Alice y yo nos movemos bajo la capa de invisibilidad para acercarnos a una de las fábricas más alejadas del centro del distrito cinco, sitio pactado como la zona de reunión para esta tarde; si no le dejo todo el espacio a ella, es porque me niego a relevarle a Richter que puedo transformarme en un perro, disfraz que hasta ahora he podido utilizar a mi antojo. El sonido en mi oreja me hace suspirar, porque sé muy bien que es Jim probando por quinta vez que los comunicadores invisibles funcionan. De seguro Mimi, desde la comodidad de su casa, debe estar rodando los ojos — Ustedes solo manténganse ocultos y no hagan nada al menos que surja algún problema — les recuerdo. Tanto James como Arianne, Amber, Colin y Cale han venido con nosotros, aunque se han camuflado bajo capuchas que deben producirles un calor insoportable y algún que otro encantamiento para modificar su apariencia; obviemos que la metamorfomagia de Cale es una ironía, cuando él es el único que no figura en la lista de enemigos públicos — Si oyen algo extraño o no salimos… Pues ustedes saben — dudo mucho que Powell sea tan idiota, pero quién sabe. No me confío en esa familia, por muy amiga nuestra que Meerah pueda ser.
Guardo la capa en mi bolsillo expandido en cuanto estamos en la seguridad de una fábrica tan amplia y polvorosa que me genera cierta nostalgia. Nuestros pasos retumban entre las altas paredes, las ventanas a lo lejos no se ven enteras y el sonido agudo de las ratas no se disimula ni aunque ellas quieran huir de nosotros. Abro y cierro los puños con obvio nerviosismo, tanteo el bolsillo trasero en el cual tengo la varita y, al oír pasos extra, me giro con obvia alarma. Hermann Richter es alto como su hijo, quizá un poco más. Incluso caminan con un andar similar, pero sus ojos se me hacen incluso más fríos y algo en su postura me recuerda a un animal desconfiado. Por inercia, uno de mis pies amaga a irse hacia atrás pero, a último momento, enderezo mi espalda, que no espero verme como un cobarde — Richter — le saludo con un movimiento de la cabeza, en lo que mi voz busca mostrarse estable. He visto esta clase de escena en muchas películas, pero la gente se ve mucho más confiada de lo que yo me siento. Dejo caer las manos a mi lado, que de momento no tengo intenciones de sacar la varita — Dicen por ahí que trabajabas para el gobierno de mi familia en el pasado. Es un poco extraño cómo se dan las cosas — de todas las vueltas que hemos dado, hemos terminado aquí — Ella es Alice Whiteley — los presento con un movimiento de la cabeza, a pesar de que no aparto los ojos de él — Es muggle, así que… — encojo mis hombros, que mi parte del trato ha sido cumplida. Obviemos a aquellos que tenemos esperando por que algo se desmadre — No tomará mucho, pero aún así creo que tenemos varias cosas de las cuales hablar.
Es extraña la sensación de volver a estar en el distrito cinco, ni siquiera hace un año de que estuviéramos aquí y al mismo tiempo se siente como si hubieran pasado eones desde la última vez que dormimos en el departamento de Arya. No se puede decir que las cosas no han cambiado para nosotros, pero la fábrica abandonada que se extiende frente a nosotros tienen el mismo aspecto que siempre, como si el tiempo no hubiera pasado para ella. Supongo que no lo ha hecho, después de todo, es lo que ocurre con las cosas abandonadas, lo que lo hace un lugar perfecto para tener una reunión con uno de los terroristas más buscados del país. Sin duda una para recordar. — Saldrá bien — aseguro, tanto a mis compañeros a través del comunicador como a Kendrick a mi lado bajo la capa de invisibilidad, en caso de que pensamientos de último momento quieran hacerlo dar media vuelta.
