The Mighty Fall
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PRIMAVERA de 247521 de Marzo — 20 de Junio


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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Luka T. Romanov
Personal de Defensa
Mediados de febrero

Se enfundó un jersey gris como final de su atuendo, terminando de ordenar su cabello con la diestra en lo que salía de la habitación. Tomó a Verde y lo metió en su terrario, recogiendo en la camino de salida del apartamento tanto el teléfono, como la cartera y las llaves. ¿Lo tenía todo? Bueno, solo le faltaba su compañía, aunque no tendría que caminar demasiado para encontrarse con la misma. Aunque solo vivían a escasos metros habían acabado concertando verse a medio camino. A ninguno de los dos estaba interesado en que sus vecinos los vieran y confundieran el asunto que el rubio se traía entre manos, y que era, ni más ni menos, que mera jodienda a su nueva y rubia vecina. Se subió a un banco, sentándose sobre el filo del respaldo con los pies en la horizontal superficie y un cigarrillo entre los labios en lo que esperaba a que Holly llegara hasta allí. Miró en un par de ocasiones el teléfono, entreteniéndose en algún chat y retorciéndose por dentro al no saber que estaría ocurriendo en casa mientras no llegaban allí. Alexa y Kitty no le intrigaban, más bien era su madre la que quería saber como estaba sobrellevando el asunto. Llevar a alguien a casa, sin más explicaciones ni información, era algo que escapaba del control de su madre, y tenía claro que la mujer estaría trepándose por las paredes, a la par que armando teorías varias sobre lo que podía estar pasando. Todo muy lejos de la realidad.

Alzó una mano a modo de saludo cuando vió llegar a la veela, reincorporándose y apagando el cigarrillo contra el respaldo del banco en lo que dejaba la colilla caer, con despreocupación, en el suelo. — Queda a un par de manzanas de aquí — indicó con un movimiento de la cabeza, bajándose de un salto en lo que la esperaba para caminar a su lado en dirección a la vivienda familiar. No hizo ningún comentario sobre como iba vestida, no se interesó demasiado. — ¿Preparada? Esto va a ser divertido. Gracias por aquella absurda apuesta, Callahan — volvió a hablar, metiendo las manos en los bolsillos de su chaqueta de cuero en lo que caminaba con la mirada al frente. Solo volviendo a abrir la boca cuando quedaban escasos metros para llegar. Solo esperaba que no estuviera su padre, aquel hombre solo le jodía todo lo divertido, aunque en los últimos años le hubiera librado de algún que otro problema a espaldas de su madre. Chasqueó la lengua. — Sólo tienes que comportarte como una diligente y amable amiga muy cercana le recordó, por si se la había olvidado o se volvía una loca bocazas cuando pusiera un pie dentro de la vivienda familiar.

— Allá va — abrió la puerta del porche dejándola pasar y cerrando la puerta tras de sí, encaminándose hasta la puerta principal y abriéndola con las llaves que aún mantenía con él. Se había mudado pero seguía siendo su casa, ¿no? — Ya estamos aquí — anunció cuando hubieron entrado, quitándose la chaqueta y volviéndose hacia ella para que le entregara la suya para colgarlas; no tardando demasiado antes de que Milo se enredara en los pies de los recién llegados.
Luka T. Romanov
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Holly A. Callahan
Civil
Esto es absurdo. Paso al menos veinte minutos decidiendo sobre qué ropa usar hasta que me decanto por un vestido de mangas largas de color borgoña, sencillo, que va bien con las medias enterizas negras y la chaqueta de cuero que me protegerá del frío de un invierno que se me hace eterno. Estoy debatiendo si dejar mi cabello suelto o no cuando resoplo, que de todas las cosas que pensé que se le pasarían a Romanov por la cabeza jamás creí que me pediría algo como esto. Veamos, que lo lógico sería el tener que hacerle las compras o alguna tontería por el estilo, no el tener que cenar con su familia... ¿Por qué razones?

Con una media trenza y apenas algo de maquillaje natural, salgo de mi departamento con la bolsa de papel madera bien sujeta, tanto que apenas y se sacude con mi desaparición. Mis botas bajas hacen eco en el suelo desierto en lo que me acerco a la rubia figura de Luka, a quien saludo con un gesto rápido de la mano — Tienes un humor bastante extraño — aseguro, decidida a seguirlo con total calma. Si no me irrito, tal vez consigo fastidiarlo a él. No puedo contenerme y ruedo los ojos sin ninguna clase de disimulo —¿Acaso tu familia cree que eres gay y tratas de mostrarles un punto? Porque no te voy a manosear delante de tu madre a causa de tus inseguridades — a pesar del tono divertido, no se disimula demasiado el veneno.

