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    OTOÑO de 247421 de Septiembre — 20 de Diciembre


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    Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

    Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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    Agosto

    Detesto comportarme como un cobarde. Tengo otros defectos de carácter que me hacen quien soy, con esos uno termina por amigarse, el conflicto se da con los defectos que toca reconocer que tenemos y van en contra de lo poco que nos preciábamos de no ser, ponen en jaque quienes somos más allá de las opiniones que pudieron haber cambiado sobre ciertas cosas en este último tiempo. Las palabras que me han susurrado al oído desde que era niño era que no había margen para ser cobarde, se me había marcado que tenía que ir al frente, que se me necesitaba ahí, que ese era mi lugar. Y nada de esto guarda relación con haber estado ausente en la llegada de los inferis a la estación, para lo que también debo disculpa, pero no es algo que consiga poner en duda el trabajo que hago, hay cobardías más personales, en las que la reserva sobre ciertas cuestiones deja de ser excusa, se pasa a la evasión de estas cuestiones y a lo último, solo queda admitir que ante ciertas caras es difícil hablar, porque la falta ya nos declaró culpables sin necesidad de que esa persona lo diga.

    Como debe ser con todos los cobardes, acudo a lo poco que queda de alcohol en el fondo de mi vaso, y así alargo un poco más los minutos de silencio que debe soportar Alice desde llegué a su casa al final del día, ocupando un espacio de su patio con mi aura de culpa. Cierro mis dedos alrededor de la muñeca de la mano que sostiene el vaso para hacer una presión que me calme y saco mi voz del fondo de mi garganta para hablar, con mis ojos puestos en cualquier punto entre las cosas dispersas en el patio y lo negro que va cubriendo el cielo. —Sé lo que sufriste la perdida de tu hija, como para decirte que había dejado a la mía— más tristes ironías, —y para que no creyeras que todos mis motivos para estar aquí recaían en ti, de esa manera siéndote responsable, quise convencerte que no era así, pero si te decía que había dejado una hija al cuidado de mi familia…— entonces sí la miro, —no hay manera de que nadie me diga que está bien lo que hice y, en especial, no tú— susurro.

    Muevo el vaso entre mis dedos, clavo mis ojos en su fondo vacío. —Y esa es en parte la razón por la que me fui, por la que podría volver a irme en algún momento— murmuro, así explico mi ausencia en la estación con una sinceridad que no se lo ofrecería más que a unos pocos, —quiero saber qué fue de su madre cuando recuerdo que nos separamos, porque es probable que no haya sido tan así. No estuve con mi hija mientras crecía, ignoraba que tenía una, ¿y si… lo sabía? No puedo ir por ella ahora, pero sí tratar de recuperar algo suyo y mío que pueda ofrecerle cuando nos volvamos a ver— y lo confuso que pueda oírse esto no tiene nada que ver con el alcohol, sino con mi propia incapacidad de explicarme que se vuelve peor cuando demoré tanto hablar de esto, que pierdo el orden de todo lo que puedo decir al respecto.
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    Alice D. Whiteley
    Consejo 9 ¾
    No diré que no pensé que esto fuera a ocurrir en algún momento, porque fui la primera persona que se lo dijo al mismo Colin cuando decidió dejar todo lo que era su vida a un lado, para unirse a una resistencia que por entonces ni siquiera parecía su lucha. No hace falta mencionar los periódicos que se han cebado con su imagen desde aquello, palabras hirientes donde las hay, exageraciones que podrían poner en duda los sentimientos de cualquiera. Lo que no hubiera esperado y es lo que quizás más me chocó en su momento, es no encontrar una explicación a las repentinas ausencias de Colin. Pese a la historia que tenemos entre ambos, no lo sentí mi lugar el preguntar, y puede que fuera mi error el no hacerlo, porque así como a veces necesitamos un poco de espacio, también llega el día en que está bien sentir que la compañía no es vacía, que estamos para algo. Creía que eso había quedado claro entre nosotros, pero esta visita después de lo ocurrido en la estación, tiene un matiz diferente del que solemos encarar, se hace notar en muchos de sus gestos y lenguaje corporal, incluso sin llegar a decir palabra.

    Pero siempre llegan, de alguna forma siempre se cuelan en nuestros pensamientos para luego ponerlas en voz alta, y es obvio por mi reacción que no son las que esperaba. No soy quién para decirle que tendría que habérmelo dicho, porque si vamos al caso yo también me he guardado muchas cosas, en su mayoría son las que duelen y, aunque se puede hacer el esfuerzo de entendernos, no dejan de ser sentimientos que tratar en soledad. — Colin... — ni siquiera sé por donde empezar a hablar, mi voz es apenas un hilo que no se escucha — Si algo he aprendido en todo este tiempo es que... No somos quienes para juzgar las acciones de nadie, aunque tengamos experiencias similares, solo tú sabes como te sientes realmente con respecto a tus decisiones. Yo solo... — desconozco si estoy haciéndolo peor, o mejor, probablemente ninguna de las dos, cuando ni siquiera parezco segura de mí misma. Pongo una mano sobre la suya, aunque dudosa al principio, termino por acariciar sus nudillos de forma suave — No puedo recriminarte el que no me hayas contado sobre tu hija, no te diré si hiciste bien en dejarla con tu familia, como tampoco diré que obraste mal al hacerlo. Que yo haya perdido a la mía, de cualquier forma posible, no te obliga a no poder contarme cómo te sientes sobre la tuya, respetaré cualquier cosa que decidas que yo deba saber y qué no, todos somos diferentes. Lo que verdaderamente importa es el impacto que pueda tener en ti, con quien decides compartirlo es solo cuestión de tus propios límites, y no hay nada de malo en eso — aclaro, porque me siento en la necesidad de remarcarlo para que no piense otra cosa.

