VERANO de 247521 de Junio — 20 de Septiembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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— El que acabe de salir de la academia de aurores no quiere decir que no deba entrenar, ¿Sí? Ya pasaré tiempo con ustedes... Luego. — Primera nota del día: Apurarme en conseguir un departamento. Mis padres llevan días molestando acerca del poco tiempo que paso en la casa y cómo debí haber elegido otra profesión. Tonterías. Aunque es cierto que no paso mucho tiempo con ellos, situación que viene dándose desde hace muchos años, eso no es lo que les molesta, lo que les molesta es que sea auror. Por Emile no deben preocuparse, ya que él eligió ser medimago, y mi tonta hermana menor seguro elegirá algo que los haga sentirse orgullosos. En fin, soy mayor de edad desde hace años pero nunca había tenido el suficiente dinero para irme, que si bien mi familia tiene bastante, jamás permitirían que nos saliéramos de casa si no lo pagábamos nosotros. Así que llevo meses ahorrando todo lo que puedo con Emile para que podamos mudarnos a nuestro propio departamento. No puedo esperar.
Doy un portazo a la puerta al salir antes de dirigirme al traslador que me lleva de inmediato a la Base de Seguridad. He llegado un poco más temprano de lo usual porque me apetecía dar un poco de golpes al saco. Así que es lo que hago después de guardar mis cosas y acomodarme la varita en un lugar seguro, que lo que menos quiero es que vaya a romperse. Paso varios minutos en silencio, aún no hay nadie aunque se oye un murmuro fuera, seguramente guardias conversando. Mis golpes se sincronizan con mis pensamientos mientras descargo la frustración en el saco de box, de alguna forma resulta relajante.
Pero no dura mucho, pues todo lo que hay en mi cabeza es interrumpido con el sonido de pasos acercándose. Dejo de golpear el saco de box y volteo justo al momento que entra otro de mis compañeros aurores. Sonrío. — Buenos días, Percy. — Uno de los amigos de mi hermano mayor con el que ahora comparto oficio. — ¿También te caíste de la cama hoy? — Porque no todos llegan temprano siempre. Al menos sé que yo no lo hago. — ¿Quieres golpear el saco un rato? Es bueno para el estrés, casi olvido que tengo que acelerar mi mudanza antes de matarme. — Hay más verdad que mentira en mi intento de broma. Y creo que se nota porque no puedo evitar poner los ojos en blanco y soltar un suspiro que declara mi cansancio.
Doy un portazo a la puerta al salir antes de dirigirme al traslador que me lleva de inmediato a la Base de Seguridad. He llegado un poco más temprano de lo usual porque me apetecía dar un poco de golpes al saco. Así que es lo que hago después de guardar mis cosas y acomodarme la varita en un lugar seguro, que lo que menos quiero es que vaya a romperse. Paso varios minutos en silencio, aún no hay nadie aunque se oye un murmuro fuera, seguramente guardias conversando. Mis golpes se sincronizan con mis pensamientos mientras descargo la frustración en el saco de box, de alguna forma resulta relajante.
Pero no dura mucho, pues todo lo que hay en mi cabeza es interrumpido con el sonido de pasos acercándose. Dejo de golpear el saco de box y volteo justo al momento que entra otro de mis compañeros aurores. Sonrío. — Buenos días, Percy. — Uno de los amigos de mi hermano mayor con el que ahora comparto oficio. — ¿También te caíste de la cama hoy? — Porque no todos llegan temprano siempre. Al menos sé que yo no lo hago. — ¿Quieres golpear el saco un rato? Es bueno para el estrés, casi olvido que tengo que acelerar mi mudanza antes de matarme. — Hay más verdad que mentira en mi intento de broma. Y creo que se nota porque no puedo evitar poner los ojos en blanco y soltar un suspiro que declara mi cansancio.
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He decidido ignorar el celular desde que puse un pie fuera de la cama, porque he visto los mensajes sin responder de mi madre tratando de comunicarse conmigo a causa de no sé qué tontería sobre el escándalo de la vecina de enfrente, que aparentemente encontraron enrollándose con su esclavo; ya saben, la clase de drama que vende para las noticias y genera cotilleo en el barrio. Si la historia es real, todos sabemos el resultado y no sé muy bien qué es lo que se supone que les sorprende, cuando la ley ha sido bastante estricta durante años con respecto a los magos que tienen la mala decisión de meterse con los muggles. Si por cinco segundos de calentura piensan tirar abajo una lucha que a otros les costó una eternidad… allá ellos.
