TEMAS
La planta es una excusa.
Hay quienes hornean galletas, pero las mías se parecen a guijarros quemados. Hay quienes van con un chisme, no es que haya muchos por aquí. Así que mi excusa para una visita es llevar una planta, de las que abundan en el invernadero viejo que fue de mi abuela materna, cosa que me alegra la vista porque la casa estaba deteriorada cuando la tomé como hogar al conseguir el distrito nueve como territorio de la resistencia rebelde, y así de paso, puedo decir que al recuperar el que fue el hogar de mi madre en su infancia, sigo conectada a ella y a mi abuela que se encargó de cuidarlo. Pero las paredes, por familiares que sean, por impregnadas que estén de recuerdos de otros tiempos, no dan el mismo calor que una familia.
Desde que me fui del Capitolio no eché de menos la casa que compartí con mi familia, fue la independencia necesaria para replantearme las relaciones que había puesto como prioridad en mi vida y poner la distancia que requería para poder entenderme a mí, por mí misma, sin que me definiera quien era para los demás o qué esperaba de ellos. Mudarme con Mimi fue de las mejores decisiones que pude haber tomado en la vida, en este año que pasó todo lo que crecí con ella no puedo medirlo, supongo que son etapas y estoy en esa en la que los amigos son los pilares en los que me apoyo. Tener de mentoras a Alice y Arianne en estos meses al trabajar, también me aportaron mucho para madurar y entender qué quiero hacer. Pero lo más extraordinario, sin dudas, es todo lo que he vivido con Ken, porque no es algo que se pueda decir que todos pasamos, etapas necesarias de la vida, es algo que nos pasó a nosotros.
Y ahora que regresar a la escuela me hace sentir como volver a una vieja normalidad, no creo estar volviendo a esa rutina siendo la misma persona que fui al abandonar la carrera de leyes. —¿Qué dice Jared de la escuela? ¿Está emocionado por ir?— le pregunto a Sophia mientras le ayudo a preparar dos tazas de café para tener algo que beber mientras pasamos el rato, la planta en su maceta está sobre la mesa. Es un malvón, lo busqué en internet, como el cuento de la niña que sacaba a pasear su malvón en un carrito con ruedas y un día se encuentra con un hipogrifo en la vereda. Miro las paredes de la cocina de Sophia, a esto me refería, las paredes de las casas donde viven familias tienen una calidez distinta y a veces, en todo lo largo y confuso que es volverse adulto, una echa de menos un poco de esa calidez. —¿Te gusta vivir aquí, Soph? En el distrito nueve, quiero decir— aclaro. Vierto un poco de agua caliente sobre la mezcla de café para llenar la taza. —¿Extrañas el distrito catorce?— pregunto, es de las preguntas que todavía no me animo a hacer a Ken y a otras personas luego de que llevamos meses viviendo aquí, no son respuestas fáciles de dar.

— Ah... Jared. ¿Honestamente? No tengo idea, siempre hace de las suyas pero no le queda de otra, nos vamos juntos a la escuela. — La verdad es que he estado algo irritada con Jared. Ha pasado un mes desde el ataque al distrito pero aún no olvido olvido lo que sentí al despertar y no verlo. La impotencia de no poder llegar a él cuando las cosas estaban peor. ¿Por qué no puede hacerme caso? ¿Tanto terreno perdí todo el tiempo que estuvimos separados? No tengo idea, pero sí sé que las cosas no son como antes y que tengo que aprender a lidiar con esto. — Es prácticamente un adolescente ya, una época complicada, un día le gusta una cosa y al otro... Boom, ya no. Antes era tan sencillo y podía abrazarlo todo el tiempo, era mi bebé, y ahora... Diablos, lo siento Syv, creo que me desahogué de más. — Le digo algo apenada pero consiguiendo sonreír.
— Gracias. — Señalo las tazas y me dirijo a la alacena para tomar unos bizcochos que coloco en la mesa junto con un par de platos. A su vez, tomo el azúcar, la miel y un poco de leche y las pongo en el centro. Soy fan de tomar el café solo, pero no descarto la opción del endulzante ni la leche, y no sé si mi visita tampoco. — Me gusta estar con mi familia. — Respondo automáticamente y sonrío un poco. — Este distrito no está mal, tenemos muchas cosas más que antes, Jared puede tener una mejor vida, conocer más gente. — Seguimos teniendo miedo pero no es lo mismo. Me siento frente a Syv y tomo una de las tazas soplándola un poco, sin beber aún, acción que detengo con su siguiente pregunta. No me la esperaba. —Sí claro, lo extraño muchísimo. — Mi cara refleja nostalgia, y mi agarre sobre la taza se relaja. — Vivíamos escondidos y con miedo, sufrimos mucho pero... Fue un hogar por muchos años. Aunque más que extrañar el lugar, extraño a la gente que había en el. Muchas personas que no alcanzaste a conocer como la mamá de Cale y Ava, mi padre, la mamá de Beverly, e incluso Echo, el padre adoptivo de Ken. — Todos ellos eran parte de la familia. — Viví un tiempo con él, con Echo. Mi padre desapareció en una excursión y Echo decidió que era mejor quedarme un tiempo con él, hasta que regresó papá. — Le sonrío ahora sí bebiendo apenas un poco de café. — ¿Hay algo que quieras saber al respecto? — Pregunto, más por curiosidad que por otra cosa y la invito a tomar un bizcocho.