    Asiento con la cabeza despacio, en un silencio que lo hace a él cómplice de sus decisiones al haber tomado la postura de mantenerlo en secreto. Como dije, no soy quién para juzgar acciones, así que solo puedo limitarme a ese gesto, y al uso de la comprensión que pueda ofrecerle. — ¿Es eso lo que quieres hacer, entonces? — no voy a decirle que es un riesgo el hacerlo en la posición en la que está ahora, eso ya debe saberlo y lo habrá tenido en cuenta en sus previas ausencias como para reducir la posible exposición y amenaza. Suspiro, de esa forma que declara que estoy pensando si opinar o no, porque como también mencioné, respetaré cualquier decisión que vaya a tomar. — ¿Qué esperas encontrar, exactamente? — espero no sonar insistente, pero tampoco quiero que se lance al vacío en una búsqueda que puede llevarlo a la nada misma, si no es a la más profunda de las oscuridades del norte.
    Alice D. Whiteley
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    Mi mirada se posa en ella al liberarme con sus palabras de un peso descomunal que desconocía estar cargando sobre mi espalda, no creo merecer que se me diga que no se me va a juzgar por mis decisiones y es todo lo que he recibido desde que pisé el distrito, comprensión de personas que me han asegurado que no mirarían por mi familia, ni por mi pasado, ni por los actos que haya cometido. Pero que me lo dijeran no me eximía de la que es mi falta en este presente. Si me la reprocharan podría explicar por qué decidí que así fuera… o también podría caer en otro pozo ciego, si me señalaran el camino de regreso hacia el lugar del que vine para revertir lo que hice, no sabría tomarlo y terminaría perdiéndome. Sus palabras se escuchan como el consuelo que me detienen en este arrastrar mi culpa, como la única voz que logra alcanzarme para darme una serenidad que no encontraría en otra, porque es la suya y lo que pudiera decir tiene más importancia para mí que las otras voces que señalan mis actos, lo que se titule en carteles, en noticias que tratan de avergonzar a mi familia, eso nunca ha tenido mella en mí porque lo dicen personas que nada me significan.

    Tenía miedo de que fuera algo que no pudieras aceptar o a lo que no sabrías cómo responder— susurro, cuesta expresar los miedos en voz alta. Giro mi mano para que mis dedos puedan enredarse con los suyos en un agarre firme, con el que agradezco que sepa ser un apoyo. —Pero en vez de todas las recriminaciones que hubiera aceptado por saber que las merezco, eres generosa a tu manera— me quedo escaso de palabras con lo que quiero decirle, para explicarle cómo se siente escuchar a alguien decir que tomará lo que quieras compartirle, sin juicios, y que no sea cualquier persona, sino ella que sabe ser la calma que todos los espíritus quebrantados necesitan, cuando el mío no es de lo más lastimados, se escuchan historias más desgarradoras entre quienes viven en este distrito por perdidas, avasallamientos y nostalgias a un distrito que ha pasado a ser inexistente. —Si tuviera que cruzar siete infiernos— lo digo con la vista al frente, —lo valdría si estás donde acaban.

    Dejo el vaso en el suelo, rueda para detenerse poco después, lo que necesito es el aire que respiro hasta llenar mi pecho y así poder contarle con un orden más adecuado de los hechos, aquello que espero recuperar. —No se trata de que tanto deseo confiarte, sino de lo que me cuesta a mí…— me callo, esos límites que ella había mencionado son los que continúan, invisibles, determinando que tanto llego a compartir con los demás. —Tiendo muy fácil a retraerme, a encerrarme en mí mismo, uno vuelve a sus viejas maneras sin darse cuenta, y no es lo que quiero, en verdad no es lo que quiero, Alice— se lo aseguro, y sin embargo, lo hice. —Me encontré con una mujer que dice haberme conocido en el norte, colaborando con la madre de mi hija y otros rebeldes. Sí sabía que estaba embarazada, fui al norte con ella, pero por alguna razón decidió que regresara— y lo único que se me ocurre es que haya tenido miedo de que la traicionara, luego de haber traicionado a mi familia una primera vez por irme con ella, así que lo que vio luego la adivina del callejón fue un signo que al parecer atraviesa de un lado al otro mi vida. —La mujer me pidió luego que le consiguiera algo de Kendrick, debe ser la fama de traidor que se encarga de que la gente me pida ese tipo de cosas sin ningún tipo de reparo.
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    Alice D. Whiteley
    Consejo 9 ¾
    Sonrío, de esa manera que explica lo mucho que aprecio que pueda confesar sus miedos, incluso cuando lo frenaron de hacerlo en el momento indicado, soy de las personas que empieza a creer que nunca hay uno correcto en realidad, solo momentos, que están en nuestra mano si tomar o no tomar, eso es lo que de verdad depende de nosotros. Todo lo demás… encontrará la forma de hacerse paso cuando quiera, no pretendo ser una presión en su vida, ni mucho menos, si acaso alguien con quién pueda liberarse. — Creo que no habría nada que me dijeras que no pudiera aceptar o saber como responder, Colin — sea porque he vivido lo suficiente como para no sorprenderme de nada, o porque hago una excepción con él al dejarlo expresarse libremente sin permitirme juzgarlo, no soy quién para hacerlo de todas formas, no cuando mis propias manos están manchadas de sangre. Doy unas suaves palmadas sobre sus nudillos con mi mano, gesto que me hace parecer mucho más vieja de lo que soy, así que en el intento de solventar esa imagen termino por acariciarlos con cierta ternura. — Esperemos que no tengas que hacer algo como eso jamás — contesto a su sugerencia sin perder la sonrisa hasta segundos después, cuando aparto la mano para que pueda recuperar su espacio.

