VERANO de 247521 de Junio — 20 de Septiembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Pues al parecer no sirve de nada caerle bien a un profesor para que te libre de un castigo. ¡Quiero decir! Que es evidente que Logan es el único al que puedo irle con mis excusas de por qué llego tarde y no lo apunta en su libretita donde tiene la lista de todos los estudiantes cuando pasaba lista. Hablo en pasado porque su traición a continuar siendo profesor de la escuela me ha valido volver a recaer en mis pésimas notas y sigo sin perdonárselo, tanto que también me dedico a hacerle visitas semanales para que no se olvide de mi jeta. Si otros preguntan dirán que es porque me meto en problemas, y aunque me gustaría poder quitarles la razón, lo cierto es que el único motivo por el que visito a mi antiguo profesor de encantamientos es por mi tendencia a llenarme de castigos la libreta. ¡Uno diría que siendo confidentes te pasarían al menos una, dos travesuras quizás, pero noooooo...! Ah, espera, que sí lo hizo, hasta que se hizo un poco evidente y creo que hasta recibió queja de arriba de por qué Miss Davies no anda limpiando los baños.
¿Se puede ser más exagerado? Creo que todos mis profesores me han amonestado al menos una vez, si tengo que hacer una excepción sería la profesora Powell y porque tiene esa tendencia a ser como una esponja a la que le cuelas cualquier excusa, unos dicen que es más buena que el pan, yo digo que ni ella sabría como castigar a un estudiante. Eeeeen fin, que yo digo, de acuerdo, es normal que me tengan desconfianza, pero vamos a ver, ¿cómo se puede desconfiar de alguien que ni siquiera estaba en el colegio en ese horario? (la cosa es que debía estar, de ahí que no me crean) ¡Pues nada! Que no hay manera de explicarlo, no importa las veces que bufe y trate de explicar mis quehaceres, mientras Schimdt se dedica a mirar la pizarra con cara de bobo, o de no romper un plato, me cuesta descifrar cual de las dos es. El caso es que él parece tener bien interiorizado que lo van a castigar, ¡evidentemente! Fue él el de la travesura, ¡para una vez que no soy yo! Indignante.
Para colmo nos quitan el teléfono durante las dos horas que debemos permanecer en el aula, Logan se ha lucido con esto de para reflexionar, casi me muero del aburrimiento. Cuando el reloj de agujas marca por fin la hora en que tenemos permitido marcharnos, ya tengo en el buzón del móvil ochenta mil mensajes como mínimo de Rebecca gritándome (esto lo deduzco porque el texto está escrito en mayúsculas, muchas exclamaciones también; a esta mujer pronto hay que enseñarle a usar los emojis enfadados, mejor los gifs) que donde estoy, que se supone tengo entrenamiento con Franco. Claro, si me hubieran dado el número de Benedict, todo esto hubiera sido más fácil. — ¡Estás en un buen lío, Schimdt! — tengo que quitarme esta manía de llamar a mis compañeros por sus apellidos, yo lo sé. — Me parece genial que quisieras gastarle una broma al profesor Prusset, ¿pero incluirme a mí en el lote? ¡Por favor! ¡Yo tengo más clase que utilizar un puñado de tizas! — eso es de primer curso, todavía me cargarán con eso a mí, ¡a mí!
¿Se puede ser más exagerado? Creo que todos mis profesores me han amonestado al menos una vez, si tengo que hacer una excepción sería la profesora Powell y porque tiene esa tendencia a ser como una esponja a la que le cuelas cualquier excusa, unos dicen que es más buena que el pan, yo digo que ni ella sabría como castigar a un estudiante. Eeeeen fin, que yo digo, de acuerdo, es normal que me tengan desconfianza, pero vamos a ver, ¿cómo se puede desconfiar de alguien que ni siquiera estaba en el colegio en ese horario? (la cosa es que debía estar, de ahí que no me crean) ¡Pues nada! Que no hay manera de explicarlo, no importa las veces que bufe y trate de explicar mis quehaceres, mientras Schimdt se dedica a mirar la pizarra con cara de bobo, o de no romper un plato, me cuesta descifrar cual de las dos es. El caso es que él parece tener bien interiorizado que lo van a castigar, ¡evidentemente! Fue él el de la travesura, ¡para una vez que no soy yo! Indignante.
Para colmo nos quitan el teléfono durante las dos horas que debemos permanecer en el aula, Logan se ha lucido con esto de para reflexionar, casi me muero del aburrimiento. Cuando el reloj de agujas marca por fin la hora en que tenemos permitido marcharnos, ya tengo en el buzón del móvil ochenta mil mensajes como mínimo de Rebecca gritándome (esto lo deduzco porque el texto está escrito en mayúsculas, muchas exclamaciones también; a esta mujer pronto hay que enseñarle a usar los emojis enfadados, mejor los gifs) que donde estoy, que se supone tengo entrenamiento con Franco. Claro, si me hubieran dado el número de Benedict, todo esto hubiera sido más fácil. — ¡Estás en un buen lío, Schimdt! — tengo que quitarme esta manía de llamar a mis compañeros por sus apellidos, yo lo sé. — Me parece genial que quisieras gastarle una broma al profesor Prusset, ¿pero incluirme a mí en el lote? ¡Por favor! ¡Yo tengo más clase que utilizar un puñado de tizas! — eso es de primer curso, todavía me cargarán con eso a mí, ¡a mí!
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No, no fue así como parece, ¿qué demonios? ¿Por qué una chica que ni siquiera conozco y yo terminamos en la oficina del consejero de la escuela? Ninguno de los profesores que nos escoltaron hasta aquí nos dieron unos minutos para explicarnos, en mi caso no hacía falta, me vieron y no puedo mentir sobre lo evidente, de dónde sacan que esta chica es el cerebro maestro es un enigma que se resuelve fácil cuando dicen su apellido. Así que esta chica es Davies, no, no lo digo porque sea popular en Wizzardface, sino porque a las semanas de cambiarme del Prince al Royal, luego de las vacaciones de invierno –sí, verán, a un chico se le ocurrió declararse alcalde o algo así del distrito nueve, el Prince es el último lugar donde mis padres me dejarían estar ahora mismo–, su apellido cayó en mis oídos más de su vez al escuchar de sus chascos en clases, un par de explosiones, algo con bundimuns.
Ni Taylor, ni Rich levantaron sus narices cuando de la boca del profesor Prusset salió una acusación directa hacia la chica, quien en palabras del mismo maestro, tiene algo personal contra él y al parecer Davies juró hacerle la vida imposible alguna vez, si hasta sacó un pañuelo de tela para limpiarse la frente mientras declaraba contra ella. No soy tan canalla como para no tratar de decir que ella no tuvo nada que ver, pero no soy un idiota como para levantar mi voz cuando me mandan callar, así que espero a que la hora del castigo de reflexión que nos puso el profesor Thornfield se acabe mientras saco el cálculo de cuánto dinero perderé hoy por presentarme tarde al trabajo de medio tiempo, ¿siquiera tiene caso ir? Uso la pared que el consejero nos dejó mirando para hacer mis cálculos mentales y por unas semanas más, tendré que seguir viviendo con Eva, esto se hace largooo y tediosooo.