No le culparía, de todas formas, Powell senior tiene el aspecto de un hombre corriente, pero algo en sus facciones pueden llegar a producir escalofríos a más de uno. No soy mucho más baja que él, apenas unos centímetros que podrían hacer una mayor diferencia si no fuera porque en ningún momento me permito perder la postura. Dejo que sea Kendrick quién haga las presentaciones, incluso cuando todos aquí sabemos que son por mera cortesía, que no faltan rostros en carteles que circulan alrededor del país como para no saber con quiénes estamos tratando. — Han llegado a nuestros oídos noticias sobre que fue usted junto a un puñado de seguidores que metieron a un grupo de inferis para enfermar e infectar nuestro distrito — digo, sin ánimos de echar culpas de a primeras para que no lo sienta como una acusación propiamente dicha. No conozco personalmente al tipo, pero no siento que sea de las personas que se toman bien las acusaciones directas, incluso cuando tiene todas las papeletas de haber sido el responsable. Ya habrá tiempo para perder las formalidades si es que esto termina mal.
Claro que por obviedad, no es el quién empieza, sino que la mujer que está con él, alguien a quien puedo reconocer, no de vista pero si de nombre cuando Derek se encargó de identificarla como su hermana. No me sorprende cuando va al grano y, de nuevo, me encuentro sonriendo con gracia en dirección a los recién llegados. — ¿Whiteley habías dicho? Puedes dejar las formalidades para otro momento, no me interesan y es claro que el niño ha demostrado que poco le importan — ya hace tiempo que mi doctorado había quedado enterrado y que el “usted” era más un chiste que una forma en la cual debían dirigirse a mi persona. A menos claro que se tratase de Olivia quien insistía en decirme “jefe” a cada que estuviese en mi presencia.
Pese a que trato de mostrarme casi que amigable, no me acerco más de lo que ellos lo han hecho, sabiendo que incluso ante la poca amenaza que presentan, nunca estaba de más ser precavido. — ¿Acaso vienen a compartir rumores? porque a mis oídos llegan muchas cosas ¿qué les gustaría que les cuente? - Me llevo una mano al mentón y medito unos segundos antes de responder. — Porque a mis oídos ha llegado también que hay saqueos de armamento importante dentro de trenes en movimiento, y aún así no sé que tanta relevancia tiene en nuestra conversación. A menos claro, que estén haciendo una acusación y quieran saber hasta qué punto estamos experimentando con armas biológicas, claro.
¿Saqueos de armamento en trenes? De eso no he oído absolutamente nada, lo cual tampoco me sorprende, pero sí me hace echar un rápido vistazo a Alice. Si ellos han estado robando armas al Ministerio, significa que al menos por ese lado se encuentran mejor equipados que nosotros — Depende… ¿Tienen los medios? — pregunto sin poder contenerme — No, la verdad es que estamos aquí para evitarnos las acusaciones. Esa parte se la voy a dejar al Ministerio, que ya sé que lo saben hacer muy bien — desde que puse un pie en este país no he visto más que noticias que pintan retratos, juegos de palabras que buscan armar o fundir imágenes en base a rumores y mentiras — Si te he pedido esta reunión, es porque queremos conocer a todos los jugadores dentro de esta partida y saber quienes son o para qué lado están jugando. Aún no decido si eres nuestro enemigo o si compartimos uno en común — que amigos, eso jamás. Paseo un rápido vistazo por su figura, una que no me dice mucho más que lo que he captado con la primera impresión — ¿Eres una amenaza, Richter? ¿O debo llamarte Powell? Lo que prefieras, sé lo que es tener más de un apellido. Acaba por ser confuso.
Aun así, dejo que sea Kendrick quien ponga en palabras lo que ha estado en boca de todos los miembros del consejo, manteniéndome a una distancia prudente de Powell, pero lo suficientemente cerca como para no tener problema con analizar las expresiones de su rostro. Si hay algo que le reconozco a este tipo, es que no tiene ni una mísera pizca de estúpido, y eso, dependiendo de lo que averiguamos hoy, puede jodernos la vida o beneficiarnos. Reconozco en el tono de voz de Ken una connotación distinta a la que empezó esta conversación, quizá hasta un tanto atrevida, lo que me hace querer aclararme la garganta para advertir sin necesidad de usar las palabras que no se pase de osado con alguien de quién no conocemos absolutamente nada más que lo que ha salido en televisión. Y no es como si esas noticias hayan reflejado la parte más amable y empática de Richter, si vamos a ser honestos.