    Su confesión me obliga a fruncir el ceño, no porque esté formando una crítica en mis ojos, sino porque trato de analizar lo que dice desde el punto de vista de un hombre que dejó todo lo que conocía, incluso a su hija, para estar aquí. Recuerdo sus palabras sobre que no desea que me sienta responsable de esa decisión, pero inevitablemente la punzada que me atraviesa el estómago en ese momento no se las toma tan en serio como podría hacerlo mi cerebro al tratar de convencerse de ellas. — ¿Estás diciendo que hablaste con una mujer que dijo haberte visto con la madre de tu hija… pero no lo recuerdas? — tengo que preguntarlo para asegurarme de que he escuchado bien, porque si es así, tengo que reconocer que de todo lo que podía haber dicho, algo como eso sí que no me lo esperaba. Lo que dice después hace que eleve un poco la barbilla en su dirección, aun con las cejas a punto de juntarse — ¿Qué te pidió que le consiguieras? — espero que esa sí sea una de las cosas que no le cueste demasiado confiarme, sea solo por cumplir con la seguridad del distrito si una mujer va por ahí pidiendo cosas de quien es la cara de nuestra revolución.

    Regreso la mirada al patio, apretando un labio contra otro antes de permitirme hablar de nuevo. Soy consciente de que abro la boca antes de que pueda emitir algún sonido, probablemente porque no sé muy bien qué decir. — No lo sé, Colin… ¿qué tanto puedes fiarte de una mujer así? ¿Recuerdas al menos conocerla? No es de extrañar que personas ajenas al distrito traten de estafarnos de alguna manera… — pidiendo cosas extrañas de nuestro líder, para variar — ¿Cómo puedo ayudarte, Colin? — pido, es algo que suena mucho mejor que todas las preguntas que lo vuelvan incómodo, que pueden hacer que se encierre en sí mismo de nuevo.
    Alice D. Whiteley
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    Giro mi rostro hacia ella para que mis ojos estén puestos en el suyo al responderle en un tono susurrado, culpa de no saber en qué orden sacar todo lo que está dentro de mi cabeza y es entonces cuando mi voz pierde su fuerza, la va recuperando en la medida en que puedo ir dándole un hilo a mis pensamientos. —Eso es nuevo— murmuro, —que haya alguien que me diga que no lo hará y que al escucharlo pueda confiar en sus palabras. No era una inseguridad que se debiera a ti, sino a que no estoy acostumbrado a que las personas tengan esa actitud con otras— todos nuestros actos, nuestras decisiones son puestas en juicio y mi familia aun siendo unida, basaba esa unión en una cierta norma común a la que todos debíamos atenernos, lo hacíamos porque así debía ser, y cuando me corrí de esa línea, el apoyo de mi hermano fue inesperado y agradecido, pero ambos tenemos consciencia de que fue una infracción, tanto mi acto, como el suyo en menor medida, —y me incluyo— porque antes de ese día, ella lo sabe y lo sufrió, mi trato hacia otros distaba mucho de la comprensión que me muestra y enseña.

    Antes de todo lo que pueda hacer una persona por nosotros, está todo lo que conocemos y el modo en que hemos formado vínculos, lo que nos lleva a esperar una cosa y no otra de las personas, y nunca en toda mi vida, he conocido alguien que me de libertad de hablar sobre lo que hice mal— saco fuera de mis pulmones el aire cargado de culpas y vergüenza que estaba costándome la respiración. También hablar de lo que puesto en voz alta, me hace ver el sin sentido que fue toda esa situación, porque si le busco una explicación desde lo racional, mis recuerdos no se corresponden con su relato, y sin embargo, mi instinto me dice que limpie sus palabras de las intenciones que dejó a la vista sobre el final, para agarrarme a lo que vislumbré como una verdad. —Así es— lo digo con una vacilación, mirándola de soslayo por saber bien lo que es perder recuerdos, aunque yo nunca me percaté de ese vacío porque lo compensaron con otros y me perturba experimentar lo que la magia puede hacer en nosotros, también cuando estamos tan familiarizados con esta. —Me pidió un pelo de Ken, el uso más predecible sería el de una poción multijugos para mostrarlo en alguna situación puntual… de ahí, se abren muchas posibilidades de lo que podrían hacer usando magia oscura— y sí, quizás solo querían un pelo Black para guardarlo en un relicario, pero considerar intenciones inocentes no está en mi modo de pensar cuando se trata de personas que no conozco y si las conozco es de un breve pasado que olvidé.