—Hazte a la fama y echate a dormir, Davies— detengo a la chica con la bronca que quiere echar sobre mí. —No me hagas culpable de las cosas que te han traído aquí este día— si tengo el descaro de desentenderme de esa manera, es porque no quiero admitir lo imbécil que se puede ser al aceptar colaborar con una idiotez como esta por caerle bien a “nuevos amigos”, quienes ni siquiera deben estarme esperando para ver que tal me fue e invitarme a algo, no soy tan crédulo. —¡Vamos! ¡No me dirás que estás enojada por mirar una pared! Sabes que pudo ser peor— escuché algo sobre que nunca se presentó a limpiar retretes. —¿Tienes que ir a algún lugar? Te daré algo gratis del lugar en el trabajo para compensar, queda aquí cerca— si es que no me despiden, no creo, no hoy al menos.
Ni Taylor, ni Rich levantaron sus narices cuando de la boca del profesor Prusset salió una acusación directa hacia la chica, quien en palabras del mismo maestro, tiene algo personal contra él y al parecer Davies juró hacerle la vida imposible alguna vez, si hasta sacó un pañuelo de tela para limpiarse la frente mientras declaraba contra ella. No soy tan canalla como para no tratar de decir que ella no tuvo nada que ver, pero no soy un idiota como para levantar mi voz cuando me mandan callar, así que espero a que la hora del castigo de reflexión que nos puso el profesor Thornfield se acabe mientras saco el cálculo de cuánto dinero perderé hoy por presentarme tarde al trabajo de medio tiempo, ¿siquiera tiene caso ir? Uso la pared que el consejero nos dejó mirando para hacer mis cálculos mentales y por unas semanas más, tendré que seguir viviendo con Eva, esto se hace largooo y tediosooo.
—Hazte a la fama y echate a dormir, Davies— detengo a la chica con la bronca que quiere echar sobre mí. —No me hagas culpable de las cosas que te han traído aquí este día— si tengo el descaro de desentenderme de esa manera, es porque no quiero admitir lo imbécil que se puede ser al aceptar colaborar con una idiotez como esta por caerle bien a “nuevos amigos”, quienes ni siquiera deben estarme esperando para ver que tal me fue e invitarme a algo, no soy tan crédulo. —¡Vamos! ¡No me dirás que estás enojada por mirar una pared! Sabes que pudo ser peor— escuché algo sobre que nunca se presentó a limpiar retretes. —¿Tienes que ir a algún lugar? Te daré algo gratis del lugar en el trabajo para compensar, queda aquí cerca— si es que no me despiden, no creo, no hoy al menos.
Ya ando en mi misión de contestarle a los mensajes de mi jefa del modo más coherente posible, que si le digo que me castigaron por algo que no hice me dirá que uno, no se lo cree y dos, empezará a maldecirme por mi irresponsabilidad y holgazanería; así que le cuento la primera excusa con quizá algo más de sentido que se me viene a la cabeza: que he tenido que llevar al perro al veterinario por una emergencia de última hora. Me arrepiento al momento de enviarlo, la verdad, porque es capaz de presentarse en mi casa para comprobar el propio estado del animal, y si no fuera porque sé que andará ocupada con su trabajo como para hacerlo, hasta me hubiera planteado el modificar el mensaje. Ese que no termino de teclear porque a Schmidt le parece un buen momento para darle la vuelta a la tortilla. — ¿Disculpa? — sueno indignada cuando me paro en el pasillo. — Ni idea de qué fama me estás hablando, pero puedo asegurarte que no tendrá que ver con jugarle una broma de primer curso al profesor Prusset. — alzo una ceja en su dirección, tengo un poco más de clase que eso.
Retomo la marcha cuando aprovecha la situación para hacerse el mártir del momento. — Oh, perdóname, déjame agradecerte por haber perdido dos horas de mi vida que JAMÁS voy a recuperar por estar mirando la pared… — bufo en cuanto si le ocurre proponer que el castigo podría haber sido peor. Claro que lo podría haber sido, pero también me gustaría que se me castigara por cosas que he hecho, no por insinuaciones hechas por mocosos que lo habrán engatusado a hacer cualquier tontería. Prf, novatos. — Voy a dejar una cosa clara, Schmidt, tengo entendido que llevas poco tiempo en la escuela de modo que no debes saber muy bien como funcionan las cosas aquí. Seré escueta: ¿Maeve Davies? No juega en la misma liga que tus nuevos amiguitos, estaré encantada si les envías el mensaje de mi parte, inculparme a mí por algo que no hice es de muy mal gusto, ¿lo sabías? — cargarme a mí con la responsabilidad de una broma mal hecha, ¿se pueden creer? Ni necesito imaginarme con la clase de tíos con los que se ha debido juntar Schmidt para confirmar que son los mismos que me la tienen jurada desde hace años.
Estoy por aconsejarle que no siga juntándose con malas influencias, pero me resulta más interesante quejarme. — ¡Dos horas! MIRANDO A LA NADA. ¿Tú sabes lo ocupada que estoy…? — si sí, mi agenda está más apretada incluso que la del ministro Powell, por eso se me va la mirada hacia él cuando dice lo siguiente. — Está bien. — suspiro dramáticamente, como si me hubiera costado mucho tomar esa decisión cuando en realidad ni terminé la frase anterior antes de aceptar. — ¿Cuál es el lugar? — quizá hasta lo conozca.
Retomo la marcha cuando aprovecha la situación para hacerse el mártir del momento. — Oh, perdóname, déjame agradecerte por haber perdido dos horas de mi vida que JAMÁS voy a recuperar por estar mirando la pared… — bufo en cuanto si le ocurre proponer que el castigo podría haber sido peor. Claro que lo podría haber sido, pero también me gustaría que se me castigara por cosas que he hecho, no por insinuaciones hechas por mocosos que lo habrán engatusado a hacer cualquier tontería. Prf, novatos. — Voy a dejar una cosa clara, Schmidt, tengo entendido que llevas poco tiempo en la escuela de modo que no debes saber muy bien como funcionan las cosas aquí. Seré escueta: ¿Maeve Davies? No juega en la misma liga que tus nuevos amiguitos, estaré encantada si les envías el mensaje de mi parte, inculparme a mí por algo que no hice es de muy mal gusto, ¿lo sabías? — cargarme a mí con la responsabilidad de una broma mal hecha, ¿se pueden creer? Ni necesito imaginarme con la clase de tíos con los que se ha debido juntar Schmidt para confirmar que son los mismos que me la tienen jurada desde hace años.
