VERANO de 247521 de Junio — 20 de Septiembre
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Phoenix D. Langdon
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The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Me veo trepando un muro en derrumbe, buscando como todos algo que sé que está ahí, pero no encuentro nada. Todo el paisaje se llena de sombras largas porque la luz del atardecer se está extinguiendo, y entonces lo veo, así como de adulto veo entre fantasmas que vagabundean y otros que se desvanecen, algo que apenas distingo, un movimiento, el contorno de una figura, una risa contenida de niña. Y ese niño que fui grita «¡Te encontré!». Es un sueño que se repite varias noches, y aunque lleve casi una semana repasando los lugares en el norte donde estuvo la madre de mi hija, buscando con desesperación una pista que eche luz sobre mis confusiones, sé que no es ella con quien sueño, que estoy siguiendo su rastro solo por mi manía errada de perseguir atardeceres imposibles. Y sí, seguir sus pasos me llevarán a algún lugar, quizás lo lejos que siempre he deseado llegar, más allá de las fronteras de Neopanem. El problema de alejarse tanto es que con cada paso, lo que se hace más lejano es volver.
Parpadeo al reconocer las casas en fila a los lados de una de las calles del distrito 9 ¾, donde me aparezco al enterarme de lo que sucedió en la madrugada, saliéndome de la ruta que me había trazado por algunos de los distritos del norte luego de pedirle a Amber disculpas por tener que ausentarme y diciéndole que en caso de necesitarme, volvería. Ninguno de los dos hubiera creído que se necesitara que me presente pasada la medianoche porque un tren con inferis como pasajeros pudiera detenerse en la estación del distrito, haciendo que me pregunte si esto no tiene correlación con otro hecho similar en el pasado o si será inventiva de Magnar Aminoff. Trato de dar con Amber en principio, algo me dicen sobre que son varias las personas infectadas, obligadas a estar en aislamiento dentro del hospital donde seguramente también estará Alice y tomo el camino más cobarde, voy en busca de alguien de la seguridad del distrito que esté sano del virus para ponerme al tanto.
Me choco de lleno con que uno de los guardias a los que puedo preguntar es Cale Ballard, por alguna razón no me cuesta poner un pie detrás del otro para ir hacia donde está aunque también requiere de cierta valentía ir hacia quien sé que es el hermano de Ava Ballard y en su reaparición en el distrito, nos desencontramos al irme yo al norte. Detengo mis pies delante de la fachada de la estación del tren, donde habrán cercado todo para impedir que los residuos que quedan del virus contagien a alguien más, mientras se lleva a cabo la descontaminación de toda el área. Respiro hondo una sola vez antes de ir hacia el hombre en quien trato de ver algo de la cara que bien recuerdo de su hermana y le tiendo mi mano cuando lo tengo enfrente. —Colin Weynart— lo saludo, —también ayudo en la seguridad del distrito, aunque… no pude estar cuando pasó lo de los inferis. ¿Infectó a muchos?— inquiero, siento una rara opresión en el pecho al recordar que han pasado meses desde que su hermana fue capturada por el ministerio y siento culpa de haber deseado alguna vez para ella un castigo que debe haber recibido, cuando estrecho la mano de su hermano y puedo recordarla ese día, tan claro, mostrándome que en su lado las cosas no eran distintas al mío. Y en un mismo día, también, cambiamos lugares, al abandonar a los míos, al ser quitada ella de entre los suyos.
Parpadeo al reconocer las casas en fila a los lados de una de las calles del distrito 9 ¾, donde me aparezco al enterarme de lo que sucedió en la madrugada, saliéndome de la ruta que me había trazado por algunos de los distritos del norte luego de pedirle a Amber disculpas por tener que ausentarme y diciéndole que en caso de necesitarme, volvería. Ninguno de los dos hubiera creído que se necesitara que me presente pasada la medianoche porque un tren con inferis como pasajeros pudiera detenerse en la estación del distrito, haciendo que me pregunte si esto no tiene correlación con otro hecho similar en el pasado o si será inventiva de Magnar Aminoff. Trato de dar con Amber en principio, algo me dicen sobre que son varias las personas infectadas, obligadas a estar en aislamiento dentro del hospital donde seguramente también estará Alice y tomo el camino más cobarde, voy en busca de alguien de la seguridad del distrito que esté sano del virus para ponerme al tanto.
Me choco de lleno con que uno de los guardias a los que puedo preguntar es Cale Ballard, por alguna razón no me cuesta poner un pie detrás del otro para ir hacia donde está aunque también requiere de cierta valentía ir hacia quien sé que es el hermano de Ava Ballard y en su reaparición en el distrito, nos desencontramos al irme yo al norte. Detengo mis pies delante de la fachada de la estación del tren, donde habrán cercado todo para impedir que los residuos que quedan del virus contagien a alguien más, mientras se lleva a cabo la descontaminación de toda el área. Respiro hondo una sola vez antes de ir hacia el hombre en quien trato de ver algo de la cara que bien recuerdo de su hermana y le tiendo mi mano cuando lo tengo enfrente. —Colin Weynart— lo saludo, —también ayudo en la seguridad del distrito, aunque… no pude estar cuando pasó lo de los inferis. ¿Infectó a muchos?— inquiero, siento una rara opresión en el pecho al recordar que han pasado meses desde que su hermana fue capturada por el ministerio y siento culpa de haber deseado alguna vez para ella un castigo que debe haber recibido, cuando estrecho la mano de su hermano y puedo recordarla ese día, tan claro, mostrándome que en su lado las cosas no eran distintas al mío. Y en un mismo día, también, cambiamos lugares, al abandonar a los míos, al ser quitada ella de entre los suyos.
No sé cuántas horas han pasado desde el ataque de los inferis. O si han pasado días o semanas. Sólo que todo arde dentro de mí. Un tanto más de la medianoche nos atacaron y por poco acaban con todo. Recuerdo el olor a sangre y el dolor constante al saber que estaba dañando a alguien por quien me preocupo. Recuerdo los arañazos de los muertos y cómo me dejaron una cicatriz al lado de la ceja derecha. Recuerdo la sensación de los cortes abriéndose paso por mi cuerpo después de experimentar el hechizo sectumsempra. Decir que los medimagos han hecho un milagro conmigo es poco. Por un momento creí que era el fin, que cuando abriera los ojos vería a mi madre y entonces sabría que todo había acabado. Pero no. Eso no fue el caso. Lo primero que sentí al despertar fue el olor a alcohol y después de enfocar la vista, pude notar muchas varitas encima mío. Todas con el mismo propósito: Salvarme. Supongo que no puedo morir hasta encontrar a mis hermanas.
Pasó lo que sentí como una eternidad antes de que cubrieran mi cuerpo con vendajes, me hicieran tomar muchas pociones asquerosas y me dejaran dormir. Cuando por fin pude recuperar la consciencia me enteré que había estado inconsciente por doce horas y que no podían seguir dándose el lujo de tener mi cama ocupada, pues había gente que la necesitaba más. Todavía sintiéndome culpable me encargué de preguntar por Kendrick, así que una vez me hube enterado de que estaba con vida, me marché a casa. Se supone que no debo forzar mi cuerpo o hacer demasiados movimientos, de modo que nada más llegar me tiré a dormir. Las heridas que tenía estaban en bastante buena condición por todos los esfuerzos que hicieron conmigo, pero el dolor... Ah, el dolor era otra cosa.
Abro mis ojos mucho rato más tarde, cuando el sol empieza a ponerse. Me siento impaciente y ansioso. No puedo quedarme quieto, así que en contra de las indicaciones médicas me pongo las botas, una playera holgada que me permita estar en paz con los vendajes y encima la chaqueta negra que indica que soy un guardia, antes de abandonar mi casa. Siento náuseas al llegar a la estación y hay varias caras sorprendidas de verme ahí pero nadie replica, se necesitan todas las manos posibles. Aunque no soy tan irresponsable, me traje conmigo una de las dosis que me dieron para terminar de sanar. No pasa mucho rato antes de que se me acerque alguien a quien no logro reconocer. Con algo de esfuerzo elevo el brazo para estrechar su mano. - Cale Ballard. - Asiento a su pregunta. - No sé exactamente cuántas personas resultaron infectadas, pero por cómo estaba el hospital supongo que varias. - Suelto un suspiro recordando los acontecimientos del día anterior y el cómo Ken me había confundido con Echo por estar preso de las alucinaciones. - Estuve cuando empezó todo, corrí para sonar la alarma... Los guardias que estaban conmigo no lo lograron. - Comento con profunda amargura, nunca lo había visto pero si trabaja en la seguridad seguro que conocía a muchas de las personas que hoy ya no están. Tal vez si hubiese sido más rápido las cosas habrían resultado diferente. Tal vez no. Y nadie puede saberlo.
