucho por las vibraciones de la gente, y Kaila no es que sea una persona que me transmita malas vibras. De hecho, la conversación que tuvimos en el primer entrenamiento hizo que me interesase mucho por ella.
— Demasiadas cosas en la cabeza. No paraba de dar vueltas en la cama y necesitaba despejarme un poco. — La prueba de los vigilantes es algo que me tiene bastante preocupado, porque no sé si he hecho bien... bueno, no, sé que lo he hecho fatal y que seguramente tenga un blanco en mi espalda ahora mismo. — Es la prueba de los vigilantes, que me tiene en vela. No sé si me he quedado completamente a gusto con lo que he hecho. — La verdad es que dibujar a Stephanie Black en el suelo del centro de entrenamientos y acabar escribiendo la palabra asesinos debajo, no es que haya sido muy gracioso. — ¿Tú que tal lo has hecho? ¿Cómo has salido de la sala? ¿Contenta? — Puede que ella haya sido un poco más inteligente que yo y se haya dedicado a demostrar sus habilidades.
Asiento con la cabeza y comprendo que a ella no es que se le haga muy bonito el tener al Capitolio frente a ella, básicamente porque podría estar en su distrito tranquilamente si no hubiese sido escogida para los juegos. — Te entiendo, al final yo tengo "buenos" recuerdos por aquí. Aunque ahora no es que sean del todo buenos. — Dibujo una sonrisa ladina en mi rostro cuando menciono que esos recuerdos ya no son tan buenos, porque muchos no quisieron verme en pantalla o en los bolos tras mis declaraciones. — Me pasa exactamente lo mismo... Siento que estoy en tensión durante todo el día y que a las noches no descanso como debería, tanto por las pesadillas, como por el miedo a morir. No nos merecemos esto, es una mierda. — Suspiro, cansado. — Es él quién se debería encontrar en nuestro lugar. — Hago un gesto con la cabeza a una pancarta de Magnar Aminoff que se encuentra frente a nosotros. — Menudo mierdas. —.
— Me encanta el helado de chocolate. — No sé cómo habrá acertado, porque si hubiese traído otro tipo de helado puede que no hubiese aceptado su oferta. — Hace mucho tiempo que no como helado, gracias. — Agarro una cucharilla que está clavada en el helado y me llevo la comida a los labios, notando tanto el sabor como el frío de éste por toda mi boca. Me dejo la cucharilla en la boca, saboreando aún los restos de chocolate que quedan en ésta y me quedo todavía mirando al frente, pensativo.
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12/08/2471 madrugada▼ Terraza▼ Ash
— Te preguntaría qué tantas cosas te quitaron el tiempo, pero sospecho que la lista es extensa y no muy optimista — Lo digo medio en broma, con una sonrisa triste. También son muchas cosas para mí las que no me dejan respirar igual que antes desde que llegué, y eso es mucho decir, considerando que el aire aquí es más fresco que el del cinco. Sin embargo su respuesta llega, y yo solo puedo asentir como una torpe — Puedo preguntar... ¿Qué es lo que hiciste en tu prueba? — La curiosidad es algo que nunca he sabido controlar bien, de hecho, así fue como acabé con trabajos chuscos. Ahora, en cuanto a su pregunta... — Supongo que no tan mal — Obtuve un ocho y eso vale por algo, ¿No? Soy escoria norteña, como no han dudado en llamarme, y aún así obtuve un ocho. No es un once o un diez como las puntuaciones de los chicos de los primeros dos distritos, pero algo es algo. — No soy la más diestra en eso de las peleas, pero creo que al menos les di algo en lo que pensar, o eso espero — Hablar de esto me hace preguntarme cómo le habrá ido a Mindy, no he tenido el valor de acercarme a ella.