Aunque él no me agrada, sé muy bien que su familia no tiene la culpa. Pongo un pie dentro de su antiguo hogar con un vistazo rápido, tratando de adivinar el perfil de estas personas en base a una decoración demasiado pulcra. A mi nariz llega un aroma delicioso, lo que hasta me hace sentir culpable de todo esto y suspiro con fuerza, que es él quien está haciendo esto y yo solo la he ligado de rebote. Abro la boca para hacer algún comentario al respecto de la casa, pero mi intención se ve interrumpida por la llegada de una nariz fría que olfatea mis pies —¿Y quién es esta bonita oveja peluda? — me inclino para rascarle las orejas, justo cuando veo aparecer algunas figuras blondas en la habitación. Me enderezo demasiado rápido, manteniendome al margen antes de dar un paso hacia la que, sospecho, es su madre. Pobre mujer — Es un placer conocerla, soy Holly — sonrisa encantadora, voz empalagosa y... — Les traje bombones, que con su invitación no podía caer con las manos vacías — le tiendo la bolsa en alto, usando mi mano libre para aferrarme al brazo de su hijo. Que postal tan serena.
Holly A. Callahan
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Katerina L. Romanov
Con sumo cuidado, procurando que a mi madre no se las dé por aparecer en este preciso instante, hundo el dedo en la tarta helada que hay dentro de la nevera y me lo llevo a los labios para saborear lo delicioso del pastel en un mini adelanto de lo que será la cena de hoy. Digamos que es de las pocas veces que Luka ha traído gente a casa, ni hablemos de Lexie que con su ex prometido era ya tan parte de la familia que nadie se esforzaba en hacer las cosas bien. Me refiero, más bien de lo que ya las puede hacer mi madre cuando le entra la pájara. Por eso es que hoy está especialmente… más mandona de lo normal. — ¡No estaba probando el pastel, lo juro! — cierro de un golpe la nevera cuando ni tengo que mirar para saber que es mamá, ya me conozco el sonido que hacen sus pasos al cruzar el pasillo cuando se pone en este plan. No puede culparme, si hay algo que mi madre sabe hacer bien, es cocinar, además de ponerse histérica, claro está.

¿Teníamos que arreglarnos tanto? Solo es una chica. — pregunto a la cabeza rubia de mamá en lo que se mueve por la cocina preparando los últimos retoques de la comida, esa que yo misma pellizco con un dedo cuando me encuentro con una bandeja de tentempiés. ¿Qué? Tengo hambre, llevamos como siiiiglos esperando porque lleguen esos dos. — Es una pena que papá esté trabajando, de seguro él me hubiera dejado cenar en pijama... — la pico, con un suspiro dramático que señala mi salida de la cocina cuando escucho el sonido de las llaves en la puerta. Las patas de Milo me indican que él llega a recibir a los invitados mucho antes que yo, probablemente porque caminar a cuatro patas tiene sus ventajas.

El vestíbulo de pronto se convierte en la sala más concurrida de la casa, con mamá ya en la esquina, mi hermano el traidor y su aparente novia, ¿dónde está la cabeza rubia de Lex que falta? — Bonito es más apropiado, y se llama Milo y es el guardián supremo de la casa, por desgracia le asustan hasta las moscas. — explico alegremente en lo que me acerco para atrapar al perro entre mis brazos, que de la emoción de conocer a alguien nuevo me lame toda la cara y mueve su rabo con felicidad en lo que me pide que lo baje para continuar con su comité de bienvenida. — Yo soy Katerina, pero puedes llamarme Kitty, Kit, Kit Kat, o como gustes. — sonrío, dedicándole un vistazo que me hace notar lo bonita que es la nueva novia de Luka. Bueno nueva, ¿acaso tuvo alguna y yo no me enteré? — Cuidado con mamá, está un poco histérica esta noche, más que de costumbre. — le susurro a mi hermano cuando se adentran para enfrentarse a la madre superiora de la casa.
Katerina L. Romanov
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Alexa S. Romanov
Personal de Defensa
- ¿Pero a quién se le ocurre que se puede cenar en pijama teniendo invitados? -  La voz de mi hermana me llega desde el comedor y termino murmurando por lo bajo en lo que estiro nuevamente el borde del mantel que parece empecinado en doblarse de una manera extraña. No importa que he usado la varita para planchar la tela, cede como quiere y aunque refunfuñe, se niega a seguir mi voluntad. Pongo los brazos en jarra cuando tengo que resignarme al escuchar el timbre y acabo sacándome el delantal con cuidado de no arrugar mi vestido en el proceso. No me gustaría espantarle a nadie a mi hermano por una vez que se digna a traer a alguien a casa. Será un fastidio más veces de las que no, pero me preocupaba por él aunque solo me creyese un incordio.