Pasó lo que sentí como una eternidad antes de que cubrieran mi cuerpo con vendajes, me hicieran tomar muchas pociones asquerosas y me dejaran dormir. Cuando por fin pude recuperar la consciencia me enteré que había estado inconsciente por doce horas y que no podían seguir dándose el lujo de tener mi cama ocupada, pues había gente que la necesitaba más. Todavía sintiéndome culpable me encargué de preguntar por Kendrick, así que una vez me hube enterado de que estaba con vida, me marché a casa. Se supone que no debo forzar mi cuerpo o hacer demasiados movimientos, de modo que nada más llegar me tiré a dormir. Las heridas que tenía estaban en bastante buena condición por todos los esfuerzos que hicieron conmigo, pero el dolor... Ah, el dolor era otra cosa.
Abro mis ojos mucho rato más tarde, cuando el sol empieza a ponerse. Me siento impaciente y ansioso. No puedo quedarme quieto, así que en contra de las indicaciones médicas me pongo las botas, una playera holgada que me permita estar en paz con los vendajes y encima la chaqueta negra que indica que soy un guardia, antes de abandonar mi casa. Siento náuseas al llegar a la estación y hay varias caras sorprendidas de verme ahí pero nadie replica, se necesitan todas las manos posibles. Aunque no soy tan irresponsable, me traje conmigo una de las dosis que me dieron para terminar de sanar. No pasa mucho rato antes de que se me acerque alguien a quien no logro reconocer. Con algo de esfuerzo elevo el brazo para estrechar su mano. - Cale Ballard. - Asiento a su pregunta. - No sé exactamente cuántas personas resultaron infectadas, pero por cómo estaba el hospital supongo que varias. - Suelto un suspiro recordando los acontecimientos del día anterior y el cómo Ken me había confundido con Echo por estar preso de las alucinaciones. - Estuve cuando empezó todo, corrí para sonar la alarma... Los guardias que estaban conmigo no lo lograron. - Comento con profunda amargura, nunca lo había visto pero si trabaja en la seguridad seguro que conocía a muchas de las personas que hoy ya no están. Tal vez si hubiese sido más rápido las cosas habrían resultado diferente. Tal vez no. Y nadie puede saberlo.
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No hago más que asentir con mi mentón al darme su nombre, me guardo por el momento decirle que su apellido lo vínculo con el de otra persona, y priorizo el relato de los hechos sintiendo el peso de la culpa instalándose en mi estómago, me hunde al poder comprobar lo malherido que él mismo está, por lo que habrá sido correr para dar la alarma y luego tratar de controlar la situación, por lo que escuché también hubo duelos. Paso una mano por mi frente fruncida para serenar la culpa, de haber estado cumpliendo una guardia con él y los otros que no pudieron huir, habría puesto de mi parte, lo he hecho toda mi vida, no solía tener por costumbre moverme de los sitios en los que me comprometí estar para asegurar protección. Reconozco que mi mente está muy dispersa desde hace semanas, lo que creí buscar no hizo más que perderme, y quisiera poder decir que al volver puedo darle un orden a todo, pero no es así, lo que me devolvió al distrito fue saber que se me podría necesitar aquí, más tarde pensaré en todo lo que todavía queda hecho un caos.
—Lo lamento, debería haber estado— es la disculpa que creo que les debo, también lo siento, puedo decir en este lugar y a estas personas, que en verdad lamento no haber estado. Echo una mirada por encima de su hombro al trabajo que están haciendo en la estación y salvo que me entrometa cuando no tengo idea de la gravedad de lo que pasó, no hay nada que pueda hacer. —Supongo que iré al hospital a ver cómo están… y quiénes están…— digo, más que un peso que me angustia, lo que siento es un ligero miedo de comprobar quiénes se encuentran infectados, que debo calmar cuanto antes. —¿Quieres acompañarme? Veo que ya te atendieron, pero creo que otra cosa que mirar, no creo que nos dejen hacer aquí— digo, —¿tienen alguna idea de qué pasó? ¿Quién fue?—. Mi primer pensamiento es que se trata de una represalia del ministerio por el robo al departamento de misterios, pero ¿inferis? —No parece el modus operandi del gobierno, ellos solo mandan sus escuadrones de aurores, cazadores, licántropos, para algo tienen un ejército que fueron engrosando—, ambos lo sabemos, por haber estado de dos lados distintos cuando pasó lo del distrito catorce.
Comienzo a andar esperando que me siga, fijo mi mirada en él para hacerle saber que cuento con su compañía hasta el hospital. Son unos pocos minutos que me demoro en ir, tan concreto como siempre fui, a lo que se podría quedar para mí como una cuestión necesaria y pendiente de hacer frente a las sombras que me persiguen. —Eres de los sobrevivientes del catorce que habían desaparecido, ¿verdad?— lo abordó así, me hace falta pasar el nudo en mi garganta para continuar. —El hermano de Ava Ballard— creo que desde que puse un pie en este distrito como su nuevo residente, nunca había dicho su nombre en voz alta.
—Lo lamento, debería haber estado— es la disculpa que creo que les debo, también lo siento, puedo decir en este lugar y a estas personas, que en verdad lamento no haber estado. Echo una mirada por encima de su hombro al trabajo que están haciendo en la estación y salvo que me entrometa cuando no tengo idea de la gravedad de lo que pasó, no hay nada que pueda hacer. —Supongo que iré al hospital a ver cómo están… y quiénes están…— digo, más que un peso que me angustia, lo que siento es un ligero miedo de comprobar quiénes se encuentran infectados, que debo calmar cuanto antes. —¿Quieres acompañarme? Veo que ya te atendieron, pero creo que otra cosa que mirar, no creo que nos dejen hacer aquí— digo, —¿tienen alguna idea de qué pasó? ¿Quién fue?—. Mi primer pensamiento es que se trata de una represalia del ministerio por el robo al departamento de misterios, pero ¿inferis? —No parece el modus operandi del gobierno, ellos solo mandan sus escuadrones de aurores, cazadores, licántropos, para algo tienen un ejército que fueron engrosando—, ambos lo sabemos, por haber estado de dos lados distintos cuando pasó lo del distrito catorce.
Comienzo a andar esperando que me siga, fijo mi mirada en él para hacerle saber que cuento con su compañía hasta el hospital. Son unos pocos minutos que me demoro en ir, tan concreto como siempre fui, a lo que se podría quedar para mí como una cuestión necesaria y pendiente de hacer frente a las sombras que me persiguen. —Eres de los sobrevivientes del catorce que habían desaparecido, ¿verdad?— lo abordó así, me hace falta pasar el nudo en mi garganta para continuar. —El hermano de Ava Ballard— creo que desde que puse un pie en este distrito como su nuevo residente, nunca había dicho su nombre en voz alta.
Niego con la cabeza cuando se disculpa. - Nadie podría haber sabido lo que iba a pasar. - Aunque todos sabemos que esta situación era una bomba de tiempo y que en cualquier momento se tendrían represalias, como cuando explotaron el lugar al que una vez llamé hogar. Incluso ahora hay incertidumbre, el distrito está vulnerable, ¿Habrá otro ataque? No creo que lo resistiríamos. - De todas formas, no hay nada más que hacer además de reconstruir lo que se pueda y ser más cuidadosos. - Lo cual es cierto. Pero no sé si lo logremos a tiempo. Hago una mueca cuando menciona el hospital recordando mi duelo con Kendrick y las heridas que le dejé. Me tomará bastante tiempo quitarme esa culpa de encima, si es que puedo hacerlo. - Suena a una buena idea. Además si llegan a verme por aquí probablemente me manden a casa. - Que les tomó bastante tiempo y un par de pócimas reabastecedoras de sangre hacer que pudiera ponerme de pie.
Me encojo de hombros cuando menciona lo del gobierno frunciendo un poco el ceño. La verdad es que además de ellos no pienso en alguien más que haría esto. - Nadie sabe qué pasó. - Pero es cuestión de tiempo. - Tal vez no quisieron mandar a sus aurores y tener pérdidas. Puede que busquen diezmarnos para luego atacar con algo peor. - Además de que no podrían permitirse que se difundiera la noticia del ataque, eso podría poner al resto de los distritos en contra. Pero también podría intimidar a todos los suficiente para no volver a tener ideas acerca de un golpe de estado. Suelto un suspiro. El gobierno es muy capaz de hacer esto y más, siempre lo he creído y hace dos años me lo confirmaron cuando redujeron a cenizas el 14. Aunque lo que es cierto es que incluso entonces Jaime lideró a su grupo de aurores. - La verdad es que no tengo idea de quién fue, pero no descarto la idea. -
Comienzo a caminar a su lado con rumbo al hospital. Me duele el torso así que voy más lento de lo usual, espero que no le importe. Un escalofrío me recorre la columna cuando menciona mi anterior distrito y a mi hermana. Después de la muerte de mamá me tomó mucho tiempo acostumbrarme a escuchar su nombre sin sentir que los sentimientos se me amontonaban en el pecho. Me pregunto si siempre me pasará lo mismo cuando escuche el nombre de Ava... No. A ella no planeo perderla. - ¿Conoces a mi hermana? - Pregunto algo receloso con un tono que podría interpretarse como poco amigable antes de recordar que trabaja igual en la seguridad del 9 y que seguro por ello debe saber quién es. Me siento culpable por mi comportamiento, no es su culpa que Ava no esté ni que yo no pueda sacudirme el recuerdo de llegar y no encontrarla. - Lo siento, siempre me comporto así cuando se trata de mis hermanas. - Y Ava lo detestaba. - Sí, viví en el 14 y logré escapar con Ava cuando cayeron las bombas. - Carraspeo un poco antes de continuar. - Después estuve un tiempo con todos pero me separé cuando llegaron los dementores. Y bueno, por fin logré llegar aquí. - Fue casi un milagro.
