Cuando Holly regresó a la vida, muchas cosas fueron confusas. Tenía dieciséis años, ella y su hermano menor habían sido despedazados por un par de licántropos y se encontró sola en un mundo que no acababa de comprender y, por sobre todas las cosas, se vio a sí misma transformada en una veela.

Se conocieron cuando ella aún trataba de descubrirse a sí misma y tú no pudiste evitar ayudarla. Holly sabía que te acercaste a ella porque tu naturaleza no podía evitar rendirse ante la suya y fue claro que se abusó de ello para poder tener un techo bajo el cual esconderse. La alimentaste, la abrigaste y conseguiste que no muriera de inanición. A cambio, ella se metió en tu cama, limpió toda la mierda que dejabas atrás y no se quejó nunca de ser solo un mueble, porque tenía en claro que en el norte las cosas eran crudas y era mejor estar allí que en un burdel, como muchas otras veelas que necesitaban ganarse el pan.

Holly sabía que no eras una persona limpia, pero pocos que se mueren de hambre lo son. Escuchó más de uno de tus negocios ilegales y se calló la boca. Hasta que cierto día y tras una fuerte discusión, ella te robó unos cuantos galeones que tenías escondidos y se marchó al sur, allí donde tomó la nueva oportunidad que el gobierno de Aminoff le estaba dando a las mujeres como ella. Desde ese entonces no han vuelto a verse, pero tienes miedo de que alguna vez abra la boca… Y que jamás te devuelva todo lo que te debe.