Me aparezco por el vestíbulo cuando siento las voces provenientes de allí y estoy por acercarme a recibir a nuestra invitada cuando debo pararme en seco al ver quién es la que se encuentra en plena entrada. ¿Es chiste, no? Estaba alucinando o algo, era claro que no podía estar pasando esto.

Estoy segura que el color de mi cara desaparece junto con mi presión sanguínea y tengo que apoyarme en el marco de la puerta para no caerme allí mismo. Oh no, no puedo con esto. No soy lo suficientemente fuerte. Atravieso el pasillo hasta entrar en la cocina y me dejo caer sobre una de las sillas en lo que trato de recomponerme. - ¿Mamá? - Mi voz sale temblorosa y tengo que aclarar mi garganta antes de volver a llamarla. - ¿Podrías venir un segundo, por favor? - Me odiará, me odiará por interrumpirle la perfecta recibida pero… ¿Cómo? ¡Esa zorra!
Alexa S. Romanov
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Invitado
Invitado
¡Kitty! ¡No toques el pastel!— grito desde el pasillo al escuchar los sonidos bajos que hace la menor de mi hija al moverse por la cocina donde con Alexa hemos dejado todos los platos en un perfecto orden, ella es quien quedó a cargo de ultimar los detalles de la mesa y confío en su perfeccionismo que iguala el mío. No puedo decir lo mismo de Katerina, quien tiene el atrevimiento de sugerir una cena en pijamas ¡con la primera chica que Luka trae a casa! Cierro el pendiente en el lóbulo de mi oreja para terminar con mi atuendo que va de punta en blanco, lo digo de manera literal. Le había dicho a Kitty que se pusiera el vestido que iba a juego con el mismo tono marfil que el mío. Espero que con mis hijas al menos presentemos un frente unido e impecable, puesto que Kostya con su excusa del trabajo delante de sus hijas se disculpó por no poder estar, a mí simplemente me dijo que se iba a reunir con esos amigos del golf que Sigrid tanto detesta y por una noche, yo también. ¿Hace falta que se ausente justo en esta noche tan importante para su hijo? No he dicho nada sobre la sonrisa que ha puesto en su cara desde que Luka se fue a vivir solo, ¡esto es el colmo! Esa natural hostilidad hacia Luka me molesta, pero no, no puedo dar cabida a pensamientos que lo expliquen, ninguno de los dos conoce motivos reales para sostener esa guerra fría.

Aliso la tela de mi camisa amplia al escuchar que la puerta se abre y es Kitty con su mascota quien recibe a los invitados, ¿cómo será la muchacha? ¿Puedo confiar en el buen criterio de Luka? Claro que sí, es inteligente, no se andaría con caprichos, no habría caído fácil a la manipulación de ninguna chica, esta joven seguramente… Ay, con ver su cara puedo reconocerla, se me detiene el corazón por dos segundos. Una veela. Mi hijo ha sido tan estúpido como para dejarse seducir por una veela. Mis ojos buscan nerviosos a los de mi hija mayor, noto su palidez, la comprendo sin que me diga palabra y asiento quedamente con la barbilla, Kitty en su inocencia jamás podría entenderlo. —Buenas noches, Holly… ¿Holly cuánto?— pregunto con mi voz fría, no voy a apresurarme a decirle que también es un gusto conocerla. —Gracias por los bombones— los quito del alcance de Kitty antes de que pueda tomar alguno, me encargaré de meterlos al refrigerador antes de decidir si son de confianza o no.