Estoy por aconsejarle que no siga juntándose con malas influencias, pero me resulta más interesante quejarme. — ¡Dos horas! MIRANDO A LA NADA. ¿Tú sabes lo ocupada que estoy…? — si sí, mi agenda está más apretada incluso que la del ministro Powell, por eso se me va la mirada hacia él cuando dice lo siguiente. — Está bien. — suspiro dramáticamente, como si me hubiera costado mucho tomar esa decisión cuando en realidad ni terminé la frase anterior antes de aceptar. — ¿Cuál es el lugar? — quizá hasta lo conozca.
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—Estás siendo dramática, Davies— se lo apunto por si no se ha dado cuenta de ese énfasis en jamás que trata de hacerme sentir culpable por el tiempo irrecuperable de su vida que… solo fueron dos horas, lo mismo que mirar una mala película, que estar mirando videos en Wizzardface, lo que lleva esperar en la fila de cualquier evento, el tiempo que también usa la gente para estar tirados en sus sillones haciendo nada. Si, lo reconozco, yo también me aburrí de muerte, ¡pero sobrevivimos! ¡estamos fuera! ¡somos libres! Sigue siendo mejor que la manden a limpiar retretes sin varita, solo sé que yo no quiero acabar en una situación de esas, así que la detención de hoy me ha bastado para tomar la decisión de que mañana me sentaré al lado de Elliot Aktins, no hará otra cosa que hablar de League of Monsters, pero se puede estar peor. Limpiando retretes. Siendo atacado por la jefa de una pandilla, porque…
—En serio, hablas como si fueras una pandillera, falta que me golpees contra la pared y amenaces con romperme las piernas— lo digo con la misma indiferencia en mi tono de hace un rato, sin creer que pueda llegar a hacer algo así, por las dudas le echo una mirada de soslayo. No, no lo haría. —Y que me digas que te entregue el dinero de mi almuerzo— añado, me había olvidado de eso. Lo que haré será tener en cuenta que Maeve Davies tiene toda la actitud de patea culos en esta escuela y no dudará de patear el mío, así que me queda ofrecerle una tregua de paz, entonces no se toma esto como una ofensa personal, que luego no la quiero mirándome desde el otro extremo del patio con su dedo índice rozando su cuello en una clara señal de que si doy otro paso en falso estoy muerto. —Xtreme Paintball, ¿lo conoces?— pregunto, dista mucho de ser un nombre original, lo bueno es que es uno fácil de recordar y supongo que por eso lo eligieron. —Es en un salón cerrado, lo encantan para que parezca distintos escenarios. Hoy creo que toca ciudad destruida y en llamas— todo muy pintoresco. —¿Quieres ir? Nadie va tan temprano, así que puedo meterte gratis. Vamos, puedes dispararme pintura si te hace sentir mejor.
—En serio, hablas como si fueras una pandillera, falta que me golpees contra la pared y amenaces con romperme las piernas— lo digo con la misma indiferencia en mi tono de hace un rato, sin creer que pueda llegar a hacer algo así, por las dudas le echo una mirada de soslayo. No, no lo haría. —Y que me digas que te entregue el dinero de mi almuerzo— añado, me había olvidado de eso. Lo que haré será tener en cuenta que Maeve Davies tiene toda la actitud de patea culos en esta escuela y no dudará de patear el mío, así que me queda ofrecerle una tregua de paz, entonces no se toma esto como una ofensa personal, que luego no la quiero mirándome desde el otro extremo del patio con su dedo índice rozando su cuello en una clara señal de que si doy otro paso en falso estoy muerto. —Xtreme Paintball, ¿lo conoces?— pregunto, dista mucho de ser un nombre original, lo bueno es que es uno fácil de recordar y supongo que por eso lo eligieron. —Es en un salón cerrado, lo encantan para que parezca distintos escenarios. Hoy creo que toca ciudad destruida y en llamas— todo muy pintoresco. —¿Quieres ir? Nadie va tan temprano, así que puedo meterte gratis. Vamos, puedes dispararme pintura si te hace sentir mejor.
— ¿Yo? ¿¡Dramática?! — con qué descaro hablan algunos. Bufo, no es mi problema que no tenga otra cosa mejor que hacer que estar perdiendo el tiempo en una clase mirando a la nada misma, ¡algunos tenemos cosas interesantes que hacer! No se lo digo porque estoy ocupada con el teléfono, ese que empieza a vibrar y me indica cuando bajo la mirada hacia la pantalla que es Rebecca llamando. — ¿Es que no tiene cosa mejor q… — no, al parecer no tiene cosa mejor que hacer, mejor lo dejo llamar y espero a que se descuelgue solo, no estoy como para lidiar con la vociferación de mi jefa. — Puedo romperte las piernas si te hace más ilusión. — chasco la lengua, rodando los ojos por la obviedad de la broma (en serio, espero que pille que estoy bromeando), mientras me guardo el teléfono en el bolsillo de mi chaqueta. — Haces que me castiguen, y encima me tratas de abusona… así no vas a conseguir ningún amigo, Schmidt, mejor vete a juntarte con los que te metieron en el lío para empezar. — creo que es comprensible mi mal humor, que si no hubiera tenido nada que hacer, ¡pues todavía! Pero tiempo libre no es exactamente lo que tengo estos días, como para andar desperdiciándolo en castigos.
— Ni idea, ¿es nuevo? ¿Es algo así como un club nocturno o también abre de día? — porque siendo lo primero, la verdad es que me sorprendería que yo no lo conociera. Supongo que el hecho de que trabaje allí responde a mi pregunta, que no estamos para promocionar una discoteca ilegal en los tiempos que corren. — Ciudad destruida y en llamas, ya, ¿el fuego es de verdad o solo forma parte de la decoración? — pensándolo mejor, si resulta que es de verdad hasta me venga bien, así puedo aparecer con quemaduras de segundo grado al entrenamiento de mañana, como excusa seguro funciona mejor que lo del perro. — Está bien, vamos, solo porque ahora estoy intrigada por ver lo del escenario. — acepto, también porque alguien me dijo un consejo muy sabio una vez, sobre que no hay que decirle que no a nada que sea gratis, así que aquí estamos, dicen que hay que hacerle caso a las personas mayores. Este en particular estaba un poco borracho, sentado en la butaca de un bar del distrito cuatro, ¿pero quién dijo que los borrachos no pueden ser listos? Este dicho en particular, me parece de lo más inteligente que escuché en mi vida.