Me encojo de hombros cuando menciona lo del gobierno frunciendo un poco el ceño. La verdad es que además de ellos no pienso en alguien más que haría esto. - Nadie sabe qué pasó. - Pero es cuestión de tiempo. - Tal vez no quisieron mandar a sus aurores y tener pérdidas. Puede que busquen diezmarnos para luego atacar con algo peor. - Además de que no podrían permitirse que se difundiera la noticia del ataque, eso podría poner al resto de los distritos en contra. Pero también podría intimidar a todos los suficiente para no volver a tener ideas acerca de un golpe de estado. Suelto un suspiro. El gobierno es muy capaz de hacer esto y más, siempre lo he creído y hace dos años me lo confirmaron cuando redujeron a cenizas el 14. Aunque lo que es cierto es que incluso entonces Jaime lideró a su grupo de aurores. - La verdad es que no tengo idea de quién fue, pero no descarto la idea. -
Comienzo a caminar a su lado con rumbo al hospital. Me duele el torso así que voy más lento de lo usual, espero que no le importe. Un escalofrío me recorre la columna cuando menciona mi anterior distrito y a mi hermana. Después de la muerte de mamá me tomó mucho tiempo acostumbrarme a escuchar su nombre sin sentir que los sentimientos se me amontonaban en el pecho. Me pregunto si siempre me pasará lo mismo cuando escuche el nombre de Ava... No. A ella no planeo perderla. - ¿Conoces a mi hermana? - Pregunto algo receloso con un tono que podría interpretarse como poco amigable antes de recordar que trabaja igual en la seguridad del 9 y que seguro por ello debe saber quién es. Me siento culpable por mi comportamiento, no es su culpa que Ava no esté ni que yo no pueda sacudirme el recuerdo de llegar y no encontrarla. - Lo siento, siempre me comporto así cuando se trata de mis hermanas. - Y Ava lo detestaba. - Sí, viví en el 14 y logré escapar con Ava cuando cayeron las bombas. - Carraspeo un poco antes de continuar. - Después estuve un tiempo con todos pero me separé cuando llegaron los dementores. Y bueno, por fin logré llegar aquí. - Fue casi un milagro.
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—Nunca sabemos lo que va a pasar— digo por mi parte, —pero sabemos que algo va a pasar y debemos estar listos para eso— reprimo el suspiro que quiere salir de mis labios, ¿qué sentido tiene ahora lamentarme por el arrebato de irme? Conozco las razones por las cuales lo hice, así que no debería alargar para mí mismo una disculpa, paralelo a la guerra de la que todos somos partes, también están nuestras peleas personales y hay que atenderlas, sino no habrá victoria final que nos haga sentir que todo lo que hicimos valió la pena. Reconozco para mí que no quiero hacer solo el camino al hospital, ni tampoco aparecerme violentamente, tanto para las personas que pueda encontrar allí, como por mí.
Pensar hipótesis de este atentado en el camino ocupa mi mente para que no se presenten otro tipo de pensamientos, más ansiosos, lo curioso es que nunca me había sentido así cuando tenía que volver a la base de seguridad luego de una expedición como cazador o a rendir cuentas a mi propio hermano como ministro. Hay una ansiedad nueva, distinta a otras emociones, volver no se presenta como algo rutinario, sino como un momento para enfrentar caras y dar explicaciones, y me importan las reacciones de las personas a quienes debo dárselas. —Que quieran reducirnos es posible, tiene bastante sentido. El distrito es muy grande y hay muchos civiles como para mandar escuadrones sin que sea considerado una nueva masacre— coincido con él, —pero me preocupa que en vez de utilizar armas cada vez más sofisticadas, usen inferis como un arma, es bastante perturbador—. El primer enemigo a señalar es el ministerio por obvias razones, pero en tanto no se tenga la confirmación, quizás por parte del mismo ministerio, dependemos de lo que puedan hacerse en base a las averiguaciones que siguen en curso, en la estación que dejamos atrás.
Asiento con mi mentón en un movimiento quedo al contestar su pregunta, aunque se debe una explicación mejor para que no sobreentienda más de lo que es. —Nos vimos un par de veces, conversamos una única vez… y no, no fue una charla amistosa, pero fue la charla que necesitaba, con los golpes que necesitaba, para estar aquí hoy— le cuento. Hay una nueva disculpa en mis ojos al continuar. —Abandoné mi puesto como cazador del ministerio para venir con los rebeldes, el mismo día que ella fue capturada. Quizás… si no hubiera venido, podría haberla ayudado allá…— digo, no creo ser el único que consideró posibilidades de cómo socorrerla en su situación, y finalmente, por lo que se pudo ver, el que tomó cartas en el asunto fue Franco. —Soy hermano de Riorden Weynart— no es un secreto, así que nunca tuve que decirlo en voz alta desde que vivo en el distrito. —Y perdí familia en esta guerra, Ava fue una de las personas que me habló de que también había familia que moría o desaparecía de este lado…— él, con la redada de los dementores, desapareciendo por meses, seguramente dándolo por muerto. La hija de Alice es una de las perdidas irreversibles de esta guerra y ya ni siquiera es un recuerdo de su madre por culpa de un obliviate, Cale es el testimonio más vivo y real que puedo ver de la familia que se pierde también de este lado y que reaparezca cuando su hermana ya no está, es una injusticia más de las muchas que se sufren.
Pensar hipótesis de este atentado en el camino ocupa mi mente para que no se presenten otro tipo de pensamientos, más ansiosos, lo curioso es que nunca me había sentido así cuando tenía que volver a la base de seguridad luego de una expedición como cazador o a rendir cuentas a mi propio hermano como ministro. Hay una ansiedad nueva, distinta a otras emociones, volver no se presenta como algo rutinario, sino como un momento para enfrentar caras y dar explicaciones, y me importan las reacciones de las personas a quienes debo dárselas. —Que quieran reducirnos es posible, tiene bastante sentido. El distrito es muy grande y hay muchos civiles como para mandar escuadrones sin que sea considerado una nueva masacre— coincido con él, —pero me preocupa que en vez de utilizar armas cada vez más sofisticadas, usen inferis como un arma, es bastante perturbador—. El primer enemigo a señalar es el ministerio por obvias razones, pero en tanto no se tenga la confirmación, quizás por parte del mismo ministerio, dependemos de lo que puedan hacerse en base a las averiguaciones que siguen en curso, en la estación que dejamos atrás.
Asiento con mi mentón en un movimiento quedo al contestar su pregunta, aunque se debe una explicación mejor para que no sobreentienda más de lo que es. —Nos vimos un par de veces, conversamos una única vez… y no, no fue una charla amistosa, pero fue la charla que necesitaba, con los golpes que necesitaba, para estar aquí hoy— le cuento. Hay una nueva disculpa en mis ojos al continuar. —Abandoné mi puesto como cazador del ministerio para venir con los rebeldes, el mismo día que ella fue capturada. Quizás… si no hubiera venido, podría haberla ayudado allá…— digo, no creo ser el único que consideró posibilidades de cómo socorrerla en su situación, y finalmente, por lo que se pudo ver, el que tomó cartas en el asunto fue Franco. —Soy hermano de Riorden Weynart— no es un secreto, así que nunca tuve que decirlo en voz alta desde que vivo en el distrito. —Y perdí familia en esta guerra, Ava fue una de las personas que me habló de que también había familia que moría o desaparecía de este lado…— él, con la redada de los dementores, desapareciendo por meses, seguramente dándolo por muerto. La hija de Alice es una de las perdidas irreversibles de esta guerra y ya ni siquiera es un recuerdo de su madre por culpa de un obliviate, Cale es el testimonio más vivo y real que puedo ver de la familia que se pierde también de este lado y que reaparezca cuando su hermana ya no está, es una injusticia más de las muchas que se sufren.
