TEMAS
Tengo en cuenta -no hace falta que mi horóscopo me lo recuerde- que Ken no es legeramente para saber todo lo que pienso, si bien es cierto que muchas veces dejo que él lo adivine y de esas veces, no recuerdo que haya sabido interpretar mi silencio como otra cosa que no sea silencio, o la falta de un mensaje en respuesta a uno suyo, como algo distinto a que simplemente decidí no responder. Si se ha planteado debates mentales al respecto, como a mí me hubiera gustado para que sea reflejo de mis propias dudas, no lo ha manifestado explícitamente. Pero sobre esto no digo palabra, ni siquiera lo insinúo, en algún momento a principio de julio lo habré comentado al pasar y desde entonces he dejado que sea él quien se lo apunte en su propio calendario, sin necesidad de recordatorios de mi parte.
Es mi culpa, entonces, que esté cerca de las doce de la noche con el teléfono en la mano y vacilando en ser quien mande el mensaje, ¿eso se hace solo en los cumpleaños? ¿También es válido en los aniversarios? Pasa un primer minuto y decido que se lo mandaré yo, pasa un segundo minuto y me pregunto por qué no me lo ha mandado él, al tercer minuto me digo que una apocalipsis zombie no es razón suficiente como para que te olvides de un primer aniversario como novios. Me paro en la cama, camino sobre esta, yendo de un lado al otro para que se me vaya este repentino sofoco por la indignación de que se haya olvidado. Caigo sobre las almohadas cuando escucho el lamento de alguien al que se unen los ladridos de los perros de los vecinos, ruedo fuera de la cama para ir a espiar por la ventana si acaso se nos ha colado un fantasma o un grim en el distrito.
—¿Ken?— pregunto, estoy fuera de la habitación en un pestañeo porque no me molesté en buscar zapatos y el clima en la noche sigue siendo agradable como para que necesite un abrigo sobre el pijama de pantalones cortos y la camiseta que tiene a un girasol unicornio. Si, sexy, como siempre. Como si una supiera cuando va a volverse parte de esas trilladas escenas de película en la que chico aparece en medio del campo para cantar ¿Run away with me? y el viento caliente del verano trae consigo todos los olores de esta noche, también el de los mooncalfs de los vecinos. Y tiene que salir al porche para prenderse a la baranda de madera, como buena protagonista de este drama bien visto y leído en muchas novelas ligeras de Wotpod decir las líneas que me corresponden: —¡¿Qué haces?! ¡Los vecinos vendrán a ver! ¡Mimi saldrá con su rif… varita! ¿Estás loco?— se lo pregunto en susurros que puedan ser escuchados por él.

Bien, no estoy tan mal, con chequear el teléfono me doy cuenta de que tan solo han sido unos pocos minutos y aún puedo hacer una gran entrada para nuestro primer aniversario. ¡Un año! ¿Cómo sucedió tan rápido? Obviemos que en el medio ella me rompió el corazón y estuvimos separados cuatro días, esa es una mancha en nuestro historial de pareja. Pudimos superarlo y estoy seguro de que superaremos cientos de cosas más, porque… ¿De dónde podría sacar a alguien que supere a mi Syv? No por nadie haría lo que estoy por hacer, de verdad. Incluso con los nervios a flor de pie, coloco las flores en el suelo para tener las dos manos libres, carraspeo para poder tener la fuerza suficiente en la voz y… No, un paso más atrás o no alcanzará a verme en el ángulo perfecto para mi gran demostración de amor. Ja. ¿De quién te reías, virus tóxico de mierda? En tu cara, Magnar. O Hermann. O quien carajo sea.
Los primeros acordes de la guitarra se escuchan como un estruendo en el silencio y creo que escucho a un gato chillar y saltar entre la basura a unos metros, molesto por el sonido — Ohhhhh…. Piel de porcelana y cabello de luna, dirán muchas cosas pero como ella no hay ningunaaa… uhhhh… — ¿Esos son perros? — Tus manos y las mías, se siente tan bien, como una epifanía, oooh… tan bien… — No, momento, eso no rima, así que no era la parte adecuada. ¡Me confundí! ¡En mi propia canción! Estoy tratando de acomodar los dedos para seguir tocando cuando la susodicha se decide a aparecer y no puedo hacer otra cosa que sonreírle con todos los dientes — ¡Shhhh! ¡Déjame terminar! — le insisto sin dejar de tocar, tengo que acomodar mejor la guitarra — Iría hasta el fin del mundo por ti, comería pizza de piña por ti, cruzaría el desierto descalzo y lucharía con un tiburón blanco, blanco como tu pelo, todo por ti. Solo di que conmigo te quedarás, que no mirarás atrás, porque juuuuntos las luces habremos de mirar… Y tuuuuuu…. Di que me amas igual, sin importar más….— creo que alguien ha chistado de algún lado o quizá fue un grillo, no lo sé, pero me encojo en mis hombros entre un montón de risas — ¡Y quédate ahí! — me apresuro a dejar la guitarra en el suelo, así puedo tomar las flores y, con un par de saltos, me aferro a la madera de su pórtico, así me asomo por el borde como si la escalera no existiera a un lado — Feliz aniversario, Syv — casi que le pongo el ramo abajo de la nariz y estiro el cuello, así puede ver mi trompa dispuesta.