Para cuando llego a la zona de entrenamientos de la base, aún tengo el vaso del café más fuerte de Spellbucks y la expresión en mi rostro indica que no estoy de los mejores humores. No me gusta el verano por el simple hecho de que el calor se me pega a la piel, hay mosquitos en todas partes y ni siquiera el aire acondicionado de los lugares centrados me hace sentir que estoy respirando de manera limpia. Al menos me permiten el disfrutar una bebida caliente que me despierta y no me derrite; estoy bebiendo las últimas gotas cuando me percato del cabello colorado que se sacude en la soledad de la habitación. Me detengo a tan solo unos pocos metros con una sonrisa ladeada, sacudo la cabeza y dejo el bolso deportivo que venía cargando sobre una de las bancas — Todos los días, Rae — le aseguro — ¿Tú sí? — estoy acostumbrado a mi presencia temprano en este lugar, pero no a la del todo el mundo. Hay novatos que gustan de lamer botas y fingir que viven aquí dentro, pero ese es otro tema. Sé que Raven no es como ellos.
Tras un último veloz trago, dejo el vaso junto a mis pertenencias y me limpio la boca con el dorso de la mano. Le echo un vistazo en lo que voy preparando mis manos para el saco, colocando la venda de entrenamiento. Tendremos varitas, pero está claro que la agilidad física siempre debe ser consideraba al momento de enfrentarnos en batalla — ¿Tus padres otra vez? — busco aventurar con una vaga sonrisa. Jalo de una de las vendas para asegurarme que tiene un buen agarro y paso a colocarme los guantes — Intenta no darles el gusto, la paciencia es una de las mejores virtudes que uno puede aprender de progenitores insoportables — me acerco con paso cansino, dispuesto a iniciar con algunos pocos golpes, que aún me encuentro frío — ¿Tienes siquiera una fecha o aún no te atreves a dar el paso?
Para cuando llego a la zona de entrenamientos de la base, aún tengo el vaso del café más fuerte de Spellbucks y la expresión en mi rostro indica que no estoy de los mejores humores. No me gusta el verano por el simple hecho de que el calor se me pega a la piel, hay mosquitos en todas partes y ni siquiera el aire acondicionado de los lugares centrados me hace sentir que estoy respirando de manera limpia. Al menos me permiten el disfrutar una bebida caliente que me despierta y no me derrite; estoy bebiendo las últimas gotas cuando me percato del cabello colorado que se sacude en la soledad de la habitación. Me detengo a tan solo unos pocos metros con una sonrisa ladeada, sacudo la cabeza y dejo el bolso deportivo que venía cargando sobre una de las bancas — Todos los días, Rae — le aseguro — ¿Tú sí? — estoy acostumbrado a mi presencia temprano en este lugar, pero no a la del todo el mundo. Hay novatos que gustan de lamer botas y fingir que viven aquí dentro, pero ese es otro tema. Sé que Raven no es como ellos.
Tras un último veloz trago, dejo el vaso junto a mis pertenencias y me limpio la boca con el dorso de la mano. Le echo un vistazo en lo que voy preparando mis manos para el saco, colocando la venda de entrenamiento. Tendremos varitas, pero está claro que la agilidad física siempre debe ser consideraba al momento de enfrentarnos en batalla — ¿Tus padres otra vez? — busco aventurar con una vaga sonrisa. Jalo de una de las vendas para asegurarme que tiene un buen agarro y paso a colocarme los guantes — Intenta no darles el gusto, la paciencia es una de las mejores virtudes que uno puede aprender de progenitores insoportables — me acerco con paso cansino, dispuesto a iniciar con algunos pocos golpes, que aún me encuentro frío — ¿Tienes siquiera una fecha o aún no te atreves a dar el paso?
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— Yo definitivamente madrugué, usualmente llego mucho más tarde. — Aunque probablemente debe haberse percatado de eso. No es como que llegue tarde, pero tampoco he tenido razones para llegar antes que todo el mundo. Cosa que empiezo a considerar seriamente como algo bueno, tal vez intente repetir esto más veces, así pasaría aún menos tiempo en casa. En serio, no sé por qué no me he ido ya, supongo que siempre puedo pedirle dinero a mis abuelos si me llegase a faltar algo. Aunque no me gustaría tener deudas tampoco, quiero demostrarle a todo el mundo que soy perfectamente capaz de mudarme por mis propios medios. Bueno, por los míos y por los de Emile. — Probablemente lo haga más a menudo, esto de pegarle al saco de box antes de que llegue el resto del escuadrón ya me gustó. —
Asiento con la cabeza haciendo una mueca con los labios cuando atina en preguntar si todo este asunto se trata de mis padres y me echo a un lado cuando se acerca al saco de box. — Nunca me han hecho caso, y de pronto deciden que ser auror es un inconveniente porque afecta con el itinerario familiar. — Como se les importara realmente, sólo quieren hacer su voluntad siempre. No les importaba cuando mi hermano era auror pero ahora que yo lo soy les preocupa demasiado. Deberían entender ya que no pueden controlar todo, lo que sucedió fue una tragedia, sí, aún me duele, pero... Bah. No quieren entenderme, y hasta cierto punto, yo tampoco quiero entenderlos a ellos. — Ya sabes, no querían que me uniera al escuadrón. — Él también conoce esa historia, que en realidad, es el pedazo de mi biografía que nos une.