— Yo tengo... — Recuerdos interesantes de aquí, de hecho, pero no puedo contarle de aquella vez que nos metimos con Hermann Ritcher a la farmacia de los Helmuth para robarles, no, eso sería estúpido. — Sí, yo no tengo recuerdos de aquí, ya sabes, los squibs estuvimos siempre condenados a estar en el norte — Antes de Aminoff así era, el status de la sangre era lo más importante. Después de él siguió así, pero ahora buscando disimularlo más. No es que me importe realmente — ¿No te pasa que sientes el cuerpo pesado? Uno creería que los entrenamientos son para ayudarnos, pero estoy comenzando a creer que solo es un truco para que lleguemos más cansados a la arena — Cada que doy un paso, ¡Una nalga me duele! Es horrible. Claro que prefiero eso y saber cómo lanzar flechas a ser permanentemente un tronco.
Volteo a ver lo que indica y esta vez sí que le sonrío — Ash, no podríamos estar más de acuerdo con ello — Y tampoco podríamos coincidir más con el tema del chocolate — Tener algo tan simple como un helado no es común en el cinco, mi hermano y yo no comíamos dulces casi nunca — Las cosas así se resguardaban, se apreciaban, aquí parece que todo lo desperdician. — Supongo que hubiera sido lindo poder estar en el ocho, o en otro lugar, aunque no sé si eso hubiera cambiado mucho toda esta situación —
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12/08/2471 madrugada▼ Terraza▼ Kaila
— Si tú supieras... — Hay tantas cosas, como lo es la prueba de los vigilantes, la entrevista de mañana con Zirconia y que pasado mañana comienzan los juegos... Puede que incluso pasado mañana deje de respirar y diga adiós a este mundo, y creo que todavía no estoy preparado para hacerlo. Pero tampoco es que quiera estar acribillando a la pobre muchacha con todas las cosas que me rondan en la cabeza, ya que estoy seguro de que ella tiene sus propios asuntos en la suya.
Asiento con la cabeza ante la pregunta que me hace la morena respecto a mi prueba, aunque tardo unos pocos segundos desde que me la hace en responder. — Bueno, ehm... sí, mi nota no es que haya sido estupenda, aunque creo que me la he merecido. — Comienzo. — Lo primero que hice al entrar fue acercarme a la zona de camuflajes e hice un dibujo... — Me quedo pensativo, si editar algo por lo que pueda pensar Kaila sobre mi, pero al final decido contarle todo. No tengo ya nada que perder. — Básicamente hice una réplica de Stephanie Black en el suelo y escribí la palabra asesinos debajo en rojo. — Está claro que me he dibujado una diana en la espalda para que los vigilantes, una vez hayan empezado los juegos, puedan dispararme tranquilamente. — Me he pasado, ¿no? — Puede que esté un poco preocupado. Y con poco me refiero a mucho. — Tienes muy buena nota, te ha posicionado muy bien en el ranking de todos. Estoy seguro que vas a ser capaz de conseguir muchos patrocinadores. — Le intento dar un aire de esperanza, porque yo sé que no lo voy a tener tras haber conseguido un mísero tres. Mucho me lo voy a tener que trabajar en la entrevista con Zirconia para caer en gracia a los patrocinadores.
— Nunca he entendido la razón por la que discriminar a diferentes tipos de razas. Y no hablo solo de squibs, sino de muggles, veelas, elfos domésticos... Me parece una locura que estemos en pleno 2471. — Hay veces que pienso que estamos en la edad de piedra. Aunque hayamos avanzado tecnológicamente una barbaridad, todavía tenemos pensamientos un tanto de trogloditas. Asiento con la cabeza a la pregunta que Kaila me hace. — Las agujetas que tengo son bonitas. Eso de que las agujetas se quitan con más ejercicio creo que es mentira, no puedo casi ni estirar los brazos. — Suelto una pequeña carcajada intentando estirar los brazos hacia arriba. Nos machacan mucho en el centro, puede que incluso demasiado, por lo que la teoría de Kaila tiene sentido. — Aunque supongo que tampoco les beneficia que todos vayamos muy cansados, ¿no? Lo que quieren es entretenimiento... — Y suena tan duro decir esas palabras. Que haya gente que se vaya a entretener viendo cómo personas se matan entre ellas por supervivencia...