— Lo que Kendrick quiere decir es que… — me hago escuchar en la conversación, dando un paso para colocarme más cerca — No sabemos hasta qué punto tenemos que comportarnos como contrarios, cuando hay una guerra mucho más importante que librar y que no va a esperar a que acabemos los unos con los otros, porque por el tiempo que estemos enfrentados, el verdadero enemigo no hace ninguna distinción entre nosotros — esa es la realidad de todo esto, la razón por la que hemos venido, dicho de otra manera. — Al único al que le estamos haciendo un favor con todo esto es a Magnar Aminoff — declaro, que si nos dedicamos a matarnos entre nosotros, le habremos hecho todo el trabajo sin que apenas le haya hecho falta mover un dedo. — ¿Contra quién estás realmente, Richter? ¿Nosotros o el gobierno? — porque ha quedado claro que somos nosotros o ellos.
— Las cosas que quieren decir distan bastante de lo que realmente están diciendo, ¿saben? Si quieren jugar a ser políticos tienen que aprender a medir sus palabras un poco mejor — por momentos recuerdo a mis internos dentro del estudio jurídico que manejé hace años, y siento que tengo en frente a dos nuevos pasantes que buscan disputar un juicio frente al estrado antes de tiempo — Para empezar, pueden llamarme como les dé la gana. Richter es mi apellido tanto como Powell, pero lo prefiero porque el original lo ostenta alguien que no genera calidez entre mis allegados, supongo que sabrán entender. — me gustaría volver a reclamarlo solo para fastidiar a mi hijo, pero a decir verdad eso no era estrategia, sino un simple capricho sin un fin aparente — Ya con lo demás, déjenme que traduzca lo que yo pude entender de sus palabras.
Doy un paso hacia adelante y los examino a ambos con la mirada antes de perderme en mi discurso — No están acusando a nadie, pero después de que fuimos señalados como los culpables del incidente que sufrieron, parecen tener un interés repentino por saber quién es mi enemigo — y seguía ser una acusación, pero la connotación detrás de sus palabras estaban claras — Casi que me siento ofendido con eso de no ser el ¿cómo habías dicho? ah, sí, el verdadero enemigo. Como si me estuvieran subestimando. ¿Lo hacen? Porque si tengo que responder a la pregunta de Black, tengo los medios para hacer muchas más cosas de las que creen posibles, ¿cambiaría en algo que me declase el perpetrador del ataque que sufrieron? Dudo si ese fuera el caso que llamen a Aminoff a una reunión para decidir si tienen un enemigo en común. — Camino unos pasos pero no les muestro jamás la espalda, siempre trazando una línea que nos separa. — ¿Qué gano yo si les respondo? Porque no me gustaría pensar que creyeron que con citarme me dedicaría a responder todas sus preguntas sin chistar y yo me volvería con las manos vacías, ¿verdad?
Muy bien, puedo entender lo que está diciendo y, si tengo que ser completamente honesto conmigo mismo, no me esperaba ese contraataque. Hasta creo que se me nota en lo que volteo el rostro hacia Alice con la boca entreabierta, porque no es como que tengamos algo con lo que negociar — Nosotros… — ya, esto es vergonzoso. Hago todo lo posible para no verme desconcertado cuando regreso la mirada hacia el hombre, relamiendo mis labios en lo que descruzo mis brazos para meter las manos en mis bolsillos — Sé muy bien las cosas que has hecho, lo vi en las noticias y no, no estoy hablando al incidente de los Inferis. Creo que nadie se olvida del funeral de Jamie Niniadis — por una vez, en la televisión estaban como locos gritándole a personas que no éramos nosotros — Pudimos con los inferis y su virus, nuestra preocupación es un poco más simple: ¿Tenemos que luchar contra dos frentes o contra uno? Porque está claro que ellos buscarán aplastarnos a ambos — no sé de dónde saco el impulso, pero doy el paso hacia delante que va eliminando nuestra distancia. Tampoco sé cómo, pero consigo mantener mis ojos puestos en los suyos — ¿Quieres negociar información? De acuerdo, pon tus condiciones, estamos dispuestos a oírlas. Vinimos aquí a hablar… ¿No es así? — ¿Me estoy arriesgando? Posiblemente.