— Ni idea, ¿es nuevo? ¿Es algo así como un club nocturno o también abre de día? — porque siendo lo primero, la verdad es que me sorprendería que yo no lo conociera. Supongo que el hecho de que trabaje allí responde a mi pregunta, que no estamos para promocionar una discoteca ilegal en los tiempos que corren. — Ciudad destruida y en llamas, ya, ¿el fuego es de verdad o solo forma parte de la decoración? — pensándolo mejor, si resulta que es de verdad hasta me venga bien, así puedo aparecer con quemaduras de segundo grado al entrenamiento de mañana, como excusa seguro funciona mejor que lo del perro. — Está bien, vamos, solo porque ahora estoy intrigada por ver lo del escenario. — acepto, también porque alguien me dijo un consejo muy sabio una vez, sobre que no hay que decirle que no a nada que sea gratis, así que aquí estamos, dicen que hay que hacerle caso a las personas mayores. Este en particular estaba un poco borracho, sentado en la butaca de un bar del distrito cuatro, ¿pero quién dijo que los borrachos no pueden ser listos? Este dicho en particular, me parece de lo más inteligente que escuché en mi vida.
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¡Que yo debería estar estudiando para los exámenes finales! Ya sé que aún faltan algunos meses, pero no podré mantener un promedio aceptable sin prepararme como se debe para absolutamente todas las materias. Entonces… ¿Cómo es que estoy dejando que mi primo el fastidio me arrastre a un paintball? Ah, verdad, me prometió que podría molerlo a tiros sin tener que preocuparme por si respira después o no. Tengo conmigo la mochila cargada de libros y el cabello sujeto en un rodete por la varita, mientras todo su cuerpote inmenso me arrastra por una calle demasiado transcurrida por lo que parecen ser un montón de adolescentes llenos de sudor y granos. Ay, no, que accedí meterme en esto sin siquiera pensarlo como debía. Tengo que aprender a no tomar decisiones estúpidas basadas en caprichos o enojo, aunque creo que eso va en contra de casi toda mi metodología de vida.
— ¿Y qué se supone que tiene de divertido el disparar un montón de pintura? — pregunto solo por seguir siendo insoportable ante la persona que más se lo merece — Me sorprende de que el gobierno no haya prohibido estas cosas. ¿Nadie pensó que están permitiendo a un montón de brujos adolescentes el poder jugar con armas de forma muggle? Que mal — chasqueo la lengua en señal de desaprobación, aunque la sonrisa que se asoma por mis labios evidencia que, en realidad, poco me importan las cuestiones morales que nos unen a los humanos comunes y corrientes hoy en día. Tengo asuntos más importantes que atender, que cuando llegamos a la puerta, los carteles que se lucen en ella gritan a los cuatro vientos que este no es el tipo de lugar que acostumbro a frecuentar. No tiene nada que ver con la feria de ciencias o el club de lectura — Mi madre te hará un altar si se entera que me trajiste a uno de estos, Oliver — y Brian haría un berrinche por no haber podido venir, así que es mejor no comentárselo. Estoy a punto de decírselo cuando me doy cuenta de que puedo reconocer uno de los rostros que se encuentran en la misma fila que nosotros — ¿Esa no es tu novia? — pregunto sin siquiera molestarme en bajar la voz, que hasta yo me he enterado de los rumores sobre cierto video que me han querido mostrar en clase y que casi me hace explotar una poción.
— ¿Y qué se supone que tiene de divertido el disparar un montón de pintura? — pregunto solo por seguir siendo insoportable ante la persona que más se lo merece — Me sorprende de que el gobierno no haya prohibido estas cosas. ¿Nadie pensó que están permitiendo a un montón de brujos adolescentes el poder jugar con armas de forma muggle? Que mal — chasqueo la lengua en señal de desaprobación, aunque la sonrisa que se asoma por mis labios evidencia que, en realidad, poco me importan las cuestiones morales que nos unen a los humanos comunes y corrientes hoy en día. Tengo asuntos más importantes que atender, que cuando llegamos a la puerta, los carteles que se lucen en ella gritan a los cuatro vientos que este no es el tipo de lugar que acostumbro a frecuentar. No tiene nada que ver con la feria de ciencias o el club de lectura — Mi madre te hará un altar si se entera que me trajiste a uno de estos, Oliver — y Brian haría un berrinche por no haber podido venir, así que es mejor no comentárselo. Estoy a punto de decírselo cuando me doy cuenta de que puedo reconocer uno de los rostros que se encuentran en la misma fila que nosotros — ¿Esa no es tu novia? — pregunto sin siquiera molestarme en bajar la voz, que hasta yo me he enterado de los rumores sobre cierto video que me han querido mostrar en clase y que casi me hace explotar una poción.
Sé que no soy lo suficiente escurridizo como para poder filmar en este momento, pero si de alguna manera podía conseguir, no sé, las grabaciones de seguridad de este lugar, lo haría. No sé cuántas veces Jenna se ha dedicado a rechazar cualquier salida o plan que pueda proponerle y lograr que acepte, incluso a costa de mi propio sufrimiento, es algo que debería escribirse en un libro de records. Iba a pasar a la historia solo por esto. - Primero pruébalo y luego me dices. - Se suponía que este tipo de actividades iba a favorecer el trato que teníamos, o al menos esperaba que la excusa de literalmente dispararme, sirviese para que me tolerase un poco más. Sabía que no era la persona favorita de Jen, tampoco quería serlo, pero me sentía un extraterrestre con ella en ocasiones.
Me encojo de hombros ante su observación y admito que jamás había pensado en eso. - Se supone que las armas se recargan mágicamente, ¿eso cuenta? - Tiene sentido que la práctica sea muggle, pero a decir verdad me gustaba la versión que aquí tenían. - Además de que los escenarios son increíbles, ya verás. - Es una promesa que no sé si podré cumplir, porque no sabía hasta qué punto podía llegar a gustarle esto, pero no perdía nada con intentarlo. - ¿Novia? - Primero, no tenía novia. Segundo, ¿Jen sabía de mi vida social? Estiro la cabeza aunque no hace falta y trato de ver en la dirección que señala. No me sorprende en ver a Maeve y, pese a que ruedo los ojos, no voy a corregirla para explicar la relación que tengo con ella. - ¿Te molesta si saludamos? Juro que no sabía que iba a estar aquí. - No quería abrumarla con amistades o gente de más, que para una vez en al que aceptaba hacer algo conmigo…
Me encojo de hombros ante su observación y admito que jamás había pensado en eso. - Se supone que las armas se recargan mágicamente, ¿eso cuenta? - Tiene sentido que la práctica sea muggle, pero a decir verdad me gustaba la versión que aquí tenían. - Además de que los escenarios son increíbles, ya verás. - Es una promesa que no sé si podré cumplir, porque no sabía hasta qué punto podía llegar a gustarle esto, pero no perdía nada con intentarlo. - ¿Novia? - Primero, no tenía novia. Segundo, ¿Jen sabía de mi vida social? Estiro la cabeza aunque no hace falta y trato de ver en la dirección que señala. No me sorprende en ver a Maeve y, pese a que ruedo los ojos, no voy a corregirla para explicar la relación que tengo con ella. - ¿Te molesta si saludamos? Juro que no sabía que iba a estar aquí. - No quería abrumarla con amistades o gente de más, que para una vez en al que aceptaba hacer algo conmigo…
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—No, la verdad es que no está entre mis sueños en la vida que me rompan las piernas— contesto, simulo pensarlo unos segundos antes de decirlo, creo que le voy pillando su modo de bromear y tengo una respuesta para cuando marca mi obvia falta de amigos, de esos que no te dejan solo recibiendo un castigo, sino que lo son de verdad y lo triste es que es el único nombre que puedo invocar en mi defensa es el de Meerah, pero mis pruebas se limitan a mensajes de Wizzardface. Sí, lo cierto es que ando algo escaso de gente que me rompa las piernas aunque sea por compañerismo. —Y yo que creía que habíamos alcanzado cierto grado de complicidad aquí, ya que compartimos dos horas de silencio y una pared para mirar, Davies— digo a chiste, y no seré tan patético como para creer que eso nos hace amigos de la nada, pero al menos tengo alguien que me acompañe a un lugar donde por lo general estoy detrás del mostrador entregándole sus armas cargadas de pintura a la gente y escuchando desde detrás de la pared como gritar por esas llamas que… ni siquiera le digo que son falsas y ya decide que irá. —Prometo sacarte una foto cuando explote el volcán…— digo como spoiler, saberlo no creo que la desaliente, todo lo contrario.
