VERANO de 247521 de Junio — 20 de Septiembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Casi no he podido dormir. Después del ataque de los inferis yo creo que nadie. Hay muchos menos guardias que antes, sufrimos demasiadas bajas y encima de eso tenemos gente infectada con quién sabe qué cosa. Los que pueden moverse de forma aceptable tienen que patrullar y ayudar el doble para poner todo en marcha de nuevo. Yo estuve fuera del juego unos días, después de la putiza que recibí por los muertos y por Kendrick... Bueno, digamos que no estaba en buenas condiciones. Incluso ahora que han curado lo mejor que pudieron mi cuerpo sigo teniendo dolor donde se abrieron los cortes generados por el sectumsempra. Claro que mi culpa es más grande que todo eso, tenía miedo de darle un mal golpe a Ken y que pasara algo terrible. Pero no pasó, así que puedo respirar y hacer mi mejor esfuerzo en lo que descubren cómo curarlos.
Llegué hace apenas unas horas a la casa del turno nocturno, si por mi fuera me duermo hasta el mediodía pero apenas puedo coinciliar el sueño un momento cuando el dolor del cuerpo me despierta. Tengo un humor de perros porque ya no sé ni qué me duele, no he podido dormir como se debe y encima tengo que tomarme la poción más asquerosa del mundo para poder mejorar. La simple sensación de tener el bebraje en la boca hace que no quiera dormir ya, así que sin más tomo una ducha y me resigno a comer un poco de cereal antes de dirigirme al hospital. Beverly está en aislamiento junto con las otras personas infectadas y en un momento de lucidez me pidió que le llevara ropa y algunas otras cosas "super importantes". No tengo forma de entrar a su casa, al menos no de manera legal ya que no creo que sea muy amable abrir la puerta con magia, por lo que me detengo para comprarle un cepillo de dientes y otras cosas en la tienda antes de llegar al centro médico.
El lugar está hecho un caos. Hay poco personal y demasiada gente herida. Intentando no fijarme mucho en los pacientes me acerco al mostrador y después de varios intentos para preguntar dónde se encuentran los infectados por fin recibo mi respuesta y me alejo lo más rápido posible. Logro ver a la distancia a Bev, que se encuentra algo mal por lo que le dejo las cosas a la enfermera, quien no me recibe con muy buenos ojos y me marcho hacia la otra cama, donde está la persona que la ha estado cuidando. - ¿Arianne? - Repito el nombre que aprendí hace poco, recuerdo haberla visto antes pero nunca hemos cruzado palabra. - Soy Cale, vengo por la llave para ir a buscar algunas cosas de Bev. - Intento no acercarme mucho, e incluso me he puesto un cubrebocas previamente. - Y creo que probablemente podríamos platicar algo con respecto a la chica. - Digo sin más. Me pregunto si sabía ya que vendría, no lo pensé antes de acercarme.
Llegué hace apenas unas horas a la casa del turno nocturno, si por mi fuera me duermo hasta el mediodía pero apenas puedo coinciliar el sueño un momento cuando el dolor del cuerpo me despierta. Tengo un humor de perros porque ya no sé ni qué me duele, no he podido dormir como se debe y encima tengo que tomarme la poción más asquerosa del mundo para poder mejorar. La simple sensación de tener el bebraje en la boca hace que no quiera dormir ya, así que sin más tomo una ducha y me resigno a comer un poco de cereal antes de dirigirme al hospital. Beverly está en aislamiento junto con las otras personas infectadas y en un momento de lucidez me pidió que le llevara ropa y algunas otras cosas "super importantes". No tengo forma de entrar a su casa, al menos no de manera legal ya que no creo que sea muy amable abrir la puerta con magia, por lo que me detengo para comprarle un cepillo de dientes y otras cosas en la tienda antes de llegar al centro médico.
El lugar está hecho un caos. Hay poco personal y demasiada gente herida. Intentando no fijarme mucho en los pacientes me acerco al mostrador y después de varios intentos para preguntar dónde se encuentran los infectados por fin recibo mi respuesta y me alejo lo más rápido posible. Logro ver a la distancia a Bev, que se encuentra algo mal por lo que le dejo las cosas a la enfermera, quien no me recibe con muy buenos ojos y me marcho hacia la otra cama, donde está la persona que la ha estado cuidando. - ¿Arianne? - Repito el nombre que aprendí hace poco, recuerdo haberla visto antes pero nunca hemos cruzado palabra. - Soy Cale, vengo por la llave para ir a buscar algunas cosas de Bev. - Intento no acercarme mucho, e incluso me he puesto un cubrebocas previamente. - Y creo que probablemente podríamos platicar algo con respecto a la chica. - Digo sin más. Me pregunto si sabía ya que vendría, no lo pensé antes de acercarme.
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No diría que estaba siendo la semana más larga de su vida, no después de los tortuosos días que llegaron tras su regreso a la vida como veela. Pero sí podía decir que estaba realmente cansada de estar allí. El agotamiento no era solo físico sino también psíquico. Los escalofríos no la habían abandonado después de una semana entera internada junto a los demás y, aunque ya no sentía la garganta tan reseca, el dolor de cabeza y la secreción nasal parecían no querer abandonarla por el momento. Estiró las piernas al frente, sintiendo un molesto pinchazo de dolor en las mismas siempre que trataba de extenderlas, pero tampoco podía mantenerlas eternamente relajadas. Tomó una fuerte respiración por la nariz, o lo intentó, pero acabó acercando la mano hasta la pequeña caja de cartón en busca de un nuevo pañuelo que usar. Palidez, ojeras y una nariz enrojecida por la constante fricción de un pañuelo bajo su nariz eran las características que describían a la veela. En teoría su cuerpo se curaba mucho más rápido que el de los demás, pero no parecía estar por la labor; y era algo más que la molestaba. Las noticias sobre el asalto al tren que luego casi infecta a todo el distrito seguía dando vueltas por su cabeza, molestándola de sobremanera.