Apenas muevo la barbilla en un gesto cuando Kendrick dirige su mirada hacia mí, como indicación a mantener la calma, por mucho que Richter esté tratando de pinchar el globo para que saltemos. — No pensábamos que con citarle iba a responder a nuestras peticiones, en eso tienes razón, pero si te has tomado la molestia de venir hasta aquí, ignorando los riesgos que podría suponer, significa que no te somos tan indiferentes como tus palabras hacen creer — que puede dárselas de superior y todo lo que le venga en gana, pero el hecho de que esté aquí ahora mismo, acudiendo a un llamado que bien podría haber sido una trampa, ya dice mucho más que su discurso. — Así que solamente dinos, qué es lo que tú quieres a cambio de que nos des respuestas — acabo, concordando con la postura de Kendrick sobre negociar bajo sus condiciones, incluso cuando algo en eso me resulta un poco arriesgado.
— Puede ser que no me sean indiferentes, o puede ser que me hallara aburrido y necesitase algo de entretenimiento. Ustedes decidan, al menos de momento mis expectativas se mantienen intactas — y no era precisamente un halago si sabían entenderme. Creí que al citar aquí a un adulto que estuviese en una similitud de condiciones podría tal vez tener una mejor expectativa de la situación, en cambio me encontraba con un niño y su loro que, para colmo, creían tener la carta ganadora a su favor cuando no tenían idea de cómo se jugaba al poker siquiera. En serio, alguien tendría que enseñarle a Black a manejar mejor sus expresiones faciales. — ¿Seguros que quieren dejarme tanto terreno? Bien, no quiero nada muy complicado supongo, solo libre acceso al distrito y el poder estar al tanto del próximo ataque que planeen en contra del gobierno. — no iba a dar mi mano en una alianza que de momento no me parecía ventajosa, pero tampoco iba a ignorar el hecho de que sus últimos golpes habían resultado ciertamente exitosos. Dependiendo de lo que fuera el siguiente, tal vez ambos podamos sacar ventaja de la situación.
La manera en la cual muevo mis brazos al dejarlos caer a mi costado delata la sonrisa que acaba por asomarse en mis labios, una que anda conteniendo una risa irónica y las ganas de patear el suelo — No — ni siquiera me molesto en esperar un mensaje de mis compañeros por la cucaracha y por todos los medios evito la mirada de Alice — No te dejaré pasear por mi distrito cuando está claro que tus intereses y los nuestros no son los mismos. En vista de las dudas, no soy tan idiota de darle acceso sin cuidados previos a una persona que no es de fiar, al único lugar que tenemos con seguridad para nosotros. Aún así… — trato de mantenerme entero en lo que medito un poco mis palabras y me atrevo a dar otro paso — Si tienes la misma intención que nosotros de luchar contra el gobierno, sí te tomaré en cuenta para nuestro próximo ataque. Si estamos buscando cortar la misma cabeza, podemos hacerlo en equipo, al menos una vez — sé que no va a querer darme el lugar de mi familia, pero puede ser algo momentáneo. Elimino la distancia con zancadas seguras y, sin apartar la mirada de la suya, le tiendo una mano — ¿Tenemos un trato o cada uno regresará por donde vino?
Me sorprende más que la respuesta de Kendrick sea tan directa, cuando yo me habría refugiado en una respuesta más burocrática sobre que necesitamos de unos cuantos días para meditarlo y que le daremos una contestación entonces. No importa que la resolución fuera a ser la misma, me hubiera gustado contar con la opinión del resto de miembros del consejo, esos que siguen escuchando la conversación detrás de los micrófonos. Me muerdo la lengua y me ahorro el suspiro, mi mirada sigue posada sobre la nuca de Kendrick cuando se acerca para estrechar la mano de Powell. — Nos mantendremos en contacto, entonces — apremio a decir para que no se lo piense demasiado, que empiezo a sentir el aire a nuestro alrededor más denso y las ganas de perderlo de vista acrecientan con cada segundo.