Sonrío con su siguiente comentario. — Paciencia... — Murmuro por lo bajo. Si hay algo que me ha faltado siempre es la paciencia. Siempre he sido demasiado impulsiva, demasiado desesperada. Ahora no puedo darme el lujo de dejar que eso afecte en mi trabajo, y en parte es por eso que decidí descargar mi ira con unos golpes mañaneros. — Créeme, si por mí fuera ya me habría ido hace años. Pero no quería deberles nada extra. — Por un lado tengo el escenario donde les importo tan poco que incluso ellos se encargan de la mudanza. Por el otro, está el otro escenario donde sale su lado sobreprotector y controlador y sólo por sus bolas no me dejan irme. De todas formas ayudo con los gastos de la casa, claro, pago mi comida, mis cosas y todo eso. — Pero Emile y yo hemos estado ahorrando y buscando departamentos. En un par de meses deberíamos estar listos para mudarnos. — Ese simple comentario me revitaliza de nuevo. Sólo debo esperar un poco más y podré marcharme por fin. — ¿Tú cuándo te fuiste de casa? ¿Fue difícil? — Pregunto con curiosidad mientras estiro mis brazos para reiniciar los golpes al saco.
Asiento con la cabeza haciendo una mueca con los labios cuando atina en preguntar si todo este asunto se trata de mis padres y me echo a un lado cuando se acerca al saco de box. — Nunca me han hecho caso, y de pronto deciden que ser auror es un inconveniente porque afecta con el itinerario familiar. — Como se les importara realmente, sólo quieren hacer su voluntad siempre. No les importaba cuando mi hermano era auror pero ahora que yo lo soy les preocupa demasiado. Deberían entender ya que no pueden controlar todo, lo que sucedió fue una tragedia, sí, aún me duele, pero... Bah. No quieren entenderme, y hasta cierto punto, yo tampoco quiero entenderlos a ellos. — Ya sabes, no querían que me uniera al escuadrón. — Él también conoce esa historia, que en realidad, es el pedazo de mi biografía que nos une.
Sonrío con su siguiente comentario. — Paciencia... — Murmuro por lo bajo. Si hay algo que me ha faltado siempre es la paciencia. Siempre he sido demasiado impulsiva, demasiado desesperada. Ahora no puedo darme el lujo de dejar que eso afecte en mi trabajo, y en parte es por eso que decidí descargar mi ira con unos golpes mañaneros. — Créeme, si por mí fuera ya me habría ido hace años. Pero no quería deberles nada extra. — Por un lado tengo el escenario donde les importo tan poco que incluso ellos se encargan de la mudanza. Por el otro, está el otro escenario donde sale su lado sobreprotector y controlador y sólo por sus bolas no me dejan irme. De todas formas ayudo con los gastos de la casa, claro, pago mi comida, mis cosas y todo eso. — Pero Emile y yo hemos estado ahorrando y buscando departamentos. En un par de meses deberíamos estar listos para mudarnos. — Ese simple comentario me revitaliza de nuevo. Sólo debo esperar un poco más y podré marcharme por fin. — ¿Tú cuándo te fuiste de casa? ¿Fue difícil? — Pregunto con curiosidad mientras estiro mis brazos para reiniciar los golpes al saco.
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— ¿Por qué no? — es una duda que me nace sincera, que puedo entender que muchas personas ven todo esto de trabajar dentro del cuerpo de seguridad como un riesgo en los tiempos que corren, pero también hay todo un lado que suele gustarle bastante a los magos de los buenos distritos — Ser auror le brinda cierto estatus a tu familia. Ya sabes, el uniforme siempre inspira respeto — me encojo de hombros, porque no es algo que nadie pueda refutar. Es una de esas cosas que a las personas les suele llamar la atención, como el tener a un político o un sanador dentro del círculo familiar. En plena guerra, hay rubros que inspiran un poco más de respeto que el resto.
Doy algunos golpes entre mis puños en lo que me acerco a unos de los sacos que tiene a su lado, hago un asentimiento con la cabeza porque puedo comprender a dónde es que va con sus palabras, aunque no puedo contenerme y suelto una risa — ¿Quieres mi consejo? — le pregunto. Antes de siquiera continuar hablando, doy el primer puñetazo contra mi objetivo, el cual se sacude con el sonido seco del golpe — Tienes un buen trabajo con un sueldo decente. Si quieres desligarte de tu familia por completo, renta algo para ti sola y olvídate de Emile. No hay nada mejor que la independencia completa y no podrás conseguirlo si no extiendes las alas por completo — que puedo comprender que sea vertiginoso al principio, pero es lo mejor que le puede pasar. No hay motivos para privarnos de ciertas cosas, no cuando el reloj apremia y los tiempos que corren no son los mejores.