Pueden pasar al comedor, Luka conoce el camino… y Kitty, deja a ese perro y lávate las manos, que desagradable andar acariciándolo cuando ya vas a comer— aunque le hablo a la menor de mis hijas, a quien miro es a la invitada al arquear una ceja. —Lex, acompaña a buscar los platos— musito antes de darle la espalda para ir hacia la cocina, el lugar que siempre ha sido un refugio para mi hija mayor y para mí con su mármol y vajilla reluciente, las largas lámparas blancas colgando del techo y dándole una cara aún más demacrada. —Lo sé, lo sé, Lexie… ¡es una veela!— mi grito agudo de desesperación muere entre nosotras cuando la tomo de las manos al estar en la privacidad de la otra habitación.
Anonymous
Luka T. Romanov
Personal de Defensa
Probablemente Kitty sería la única que no supiera de la naturaleza de su acompañante. Tanto su madre como su hermana trabajaban en el Ministerio y sabían de antemano las veelas que allí se encontraban tras el cambio de Gobierno, por lo que solo estaba esperando sus reacciones cuando la vieran. Mas el primero en aparecer fue Milo, acompañado, en carrera, de su hermana pequeña que apareció en el recibidor antes, si quiera de poder terminar de colgar los abrigos a un lado. Miró de soslayo al perro y luego a su hermana, sonriendo cuando corrigió las palabras de Holly, pero no prestando demasiada atención a la conversación que surgió entre ambas hasta que la pequeña de la familia se colocó a su lado. — ¿Más que de costumbre? Supongo que entonces va a ser divertido — le confesó a ésta, desordenándole el cabello con la diestra. — ¿Por qué te has vestido así? ¿Vas a hacer la comunión o algo parecido? — se burló encontrándose, dos pasos después tanto a su madre como a su hermana mayor.

Dejó incluso que Holly se presentara a sí misma y entrelazara su brazo con el de él. Una falsa sonrisa y la foto perfecta. Giró el rostro hacia un lado, esquivando a su madre para ver a Alexa desaparecer por el pasillo. — Hey, Lexie, yo toleré durante años a tu invitado, ¿recuerdas? — preguntó desde el lugar, desligando su brazo del de Holly y no avanzando por el pasillo porque su madre fue la que habló. Joder, ni que hubiera visto un fantasma. Es decir, no era una fantasma literalmente por mucho que hubiera muerto y esas movidas. — Gracias por los bombones — repitió el también, quitándoselos a su madre —, Kitty y yo veremos si son dignos de formar parte del postre —, le sonrió a su madre, no sin poder evitar charquear la lengua cuando desapareció también por el pasillo y prensó los labios con algo de molestia. — ¿Le has hecho algo a mi madre o a mi hermana para que hayan huido así? — preguntó encaminándose hacia el comedor, dejando a un lado de la mesa los bombones cuando hubo llegado.

Se dejó caer en uno de los sillones, recibiendo a Milo cuando se subió de un salto sobre él y comenzó a olisquearlo. Verde no está — le dijo rascando tras las orejas del can y estirando las piernas hasta que dieron contra la mesa. Negando y acabando por reincorporarse, que su madre lo tenía como, no quizás tan perfecto como Alexa, pero como alguien de bien. — Voy a la cocina un segundo, ya vengo — le dijo a ambas, dejando al perro a un lado y caminando mientras se sacudía los pelos del jersey que llevaba. Por suerte era fácil encontrarlas, no se habían escondido en ningún lugar a cuchichear como dos señoras mayores. — Creo que os he sorprendido a las dos — comentó cuando entró, encontrándose a su hermana mayo sentada con cara de estar a punto de desmayarse y a su madre tomándola de las manos. —, y creo que para mal — continuó, observándolas a ambas con rostro interrogante pero con expresiones mucho más suaves que las que surcaban su rostro cuando no estaba entre aquellas cuatro paredes.
Luka T. Romanov
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Holly A. Callahan
Civil
Creo que me he perdido a la mitad de lo que ha dicho la niña, solo puedo encontrarme con las cejas arqueadas en cierto tono divertido y asentir suavemente a sus palabras — Kitty, Kit, Kit Kat y variantes, anotado — aseguro, alzando un pulgar, que hasta ahí llega mi memoria. Es mucho peor cuando aparecen las otras dos mujeres de la casa en actitudes que me indican que la menor no estaba mintiendo — Callahan — la respuesta que anuncia mi apellido suena un poco más fuerte que las demás, no pierde el tinte educado pero más vale dejar en claro que no me avergüenza ser hija de muggles, si es que va a investigar mi nombre. Debería haber pensado dos veces esto de hacer apuestas con alguien cuya familia entera he visto en los pasillos del ministerio, en especial si consideramos que paso demasiado tiempo escabulléndome al distrito nueve.