Tener un ala solo para los infectados fue algo que la molestó al inicio, ni siquiera sabía por qué, pero los días fueron asentando el humor de la veela que trató de mantenerse entretenida para no acabar discutiendo con sus ‘compañeros’ de cuarentena. Cerró el libro y lo dejó sobre la cama, dirigiendo la mirada hacia la pequeña ventana de la habitación. Un gruñidito resonó de su garganta, volviendo la cabeza en dirección a la puerta cuando alguien mencionó su nombre. Y no, no era la enfermera con la que había firmado una breve tregua. El mirar azul de la rubia se enfocó en el hombre, dirigiéndole una significativa mirada puesto que era el primer hombre con el que tenía ‘contacto’ desde que la habían encerrado allí. Por suerte ya había perdido la intención de obligarlo a que la ayudar a salir del hospital. Escuchó su nombre y lo que tuvo que decir, frunciendo ligeramente el ceño. — ¿La llave de dónde? — preguntó con voz algo ronca, un tono extraño en ella pero que aún permanecía después de días de toses y angustias que acababan en el baño. Tardó algunos segundos en conectar su petición con Bev, y luego con su propia casa. — Espera, ¿quién eres tú? ¿Un profesor de Bev? —. Porque si no lo era no tenían realmente nada que hablar sobre la joven.
Tener un ala solo para los infectados fue algo que la molestó al inicio, ni siquiera sabía por qué, pero los días fueron asentando el humor de la veela que trató de mantenerse entretenida para no acabar discutiendo con sus ‘compañeros’ de cuarentena. Cerró el libro y lo dejó sobre la cama, dirigiendo la mirada hacia la pequeña ventana de la habitación. Un gruñidito resonó de su garganta, volviendo la cabeza en dirección a la puerta cuando alguien mencionó su nombre. Y no, no era la enfermera con la que había firmado una breve tregua. El mirar azul de la rubia se enfocó en el hombre, dirigiéndole una significativa mirada puesto que era el primer hombre con el que tenía ‘contacto’ desde que la habían encerrado allí. Por suerte ya había perdido la intención de obligarlo a que la ayudar a salir del hospital. Escuchó su nombre y lo que tuvo que decir, frunciendo ligeramente el ceño. — ¿La llave de dónde? — preguntó con voz algo ronca, un tono extraño en ella pero que aún permanecía después de días de toses y angustias que acababan en el baño. Tardó algunos segundos en conectar su petición con Bev, y luego con su propia casa. — Espera, ¿quién eres tú? ¿Un profesor de Bev? —. Porque si no lo era no tenían realmente nada que hablar sobre la joven.
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- La llave de la casa, por supuesto. - Contesto de forma natural con el tono más neutro que encuentro. Ni siquiera me pongo a pensar si mi llegada es abrupta o si la intención de mi comentario puede llegar a considerarse agresiva, para mí resultó un asunto sencillo e incluso mecánico: Bev quiere ropa y no hay nadie en su casa. Por ende me pidió que le trajera un poco pero no planeaba hacer un allanamiento así que vine por la llave. Debería ser algo sencillo... O tal vez no. Ahora que lo pienso, si un desconocido viniera y me pidiera la llave de mi casa también sería receloso. Mierda. Creo que la he cagado. No sé por qué muchas veces me he encontrado en situaciones como estas en las que abrir mi boca ya representa un problema. Carraspeo un poco pero antes de que pueda corregirme la rubia vuelve a hablar y esta vez, aunque no quiera cagarla mas, me siento un poco ofendido. Aunque por algún motivo la sensación no dura mucho tiempo antes de que vuelva a estar como antes.
- ¿Profesor? - Ni en sueños. Suelto un suspiro, es obvio que Beverly no le ha dicho nada al respecto. - No, yo soy su... Ammm... - Me detengo en seco. La verdad es que no tengo la menor idea de qué soy para ella. Es decir, sé lo que soy pero no sé si pueda decirlo en voz alta así como así. Bah, que digo, no debería ser un problema. - Pues es que yo soy su padre. - No. Demasiado engreído por mi parte considerar tener tal título. - Bueno, uno de ellos. Ya sabes... Es una situación enredosa. - La verdad es que no tengo la menor idea de quién es ella o qué es lo que sabe y tengo una irritante sensación de que cada que abro la boca arruino más la situación. - Es decir, Beverly no tiene por qué verlo así ni nada. - ¿Por qué estoy dando tantas excusas? Que molesto. Vuelvo a carraspear y pretendo enderezarme. - No habíamos tenido oportunidad de conocernos, no tiene mucho que llegué al distrito, pero me llamo Cale. - Ya había dicho antes mi nombre pero da igual, creo que en esta situación es mejor volver a presentarme. Extiendo mi mano con intención de estrechar la suya pero enseguida la retiro, sin saber muy bien qué hacer, después de todo ella se encuentra aislada porque no saben cómo tratar el virus con el que se infectaron.
- ¿Profesor? - Ni en sueños. Suelto un suspiro, es obvio que Beverly no le ha dicho nada al respecto. - No, yo soy su... Ammm... - Me detengo en seco. La verdad es que no tengo la menor idea de qué soy para ella. Es decir, sé lo que soy pero no sé si pueda decirlo en voz alta así como así. Bah, que digo, no debería ser un problema. - Pues es que yo soy su padre. - No. Demasiado engreído por mi parte considerar tener tal título. - Bueno, uno de ellos. Ya sabes... Es una situación enredosa. - La verdad es que no tengo la menor idea de quién es ella o qué es lo que sabe y tengo una irritante sensación de que cada que abro la boca arruino más la situación. - Es decir, Beverly no tiene por qué verlo así ni nada. - ¿Por qué estoy dando tantas excusas? Que molesto. Vuelvo a carraspear y pretendo enderezarme. - No habíamos tenido oportunidad de conocernos, no tiene mucho que llegué al distrito, pero me llamo Cale. - Ya había dicho antes mi nombre pero da igual, creo que en esta situación es mejor volver a presentarme. Extiendo mi mano con intención de estrechar la suya pero enseguida la retiro, sin saber muy bien qué hacer, después de todo ella se encuentra aislada porque no saben cómo tratar el virus con el que se infectaron.
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La veela había tratado de conocer, al menos de vista, a la mayor parte de habitantes del distrito. Saber a qué se dedicaban, si eran recién llegados o se habían quedado allí, su sangre… pero, a veces, era demasiado complicado compaginar la cantidad de trabajo que tenía con las caminatas matutinas que pretendían echar un ojo a las personas que la rodeaban. No formaba parte de la seguridad del distrito, de ello se ocupaban otras personas, pero siempre había tenido la extraña sensación de que todo no podía ser tan bonito; asunto que se esclareció cuando vió las noticias sobre el tren de carga y la intervención de Richter. Porque podían dudar sobre su relación con la infección, si se trataba del mismo tren o no, pero estaba claro que habían asaltado uno y que los problemas siempre acababan señalando en la misma dirección por mucho que quisieran desentenderse del mismo. Y por ello observó al hombre con notable curiosidad, removiéndose en la cama para incorporarse con apenas fuerzas y teniendo que esforzarse por no moquear un poquito; aunque aquella posición conseguía que sus fosas nasales se despejaran.