Veo como hago para acomodar las flores en el hueco de mi codo, contra mi pecho, así las manos me quedan libres para sostener su cara al darle un beso largo, lo que tarden los vecinos en volver a dormir y la misma Mimi. Dejo mis pulgares sobre sus mejillas al separarme para acariciarlas y quedarme mirando sus ojos en lo oscuro de la noche que llena de sombras su rostro, lo conozco como para saber trazar cada línea. —Eres el mejor novio del mundo— digo, ¿cómo no me había dado cuenta de ello cuando me hizo esa horrorosa torta de cumpleaños? Nunca lo hubiera imaginado cuando salimos y trató de ligar con otra chica -ahora nuestra amiga Maeve-, solo para terminar en el callejón besándonos, ni antes de eso cuando se metía en mi cama a mirar películas malas -¡y ahora ni siquiera queremos ver el Stand de Amortentia 2 porque no puedo creer que mirábamos esas cosas! ¡Qué vergüenza!-, ni la vez en que nos escondimos en esta misma casa en Año Nuevo.
—Y tú que no creías en esto y decías que eran cosas mías. Si los unicornios también existen, ¿ves que esto también podía ser real?—. No era descabellado de mi parte creer que podría enamorarme de alguien y esa persona se enamoraría de mí. Podría haberlo dibujado un montón de veces en mi imaginación y jamás lo hubiera reconocido en Ken al verlo por primera vez en la bañera de mi casa, esta noche en cambio puedo hacer coincidir cada rasgo imaginado en él. Con las flores aplastadas en medio, cruzo uno de mis brazos sobre sus hombros y respiro cerca de su cuello para convencerme que no es un sueño, ni niebla que se va a desvanecer en la mañana, que puedo quedarme en él como el sitio más seguro en el que estar, lo que dure esta guerra. —También había preparado una canción, pero no es como la tuya. Es una intervención artística— lo hago sonar elegante, para no tener que reconocer que soy mala haciendo rimas y jamás podría hacer que rimen «mías» con «epifanía». Tomo su mano al separarme y lo llevo hasta la hamaca con almohadones para que se siente ahí, dejo el ramo a su lado y vuelvo a buscar la guitarra que dejó en los peldaños. Cuando la tengo atrapada en mis brazos recién me siento y la hamaca se mece bajo nuestro peso. —Pon tus expectativas lo más bajas que puedas, así no vas a decepcionarte— lo prevengo.

Con una risa, me encojo de hombros ante su acusación y desperdicio mi pregunta en estar apoyándome en la madera para poder saltar la cerca, cayendo con muy poco ruido sobre el pórtico de su casa. Después de toda la mierda con la que hemos cargado en las últimas semanas, el poder estar en un sitio tan tranquilo como éste en una noche de verano me hace pensar que algunas cosas simplemente valen la pena. ¿Sobrevivir a una horda de inferis infectados? Pan comido si es que tengo esto como premio. Su abrazo lo vale, su aliento en mi cuello me hace sentir mucho mejor que la enorme cantidad de pociones medicinales que he consumido en los últimos días. Hay muchas cosas allá afuera por las cuales debería estar preocupándome, pero ahora mismo no existen, no cuando ella está aquí conmigo y podemos ser solamente nosotros en nuestro pedacito de mundo por un rato. ¿Y quieren la verdad? Hace mucho tiempo que no me siento tan Kendrick Duane como ahora.
— ¿Intervención artística? — repito con un dejo divertido y curioso en mi voz en lo que me dejo arrastrar por ella. Me acomodo en la hamaca en lo que ella se encarga de la guitarra, no puedo evitar sentirme expectante a pesar de su petición y coloco los talones sobre el borde de la hamaca, así puedo recargar los brazos sobre mis rodillas — Jamás voy a decepcionarme si te tomaste la molestia de crear algo para mí — por la manera en la cual muevo mi culo sobre la hamaca para hundirme un poco más, dejo bien en claro que tiene toda mi atención — También pienso quemar tu cocina en un intento de hacerte el desayuno, pero para eso necesitamos ponernos un despertador temprano — ah, sí, todos los detalles. Era esto o sentía que lo estaba haciendo todo mal — ¡Y puedo faltar a clase! Posiblemente para dormir todo lo que no pienso dormir esta noche — a pesar de que mis cejas se mueven con picardía, hay algo en mi sonrisa que no va con la idea — Es que te hice un mixtape — añado en lo que busco en mi bolsillo para enseñarle un pendrive.
La sonrisa se me queda en la cara, congelada, fría del shock, al saber en qué consiste su segundo regalo. —No puede ser cierto— balbuceo, levanto mi cara al techo y suelto un gemido de frustración. —¡Ese era mi regalo!— me quejo, mis manos inmóviles sobre la guitarra. —Ken, no puedes ser tan buen novio, me dejas como una mala novia a mí. Con un regalo bastaba, con el segundo ya te robaste el mío, ¿y ahora que te voy a regalar? ¿Papas fritas quemadas?— suspiro, suspiro otra vez, entonces recupero mi postura y posesión segura de la guitarra, que no es más que un berrinche de segundos, puedo recuperarme de ello. —Te lo voy a cantar de todos modos, así que ponte cómodo… y recuerda, bajas expectativas, muy bajas. Si hiciste un mixtape, tienes que bajar aún más tus expectativas— se lo repito hasta el cansancio porque soy dibujante, no cantante, es mentira que todas las artes están vinculadas y somos buenos en algo, también en lo otro, ¡mentira!