- Definitivamente fue bastante perturbador luchar con los inferis. Eran tantos que te hace preguntarte de dónde... - Carraspeo un poco, sin terminar la frase, aunque creo que ambos sabemos a dónde iba: ¿Cómo hicieron para hacer tantos inferis?, ¿Cuántas vidas sacrificaron? Por donde se vea es una atrocidad que me causará malos sueños por un tiempo. Y creo que no sólo a mí. - Nunca había visto a ningún inferi en mi vida. - Y luego al abrir el vagón estaba rodeado de ellos. Mira que profanar de esa forma los cuerpos de los muertos... Me da rabia sólo de recordarlo. - Pero lo que es cierto es que muchos pensarán que no se trata del Ministerio, es como tú dices, ¿Por qué usarían inferis teniendo un ejército? Es bastante retorcido de todas formas. - Que puede haber gente que piense que es culpa de del gobierno, pero muchos no lo creerán. Incluso aquí en el distrito 9 hay división de pensamiento acerca de quiénes son los responsables.
Doy pasos cortos mientras vamos avanzando, resintiendo el hecho de haberme levantado sin terminar el reposo. Anotado: La siguiente vez le haré caso al médico en guardia. El frasco de la pócima hace sonidos cuando choca con el teléfono móvil que tengo guardado en el mismo bolsillo del pantalón y me pregunto si sería buena idea tomármela de una vez o esperar un poco más, que tampoco quiero acabar tirado en el hospital por excederme con la medicina. El silencio inunda un poco la conversación después de mis malas caras pero no dura mucho hasta que empieza a explicarme la situación. Me siento un poco mal por mi actitud, creo que el ser receloso es algo que tengo muy impregnado, que combinado con mi actitud algo torpe a veces hacía que no les agradara a Benedict y a Seth en el 14. Su anécdota de cómo conoció a Ava logra sacarme una sonrisa, incluso una pequeña risa y asiento. No suena a que fueran amigos y no sé qué pasó entre ellos, pero conociendo a mi hermana no debería preocuparme mucho por ello. - Suena a mi hermana, sí. - Era una niña muy dulce y luego se volvió una mujer fuerte. Como mi madre. - Yo igual he recibido palizas por parte de Ava, definitivamente te sacuden las ideas. - Pero si le preguntas a ella soy demasiado testarudo para cambiar mi opinión. Como con el asunto Ava-Benedict que ocurrió hace años.
Lo miro de reojo cuando vuelve a hablar. No lo conozco de nada pero podría decir que se ve algo arrepentido así que opto por soltar un suspiro. Con que el ministerio. No me sorprende, de todos modos tiene el apellido Weynart y ese nombre resuena bastante. - Es mi hermana, si yo hubiera estado aquí tal vez habría podido haber hecho algo. Pero no estaba. - Y Benedict sí. Mi cara refleja amargura y no puedo evitar fruncir el ceño. - Por lo que escuché Benedict terminó por hacer un pacto a cambio de protegerla. - Siempre es él. Me da coraje, pero a diferencia de antes o de lo que se podría pensar a partir de mi expresión, no le odio ni le guardo rencor, pero ahora tengo una deuda muy grande y los sentimientos de ira y gratitud mezclados hacen que me sienta abrumado. Si pudiera salvar a ambos lo haría, sin dudarlo. Asiento de nuevo cuando habla y no puedo evitar sentir empatía. - Perdimos mucha gente. - Mi madre. Echo. Elioh. Eowyn... Son sólo unos ejemplos de la larga lista de decesos por los que hemos pasado. - Yo creí que no volvería a verlas. A mis dos hermanas, Zenda y Ava. Todos pensaban que estaba muerto, incluso Ava debe seguir pensándolo. - Cosa que hace me sienta todavía peor. - He pensado en irme del distrito, buscar... Lo que sea que necesito encontrar, pero no podría abandonarlos. - Sería demasiado injusto por mi parte, sin mencionar que no le he dicho a nadie esto, salvo a Ken cuando le dije que no sabía qué hacer. Por lo mismo el hecho de que acabemos de conocernos me hace poder decirlo en voz alta sin sentir la presión en el pecho que me daba cuando lo pensaba. - Mucho menos podría irme después de lo que pasó. Y bueno, es que además de eso tengo una hija aquí en el distrito. - Que nunca hemos tenido esa relación padre-hija, sobretodo por el hecho de la paternidad compartida, pero me gustaría intentar ser alguien así para ella.
Doy pasos cortos mientras vamos avanzando, resintiendo el hecho de haberme levantado sin terminar el reposo. Anotado: La siguiente vez le haré caso al médico en guardia. El frasco de la pócima hace sonidos cuando choca con el teléfono móvil que tengo guardado en el mismo bolsillo del pantalón y me pregunto si sería buena idea tomármela de una vez o esperar un poco más, que tampoco quiero acabar tirado en el hospital por excederme con la medicina. El silencio inunda un poco la conversación después de mis malas caras pero no dura mucho hasta que empieza a explicarme la situación. Me siento un poco mal por mi actitud, creo que el ser receloso es algo que tengo muy impregnado, que combinado con mi actitud algo torpe a veces hacía que no les agradara a Benedict y a Seth en el 14. Su anécdota de cómo conoció a Ava logra sacarme una sonrisa, incluso una pequeña risa y asiento. No suena a que fueran amigos y no sé qué pasó entre ellos, pero conociendo a mi hermana no debería preocuparme mucho por ello. - Suena a mi hermana, sí. - Era una niña muy dulce y luego se volvió una mujer fuerte. Como mi madre. - Yo igual he recibido palizas por parte de Ava, definitivamente te sacuden las ideas. - Pero si le preguntas a ella soy demasiado testarudo para cambiar mi opinión. Como con el asunto Ava-Benedict que ocurrió hace años.
Lo miro de reojo cuando vuelve a hablar. No lo conozco de nada pero podría decir que se ve algo arrepentido así que opto por soltar un suspiro. Con que el ministerio. No me sorprende, de todos modos tiene el apellido Weynart y ese nombre resuena bastante. - Es mi hermana, si yo hubiera estado aquí tal vez habría podido haber hecho algo. Pero no estaba. - Y Benedict sí. Mi cara refleja amargura y no puedo evitar fruncir el ceño. - Por lo que escuché Benedict terminó por hacer un pacto a cambio de protegerla. - Siempre es él. Me da coraje, pero a diferencia de antes o de lo que se podría pensar a partir de mi expresión, no le odio ni le guardo rencor, pero ahora tengo una deuda muy grande y los sentimientos de ira y gratitud mezclados hacen que me sienta abrumado. Si pudiera salvar a ambos lo haría, sin dudarlo. Asiento de nuevo cuando habla y no puedo evitar sentir empatía. - Perdimos mucha gente. - Mi madre. Echo. Elioh. Eowyn... Son sólo unos ejemplos de la larga lista de decesos por los que hemos pasado. - Yo creí que no volvería a verlas. A mis dos hermanas, Zenda y Ava. Todos pensaban que estaba muerto, incluso Ava debe seguir pensándolo. - Cosa que hace me sienta todavía peor. - He pensado en irme del distrito, buscar... Lo que sea que necesito encontrar, pero no podría abandonarlos. - Sería demasiado injusto por mi parte, sin mencionar que no le he dicho a nadie esto, salvo a Ken cuando le dije que no sabía qué hacer. Por lo mismo el hecho de que acabemos de conocernos me hace poder decirlo en voz alta sin sentir la presión en el pecho que me daba cuando lo pensaba. - Mucho menos podría irme después de lo que pasó. Y bueno, es que además de eso tengo una hija aquí en el distrito. - Que nunca hemos tenido esa relación padre-hija, sobretodo por el hecho de la paternidad compartida, pero me gustaría intentar ser alguien así para ella.
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—Muy retorcido— murmuro, todavía tenemos la capacidad de asombrarnos con las cosas a las que debemos enfrentarnos y pese a mi experiencia de haber visto todo tipo de criaturas, de tratar con ellas en sus hábitats o en jaulas en el subsuelo del ministerio, no sé qué tanto me hubiera impactado apuntar mi varita a un inferí, cuando la muerte sigue siendo una condición a la que no me pude resignar fácil para algunas personas que perdí. Y aun así, por traumático que haya sido estar al lado de Annie cuando su sangre salpico hacia mí por un disparo en la cara que surgió del arma que Ava Ballard tenía en sus manos, mi lista de muertos y desaparecidos no es tan extensa y sentida como la de algunas personas que terminan por llegar al distrito 9 ¾ que es el limbo de todo lo perdido y hallado. Por momentos lo veo como un lugar donde todo está suspendido con ausencia de gravedad, todas las cosas que alguien quiso recuperar alguna vez están aquí, levitando en el aire, en desorden, tenemos que buscar entre estas para dar con lo que no sabemos poner nombre a veces.