No contestó a la petición de llaves, solo esperó a que dijera quién era para poder sacar sus propias conclusiones. Unas que iban más lentas de lo normal por el embotamiento general que la atenazaba. Frunció el ceño. ¿Su padre? ¿No era Benedict su padre? Había sabido de las dudas sobre la paternidad de Beverly, pero no quienes eran los otros candidatos a padre del año. — Ya. — contestó simplemente, manteniendo su mirar en él. — Creo que Beverly está bien con ello. — indicó. La joven era… una especie de alma libre que iba y venía como le daba la gana. No daba problemas y era amable con todos. Le hacía compañía de tanto en tanto y cocinaba cuando a la veela se le olvidaba en qué mundo vivía; no se podía decir que surgieran grandes conversaciones filosóficas entre ellas pero habían aprendido a vivir juntas como si realmente existieran vínculos que las unieran. Entrelazó las manos sobre sus piernas, estirando estas al frente pero parándose en seco. — ¿Eres el hermano de Ava Ballard? — preguntó automáticamente. No, espera, ¿por qué se estaba enterando en aquel momento? Hacía mucho tiempo que no hablaba de ella o mencionaba su nombre; siempre rehuía las conversaciones en las que se la mencionara o tuvieran algo que ver con el Gobierno, prefería mantenerse al margen y que no la incluyeran en ningún tipo de plan. ¿Egoísta? Quizás, pero estaba cansada y no iba a ser una mártir ni una kamikaze por salvar solo una cabeza, o dos.
Meneó la cabeza, molesta, y algo dolorida por el gesto. — ¿Por qué Beverly te ha pedido que le recojas algunas cosas? Chloe tiene llaves y podría haber ido ella misma si se lo hubiera pedido. — habló entonces mencionando a su sobrina, aquella que no estaba también encerrada en el hospital con aquel extraño virus entremezclado con su sangre.
No contestó a la petición de llaves, solo esperó a que dijera quién era para poder sacar sus propias conclusiones. Unas que iban más lentas de lo normal por el embotamiento general que la atenazaba. Frunció el ceño. ¿Su padre? ¿No era Benedict su padre? Había sabido de las dudas sobre la paternidad de Beverly, pero no quienes eran los otros candidatos a padre del año. — Ya. — contestó simplemente, manteniendo su mirar en él. — Creo que Beverly está bien con ello. — indicó. La joven era… una especie de alma libre que iba y venía como le daba la gana. No daba problemas y era amable con todos. Le hacía compañía de tanto en tanto y cocinaba cuando a la veela se le olvidaba en qué mundo vivía; no se podía decir que surgieran grandes conversaciones filosóficas entre ellas pero habían aprendido a vivir juntas como si realmente existieran vínculos que las unieran. Entrelazó las manos sobre sus piernas, estirando estas al frente pero parándose en seco. — ¿Eres el hermano de Ava Ballard? — preguntó automáticamente. No, espera, ¿por qué se estaba enterando en aquel momento? Hacía mucho tiempo que no hablaba de ella o mencionaba su nombre; siempre rehuía las conversaciones en las que se la mencionara o tuvieran algo que ver con el Gobierno, prefería mantenerse al margen y que no la incluyeran en ningún tipo de plan. ¿Egoísta? Quizás, pero estaba cansada y no iba a ser una mártir ni una kamikaze por salvar solo una cabeza, o dos.
Meneó la cabeza, molesta, y algo dolorida por el gesto. — ¿Por qué Beverly te ha pedido que le recojas algunas cosas? Chloe tiene llaves y podría haber ido ella misma si se lo hubiera pedido. — habló entonces mencionando a su sobrina, aquella que no estaba también encerrada en el hospital con aquel extraño virus entremezclado con su sangre.
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Me cuesta demasiado trabajo leer a Arianne, no sé si está enfadada porque vine sin previo aviso y me presenté de forma abrupta pidiendo las llaves de su casa, si está sorprendida por el asunto de la paternidad de Beverly, o si simplemente le da igual. Asiento cuando dice que Bev está bien con ello, la verdad es que no he tenido mucho tiempo de verla. Cuando llegué estaba ocupado arreglando detalles acerca de mi estadía aquí y luego nuestros horarios no cuadraban mucho conmigo siendo guardia. Quería tener la oportunidad de acercarme un poco y entonces hubo un ataque y un virus expandiéndose por el distrito. Ha sido un lío pero en verdad me gustaría que lográramos tener una mejor relación, que no sé si se pueda pues ya tiene una vida aquí y yo desaparecí demasiado tiempo, pero se vale soñar. Ni siquiera yo sé qué busco. ¿Un intento de familia? ¿Compensar el hecho de que desde hace años no he podido hacer nada por mis hermanas? No. Es algo más. Le tengo cariño a la chica, quisiera ser alguien en quien ella pueda confiar cuando las cosas estén mal, o incluso cuando estén bien o neutrales, pero, ¿Puedo hacer eso? No tengo idea. Es sólo que pienso que siempre he sido demasiado testarudo pero creo que aún no es tarde para redimirme, ¿Verdad?