Dibujo otra pequeña sonrisa cuando está de acuerdo con lo que pienso sobre el presidente. Al menos sé que ambos estamos en la misma línea. — En el ocho tampoco es que sea muy común. Todos estos caprichos sólo los tienen en el Capitolio. — Yo, de hecho, los tenía a mansalva y no paraba de comer. Ahora me doy cuenta de la suerte que tenía por tener todas esas cosas, cuando en otros distritos, como en los norteños por ejemplo, no tienen casi ni para comer. — Cualquier lugar que no sea NeoPanem estaría bien. Me encantaría que existiera un mundo paralelo al que poder irnos. — Pero supongo que eso sólo son sueños. — ¿No crees que todos se están volviendo locos? Con todas las ejecuciones y demás... — Me muerdo el labio inferior.
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12/08/2471 madrugada▼ Terraza▼ Ash
Recuerdo haber visto las notas de los demás tributos y haber tomado nota de los más altos: de los que debo cuidarme desde el inicio. Pero supongo que cometí el error de subestimar al resto, porque no recuerdo tal cual el puntaje de Ash, aunque estoy segura de que es como él dice y no era excesivamente alto. Chasco la lengua ante ello. — Estoy segura de que puedes convertirlo en ventaja, aún puedes sorprender — Ni siquiera sé por qué me nace darle el apoyo moral como lo hago, cuando solo uno de nosotros puede salir, y esa quiero ser yo.
Escucho con atención lo dice, sintiendo cómo mis cejas se alzan cada vez más con sus palabras hasta terminar en una expresión de total sorpresa. Le aplaudo incluso, y río un poco — ¡Vaya! De todas las cosas que pude haber pensado, el que dibujaras eso fue lo último, pero bravo, debiste haberles dado tal impresión que se les cayeron los pelos — No puedo creer que tuviera el valor para eso, yo solo me dediqué a tirar flechas a los blancos.
Su comentario me hace sonreír un poco — Gracias Ash, la verdad es que no sé cómo lo logré, pero creo que un ocho no me deja tan mal, aunque me dan miedo los tributos del uno y el dos, han sido los más altos — ¿Un diez y un once? Es de cuidado — No sé cómo vaya a estar el tema de los patrocinadores, mi mentor poco ha dicho al respecto, pero me gustaría pensar que al menos tengo oportunidades de conseguir algo — Me encojo de hombros, lo que sea por volver a casa con mi hermano mayor.
De nuevo, me sorprendo con sus palabras. No sé cómo podría no agradarme, cuando es claro que a pesar de nuestras diferencias y orígenes, podemos llegar a congeniar así — Yo tampoco lo entiendo, pero es la vida que me tocó vivir por no tener magia, no puedo quejarme, aprendí a lidiar con ello y a sacar lo mejor de una situación de mierda — En gran parte gracias a mi hermano — Ahora que hacer ejercicio nunca fue una de mis soluciones para ser squib — Bromeo, alzando también mis brazos — ¡No sé cómo lo aguantan! —
— Es horrible pensar todo lo que tienen aquí en el Capitolio y cómo lo gastan así, como si no fuera nada — se me escapa un bufido — Yo creo — Volteo a verlo — que siempre estuvieron así de locos, pero ahora creen que tienen excusas para exponer su falta de cordura de esta manera — Aminoff tiene problemas, al igual que los tenía la Niniadis. Definitivamente con Hermann estaríamos mejor — ¿Tienes ya planes para la arena? — Pregunto tras una pausa, apenas pudiendo verlo de repente de reojo — Mi mentor no nos aconsejó mucho, y el chico de mi distrito está tan resignado que apenas y consiguió un uno de puntaje —
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12/08/2471 madrugada▼ Terraza▼ Kaila
Asiento con la cabeza a lo que me comenta Kaila y me alzo de hombros, sin saber qué decirle. Es cierto que ese tres no es la verdadera nota que me merezco por todo lo que he estado practicando durante toda la semana y que tengo muchas cartas escondidas bajo mi manga. — Sí... supongo que los demás tributos sólo me verán como una cara bonita que solo sabe andar en tacones. — Y puede que sea incluso cierto, aunque no sé si se habrán fijado en mi durante los entrenamientos.