    Alice— dudo tanto en decírselo que me quedo mirando los nudillos de mis manos que se cierran, —no confío en Black. Pero confío en ti, en Arianne, en Dressler, en Amber, en los líderes del consejo que pueden acompañarlo y aconsejarlo. Confío en los chicos que están en este distrito, los he visto pelear, pero tengo mis recelos con Black— se lo confío, puesto que no quiero seguir teniendo espacios velados en mi mente que podrían traernos nuevas incertidumbres en el futuro, —y a pesar de esos recelos, nunca lo traicionaría— quiero que lo sepa, la línea que crucé no es una sobre la que me haya quedado saltando, estoy convencido del lugar en el que me encuentro pese a las cargas con las que tendré que aprender a convivir hasta que pueda resolverlas. —Y lo sé, no es una mujer de la que vaya a fiarme, así que estoy por mi cuenta si quiero saber mejor las circunstancias en las que se dio el nacimiento de Hanna— mi rostro queda en blanco, limpio de cualquier emoción, cuando al hacer un nuevo intento de rebuscar entre mis recuerdos, me siento como si hubiera hecho un largo camino en línea recta que creo conocer, pero todo lo hice con los ojos vendados. —Fue muy inesperado conocerla, de pronto había una niña de diez años que me decían que era mi hija. No sabía nada de ella, pero lo acepté. El pasado no es algo que podamos cambiar porque ya pasó, pero ocurren ciertas cosas que te hacen volver sobre este para mirarlo de un modo distinto y un día te encuentras contando un pasado muy distinto, ¿y sabes cómo es eso posible? ¿Cómo el pasado mismo puede contarse de un modo distinto?— pregunto, que en sí es una respuesta a su pregunta. —Te encuentras con personas que te hacen avanzar hacia el futuro y con quienes el presente se convierte en un nuevo pasado, es el movimiento el que nos da momentos y nuevos recuerdos que algún día se colocaran al lado de otros. No sé que más ayuda pedirte que esa.
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    Alice D. Whiteley
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    Puedo entenderlo, hubo un tiempo en el que yo era así, una de esas personas que producen inseguridad en otras, tanto como me lo podía producir a mí misma en muchas ocasiones. No es algo de lo que fuera fácil desprenderme, creo que en el fondo de todo, seguimos siendo personas desconfiadas, vivimos en un mundo donde cualquiera te estrecha la mano para después agarrarte del codo e incluso tumbarte por el hombro. Es difícil dejarse llevar por las buenas intenciones de los demás, porque uno no sabe hasta donde llegan, ni qué propósito hay debajo de ellas como para confiar plenamente en alguien. Pero creo que, debajo de todos esos prejuicios que podemos tenernos los unos a los otros, hay ciertas personas cuyas acciones hablan mucho más de lo que pueden decir sus palabras. Con Colin pienso que ocurrió algo parecido, lejos de cómo pudieron terminar nuestros encuentros previos a todo lo que pasó en la alcaldía, siempre había un resquicio de duda que me gritaba que no estaba diciéndolo todo, que yo no lo estaba haciendo, siempre había hueco para algo más. Supongo que el estar aquí ahora, en esta posición en la que estamos, es lo que terminó por decirlo.

    Puedo hacerme una idea de cómo es tu familia, en base a lo que he oído y visto por la televisión, no tienes un apellido que pueda pasar desapercibido en ningún lado. Pero que sepas que aquí nadie va a juzgarte por el nombre que cargas, es todo lo que quiero, necesito que lo comprendas — no espero que suene como un ruego, así como lo plasmo puede notarse en cierta medida en mi voz, hasta el punto en el que tengo que apartar la mirada un momento. — Aun así entiendo que pueda ser difícil, cuesta desprendernos de algo que se nos ha impuesto desde niños, tu familia sigue siendo parte de ti — lo digo despacio, hay algunos temas que tengo que reconocer que no sé como tratarlos con él, lo que no significa que no esté dispuesta a hacerlo. — Lo bueno del tiempo es que así como no nos pertenece en lo absoluto, sí deja espacio a que podamos hacer con él lo que preciemos, muchas veces es solo cuestión de eso, de que pase el tiempo, para poder superar algo. — no sé si sirve como consuelo, probablemente no, pero aceptar que las cosas suelen tomar su tiempo es una manera de no ponerse presión a sí mismo, que lo demás se dará por su cuenta en algún momento, y ese momento llegará cuando sea el correcto.

    No me sorprende lo que dice, de alguna manera es una confesión que me esperaba sin que hiciera falta decir nada. No puedo culparle por ello tampoco, no es la primera persona que afirma no fiarse de Kendrick, así como tampoco será la última, lo que yo necesito únicamente para saber con certeza que no hará nada estúpido es su afirmación de que no lo traicionaría. Algo en su voz me asegura que es verdad, puedo verlo en sus ojos al girarme hacia ellos, no necesito más que eso. — Mejor, porque no quiero ni imaginar lo que podrían hacer los enemigos de Kendrick con algo como eso bajo su posesión — la poción multijugos suena como algo ligero en comparación con todo lo que se me ocurre al mezclar la imaginación retorcida de gente como Richter o Aminoff con un pelo del chico. — No estás por tu cuenta, yo puedo ayudarte — me apresuro a decir cuando le escucho asegurarlo — Puede que no tenga las habilidades o... lo que fuera que puedas necesitar, pero si me dices cómo, o si hay algo en lo que crees que podría venirte bien mi ayuda, no tendrías ni que pedírmelo — después de todo, es lo mínimo que puedo hacer. No es que me sienta en deuda con él, pero de alguna forma... creo que lo estaré por el resto de mi vida, sin ser un pago que me tenga atada hasta la muerte tampoco.