- Así es, Ava es mi hermana menor. - Últimamente encuentro mucha gente que parece conocerla. - Ustedes eran... ¿Amigas? - Aventuro, tratando de entablar una conversación simple. Tal vez debí haber empezado por ahí, como quiera es la persona que ha estado cuidando a Beverly. - Supongo que me vio muy insistente tratando de ayudarla y quiso hacer que me sintiera útil. No lo sé, pretendía apoyar en lo que pudiera. - Que desde el día del combate me he dado vueltas diarias en el hospital, en parte porque me sentía demasiado culpable por el duelo con Kendrick, y en parte porque estaba preocupado de no haber estado ahí para defenderla y temía que su enfermedad empeorara. - Tengo entendido que llevan ya algún tiempo viviendo juntas, ¿Cómo ha estado ella? - ¿Cómo se supone que se hace todo este asunto de la paternidad? - No he tenido demasiadas oportunidades de intentar reconectar o lo que sea, pero es algo en lo que he estado pensando mucho. Que siempre supimos que Beverly tenía padres de sobra pero... ya sabes. - Que no sé qué es lo que se supone que debería saber porque ni yo me entiendo, sólo sé que estoy haciendo ademanes torpes con las manos intentando explicarme. - Lo que quiero decir es que se ve muy a gusto estando contigo, así que gracias por cuidarla hasta ahora. - Pero... - Por lo mismo he estado pensando, tal vez después de que salgan del hospital estés demasiado cansada y entonces yo podría ocuparme unos días de ella, si Beverly quiere, claro. - Tal vez eso podría ser un buen inicio para ambos. - No sé, quizás con el tiempo le gustaría estar incluso conmigo algunos días de la semana. - Demasiado arrogante de nuevo, idealizando cosas que sólo yo he pensado y no he dicho en voz alta hasta ahora, pero es que desde el ataque he pensado que no debería perder el tiempo. - No le he dicho nada a ella aún, creí que sería bueno hablarlo contigo primero. -
- Así es, Ava es mi hermana menor. - Últimamente encuentro mucha gente que parece conocerla. - Ustedes eran... ¿Amigas? - Aventuro, tratando de entablar una conversación simple. Tal vez debí haber empezado por ahí, como quiera es la persona que ha estado cuidando a Beverly. - Supongo que me vio muy insistente tratando de ayudarla y quiso hacer que me sintiera útil. No lo sé, pretendía apoyar en lo que pudiera. - Que desde el día del combate me he dado vueltas diarias en el hospital, en parte porque me sentía demasiado culpable por el duelo con Kendrick, y en parte porque estaba preocupado de no haber estado ahí para defenderla y temía que su enfermedad empeorara. - Tengo entendido que llevan ya algún tiempo viviendo juntas, ¿Cómo ha estado ella? - ¿Cómo se supone que se hace todo este asunto de la paternidad? - No he tenido demasiadas oportunidades de intentar reconectar o lo que sea, pero es algo en lo que he estado pensando mucho. Que siempre supimos que Beverly tenía padres de sobra pero... ya sabes. - Que no sé qué es lo que se supone que debería saber porque ni yo me entiendo, sólo sé que estoy haciendo ademanes torpes con las manos intentando explicarme. - Lo que quiero decir es que se ve muy a gusto estando contigo, así que gracias por cuidarla hasta ahora. - Pero... - Por lo mismo he estado pensando, tal vez después de que salgan del hospital estés demasiado cansada y entonces yo podría ocuparme unos días de ella, si Beverly quiere, claro. - Tal vez eso podría ser un buen inicio para ambos. - No sé, quizás con el tiempo le gustaría estar incluso conmigo algunos días de la semana. - Demasiado arrogante de nuevo, idealizando cosas que sólo yo he pensado y no he dicho en voz alta hasta ahora, pero es que desde el ataque he pensado que no debería perder el tiempo. - No le he dicho nada a ella aún, creí que sería bueno hablarlo contigo primero. -
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Lo observó en completo silencio, tratando de encontrar alguna similitud entre él y Ava; pero lo cierto era que no quería encontrar ninguna, tampoco pensar en el hecho de que otro Ballard estaba por allí. Nunca había sido rencorosa, pero parecía que una parte de ella había despertado de otra forma; y lo cierto era que no le molestaba en absoluto. Tomarse las cosas más a pecho, el rencor, el sentimiento de venganza o el enfado eran características que la rubia nunca tuvo; renacer como veela había ampliado algunas de ellas, haciendo que lo que antes solo era apenas un atisbo se convirtiera casi en el centro de su personalidad. Arqueó ambas cejas. — No. — Un palabra. Dos letras. Una sílaba. No hacía falta decir mucho más sobre el tema. No habían llegado a coincidir en demasiadas ocasiones, pero tampoco había echado en falta ningún tipo de contacto con ella. Se reacomodó en la cama, acabando por removerse, incómoda, y tratar girarse en la misma, bajando las piernas de la cama y sintiendo un escalofrío cuando el frío del mismo la invadió. Frío en pleno julio. Se estremeció apenas un instante, odiándose por sentirse tan débil delante de los demás. Atrás quedó la época en la que su cara era el claro ejemplo de debilidad.
Asintió lentamente. Beverly era así, le gustaba hacer que los demás se sintieran bien a su alrededor. Suspiró y trató de ordenarse el cabello con la diestra. — Nos va bien. Tiene su propio cuarto, una mascota y un huerto, además se lleva bien con mis sobrinos. — lo informó sobre la vida que la joven llevaba junto a ella. Que no pasaban demasiado tiempo juntas era una realidad, una obvia por la cantidad de obligaciones de la veela, pero, al menos, tenían juntas una comida al día. No era su madre ni pretendía ocupar el lugar de la misma, tampoco educarla, pero haría todo lo que estuviera en sus manos para protegerla. Se reincorporó, poniéndose de pie con el blanco pijama hospitalario dándole una pinta de todo menos seria. Volviéndose hacia él y escuchándolo con sumo cuidado, con tranquilidad e interés. No era nadie para evitar que pasara tiempo con la joven, siempre que la misma quisiera hacerlo. El ceño de la rubia se frunció apenas unos milímetros cuando comenzó a hablar, hundiéndose algo más conforme lo escuchaba. — ¿Quieres llevarte a Beverly? — cuestionó. — No soy nadie para evitarlo, pero si no quiere hacerlo no se irá. Está bien conmigo, no le falta de nada. — agregó con voz más dura. Se había acostumbrado a ella, le gustaba el ruido y la vida que le daba a la casa; era un lugar demasiado grande y frío para ella sola. No lo quería. — Deberías consultarlo primero con ella, porque, por mi parte… prefiero que permanezca conmigo. — Y allí estaba ella. Arianne Brawn aferrándose a una niña que ni siquiera llevaba su sangre la mirase por donde lo hiciere.