En vistas de que llegué tarde a trabajar y lo que pueda ganar por el resto de las horas no hace una verdadera diferencia –ya lloraré sobre esos knuts cuando termine el mes y siga viendo mis ahorros insuficientes-, me sumo a la cola de los chicos que también salieron hace un rato de la escuela para venir al paintball. Codeo a Davies en sus costillas para apuntar con mi barbilla hacia atrás. —¿Le has hecho algo a la rubia para que te esté mirando tan fijo?— pregunto, y sí, la estoy juzgando en base a sus antecedentes, como lo hacen los otros profesores. Con disimulo hecho una mirada por encima de mi hombro, solo para ver que el chico que acompaña a la rubia se acerca y puedo decir que lo conozco, es una cara bastante famosa en Wizzardface, pero mis amigos en esa red siguen siendo un noventa y ocho por ciento del Prince. Sigo sin tener idea de quién es la rubia. —¿Le has hecho algo a Helmuth?— pregunto un poco más bajo, parándome al lado de Davies con mi brazo chocando el suyo para que sepa que al menos estoy de su lado y ¡genial! Uno de los encargados coloca sobre el mostrador las armas y la muda de ropa que podremos usar.
En vistas de que llegué tarde a trabajar y lo que pueda ganar por el resto de las horas no hace una verdadera diferencia –ya lloraré sobre esos knuts cuando termine el mes y siga viendo mis ahorros insuficientes-, me sumo a la cola de los chicos que también salieron hace un rato de la escuela para venir al paintball. Codeo a Davies en sus costillas para apuntar con mi barbilla hacia atrás. —¿Le has hecho algo a la rubia para que te esté mirando tan fijo?— pregunto, y sí, la estoy juzgando en base a sus antecedentes, como lo hacen los otros profesores. Con disimulo hecho una mirada por encima de mi hombro, solo para ver que el chico que acompaña a la rubia se acerca y puedo decir que lo conozco, es una cara bastante famosa en Wizzardface, pero mis amigos en esa red siguen siendo un noventa y ocho por ciento del Prince. Sigo sin tener idea de quién es la rubia. —¿Le has hecho algo a Helmuth?— pregunto un poco más bajo, parándome al lado de Davies con mi brazo chocando el suyo para que sepa que al menos estoy de su lado y ¡genial! Uno de los encargados coloca sobre el mostrador las armas y la muda de ropa que podremos usar.
Una pena… me hubiera encantado demostrar lo último que aprendí en los entrenamientos con Rebecca antes de pasar a que el grandullón de Franco no me deje ni doblarlo, será cosa de que mide mínimos dos metros y tiene los músculos de acero. Porque… ¿está mal que diga que el enemigo del estado está como un tren, verdad? — Hará falta algo más que dos horas de castigo para que tú y yo pasemos a ser amigos, Schmidt, hablaremos más tarde. — cuando haya lanzado suficientes bolas de pintura como para sentirme satisfecha con su persona, aunque la sonrisa ladeada que le dedico a continuación declara que no estoy pensándolo tan en serio.
El lugar desde fuera no se ve tan mal, empezando porque la cola que hay me indica que debe ser un lugar bastante frecuentado por estudiantes, lo que me hace pensar en el momento en que abrió esto para que yo no haya estado enterada de su existencia. Abro la boca para preguntárselo a mi acompañante cuando su pregunta me toma por sorpresa y mi cabeza se gira de forma instantánea hacia el resto de gente en búsqueda de una melena rubia sobre la que fijar mi atención. — ¿Jenna? — no lo escucha, claro, estoy hablando más para mí que para alguien más, me cuesta imaginar la razón por la que una persona como ella estaría en este preciso lugar, hasta que descubro la figura morena que tiene al lado y que veo acercarse y las piezas empiezan a encajar en el puzzle.
— Helmuth… s — en serio tengo que quitarme esta manía de llamar a Oliver por su apellido. — ¿Qué hacéis aquí? — y por hacéis me refiero más bien a Jenna, a quien le dedico una mirada de arriba a abajo antes de sonreír. — ¿Cerró la biblioteca? — antes de que me pegue… — Estoy bromeando, ah… Este es Schmidt. — que no, no me he olvidado de él, todavía sigo pasmada por la incredulidad de ver a la prima de Oliver en algún lugar que no tenga libros alrededor. — Schmidt, estos son Oliver y Jenna, son primos, aunque no lo parezcan. — a mí también me costó llegar a esa conclusión, así que no lo voy a culpar al pobre por verse confuso, son como una plaga. — ¿Qué os parece si formamos equipo? Aquí Schmidt tiene muchas ganas de que le pegue una paliza, amistosamente hablando. — a ver si se va a pensar otra cosa si no. Le sonrío al moreno de mi lado, justo cuando veo que uno de los encargados nos entrega un arma y el chaleco de color. — ¿Chicas contra chicos o…? — murmuro, a pesar de que le echo un vistazo disimulado, ok, no tan disimulado, a Oliver.
El lugar desde fuera no se ve tan mal, empezando porque la cola que hay me indica que debe ser un lugar bastante frecuentado por estudiantes, lo que me hace pensar en el momento en que abrió esto para que yo no haya estado enterada de su existencia. Abro la boca para preguntárselo a mi acompañante cuando su pregunta me toma por sorpresa y mi cabeza se gira de forma instantánea hacia el resto de gente en búsqueda de una melena rubia sobre la que fijar mi atención. — ¿Jenna? — no lo escucha, claro, estoy hablando más para mí que para alguien más, me cuesta imaginar la razón por la que una persona como ella estaría en este preciso lugar, hasta que descubro la figura morena que tiene al lado y que veo acercarse y las piezas empiezan a encajar en el puzzle.