Ni siquiera me he fijado dos veces en la hermana mayor que tanto ella como su madre desaparecen, dejándome como un poste en medio de la sala. Creo que todavía me muestro confundida cuando me fijo en Luka, a quien le fuerzo una sonrisa por todo el tema de los bombones — No que yo sepa — confieso — Solo las he visto pasar en el Ministerio, pero jamás he cruzado palabra con ellas — y me lo huelo, sí que lo hago. Entorno los ojos en sospecha cuando veo al único hombre de la casa desaparecer en busca de las otras dos y uno mis dedos, entrelazándolos en un intento de no ponerme nerviosa. ¿Traer a una veela a una casa de aurores tradicionalistas? Que ya, de algún lado tuvo que haber aprendido Romanov sus creencias. Por todos los cielos, voy a matarlo en cuanto salgamos de aquí. Si esto fue una treta para poner de malas a su familia usándome a mí…

Ennnntonces…. Kitty — me centro en la única persona que no ha huído de mí esta noche y le enseño mi mejor sonrisa falsa, que estoy segura de que pronto me dará un tic en el ojo. Aliso un poco la falda de mi vestido, moviéndome por la sala sin saber si tomar asiento o no — ¿Cómo llevas esto de que tu hermano se ha ido de casa? Siempre es raro cuando alguien de la familia se va — o eso me han dicho. Acomodo un mechón nervioso detrás de mi oreja — Tu madre y tu hermana no parecen muy felices de conocerme. ¿Son celosas con las chicas que trae Luka? — hasta pretendo sonreír con diversión, pero tengo que morderme la punta de la lengua. No puedes prender fuego una casa de pura ansiedad, Holly, no es cortés.
Holly A. Callahan
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Katerina L. Romanov
Wow, cualquiera que entrara ahora mismo en la entrada se daría cuenta de la tensión que corta el ambiente como un cuchillo afilado a toda velocidad, lo cual, honestamente, no entiendo del todo. Y yo que pensaba que a mamá le haría ilusión conocer a la primera chica que trae Luka a casa — no dio la guerra toda la tarde con los preparativos para nada — y parece que de repente se le esfumó todo el color de la cara. Estoy por comentárselo para que haga sus propias notas mentales cuando mi hermano habla y me giro hacia él con una sonrisa burlona. — Mamá quería que fuéramos a juego, mira demasiadas revistas chic, pero a mí no me mires, yo sugerí cenar en pijama y ninguna de las dos quiso aceptar mi propuesta. — digo, falsamente ofendida, para hacer referencia a las otras dos mujeres de nuestra familia. ¿Pero qué mosca las ha picado?

El invitado del que habla mi hermano es Percy, es el quien no debe ser nombrado de esta casa. Era el ex prometido de Lexie, hasta que le puso los cuernos. — le explico a Holly para mantenerla al día con las novedades de la casa Helmuth, en un murmullo cómplice y algo cantarín que no denota la tragedia que esconden mis palabras por todo el drama que acarreó en su momento. Dejo al perro en el suelo cuando mi madre se ofusca en su propio dramatismo, como es costumbre, y me llevo la mano a la frente en un saludo militar que termina extendiendo la misma hacia delante. — Señora, SÍ, señora — porque hay que añadirle un poco de humor a la situación, que esto pronto va a parecer un funeral y ni siquiera estamos vestidas para la ocasión, sino más bien para todo lo contrario.

Acudo rápidamente al baño para lavarme las manos con algo de jabón, pero no termino de secarme con la toalla que me sacudo las manos en el vestido en mi camino hacia el salón donde tendrá lugar la cena. Pobre Holly, encima la dejaron sola en la sala, qué poca consideración por parte de mis familiares, en especial mi madre que suele ser la más acogedora en estas situaciones. — Bien, ya estoy acostumbrada, uso su habitación para guardar mis cosas así que lamento que ya no podrá arrepentirse y si vuelve es para dormir con el perro. ¿Quieres sentarte? — le indico con una mano el sofá, que la sala de estar es espacio abierto y no se me hace tan cómoda la mesa donde cenaremos para charlar. — No se lo tengas en cuenta, aquí reina la desconfianza hacia nuevas caras desde lo que ocurrió con Lex, o eso creo, estoy segura de que les encantarás en cuanto te conozcan. ¿Entonces eres la novia de Luka? — pregunto curiosa, acomodándome en el sillón en lo que el resto de la familia trae los platos.
Katerina L. Romanov
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Alexa S. Romanov
Personal de Defensa
La voz de mi hermano, lejos de calmarme me hace crispar los puños hasta el punto en que mis uñas se clavan contra mis palmas. ¿Es que acaso lo hace a propósito? No quiero ponerme a llorar, de verdad que no quiero; pero la frustración que siento me carcome por dentro y me aprieta las entrañas hasta el punto en que lo único que quiero hacer es volver a la entrada para poder hechizarla. Podía soportarla en el trabajo cuando me la cruzaba en los pasillos, tenía altura y decencia. ¿Pero esto? ¿que se metiera en mi propia casa y para colmo engatusara a mi hermano? Esto ya era personal.