No puedo evitar cambiar mi gesto sombrío en una pequeña risa cuando Kaila comienza a aplaudirme por lo hecho en la prueba de los vigilantes. — Creo que a la Jefa de los Vigilantes se le abrió demasiado la mandíbula al ver el dibujo. — Digo aún entre risas. — Al principio estaban un poco confusos, o al menos eso creo, porque el dibujo no estaba siendo muy claro. Pero cuando lo acabé y escribí esa palabra... — Todos se quedaron muy sorprendidos. ¿Es que fui la única persona que les intentó plantar cara? Puede ser. — Bueno, y otra cosa que no te he dicho es que les saqué el dedo corazón con las dos manos, una para ellos y otra para el presidente. — Algo importante que se me había olvidado contarle a la tributo. — Y bueno... también les hice un corte de mangas por desperdiciar mi talento. — No puedo evitar volver a soltar una pequeña carcajada nerviosa por la situación. Ahora pensándolo en frío, puede que me pasase. Pero no es que me arrepienta de lo hecho.
Asiento con lo que dice respecto a los tributos de los primeros distritos. — A mi no me pareció tan raro que tuvieran los puntos más altos. Al final... son el ojito derecho del Capitolio. Igual hubo un poco de favoritismo a la hora de dar los puntos. — ¿Trampas? No sé, pero huele raro que ellos hayan sido de los más altos. Y no es que sea secreto de confesión, porque todo el mundo sabe que los primeros distritos siempre han sido los favoritos de la capital. — Yo creo que vas a tener buenas oportunidades de conseguir patrocinadores. Seguro que los patrocinadores van a empezar a verte con buenos ojos. — No como a mi, por ejemplo. — Si te lo curras en las entrevistas de mañana... puede que tengas muchas posibilidades de conseguir cosas buenas en la arena. — Concluyo, animándola de nuevo. Siento como si Kaila fuese una amiga de toda la vida, como si fuese incluso Holly. Me transmite buenas sensaciones, y por eso me sale ser tan generoso y amable con ella, aunque ambos nos encontremos en una situación de vida o muerte. Literalmente.
— Que aprendieses a lidiarlo habla de lo fuerte que eres, Kaila. Estoy seguro que mucha gente no fue capaz de hacerlo, que se vinieron abajo por sentirse inferiores. Cuando realmente no es así. — Se nota que es una chica luchadora y eso me gusta mucho de ella. Suelto una pequeña risa tras su broma del ejercicio. — Imposible de aguantar. —
Me muerdo el labio inferior cuando comenta todas las cosas que tiene el Capitolio. — Y porque no has estado en fiestas de aquí... Tienen bebidas para vomitar y seguir comiendo. Es horrible. — Y pensar que yo he sido parte de esa gente... no me gusta nada en absoluto. Asiento a lo que dice sobre que siempre han estado locos, yo creo que eso no va a cambiar nunca hasta que todos hayan sido extinguidos. Aunque lo veo bastante imposible. Suspiro cuando habla sobre mi estrategia para los juegos, pero supongo que ella es una persona de confianza con la que puedo contar. — Bueno... digamos que tengo una pequeña alianza con los tributos del siete. He congeniado bastante con ellos durante toda la semana y bueno... no me quejo. Parecen buena gente. — Ambos, en general. Puede que Dianthe no pueda parecer una gran amenaza en un principio, pero es una chica muy inteligente. Y Hyperion tiene la fuerza que necesitamos. — ¿Tú tienes planes? La chica de mi distrito también consiguió esos puntos... —
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12/08/2471 madrugada▼ Terraza▼ Ash
Me encojo de hombros — Si tratamos de verlo lo más positivamente, los demás tributos pueden cometer el error de subestimarte — La verdad, no sé qué tan bueno sea que te vean como un blanco fácil — Como sea, no saben lo que se espera, tú confía — de nuevo, palabras de apoyo moral que no sé de dónde salen, por más brutas que sean. — A mí me hubiera gustado ver tu prueba también, estoy segura de que los dejaste con la boca abierta — comento ahora con una sonrisa cómplice, que se transforma en risa cuando continúa contándome el resto de su prueba — Vaya Ash, que atrevido — lo digo con un retintín. — Para mí, suena a la mejor prueba del mundo, ¡Mucho más original y fuerte que la mía! —
— Favoritismo, eso es claro — Coincido asintiendo y le robo de vuelta el helado con una sonrisa más confiada, en lo que me meto a la boca una cucharada de la mezcla chocolatosa. — Yo creo que — hablo aún con helado en la boca — que los tributos de los distritos altos van a aliarse, es claro, creen que son intocables y que nosotros somos sus presas — la verdad es que no los conozco, no he hablado con ellos, pero no hace falta ser un genio para hacerse a la idea de cómo verán las personas de los distritos mejores acomodados, a los que vienen de un ambiente mucho más humilde como Ash, y bueno, ni se diga de mí. — La verdad es que no me entusiasman las entrevistas, pero sí, espero poder obtener algo, quizá con un poco de ayuda alguien decida que valgo la pena — el solo sabor que me deja ese comentario en la boca es suficiente para que baje el bote de helado y lo deje entre los dos.