Solo sonrío por el comentario típico entre hermanos, siento una punzada de nostalgia por los míos con la que acepté y estoy aprendiendo a convivir, sea de un lado o del otro siempre he añorado cosas y lo único que cambia al estar de este, es que al menos no me echo de menos a mí mismo por estar ausente mi voluntad. Escucho en silencio el repaso de sus pérdidas, por el respeto que se merece, y me guardo el comentario de decirle que todos por alguna razón o alguna persona, creemos que de haber hecho algo, las cosas podrían haber sido diferente, pero ¿lo serían? ¿Qué tanto influimos en realidad en el destino de otra persona que no seamos nosotros mismos? Si de todas las personas que voluntariamente se ofrecerían para ir por ella, me consta que varias en el consejo, quien lo hizo fue Franco, puede que sea porque a veces hay destinos entrecruzados, pero suele ser raro. Cada vez confirmo más la idea de que vamos en paralelo y coincidir es una suerte exclusiva de unas pocas veces.
—Por entrometido que pueda parecerte con lo que voy a decirte— lo interrumpo, nunca hice lo de dar consejos a otros como tampoco opiniones porque mi mutismo me resultaba cómodo, pero se nota que eso va cambiando, —no te vayas, te necesitan aquí. Porque nos recuerdas a todos que lo que se creyó perdido se puede recuperar y creo que muchas personas aquí están muy lastimadas de haber perdido tanto— digo, lo último que esperé es hablarle a alguien desde cómo se pueden sentir otros, cuando a mí mismo me costó demasiado entender cómo me sentía respecto a ciertas cosas. Hay algo en esta gente con la que me encuentro en el distrito nueve, que al contar por lo que han pasado y lo que hallan aquí, hace que me duela también lo que está muy escondido en mis silencios, lo consigue cuando menciona a su hija. —Y en eso sí, seré muy entrometido, no la dejes. Pese a todo, no la dejes. Sobre todas las cosas, no la dejes— porque mi mundo, mi vida y mi suerte me pertenecía en exclusividad a mí, hasta que una niña de diez años me hizo arrodillarme a su altura para mirarla a los ojos, y en lo breve que compartimos, ató mi vida a la suya como para todos los días me pregunte que es de ella, la busque en el vacío delante de mis ojos y me prometa a mí mismo, que me siento en falta, que llegará el día en que nos reencontraremos. —Este quizás sea de los pocos lugares en todo Neopanem donde podemos mirarnos a la cara y hablar pese a todas las diferencias de ideas y pasados que tengamos, si es aquí donde puedes coincidir con tu hija, no te vayas. Y no te vayas también porque si tu hermana regresa, es aquí a donde regresará. Han sido muchos los desencuentros hasta el momento, a veces hay que salir a buscar y otras veces hay que saber esperar.
Solo sonrío por el comentario típico entre hermanos, siento una punzada de nostalgia por los míos con la que acepté y estoy aprendiendo a convivir, sea de un lado o del otro siempre he añorado cosas y lo único que cambia al estar de este, es que al menos no me echo de menos a mí mismo por estar ausente mi voluntad. Escucho en silencio el repaso de sus pérdidas, por el respeto que se merece, y me guardo el comentario de decirle que todos por alguna razón o alguna persona, creemos que de haber hecho algo, las cosas podrían haber sido diferente, pero ¿lo serían? ¿Qué tanto influimos en realidad en el destino de otra persona que no seamos nosotros mismos? Si de todas las personas que voluntariamente se ofrecerían para ir por ella, me consta que varias en el consejo, quien lo hizo fue Franco, puede que sea porque a veces hay destinos entrecruzados, pero suele ser raro. Cada vez confirmo más la idea de que vamos en paralelo y coincidir es una suerte exclusiva de unas pocas veces.
—Por entrometido que pueda parecerte con lo que voy a decirte— lo interrumpo, nunca hice lo de dar consejos a otros como tampoco opiniones porque mi mutismo me resultaba cómodo, pero se nota que eso va cambiando, —no te vayas, te necesitan aquí. Porque nos recuerdas a todos que lo que se creyó perdido se puede recuperar y creo que muchas personas aquí están muy lastimadas de haber perdido tanto— digo, lo último que esperé es hablarle a alguien desde cómo se pueden sentir otros, cuando a mí mismo me costó demasiado entender cómo me sentía respecto a ciertas cosas. Hay algo en esta gente con la que me encuentro en el distrito nueve, que al contar por lo que han pasado y lo que hallan aquí, hace que me duela también lo que está muy escondido en mis silencios, lo consigue cuando menciona a su hija. —Y en eso sí, seré muy entrometido, no la dejes. Pese a todo, no la dejes. Sobre todas las cosas, no la dejes— porque mi mundo, mi vida y mi suerte me pertenecía en exclusividad a mí, hasta que una niña de diez años me hizo arrodillarme a su altura para mirarla a los ojos, y en lo breve que compartimos, ató mi vida a la suya como para todos los días me pregunte que es de ella, la busque en el vacío delante de mis ojos y me prometa a mí mismo, que me siento en falta, que llegará el día en que nos reencontraremos. —Este quizás sea de los pocos lugares en todo Neopanem donde podemos mirarnos a la cara y hablar pese a todas las diferencias de ideas y pasados que tengamos, si es aquí donde puedes coincidir con tu hija, no te vayas. Y no te vayas también porque si tu hermana regresa, es aquí a donde regresará. Han sido muchos los desencuentros hasta el momento, a veces hay que salir a buscar y otras veces hay que saber esperar.
Escucho con atención lo que me dice sintiéndome algo sorprendido por la interrupción. No me incomoda o molesta que me de su opinión, pero creo que tal vez el tema tocó algo en él y me preocupa haber cruzado una línea. — Nunca lo había pensado de esa forma. — Pero tiene bastante sentido. Todos me creían muerto y de la nada, cuando menos lo esperaban, regresé, y no sólo yo, Sophia también. Así que puedo entender por qué eso significaría tener un brillo de esperanza. Después de todo, si yo volví, ¿Por qué los demás no? Aún así, nunca he sido demasiado optimista. O eso creía hasta que me vi en apuros y lo único que me mantenía en pie era la idea de volver a ver a mi familia y a todos los del 14. Pero no puedo evitar sentirme perdido. Es como si todo ese tiempo afuera me hubiera afectado tanto que no puedo sentirme en casa. Aunque no creo que sea sólo eso, más bien pienso que llevo mucho tiempo sintiéndome de esa forma, como si fuera ajeno, como si no tuviera un lugar. Probablemente sería bueno sentar cabeza aquí, pero al mismo tiempo creo que aún tengo mucho por buscar.
A continuación vuelve a darme su opinión acerca del asunto de Bev, cosa que consigue que alce las cejas con curiosidad. Lo que dice acerca de Ava es cierto, ella definitivamente regresaría aquí, pero aún así me siento demasiado impotente para quedarme de brazos cruzados. — Mi... hija se llama Beverly. — Una experiencia extraña llamándola "hija" así como así. — No tenemos la relación más profunda. Es decir, la vi crecer y todo, pero aún así... — Siempre tuvo a mucha gente y nunca supe bien qué hacer o qué papel tomar. — Lo que sí es que todo ese tiempo lejos de la gente del 14 me hizo reflexionar al respecto y querer construir algo.— Querer ser alguien para Bev, si eso quisiera ella, claro. — Por una parte quisiera irme, tratar de averiguar algo acerca de mi familia, o ayudar con algo más. — Como quiera no tienen mi rostro en la lista de enemigos públicos, y aunque lo tuvieran, soy metamorfomago. El único problema sería no estar registrado pero creo que eso podría corregirlo fácilmente. — Tal vez sería de ayuda así, desde afuera, de todos modos nadie conoce mi rostro, no soy una amenaza. Pero... — Pero no puedo simplemente irme. A parte de que sería bastante irresponsable hacer eso después del ataque de los inferis. Lo único que puedo hacer es suspirar mientras nos acercamos al hospital. No tengo idea de por qué estoy siendo tan franco con Colin, pero creo que me hacía falta hablar. Aunque no puedo evitar carraspear un poco al darme cuenta que he estado diciendo cosas personales.
— ¿Tú tienes hijos? — Pregunto de forma despistada, intentando hacer más conversación y al mismo tiempo desviando la atención de mí. Pero en el momento en que la pregunta sale de mi boca me siento algo arrepentido. Me acaba de decir que es un Weynart, claro que mencionar a su familia puede resultar complicado tomando en cuenta que ahora está en el distrito 9. — No tienes que contestar si es muy personal. — Me encojo de hombros pero regreso a la posición en la que estaba antes sintiendo un poco de molestia en el torso.