Asintió lentamente. Beverly era así, le gustaba hacer que los demás se sintieran bien a su alrededor. Suspiró y trató de ordenarse el cabello con la diestra. — Nos va bien. Tiene su propio cuarto, una mascota y un huerto, además se lleva bien con mis sobrinos. — lo informó sobre la vida que la joven llevaba junto a ella. Que no pasaban demasiado tiempo juntas era una realidad, una obvia por la cantidad de obligaciones de la veela, pero, al menos, tenían juntas una comida al día. No era su madre ni pretendía ocupar el lugar de la misma, tampoco educarla, pero haría todo lo que estuviera en sus manos para protegerla. Se reincorporó, poniéndose de pie con el blanco pijama hospitalario dándole una pinta de todo menos seria. Volviéndose hacia él y escuchándolo con sumo cuidado, con tranquilidad e interés. No era nadie para evitar que pasara tiempo con la joven, siempre que la misma quisiera hacerlo. El ceño de la rubia se frunció apenas unos milímetros cuando comenzó a hablar, hundiéndose algo más conforme lo escuchaba. — ¿Quieres llevarte a Beverly? — cuestionó. — No soy nadie para evitarlo, pero si no quiere hacerlo no se irá. Está bien conmigo, no le falta de nada. — agregó con voz más dura. Se había acostumbrado a ella, le gustaba el ruido y la vida que le daba a la casa; era un lugar demasiado grande y frío para ella sola. No lo quería. — Deberías consultarlo primero con ella, porque, por mi parte… prefiero que permanezca conmigo. — Y allí estaba ella. Arianne Brawn aferrándose a una niña que ni siquiera llevaba su sangre la mirase por donde lo hiciere.
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Ante la negativa prefiero no profundizar más en el tema, si era o no amiga de Ava no importa realmente, así que me mantengo en silencio cuando vuelve a hablar. Empiezo a creer que ha sido un poco desconsiderado de mi parte venir a verla cuando es claro que no se siente muy cómoda, nadie podría estarlo teniendo esos síntomas. Pero ella parece hacer su mejor esfuerzo para contestarme. — Suena a que se ha adaptado bastante a estar contigo. — Aunque por algún motivo siento una especie de incomodidad en el estómago. Claro que si Beverly está a gusto no tengo que preocuparme de nada, e incluso no sé si he demostrado aún más interés en ella muy tarde en su vida, pero no puedo evitarlo. Estar en la situación del 14 y luego la redada de los dementores, separarme de todos... Bueno, cosas así te cambian la perspectiva.
No puedo evitar mirar a Arianne cuando se levanta, notando su ceño cada vez más marcado. De alguna forma me hace sentir intimidado. Así que respiro hondo y trago con fuerza antes de continuar, esta vez yo con la expresión más dura. — Te agradezco mucho haberla cuidado todo este tiempo, aún cuando no comparten ningún lazo sanguíneo. — Aclaro primero, sintiéndome un poco culpable por mencionarlo así. Que si comparten sangre o no no tiene nada que ver, pero por el comentario salió de mi boca antes de que pudiera pensarlo demasiado. Típico Cale. — Le preguntaré a Beverly, como te dije, si ella quisiera pasar algún día en mi casa o irse para ahí haría todo lo que fuera para que no le faltase nada tampoco. — Conforme hablo siento como si una especie de disgusto aumentara por mi pecho. Que ya sé que no le falta nada con ella y que la ha cuidado todo este tiempo, es algo que no podré agradecer lo suficiente. También sé que no soy nadie para aparecerme buscando formar un vínculo que por muchos años no llené, lo entiendo. Pero esta situación, su forma de hablar, me hace sentir una mezcla de emociones pero lo que más me siento es irritado.
— ¿Por qué preferirías eso? — ¿No es lo mejor estar con la familia? Aunque bueno, sé que no soy del todo su familia y nunca se ha comprobado quién es el padre biológico, pero, meh, me entienden. — Si te preocupa que no esté al pendiente o algo, no es el caso. Haría lo que sea para hacerla sentir cómoda y que esté bien. — Aunque ni siquiera he corroborado esto con ella, pero no quiero sentirme como alguien insuficiente.
No puedo evitar mirar a Arianne cuando se levanta, notando su ceño cada vez más marcado. De alguna forma me hace sentir intimidado. Así que respiro hondo y trago con fuerza antes de continuar, esta vez yo con la expresión más dura. — Te agradezco mucho haberla cuidado todo este tiempo, aún cuando no comparten ningún lazo sanguíneo. — Aclaro primero, sintiéndome un poco culpable por mencionarlo así. Que si comparten sangre o no no tiene nada que ver, pero por el comentario salió de mi boca antes de que pudiera pensarlo demasiado. Típico Cale. — Le preguntaré a Beverly, como te dije, si ella quisiera pasar algún día en mi casa o irse para ahí haría todo lo que fuera para que no le faltase nada tampoco. — Conforme hablo siento como si una especie de disgusto aumentara por mi pecho. Que ya sé que no le falta nada con ella y que la ha cuidado todo este tiempo, es algo que no podré agradecer lo suficiente. También sé que no soy nadie para aparecerme buscando formar un vínculo que por muchos años no llené, lo entiendo. Pero esta situación, su forma de hablar, me hace sentir una mezcla de emociones pero lo que más me siento es irritado.
— ¿Por qué preferirías eso? — ¿No es lo mejor estar con la familia? Aunque bueno, sé que no soy del todo su familia y nunca se ha comprobado quién es el padre biológico, pero, meh, me entienden. — Si te preocupa que no esté al pendiente o algo, no es el caso. Haría lo que sea para hacerla sentir cómoda y que esté bien. — Aunque ni siquiera he corroborado esto con ella, pero no quiero sentirme como alguien insuficiente.
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La veela se había ganado su propia fama de desagradable, alguien fría e indiferente. Inalcanzable. Nada que ver con la persona que fue antaño, la que pensó que siempre permanecería a su lado. Quizás por ello no tenía demasiadas amistades y, las que tenía, acababan por debilitarse con el paso del tiempo. La dejadez de la rubia y su constante ausencia. Pero trataba de ser cordial y educada con lo demás; la mayor parte de ellos, que no todos, solo eran personas que también estaban perdidas, que necesitaban encontrar el lugar al que pertenecían, que seguían buscándolo. Asintió con la cabeza a sus palabras, enfocando su claro mirar en él con renovada calma; aunque, claro, nunca se podía saber que lo pasaba por la cabeza de la mujer. Su temperamento iba y venía, se molestaba con facilidad, y lucía más iracunda conforme las horas pasaban.