Lo dejo hablar, exponer el riesgo que supongo y lo miro desde lo alto que soy en cuanto se acerca y tiende su mano hacia mi. Incluso le dedico una mirada a su acompañante cuando quiere cortar el encuentro sin que yo haya dado una respuesta — No. No creo que todavía tengamos un trato. No hasta que entiendan mi punto de vista — guardo mis manos en los bolsillos con determinación pero no me muevo de mi posición — Son ustedes los que me citaron en busca de una respuesta e, incluso antes de haberla obtenido descartan mi pedido básicamente por capricho. — casi que era más lógico que me deje pasear por el distrito, y no que se ofrezca tan rápidamente a formar una ofensiva en conjunto. — Los acuerdos se forman presentando los objetivos de forma en que ambas partes se vayan conformes, sintiendo que cada uno está ganando la mejor parte de lo propuesto. ¿Así? pues ponte en mis zapatos. Un niño que podría ser mi nieto exige que exponga mi postura política, me tacha de persona poco confiable y me rehúsa el paso libre a lo que se supone que es… ¿cómo lo habías puesto? ah, sí, un lugar en el que todos puedan sentirse aceptados y, para coronar las situación me tendrás en cuenta para su próximo ataque, como si fuera yo el que los necesitara — hasta donde yo sabía, en ningún momento le había dicho que colaboraría con él, simplemente le había pedido estar al tanto de lo que hiciera. — Ahora, ¿quieres reformular tu propuesta? sino como dices, cada uno puede volver por dónde vino, aunque sabrás disculparme si espero a que se retiren ustedes. Tengo por regla general no darle la espalda a un mago… o a sus mascotas.
— No soy un niño — mascullo por debajo una vez más en lo que él sigue hablando, seguro de que no me habrá escuchado, de nuevo. ¿Por qué las personas hacen oídos sordos cada vez que hablo? ¿Por qué siempre me perciben como una amenaza invisible a la cual solo le ponen nombre y apellido cuando les conviene? — Tú eres quien pidió estar al tanto de nuestro próximo ataque. Te estoy ofreciendo la oportunidad de poder atacar en unión para poder trabajar juntos en contra de un enemigo en común. Al fin de cuentas… Nosotros conseguimos un distrito entero y colarnos dentro del Ministerio. ¿Qué hicieron tú y tu gente, además de actuar siempre a larga distancia? — arqueo mis cejas, que yo no me voy a tragar cuentos de superioridad — O no tienen los medios o no tienen el número. No quedan muchos muggles libres y muchos han venido con nosotros. ¿O me equivoco? No voy a reformular mi propuesta. Lo tomas o lo dejas, porque prefiero quedarme con la duda a arriesgar a mi gente por esto. Solo me dejas con la opción de verte como otro enemigo — cosa que no me sorprende, en lo absoluto — Alice no es mi mascota, si tú lo fuiste en el pasado para los Black es tu problema. Porque ahí está el tema… — doy el paso suficiente que me permite alzar el mentón frente a él. Me lleva sus centímetros, pero no voy a retroceder — Es sencillo plantar bandera cuando no te encuentras cómodo. Si quieres pelear contra nosotros, da por hecho de que lo harás. Sino… tú sabes dónde encontrarme.