    Muevo mi cabeza en gesto afirmativo al reconocer el significado de sus palabras, habiendo experimentado algo parecido, si todos aseguran que tuve una hija que no recuerdo, contar mi pasado es algo que resulta inverosímil a personas que han formado parte de él y pueden reconocer en qué partes estoy mintiendo sin que yo sea consciente de ello. — No, el pasado no se puede cambiar, pero sigue siendo confuso el regresar a él, de la forma que sea, sea recordándolo, que te lo cuenten otros, o relatarlo tú mismo, es extraño el no saberte dueño de tus propias historias. A veces me pregunto si... si estas cosas que no recordamos, se solventarían con el uso de un giratiempo — pongo algo que jamás he dicho a nadie en voz alta, porque no creo que exista alguien con un objeto como ese en su poder — Olvidar no es lo mismo que no tener, ¿nunca te lo has preguntado? Si pudieras volver a un momento en concreto, verlo desde fuera, ¿sería como lo recordamos o nos abriría la mente a lo que no podemos recordar? — ven, confuso, ni yo sé si se me entendió.
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    La ironía de todo esto, es que en este distrito mi apellido ha pesado menos sobre mí que en el ministerio, nadie que se me haya acercado me mostró rechazo por este y si alguien lo siente se ha mantenido a distancia. —Lo sé— le aseguro, como muchos espero que se me tenga en cuenta por mis acciones, que la confianza que se pueda tener en mí pase por estas. Porque mi apellido no es algo que vaya a negar, si mi hermano no me lo quitó, es lo que sigue vinculándome a ellos y deseo conservarlo. —Siempre serán parte de mí— es una afirmación que necesito hacer en voz alta, todas las veces que hagan falta, ante quien sea porque no quiero olvidarlo, —y pelearé por lo que creo— hago una pausa para suspirar, —pero ellos son mi límite— todos los tenemos. —Si quieren decir que soy un traidor a mi familia, es a todo lo que me inculcaron y sí, cuesta desprenderse de eso, ayuda tener ciertas cosas claras para poder ponerlo todo en perspectiva. Pero no seré un traidor que haga daño a mi familia— susurro, quiero creer en lo que me dijo Riorden de que cuando todo esto concluya, nos encontrará reunidos una vez más.

    Todo este espectro de la traición que me rodeaba, que elegía ignorar por estar convencido de lo que había hecho así que no hacia parte de mí esa palabra, sino que lo dejaba como un halo, es algo sobre lo que encuentro la oportunidad de poner en palabras al hablar de mi familia y también sobre Kendrick Black. El tiempo es necesario para superar ciertas cosas, en eso coincido con ella, descubrí que hablarlo también, es lo que consigue que todo se ponga en movimiento y avance. —Mis recelos no pasan por ser un descendiente de los Black— aclaro, ya que estamos mencionando el peso de los apellidos, el caso de Kendrick es muy distinto a todo lo que conozco sobre familias con herencias ideológicas, es en la crianza que interiorizamos los juicios y prejuicios de los que cuesta desligarnos, él creció en el distrito catorce, eso queda reflejado en este distrito. —Sino por la influencia que el poder puede llegar a tener en una persona— y esto lo vi desde mi lugar como un hermano menor entre los Weynart, dentro de la jerarquía ministerial en tiempos de Jamie Niniadis. —Por eso confío en las personas que lo acompañan. Nadie es por sí mismo, sino por lo que somos con los demás— por solitario que haya sido debido a mi carácter, siempre he sido en relación a mi familia y ahora en relación a los rebeldes del distrito 9 ¾. Y en especial, las personas más cercanas, tienen sobre nosotros el efecto de suavizar o afilar nuestras aristas.