Me aclaro la garganta y pruebo las cuerdas antes de comenzar con un arrullo: —Do you hear me,… I'm talking to you… across the water across the deep blue ocean… under the open sky, oh my baby, I'm trying…— ensancho mi sonrisa, en verdad lo estoy intentando. —All I know is we said hello…
Your eyes look like coming home
All I know is a simple name
And everything has changed
You can be the butterflies I feel in my belly
You can be the captain and I can be your first mate
You can be the chills that I feel on our first date
You can be the hero and I can be your sidekick
Today is the greatest day I've ever known
Can't wait for tomorrow
I might not have that long
After a while, I thought I'd never find you
I convinced myself that I would never find you
When suddenly I saw you
At first I thought you were a constellation
Fly me to the moon
Let me play among the stars
Fill my heart with song and let me sing forevermore
You and I, we're like fireworks and symphonies exploding in the sky
With you, I'm alive
I'm lucky I'm in love with my best friend
Lucky to have been where I have been
Lucky to be coming home again

Aún así, me acomodo para poder dejarle espacio y recargo la espalda contra la hamaca, así tiene toda mi atención. Puedo reconocer algunas de las canciones que brotan de su boca, pero estoy más concentrado en ella y no en cómo se las ha arreglado para mezclar unos cuantos temas que, hasta hace unos pocos años, no sabía que existían. Sea como sea, no creo que exista una forma mejor que oírlos a su manera, con el tono único y dulce de Synnove Lackberg. Mantengo la vista en el paisaje solo para que mis oídos estén fijos en ella, hasta que me atrevo a analizar su perfil. Me siento blando por dentro, con un cosquilleo agradable que me recuerda por qué fue que dejamos de ser solo amigos. Es imposible tener a Syv en tu vida y no querer meterla dentro de un hueco especial para conservarla.
Siempre fui bastante torpe para hablar, así que cuando se hace el silencio, yo no busco romperlo. En su lugar, no me importa que tenga la guitarra con ella, solo me centro en estirarme hacia delante para poder tomar sus mejillas y buscar sus labios. Sé que nos hemos besado un millón de veces, pero eso no evita que aún pueda detenerme en cada contacto como si fuera la primera vez, que jamás voy a aburrirme de ella. Apenas me separo al romper el tacto de nuestras bocas, sonrío a medias en lo que mi frente se recarga contra la suya y mis pulgares acarician sus pómulos — Me haces estúpidamente feliz, Syv — susurro, que al contrario de la canción, esto tiene que quedar entre nosotros — Nunca pensé que… Ya sabes, no creí nunca que alguien podría hacerme sentir tan bien. Para ser mi primera novia, pusiste el listón muy alto — me permito el bromear, beso la comisura de su boca antes de pasar a su mejilla, en lo que dejo que mis manos caigan a su cuello — ¿Quieres…? Podremos ir adentro a conectar el pendrive o podemos quedarnos aquí. ¿Crees que Mimi nos lance con algo si pongo algo de música con el celular? ¡He descubierto cientos de bandas que quizá pueden gustarte! — de seguro conoce la mayoría, pero eso no quita que para mí sean nuevas.
En más de una ocasión pierdo la nota, también derrapo en alguna palabra, la guitarra va un segundo por detrás de lo que estoy cantando y no se oye tan mal al final. —Sí eras una constelación después de todo, Kendrick Orion— y no lo digo por el nombre que heredó de su padre, sino porque a su manera fue una pista que siempre estuvo ahí y me llevó meses ver, cuando su cara es todo lo que veo cuando se acerca para darme un beso que se ha vuelto normal entre nosotros, sin los recelos del principio y los labios del otro a una distancia siempre segura de que responderán a la caricia. Peino con mis dedos los mechones de pelo detrás de sus orejas al tratar de mirar a los ojos con nuestras frentes unidas. —Yo sabía que sería algo así, lo que no sabía era con quién sería y ojalá fueras un poco más feo, ojalá te llevaras mal con mis amigas, ojalá no me escribieras canciones. Porque— tomo aire antes de suspirar, —ahora toda la vida me preguntaré si volverá a sentirse así si no es contigo— sonrío al besarlo una vez más, le robo un tercer beso rápido para dejar que hable.
Muevo mis cejas por su duda de quedarnos en la hamaca o subir a la habitación, y por agradable que sea el clima esta noche, entrelazo sus dedos con los míos para sacarlo de la hamaca. —Hasta el momento tuvimos suerte de que no saliera a gritar a la ventana pidiéndonos de dejemos de graznar, ni que los vecinos hayan llamado a Amber y toda la tropa, no abusemos— sí, muy lindo cantar un rato, el campo, la noche, las estrellas, las rimas, pero muy atrás quedó el momento en que salté de la cama porque Ken se había metido dentro. Le muestro con mis pasos donde pisar en cada peldaño para que no chille la madera y así logramos llegar a una de las primeras puertas, la mía, que empujo lentamente y cierro con la misma delicadeza, así la madera al chocar con el marco hace un ruido sordo. Todo se ve muy distinto a lo que era mi dormitorio en el Capitolio, para empezar las paredes no son blancas, sino cada una de colores distintos y sobre el respaldo de hierro forjado de la cama hay un montón de marcos con flores disecadas, también una, más arriba, con mariposas. Tomo la computadora sobre el escritorio para llevarla conmigo a la cama y dejarla sobre la manta a cuadros que descorro para ocultar mis pies descalzos. Me acomodo contra las almohadas esperando a que haga lo mismo. —¿Sabes por qué el distrito se llama 9 y ¾?— pregunto. —Si te das cuenta, ambos venimos de extremos muy opuestos, el único distrito en el cual realmente podemos estar juntos sin que te escondas es este. El número nueve. El nueve es el número de los finales y los principios, es ese puente entre lo que debe terminar para que algo nuevo empiece. Pero este distrito nueve, solo tiene tres cuartos. Falta uno. Sé que el distrito 10 desapareció, pero… piénsalo, hay un cuarto perdido por ahí, ¿será como ese lugar al que van todas las cosas perdidas o que todos debemos encontrar algún día?