Tiro de una de las sillas para sentarme a la mesa con mi taza atrapada entre mis manos, dándole calor a mis palmas. El despliegue de bizcochos, miel, leche causa un cosquilleo en mi nariz por ese olor a merienda que es más una emoción, que algo que esté afectando a mis sentidos. Pruebo la temperatura del café al acercarlo a mis labios y en la manera que tiene de relatar lo que echa de menos en el distrito catorce, me da una confianza distinta a la que suelo tener con otros supervivientes a ese incendio como para seguir preguntando al respecto. Ella misma me invita a hacerlo, a lo que mis cejas responden disparándose hacia el nacimiento de cabello y me veo claramente sorprendida por su pregunta franca. —Sí, la verdad es que me gustaría saber de ellos, de tu padre, de Echo que fue el padre de Ken, de la mamá de Ava y Cale… quisiera poder escuchar de ellos por fuera de todo lo que ya me ha contado Ken, fueron su familia, con la que creció, quiero decir… todos ustedes fueron su familia, aunque algunos ya no estén, me gustaría poder conocerlos a todos— interrumpo mis balbuceos con otra sonrisa que le pide disculpas por la curiosidad invasiva en sus recuerdos. —¿Cómo conociste a Seth?— pregunto, —¿cómo terminaste casada con un Niniadis?— ni siquiera escondo mi tono sorprendido, —¿se conocían antes de llegar al catorce? ¿se conocieron ahí?

Mi voz toma un descanso cuando Syv empieza a hablar acerca de mi viejo hogar, y tomo este breve momento para darle un sorbo a mi café. El sabor se impregna en mis papilas al instante y me hace querer buscar el azúcar del bizcocho, al que muerdo antes de contestarle. — Bueno si quieres saber de ellos puedo decirte que todos fueron estrictos, era difícil meter orden a un grupo de adolescentes y Echo siempre nos obligaba a entrenar. Pero siempre hicieron lo mejor que pudieron. Arleth era nuestra líder, y mi padre... Siempre fue suave, demasiado protector, murió en el bombardeo. — Las nostalgia me inunda mientras le cuento acerca de mi familia, pero esta se marcha cuando pregunta por Seth y entonces sonrío. — Oh sí, nos conocimos antes. Fue él quien me alertó para escapar cuando la situación se invirtió. — Aún recuerdo esa llamada telefónica, aquella que salvó mi vida. — Ben me lo presentó cuando tenía como 14 años. — Vuelvo a darle un trago a mi café. — Y después de un tiempo, ya en el 14, salimos. Muchos altibajos, pero logramos superarlos. — Es una forma de decirlo, supongo. Relajo mi mirada y volteo a verla con una curiosidad pícara. — ¿Qué tal todo con Kendrick? —