Lo pienso un poco, pero acabo sacudiendo con la cabeza a pesar de mantener los ojos fijos en el objetivo — No. Se sintió como un soplo de aire fresco — le admito — Estaba haciendo mis pasantías cuando conseguí mi departamento. Unos años después, Alexa se mudó conmigo y fue complicado. Ya sabes, cuando tienes tu espacio es difícil volver a compartirlo, pero no estuvo mal — muevo un poco el cuello antes de centrarme una vez más en los golpes. No vuelvo a abrir la boca hasta que me detengo, asomándome por el costado del saco para poder verla — Ese es otro consejo para impulsarte a vivir sola: si quieres acostarte con alguien o tener aunque sea un poco de intimidad, Emile es una mala idea — a pesar de que es una opinión sincera, la sonrisa que le regalo es bromista.
Doy algunos golpes entre mis puños en lo que me acerco a unos de los sacos que tiene a su lado, hago un asentimiento con la cabeza porque puedo comprender a dónde es que va con sus palabras, aunque no puedo contenerme y suelto una risa — ¿Quieres mi consejo? — le pregunto. Antes de siquiera continuar hablando, doy el primer puñetazo contra mi objetivo, el cual se sacude con el sonido seco del golpe — Tienes un buen trabajo con un sueldo decente. Si quieres desligarte de tu familia por completo, renta algo para ti sola y olvídate de Emile. No hay nada mejor que la independencia completa y no podrás conseguirlo si no extiendes las alas por completo — que puedo comprender que sea vertiginoso al principio, pero es lo mejor que le puede pasar. No hay motivos para privarnos de ciertas cosas, no cuando el reloj apremia y los tiempos que corren no son los mejores.
Lo pienso un poco, pero acabo sacudiendo con la cabeza a pesar de mantener los ojos fijos en el objetivo — No. Se sintió como un soplo de aire fresco — le admito — Estaba haciendo mis pasantías cuando conseguí mi departamento. Unos años después, Alexa se mudó conmigo y fue complicado. Ya sabes, cuando tienes tu espacio es difícil volver a compartirlo, pero no estuvo mal — muevo un poco el cuello antes de centrarme una vez más en los golpes. No vuelvo a abrir la boca hasta que me detengo, asomándome por el costado del saco para poder verla — Ese es otro consejo para impulsarte a vivir sola: si quieres acostarte con alguien o tener aunque sea un poco de intimidad, Emile es una mala idea — a pesar de que es una opinión sincera, la sonrisa que le regalo es bromista.
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— Muchos piensan así, sí, pero no mis papás. Desde que mi hermano murió se mostraron reacios a que tomara la especialidad en defensa y siguiera sus pasos. — Supongo que no quieren que otro de sus hijos acabe igual. Pero a mí no me importó. Ni siquiera sé por qué elegí ser auror, un tiempo me planteé ser cazadora, me gustaba mucho tratar con criaturas mágicas, pero... Bueno, no sé, antes de que me diera cuenta ya estaba en la academia de aurores. — Ellos preferirían que tuviera otro trabajo, por ejemplo algo en leyes. — Aunque eso no va conmigo. — O como Emile que se hizo medimago. — Lo cual es asombro, sólo no para mí. Aunque lo bueno de todo esto es que ambos tenemos un salario bastante generoso que nos ha permitido ahorrar lo suficiente para los muebles del departamento.
Doy un par de golpes al saco, esta vez menos fuertes por lo que no se sacude como lo hacía antes, de modo que puedo escuchar con atención lo que tiene para decir, asintiendo con la cabeza. Nunca había considerado dejar fuera de todo a Emile, no es que quiera desligarme de la familia por completo... Creo. No lo sé, tal vez sí, pero no podría dejarlo a él, hemos estado juntos desde el útero. Tampoco planeo vivir toda la vida a su lado, pero... No sé. No me gusta ser así de sentimental, así que suspiro y dejo esos pensamientos ir, golpeando el saco esta vez con más fuerza. — Supongo que tienes razón, Emile siempre ha estado ahí así que cuando pensé en mudarme inmediatamente mi mente hizo el plan para los dos. — Y él simplemente dijo que sí, no creo que le agrade el ambiente de casa tampoco.
Detengo el saco cuando después de un par de golpes se sacude mucho y me quedo quieta mientras habla. Asiento cuando menciona lo de compartir el espacio con Alexa. No me ha tocado experimentar eso aún, así que no sé cómo sería para mí. Vuelvo a golpear el bulto cuando él lo hace con el suyo y por unos segundos estamos ambos callados, el único ruido que se oye es el de los golpes que algún momento se sincronizan. Cuando vuelve a hablar me detengo y esta vez río. — No había considerado esa parte. — Mi relación más larga ha durado apenas unos meses y nunca he podido llevar a nadie a casa, siempre terminaba yo en sus departamentos o lo que sea, así que supongo que sería un buen cambio. — Sería interesante poner mis propias reglas en mi departamento y llevar a quien yo quiera. — Y de cierto modo es un cliché ser inseparable de un hermano gemelo. — Porque sí sería incómodo llegar con alguien a casa y que mi hermano esté ahí. — Suelto una risa. Me ha visto estar con otros chicos pero nada serio. — ¿Qué tal va todo contigo? — Pregunto desviando la mirada, siento que me he quejado un poco más así que intento desviar la atención hacia él regresando a pegarle al saco.