— Oh, verdad. Yo ya me estaba preparando para los gritos y quizá una manzana voladora — le confieso, que me sorprende que hasta el momento nadie se haya asomado a decirnos absolutamente nada. Me levanto de puntitas para poder seguirla en total silencio, me hago con la guitarra con la mano que tengo libre para no dejarla a merced de cualquiera que pase por la puerta y me mantengo cerca, tratando de no darle ningún pisotón en mis intentos de no hacer ningún movimiento escandaloso. Creo que no respiro con normalidad hasta que estamos dentro de su dormitorio, tanto que suelto un suspiro amplio, dejo la guitarra a un lado y paso a quitarme las zapatillas aún de pie, por lo que hago equilibrio sobre una de las piernas en lo que ella se va acomodando — Umm… — dejo caer el último calzado en lo que ella habla, así que termino enderezado con los labios fruncidos en una expresión pensativa — Tal vez es un poco de ambas cosas. Las cosas que se pierden se supone que deben ser encontradas. ¿O no? — muchas quedan a la deriva por toda la eternidad, pero eso no quiere decir que nadie se ande preguntando dónde andan. Si nadie te reclama o no te encuentras donde deberías, entonces no estás perdido — Aunque siempre he pensado que es un distrito entero y tres cuartos de otro. Quizá estamos aquí para rellenar esa porción que falta.
Me encojo de hombros, porque no estoy seguro de haber dicho una estupidez o no. Me acomodo a su lado en la cama, oculto los pies bajo las mantas en lo que apoyo mi espalda entre la almohada y la cabecera en lo que saco el pendrive, una vez más, de mi bolsillo — ¿Sabes? Cuando todo esto se termine, me gustaría devolverle al distrito diez su antigua identidad. Así la gente que nació allí no siente que no pertenece a ningún lado, como Holly — coloco el pendrive y estiro la mano para poder manejar la computadora, no me cuesta mucho encontrar la carpeta que tiene su nombre y, pronto, Like real people do está sonando en un volumen bastante decente para estas horas de la noche — Armé esto mientras estábamos en el hospital — le confieso con una sonrisita — Necesitaba entretenerme con algo que me pareciera significativo y que no fuese amargo, así que… — muevo mis hombros y regreso el rostro en su dirección — Syv… Somos felices… ¿No? — pregunto en lo que relamo mis labios — Quiero decir… A pesar de todo, tuvimos un buen año juntos. Obviemos la parte en la que me dejaste en mi cumpleaños — sí, obvio que se lo tiro, llevándome una mano al corazón con un puchero veloz — Tú dices muchas cosas sobre mí, pero vamos… Yo no podría pedir una mejor novia. Eres jodidamente increíble. ¡Hasta peleaste con un dementor por mí! Beverly se moriría por ese grado de romance en su vida.
Si él quiere, podría decirme que no he cambiado en nada de lo que creía, cuando no era más que un perro al que mimaba mientras mirábamos películas románticas. Pero así como lo ha hecho mi habitación, que es otra, con muebles distintos, un decorado distinto, aun tratando de reflejar lo auténtico en mí que cuelgo en cada lugar que habito, muchas cosas en mí han cambiado y es parte de todo eso. Muchas cosas se han ido para no volver, algunas espero que algún día regresen, aunque no sea de la manera que podamos imaginar. Pese a ello, todo se siente como si estuviera en el lugar que debe estar. —Esa es una bonita manera de pensarlo— opino, —somos el cuarto que faltaba, que alguien arrojó en sitios tan remotos y encontraron su camino para ser parte de algo aquí—. Levanto la manta para que pueda meter sus pies dentro, así como yo, y lo ayudo a que el pendrive se conecte a la computadora para que las primeras melodías suenen, lo hacen con una melancolía suave que me arrulla contra las almohadas. —Y así podrá volver a ser un distrito entero, con todos sus cuartos, porque la parte que faltaba ya se encontró— asiento con la barbilla a su idea de volver a tener un distrito diez, —es tiempo de ir rellenando los vacíos que dejaron otros, con algo nuevo, aunque tenga el mismo nombre, será con personas nuevas e historias nuevas…— suspiro al acompañar el tono nostálgico del cantante, mis dedos se enredan con los suyos sobre su estómago.