¿Está mal que me asombre al escucharle decir que los líderes del 14 eran estrictos? No sé, no llegó a pensar en nuestros actuales líderes con esa palabra, claro que tienen carácter y se muestran firmes en sus posturas, pero todos tienen un lado amable que no lo cubren del todo cuando fruncen el año, sigue estando ahí, lo reservan para los más cercanos y eso hemos llegado a ser entre varios. Las circunstancias, las luchas, nos han ido acercando. Nadie ignora la vena combativa del otro, y sin embargo, podemos decir que en privado se percibe una cierta calidez emanando de cada uno, yo al menos puedo decir que lo he visto. —¿Desde los catorce?— en eso tampoco llego a ocultar mi sorpresa. —Sí, se nota que los han superado, es… es increíble que dos personas puedan seguir contando la una a la otra luego de tanto— demasiado, estamos hablando de un distrito incendiado, de vagar por el norte, de las desapariciones, de reencontrarse aquí, de tener un hijo. Ninguna de las cosas que alguien proyectaría cuando decide estar con otra y se van sucediendo, simplemente suceden, siguen juntos.
Su pregunta hace que detenga el sorbo de café por el cual tengo la taza en los labios, la apoyo con cuidado sobre la mesa. —Bien— esa es la verdad, así de sencilla. —Llevamos un año, estamos bien, nos gustaría seguir así— me río al decirlo porque es lo que cualquiera querría, ¿no? Pero ella es madre, así que puedo hablarle como lo haría con una. No, quizás no, precisamente mi madre. Sí una charla con una madre. —Tenemos un par de años de diferencia, ¿sabías?— pregunto. —Solíamos hablarlo con Ken cuando éramos amigos, por su edad no se veía tomándose en serio algo como esto, quizás por mi edad yo sí quería que fuera así, y hemos pasado por tanto juntos, que a veces simplemente olvido el tema de la edad. Lo recuerdo cuando nos planteamos cosas a futuro, si reconozco para mí que aún me falta tanto por pasar, para él también y más… o no, tal vez sí vamos en sincronía y las edades no sean algo determinante. A lo que voy es que hemos hablado del futuro y nunca estoy del todo segura que podamos abarcarlo con nuestras manos, me gustaría, lo que no sé es si podremos— no le he dicho nada concreto, pero aquí va, necesito una opinión de madre sobre esto. —Hablamos de vivir juntos más adelante, no ahora. Hemos pasado por tanto juntos que, aun tratando de no echarnos prisa con nada, lo siento como un montón de cosas pasando y estoy a gusto con que pasen, ¿es mucho para la edad que tenemos?

Doy un sorbo a mi café, que al ser más largo que el último provoca que me queme un poco la lengua. Con una mueca pongo la taza donde estaba pero recupero mi sonrisa con su pregunta. — Sí, nos conocimos hace mucho, empezamos a salir más tarde y ahora estamos aquí. — Me encojo de hombros. — No ha sido fácil pero no me arrepiento de nada. — Pasamos por muchas cosas juntos, muchos obstáculos, pero los hemos superado todos juntos, y espero que podamos seguir así. No lo imagino de otra forma.
Sonrío de nuevo cuando empieza a contarme sobre su relación con Kendrick y la escucho con atención, dándole un par de mordidas al bizcocho, hasta que apenas queda un pedacito para el café. — ¿Cuántos años se llevan? — Pregunto con curiosidad. Sé que Synnove es más grande pero no sé por cuánto, nunca le he preguntado su edad. Opto por beber café, esta vez con más cuidado, mientras Syv habla. Puedo notar en su tono algo, como si quisiera expresar más. Así que cuando termina de formular su pregunta bajo la taza de café y me quedo pensando unos segundos antes de responder. — Ken fue un chico que tuvo que crecer a prisa por todo lo que ha sucedido. — Le digo con cierta tristeza. Es algo que todos sabemos pero siempre olvidamos. — Son jóvenes, Seth y yo lo éramos cuando nos casamos. — Enseguida me río. — No te estoy diciendo que se casen ni nada. Pero no creo que sea algo extraño o malo que pienses así. Se han visto involucrados en cosas que gente de su edad no debería, eso cambia la perspectiva que uno tiene. — Acerco mi mano hacia la de ella y dudo un poco sobre mi siguiente gesto, pero igual lo hago, coloco mi mano sobre la suya. — No creo que la edad importe mucho Syv, y tampoco que sientas que pasan por tanto y quieras seguir con ello, es normal, seguramente todo va a estar bien. Llegaron a este punto por algo, ¿No? —


