Puedo ver la cara de sospecha de Hero cuando me ve colocándome algo de abrigo tras salir disparado del baño, que mi ducha fue demasiado exprés como para haber sido disimulado. Sé que he atrasado demasiado esta situación, pero tengo la perfecta excusa de que han sido semanas muy movidas y cruzarme con Mimi era casi imposible. La razón principal porque vamos a salir hoy es porque ayer se le ocurrió pasar por el café y, en un arrebato de locura y valentía, le recordé que nos debíamos una salida y así es como, señoras y señores, estoy yendo a beber algo con Mimi Johnson. Bien, que ambos lo llamamos una simple salida y no una cita, así que no debería de preocuparme por esto pero… vamos, que jamás he hecho algo como el estilo y no creí que sería posible el poder decirle a una chica que voy a invitarla a un bar, especialmente porque ahora puedo pagarle lo que sea que quiera pedir. De verdad, si intenta poner dinero le voy a morder la mano, que junté muchas propinas esta semana y necesito sentir que estoy cumpliendo.

Febrero sigue siendo frío pero no ha sido tan terrible como diciembre o enero, así que basta con subir el cierre de la chaqueta y meter las manos en los bolsillos delanteros de ésta para no congelarme mientras mis patas largas me guían hasta el centro, el cual se ve curiosamente iluminado y concurrido esta noche. ¿Están regalando algo? Suerte para mi orgullo, la veo llegar desde la cuadra opuesta casi al mismo tiempo que yo, así que no se va a delatar mi ansiedad — ¿Es San Patricio o algo así? — pregunto al tenerla cerca, que no tengo idea de cuándo es esa festividad pero tengo entendido de que es por esta época del año. Tras un rápido saludo, me encuentro con ese momento incómodo en el cual… no sé qué decir. Y viniendo de mí eso es mucho, Sage vive diciendo que va a ponerme un tapón en la boca. ¿Le digo que se ve bien? Nah, muy trillado y no tiene nada de sentido. Me balanceo un poco, es mucho más sencillo cuando tienes confianza con la otra persona. Mimi es… Mimi.

— ¿Quieres entrar? — que el bar que acordamos se encuentra detrás de nosotros y, por lo visto, aún quedan algunas mesas y bancas delante de la barra. Señalo con un movimiento de mi hombro, esto es tan simple que me cuesta comprender cómo es que llegamos a este punto. Para no pensarlo demasiado, me adelanto en busca del calor del interior y, con cuidado, me acerco a la barra. Una pareja se fija en nosotros antes de levantarse e irse, lo que me hace bufar y trato de ignorarlos al ocupar su lugar — ¿Te acostumbras a esto? — pregunto en voz baja, la música sirve para que solo ella pueda oírme — A veces, siento que nos miran como si tuviésemos la peste negra — lo cual no debería sorprenderme, ella incluso se salva de no aparecer como enemiga pública del gobierno a pesar de… bueno, participar en el consejo. Saco las manos de la chaqueta solo para acercar uno de los menúes que reposan sobre la barra y lo sacudo un poco para estirarlo — No sé tú, pero me muero de hambre — así que está advertida: me llevaré todo lo que encuentre a la boca.

Tenía que admitir que tenía mis sospechas con la propuesta de Jim una vez que ví la fecha en el calendario, pero incluso aunque el día tuviese otra connotación la verdad es que seguía siendo mejor que quedarme metida dentro de la bañera, esa que ¡por fin! habíamos podido instalar en el baño, antes de pasar el resto de la noche viendo películas. Sola claro está, porque si bien eso me facilitaba el esquivarla o dar explicaciones, era obvio que Syv se iría a lo de Ken en un día como este. O a dónde sea que se haya metido. Tengo que admitir que el que sea invierno hace que me sea mucho más fácil el pensar qué ponerme, aunque si tenía que ser sincera, tampoco tenía demasiadas opciones una vez que descontaba los shorts y minifaldas que Moira me obligaba a usar cuando salía con ella. Prendas que además de no ir ni de cerca con la estación, no enviaban el mensaje de “salida con un amigo”. Al final decidir mi atuendo toma segundos, mi jean y mis borcegos son abrigados, y la chaqueta que llevo es de esas que tiene falso cordero dentro, haciendo que se vuelva imposiblemente cómoda y calentita.

Aparecerme a unas pocas cuadras del lugar acordado es intencional, la casa de la abuela de Syv estaba demasiado alejada del centro, pero tampoco me gustaba usar mucha magia delante de Jim, Sage o cualquiera que no pudiese tener una varita en mano. - Algo así…- Mi boca se tuerce en una risa contenida y burlona, y cualquier preocupación con respecto a la fecha se evapora cuando noto que el muchacho no tiene la más pálida idea de en qué día estamos. - Te ves bien. - Señalo porque, a decir verdad, creo que es la primera vez que lo veo usando ropa que no le queda gigante. Puedo entender su dilema igual, la gente alta y flaca como nosotros tiene la dificultad de que si queremos tener tapadas las muñecas, debemos resignarnos a tener espacio suficiente para que quepa otra persona dentro de nuestro torso.