Me recuesto a medias sobre su pecho, mi cabeza que busca su hombro la levanto para poder mirar a sus ojos al responder. —Sí, somos felices, pero no por una felicidad ajena a nosotros, sino porque cuando estamos juntos se siente como si todo estuviera bien, ¿no crees? Podría ser aquí, en el Capitolio, en el norte, podrías ser un fugitivo o el reemplazo de un alcalde, yo podría ser una estudiante del Royal o una mala aprendiz de medicina, ricos, pobres, nada de eso es lo que determina que seamos felices. ¿No te sientes como si pudieras superar todo mientras nos mantengamos juntos? Hasta un dementor, aurores, inferis, hmmm, un Magnar Aminoff— le sonrío, si eso no es romántico, no sé qué pueda serlo. Dejo que la canción siga un par de líneas más, antes de comentar: —¿Sabías que esta canción se trata de dos personas que se encuentran luego de haber amado y sufrido por otras? Le dice que cuando ella estaba enterrando algo, lo encontró y lo sacó de la tierra a él. Ella estaba queriendo olvidar algo, enterrar su corazón, él estaba hundido, derrotado. Pero se encuentran… hay algo muy valioso en el hecho de que dos personas puedan amar sobre sus heridas y su pasado cuando creían que ya no podrían hacerlo— parece que estoy contando una historia remota, muy distinta a la nuestra, que le pertenece a otro par. —No sé si somos felices todo el tiempo, Ken. No sé si es correcto decir que somos felices. Me gusta más decir que nos hacemos bien. Y, ¿lo has pensado? ¿Cuántas personas esperan a lo largo de su vida a alguien que les haga bien?

¿Me siento como si pudiera superar todo si estoy con ella? Pues claro, es una de las mejores emociones que me ha dejado todo esto y, tengo que decirlo, siento que he crecido muchísimo desde que empecé a salir con ella. Reconozco que sigo siendo el mismo Ken infantil en la mayoría de las ocasiones, pero también he encontrado nuevas facetas que jamás hubiera sospechado de mí mismo — Sí, estaba pensando en decirle a Magnar Aminoff que me devuelva el trono con el poder del amor — bromeo en un murmullo juguetón que acaba por robarle un beso rápido de la comisura de sus labios. Ladeo la cabeza con la obvia intención de meterme en el hueco de su cuello a juguetear con su piel, cuando me detengo al tener que escuchar un análisis que, siendo honesto, no hubiera hecho de la canción. Para mí era bonita, tenía algunas líneas que me hacían comprender un poco las palabras que yo jamás pudiera haber escrito y ya, pero supongo que tiene razón — Jamás lo había pensado — confieso, saliendo de mi escondite de su cuello en lo que me apoyo en su hombro — Yo siempre… Bueno, no te enojes, pero mis posibilidades en el catorce eran limitadas. Ya sabes, iba a casarme con alguna de las personas que ya vivían así, probablemente Delilah o Beverly cuando me rompiera la paciencia — intento tomarlo con humor, que la mención de la primera es algo que suelo evitar — Pensaba que eso lo era todo y no me molestaba. Creo que eso es justamente lo que hizo que esto funcione: no estaba buscando nada. Te conocí en el momento… Más de mierda de mi vida e hiciste que valga la pena. Eras como ese cuarto que me faltaba para darle un sentido a todo lo que estaba pasando — suelo consolarme diciendo que, de no haber seguido el camino que tomé, jamás nos habríamos cruzado. Tengo que mover la cabeza para poder mirarla mejor y que pueda ver mi sonrisa — Nunca dejaré de agradecerte por eso. Incluso siendo solo amigos, valías toda la pena.
Mi puño cerrado roza su estómago en un golpe suave cuando se burla de mí diciendo que irá con Magnar Aminoff con un discurso de amor. —¡Ja! ¡Ja!— suelto, la sonrisa que trato de contener entre mis labios apretados delata que también me estoy riendo de eso. —Cuando Magnar Aminoff nos atacó en la alcaldía, ¿acaso no levanté mi varita a tu lado para pelear?— le pregunto con mis cejas en alto, esperando a su respuesta que me dará la razón, ¡más que un dementor incluso! ¡El mismo Magnar! —Yo no sé dónde encontrarás otra novia así— hundo mi codo en su costilla para molestarlo y para compensar tantos golpes, dejo un beso similar al suyo en el borde de su boca para que lo recoja si quiere. De seguro que habrá otras, mucho más formadas para la guerra, con una mentalidad distinta y más firme, con un pasado de heridas más similares a la suyas, y en parte creo que no haber sido educada para pelear, es también lo que me hace quedarme a su lado. No todo es pelear, hay momentos como este en el que te echas un rato para estar en calma, abrazado a alguien y no dura solo una noche, no es algo que se desvanezca al amanecer, como un hechizo muy breve de olvido de la realidad, sino que puede durar días, semanas, hasta alcanzar el año.