Doy un par de golpes al saco, esta vez menos fuertes por lo que no se sacude como lo hacía antes, de modo que puedo escuchar con atención lo que tiene para decir, asintiendo con la cabeza. Nunca había considerado dejar fuera de todo a Emile, no es que quiera desligarme de la familia por completo... Creo. No lo sé, tal vez sí, pero no podría dejarlo a él, hemos estado juntos desde el útero. Tampoco planeo vivir toda la vida a su lado, pero... No sé. No me gusta ser así de sentimental, así que suspiro y dejo esos pensamientos ir, golpeando el saco esta vez con más fuerza. — Supongo que tienes razón, Emile siempre ha estado ahí así que cuando pensé en mudarme inmediatamente mi mente hizo el plan para los dos. — Y él simplemente dijo que sí, no creo que le agrade el ambiente de casa tampoco.
Detengo el saco cuando después de un par de golpes se sacude mucho y me quedo quieta mientras habla. Asiento cuando menciona lo de compartir el espacio con Alexa. No me ha tocado experimentar eso aún, así que no sé cómo sería para mí. Vuelvo a golpear el bulto cuando él lo hace con el suyo y por unos segundos estamos ambos callados, el único ruido que se oye es el de los golpes que algún momento se sincronizan. Cuando vuelve a hablar me detengo y esta vez río. — No había considerado esa parte. — Mi relación más larga ha durado apenas unos meses y nunca he podido llevar a nadie a casa, siempre terminaba yo en sus departamentos o lo que sea, así que supongo que sería un buen cambio. — Sería interesante poner mis propias reglas en mi departamento y llevar a quien yo quiera. — Y de cierto modo es un cliché ser inseparable de un hermano gemelo. — Porque sí sería incómodo llegar con alguien a casa y que mi hermano esté ahí. — Suelto una risa. Me ha visto estar con otros chicos pero nada serio. — ¿Qué tal va todo contigo? — Pregunto desviando la mirada, siento que me he quejado un poco más así que intento desviar la atención hacia él regresando a pegarle al saco.
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Apenas y muestro una sonrisa veloz que puede tomarse más bien como una mueca. No quiero decir absolutamente nada sobre lo que ha pasado su familia porque sé que no tengo idea de lo que debe haber sido, no cuando no tengo hijos y asumo que el miedo de sus padres debe ser hasta comprensible. ¿Cómo puedes permitir que tus otros hijos sigan por el mismo camino que llevó a otro a su perdición? Pero también deberían confiar en que Raven es lista y, con un poco de suerte, su camino no es el mismo. Estamos en guerra, pero no todo el mundo muere en ella. Hay gente que debe vivir para contarla — Siempre tengo razón — respondo con la clara intención de ponerle un poco de humor a la situación.
Los golpes al saco son buenos para la distracción, no tenía intenciones de pensar en el drama de alguien más esta mañana de humor tan peculiar — Oh, no hay nada mejor que poner tus propias normas. Ya sabes, dejar la puerta abierta al mear, comer lo que se te da la gana, dormir sin que nadie te fastidie ni que te ande criticando lo que haces o dejas de hacer — la clásica lista de persona soltera y solitaria dentro de su juventud, aunque puedo apostar a que la sensación no debe cambiar mucho con los años. A decir verdad, me gusta creer que seré un viejo amargado que no querrá que nadie le toque las pelotas — Ahora es cuando te toca decirle a tu hermano que no quieres mudarte con él para poder enfiestarte tranquila — mi broma se ve opacada por ese momento en el cual medito una respuesta. Acabo por responder con un mohín, pero aprovecho a que el saco me sirve para cubrirme la expresión en lo que vuelvo a golpearlo — ¿Conmigo? Lo mismo de siempre. Viviendo para el trabajo, con mis padres diciéndome que no hago lo suficiente por tener una vida excepcional, preguntándome cuándo van a llamarnos otra vez para evitar un ataque… — con un último puñetazo, me detengo en un jadeo y me quito el flequillo de los ojos — ¿Alguna vez piensas en eso? ¿De que un llamado puede ser el último?