Asiento con la cabeza cuando señala dentro del bar, y lo sigo puertas adentro. No hace frío, pero el ambiente cálido del lugar es reconfortante de todas maneras. - ¿A esto? - No entiendo a qué se refiere hasta que se explaya, y termino riéndome mientras tomo asiento. - Siempre fui la nerd en el colegio, así que llevo siglos de estar acostumbrada. Al final solo termina divirtiéndome la inmadurez de la gente. - Cuando aprendes que el resto es demasiado cobarde y solo se limita a hablar a tus espaldas y señalar con el dedo, casi que buscas su desaprobación como una insignia de estar haciendo bien las cosas. - ¿Te dice algo el que no sepa si pedir una pizza, una hamburguesa, o ambas? - Y me estiro para tomar uno de los menús, de esos que están enganchados con un broche por arriba, y que en el día de hoy están llenos de promociones de San Valentín. - Al menos hay buenas ofertas. - Me río cuando se lo paso para que vea las opciones. - ¡Mira el especial de los tórtolos! Viene con dos chopps de cerveza artesanal y papas con cheddar y bacon.

Me toma desprevenido su piropo, tardo un momento en sonreír con cierta vacilación, puesto que parece que me ganó de mano —Gracias. Tú también — nada de qué preocuparse, todo muy natural y sin segundas intenciones. Lo bueno de acomodarnos frente a la barra es que puedo dejar de preocuparme por donde meter las manos o cómo pararme, tironeo del cierre de la chaqueta para abrirla en lo que ocupo mi postura a pesar de oírla. No sé por qué me sorprende que Mimi haya ido a la escuela, cuando sabía de entrada que, siendo bruja, sus oportunidades fueron muy diferentes a las mías. Me he prometido el no sentirme inferior durante toda esta conversación, que sé que estoy junto a una persona que peca de ser de las más listas que he conocido, como para encima preocuparme por la clase de sangre que nos separa —Jamás voy a comprender qué tiene de malo ser inteligente, como que las personas se burlen de ello. Eso solo demuestra que son unos completos idiotas — no he ido a la escuela, pero sí he visto niños en la calle y... ¿Qué tiene de malo ser listo? Para alguien cuyo conocimiento general se encuentra reducido por circunstancias de vida, no tiene mucha lógica.

Tengo intenciones de decirle que me siento inclinado hacia la hamburguesa, pero cuando bajo el menú para poder fijarme en lo que me está mostrando, puedo sentir la sacudida de los nervios dándome de lleno en las tripas. Giro la cabeza ante el chasquido de confeti que baña a una pareja a algunas mesas de distancia y me fijo, de una buena vez, en la cantidad de personas que se encuentran unidas por los labios en todo el establecimiento. Mierda. No es San Patricio —Juro que no sabía que hoy... — me apresuro a aclarar, volviendo el rostro hacia ella con la urgencia pintada en la cara —Bueno... Serás mi primer No San Valentín. No tenemos por qué tomarlo en serio e igual disfrutar de sus ofertas... — es Mimi, de seguro encuentra todo esto ridículo y ya. O eso espero, que ya es un bochorno por si solo como para temer a que ella crea que yo... No, nada de eso, lo juro.

Regreso la atención al montón de promociones para tortolitos de forma algo violenta y señalo aquella que parece haberle llamado la atención desde un primer momento; al menos, se lee más que apetitosa —Podemos compartir esta y sumarle unas hamburguesas completas. ¿Qué dices? — menos mal que he estado trabajando en un café, que sino no tendría ni idea de cómo pedir una orden. Apoyo el menú para regresarlo a su lugar y estoy estirandome para ver si encuentro algún mozo, cuando un elfo con cara de amargado se aparece frente a nosotros... con alas plateadas y un arpa, reclamando saber el nombre de mi acompañante para poder hacerle una serenata. Tierra, tragame — No, yo no... Solo quiero... hamburguesa... — creo que de mí solo oye balbuceos, porque entiende lo que quiere y empieza a ladrar una canción para una tal Odessa, así que clavo el codo contra la barra y cubro mi rostro con la mano, mirando a Mimi de soslayo y modulando un "lo siento" que, espero, pueda comprender —Menos mal que ni Hero ni Syv saben de esto. Se harían una fiesta — le murmuro, tratando de que me oiga por encima de los bramidos melosos de la criatura.