Mi madre, dios la bendiga, se aparece con una frustración que iguala la mía, y pese a que sus razones no sean exactamente las mismas podía encontrar un refugio en sus manos cuando toman las mías. - No es cualquier veela, es… - Suelto un bufido que trata de ser un gruñido y muevo las piernas en un vaivén tembloroso que trata de mantenerme cuerda y no ponerme a gritar en medio de la cocina. Podía tratarse de la zorra que había arruinado mi relación, pero no iba a rebajarme a dar un espectáculo delante de una invitada. Incluso aunque la invitada fuese esa.

- ¿Para mal? Pues perdona que no pueda tomarme para bien que traigas a una… - No, Lexa. Sé decente. - Tu invitada, Holly Callahan es la, ay, no puedo buscarle otro sinónimo. ¡Es la zorra que sedujo a Percy! - Mis manos se sueltan de las de mi madre cuando las elevo en el aire con indignación, solo para luego cubrirme la boca con ellas al notar que no he sido precisamente silenciosa. Tampoco lo he gritado, así que confío en que la pésima acústica del lugar me sirva para no haber sido yo la villana de la situación. ¡Ay, no! que vergüenza si llegó a escucharme…
Alexa S. Romanov
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Invitado
Invitado
Nunca, en años, he visto a mi hija mayor perder la compostura. Ha sabido lidiar con todo tipo de personas desde la escuela hasta las reuniones sociales, su semblante rara vez muestra algún tipo de perturbación, sabe cómo conservar su sonrisa aunque luego a solas en la cocina hagamos un repaso de los invitados o todos los presentes para hablar de qué fue lo que más nos fastidió de cada uno, claro que priorizamos los buenos modales al estar en público, en privado nos damos el permiso de hacer catarsis. Si hay algo que en esta chica le inquieta mucho más que el obvio detalle de que es una veela, no quiero imaginar qué tipo de persona será y lo terrible que es el hecho de que Luka la haya traído a casa. Su oportuna interrupción me impide conocer la razón de Alexa para mostrarse tan consternada, me siento mal hacia mi único hijo varón por sentir este rechazo de bienvenido, es muy pronto para decir que nos hemos tomado mal esto, tal vez… ¡OH, CARAJOS, ES LA ZORRA QUE SE ACOSTÓ CON PERCY! Busco con mi mano, tanteando el aire, el borde de la mesada para tener donde sujetarme, no sé dónde pisar sin perder el equilibrio. —¿Lo sabías?— me giro violentamente hacia mi hijo. —No me mientas, Luka. ¿Sabías que era la fulana que se revolcó con Percy?

Con mi mirada le pido que me diga que no, que lo niegue todo, así podré convencerme de que él también fue seducido por esta chica, ¡que tiene todo el descaro de presentarse en mi casa a sentarse es la misma mesa con mi hija! —¡No lo puedo creer! ¡Hay que tener mucha cara para venir a la casa de la chica a la que le arruinaste su boda!— tomo bocanadas para llenar mi pecho del aire que me falta. Me daría lo mismo que siguiera paseándose por los pasillos del ministerio, fingiría que no existe como he venido haciéndolo hasta ahora, porque en verdad, ¿importa con quién engañó Percy a Alexa? Era un nombre que no tenía ninguna trascendencia para nosotros, salvo que se le ha ocurrido que es divertido también acostarse con mi hijo. —Luka, ¿es que no lo ves? Ahora que está fuera de tu vista, ¿te puedes dar cuenta de lo que está haciendo contigo? ¡Es una veela! ¡Seduce hombres!— camino hacia mi hijo para tomarlo de los hombros. —Luka, ¿cómo puedes ser tan ingenuo? Ay, cariño, sé que ves esto con toda inocencia y que te hayas hecho ilusiones con ella como para traerla esta noche, pero ¿no te das cuenta que tal vez sea cosa para…? No sé, todo para indicar que tiene algo con Lex. Primero su novio, ahora su hermano. ¡Y quien no! ¡Tu hermana es maravillosa! No me sorprende que haya chicas así, manipuladoras, embusteras… que quieran causarle incomodidades como esta. ¿Te das cuenta de lo incómodo que es? ¿De lo que será en el futuro? Alexa y Percy cuando se reconcilien, tú y esa chica, compartiendo cenas de Navidad año tras año… — ¡tan incómodo! ¡Por favor, no!
Anonymous
Luka T. Romanov
Personal de Defensa
Se apoyó en el marco de la puerta, observando a las dos mujeres desde aquella distancia en completo silencio. Analizando la situación y la actitud de ambas; aunque en especial la de su hermana, que ni siquiera se había dignado a saludar o decir su nombre, por muy claro que estuviera que la única ‘desconocida’ para Holly era Kitty. Retiró sus ojos hasta su madre, alzando ambas cejas. Al informarle del plan, invitada incluida, pareció emocionada… nada parecido con lo que estaba demostrando en aquel momento, o más bien desde que la vió. Probablemente todo porque era una veela, lo cual lo divertía pero también molestaba por lo poco participativas que parecían. Volvió la mirada hasta Alexa, cruzando los brazos en lo que se aventuraba en el interior de la cocina. Carraspeó en un intento de no soltar una carcajada, incluso giró el rostro hacia otro lado. Seguro que ni Holly tenía la menor idea de en qué casa acababa de meterse, y el rubio tampoco lo había sabido hasta aquel instante. Quería joder, incomodar y mostrarle a Holly quién estaba por encima, pero tampoco que la avasallaran; hasta ahí llegaba, al menos en aquella situación.