Si cree que algo como “su mascota” va a ofenderme, está muy equivocado, cuando me han llamado peores cosas en la vida y no voy a ponerme a discutir con alguien que parece tener la cabeza tan cuadriculada que dudo que vaya a cambiar de opinión solo porque lo remarque. — No soy la mascota de nadie, no es mi problema que no se haya atrevido a acceder a esta reunión sin la presencia de un humano, ¿o no es eso por lo que estoy aquí? Tú pediste, y cumplimos, creo que no es mucho favor el que ahora tú hagas lo mismo con nosotros — o sí, quizás sí es mucho pedir para alguien que ha vivido lamiéndole las botas a los Black durante tanto tiempo que en el presente se ve incapaz de seguir hacia delante. No tengo mucho más para decir después de las palabras de Kendrick, así que mi silencio sirve para dar paso a la que parece ser va a ser la última respuesta de Richter, con lo que sabremos si nos vamos a casa con las manos vacías o sacamos algo de este encuentro.
— Me reconforta en cierta manera ver que tenía algunas ideas erróneas acerca de ustedes. Creí que la mitad de sus acciones habían sido producto del azar, una planeación poco cautelosa y mucha suerte a su favor. Si tan seguro estaba de su posición… Claro que yo no daría explicaciones de mis movimientos, cautelosos y planeados a lo largo de meses antes de actuar; pero sí les daría la respuesta que estaban buscando. — No fui yo quien envió a esas criaturas a su distrito. No me avergüenza reconocer que no tengo los recursos para hacer algo de esa magnitud, y creo tener más escrúpulos que los de una persona dispuesta a jugar con los muertos de esa manera. — no era cierto. Solo era falta de capacidad, no de intención. — No es muy dificil suponer de quienes eran los cuerpos que enviaron, ¿creen que tengo tantos muertos a mis espaldas? que ternura… ¿quien de nosotros tiene las manos más llenas de sangre? — no es como si su atentado en contra del ministerio hubiera sido libre de muertes. — Por ahora no soy su enemigo. No soy precisamente fan de los magos, pero creo que por alguna ocasión podremos unir fuerzas. Siempre y cuando claro, no se guarden ningún tipo de información que pueda ser útil. ¿Están de acuerdo? — veré como advertir a los que están dentro de su distrito para que estén atentos a futuras planeaciones. No voy a confiar fácilmente en ellos pero… quien sabe. Podrían sorprenderme.
La manera en la cual giro mi cabeza en su dirección es algo violenta — Nosotros no… — me silencio de inmediato, que sé muy bien que estoy actuando en negación. Sé que hemos matado, sé muy bien que nuestro historial es mucho más violento que el suyo, incluso cuando ha eliminado a un escuadrón entero en televisión nacional. Lo único que nos diferencia parece ser el modus operandi. Hermann Richter parece tener muchos menos escrúpulos que nosotros, pero también sé que me estoy mintiendo a mí mismo si no tomo en cuenta no solo lo que hemos hecho, sino también lo que tenemos planeado hacer. No. Tengo que aprender que en este juego nadie va a terminar con las manos limpias.
— Por ahora… — señalo en repetición de sus palabras. Guardo silencio en los instantes en los cuales analizo su petición y, sin más rodeos, doy un asentimiento con la cabeza — De acuerdo — aseguro — Estamos en planificación de un ataque que, si sale bien, podría significar un golpe certero en contra del gobierno y necesitaremos todas las manos que estén dispuestas a ayudar. No seremos amigos ni socios, Powell… — en lo que mis cejas se arquean, mis ojos lo analizan de pies a cabeza hasta que vuelvo a toparme con sus ojos — Pero te daré un voto de confianza siempre y cuando no nos apuñales por la espalda. Te recuerdo que las personas que nos tomaron como cucarachas fáciles de pisar acabaron explotando por los aires al darnos por sentado.
Muchos han muerto, pocos tienen rostro o nombre dentro de mi memoria. Quizá soy joven, pero estoy seguro de que he visto mucho más que la mayoría de los aurores que lucen una placa dentro de la seguridad del Capitolio. Sin bajar la guardia, doy dos pasos hacia atrás — Nos comunicaremos contigo en cuanto sea el momento, si estás de acuerdo — le tiendo una mano a Alice, dispuesto a desaparecernos de aquí en un intento de no darle la espalda a nuestro invitado bajo ningún aspecto — Trabajaremos juntos. Tienes mi palabra.
|
|