Puedo ver el preciso instante en el que su expresión cambia hasta que el entendimiento cae sobre él. Ese que lo hace voltearse y que hace que tenga que esconder mi sonrisa detrás de la palma de la mano para no estallar ahí mismo en una carcajada. Pobre… de verdad no tenía idea de la fecha que era y no debía sentirse del todo lindo enterarse de esa forma. ¿Querría invitar a alguien más en San Valentín? Lo dudaba, la mayoría solía prepararse de antemano para esta festividad, y algunos particularmente se llenaban de tal ansiedad que pocas ganas faltaban para drogarlos o hechizarlos. - No puedo decir lo mismo de tí, pero sí estoy cien por ciento de acuerdo con esto de ser una completa oportunista. - De hecho no sería una mala tradición, invitar a alguien por quien no tienes sentimientos, solo para aprovecharse del capitalismo de las fiestas. Trataría de recordarlo para el año entrante.

- ¿Con completa te refieres a la que dice “completa”, o a esa de por ahí que dice “criminal”? - En mi experiencia cualquier cosa que dijera estar fuera de la ley o provocar algún tipo de enfermedad cardíaca eran aquellas que en verdad valían la pena pagar. Las completas, o aquellas que decían ser dobles, solo tenían algo de lechuga, tomate o huevo si es que uno andaba de suerte. Me aseguro de aclararle que es esa la que deseo pedir y trato de seguir su ejemplo y captar la atención de alguien cuando de la nada me encuentro con la ganchuda nariz de un elfo a pocos centímetros de mi rostro. ¡Pero que alguien libere a la pobre criatura de su sufrimiento! No puedo evitarlo, incluso aunque trato de frenar la risa, el comentario de James hace que me estalle en una carcajada que resuena por encima del canto del elfo. Y me hace sentir horrible cuando es claro que se ofende y desaparece tan rápido como apareció, pero mi risa sigue siendo igual de estruendosa y creo que me ahogaré con mi propia saliva antes de poder volver a respirar.

Creo que termino lastimando la esquina de uno de mis ojos de tanto frotar la lagrimita que es insistente en aparecer, pero la situación es bizarra por demás y ha escalado rápidamente en mi top de salidas a bares. - Lo lamento, pero no puedo entender como  alguien con algo de sentido común cree que poner un elfo sin oído y sin talento vocal puede parecerle romántico a nadie. - Tomo una de las servilletas que se encuentran al costado de la barra, y presiono contra mis mejillas buscando calmar la intensidad que han adquirido por culpa de mi ataque histérico. - No esperarás de verdad que me guarde algo como esto, ¿no? Por favor, ¡el elfo tenía alas! ¡y un arpa! Juro que no te haré quedar mal en la historia, pero no puedes decirme que eso no ha sido hilarante. - La única razón por la cual puedo mantenerme compuesta, es porque iba a decir “lo más divertido que te ha pasado en San Valentín”, pero siendo esclavo, no creía que hubiese tenido precisamente un sinfín de anécdotas divertidas. Ya, al final puedo captar la atención de un mozo, y espero que se acerque mientras se normaliza mi respiración.

En lo que yo estoy deseando morir y aparecer en las ruinas de Timbuktu, Mimi se ha encargado de reírse tan fuerte que su voz espanta al elfo y algunas personas se fijan en nosotros con curiosidad. Se lo tengo que agradecer, de verdad, porque me ayuda a pasar el estado de vergonzoso horror para al menos reírme de todo esto, encogiéndome de hombros en lo que ni me molesto en tratar de comprender el gusto de las personas que manejan este lugar —  Si pueden creer que es práctico tener un montón de confeti estallando en tu cabeza de vez en cuando, pueden pensar que un elfo-querubín es una idea romántica — intento no decirlo tan fuerte, no sea cosa que el mesero nos escupa la comida por estar criticando su lugar de trabajo, aunque ninguno de ellos podría defender demasiado la idea. Intento que dejen de sacudirse mis hombros en lo que la risa no puede detenerse, tengo que frotarme los labios con nudillos nerviosos para intentar conseguirlo — ¿Quieres decirles que salimos en San Valentín y soportar sus preguntas? Allá tú. Veremos si la anécdota del elfo cantor vale la pena… — tengo demasiada experiencia tolerando a Hero con sus interrogatorios, estoy casi seguro de que intentará saber dónde me he metido el día de hoy cuando llegue a casa, si no es que ha preparado algo especial para Sage. Momento, estamos hablando de Hero… Mejor me tardo en llegar o paso directamente a dormir a lo de Ken… No… ¡¿Por qué todos mis amigos tienen pareja?! Kyle será mi salvador, decidido.