— Helmuth… s — en serio tengo que quitarme esta manía de llamar a Oliver por su apellido. — ¿Qué hacéis aquí? — y por hacéis me refiero más bien a Jenna, a quien le dedico una mirada de arriba a abajo antes de sonreír. — ¿Cerró la biblioteca? — antes de que me pegue… — Estoy bromeando, ah… Este es Schmidt. — que no, no me he olvidado de él, todavía sigo pasmada por la incredulidad de ver a la prima de Oliver en algún lugar que no tenga libros alrededor. — Schmidt, estos son Oliver y Jenna, son primos, aunque no lo parezcan. — a mí también me costó llegar a esa conclusión, así que no lo voy a culpar al pobre por verse confuso, son como una plaga. — ¿Qué os parece si formamos equipo? Aquí Schmidt tiene muchas ganas de que le pegue una paliza, amistosamente hablando. — a ver si se va a pensar otra cosa si no. Le sonrío al moreno de mi lado, justo cuando veo que uno de los encargados nos entrega un arma y el chaleco de color. — ¿Chicas contra chicos o…? — murmuro, a pesar de que le echo un vistazo disimulado, ok, no tan disimulado, a Oliver.
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¿Cómo van a importarme los escenarios, cuando me encuentro en medio de una de esas situaciones de las cuales casi siempre escapo de manera victoriosa? Apenas alcanzo a separar mis labios para reprochar, pero Oliver increíblemente es quien se porta bien y Davies tiene la culpa de que mi nombre resuene en el lugar, lo suficientemente alto como para que quiera disimularlo por un momento. Miro hacia todos lados haciéndome la desentendida y, cuando me la encuentro, hasta me llevo una mano al pecho en una actuación bastante penosa, porque cuando ella decide saludarnos como corresponde, yo puedo hacerme la que antes no he oído y listo — No, pero he perdido la oportunidad de escaparme de este incordio — señalo a Oliver por encima de mi hombro sin demasiado disimulo.
Mis ojos analizan al muchacho moreno. Estoy segura de habérmelo cruzado en alguna ocasión, pero para ser sincera no lo he mirado dos veces y si lo saludo con una media sonrisa es por mera cordialidad, aunque se debe notar a leguas de que lo estoy haciendo de manera forzada. ¡Ay de mí, ahora tendré que pasar las siguientes horas escuchando sobre hormonas y tonterías de la gente que ronda mi edad y que viene a estos antros! Lo que no me espero es que Maeve salte con esa y… — Sí — digo rápidamente, espero que Oliver no tenga la brillante idea de delatar mi actitud nada habitual. Hasta avanzo hacia ella y me agarro de su brazo — Chicos versus chicas y los perdedores deberán comprar el refresco y hacer masajes en los pies — le sonrío con malicia a mi primo, justo antes de que nos llamen, que ya es nuestro turno de pasar. Y sí, estoy dispuesta a ganar solo para humillarlo, porque yo no pienso tocar sus patas.
Mis ojos analizan al muchacho moreno. Estoy segura de habérmelo cruzado en alguna ocasión, pero para ser sincera no lo he mirado dos veces y si lo saludo con una media sonrisa es por mera cordialidad, aunque se debe notar a leguas de que lo estoy haciendo de manera forzada. ¡Ay de mí, ahora tendré que pasar las siguientes horas escuchando sobre hormonas y tonterías de la gente que ronda mi edad y que viene a estos antros! Lo que no me espero es que Maeve salte con esa y… — Sí — digo rápidamente, espero que Oliver no tenga la brillante idea de delatar mi actitud nada habitual. Hasta avanzo hacia ella y me agarro de su brazo — Chicos versus chicas y los perdedores deberán comprar el refresco y hacer masajes en los pies — le sonrío con malicia a mi primo, justo antes de que nos llamen, que ya es nuestro turno de pasar. Y sí, estoy dispuesta a ganar solo para humillarlo, porque yo no pienso tocar sus patas.
Alzo la cejas todo lo que puedo y trato de mostrarme herido ante las palabras de mi prima. - ¿Incordio? Me dueles Jenn, me dueles. - Es obvio que es una broma, así que vuelvo la vista a los otros dos y hago un saludo elevando dos dedos en el aire. - ¿Leo, no? ¿Del Prince? - No recordaba quien me lo había nombrado al pasar, pero aún así había tratado de aprender los nombres de los que venían transferidos en tercer curso. Siendo que la mayoría eran caras conocidas, no era muy difícil aprenderse las nuevas adquisiciones.
Al final me río cuando Maeve dice lo de la paliza para Schmidt y hago un puchero cuando propone la división de equipos. - ¿Por qué siento que nos van a patear el culo? Ya le prometí a Jenn que podía dispararme todo lo que quisiera. Siento que no va a ser demasiada competencia. - No que iba a dejarme ganar, pero si ya iban con esas ganas de vernos en el suelo… - ¿Qué dices Schmidt? ¿Quieres ganarte un masaje de pies? - Es una broma, incluso de ganar no me lo cobraría, para mí ya era una especie de victoria que mi prima aceptase tomar un refresco luego. ¿Quién era y que habían hecho con la rubia?
Termino de ponerme el chaleco, pero antes de ir por caminos separados me acerco a la morocha e, incluso aunque Jenn la tiene del brazo, me las arreglo para tironear de ella y plantarle un beso en los labios. - Ya sabes, para la suerte. - Que llevaba rato sin ser asaltado por ella y sus ataques de koala a mitad del pasillo.
Al final me río cuando Maeve dice lo de la paliza para Schmidt y hago un puchero cuando propone la división de equipos. - ¿Por qué siento que nos van a patear el culo? Ya le prometí a Jenn que podía dispararme todo lo que quisiera. Siento que no va a ser demasiada competencia. - No que iba a dejarme ganar, pero si ya iban con esas ganas de vernos en el suelo… - ¿Qué dices Schmidt? ¿Quieres ganarte un masaje de pies? - Es una broma, incluso de ganar no me lo cobraría, para mí ya era una especie de victoria que mi prima aceptase tomar un refresco luego. ¿Quién era y que habían hecho con la rubia?
Termino de ponerme el chaleco, pero antes de ir por caminos separados me acerco a la morocha e, incluso aunque Jenn la tiene del brazo, me las arreglo para tironear de ella y plantarle un beso en los labios. - Ya sabes, para la suerte. - Que llevaba rato sin ser asaltado por ella y sus ataques de koala a mitad del pasillo.
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No, la verdad es que los primos no se parecen, nunca hubiera dicho que la rubia tuviera algo que ver con el chico trigueño. Ni tampoco esperaba que la paliza amistosa propuesta por Davies para enfrentarnos a chicos con chicas, fuera también un enfrentamiento de la chica con ¿su novio? Busco la mirada de la rubia que ahora sé que se llama Jenna Helmuth para que me confirme que las cosas son así, y aunque fue Davies la que sugirió la guerra de sexos, la chica Helmuth lo decidió así y el chico Helmuth nos ve con probabilidades de ganar, me veo obligado a preguntar: —¿Seguros que quieren separar los grupos así?—, solo por si las dudas, mientras termino de colocarme el equipo de protección para que ir a la entrada del escenario principal donde a través de tres umbrales a elegir comenzamos el juego en puntos distintos.