Los golpes al saco son buenos para la distracción, no tenía intenciones de pensar en el drama de alguien más esta mañana de humor tan peculiar — Oh, no hay nada mejor que poner tus propias normas. Ya sabes, dejar la puerta abierta al mear, comer lo que se te da la gana, dormir sin que nadie te fastidie ni que te ande criticando lo que haces o dejas de hacer — la clásica lista de persona soltera y solitaria dentro de su juventud, aunque puedo apostar a que la sensación no debe cambiar mucho con los años. A decir verdad, me gusta creer que seré un viejo amargado que no querrá que nadie le toque las pelotas — Ahora es cuando te toca decirle a tu hermano que no quieres mudarte con él para poder enfiestarte tranquila — mi broma se ve opacada por ese momento en el cual medito una respuesta. Acabo por responder con un mohín, pero aprovecho a que el saco me sirve para cubrirme la expresión en lo que vuelvo a golpearlo — ¿Conmigo? Lo mismo de siempre. Viviendo para el trabajo, con mis padres diciéndome que no hago lo suficiente por tener una vida excepcional, preguntándome cuándo van a llamarnos otra vez para evitar un ataque… — con un último puñetazo, me detengo en un jadeo y me quito el flequillo de los ojos — ¿Alguna vez piensas en eso? ¿De que un llamado puede ser el último?
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— Recuérdame no volver a darte la razón. — Contesto en broma al comentario que hace y sonrío de lado. Después de un par de golpes al saco me paro en seco y estiro los brazos antes de quitarme las vendas de las manos. Siento que he tenido suficiente del entrenamiento matutino y que puedo tomarme un pequeño descanso, así que solo me quedo escuchando a Percy en lo que me dirijo a buscar mi botella de agua. El agua helada me cae de perlas y me aclara la garganta antes de que pueda hablar de nuevo. — Bastante tentador sin duda. Descansar de las críticas por parte de mi familia, tener un departamento de soltera. — Incluso un loft me viene bien. Aunque lo que es cierto es que Emile nunca ha sido juzgón conmigo, siempre se va con la corriente de todo lo que hago. Pero por lo mismo no puedo seguir arrastrándolo, si siempre estamos juntos ninguno terminará de independizarse por completo, ni llegara a desarrollar su vida.
Ahora me toca escucharlo así que eso es lo que hago dándole un par de tragos más al agua. Asiento con la cabeza con la última frase y de nuevo con su pregunta. La verdad es que no suelo meditar mucho acerca de esas cosas. Salgo a mis rondas, hago mi trabajo sin pensar en que tal vez un día no regrese. Lo cual es irónico tomando en cuenta mi historia familiar. Aunque de vez en cuando, cuando estoy en un modo lo suficiente serio o cuando escucho a Emile hablar de sus pacientes en el hospital, es que me llegan esos pensamientos. Tal vez un día no vuelva del trabajo. Tal vez un día la situación que lleva un rato gestándose explote y nos consuma a todos con ella. — ¿Tú piensas en ello? — Le respondo con una pregunta, quedándome meditabunda hasta que siento que he encontrado mi respuesta. — Yo no suelo pensar en ello cuando estoy en el trabajo, pero sí lo he considerado. — Me encojo de hombros. — Siempre me he convencido a mí misma que no sufriré lo mismo que mi hermano, que no moriré mientras estoy de guardia. Pero lo cierto es que no puedo asegurar eso, sería demasiado estúpido creerme inmortal, más en esta época. — Un auror que reboza confianza y arrogancia sólo resultaría contraproducente. — Pero desde que pasó el ataque al 9 he pensado más al respecto. Acerca de la guerra que puede estallarnos en cualquier momento. —
Ahora me toca escucharlo así que eso es lo que hago dándole un par de tragos más al agua. Asiento con la cabeza con la última frase y de nuevo con su pregunta. La verdad es que no suelo meditar mucho acerca de esas cosas. Salgo a mis rondas, hago mi trabajo sin pensar en que tal vez un día no regrese. Lo cual es irónico tomando en cuenta mi historia familiar. Aunque de vez en cuando, cuando estoy en un modo lo suficiente serio o cuando escucho a Emile hablar de sus pacientes en el hospital, es que me llegan esos pensamientos. Tal vez un día no vuelva del trabajo. Tal vez un día la situación que lleva un rato gestándose explote y nos consuma a todos con ella. — ¿Tú piensas en ello? — Le respondo con una pregunta, quedándome meditabunda hasta que siento que he encontrado mi respuesta. — Yo no suelo pensar en ello cuando estoy en el trabajo, pero sí lo he considerado. — Me encojo de hombros. — Siempre me he convencido a mí misma que no sufriré lo mismo que mi hermano, que no moriré mientras estoy de guardia. Pero lo cierto es que no puedo asegurar eso, sería demasiado estúpido creerme inmortal, más en esta época. — Un auror que reboza confianza y arrogancia sólo resultaría contraproducente. — Pero desde que pasó el ataque al 9 he pensado más al respecto. Acerca de la guerra que puede estallarnos en cualquier momento. —
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¿Pienso en ello? No lo respondo de inmediato, pero estoy seguro de que ella ya sabe lo que voy a decir. La dejo hablar, apartándome de manera tal vez un poco brusca del saco de boxeo para acabar dejándome caer en la banca más cercana. Aún tengo los guantes puestos en lo que me aparto el flequillo húmedo de la frente con un gesto cargado de frustración, porque yo recuerdo muy bien el incidente que ella está narrando. No es como que no sucedan todo el tiempo, desde el estallido del distrito catorce las cosas se han vuelto bastante incontenibles, como una bomba a punto de explotar con cada paso que damos. ¿La explosión del Ministerio? ¿La quema del mercado? ¿La toma del nueve? ¿El funeral de Niniadis? La lista sigue, es cada vez más larga y somos nosotros los que estamos en la primera línea. No, no es que no tenga intenciones de defender lo que tenemos cuando llegue el momento, pero hay que admitir que asusta. Seguimos perdiendo gente, personas que están todos los días con nosotros y, así sin más, dejan de existir.