Se levantó con algo de dificultad dirigiéndose hacia él con desconfianza. Beverly no era de su propiedad, ella no decidiría donde debía ir o con quién, no al menos en relación si debía permanecer con ella o con Cale, pero prefería tenerla cerca para poder ocuparse de ella correctamente. — La sangre no tiene nada que ver en las relaciones que forjamos con otras personas. — pronunció con seriedad. Ella conocía a pocas personas con las que compartiera, siquiera, una gota de sangre. Padres adoptivos y hermanos adoptivos. El único lazo sanguíneo que tenía era su hermana, y la vió desangrarse frente a sus ojos. Permaneció con su mirar en él, escuchándolo con rostro indiferente, al menos hasta que un estornudo acudió a su nariz, haciendo que se girara para dejarlo ir con algo de disimulo. Respiró profundamente por la boca, alejándose de él y tomando un pañuelo de la mesita. — Disculpa. — musitó moviendo la nariz con desagrado. Odiaba estar enferma, odiaba los dolores musculares, la congestión nasal y el agotamiento general.
Se presionó el puente de la nariz, tardando un par de segundos en regresar a él; o más bien regresando a él cuando volvió a hablar. ¿Por qué lo prefería así? — Me siento responsable de ella. — contestó en un inicio. — Desde que nos instalamos aquí ha vivido conmigo y nos hemos hecho la una a la otra. —, sí, con ella; y sí, se hacían compañía. Le gustaba disfrutar de la incesante cháchara de la joven, de sus comentarios e historias vividas a los largo del día. De la normalidad de la que estaba disfrutando. — Beverly tiene el tipo de personalidad que hace que todos se sientan bien a su lado. No creo que se fuera a sentir incómoda a tu lado, tampoco que te despreocuparas de ella. — matizó, no queriendo ser malinterpretada. — ¿Por qué quieres que vaya contigo? Puede que seas su padre pero, ¿quieres compensar el tiempo que has estado fuera? —. Podía ser su padre pero no sabía si aquello era todo, si quería ocuparse de ella porque realmente quería hacerlo o para compensar el hecho de que estuvo lejos durante un tiempo.
Se levantó con algo de dificultad dirigiéndose hacia él con desconfianza. Beverly no era de su propiedad, ella no decidiría donde debía ir o con quién, no al menos en relación si debía permanecer con ella o con Cale, pero prefería tenerla cerca para poder ocuparse de ella correctamente. — La sangre no tiene nada que ver en las relaciones que forjamos con otras personas. — pronunció con seriedad. Ella conocía a pocas personas con las que compartiera, siquiera, una gota de sangre. Padres adoptivos y hermanos adoptivos. El único lazo sanguíneo que tenía era su hermana, y la vió desangrarse frente a sus ojos. Permaneció con su mirar en él, escuchándolo con rostro indiferente, al menos hasta que un estornudo acudió a su nariz, haciendo que se girara para dejarlo ir con algo de disimulo. Respiró profundamente por la boca, alejándose de él y tomando un pañuelo de la mesita. — Disculpa. — musitó moviendo la nariz con desagrado. Odiaba estar enferma, odiaba los dolores musculares, la congestión nasal y el agotamiento general.
Se presionó el puente de la nariz, tardando un par de segundos en regresar a él; o más bien regresando a él cuando volvió a hablar. ¿Por qué lo prefería así? — Me siento responsable de ella. — contestó en un inicio. — Desde que nos instalamos aquí ha vivido conmigo y nos hemos hecho la una a la otra. —, sí, con ella; y sí, se hacían compañía. Le gustaba disfrutar de la incesante cháchara de la joven, de sus comentarios e historias vividas a los largo del día. De la normalidad de la que estaba disfrutando. — Beverly tiene el tipo de personalidad que hace que todos se sientan bien a su lado. No creo que se fuera a sentir incómoda a tu lado, tampoco que te despreocuparas de ella. — matizó, no queriendo ser malinterpretada. — ¿Por qué quieres que vaya contigo? Puede que seas su padre pero, ¿quieres compensar el tiempo que has estado fuera? —. Podía ser su padre pero no sabía si aquello era todo, si quería ocuparse de ella porque realmente quería hacerlo o para compensar el hecho de que estuvo lejos durante un tiempo.
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En cuanto Arianne se acerca pretendo hacerme hacia atrás, por la incertidumbre acerca de la enfermedad que contrajo, pero por algún motivo, mis pies no se mueven. Es como si se hubiesen adherido al suelo y me obligasen a quedarme ahí donde ella esté cerca. Una extraña sensación, que no me cuestiono. Aunque todo es interrumpido con su comentario, el cual me hace sentir incómodo. Me remuevo un poco en mi lugar intentando deshacerme de estas emociones, como si realmente fuera a ser de ayuda y la miro con una expresión avergonzada. — Lo sé, lo entiendo, no prentedía cuestionar su relación... Lo siento. — Me disculpo con ella porque incluso yo al escuchar mi comentario lo sentí algo salido de la amargura. Pero no me preocupo mucho porque el momento de incomodidad mío es reemplazado por el de sus gérmenes. Que bueno que traje un cubrebocas.
La escucho con atención cuando regresa y asiento con la cabeza. Entiendo cómo podría sentirse con esta conversación, después de todo ella ha cuidado a Beverly por meses y queriendo o no, uno se acostumbra a las personas que lo rodean. En especial si se les toma cariño, desprenderse de dicha persona resultaría difícil. Que lo sé yo. — Entiendo que deben estar acostumbradas la una a la otra, pero... — ¿Pero qué? Si Beverly es feliz, ¿No debería dejarlo así y ya? Ah, todo es más difícil, más porque por algún motivo no puedo evitar empatizar con Arianne, buscando estar de acuerdo con lo que dice. Antes me había sentido irritado, ahora siento que ella tiene toda la razón del mundo. — Beverly siempre ha sido así, me alegra que pienses eso. — Es una persona demasiado ocurrente, llegaba a contar historias descabelladas, como su mamá. Sí, definitivamente es la hija de Eowyn. Cosa que me resultaba difícil en el 14 porque en lugar de poder comprenderla terminaba por espantarme y tal vez llegaba a exagerar, situación que ningún adolescente disfruta, y ella fue básicamente una adolescente desde que nació.