En lo que Mimi llama al mesero, me encargo de revisar la hamburguesa que ella me ha señalado y sí, parece mucho más gorda y llena de colesterol que la otra, así que por mí está perfecto. En cuanto el sujeto (cuya cara de querer suicidarse me da a entender que él tampoco tolera esta fecha y sus decoraciones) se retira, apoyo mi codo sobre la barra para tratar de enfrentarla y verla mejor — Así que, Mimi… — No, no tengo que parecer un galán de telenovela. Carraspeo para tratar de volver a ser yo — Cuando terminemos de llenarnos de queso y frituras, me gustaría retarte a un pool. Y si gano, tendrás que enseñarme algo de todas las cosas que sabes hacer con los cachivaches. Si pierdo, también, porque yo no tengo nada para ofrecerte como enseñanza — al menos que quiera café gratis, cosa que ni siquiera sé si puedo conseguir de contrabando. Abro la boca para decir otra cosa, pero el confeti ha decidido explotar esta vez sobre nosotros y tengo que cerrarla para no tragarme los corazones minúsculos rosas y rojos que me llenan el pelo.

Me sacudo el cabello con una mano, agradecido de que al menos las cervezas aparecen frente a nosotros y tomo una de ellas. Si consideramos que apenas había probado el alcohol en mi vida, la cantidad que he estado ingiriendo en los últimos meses ha sido espantosa. Sage hasta bromea y dice que voy a dejar de ser tan flaco por culpa del alcoholismo — Nunca hablamos demasiado — por no decir que nunca tuvimos una charla decente, a excepción del día en el cual la invité a salir. Hago una mueca por lo frío de la bebida y vuelvo a centrarme en ella — ¿Te parece bien un ping pong de preguntas y respuestas? Yo empiezo — me lo medito un poco, hasta encontrar una — ¿De qué distrito eres? Dudo mucho que hayas nacido en el norte, tengo entendido que Ben es tu primo — o eso pude entender por uno de los comentarios del grandote en un entrenamiento, aunque tardé en hacer la conexión. En mi opinión, lo único que tenían en común era el tipo de cabello y la altura.

Medito su comentario en lo que mi risa va disminuyendo, pero incluso aunque pueda entender su punto, decido que sí vale la pena el interrogatorio. - Siento que hablas desde la voz de la experiencia. ¿Cuál de las dos te ha torturado? - Que a Hero no la conocía tanto como para decidir si era muy insistente en algunas cosas, pero Albi era mi mejor amiga y sabía como ponerle un freno. Además, ella no pecaba de ser insistente, solo tenía esta manía en la cual se armaba toda un teatro en la cabeza e imaginaba más allá de la realidad. La adoraba por eso. - No me vas a decir que le tienes miedo a dos muchachas inofensivas, ¿dónde quedó tu sentido de la valentía, James? - Además, con su altura, no podía decirme que se sentía intimidado por las dos chicas más adorables que debía haber en todo el distrito. O bueno, no sé si adorables era la palabra exacta, pero no creía que ninguno pensase que alguna de las dos podía siquiera romper un plato.

Imito su postura cuando llama mi atención y me divierto al verlo carraspear, ¿acaso estaba nervioso? Esperaba que no, sabía que yo sí podía llegar a ser algo intimidante con la gente, pero no quería darle esa impresión justamente a él. - Para cuando terminemos de llenarnos de comida y luego de que gane la partida, ya tendré algo pensado que pueda querer de premio. Así que trato. - Y no le digo que lo primero que se me viene a la mente es el que me diga cómo diablos mantiene su pelo, porque justamente no quería que se sintiera cohibido. - Tampoco tengo problemas en explicarte nada, pero antes de que preguntes, no fui yo quien le enseñó a Jared a burlar cerraduras. Fue él quien me mostró cómo, y yo en retribución le expliqué como burlar un circuito sencillo. - Me apresuro a aclarar porque el muy mocoso me había dicho que si le preguntaban, diría a todos que yo había sido la culpable. Dudaba en verdad que lo hubiera hecho, pero no quería que esas historias llegaran a oídos de su padre o algo así. Trataba de no ser una mala influencia… énfasis en el verbo tratar. - ¿Qué es lo que quieres aprender? No digas “cualquier cosa” si no quieres terminar lastimado luego. - Y ahí se van mis chances de no ser intimidante, pero era una duda válida.

Me veo interrumpida con la lluvia de corazones que de golpe estalla sobre nuestras cabezas y tengo que esconder el rostro entre mis cabellos para no terminar tragando papeles. Esos que estoy segura terminarán enredados en mi cabello hasta que pueda tomar una o dos duchas. - Romántico no, pero al menos no esperaron hasta traer las cervezas. - Que ya veía que terminaba escupiendo corazones por culpa del mal timing. Pruebo un trago tomando el chopp que se siente pesado, y si bien no es la mejor que he probado, está lo suficientemente fría como para disfrutarla incluso aunque el clima no acompañe a la bebida. - Soy del seis. Mis padres estuvieron allí toda la vida y sí, Ben es mi primo. Su madre y mi padre eran hermanos. - Y me explayaría más, pero a decir verdad no sabía mucho más que lo que acababa de decir. - ¿Qué me dices de tí? Sé que Agatha es tu prima, pero siempre me pierdo en los líos familiares ajenos. - Y sé que preguntar por la familia no siempre es un terreno seguro, pero él empezó. - Por si luego quieres dos preguntas seguidas, también iba a consultar de qué distrito eres.