— La guerra ya empezó, Raven — le recuerdo en un tono tan cansado como derrotado. Golpeo mis puños entre sí, con un rebote suave que apenas y se siente, como un juego en el cual centro toda mi atención — Pienso en ello todos los días, en especial desde que hicieron explotar a Savannah Road por los aires en el Departamento de Misterios. ¿Recuerdas cuando tomaron el nueve en noviembre? Tuve que quedarme como un idiota conteniendo a los civiles que querían acercarse a ver qué pasaba, mientras ahí adentro estaba muriendo gente. Aurores con los cuales había entrenado, personas que veía todos los días en el trabajo y que pasaron a ser fotografías en las noticias de la mañana — ver a Jack Tyler y Rose Harkness como simples víctimas hizo que todo se sintiera demasiado real, demasiado crudo — Estas personas… Vienen a nuestros distritos, ponen bombas, crean atentados mientras se claman justicieros y defensores de derechos perdidos, cuando no son más que un puñado de delincuentes que están poniendo en peligro todo lo que hemos conseguido. Puros asesinos. ¿Tengo miedo? Claro. Pero por eso mismo, no pienso retirarme.
— La guerra ya empezó, Raven — le recuerdo en un tono tan cansado como derrotado. Golpeo mis puños entre sí, con un rebote suave que apenas y se siente, como un juego en el cual centro toda mi atención — Pienso en ello todos los días, en especial desde que hicieron explotar a Savannah Road por los aires en el Departamento de Misterios. ¿Recuerdas cuando tomaron el nueve en noviembre? Tuve que quedarme como un idiota conteniendo a los civiles que querían acercarse a ver qué pasaba, mientras ahí adentro estaba muriendo gente. Aurores con los cuales había entrenado, personas que veía todos los días en el trabajo y que pasaron a ser fotografías en las noticias de la mañana — ver a Jack Tyler y Rose Harkness como simples víctimas hizo que todo se sintiera demasiado real, demasiado crudo — Estas personas… Vienen a nuestros distritos, ponen bombas, crean atentados mientras se claman justicieros y defensores de derechos perdidos, cuando no son más que un puñado de delincuentes que están poniendo en peligro todo lo que hemos conseguido. Puros asesinos. ¿Tengo miedo? Claro. Pero por eso mismo, no pienso retirarme.
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Dejo de beber agua cuando me corrige y asiento con la cabeza, meditabunda. Es cierto, estamos en guerra, pero creo que es una situación que aún se puede controlar, las cosas no se han salido por completo de control, estamos a tiempo de ganar. Al menos eso creo yo, pero no sé si tengo el juicio nublado y estoy siendo en extremo idealista. Si algo he visto al convertirme en auror, es que los distritos del norte van a explotar en cualquier momento y es cosa de nosotros cuidar que no ocurra. Mis padres piensan un tanto distinto, creen que estamos en más peligro del que se nos hace creer, que no vale la pena ser auror porque es una profesión que me llevará a la muerte inminente, pero yo confío en mis capacidades y en mi vocación.