— ¿Cómo iba a saberlo? Alexa no dijo quién era. Y seguro que Holly ni sabía que se iba a casar cuando se acostó con él —. No pretendía defenderla, pero, ¿acaso tenía que ser adivino? Los problemas de su hermana eran suyos hasta que comenzaba a dramiquear para llamar la atención de los demás. Si lo hubiera seducido luego habría pedido perdón y lo habría recibido con absoluta lógica, pero solo caminaba como si le hubiera importado una mierda hacerlo. — Si Percy fuera tan inocente habría pedido perdón por ponerle los cuernos. Hasta tenía la excusa de haber sido seducido por una veela, no la usó porque le vino bien el ‘desliz’ — se permitió incluso entrecomillar con las manos aquella última palabra. Trató de no poner los ojos en blanco, caminando hasta la encimera más cercana y apoyándose contra la misma en lo que mantenía la mirada fija en la entrada. — Mi hermana la maravillosa — ironizó cerrando las manos en torno al borde de la encimera. No conocía en profundidad a Holly, pero sí algo a Percy tras tantos años. Y era un capullo integral. — Alexa no es el ombligo del mundo, ¿por qué tendría que tener algún interés en ella? No parece ni que la conozca más que de vista — habló —. Además, ¿no estás dejando demasiado a la vista tu favoritismo? Siempre la antepones a los demás, como si su felicidad fuera lo único que importa — arrugó algo la nariz. Eran pocas las veces que hablaba de aquel modo frente a su madre, prefería dejar los conflictos para otros lugares, pero lo cierto era que cansaba que la antepusiera y se lo soltara a la cara.

Se separó de la encimera, girándose para tomar los platos de uno de los armarios. — La he invitado a cenar a casa, y no voy a irme sin hacerlo — comentó, cerrándolo cuando los hubo apilado a un lado; tomándolos y encaminándose al comedor de nuevo. Eran molestas, siempre posicionándose la una al lado de la otra.
Luka T. Romanov
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Holly A. Callahan
Civil
Percy” es un nombre demasiado normal en NeoPanem incluso para alguien con poca memoria e interés como yo, así que lo único que puedo decir es un — Que pena — cuando no puedo ubicar mentalmente los dramas del ministerio, esos que ni siquiera escucho porque me parecen una estupidez. Al menos, entre las idas y venidas de esta familia que parece poco cálida frente a las visitas, tengo a una niña que parece más que dispuesta a hablar conmigo. Parece tierna, lo que me indica que debe ser adoptada o la genética no fue fuerte con ella — No le vendría mal que le piquen algunas pulgas — me permito el bromear, que no importa la supuesta relación que pueda conectarme con Luka hoy, hay cosas que no se eliminan ni con farsas. Acepto la invitación de la muchacha con un movimiento de la cabeza y un agradecimiento que apenas murmuro, acomodo mi falda y tomo lugar a su lado. Por lo que Kitty anda diciendo, parece que los Romanov son los reyes del drama — Yo… — vacilo, no muy segura — … No en realidad… — que no me dijo nada de andar actuando títulos, así que no me siento en falta.

Mis ojos buscan la puerta que conecta con la cocina, allí de donde puedo escuchar los murmullos, esos que se van elevando hasta cobrar cierta facilidad para escuchar con mis oídos. Carraspeo un poco, frotando un brazo con mi mano contraria — ¿Estás segura de que lo de tu madre es solo pasajero? Porque no parecen estar trayendo la cena — intento descifrar las voces, pero sea lo que sea que andan diciendo, no parece ir en buenos términos. Con un suspiro de frustración, me vuelvo a poner de pie, que si me quedo quieta por mucho tiempo acabaré por incendiar este sofá — Ya vengo… — intento ser lo más amable que puedo, que ella no tiene la culpa de nada, pero puedo apostar a que no se va a quedar mansa a mis espaldas.