— Escondido detrás del sentido de la dignidad — respondo de inmediato — Syv no se ha metido en mi vida, pero Hero es una máquina de crear historias dentro de su cabeza. Si se entera de esto, para dentro de una semana estaremos a punto de casarnos y, en un mes, tendremos trillizos — lo cual ahora mismo hace que ponga una expresión de completo pánico, ese que exagero hasta reír. Lo bueno de todo esto es que Mimi no parece ser una de esas personas difíciles para hablar, creo que desde que pactamos esta salida he tenido miedo de no tener la más mínima idea de qué decir o caer en silencios incómodos. Aparentemente, no estamos dentro de ese caso — Así que te tienes confianza… — silbo de manera larga y tendida, tratando de mofarme de ella sin caer en una soberbia que no poseo, no en realidad — No me meteré en lo que le puedas enseñar o no a Jared, pero me gustaría aprender algo de programación de computadoras. Si no soy bueno luchando… debo ser bueno en otro sector de nuestra seguridad — jamás podría entender el mundo en cálculos matemáticos, con suerte sé sumar y restar, pero quizá pueda hacer algo con el resto.

Aún estoy quitándome algunos corazones de la cabeza cuando me voy enterando un poco de su vida y considero que es información que puedo retener, aunque no me esperaba que la pregunta rebote hacia mí. Bebo como excusa para no tener que contestar de inmediato, apoyo el chop sobre la barra y lo encierro entre mis dedos, dudando en un “eeeehhhh” que se quiebra en una desganada sonrisa — Bueno, verás… — me relamo, no tocaré lo de Agatha porque temo el pisarnos, así que me centraré en la parte real de mi familia. La que no me enorgullece decir que apenas y recuerdo — Nací en el distrito trece, eso lo tengo seguro. Tenía tres hermanos mayores y mis padres… — muevo la lengua dentro de mi boca, empujo una de mis mejillas y luego la chasqueo — Murieron, al igual que dos de mis hermanos. Uno de ellos fue vendido como esclavo y yo pasé mucho tiempo en el mercado, eso es todo — amos aparte, malas experiencias a un lado. Hay cosas que es mejor no mencionarlas en un ambiente rodeado de corazones.

Menos mal que la comida aparece frente a nosotros, me da la excusa para dejar la cerveza y me hago con una de las papas que chorrea queso — Siempre estuve orgulloso de ser muggle, eso te lo aseguro. Tuve amigos en el mercado que me enseñaron que no había nada malo conmigo y siempre voy a agradecer eso — es muy fácil el dejarse pisotear en un mundo como en el que vivimos. Mastico con ganas, apenas y fijándome en la temperatura de la comida — Y los magos… antes me daban miedo. Ahora ya soy un niño grande y fuerte — aprovecho a bromear, flexionando un brazo delgaducho cuyo músculo no se luce ni se lucirá jamás. Empujo lo que queda de la papa dentro de mi boca, me hago con otra y cubro mis labios con los nudillos al tragar — ¿Cómo es que una chica de un distrito como el seis pasó a estar entre las filas de los rebeldes? Me suena a historia de intrigas y traiciones, si es que puede saberse— muevo mis cejas con gracia, sin dejar de masticar.

- Se va a decepcionar un poco conmigo. No estoy lista para el matrimonio, y mucho menos para ser madre de nadie. Me llevo bien con los aparatos, los seres vivos… - Podía mantener un servidor que procesaba millones de datos por segundo, pero ¿mantener una planta por más de una semana? Si no estuviese Syv con su amor y paciencia eterna, el invernadero de la casa parecería digno de una película de terror. Podía mantenerme a mí misma alimentada y limpia, con eso me bastaba. Además… ¿trillizos? Eso sonaba a una especie de tortura divina. - ¿Cómo crees que conseguía algunos repuestos en el cinco? - Las apuestas en sí no eran lo mío, pero uno tenía que saber moverse y jugar acorde a las reglas de cada lugar. En el norte si uno no se ganaba las cosas, nadie iba a regalarte nada. Y no habían muchos intercambios limpios para hacer, así que eran las apuestas o la prostitución si uno no tenía nada mejor que ofrecer.

- La programación para el armado de sistemas de seguridad es algo más complicada. Pero podría enseñarte a manejar los programas de vigilancia si es que quieres ayudar con la seguridad del distrito. - No me gustaba que hubiera muchas manos implicadas en eso, pero no podía abarcar literalmente todo todo el tiempo y tener otro ojo que pudiese manejar en otro nivel ese tipo de programas… - Tal vez encuentres tu vocación de la mano de la tecnología. - Trato de sonar jocosa, pero uno nunca sabía. No necesariamente había que ser un experto en programación para que te gustasen las computadoras.