A continuación vuelve a darme su opinión acerca del asunto de Bev, cosa que consigue que alce las cejas con curiosidad. Lo que dice acerca de Ava es cierto, ella definitivamente regresaría aquí, pero aún así me siento demasiado impotente para quedarme de brazos cruzados. — Mi... hija se llama Beverly. — Una experiencia extraña llamándola "hija" así como así. — No tenemos la relación más profunda. Es decir, la vi crecer y todo, pero aún así... — Siempre tuvo a mucha gente y nunca supe bien qué hacer o qué papel tomar. — Lo que sí es que todo ese tiempo lejos de la gente del 14 me hizo reflexionar al respecto y querer construir algo.— Querer ser alguien para Bev, si eso quisiera ella, claro. — Por una parte quisiera irme, tratar de averiguar algo acerca de mi familia, o ayudar con algo más. — Como quiera no tienen mi rostro en la lista de enemigos públicos, y aunque lo tuvieran, soy metamorfomago. El único problema sería no estar registrado pero creo que eso podría corregirlo fácilmente. — Tal vez sería de ayuda así, desde afuera, de todos modos nadie conoce mi rostro, no soy una amenaza. Pero... — Pero no puedo simplemente irme. A parte de que sería bastante irresponsable hacer eso después del ataque de los inferis. Lo único que puedo hacer es suspirar mientras nos acercamos al hospital. No tengo idea de por qué estoy siendo tan franco con Colin, pero creo que me hacía falta hablar. Aunque no puedo evitar carraspear un poco al darme cuenta que he estado diciendo cosas personales.
— ¿Tú tienes hijos? — Pregunto de forma despistada, intentando hacer más conversación y al mismo tiempo desviando la atención de mí. Pero en el momento en que la pregunta sale de mi boca me siento algo arrepentido. Me acaba de decir que es un Weynart, claro que mencionar a su familia puede resultar complicado tomando en cuenta que ahora está en el distrito 9. — No tienes que contestar si es muy personal. — Me encojo de hombros pero regreso a la posición en la que estaba antes sintiendo un poco de molestia en el torso.
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Si antes pude también ahora, prenso mis labios para dejar a la otra persona hablar, sobreponiéndome al impulso de decirle que no se le ocurra irse, cuando soy quien está volviendo sobre sus propios pasos luego de haberme ausentado y carezco de la autoridad moral para decirle a alguien qué dirección debe tomar, cuando yo no compartí, ni dejé que nadie me dijera, si estaba bien que me perdiera unos días. Solo escuché una voz dentro de mí, llamándome, desde lejos y diciéndome que era momento de recorrer los caminos pospuestos, que he vuelto a posponer. Nunca dejaré de sorprenderme que haya personas que puedan hablarme con una franqueza que me mantiene sujeto a mi sitio, atento a cada cosa que dicen, para darme cuenta que hay encuentros que nunca se hubieran dado si no hubiera torcido mi ruta de lo que creía que era mi destino. «¿De dónde ha salido esta gente?», es lo que me pregunto, la respuesta no es que hayan venido del distrito 14. Conocí a Alice mucho antes de que se escondiera allí, a Arianne me la crucé tantas veces en el Capitolio sin que fueran encuentros de importancia hasta reencontrarla aquí, Dressler no era para mí más que un ladrón del norte, hasta que lo tuve contándome su propia historia de cómo perdió el contacto con sus hijos.
—Pero…— repito la palabra que deja pendiente de una resolución, —procura volver. Si sientes que tienes que ir a un lugar, ignora mi arrebato, hazlo— trato de recuperar la mesura que siempre me ha caracterizado, el margen en el que mantengo respecto a las decisiones de otros. —Pero procura volver— repito, puesto que me ha confiado lo de su hija, Beverly -¿cómo no saber de quién me habla?-, decido confiarle de mi parte algo que he notado hace mucho, sobre todo viviendo en este distrito con sobrevivientes del catorce, un distrito que parecen querer replicar aquí y eso reafirma lo que creo. —Suelo tener la impresión de que muchas de las personas que viven aquí tienen al distrito 14 como un hogar, un pasado, en el que parte de ellos continua y el presente, con todas las personas, los sucesos que vinieron después de la quema del distrito, son cosas que atravesaron con solo medio espíritu o menos de la mitad— no sé si me estoy explicando bien, —así como otros, mi memoria de hogar, de pasado, tiene un sitio muy distinto, crecí entre ruinas de lo que fue una gran ciudad y por crecer ahí, puedo decirte que los escombros también son necesarios para volver a levantar ciudades— cada vez me explico peor.
Muevo mi mentón en un asentimiento, por mi exabrupto anterior se lo pudo haber imaginado, así que no tengo pensado negarlo, en especial porque no haría algo como negarla luego de haberla dejado, me haría aún más despreciable. —Sí, se llama Hanna, quedó a cargo de mis hermanos— respondo, claro que en su momento pensé en traerla, ¿luego de esta irrupción de los inferis en la estación? Mierda, es una locura, este distrito puede recibir represalias en cualquier momento, de cualquier frente. —Yo no la vi crecer, al parecer tampoco la veré los próximos años. Me parece un poco cruel que la vida haga esto sorprenderte con algo, y no lo hace para dártelo, sino solo para que lo pierdas luego…— musito, por momentos me siento más enfado, que dolido o con los remordimientos a flor de piel. —Por decisiones que al final de cuentas tomamos, haciendo que las elecciones tenga siempre doble filo.
—Pero…— repito la palabra que deja pendiente de una resolución, —procura volver. Si sientes que tienes que ir a un lugar, ignora mi arrebato, hazlo— trato de recuperar la mesura que siempre me ha caracterizado, el margen en el que mantengo respecto a las decisiones de otros. —Pero procura volver— repito, puesto que me ha confiado lo de su hija, Beverly -¿cómo no saber de quién me habla?-, decido confiarle de mi parte algo que he notado hace mucho, sobre todo viviendo en este distrito con sobrevivientes del catorce, un distrito que parecen querer replicar aquí y eso reafirma lo que creo. —Suelo tener la impresión de que muchas de las personas que viven aquí tienen al distrito 14 como un hogar, un pasado, en el que parte de ellos continua y el presente, con todas las personas, los sucesos que vinieron después de la quema del distrito, son cosas que atravesaron con solo medio espíritu o menos de la mitad— no sé si me estoy explicando bien, —así como otros, mi memoria de hogar, de pasado, tiene un sitio muy distinto, crecí entre ruinas de lo que fue una gran ciudad y por crecer ahí, puedo decirte que los escombros también son necesarios para volver a levantar ciudades— cada vez me explico peor.
Muevo mi mentón en un asentimiento, por mi exabrupto anterior se lo pudo haber imaginado, así que no tengo pensado negarlo, en especial porque no haría algo como negarla luego de haberla dejado, me haría aún más despreciable. —Sí, se llama Hanna, quedó a cargo de mis hermanos— respondo, claro que en su momento pensé en traerla, ¿luego de esta irrupción de los inferis en la estación? Mierda, es una locura, este distrito puede recibir represalias en cualquier momento, de cualquier frente. —Yo no la vi crecer, al parecer tampoco la veré los próximos años. Me parece un poco cruel que la vida haga esto sorprenderte con algo, y no lo hace para dártelo, sino solo para que lo pierdas luego…— musito, por momentos me siento más enfado, que dolido o con los remordimientos a flor de piel. —Por decisiones que al final de cuentas tomamos, haciendo que las elecciones tenga siempre doble filo.
Le sonrío con tristeza a Colin cuando vuelve a hablar y asiento. — No planeo dejarlos a todos atrás de nuevo, gracias por el consejo. — Fue muy difícil la primera vez cuando nos separamos después del bombardeo del 14. aún más complicado dejarlos por segunda vez y en esta ocasión estando separado por completo de todos mis familiares. Igual sigue siendo una situación delicada. No figuro en la lista de enemigos públicos y soy mago, eso podría jugar algo para nuestro beneficio, pero sería demasiado riesgoso no teniendo un registro como el resto de los ciudadanos. De cualquier forma, tal vez podría ayudar por fuera mientras intento descubrir qué fue de Zenda. Pero en ese escenario tengo que marcharme de aquí un tiempo y entonces dejaría a Beverly, y me prometí a mí mismo no hacerlo en cuanto nos encontramos. Es todo muy complicado. Claro que cualquier pensamiento de abandonar el distrito se ha ido desvaneciendo desde el incidente de ayer, ahora menos podría irme, pero tal vez después... No. No lo sé. Tal vez debería consultarlo con alguien.
Lo escucho con atención deshaciéndome de la hilera de pensamientos que se han colado en mi cabeza. — Oh estoy muy seguro que el distrito 14 vive en muchas personas de aquí, algo que se ha combinado ahora con el 9. — Como si hubiera renacido de las cenizas en las que quedó, aunque no sea el caso. Es difícil olvidarlo, el único lugar al que podré considerar mi hogar. Es decir, el distrito 3 igual lo fue pero... Es diferente. El 14 lo formamos todos, mi mamá fue nuestra líder, terminé de crecer ahí sin tener que esconder mi magia, sin ver algo negativo en tener compañeros humanos o no. Tal vez no fui la persona más simpática siempre y debíamos escondernos en todo momento, la vida que teníamos no se combinaba con varios de los lujos que ahora me he dado, pero fue la primera vez que pude sentirme vivo por completo.