Me decido por la entrada del extremo izquierdo y muevo mi mentón para que Helmuth me siga por el corredor oscuro de lo que pareciera ser el pasillo de un hospital si me guió por los carteles sobre las puertas cerradas y trabadas con magia, solo es parte del decorado, así como las paredes destruidas por supuestas explosiones pasadas y falsa vegetación trepa por los ladrillos, también hay raíces en el suelo resquebrajado. —Hoy es día de inferis— mala mía, me equivoqué con lo del volcán. —Entonces… ¿sales con Davies?— tengo que preguntarlo, no tengo idea de nada con Helmuth, como con casi nadie del Royal, así que mejor aclarar lo que se pueda malentender de entrada. —Solo vinimos a pasar el rato, espero que no te lo tomes a mal— lo digo mirando encima de mi hombro así que a la sombra que pasa cerca solo lo veo de reojo. Casi le digo a Helmuth que debemos escondernos, cuando me doy cuenta que son las chicas quienes al parecer no eligieron una entrada muy lejana a la nuestra.
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Dado acierto: contra Maeve.
6 (destreza) - 2 (alto riesgo)= 4 de ataque -> 4 - 9 (defensa de Maeve) : ni siquiera la roza.
Me decido por la entrada del extremo izquierdo y muevo mi mentón para que Helmuth me siga por el corredor oscuro de lo que pareciera ser el pasillo de un hospital si me guió por los carteles sobre las puertas cerradas y trabadas con magia, solo es parte del decorado, así como las paredes destruidas por supuestas explosiones pasadas y falsa vegetación trepa por los ladrillos, también hay raíces en el suelo resquebrajado. —Hoy es día de inferis— mala mía, me equivoqué con lo del volcán. —Entonces… ¿sales con Davies?— tengo que preguntarlo, no tengo idea de nada con Helmuth, como con casi nadie del Royal, así que mejor aclarar lo que se pueda malentender de entrada. —Solo vinimos a pasar el rato, espero que no te lo tomes a mal— lo digo mirando encima de mi hombro así que a la sombra que pasa cerca solo lo veo de reojo. Casi le digo a Helmuth que debemos escondernos, cuando me doy cuenta que son las chicas quienes al parecer no eligieron una entrada muy lejana a la nuestra.
- Reglas del juego (?):
Tiras un dado al azar.
FALLO: te encuentras con un inferi.
ACIERTO: con el equipo contrario.
Y tiras un dado de Alto Riesgo.
SI TE TOCO UN INFERI: sumas ese dado de Alto riesgo a tu Agilidad: corres, te escondes, te tiras donde sea.
El inferi tiene 4 de agilidad.
SI VES A ALGUIEN DEL EQUIPO CONTRARIO: sumas ese dado a tu Destreza y le restas la Defensa del rival que especifiques.
Todos tenemos de vida 10.
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Dado acierto: contra Maeve.
6 (destreza) - 2 (alto riesgo)= 4 de ataque -> 4 - 9 (defensa de Maeve) : ni siquiera la roza.
El miembro 'Leo Schmidt' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
#1 'Azar' :
--------------------------------
#2 'Alto Riesgo' :
#1 'Azar' :
--------------------------------
#2 'Alto Riesgo' :
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— ¿Refrescos y masajes en los pies? ¡Pero si eso me lo hace Helmuth gratis una vez a la semana! — me quejo en tono bromista por esa mentira que me acabo de inventar, pero que me vale para formar un puchero con los labios para continuar con la broma. Alzo una ceja por toda la diversión del asunto, cuando Jenna se me cuelga del brazo y, no voy a mentir, la miro unos segundos en caso de que haya sido infectada por algún virus de chica colegiala cursi que sé demasiado bien que no es. Mejor para mí, que al menos puede parecer que formamos un frente unido, hasta que me encuentro con un beso rápido por parte de Oliver. — ¡Ya me gafaste! — respondo en contraposición con su deseo de buena suerte, aunque la sonrisa ladina que le dedico delata que no estoy en realidad quejándome. — ¡No os caigáis dentro del volcán! — les bramo yo a modo de suerte a los chicos solo para terminar siendo yo quien toma el brazo de la rubia para adentrarnos por una de las puertas cuando estamos listas con las armas y el chaleco que nos diferencia.
Me fijo en que el decorado no tiene nada que ver con lo que Leo me había prometido, así que no puedo evitar soltar un resoplido al respecto. — Maldito Schmidt, me dijo que esto iba a ser más… tropical y no tan… lúgubre. — le murmuro a Jenna en lo que nos movemos un poco por el pasillo. — Cuidado no te separes mucho de mí, no vaya a ser que te confundan con parte del atrezzo. — por si no pilla la broma, me aseguro el sonreírle después para que no se lo tome a pecho. Tengo que esquivar algo que vuela hacia mí cuando el levantar la mirada me permite diferenciar la figura morena de Schmidt, con un ataque un poco básico, por decirlo de alguna manera. — AAAAAAAAAAAAAH PERO QUÉ ES ESO. — tanto por la que está entrenando con la jefa de escuadrón. No sé que es, pero viene hacia aquí y no tiene cara de querer hacer amigos. ¿Decíamos que esto era una simulación? Porque ese golpe se sintió demasiado real. — Auchi.
comonotengoquesacartodonegativo
Agilidad: 3 - 1 = 2
Inferi: 4 - 4 = 2
Vida: 8/10
nosésimeenterébien
Me fijo en que el decorado no tiene nada que ver con lo que Leo me había prometido, así que no puedo evitar soltar un resoplido al respecto. — Maldito Schmidt, me dijo que esto iba a ser más… tropical y no tan… lúgubre. — le murmuro a Jenna en lo que nos movemos un poco por el pasillo. — Cuidado no te separes mucho de mí, no vaya a ser que te confundan con parte del atrezzo. — por si no pilla la broma, me aseguro el sonreírle después para que no se lo tome a pecho. Tengo que esquivar algo que vuela hacia mí cuando el levantar la mirada me permite diferenciar la figura morena de Schmidt, con un ataque un poco básico, por decirlo de alguna manera. — AAAAAAAAAAAAAH PERO QUÉ ES ESO. — tanto por la que está entrenando con la jefa de escuadrón. No sé que es, pero viene hacia aquí y no tiene cara de querer hacer amigos. ¿Decíamos que esto era una simulación? Porque ese golpe se sintió demasiado real. — Auchi.