Murmuro un agradecimiento ante lo que dice, pero no ahondo más en el tema. — Definitivamente odio este sitio, están todos locos — lo siguiente que dice se roba de mí una mirada interesada — ¿Los del siete? No he hablado con ellos — creo que no he hablado con casi nadie, no vi mucho caso — Yo... — mi tono se vuelve inseguro — No tengo planes, mi mentor es un imbécil que está aquí por la comida gratis, pero no tiene muchos consejos, el chico de mi distrito ni siquiera tiene ganas de hacer algo para tener posibilidades de salir — suspiro — Pero hey, aún es temprano para conseguir alianzas, ¿No? — Me doy cuenta de que me pinto como un blanco de lo más sencillo hasta el final, revelando que estoy sola, por lo que trato de corregirme de inmediato.
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12/08/2471 madrugada▼ Terraza▼ Kaila
Asiento con la cabeza y me alzo de hombros cuando Kaila intenta consolarme, diciéndome que puede que los demás no me vean como un fuerte contrincante. Puede que de esa manera pueda sobrevivir más tiempo en la arena sin que nadie me tenga como objetivo... — Puede ser... — O puede que no, pero tampoco quiero ponerme muy pesimista. No puedo evitar sonreír cuando Kaila menciona el querer haber estado en mi prueba. — Parece ser que los vigilantes no han tenido muy en cuenta la valentía y la originalidad a la hora de dar los puntos. — Digo con una pequeña carcajada, intentando quitarle peso al asunto de haber sacado un tres.
No puedo evitar sorprenderme y a la vez horrorizarme ante la idea de los tributos de los distritos más altos, los que son el ojito derecho del Capitolio, se alíen entre ellos. — ¿Crees de verdad que pasará algo así? — El verla meterse la cucharada de helado me ha abierto el apetito aún más, por lo que cojo la cuchara y la meto en mi boca. — Serían imposibles de abatir. Son como armarios de grandes, han tenido muy buena comida toda su vida. Es injusto. — Me cruzo de brazos, medio enfadado por no verme con posibilidades de sobrevivir. Aunque es cierto que yo he tenido comida toda mi vida y que de eso no puedo tener queja. — Tendríamos que unirnos y hacer el equipo más fuerte de todos. — Suelto como si nada.
— A mi me ilusiona un poco que la presentadora vaya a ser Zirconia Chrysalis. Bueno, siempre la he admirado, pero nunca me quería haber visto en esta situación a la hora de conocerla... Bueno, yo y seguramente nadie. — Mi verdadera ilusión era poder compartir escenario con ella y poder bailar y hacer un lipsync de alguna de sus canciones para ver lo mucho que le gustaba. Pero parece que mis sueños no van a ser cumplidos jamás. — Tenemos que mostrar nuestras mejores sonrisas, ser unos falsos delante de las cámaras e intentar complacer a los patrocinadores. Son ellos los que nos pueden ayudar a sobrevivir en la arena. — Y es cierto. — A ver, vamos a practicar. Sonríe. — Le digo con una sonrisa muy exagerada en mi rostro.