La cerveza se siente pesada contra mi garganta cuando va contándome de su vida, y termino tragándola con algo de dificultad al no saber como responder a eso. Sabía que no debería haber preguntado al respecto, pero mi curiosidad se había encargado de meter la pata. - Ya dije yo que la magia está sobrevalorada. - Aprovecho que vuelve a un tema de conversación con el cual puedo sentirme más cómoda, y no digo nada con respecto a lo otro porque en sí, no sabía qué decir. ¿Qué le dices a alguien que te cuenta que perdió a prácticamente toda su familia? Un “lo siento” no arregla nada. Sigo su ejemplo de probar las papas cuando incluso él trata de encontrarle la gracia a la situación, y niego con la cabeza cuando trata de mostrarse fuerte. - ¿Intrigas y traiciones? luego acusas a la pobre de Hero de andar creando historias… - Me llevo una papa entera a la boca y no hablo hasta que no la termino, pensando de qué forma se puede simplificar mi historia sin darle demasiadas vueltas. - Uhmmm, le clavé una lapicera en el ojo al asistente social que quiso llevarme al orfanato, y luego me encontraron varias veces cometiendo fraude cuando quise tomar algo de dinero de la empresa de mi madre. - Me encojo de hombros y me llevo otra papa a la boca antes de dedicarle a una sonrisa. - Incluso con quince años pude ver que el sistema estaba mal, así que ahora trato de usar mis poderes para el bien, y no solo para apuñalar a cuidadores que solo están cumpliendo su trabajo.

— ¿De verdad? — la voz me sale más aguda de lo habitual y estoy seguro de que me han escuchado en los asientos más cercanos, pero es que no me esperaba que esas palabras salieran de su boca — Eso es… Me encantaría — porque está más que claro que no sirvo para el combate físico y tampoco soy el mejor tirador, como mucho pueden usarme de distracción gracias a mi facilidad de ser un incordio para el resto del mundo. ¿Pero siendo útil detrás de un computador? No soy el más listo, pero estoy más que seguro de que siempre le he puesto muchas ganas a las cosas que me interesan, a pesar de que no se me den bien desde un inicio.

Al menos no me tiene hundido en un silencio incómodo, que estoy un poco harto de las personas que te tienen pena cuando escuchan que eres un muggle que creció en un mercado apestoso. En estos meses, he conocido a demasiada gente que, sin malas intenciones, han colocado esa cara de “pobrecito Jim” que tan agotadora se me hace. Mimi incluso me da la excusa para reír — Vivo con ella, algunas de sus manías se me pegan — comento — Menos mal que no lo han hecho esas que incluyen besuquear a Sage a cada rato — añado, arrugando la nariz con desagrado a pesar de no borrar la sonrisa. Pobres, ellos no tienen la culpa de ser la pareja estable que tiene que soportar al tercero en discordia colándose en su sofá todas las noches, tratando de impedir que se metan mano delante de mí al estar en una habitación común.

No es como que pueda dejar de comer mientras ella habla, aunque me es imposible esconder la expresión de asombro que se cruza por mi rostro porque, para ser tan delgada, no la tenía metiendo cosas en los ojos de los trabajadores del gobierno. Tengo que tragar un trozo de la hamburguesa que me está costando pasar para poder hablar — Eso es mucho más interesante que las novelas de Hero — le aseguro, apoyo mis codos en la barra para poder acomodarme a su lado y verla mejor — ¿Por qué aceptaste salir conmigo? — en vista de que ella no pregunta nada lo hago yo, aunque se me escapa de una manera algo atropellada. No estoy muy seguro de querer saber la respuesta, por lo que soy algo cauteloso a continuación — No pensé que dirías que sí. Nunca tuvimos la oportunidad de hablar más de cinco minutos como se debe y creí que te gustaría pasar el tiempo con gente más… bueno, no lo sé. Parecen un grupo muy unido — yo llegué tarde, sé que hay muchas cosas de las cuales soy ajeno.

Su entusiasmo se me hace adorable hasta el punto en que me dan verdaderas ganas de convertirme en una especie de maestra. No me consideraba buena enseñando, pero con algo de paciencia no creía que las cosas fueran a ir mal. - Solo a modo de advertencia, será una pasantía no remunerada. Hasta que no sepas manejar los sistemas no me dejarán sacar nada del presupuesto para poder pagarte. Tal vez puedas venir dos o tres horas a la semana cuando no estés ocupado en el café, y a mí me toque andar de guardia. ¿Qué opinas? - Mis guardias tenían horarios bastante locos, pero eso era a causa de mi obsesión y no por otra cosa. También podía manejar muchas cosas desde la comodidad de casa, pero tras tanto tiempo de tratar de pasar desapercibida, ahora que podía pasear a mis anchas prefería aprovecharlo. Nada de pasar horas encerrada en mi cuarto pegada a la pantalla de la computadora, que a estas alturas si seguía así dentro de poco acabaría teniendo que usar lentes.