Escucho de su boca lo que he podido concluir por mi propia cuenta y por supuesto, en base a lo que he podido saber de él al verlo reencontrarse con sus amigos del catorce, con todo lo que le llena de recuerdos de un lugar y personas que nunca conoceré, esa nostalgia que no mengua por el hogar de su infancia y todos los sentimientos que surgieron allí. —No estabas buscando una Synnove Lackberg— me burlo de él con dulzura, —yo tampoco estaba buscando un Kendrick, fuera Duane o Black— por eso la primera vez no lo vi más que como un chico que se había extraviado en la vida y que acabó en el baño de mi casa a punto de ser bañado para que se le quitaran las pulgas. —Pero nos encontramos, al universo le gusta a veces hacer excepciones. Ya sabes, el sobresalto que es el desequilibrio necesario, para seguir conservando un equilibrio mayor que abarca todos los destinos…— se lo explico con una sonrisa, porque seguro que no me ha entendido nada al ponerme a hablar de cosas raras. —Con ese valías toda la pena como amiga, siento que me estás friendzoneando ligeramente…— hago un chiste de eso, aunque entiendo el sentido y se lo agradezco con un beso en su mentón. Dejo mis dedos en su mandíbula para que su rostro siga girado hacia el mío. —Hay veces que creo sí estábamos destinados a encontrarnos, aunque la mayoría de las cosas digan que no, porque si es cierto que todas las personas que estuvieron antes de nosotros y todas las guerras que se han luchado antes, nos hacen quienes somos ahora… tu y yo, cada uno por su lado, cargamos con muchas historias que heredamos y nos encontramos, tarde porque era cuando debía ser, conmigo cuatro años adelantada a ti— le muestro mi sonrisa, —porque así debía ser, tú en tu lugar, yo en el mío, porque los mundos nuevos se construyen así, ¿no? Las partes que faltan no están donde estamos nosotros, sino que tiene que traerlas alguien más que viene de otro lugar.

Me gusta pensar que Syv y yo nos encontramos porque éramos lo que el otro necesitaba en ese momento y que, de alguna manera, ella tenía que estar conmigo en este distrito, en el cual la he visto pasar de ser la chica rubia y pulcra del Capitolio a alguien mucho más libre y… más Syv. La música cambia por debajo de su voz, apenas y me fijo qué canción es la que comenzó a sonar, que ya estoy sonriendo nerviosamente por su acusación — ¡No, no! ¡Tú sabes que nunca…! — obvio que se ríe y me deja a mí como un idiota, son sus manos las que me mantienen con los ojos clavados en los suyos y eso ocasiona que toda mi atención se refugie en ella. Mi boca se contagia de su sonrisa, me permito el analizar su rostro un momento antes de contestar. Me quedo con sus facciones, esas que siempre encuentran el modo de tranquilizarme — Creo que no hubiera podido jamás ver el mundo como lo hago ahora si no fuera por ti — confieso — Siempre pensé que la gente del Capitolio era… Que eran monstruos. Es bueno el poder ver que hay personas, en todas partes, por las que vale la pena mantener los ojos abiertos. En especial cuando muchos de ellos se han esforzado en mostrarme sus caras menos amables.
Incluso teniendo la intimidad que nos regala su habitación y sus sábanas, busco tomar la mano que está cerca de mi abdomen y la encierro entre mis dedos con un cariñoso apretón. La manera en la cual mis labios besan su frente es casi que hasta juguetona, tengo que arrugar la nariz a causa de la picazón que me producen algunos de sus cabellos — Ya que vamos a pasarnos la noche diciéndonos lo mucho que nos amamos… — me mofo de nosotros en lo que me acomodo mejor entre las almohadas, hasta conseguir el colocarme de costado para poder mirarla en la poca distancia — ¿Puedo decir algo? Solo no te rías de mí — aún así, soy incapaz de borrar la sonrisa de mi rostro, obviamente divertido de mí mismo. Rasqueteo la funda de la almohada con la mano que tengo libre, centrando allí toda mi atención — Con todo esto de la escuela y todo lo que está pasando, he pensado muchísimo en el futuro. Y creí que, cuando llegue el momento y si no te has aburrido de mí, podrías venir a vivir conmigo. Ya sabes, cuando nos graduemos y seamos adultos y toda esa tontería, que la guerra parece que va a durar un buen rato. ¡Sé que no puedo competir con Mimi! — me aclaro rápidamente, consciente de que mi nuca ha empezado a arder — Pero es que… Es una casona muy grande para mí solo y no es como que… No puedo imaginar mi futuro sin ti en él, Syv, lo cual es una completa locura porque hace menos de dos años ni siquiera estabas en mi presente. Y no te estoy pidiendo que me digas que sí, solo… Quiero compartir qué es lo que espero o qué es lo que veo para nosotros — mordisqueo un poco el interior de mi mejilla, antes de fijarme en sus ojos una vez más — ¿Crees que es una estúpida locura? Porque podría entenderlo.
Todo lo que dice sobre monstruos en el Capitolio es tan distinto al lugar en el que crecí y que creí conocer, se sentía como caminar en un laberinto de cristales, en el que los rostros eran herméticos y el sol quizás se sentía un poco frío sobre la piel, pero no era una tierra de monstruos para mí. Como en todos lados, lo bueno y lo malo coexisten. —¿Escuchaste del ying y el yang alguna vez? ¿Sabes que representa?— le pregunto, me estiro hacia un lado de mi cama para buscar el anotador que suelo tener en el primer cajón de la mesa de luz y la varita que dejé al lado de la lámpara. Uso la varita para trazar ambos símbolos que se complementan, tiñendo a uno de negro con un punto blanco, y al otro dejándolo sin pintar, pero con un punto negro. —Dentro de la luz siempre habrá un rezago de oscuridad y dentro de la oscuridad siempre habrá un corazón de luz, por eso estas piezas son complementarias, se buscan, se necesitan, se atraen. No pueden estar separadas— es una explicación corta para todo lo que puedo decirle sobre este símbolo, como que bien mirados también son un par de peces, esos que corresponden a otro signo, seres atados por un cordón de oro como una dualidad inseparable.