Sus palabras siguientes las acompaño con una mueca y un movimiento con la cabeza que indican que estoy de acuerdo con él. No pretendo preguntar más acerca de su familia, ni sobre el tema, debe ser algo difícil. Yo perdí a mi familia por tragedias, él perdió a la suya porque decidió pensar diferente. No puedo terminar de imaginarlo. — La vida no es para nada justa. — Pienso en darle una palmada en la espalda pero omito el gesto al no tener la confianza suficiente y, en cambio, sigo hablando. — He sido feliz, no puedo quejarme de todo, pero han pasado tantas cosas que... — Dejo mi comentario en un suspenso que se complementa al suspirar con cansancio. — A veces desearía poder hablar con mi madre y pedirle consejos. — Como cuando era niño. Este último comentario me hace sonreír un poco. —¿Puedo preguntar cómo es que Ava te ayudó a cambiar de opinión? — Mencionó una charla no amistosa, pero no termino de comprender la situación.
Lo escucho con atención deshaciéndome de la hilera de pensamientos que se han colado en mi cabeza. — Oh estoy muy seguro que el distrito 14 vive en muchas personas de aquí, algo que se ha combinado ahora con el 9. — Como si hubiera renacido de las cenizas en las que quedó, aunque no sea el caso. Es difícil olvidarlo, el único lugar al que podré considerar mi hogar. Es decir, el distrito 3 igual lo fue pero... Es diferente. El 14 lo formamos todos, mi mamá fue nuestra líder, terminé de crecer ahí sin tener que esconder mi magia, sin ver algo negativo en tener compañeros humanos o no. Tal vez no fui la persona más simpática siempre y debíamos escondernos en todo momento, la vida que teníamos no se combinaba con varios de los lujos que ahora me he dado, pero fue la primera vez que pude sentirme vivo por completo.
Sus palabras siguientes las acompaño con una mueca y un movimiento con la cabeza que indican que estoy de acuerdo con él. No pretendo preguntar más acerca de su familia, ni sobre el tema, debe ser algo difícil. Yo perdí a mi familia por tragedias, él perdió a la suya porque decidió pensar diferente. No puedo terminar de imaginarlo. — La vida no es para nada justa. — Pienso en darle una palmada en la espalda pero omito el gesto al no tener la confianza suficiente y, en cambio, sigo hablando. — He sido feliz, no puedo quejarme de todo, pero han pasado tantas cosas que... — Dejo mi comentario en un suspenso que se complementa al suspirar con cansancio. — A veces desearía poder hablar con mi madre y pedirle consejos. — Como cuando era niño. Este último comentario me hace sonreír un poco. —¿Puedo preguntar cómo es que Ava te ayudó a cambiar de opinión? — Mencionó una charla no amistosa, pero no termino de comprender la situación.
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—No soy quién para dártelo, pero si en algo te puede servir lo que te digo, tómalo y el resto descártelo— me sienta mal andar dando consejos, con una confianza que supo adquirir en este distrito, en conversaciones con personas que en la vida había hablado pese a habernos cruzado en ciertos sitios y con otras que todo encuentro derivó en una pelea. Me reconozco a mí mismo como alguien que supo tener tantas incertidumbres atrapadas dentro de mi mente, que en este presente difícilmente dejo que se asienten, y aun así, caigo en mis vicios de callarme lo que me inquieta, como la razón por la que no estuve la noche de los inferis, fracasando en mi nueva pauta de poner en voz alta lo que cruza por mis pensamientos, es cuando vuelvo a charlas como estas, en las que me doy cuenta que el distrito nueve sí es un sitio donde se puede encontrar empatía o al menos oídos prestos, si me guardo cosas es por viejos hábitos míos.
—Todo, todo requiere de poder combinarse con lo nuevo, es algo que lleva tiempo para que pueda congeniar, pero es un principio necesario para avanzar— digo. Porque yo mismo me aferré a un pasado y un lugar destruido que fue mi casa, sabiendo que no había manera de volver a este, perdido también el sentimiento de comunidad que los supervivientes del catorce sí supieron conservar, y lo que en esta experiencia de habitar el distrito 9 nos trae es la posibilidad de compartir presentes que es toda propiedad segura que tenemos. Pongo mi presente en este distrito, esperando que coincida con el de otras personas, con el anhelo reservado que el futuro se acomode lo suficiente como para que los pendientes del pasado encuentren su momento de resurgir, ir por ellos ahora sería abrupto, ni siquiera he llegado yo a ser la persona que espero que mi hija acepte algún día. —No, la vida nunca fue justa. La vida es una pelea con sus vencedores y derrotados, que nada tiene que ver con vencer sobre el otro, sino con los propios obstáculos…— así que agradezco a mi hermano que me formara como soldado, ni siquiera como líder que él lo fue, sino como el más invisible de los soldados para poder hacer privadas mis luchas.
Escucho con callado respeto la mención a su madre y no es hasta que me pregunta por su hermana que vuelvo a hablar. —Me dijo que quería paz— recuerdo, —la había atacado yo porque no le perdonaba el que hubiera matado a mi prima— lo cuento así de crudo como es, —todos en mi familia queríamos su muerte como compensación y tuve mi oportunidad, pero ella también de defenderse y herirme, matarme si quería. Entonces me dijo que quería paz— evoco esa tarde, mi voz suena clara, cuando mi mente se ve abrumada de tantos recuerdos de los que mis sentidos guardan memoria. —Tu hermana disparó en su momento, supo tomar la decisión de matar a alguien. Pero también decidió no hacerlo en otro, no porque yo le inspirara algo bueno, no porque haya visto en mí algo que le dijera que no lo hiciera. Tu hermana es de las pocas personas o quizás la única que conozco, que decidió también no matar a un enemigo. Porque en esta guerra está justificado hacerlo, si disparas una vez, disparas siempre, el pulso no debe temblarte, el enemigo es el enemigo, todos nos manchamos las manos de sangre y no puedes retroceder cuando el disparo debe salir, cuando lo hacemos también encontramos razones que nos amparan. Y ella demostró que tenía temple para la pelea, de quienes puedo decir que realmente pelean, pero lo hace por la paz y sabe sostener esa bandera— termino así mi relato, quiero pensar por todos los que viven en este distrito, que su regreso se dará algún día, no muy lejano, pero la impresión que me ha dejado sé que es una cuestión personal que mucho no compartiré más allá de su hermano, por el vínculo que los une. —No había peleado al lado de nadie así mientras estaba en el ministerio, si me crucé de bando es porque espero poder hacerlo al lado suyo, pero… una primera buena señal es saber que lo puedo hacer al lado de su hermano— porque sí, lo tomo como señal.
—Todo, todo requiere de poder combinarse con lo nuevo, es algo que lleva tiempo para que pueda congeniar, pero es un principio necesario para avanzar— digo. Porque yo mismo me aferré a un pasado y un lugar destruido que fue mi casa, sabiendo que no había manera de volver a este, perdido también el sentimiento de comunidad que los supervivientes del catorce sí supieron conservar, y lo que en esta experiencia de habitar el distrito 9 nos trae es la posibilidad de compartir presentes que es toda propiedad segura que tenemos. Pongo mi presente en este distrito, esperando que coincida con el de otras personas, con el anhelo reservado que el futuro se acomode lo suficiente como para que los pendientes del pasado encuentren su momento de resurgir, ir por ellos ahora sería abrupto, ni siquiera he llegado yo a ser la persona que espero que mi hija acepte algún día. —No, la vida nunca fue justa. La vida es una pelea con sus vencedores y derrotados, que nada tiene que ver con vencer sobre el otro, sino con los propios obstáculos…— así que agradezco a mi hermano que me formara como soldado, ni siquiera como líder que él lo fue, sino como el más invisible de los soldados para poder hacer privadas mis luchas.
Escucho con callado respeto la mención a su madre y no es hasta que me pregunta por su hermana que vuelvo a hablar. —Me dijo que quería paz— recuerdo, —la había atacado yo porque no le perdonaba el que hubiera matado a mi prima— lo cuento así de crudo como es, —todos en mi familia queríamos su muerte como compensación y tuve mi oportunidad, pero ella también de defenderse y herirme, matarme si quería. Entonces me dijo que quería paz— evoco esa tarde, mi voz suena clara, cuando mi mente se ve abrumada de tantos recuerdos de los que mis sentidos guardan memoria. —Tu hermana disparó en su momento, supo tomar la decisión de matar a alguien. Pero también decidió no hacerlo en otro, no porque yo le inspirara algo bueno, no porque haya visto en mí algo que le dijera que no lo hiciera. Tu hermana es de las pocas personas o quizás la única que conozco, que decidió también no matar a un enemigo. Porque en esta guerra está justificado hacerlo, si disparas una vez, disparas siempre, el pulso no debe temblarte, el enemigo es el enemigo, todos nos manchamos las manos de sangre y no puedes retroceder cuando el disparo debe salir, cuando lo hacemos también encontramos razones que nos amparan. Y ella demostró que tenía temple para la pelea, de quienes puedo decir que realmente pelean, pero lo hace por la paz y sabe sostener esa bandera— termino así mi relato, quiero pensar por todos los que viven en este distrito, que su regreso se dará algún día, no muy lejano, pero la impresión que me ha dejado sé que es una cuestión personal que mucho no compartiré más allá de su hermano, por el vínculo que los une. —No había peleado al lado de nadie así mientras estaba en el ministerio, si me crucé de bando es porque espero poder hacerlo al lado suyo, pero… una primera buena señal es saber que lo puedo hacer al lado de su hermano— porque sí, lo tomo como señal.