En verdad me agrada que ella piense así pero su siguiente comentario me toma por sorpresa, ¿Por qué quiero yo esto? ¿Sólo busco hacerme sentir mejor o compensar todo lo que no he podido aportar? — Estuve mucho tiempo lejos con bastantes complicaciones que hicieron que me replanteara muchas cosas de mi vida. — Pero no sólo es eso. — Siempre he querido a Bev pero era una situación enredosa, tiene a más de una persona a la que puede considerar padre o no. — Como Benedict. — Y estuvimos todos bien con eso, sin querer tomar el papel único de padre, porque no lo éramos. — Y eso es cierto, todos la vimos crecer y convivimos con ella, nos encariñamos, ¿Pero qué cambia ahora? — Pero ahora no me importa eso, en cuanto a mí concierne Beverly es la que decide qué papel le da en su vida a cada persona, si es que les da un papel. — Chasqueo la lengua y suelto un suspiro, sintiéndome extraño al escuchar tanto tiempo mi voz decir todo lo que pienso. — No quiero sólo compensar el tiempo que perdí, aunque mentiría si una de mis razones no fuera esa. Sólo quiero ser alguien para ella. No me importa si piensa en mí como un padre, un hermano, un amigo, o si ni siquiera me piensa, pero quiero estar ahí. Quiero cuidarla, quiero que sepa que puede confiar en mí, que hay alguien a quien puede regresar siempre como familia. — Quiero poder protegerla, como nunca he podido hacer con nadie. Como no pude hacer con mi mamá, con Ava, con Zenda. — Quiero poder hacer algo... — Murmuro. Me siento algo abatido. Tal vez esta insistencia y el tiempo que llevo pensando esto se relacionan con mi plática del otro día con Colin, tal vez quiero apresurar las cosas para que ella pueda pensar de esta forma pronto. No lo sé. No sé cómo lograr esto, o si lo lograré. Y eso me aterra. Tal vez sólo esté buscando mi lugar en todo esto. Tal vez no.
La escucho con atención cuando regresa y asiento con la cabeza. Entiendo cómo podría sentirse con esta conversación, después de todo ella ha cuidado a Beverly por meses y queriendo o no, uno se acostumbra a las personas que lo rodean. En especial si se les toma cariño, desprenderse de dicha persona resultaría difícil. Que lo sé yo. — Entiendo que deben estar acostumbradas la una a la otra, pero... — ¿Pero qué? Si Beverly es feliz, ¿No debería dejarlo así y ya? Ah, todo es más difícil, más porque por algún motivo no puedo evitar empatizar con Arianne, buscando estar de acuerdo con lo que dice. Antes me había sentido irritado, ahora siento que ella tiene toda la razón del mundo. — Beverly siempre ha sido así, me alegra que pienses eso. — Es una persona demasiado ocurrente, llegaba a contar historias descabelladas, como su mamá. Sí, definitivamente es la hija de Eowyn. Cosa que me resultaba difícil en el 14 porque en lugar de poder comprenderla terminaba por espantarme y tal vez llegaba a exagerar, situación que ningún adolescente disfruta, y ella fue básicamente una adolescente desde que nació.
En verdad me agrada que ella piense así pero su siguiente comentario me toma por sorpresa, ¿Por qué quiero yo esto? ¿Sólo busco hacerme sentir mejor o compensar todo lo que no he podido aportar? — Estuve mucho tiempo lejos con bastantes complicaciones que hicieron que me replanteara muchas cosas de mi vida. — Pero no sólo es eso. — Siempre he querido a Bev pero era una situación enredosa, tiene a más de una persona a la que puede considerar padre o no. — Como Benedict. — Y estuvimos todos bien con eso, sin querer tomar el papel único de padre, porque no lo éramos. — Y eso es cierto, todos la vimos crecer y convivimos con ella, nos encariñamos, ¿Pero qué cambia ahora? — Pero ahora no me importa eso, en cuanto a mí concierne Beverly es la que decide qué papel le da en su vida a cada persona, si es que les da un papel. — Chasqueo la lengua y suelto un suspiro, sintiéndome extraño al escuchar tanto tiempo mi voz decir todo lo que pienso. — No quiero sólo compensar el tiempo que perdí, aunque mentiría si una de mis razones no fuera esa. Sólo quiero ser alguien para ella. No me importa si piensa en mí como un padre, un hermano, un amigo, o si ni siquiera me piensa, pero quiero estar ahí. Quiero cuidarla, quiero que sepa que puede confiar en mí, que hay alguien a quien puede regresar siempre como familia. — Quiero poder protegerla, como nunca he podido hacer con nadie. Como no pude hacer con mi mamá, con Ava, con Zenda. — Quiero poder hacer algo... — Murmuro. Me siento algo abatido. Tal vez esta insistencia y el tiempo que llevo pensando esto se relacionan con mi plática del otro día con Colin, tal vez quiero apresurar las cosas para que ella pueda pensar de esta forma pronto. No lo sé. No sé cómo lograr esto, o si lo lograré. Y eso me aterra. Tal vez sólo esté buscando mi lugar en todo esto. Tal vez no.
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Las personas eran complicadas, las sensaciones y sentimientos lo eran mucho más. Sobre todo cuando incluían a otras personas que no tenían que ver con el asunto; aunque siempre acababan teniendo que ver de un modo u otro. Aquellas ataduras no preocuparon a la rubia durante mucho tiempo, aquel en el que se encontró ‘del lado’ del Gobierno y solo se dedicó a ejercer su trabajo lo mejor posible; aislándose del resto de personas y no dejando que los sentimientos interfirieran nunca más en su vida. Porque todo lo que te ata a los demás duele mucho más de lo que beneficia. A la larga el dolor está más presente y es más constante que la felicidad que puede proporcionarte. Por ello la veela no tendía puentes con facilidad, no condecía la categoría de amigo a cualquiera ni dejaba que sus emociones se antepusieran a sus propósitos. Pero siempre llegaban personas que rompían con todo. Y las emociones eran mucho más complicadas de sobrellevar cuando su condición amplificaba tanto lo bueno como lo malo, haciéndolo insoportable.
El rostro de la veela era serio, observando con interés, a la par que cautela, al hombre que tenía frente a ella. Un completo desconocido del que solo había escuchado hablar en una o dos ocasiones. Asintió lentamente con la cabeza, entendiendo y apoyando sus palabras en cierta medida. Porque no formaba parte de la situación, ni siquiera la había conocido desde el inicio ni la mitad, pero comprendía el punto que quería darle a ver. Inclinó la cabeza hacia un lado, permaneciendo con la mirada fija en Cale, escuchando con verdadero interés todo lo que decía. — Lo entiendo. — contestó con simpleza. Lo hacía. Fue empática, luego indiferente y ahora debía cuidarse para no sentir demasiado. — Es una persona valiosa, formar parte de su vida es un privilegio. — concedió sin lugar a dudas, alejándose de él y dejándose caer en el borde de la cama con sumo cuidado. Estaba cansada, el cuerpo le pesaba demasiado y quería descansar la mayor parte del tiempo. — Sólo no la presiones, insistas o te insinúes demasiado, ¿si? Ha pasado por mucho y por fin está teniendo una vida relativamente normal. — se explicó. Teniendo en cuenta el mundo que los rodeaba era complicado asentarse en un lugar fijo, sentirse como en casa. Y el distrito nueve estaba convirtiéndose un poquito en un hogar; uno que ni ella misma pensó que nunca llegaría a tener.