»Jared siempre tuvo gente que cuidó con él, pero no es extraño que haya desarrollada una independencia distinta a la de otros chicos de su edad, por… no haber tenido a sus padres con él durante un tiempo. ¡Y no está mal! Esa independencia le vendrá a bien a futuro, pero las charlas, muchas charlas, pueden ser las que necesite ahora para entender hasta qué punto está bien ser independiente y donde se vuelve peligroso…—. Recuerdo cuando mi hermano menor se escapó de la casa, estuvo fuera casi un mes, ese hecho nos afectó a todos de distintas maneras y lo que me enseñó a mí no es algo que pueda trasladar a este caso, así que para comparar me quedo con la preocupación que esos días se vivió entre paredes. Por lo que he podido conocer de Jared… le esperan muchos dolores de cabeza a Seth y Soph, así que me alegra saber que ya han superado otros altibajos, criar a un hijo que se está introduciendo en la adolescencia es solo parte de la vida, supongo.
Uso mis dedos para hacer cuentas, que entre las leyes y el arte, un poco de medicina, los números siguen sin ser mi fuerte cuando trato de calcular con la mayor precisión que puedo, cuantos meses nos llevamos con Ken. —Tres años, casi cuatro— contesto al final, curvo mis cejas a la espera de su reacción sorprendida por ese número que puesto así, como muchas cosas de las que pasaron, cuando las sacas de contexto asombran un poco. Cuando se entrecruzan en un lío de circunstancias, juro que todo parece estar en el lugar que debe ser, que hemos seguido un cierto orden que responde a nosotros. Muestro la tranquilidad que me transmite con sus palabras al suavizar mi sonrisa, mis manos se enredan con las suyas en un apretón fuerte y necesario en el que busco apoyo. —Echo mucho de menos a mis padres y supongo que muchos de los chicos también, pero en ocasiones ocurren cosas que nada tienen que ver con las luchas y la política, sino esas cosas simples… que te hace querer hablar con ellos, aunque dudo que con mi madre pudiéramos estar de acuerdo en esto y ella volvería a repetirme a Ken es un problema para mí, en cambio mi padre sería más comprensivo, él creyó en Ken en primer lugar…— saco toda mi nostalgia en un suspiro, —y a veces no sé si echamos de menos a las personas, si quizás ninguna de esas conversaciones acabarían bien, lo que extrañamos es una idea, un sentimiento, lo que nos gustaría que fuera real…— murmuro. Levanto mis ojos al techo para que al bajarlos, sea otra mi mirada y pueda cambiar el tema. —¿Te gustaría tener más hijos, Soph? Ya que Jared está creciendo…

Suelto un "Ohhhh" cuando me dice el tiempo que se lleva con Ken. — Yo pienso que mientras más grandes sean ambos se nota menos la diferencia de edades. — A menos que hablemos de 20 años de diferencia, claro. — Si ahora lo sienten estoy segura que dentro de nada van a ignorar este hecho. — Le comento a modo de tranquilizarla, llevándome de nuevo la taza a los labios. Cuatro años no es tanto, aunque Kendrick tampoco es demasiado grande... Como sea, sé que Syv es alguien responsable.
Acaricio el dorso de su mano con mi pulgar y le sonrío levemente. — ¿Tus padres dónde están? — Pregunto con un tono suave esperando no haber metido la pata con esto. Sé lo que es echar de menos a un familiar. — Oh te entiendo bien Syv, a mí igual me gustaría decirle muchas cosas a mi papá, escuchar las palabras que sólo él diría, o que yo pienso que diría. — Mi sonrisa se torna nostálgica. — Llegar hasta este distrito y mantenerse en él representa un sacrificio enorme. — Separo mis manos de las de ella y la observo sin moverme hasta que regresa su mirada a mis ojos, cambiando radicalmente el tema. No puedo evitar soltar una risa nerviosa. — Bueno, siempre he querido tener una niña... — Murmuro dejándome llevar por la idea. La verdad es que no he tocado este tema con Seth, no creo que ninguno esté pensando en más hijos por el momento... ¿O sí? — Pero estamos en una mala situación política, y yo soy humana. — Termino por sentenciar. Si algo llegara a pasarle a este bebé que me he creado en la cabeza no podría perdonármelo.


No sé cuánto faltara para entonces, si entonces tendré una edad para preguntarme si seré capaz de asumir una responsabilidad como esa, en cuanto a edades, mi preocupación más inmediata es la de que coincidamos con Ken en este tiempo que estamos transitando y con todos los cambios que, sacando los que tienen que ver con lo político y bélico, tienen relación con nosotros, en nuestros rasgos más personales, íntimos, sobre las personas que esperamos ser en el futuro. Suelto una risa corta cuando ella me asegura que pronto esa diferencia que hoy traigo a colación, será tan ignorada como lo suele ser cada vez que estamos juntos. —Están fuera de Neopanem, huyeron…— comento, tengo mis labios entreabiertos para continuar, pero no tengo mucho más que decir que pueda servir como relato de hechos, mis propios sentimientos al respecto los guarde dentro, sin hablarlo con casi nadie. Es lo que suele hacerse con lo irreversible, estamparse una sonrisa en la cara, decir que se está bien y continuar, hace tiempo que no hago más que continuar, poner un pie detrás del otro, ver a donde me lleva todo esto. —Mi padre estaba enfermo, huyeron para ir hacia el país del que vino, esperan encontrar ayuda allá y quizás… quizás vuelvan algún día— digo, aunque algo por dentro me dice que eso no sucederá, tocará que sea yo quien vaya un día a verlos, algún día.
Mi sonrisa se hace más dulce cuando me habla de su deseo de una niña, y se vuelve un pinchazo en el corazón al mencionar las razones por las cuales no es una buena idea tener un segundo hijo. —También eres joven, el mundo está cambiando, así que quizás también lo haga la situación política— me arriesgo a decir, —y a Jared le toque cambiar pañales cuando esté terminando la adolescencia— me encojo de hombros al dejarlo como una posibilidad. —De tanto hablar con las personas de este distrito me he dado cuenta de algo: hay quienes hablan de sus planes a futuro y otros que no. Muchos me han dicho que hay que vivir el momento presente, abrazarlo así como es. Pero a mí me parece sano pensar a futuro, quiere decir que uno se ve en este, que hay esperanza, que se desea cosas buenas. Si se cumplen o no nunca dependerá enteramente de nosotros, pero no creo que sea algo a renunciar, es bueno soñar y plantearnos un «yo espero…» que nos haga mirar por la ventana al levantarnos cada día, con ojos distintos hacia el mundo.