Lo escucho con atención, tensando el gesto cuando menciona todo lo sucedido en el departamento de misterios y el 9. Aquellas fueron derrotadas que marcaron demasiado al escuadrón de aurores. — Yo tampoco pienso retirarme. Pensar en todo lo que dices, ver las noticias, a los criminales del norte... Todo eso me hace querer esto con más fuerza, defender las cosas en las que creo. — Tal vez no he pasado por los mismo que Percy, después de todo me saca varios años en el oficio, pero puedo empatizar con él. Antes me valía todo esto, estaba en una burbuja que fue reventada al ver el cuerpo sin vida de mi hermano. Siempre van a venir terroristas creyendo que pueden imponer sus creencias por encima de las vidas de los demás, matan sin pestañear. — Sólo he perdido a mi hermano, soy nueva en el escuadrón y espero no lidiar con ello, pero ambos sabemos que ese no será el caso. Al menos mientras sigan habiendo ese tipo de atentados. — He perdido a más gente, pero no me ha tocado verlo de cerca, no me ha tocado trabajar con alguien todos los días y luego enterrarlo, pero por lo que observo, puede que suceda pronto. — Yo no estoy segura de si tengo miedo o no, como te dije, no pienso en lo que pueda pasarme cuando estoy trabajando, sólo dejo que mis instintos me muevan. Pero no sé si es un defecto que pueda costarme caro más adelante. —
Lo escucho con atención, tensando el gesto cuando menciona todo lo sucedido en el departamento de misterios y el 9. Aquellas fueron derrotadas que marcaron demasiado al escuadrón de aurores. — Yo tampoco pienso retirarme. Pensar en todo lo que dices, ver las noticias, a los criminales del norte... Todo eso me hace querer esto con más fuerza, defender las cosas en las que creo. — Tal vez no he pasado por los mismo que Percy, después de todo me saca varios años en el oficio, pero puedo empatizar con él. Antes me valía todo esto, estaba en una burbuja que fue reventada al ver el cuerpo sin vida de mi hermano. Siempre van a venir terroristas creyendo que pueden imponer sus creencias por encima de las vidas de los demás, matan sin pestañear. — Sólo he perdido a mi hermano, soy nueva en el escuadrón y espero no lidiar con ello, pero ambos sabemos que ese no será el caso. Al menos mientras sigan habiendo ese tipo de atentados. — He perdido a más gente, pero no me ha tocado verlo de cerca, no me ha tocado trabajar con alguien todos los días y luego enterrarlo, pero por lo que observo, puede que suceda pronto. — Yo no estoy segura de si tengo miedo o no, como te dije, no pienso en lo que pueda pasarme cuando estoy trabajando, sólo dejo que mis instintos me muevan. Pero no sé si es un defecto que pueda costarme caro más adelante. —
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Me gustaría poder decirle que estoy aquí por si necesita hablar de su hermano, pero sé muy bien que yo tampoco reacciono de buena manera a la mención de las pérdidas y se lo dejo pasar. Ella perdió a alguien de su familia, yo sumé a alguien más a una lista de amistades que cada vez se va haciendo más grande y, en consecuencia, pone en perspectiva todo lo que hago o dejo de hacer. ¿Cuánto tiempo tenemos? ¿Cómo se mide el sentido de nuestra existencia, si no sabemos por cuánto más vamos a estar dando vueltas? Jamás me ha gustado la filosofía, pero esas dudas brotan cada vez con mayor frecuencia. No me arrepiento de las cosas que he hecho, solo de sentir que no soy lo suficientemente capaz como para evitar que los males sucedan. ¿Cómo planificas el futuro, cuando el presente se va construyendo paso a paso, roca sobre roca? No son temas que conversar a estas horas de la mañana, lo único que consigo soltar es un suspiro pesado que deja en evidencia los pocos ánimos que voy cargando.
— El miedo puede paralizarte o motivarte a seguir, eso es decisión tuya. El problema es caer en la inconsciencia. Cada paso, cada acción que hagas durante una misión o una batalla… Nada puede estar librado al azar. Donde te encuentres mentalmente en ese instante es lo que va a definir el resultado y, en consecuencia, si sigues con vida o no — todos nos hemos preguntado qué sucedería si no hubiéramos hecho algo de determinada manera o a la inversa, pero eso solo sirve para cargarnos de arrepentimientos con los cuales no estoy seguro de querer convivir en el tiempo que me encuentre respirando. Le lanzo una mirada, suficiente como para pasear mis ojos por si silueta hasta encontrarme con los suyos, esos que no han cambiado desde que era una niña a la cual fastidiaba cuando iba a su casa en visita a la persona que nos unió y que ya no se encuentra entre nosotros. Meneo la cabeza y, con un último golpe de mis manos, me pongo de pie con determinación para regresar al saco de boxeo — Hagas lo que hagas… No te quedes con pendientes a tus espaldas, Rae. Nunca.
— El miedo puede paralizarte o motivarte a seguir, eso es decisión tuya. El problema es caer en la inconsciencia. Cada paso, cada acción que hagas durante una misión o una batalla… Nada puede estar librado al azar. Donde te encuentres mentalmente en ese instante es lo que va a definir el resultado y, en consecuencia, si sigues con vida o no — todos nos hemos preguntado qué sucedería si no hubiéramos hecho algo de determinada manera o a la inversa, pero eso solo sirve para cargarnos de arrepentimientos con los cuales no estoy seguro de querer convivir en el tiempo que me encuentre respirando. Le lanzo una mirada, suficiente como para pasear mis ojos por si silueta hasta encontrarme con los suyos, esos que no han cambiado desde que era una niña a la cual fastidiaba cuando iba a su casa en visita a la persona que nos unió y que ya no se encuentra entre nosotros. Meneo la cabeza y, con un último golpe de mis manos, me pongo de pie con determinación para regresar al saco de boxeo — Hagas lo que hagas… No te quedes con pendientes a tus espaldas, Rae. Nunca.
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