    Busco su mano para sujetar sus dedos con los míos al mirarla en silencio por un momento, esta vez no se trata de mi incapacidad de pedir ayuda si la necesito por haberme dicho siempre que puedo por mi cuenta, sino porque hay pocas cosas que pueda necesitar cuando hay una persona que sentada a mi lado me da la tranquilidad de que no estamos sueltos y a la deriva en un huracán, sino que encontramos en otros los puntos a los que nos asimos para tener los pies sobre la tierra. —Encontraré la manera de aclarar mis propios recuerdos— digo, hablándolo casi como un hecho, —eso es todo lo que quiero, aclararlos, no pretendo quedarme mucho tiempo rebuscando allí…— eso va ligado a todo lo que digo sobre la necesidad de que surjan momentos que vayan dando un nuevo presente, así como antes percibía en mí un sentimiento que seguía atándome a Europa, me siento ahora más ligado al distrito nueve. Froto su mano con mi pulgar cuando escucho lo del giratiempo, podemos decir muchas cosas sobre que todo lo que ha pasado nos ha hecho quienes somos y definió el lugar en el que estamos, pero en fondo todos guardamos a un niño o una niña que tiene en mano una lista muy larga de todas las cosas que le gustaría que fueran diferentes. —No tener ese recuerdo, haría que fuera imposible que vayas a ese lugar. ¿Crees que sea posible, si vuelves a tus recuerdos alterados, rescatar lo que había allí?— consulto, me frustra un poco que a través de la magia se pueda pensar en tantas maneras de explorar la mente de una persona. —No sé si una humana podría usar un pensadero— digo, pero lo dejo en un «no sé», en una probabilidad. —¿Te referías a algo como eso?— inquiero, antes de preguntar si es algo que quiere intentar. —Al, si hay cosas que siguen angustiándote y necesitas hablarlo, no me importa hacerlo todas las veces que lo necesites.
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    Alice D. Whiteley
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    Me resulta valiente por su parte que pueda pensar de esa manera, viniendo de una familia como los Weynart, de quienes he escuchado muchas cosas por haber formado parte del lado rebelde de aquella época, uno que difiere mucho de la postura que decidieron tomar una vez se instalaron los Niniadis en Neopanem. Es realmente curioso como la palabra «rebelde» puede tomar tantos significados dependiendo del momento en que se utilice. Algunos nos mantenemos rebeldes toda la vida, creo que ese es el único destino que a mí me espera, siendo que es a lo que siempre recurro de una forma u otra. — Se dice mucho sobre que la familia es lo más importante, sobre que tienes que perdonar sus acciones o pensamientos solo porque tienen tu misma sangre, creo que jamás escuché algo tan estúpido. Uno no tiene por qué perdonar que le hayan hecho daño, independientemente de que sea familia o no, no estamos ligados a ellos ni obligados a disculpar lo que no tiene justificación alguna. Si quieren tomarte por traidor, no es algo que tengas que aceptar — aunque duela, aunque cueste porque en el fondo, sigue siendo tu familia. Llega un momento en el que hay que decir basta, dejar de aceptar la mierda que se nos echa encima, porque si no ponemos un freno a eso, es todo lo que seguiremos recibiendo.

    No me preocuparía por el efecto que pueda tener el poder sobre Kendrick, ha dejado claro en numerosas ocasiones que no tiene intención de liderar por su cuenta, que no podría hacerlo solo, lo conozco desde niño como para saber que sus palabras son honestas — digo. No estoy tratando de convencerlo, creo que ha llegado un punto en la vida en la que he dejado de intentar convencer a las personas de tomar una decisión u otra, la influencia que yo pueda tener depende de muchos otros factores que, en su mayoría, desconozco, así que prefiero dejar los datos puestos sobre la mesa y permitir que sea la persona quien decida qué camino seguir a continuación. Es más fácil así. — Pero lo entiendo, no deja de ser poco más que un chico, y tiene demasiadas presiones encima que no debería tener un joven de su edad, muchas de las cuales podrían llegar a tener consecuencias. Aun así... tenemos que confiar en el movimiento, no es cuestión de una persona en sí, estamos aquí por la gente, por mucho que quieran hacerlo parecer como que es cosa de que un Black nos lidere — es la realidad, Black o no, sin las personas que se nos han ido uniendo en los últimos meses, entre los cuales incluyo a Colin a pesar de haber transcurrido casi un año desde la alcaldía, no seríamos nada. No entiendo cómo es que hace tanto de que quemaran nuestro hogar, cuando se siente como si hubiera sido ayer, y hoy estamos aquí, rodeados de nuevas caras que están dispuestas a luchar con nosotros, a nuestro lado.

    Asiento lento con la cabeza, atreviéndome a sonreír a pesar de no mostrar mis dientes al no despegar mis labios, se queda en un gesto simple de mis mejillas, pero mucho más honesto que otras veces, tal como el modo que tengo de llevarme su mano a la boca para besar superficialmente sus nudillos antes de volver a posarla. Mantengo la presión de mis dedos contra los suyos, incluso cuando mi mirada pasa a vagar sobre el exterior de manera pensativa. — No lo sé — confieso, como la reacción por excelencia a este tipo de preguntas, hay demasiadas cosas que no sé, que me asusta no saber, que también me producen la curiosidad suficiente como para cuestionarlo. — Supongo que no lo sabremos hasta que alguien lo intente — o lo intentemos nosotros, pero eso me lo guardo para mí porque el ser humana me limita a ciertas cosas que él no tarda mucho en poner en palabras. Solo puedo que encogerme de hombros, en un movimiento vago, quizá un poco cansado, antes de negar suavemente con mi cabeza al ver que me ha entendido mal. — No, no... No es nada de eso. Aunque no vayas a creerlo, es la primera vez en mucho tiempo que me siento un poco en paz. Sé que es injusto decirlo, dadas las circunstancias y todas las personas que hemos perdido, que seguimos perdiendo... —porque con cada misión, con cada asalto, cada vez me queda más claro que no todos llegaremos al final de esto, y solo me queda preguntarme quiénes serán los que se mantengan de pie para entonces. — Pero no lo sé, sigo sintiendo que hay una parte que me falta de mí misma, como que no me corresponde el sentirme así, ¿me hace alguien horrible o egoísta el no querer regresar a eso, incluso cuando al mismo tiempo sí quiero recordar? — paso a mirarle, buscando una respuesta que sí esclarezca mi mente como no lo hacen mis propios pensamientos.
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    Todas esas cosas que ella menciona sobre lo que nos inculcan en las familias, las recibí por parte de la mía, reglas inquebrantables que nunca puse en duda hasta que todas las circunstancias me hicieron ver que podía ser alguien por fuera del lugar que habían decidido para mí. Y puesto que no me retiré por enfado hacia ellos, sino por una necesidad mía, no me siento capaz de reaccionar con enojo a lo que puedan decir de mí, más bien me siento dolido de que las cosas sean así, de que no puedan ser de otra manera, es un sentimiento que hago tolerable porque en ocasiones para llegar a ciertos destinos debemos atravesarlo, es un transitar lento que debemos afrontar, un poco más allá de la línea del horizonte hay algo que nos da la esperanza de seguir avanzando. —Aun si lo hacen, no será motivo para que me resienta con ellos— digo, tiro de mi boca en una sonrisa cuando coloco mi mirada en el cielo por encima de nosotros, —en ocasiones pienso que me reencontraré con ellos cuando todo pueda colocarse en el nuevo orden que debe ser y otras veces pienso que si eso no es posible, si debo ser yo por mi cuenta, me seguirá acompañando esa idea de la familia que una vez tuve— explico, como un sentimiento que incluso guardado muy dentro, sigue siendo un rasgo de mí, es lo que queda de lo que una vez fue identidad.