No me extraña que Kaila no haya hablado nunca con los del siete... son muy... para ellos, la verdad. — Bueno, son un poco tímidos... sobre todo la chica, Dianthe. Pero es un encanto y se le dan muy bien los cuchillos. — ¿Estoy intentando vender mi alianza a Kaila? Hago una pequeña mueca de pena cuando menciona que su mentor no está muy por la labor, al igual que su compañero de distrito. — Bueno, siempre... siempre puedes juntarte a alguien con quien sientas que tienes confianza. Dentro de lo que cabe... — No sé cómo decirle a Kaila que puede unirse a nuestra alianza si le da la gana, pero tampoco quiero meterla en un compromiso por ofrecérselo.
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12/08/2471 madrugada▼ Terraza▼ Ash
Me río con el comentario de la originalidad, pero asiento. Me hubiera gustado ser más original, más audaz a la hora de hacer mi prueba, pero me fui por el camino fácil, les di el show que querían ver y no una declaración política. Todo para regresar con Arty a casa. Siempre ha sido para regresar a casa.
Con el tema de los chicos de los distritos de arriba... — Creo que es posible que se conozcan ya algunos, por la escuela, pero no necesariamente tendrían que unirse, puede que vayan en solitario, ¿No? — Desde mi perspectiva, no es difícil anticipar lo que alguien desesperado por sobrevivir puede hacer, solía verlo a diario en el norte: La ley de los más fuertes. — Quizá deberíamos — Lo miro con interés y le sonrío. Unirse con alguien, no ir sola, aprovechar todo ello para no morir, al menos no sin dar una lucha... No suena tan mal.
— No tengo idea de quién es — Le respondo con respecto a la comentadora. Es la verdad, no es como que tenga TV en casa, o que me importen las noticias del Capitolio, a decir verdad, solo las que involucraban algo de nuestro interés para el grupo de Hermann. — Ugh, es horrible no poder ser uno incluso cuando ya se nos ha sentenciado a muerte — Es como si nos quitaran todo, en mi caso, me han quitado más de lo que ya no tenía, me quitaron de hecho, lo único que tenía, mi familia. — A ver... — Le digo divertida haciendo una mueca en lugar de una sonrisa.
Asiento con lo que dice de la chica del siete. Su siguiente comentario me hace pensar en Mindy, si confío en alguien aquí es en la chica que solía ir a mi casa, la que me pintó las uñas, con la que robé hace semanas en el Capitolio. Pero no he hablado con ella, no le he dicho nada. Extiendo mi mano en su dirección — ¿Aliados? —
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12/08/2471 madrugada▼ Terraza▼ Kaila
Me alzo de hombros cuando me comenta Kaila que puede que vayan cada uno por su cuenta. — ¿Tu crees? Han sido los que más altos se han posicionado entre todos. Como no quieran eliminarse unos a otros... seguro que se acaban juntando. — Que realmente es una hipótesis, que luego todo se verá en la arena. De todas formas, no suelo equivocarme en estas cosas, supongo que el sexto sentido que suelen tener las mujeres lo tengo mucho más desarrollado que otros hombres. — Pero todo se verá en su momento. — Añado.
Otra cosa que me asusta mucho es la arena, con lo que nos vamos a encontrar cuando lleguemos allí. ¿Qué es lo que tendrán preparados los vigilantes para nosotros? Según Jolene tienen mutaciones que seguramente suelten en algún momento de los juegos para divertirse y entretenerse. Menudos sádicos. — Yo es que solía escuchar mucho sus canciones cuando vivía en el Capitolio. — Intento cambiar de tema en mi propia cabeza, para no agobiarme con esas cosas ahora, supongo que ya tendré tiempo para hacerlo en su respectivo momento. Asiento y meto hacia adentro un poco mis labios. — Es muy triste, sí. Me encantaría gritarles lo psicópatas que son todos, pero tenemos que caer bien. —.
Su propuesta me sorprende mucho y abro los ojos de par en par. — ¿Estás segura? — Yo la verdad es que lo estoy. Desde el primer momento fue una chica que me transmitió muy buenas vibras, aunque siempre puede estar engañándome y luego en la arena traicionarme. Pero no creo que sea de ese tipo de personas. Extiendo mi brazo y estrecho su palma de la mano con fuerza, agitando ambas de arriba hacia abajo, levemente. — Aliados. — Confirmo. Creo que va a ser una decisión muy buena.
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