— Coincido con eso. — Respondo escuetamente a lo que dice. Se requiere mucho tiempo para lograr una combinación de pensamientos, pero sin ésta nos estancaríamos. Es necesario, como dice Colin, pero todos actúan a su conveniencia. A veces me sorprende bastante la situación política por lo mismo. Cuando era un niño los magos eran mal vistos, por ello mi familia sufrió y yo viví reprimiendo esa parte de mí. Y luego las cosas se invirtieron y los humanos eran los que peligraban. Una hilera de rencores y errores que fueron dando paso a lo que hay ahora. Pero en el 14 combinamos estas dos formas de pensar y encontramos una mejor solución. Sin embargo, no es tan fácil, la gente no perdona ni olvida así como así. — Pero no todos lo ven así. Y no se les puede culpar. Por ejemplo, algunos personas en contra del gobierno piensan que hay que tomarlo y regresar multiplicado todo lo que se les ha hecho. — Estoy seguro que incluso aquí puede haber gente que piensa así. — El 9 ofrece una alternativa. —
Cada paso que doy lo siento más y más conforme avanzamos, como si mi cuerpo me indicara que es hora de tomar otra dosis de la poción asquerosa que me dieron. Lo agradezco, claro, pero eso no quiere decir que lo disfrute. Así que saco el frasco mientras relata su historia con Ava, pero no es hasta que termina de hablar acerca de eso que decido destapar el frasco, todavía sin beber el contenido. Mi cara está algo seria y sólo logro asentir, viendo la pócima al tiempo que la meneo. — Así que así fue. — Regreso mi mirada hacia él. No tenía idea de lo sucedido. — Se podría decir entonces que ambos se perdonaron la vida. — Suelto un suspiro. El viejo Cale hubiese sido más impulsivo y receloso después de escucharlo, pero la verdad es que me recuerda a mí.
Mi cara sigue tensa hasta que vuelve a hablar y consigo torcer un poco la boca, casi como una sonrisa. — Creo que desde que me contaste que atacaste a mi hermana y no reaccioné como hubiese hecho antes las cosas quedaron pactadas. — No puedo decir que de haber sido otro resultado en su encuentro lo habría perdonado, pero Ava lo hizo en su momento, y eso nos dio la oportunidad de conocernos. Alzo el frasco con la poción en su dirección deteniéndome un momento y lo miro. — Seremos compañeros de ahora en adelante, espero que coincidamos más, y cuando Ava regrese podremos darle las gracias por enseñarnos un mejor modo. — Me empino la pócima por fin. Creo que mi cara puede decir todo aquello que hay que saber acerca del sabor de ésta así que no pienso hacer ningún comentario al respecto y en cambio sólo trago grueso y rápido, carraspeando al final para aclarar mi garganta. — Hubiese preferido un poco de alcohol pero todo lo que tenía era medicina. — Consigo decir a modo de broma.
Cada paso que doy lo siento más y más conforme avanzamos, como si mi cuerpo me indicara que es hora de tomar otra dosis de la poción asquerosa que me dieron. Lo agradezco, claro, pero eso no quiere decir que lo disfrute. Así que saco el frasco mientras relata su historia con Ava, pero no es hasta que termina de hablar acerca de eso que decido destapar el frasco, todavía sin beber el contenido. Mi cara está algo seria y sólo logro asentir, viendo la pócima al tiempo que la meneo. — Así que así fue. — Regreso mi mirada hacia él. No tenía idea de lo sucedido. — Se podría decir entonces que ambos se perdonaron la vida. — Suelto un suspiro. El viejo Cale hubiese sido más impulsivo y receloso después de escucharlo, pero la verdad es que me recuerda a mí.
Mi cara sigue tensa hasta que vuelve a hablar y consigo torcer un poco la boca, casi como una sonrisa. — Creo que desde que me contaste que atacaste a mi hermana y no reaccioné como hubiese hecho antes las cosas quedaron pactadas. — No puedo decir que de haber sido otro resultado en su encuentro lo habría perdonado, pero Ava lo hizo en su momento, y eso nos dio la oportunidad de conocernos. Alzo el frasco con la poción en su dirección deteniéndome un momento y lo miro. — Seremos compañeros de ahora en adelante, espero que coincidamos más, y cuando Ava regrese podremos darle las gracias por enseñarnos un mejor modo. — Me empino la pócima por fin. Creo que mi cara puede decir todo aquello que hay que saber acerca del sabor de ésta así que no pienso hacer ningún comentario al respecto y en cambio sólo trago grueso y rápido, carraspeando al final para aclarar mi garganta. — Hubiese preferido un poco de alcohol pero todo lo que tenía era medicina. — Consigo decir a modo de broma.
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Es la primera persona que me habla tan abiertamente de aquellos que se oponen al ministerio con una postura de venganza, no de deseo de equidad, así que me siento con la confianza de poder darle mi opinión, en la que plasmo los sentimientos que me unen a mi familia. —Peleo por esa alternativa, porque no deseo verme atacando a mis propios hermanos, sino pudiendo ofrecer una opción distinta a la de enfrentarnos— murmuro, mi vista puesta en el camino que tenemos por delante hacia el hospital, cuyo contorno podemos vislumbrar al final de la calle. —Pero sé cómo funcionan las luchas, sé que hay que levantar la varita y disparar, sé que de un lado y del otro estamos personas en primera fila definiendo quienes ganan y quienes pierden, la lucha no puede evitarse para llegar a una resolución. Solo espero que cuando lleguemos a ella, sea para que lo que tengamos en este distrito se expanda a otros…— giro mi rostro para mirarlo, —no para contar más paisajes en ruinas— como crecimos los refugiados en Europa, como ellos cuando tuvieron que abandonar un distrito que se reducía a cenizas.
Asiento cuando resume toda mi explicación de los hechos en una única línea, luego de hablar tanto me queda guardar silencio para que haga sus comentarios y veo la necesidad de intervenir para hacer un comentario en una única ocasión. —Ella ganó la pelea si sirve de algo— digo, aunque desde que trabajaba como cazador, lo que seguía siendo en el momento que me crucé con Ava Ballard, tener colegas mujeres me enseñó a no subestimarlas y poder reconocerlas como iguales en todas las peleas, la hermana de Cale no hizo más que reafirmarlo, el resto de las mujeres que siguen combatiendo de este lado se han vuelto una fuerza de lucha muy importante en cada enfrentamiento, así que no hago más que un amago de sonreír cuando menciona el día en que la mujer regrese, no me he planteado aun qué conversación podría tener con ella, pero sí agradezco que su nombre me permita pararme al lado de su hermano como un compañero. Coloco mi mano en su hombro cuando se lamenta por el pobre consuelo que le ofrece la medicina. —Para la próxima vez que coincidamos, podemos conseguir un poco— le prometo. —Procura recuperarte primero, tenemos mucho por delante a lo que hacer frente— suelto su hombro para seguir caminando a la puerta cada vez más cercana del hospital y siento la opresión en el pecho al saber a quienes encontraré dentro, —lo bueno es que ya no peleamos solos— susurro.
Asiento cuando resume toda mi explicación de los hechos en una única línea, luego de hablar tanto me queda guardar silencio para que haga sus comentarios y veo la necesidad de intervenir para hacer un comentario en una única ocasión. —Ella ganó la pelea si sirve de algo— digo, aunque desde que trabajaba como cazador, lo que seguía siendo en el momento que me crucé con Ava Ballard, tener colegas mujeres me enseñó a no subestimarlas y poder reconocerlas como iguales en todas las peleas, la hermana de Cale no hizo más que reafirmarlo, el resto de las mujeres que siguen combatiendo de este lado se han vuelto una fuerza de lucha muy importante en cada enfrentamiento, así que no hago más que un amago de sonreír cuando menciona el día en que la mujer regrese, no me he planteado aun qué conversación podría tener con ella, pero sí agradezco que su nombre me permita pararme al lado de su hermano como un compañero. Coloco mi mano en su hombro cuando se lamenta por el pobre consuelo que le ofrece la medicina. —Para la próxima vez que coincidamos, podemos conseguir un poco— le prometo. —Procura recuperarte primero, tenemos mucho por delante a lo que hacer frente— suelto su hombro para seguir caminando a la puerta cada vez más cercana del hospital y siento la opresión en el pecho al saber a quienes encontraré dentro, —lo bueno es que ya no peleamos solos— susurro.
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