- Pues no lo sé, no vivo con ustedes y si me tengo que basar en sus interacciones todavía tengo recuerdos de la fiesta de cumpleaños de Ken y Kyle. - Es una burla que hasta suena con un canturreo, una que espero que no se tome a mal, pero ya que él había puesto el ejemplo prefería no desaprovechar la oportunidad. - Perdón, ahora no puedo dejar de pensar en qué manías de ella se te pudieron haber pegado, y por alguna razón te imagino con los brazos en jarra. - No quería que sonase como que me estaba riendo de las actitudes de la pelirroja, pero por alguna razón es la primera imagen de ella que se me viene a la mente cada vez que la nombran. Tenía que reconocer que para la altura que tenía, Hero sabía imponer respeto.

Me río con la boca cerrada y llena de un trozo de hamburguesa cuando pregunta las razones por las cuales acepté salir en esta ocasión, y tengo que agradecer que esto no sea una cita porque quedo muy poco femenina en estos momentos. Las pastas y las hamburguesas son comidas que no se piden cuando uno quiere impresionar a alguien, en especial porque parece que tardo una eternidad en masticar y tragar como corresponde una hamburguesa que es casi tan alta como mi vaso. - ¿Gente más…? - Levanto una ceja dudosa y lo observo mientras medito mi respuesta cuando se extiende un poco más en su hilo de pensamiento. - No sé si “unido” es la palabra que usaría para describir al extraño pseudogrupo que se armó. Los aprecio un montón y no tengo problemas en arriesgarme por sus ideales o pasar un buen tiempo con ellos pero… No lo sé Jim, no es lo mismo que antes. La red era mi familia y de golpe “puff” un parpadeo y todos se fueron. Solo quedamos Dave y yo del grupo original. - Me encojo de hombros y trato de no explayarme demasiado por esos lados. - A Syv la conozco desde hace siglos y la amo, pero no sé hasta qué punto soy de verdad cercana al resto. Supongo que, no me venía mal esto de juntarme a conocer a alguien que me cae bien y que podría ser un buen amigo con el correr del tiempo. - Le doy un trago a la cerveza y lo miro por encima del chopp antes de bajarlo. - Vuelvo a retrucar, ¿por qué quisiste invitarme a salir?

— ¡Cuenta conmigo! — ni siquiera tengo que ponerme a pensarlo, para sueldo tengo el café y he aprendido que la experiencia nunca está de más. Ya he descubierto que no funciono en el campo de batalla como lo hacen otros de mis compañeros, si puedo acceder a otro tipo de trabajo que me ayude a salir adelante en toda esta locura y aportar mi grano de arena, no voy a rechazarlo. Supongo que esto es de lo que Andrew hablaba, aunque dudo mucho de que le agrade la idea de que sea una bruja quien me ayude, pero ese es otro tema a lo cual no tengo solución, pero bueno… de alguna manera hay que bajar al gobierno que le hizo volar los sesos en televisión. Al menos puedo desconcentrarme con la burla de Mimi que me hace sonreír con cierta ironía, hasta que no puedo contenerme y suelto la risa — Te estás olvidando del… — cierro mis manos en dos puños y los agito de manera entusiasta frente a mi cara, que Hero ya posee esos detalles como marca registrada.

Uso de excusa el estar llenandome la boca con mi hamburguesa el no tener que contestar su duda, porque creo que no es momento de andar diciéndole a una chica que confiaba en que le interese pasar el rato con otro tipo de personas, con historias más interesantes que la mía. Al menos, ella me da una respuesta que parece ser honesta y lo que dice tiene sentido, que ningún grupo puede ser íntimo en su totalidad. Sí tengo que pensar un poco más qué responderle, ganando tiempo con una papa frita del tamaño de mi dedo medio — Pude pasar tiempo con casi todos y he conocido gente genial… — acabo admitiendo — Y siempre me pareciste… No lo sé, parecías alguien que valía la pena conocer. Eres la primera persona a la que he invitado a salir a algún lado — los chicos y nuestras salidas programadas no tienen nada que ver, esto es algo que salió de mí y difiere mucho de las juntadas con los otros idiotas que llamo amigos.

Con el plato vacío y la panza llena, doy un trago a mi cerveza que busca bajar la comida y tengo que hacerme con una de las servilletas, limpiando tanto mis dedos como mi boca. Empujo rastros de la cena con la lengua, tardando un momento en volver a hablar — No me arrepiento de haberte dicho de salir y tampoco dudaría el decirte de volver a repetirlo. Todo esto es nuevo para mí, no es como si… No tuve jamás demasiada vida social, para alguien que habla tanto como yo debería ser el colmo — intento bromear, a pesar de que apenas le muestro una sonrisa. Suerte para mí, una pareja a nuestras espaldas llama mi atención y puedo interrumpir el momento sincero, acercándome a Mimi lo suficiente como para susurrarle cerca del oído — ¿Soy yo o se la está comiendo? — pregunto en tono cómplice, haciendo un disimulado movimiento de la cabeza hacia aquellos que parecen estar chupándose el alma cual dementores hambrientos.