Abandono mi tarea de maestra dejando el anotador sobre la manta y mis dedos se esconden en la calidez de los suyos, lamento estar interrumpiendo con todas mis explicaciones innecesarias este ambiente cursi de declaraciones sobre lo mucho que nos amamos. Escondo mi sonrisa por sus palabras en un lado de su cuello al abrazarme a él. —Puedes decir lo que quieras y que los unicornios son verdes, no me reiré— prometo con un chiste, así sabe que me lo tomaré en serio. Si mantengo la sonrisa para impulsarlo a hablarlo, puesto que escucha cada disparate que yo digo, él también tiene permiso de decir al menos tres en los siguientes cinco minutos. —No es una locura— opino, de hecho no es para nada descabellado como imaginé que podía ser. Coloco mi cabeza en el centro de su pecho y con un ronroneo le hago saber que estoy pensando, no, estoy haciendo cálculos. —Yo tengo veintiún años, tú tienes diecisiete, es muy pronto para que vivas con alguien. En octubre tendrás dieciocho, ¡hay una diferencia de edad ahí! Pero está bien que lo plantees para cuando te gradúes, es un buen plan a futuro… algunos lo hacen y— sí, mucha gente lo hace, porque mucha gente necesita y se arriesga a pensar un futuro con otra persona, no importa si eso al final resulta o no, lo hacen porque son valientes y confían, o confían y por eso son valientes, —yo seguiré a tu lado, solo no me apartes— pido. No es lo único que tengo que pedirle. —Pero, Ken— pruebo su nombre para tener su atención, —si me quedo a tu lado, nunca olvides que estoy ahí. No me hagas sentir invisible, hazme sentir real. Si no fuera por ti, por Mimi, por los amigos que tenemos… volvería a ser invisible, dejaría de ser real, y un día simplemente dejaría de estar.

Apoyo una mano sobre ella en mi intento de rodearla con el brazo, acomodarme en su cama me parece de lo mejor para poder reírme un poco de mi propia tontera, que no serán unicornios verdes pero de seguro suena igual de soñador. Puedo quedarme tranquilo con que no lo ve para mal, aún así tengo la inquietud de la ansiedad en la boca del estómago y me distraigo dibujando círculos en su espalda. No es la primera vez que me pregunto si a Syv no le gustaría tener a alguien mayor a su lado, tiendo a creerme mucho más inmaduro que ella casi todo el tiempo y me sorprende que no me vea como un niño, cuando creo que todo el mundo lo hace y me lo recuerdan cada vez que tienen la oportunidad. Me desligo de esa línea de pensamiento cuando me encuentro arrugando el ceño con extrañeza, mis dedos dejan los dibujos y me demoro un poco en comprender lo que está queriendo decir — ¿Por qué dices eso? — pregunto con cierta desesperación en una voz que busca seguir siendo un murmullo — ¿Alguna vez te hice sentir de esa forma? Porque si es así, lo lamento. Yo nunca querría… — escondo la mano que me queda libre detrás de mi nuca, es la única manera que se me ocurre de dejarla quieta — Sé que estoy ocupado casi todo el tiempo y que de todas las voces que tengo que escuchar todos los días, la tuya se siente tapada por otras hasta que todos se callan. No quiero… No sé cómo hago para cumplir con mi horario, de verdad. Y quiero que, de alguna manera, tú siempre te sientas parte de mí, que estamos juntos en esto y que jamás te dejaría de lado. Sé que puedo ser infantil y testarudo muchas veces, pero me importas. Haría lo que fuera por ti, Syv — creo que suena a un lamento algo vergonzoso — Y quiero que camines a mi lado hasta que tú decidas si esa es la ruta que quieres seguir andando, que sé que no soy fácil. ¿O hay algo en particular que debería saber?
La música que suena bajo se escucha en un segundo plano a los latidos que percibo en su pecho cuando arrimo mi oído. —Es lo que me asustaba de enamorarme, ¿sabes? Porque las separaciones y las despedidas duelen, pero dos personas que están por estar, para un día darse cuenta que sus corazones están muy lejos que no se escuchan ni aun gritándose… duele de una manera diferente. Porque eso querría decir que es verdad, que todos estuvieron en lo cierto todo este tiempo, menos yo…— murmuro. Hemos visto muchas películas, nos podemos anticipar a su final al cabo de cinco minutos, pero también vimos otras, en todo lo que nos rodea, con un final predecible distinto. —Y es que el amor no dura— parpadeo al entreabrir mis ojos. —Es verdad, lo sé. No tiende a durar. Pero necesito creer que también puede ser diferente, lo necesitamos— susurro.
Clavo mi barbilla en su pecho al levantar mi mirada hacia él. —Eso era lo que quería decir— es mi modo de contestar a lo que preguntó, —¿algo particular qué quieras saber?— por si las dudas, dejo eso abierto para que pueda insistir si hay algo que lo inquieta. —Te preguntaría a qué tienes miedo tú que nos pueda pasar, pero siempre dices algo sobre que seguir a tu lado no es fácil, que eres complicado, a veces se siente como si me estuvieras preparando para algo malo que pasará, aparte de todo lo malo que ya pasa…— la sonrisa que esbozo no es graciosa, es una que trata de ser valiente. —Ken, no me gustas porque seas un dechado de virtudes. Me gustas porque me hiciste una torta muy fea en mi cumpleaños cuando yo misma había olvidado la fecha. Me gustas porque tratas de quererme de la mejor manera que puedes haciendo cosas que nunca creíste qué harías, sobre todas las cosas en las que dijiste no creer, cuando te han pasado más cosas malas que buenas. Lo haces y eres el mejor haciéndolo— se lo aseguro, mi mano sobre su cintura lo sacude suavemente. —Solo sigue haciéndolo— susurro.