Agilidad: 3 - 1 = 2
Inferi: 4 - 4 = 2
Vida: 8/10
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El miembro 'Maeve P. Davies' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
#1 'Azar' :
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#2 'Alto Riesgo' :
#1 'Azar' :
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#2 'Alto Riesgo' :
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Se me arruga la nariz con una mirada desdeñosa, que no puedo creerme que Oliver sea de la clase de persona que se vuelve tan cursi que se anda besuqueando para la suerte con una chica; incluso miro a Maeve, con la clara confusión que me supone el descubrir que mi primo es atractivo para alguien, cuando yo siempre lo he visto como un niño insoportable que me tiraba del pelo y me pegaba chicles en el mismo — Más que seguras — le aseguro al moreno, a quien le hago el signo de la cruz cuando lo largo a tener que soportar a Oli por un buen rato por su cuenta. En lo demás, me veo siendo arrastrada por la castaña que, suerte para mí, parece mucho más desenvuelta que yo en lo que es el entrar y ponerse un equipo. Diablos que se siente pesado e incómodo. ¿Con esto planean que nos molamos a tiros de pintura?
— ¿No sería más fácil el perder si fuese un sitio más alegre? — le pregunto a Maeve ante su queja, aunque uso una de mis manos para quitarme algunos mechones de la cara, no sea cosa que encima se me fastidie la visión. Algo apesta aquí y no, no hablo del juego en sí; me da hasta culpa el admitir que debe haber un buen sistema tecnológico detrás de todo esto, en especial para poder jugar con nuestros sentidos. ¿Está mal si abandono la partida para ir a chequear el backstage? No, no, tengo que concentrarme, tengo que ganarle al idiota de mi primo. Son los gritos de Maeve lo que me alertan y, para variar, yo también pierdo la dignidad y me pongo a gritar, sacudiendo la pistola. Para cuando disparo, me doy cuenta de que no le di a mi compañera, sino a la figura larga de mi primo. ¡Carajo, mejor me pongo a correr!
8 - 2 = 6 - 3 = 3 contra Oli
— ¿No sería más fácil el perder si fuese un sitio más alegre? — le pregunto a Maeve ante su queja, aunque uso una de mis manos para quitarme algunos mechones de la cara, no sea cosa que encima se me fastidie la visión. Algo apesta aquí y no, no hablo del juego en sí; me da hasta culpa el admitir que debe haber un buen sistema tecnológico detrás de todo esto, en especial para poder jugar con nuestros sentidos. ¿Está mal si abandono la partida para ir a chequear el backstage? No, no, tengo que concentrarme, tengo que ganarle al idiota de mi primo. Son los gritos de Maeve lo que me alertan y, para variar, yo también pierdo la dignidad y me pongo a gritar, sacudiendo la pistola. Para cuando disparo, me doy cuenta de que no le di a mi compañera, sino a la figura larga de mi primo. ¡Carajo, mejor me pongo a correr!
8 - 2 = 6 - 3 = 3 contra Oli
El miembro 'Jenna P. Helmuth' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
#1 'Azar' :
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#2 'Alto Riesgo' :
#1 'Azar' :
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#2 'Alto Riesgo' :
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¿Gratis na vez a la semana? No recordaba haberme mostrado tan generoso con Mae, o siquiera haberle dado un masaje alguna vez. Aún así no digo nada y me encojo de hombros, yo seguía opinando que el que Jenn hubiese aceptado un refresco ya era victoria aunque acabáramos perdiendo. Que esperaba que no fuera el caso, pero no me fiaba de las muchachas.
Al final acabo por seguir a Schmidt mientras me entretengo mirando lo que nos rodea. - Nunca me tocó este escenario, ¿es más o menos movidos? - Que si eran inferis no deberían ser muy rápidos, pero uno nunca lo sabía. Solo me alegraba de que no fuese el de hombres lobo, que no creía que ese le hiciera demasiada gracia a Mae. - ¿Algo así? Eh… es complicado. - En realidad no, era muy sencillo. Pero eso de “amigos con derechos” siempre sonaba mal cuando venía de mí. - Aún así, incluso si saliera con ella no me tomaría a mal que viniera aquí con nadie. Eso de los celos posesivos no es lo mío. - Se me hacía completamente ridículo, sea a nivel amistad, noviazgo o lo que sea.
Los gritos me desconciertan más que otra cosa, y para el momento en el que me doy cuenta ya me han disparado. Genial. ¿Esa fue Jenn? Vaya que debe querer el masaje… o dispararme. Voy a apostar más por la segunda opción.
Al final acabo por seguir a Schmidt mientras me entretengo mirando lo que nos rodea. - Nunca me tocó este escenario, ¿es más o menos movidos? - Que si eran inferis no deberían ser muy rápidos, pero uno nunca lo sabía. Solo me alegraba de que no fuese el de hombres lobo, que no creía que ese le hiciera demasiada gracia a Mae. - ¿Algo así? Eh… es complicado. - En realidad no, era muy sencillo. Pero eso de “amigos con derechos” siempre sonaba mal cuando venía de mí. - Aún así, incluso si saliera con ella no me tomaría a mal que viniera aquí con nadie. Eso de los celos posesivos no es lo mío. - Se me hacía completamente ridículo, sea a nivel amistad, noviazgo o lo que sea.
Los gritos me desconciertan más que otra cosa, y para el momento en el que me doy cuenta ya me han disparado. Genial. ¿Esa fue Jenn? Vaya que debe querer el masaje… o dispararme. Voy a apostar más por la segunda opción.
Vitalidad: 10 - 3 (Jenna) - 4? (Inferi) = 3 (I'm almost dead)
Agilidad: 2 - 2 = 0 vs 4 (Inferi) = 4 de daño(?
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El miembro 'Oliver T. Helmuth' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
#1 'Azar' :
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#2 'Alto Riesgo' :
#1 'Azar' :
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#2 'Alto Riesgo' :
Icono :
—Los inferis siempre lo hacen más interesante, no tienes que preocuparte, por lo general son lentos y tropiezan con nada…— voy a arrepentirme de este comentario cinco minutos después cuando mi compañero tiene una herida colorida por el disparo de su prima sanguinaria y también lo arrastra un inferi para bajarlo por una escalera de tres peldaños. ¿¿Qué carajos?? Disparo al inferi para que lo suelte y el muñeco cae al suelo como si alguien le hubiera cortado los hilos invisibles que lo movían como marioneta, como suele ser cuando se termina el efecto del encantamiento que los hace moverse por ahí, ¡generalmente más lentos que un bundimunum rengo! —Helmuth, no te digo esto por los masajes, sino por mi orgullo que está en peligro, no te mueras tan pronto, por favor— le pido cuando llego hasta él para sostenerlo del hombro así vuelve a ponerse de pie. —¿Estás bien?— pregunto en el momento en que siento los brazos que se abrazan a mi cuello y nunca volveré a decir que no hay que preocuparse por los inferis.
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2 (Agilidad) - 2 (Inferi) = 0 -> 10 - 4 = 6
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2 (Agilidad) - 2 (Inferi) = 0 -> 10 - 4 = 6
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