Hago un sonido muy poco grácil cuando es su turno de imitar a la pelirroja y, de haber estado tomando algo probablemente se hubiese salido por mi nariz. - No vuelvas a hacer eso en tu vida. - Que con esa expresión y ese gesto con las manos de verdad había logrado captar su esencia. No creía ser capaz de volver a ver a Hero a la cara sin reirme si es que la veía haciendo eso delante mío. Al menos podía confiar en que tendría un pequeño respiro ya que la próxima vez que nos tocaba vernos era en la reunión del consejo de la semana entrante. No creía que hubiese nada que generase ese tipo de emoción en la pelirroja.

- Me siento halagada, Jim. De verdad. - Nunca me habían dicho eso de “ser alguien que valía la pena conocer”. La mayoría de relaciones que había formado se debían a circunstancias de la vida sino a una necesidad, era bonito que a alguien le generase un interés puntual pese a ser la definición de “nerd”. - Lo cual es una pena porque creo que salvando la historia del asistente social, soy una persona bastante aburrida. - No tenía demasiada vida social en general y a menos que quiera que le cuente de las renovaciones en la casa, no es que tuviese muchos temas de conversación.

Aprovecho para seguir comiendo lo que queda de hamburguesa y la hago desaparecer en menos tiempo del que debería, pero no me importa demasiado ya que él ya ha terminado la suya. Era gigante, pero mi apetito nunca se quedaba demasiado atrás. Jamás entendería a las personas que, teniendo el dinero para poder utilizarlo como se debía, lo gastaban en una ensalada y en agua gasificada. ¡Calorías por favor! Eran necesarias, de verdad. - No hace falta gastar dinero siempre viniendo a este tipo de lugares. Syv no se enojará si quieres darte una vuelta de vez en cuando, y si ahora vas a ser una especie de lacayo tecnológico, tendremos más oportunidades de encontrarnos luego. Lo cual me recuerda, nada de snacks, golosinas o gaseosas en los cuartos de monitoreo. Eso es una regla de oro. - Le advierto antes de sufrir un accidente que me produzca echarlo antes de que tuviese ni una oportunidad. No soportaba que las consolas y los teclados se llenasen de migas, y ni hablar de lo que hacía la gaseosa en las placas si es que alguna se llegaba a derramar. Podía limpiarse con facilidad, eso seguro; pero la magia y la tecnología tenían un balance delicado que no incluía hechizos de limpieza de por medio.

Hago una mueca cuando por fin puedo mirar hacia donde señala y trato de que no se note demasiado mi nariz fruncida. - Nunca voy a entender la necesidad de hacer eso en público. No estoy en contra de las demostraciones de afecto, pero ese nivel de intensidad… ¿Cómo recuperas le humor cuando tienes que cortar para pagar la cuenta? - Y no, no estaba interesada en ver dónde había desaparecido la mano de ella. - Con dinero, un buen plan para San Valentín sería alquilar una habitación y pedir servicio al cuarto. - Mucha privacidad y nada de interrupciones.

Desde hace pocos meses me estoy acostumbrando a la idea de estar en ciertos lugares como invitado y no precisamente como un simple enviado por un superior, así que no voy a mentir y decir que no estoy emocionado con todo esto de pasarme por la casa de las chicas de vez en cuando, aunque intento que no se me note demasiado porque no quiero arruinarlo antes de tiempo — De acuerdo — pretendo sonar todo lo serio que sé que no soy y hago un movimiento afirmativo con la cabeza, llevándome una mano firme a la frente — Llevaré snacks para después de nuestras tareas, para relajar el cerebro y todo eso — ¿Ya estoy sonando muy entusiasmado? Me desarmo un poco en el lugar, adoptando una postura más relajada — Cuando estés libre, solo dime y podemos juntarnos — sí, eso sonó un poco mejor, que sea ella quien elija.

Se me escapa una risa ligera con respecto a su veredicto y me encojo de hombros, vaya a saber cual es la necesidad de terminar en pleno manoseo en un sitio como este, con un elfo malhumorado cantando odas y un montón de corazones explotando sobre sus cabezas — Tal vez, solamente están dejando fluir sus emociones y no midieron las consecuencias cuando planificaron la cita — lo hago sonar todo lo decente que puedo, hasta que me quiebro en una risa y muevo la mano para llamar al mesero — Como sea… ¿Qué tal está tu estómago? — pregunto — Espero que tengas una rápida digestión, porque me muero de ganas de ver cómo pierdes en el pool. Tú serás una experta en tecnología, pero a mí se me da más que bien el romper las pelotas, literal y figurativamente.