    Y el cómo se dará ese nuevo orden al que me refiero, dependerá en gran medida de lo  que pueda salir de boca de un muchacho como Kendrick Black, así que tengo mis recaudos de lo que pueda ser, puesto que no conozco lo que cruza por su mente como para anticiparme. Es a través de la confianza de Alice, que lo conoce, que puedo confiar en él. Es precisamente el hecho de que se trate de un movimiento de varias personas, que han sufrido las injusticias en su propia carne, en distintos lugares, no solo en el catorce. Sino en el norte, también en el mismo Capitolio. Son varias las personas unidas que hasta hace unos años no tenían nada en coincidencia, que incluso se paraban en puestos tan lejanos, lo que me permite creer que tengo un sitio en todo esto y es algo en lo que puedo poner mi esperanza, como para que sea posible algo tan natural y a la vez tan impensado, como estar sentados con Alice con nuestras manos unidas en apoyo al otro por un lucha que hicimos común. —Somos todos— digo, haciendo eco de que no estamos siguiendo a un líder, sino algo en lo que llegamos a creer y tratamos de ser prueba real de que es posible.

    Pero pelear en nombre de una causa compartida puede volvernos ciegos a las peleas internas de cada persona, no todo lo que duele o puede dañarnos irremediablemente está en esos sitios donde confrontamos a un enemigo temerario y real. Si hay algo que también pude entender al vivir en el distrito nueve, con personas que tienen historias individuales atravesadas por distintas perdidas, incomparables las unas con las otras, es el conflicto político que sacude nuestro mundo conocido cada tanto, solo es una parte de nuestra vida y para muchas personas, un contexto al que se amoldan porque en sus espacios privados tienen guerras más urgentes que atender. —No es injusto— aclaro con un apretón a su mano que sujeto con la mía, —es una paz conquistada, debes aferrarte a ella porque te lo mereces. Las pérdidas no son algo que dependa de ti, de mí, de nadie más que de las circunstancias y en la medida de lo posible, trataremos de hacer algo. Pero somos humanos, nuestras capacidades limitadas, habrá cosas que escaparán de nuestro control— no digo nada nuevo que no se haya dicho alguna vez, es la plena consciencia de la mortalidad, del yo, mortal, con un libre albedrío que termina en el punto donde comienzan los juegos del destino. —No creo que nada de lo que digas pueda ser evaluado como algo que está bien o está mal, creo que son sentimientos muy humanos, el querer recordar, a la vez no querer volver a ciertas maneras de sentirte del pasado. Nuestras vidas son puntos donde se atraviesan todos los tiempos, vivir en uno solo de estos no nos hacen bien. Vivir solo en el pasado, vivir solo en el futuro… vivir en el presente sin memoria del pasado o sin proyecciones a futuro…— eso es algo que también descubrí en el distrito nueve, que tomaron otro significado para mí, la memoria y poder verse uno mismo en el futuro. —No regresarás a eso— susurro, —has recorrido mucho camino desde entonces y te mereces la paz que conquistaste, ahora toca defenderla— eso es algo que puede llegar a durar toda la vida, independientemente de cuánto se alargue esta guerra. Libero su mano para pasar mi brazo por encima de sus hombros y atraerla en un medio abrazo que la reconforte, que nos dé a ambos la seguridad de la que carecemos en el día a día y con los vaivenes de la guerra, porque podemos encontrarla en el otro.
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    Alice D. Whiteley
    Consejo 9 ¾
    Si de verdad son familia, lo harán, dice mucho ya de por sí el que tu hermano te dejara marchar como lo hizo, estoy segura de que no recibió el mismo trato por parte de los que apoya— y no hay más que ver su despido en los diarios como para darme la razón, que aquellos quiénes dicen querer lo mejor para sus ciudadanos, también son los primeros en juzgarlos cuando se ven en situaciones comprometidas con sus familias. Fue un gesto inesperado el de Riorden, cualquiera al que le preguntes al respecto va a decirlo, pero si uno piensa desde donde nacen su actitud, ¿de verdad puede considerarse una reacción improvisada? Quiero decir, conozco la historia familiar de los Weynart, no como alguien que haya pertenecido a ella, pero sí como espectadora que se ha topado con sus miembros en más de una ocasión, como para saber que la sangre les puede mucho más que los ideales que dicen defender. A fin de cuentas, pasaron por demasiadas injusticias como familia como para esperar de ellos el destierro de los que aun quedan vivos. Y vivimos en un mundo demasiado cruel y despiadado como para tomar en vano el que muchos de los sigan de pie, respirando.