Aprieto un poco mis labios al mismo tiempo que ella habla sobre sus padres. Sabía que estaba metiendo la pata al preguntarle al respecto... Suelto un suspiro y ladeo la boca sin saber muy bien que decir. Siempre resulta doloroso hablar de aquellos a quienes perdimos. En el 14 perdí a mucha gente, la lista es larga, pero saber que estaban muertos, sin tener la duda de si seguían vagando por ahí me permitió poder procesarlo y que mis emociones tuvieran un cierre. SIn embargo, puedo imaginarme lo que ha de sentir. — Quizás sí. — Le digo aunque en mi tono no va impreso ningún sentimiento de esperanza, cosa que me hace aclarar mi garganta para añadir algo más. — Cuando llevábamos poco tiempo en el 14 mi padre desapareció un día en una expedición, junto con otras personas. — Comienzo la historia mientras juego con mis pulgares. — Eventualmente encontró su camino de vuelta hacia mí. Ben pasó por algo similar, y ahora de nuevo... Sigo esperando a que vuelva. — No sé qué pretendo con esto, sólo no quiero que se sienta mal ni que esté sola dentro de ese hueco negro que se puede formar, aunque sé muy bien que no puedo evitarle el sufrimiento.
Sonrío sintiéndome satisfecha de mí misma cuando Synnove dice que estoy joven. Por supuesto que lo estoy. — No sé qué tanto le agradaría la idea a Jared, aunque puedo imaginármelo como hermano mayor. — La risa se cuela por mis labios con esa imagen mental, simplemente adorable. La escucho con calma mientras habla, bebiendo hasta la última de gota de café que queda en mi vaso y cuando acaba asiento con la cabeza. — Me gusta hablar de planes a futuro, pero a veces siento que podría generarme expectativas y luego acabar con el corazón roto, así que soy precavida. — Le contesto con honestidad. — Por otro lado tengo ya una familia, Seth y Jared son lo más importante para mí, y por ellos es que debo ser más fuerte que eso y permitirme hacer lo que tú dices, tengo que visualizar nuestros días juntos en el futuro. — Tal vez sea un futuro que incluya incluso a una bebé. — No lo sé Syv, es difícil, pero eres aún más joven que yo, permítete hacer planes a futuro con Ken. — Me levanto de la silla. — ¿Quieres más café? —


Está en lo cierto cuando dice que esperar cosas que nunca se darán, puede llevarnos a andar por la vida con un corazón roto. —Pero al corazón hay que cargarlo de cosas buenas que deseamos, dejar espacio puede dar lugar a que recuerdos tristes y sentimientos amargos se instalen allí. Está bien desear cosas buenas…— murmuro, como si estuviera leyéndolo de las páginas de un cuento escrito para niños, cuando la mayoría de quienes viven en este distrito viven como adultos con infancias lastimadas por este conflicto que es anterior a mi propio nacimiento, y pocos darían importancia a palabras como las mías, más sano y más sabio es lo que propone Soph, ser precavidos para que no se nos rompa en el corazón. Así que le sonrío cuando su determinación es buena, se abraza a lo que tiene y me propone hacer lo mismo con Ken, lo que me hace mirarla con cariño. Asiento cuando me ofrece un poco más de café, aunque creo que todo lo que se tenía que decir ya está dicho, se me hace pronto para despedirme porque todavía no quiero irme. Es demorar solo cinco minutos más el salir afuera y abandonar el calor de una casa para volver a ser una chica grande, pero son cinco minutos necesarios, que de vez en cuando nos merecemos.

|
|