— No es complicado aportarle a Beverly, es… agradecida, amable y empática. Comprenderá que quieres formar parte de su vida pero no sé si querrá irse a vivir contigo, la menos no por un tiempo. — O quizás si querría. Lo cierto es que la rubia se sentiría decepcionada si ella le dijera que sí sin dudarlo, ¿tan mala compañía era? Prensó los labios. — Cuando salgamos de aquí puedes empezar, si quieres, viniendo a cenar algún día a casa. — concedió entonces, inclinándose para tomar un botellín de la mesita.
El rostro de la veela era serio, observando con interés, a la par que cautela, al hombre que tenía frente a ella. Un completo desconocido del que solo había escuchado hablar en una o dos ocasiones. Asintió lentamente con la cabeza, entendiendo y apoyando sus palabras en cierta medida. Porque no formaba parte de la situación, ni siquiera la había conocido desde el inicio ni la mitad, pero comprendía el punto que quería darle a ver. Inclinó la cabeza hacia un lado, permaneciendo con la mirada fija en Cale, escuchando con verdadero interés todo lo que decía. — Lo entiendo. — contestó con simpleza. Lo hacía. Fue empática, luego indiferente y ahora debía cuidarse para no sentir demasiado. — Es una persona valiosa, formar parte de su vida es un privilegio. — concedió sin lugar a dudas, alejándose de él y dejándose caer en el borde de la cama con sumo cuidado. Estaba cansada, el cuerpo le pesaba demasiado y quería descansar la mayor parte del tiempo. — Sólo no la presiones, insistas o te insinúes demasiado, ¿si? Ha pasado por mucho y por fin está teniendo una vida relativamente normal. — se explicó. Teniendo en cuenta el mundo que los rodeaba era complicado asentarse en un lugar fijo, sentirse como en casa. Y el distrito nueve estaba convirtiéndose un poquito en un hogar; uno que ni ella misma pensó que nunca llegaría a tener.
— No es complicado aportarle a Beverly, es… agradecida, amable y empática. Comprenderá que quieres formar parte de su vida pero no sé si querrá irse a vivir contigo, la menos no por un tiempo. — O quizás si querría. Lo cierto es que la rubia se sentiría decepcionada si ella le dijera que sí sin dudarlo, ¿tan mala compañía era? Prensó los labios. — Cuando salgamos de aquí puedes empezar, si quieres, viniendo a cenar algún día a casa. — concedió entonces, inclinándose para tomar un botellín de la mesita.
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Recupero el aliento luego de hablar, esperando una respuesta de Arianne. No sé qué pensaba al decir todo eso, definitivamente no me imaginé que esto iba a salir así, pero creo que tampoco estuvo tan mal. Tiendo a ocasionar que las personas se enojen, o al menos ese era mi don cuando Ava y Benedict aún estaban cerca. Por lo que asumí que eso pasaría con Arianne después de que se me escaparan frases fuera de lugar, sin embargo, sus siguientes comentarios me toman un poco por sorpresa. — Gracias. — Le contesto de inmediato. — Usualmente no soy así, tan... Bueno, como justo ahora. — Murmuro rascándome la nuca. Esos nueve meses en el norte definitivamente afectaron algo dentro de mí. — No la presionaré. Yo estaré bien mientras ella esté cómoda, y por el momento parece estarlo contigo. Así que me tomaré mi tiempo para decírselo. — Porque aunque me duela reconocerlo, todo el mundo continuó su vida durante el periodo de mi desaparición, yo fui el que se estancó y el que intenta aferrarse a lo que tiene cerca a como de lugar, buscando recuperar un hogar que no es muy claro si estuvo ahí en primer lugar. Al menos no durante los últimos años.
— Yo tampoco estoy seguro de que quiera. La verdad creo que estamos algo desconectados, pero por eso es que me esforzaré. — Nunca he entendido a los adolescentes. Ni siquiera cuando era uno, y probablemente por eso me vi involucrado en muchos problemas. Pero da igual, sé que ahora puedo hacerlo. Al menos quiero creerlo. Volteo a ver a Arianne sintiéndome por primera vez mal por haberla molestado con tanto estando ella enferma y trato de sonreírle de forma amable para acompañar mi siguiente comentario. — No quiero quitarte a Bev ni nada. Y tampoco pienso que sea malo que esté contigo, tal vez eso pudo interpretarse de mis comentarios anteriores. Así que, pues... aprecio esto. — Desvío la mirada un momento, aunque no por mucho, no sé muy bien por qué hablar con ella resulta agradable. Vuelvo a intentar sonreír y asiento con la cabeza. — Me gustaría mucho eso. — Respondo con tono amable a su invitación y me aparto cuando se estira por el agua, haciendo una ademán torpe por acercársela que termina resultando innecesario. — Probablemente deba dejarte descansar ya, pero puedo pasarme después por si tú o Bev necesitan algo. —
— Yo tampoco estoy seguro de que quiera. La verdad creo que estamos algo desconectados, pero por eso es que me esforzaré. — Nunca he entendido a los adolescentes. Ni siquiera cuando era uno, y probablemente por eso me vi involucrado en muchos problemas. Pero da igual, sé que ahora puedo hacerlo. Al menos quiero creerlo. Volteo a ver a Arianne sintiéndome por primera vez mal por haberla molestado con tanto estando ella enferma y trato de sonreírle de forma amable para acompañar mi siguiente comentario. — No quiero quitarte a Bev ni nada. Y tampoco pienso que sea malo que esté contigo, tal vez eso pudo interpretarse de mis comentarios anteriores. Así que, pues... aprecio esto. — Desvío la mirada un momento, aunque no por mucho, no sé muy bien por qué hablar con ella resulta agradable. Vuelvo a intentar sonreír y asiento con la cabeza. — Me gustaría mucho eso. — Respondo con tono amable a su invitación y me aparto cuando se estira por el agua, haciendo una ademán torpe por acercársela que termina resultando innecesario. — Probablemente deba dejarte descansar ya, pero puedo pasarme después por si tú o Bev necesitan algo. —
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