    Tuerzo la boca en una mueca que no es apreciable desde su rango de visión, en especial cuando me acomodo dentro de su brazo y utilizo su hombro como apoyo para mi cabeza. No sé si lo que tengo ahora es una paz conquistada, porque si vamos al caso no hice nada por mi cuenta para llegar a ella, fue el resultado de las acciones de otros las que me movieron hasta este punto. Sin embargo, reconozco que tiene parte de razón al decir que no está en derecho de nadie el decidir lo que está mal y lo que está bien, cuando son ideas creadas por el mismo ser humano, pero siempre habrá alguien que quiera alzar el dedo para diferenciar lo que es correcto de lo incorrecto y es entonces cuando uno se replantea qué tan malas o buenas son sus decisiones. —¿Estás diciendo entonces que no debería hacer nada?— es un susurro demasiado bajo como para que pueda escucharlo nadie que no esté lo suficientemente cerca como lo está Colin, quizás porque decirlo más alto me llevaría a sentir una vergüenza real de estar oyéndome a mí misma sonar tan cobarde como para mantenerme en esta comodidad que hasta día de hoy no sé si catalogar como falsa o no, porque en el fondo sigo sin saberme fiel a mí misma. —¿Lo crees justo, para ella? ¿Que pudiendo hacer algo para recordarla, si fuera posible, escogiera no hacerlo por mantenerme en paz conmigo misma?— ignorante ahora del dolor que podría suponer, cobarde al no querer volver a sentirlo, incluso cuando en el momento no puedo siquiera recordar el sentimiento de perderla, porque no la conozco. ¿Y qué dolería más, haberla perdido o no conocerla en lo absoluto?
    Alice D. Whiteley
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    Seems to me like I'm just scared of never feeling it again · Alice DBmC5E4
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    Lo mínimo que le debo a mi hermano es tener límites de hasta donde llegaría al colocarme en oposición a todo lo que nuestra familia ha apoyado este tiempo, cuando a él no le ha ido bien como pudimos enterarnos por las noticias y a veces no sé si es un engaño a mí mismo para aligerar la culpa, el que me diga que salir de la isla de los ministros es algo bueno para él y mis sobrinos, en vista de lo tórrido que se ha puesto todo alrededor de Magnar Aminoff. Me resigno a que esto será con lo que continuaré en conflicto con mi conciencia por un tiempo más, si bien no cambia la dirección de mis pasos, es posible de que nunca nos encontremos plenamente convencidos de que lo hecho estuvo bien, nuestras acciones terminan teniendo su eco en las vidas de otros y es algo con lo que tendremos que convivir por dentro. En el camino hacia lo bueno que deseamos, inevitablemente se cometen actos que lastiman a otros, lo único que espero es que sea un camino con un final para que los ideales a la larga no se terminen volviendo excusa. Ninguno de los dos tiene los hilos del destino de Neopanem entre los dedos como para saber cómo acabará esto y eso también lleva a otro tipo de resignación, por la cual busco en el agarre de su mano algo de las certezas que solo se encuentran sobre lo que podemos decidir.

    Es confuso, no lo niego, este pasado que con sus recuerdos y sus olvidos nos hacen pararnos con inestabilidad sobre nuestros pies, si algo me han dejado en claro desde niño es que colocar un pie tras otro, dar un paso tras otro para seguir avanzando es lo que se debe hacer, el pasado irresuelto toma la forma de un monstruo que nos pisa los talones, pero al avanzar lo podemos ir haciendo pequeño también. En algún punto todo pasa por una decisión, también lo que haremos con lo que queda o falta en nuestras memorias. Me cuesta decir lo que finalmente pongo en mis labios cuando le contesto. —Estoy diciendo que no sé si hay algo por hacer— murmuro, lo digo por ella, también por mí, por la búsqueda incansable que más de uno hacemos de lo perdido. Para lo demás, también noto cómo me tenso al hacer esto que detesto y es saber de antemano que estoy a punto de hacer algo que, en mayor o menor medida, lastimará a la otra persona. —Creo que debes hacer lo que justo para ti, no para ella. Eres quien está viva, Alice— digo, es cruel que sea quien agradeció sus palabras amables para luego devolverle estas que son punzantes. —Para todos los que se van, los que mueren, tenerlos presentes es toda justicia que puedes darle. Sufro por ti la ausencia de tus recuerdos, pero si es algo que no se puede recuperar porque es algo que ha superado nuestras posibilidades, ella también desearía para ti que estés en paz, ella lo está— siento áspera la garganta al tratar de dar consuelo con torpeza. —Todo eso que dicen de que los grandes reyes de la historia nos observan desde las estrellas, es lo mismo para todas las personas que se han marchado. Todos los que estuvieron antes que nosotros, también aquellos de los que ignoramos nombre y su historia, pero su paso por el mundo inició un camino que luego nosotros lo continuamos. Todos ellos, aunque nuestra memoria no logra abarcarlos, nos guían con la luz que siguen proyectando tras años de su desaparición. Los ausentes a veces logran estar más presentes que las personas que nos rodean, y está bien tenerlos presentes, pero que nunca ciegue nuestros ojos al camino que estamos haciendo.
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