Soy consciente de su mirada puesta en mí, así que ladeo la cabeza para poder mirarla y, de seguro, estoy luciendo una papada muy poco seductora — No, creo que me quedó todo bastante claro… — siento que hablo muy poco en comparación, pero lo único que me ha quedado es un montón de información dentro hecha un torbellino, sin poder ponerle palabras que lo organicen como una idea — Es mejor prevenir que lamentar — es mi pésimo chiste, que puedo reconocer todos los puntos por los cuales ella asegura amarme y, con su sacudida, consigo reírme con honestidad. Dejo caer la cabeza una vez más en la almohada, clavando los ojos en el techo en lo que me mastico el labio inferior — Siempre me sorprende que tengas el tiempo para poder explorar tanto tus emociones — admito — Siempre me he sentido mucho más inmaduro que tú por estas cosas. Tiendo a reaccionar antes de pensar… Debe ser por eso que te besé la primera vez — es un poco tarde para meditarlo, eso lo sé — No me gusta pensar en el futuro, porque no tengo ni idea de lo que va a suceder. No es como que tengamos un destino comprado y tampoco estoy seguro de que me gustaría saberlo. Me conformo con saber que hoy, esta noche, estoy contigo. Que sé que quiero estarlo mañana y la mayor del tiempo posible. Y si algún día esto se termina… sabré que tuve la primer mejor novia del universo y estaré orgulloso de eso. Me es imposible imaginarme una realidad en la que no te ame como lo hago, aunque sea solo un recuerdo.
Mi índice le da un pique divertido en la nariz, justo antes de acariciar sus labios, esos que puedo asegurar que me conozco de memoria. Me tomo un momento antes de volver a hablar — ¿Podemos dejar de pensar en lo que puede pasar y centrarnos en lo que tenemos por esta noche? — pregunto con una sonrisa suave — Me he esforzado mucho en hacerte un mixtape genial y cursi como para que no le prestes atención. Además podríamos hacer algo como… No sé, besuquearnos hasta que Mimi entre gritando por la puerta de que dejemos las manos donde ella pueda verlas — me río de nosotros, en lo que me cuesta un estirón el alcanzar su boca para robarle un beso — Hoy te veo solo a ti, Syv. Tomemos esto que no todo el mundo puede conseguir y hagámoslo nuestro. Pase lo que pase, sé por seguro de que vale la pena.
Meditar sobre los sentimientos trae esta melancolía anticipada por cosas que no han sucedido, antes pensaba aún más sobre estos, desde que conocí a Ken hago lo que se debe hacer y es sentirlos, no pensarlos. Bajo mis párpados para acurrucarme contra su pecho, haber pasado un año juntos nos pone al borde de lo impredecibles que pueden ser los años posteriores, pero no quiero mirar a ese abismo de lo que ignoramos. Solo lo abrazo cuando el deseo en este momento de permanecer con el otro como la única máxima que rige por encima de todos los azares que la vida nos depara, da paso a la posibilidad de que todo pueda terminarse y sonrío, ¿qué otra cosa puedo hacer más que sonreír cuando no es una posibilidad que ninguno quiera hacer real en este instante que estamos viviendo? Mucho menos cuando deberíamos estar celebrando con el ánimo en alto, no hundiéndonos así como nuestros pesos en la cama. —¿Por qué amar un recuerdo si en alguna parte del mundo está una chica de carne y hueso a la que basta con que vayas a buscar? No puedes andar orgulloso y presumiendo de tu perfecta primera novia ante los demás, nadie te va a creer y llegará el momento en que ni tú lo creerás. No, señor, a lo bueno te abrazas fuerte y no lo sueltas— se lo demuestro al estrechar su cintura con mis brazos.
Mis labios atrapan los suyos al acercarse, la sonrisa que contesta a su pregunta se convierte en una carcajada suave que disimulo contra su cuello para que la aludida no se presente de pronto por tanto cuchicheo y risas, justo cuando dejamos de hablar. Tanteo la mesa de luz para dar con mi varita así puedo trabar la puerta, claro que Mimi tiene la fuerza como para venir a aporrearla o también, simplemente, decidirse a ignorar todo lo que pasa de este lado de la casa, no tenemos por qué creernos el centro de su atención. Mi boca escapa de su beso para ir dejando otros sobre su mejilla, con mi cuerpo lo empujo para que quede de espaldas sobre las sábanas, así puedo colocar mi peso encima. —Eres el mejor primer novio, ¿lo sabías?— me río cerca de la comisura de sus labios antes de volver a tomarlos para un beso entrecortado por el momento en el que sigo hablando. —Se lo diré a nuestros nietos, ¿quieres?— bromeo, hincándolo con un dedo en sus costillas para sacarle una carcajada. —Le hablaré del increíble primer novio que escribió «la canción de Synnove», tu podrás presumir de la tuya y de lo maravillosa, talentosa y sobre todo, lo afinada que era su voz al cantarte—. Me demoro un poco más en otro beso que interrumpo para apoyar mi frente sobre la suya, así puedo encontrarme con sus ojos. —Hoy te veo solo a ti, Ken— susurro.

|
|