Para cuando asomo la cabeza por la cocina, intento mostrarme todo lo alta que soy en lo que indico mi llegada con un carraspeo brusco — ¿Interrumpo? — por simpática que pude haber intentado ser al principio, ahora mismo me muestro cautelosa. Apenas y me fijo en la hermana de Luka, que se ve tan pálida que sus pecas parecen luces de neón — Quería saber si necesitan que ayude con algo o si había algún problema… — Vamos, que me digan las cosas en la cara, a ver si se atreven. Estúpidos magos puristas.
Holly A. Callahan
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Katerina L. Romanov
Una de las cosas de las que me doy cuenta en esta chica, es que no habla mucho. Eso o está más interesada en la conversación que está teniendo lugar en la cocina, los gritos (probablemente mi madre dramatizando vaya a saber por qué, seguro no está la vajilla que quiere colocar en la mesa) se camuflan entre las paredes, pero es evidente que está teniendo lugar alguna clase de discusión. — Será que a mí madre se le rompió un plato, o algo así, en serio, no tienes de qué preocuparte. — que sé que mamá puede llegar a asustar, en especial cuando se pone en ese estado de gárgola con los ojos como platos. No importa mucho lo que termine diciendo, que Holly no parece muy convencida de mis argumentos y se levanta igualmente.

Casi como efecto rebote, me levanto del sofá para yo también descubrir qué narices es lo que está ocurriendo que nos mantienen alejadas de la conversación. — MAMAAAAAAAAAÁ — un berrido agudo se escucha por el pasillo, de seguro me llamará barriobajera, pero qué se le va a hacer. — ¿Es que en esta casa no vamos a cenar nuuuuuuuuunca o qué? ¡Lo próximo será que tomemos el desayuno, puedo ir a por mi pijama en cualquier momento! — amenazo, soy consciente de que cuando me entra el hambre me pongo un poco histérica, parecido a mi madre, pero ella con el control. Justo llego a la puerta de la cocina cuando cierro la boca para encontrarme con el panorama completo. — ¿A qué vienen esas caras tan largas? ¿Murió alguien?el tacto, Kitty, el taaaaacto.
Katerina L. Romanov
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Alexa S. Romanov
Personal de Defensa
No quiero corregir a mamá y decirle que técnicamente no arruinó ninguna boda cuando eso todavía no estaba en el calendario. Pero ella lo sabía, yo lo sabía, y no faltaba mucho para que esos planes salieran a flote. Claro, si no fuese porque… No Lexa, cálmate, tú no eres así. - Planes de boda o no, ninguna chica decente va detrás de la gente que está en pareja. Se llama tener algo de ética, moral, ¡respeto por el feminismo en sí mismo! - Lo último que se me pasaría por la mente es el meterme con alguien, y aún peor: tratar de seducir a alguien, que estuviese en pareja, comprometido, o peor: casado.

- ¡Tú no sabes lo que ha dicho o dejado de decir Percy! ¿Cómo te atreves…? - No podía creer que mi hermano, mi propio hermano de sangre insinuase que mi pareja hubiese buscado a propósito a una zorra para terminar nuestra relación. No era así como funcionaban las cosas, Percy no era así. En el hipotético caso de que su intención de verdad fuese la de cortar todo, habríamos hablado como adultos y planteado la situación con la seriedad que correspondía, ¿verdad?... Eso de andar metiéndose con alguien más no era una excusa, había sido un traspié, una mala decisión producto de los encantos que Holly podía mostrar al ser una veela. Era… - No soy el ombligo del mundo y tampoco pretendo serlo, pero no puedes esperar que en verdad me quede tranquila y como si nada cuando traes a alguien que se encargó de producirme tanto malestar. ¿De verdad la trajiste porque te hace feliz? ¿No te está engatusando? ¿Estás con ella por voluntad? Puedo soportarlo, si dices que no lo sabías puedo soportarlo porque eres mi hermano y te amo. Pero por esas mismas razones es que quiero asegurarme de que sabes en lo que te estás metiendo. - Lo último que me faltaba ahora, era que mi hermano saliese lastimado por culpa de la misma zorra que se había metido conmigo. Que si en verdad tenía algo contra mí, pues no me importaba, pero si su misión era lastimar a las personas que amaba, pues no respondía de mí. - Ma, no… no creo que vayamos a reconciliarnos con Percy. Eso no es lo que importa ahora. - Lo que importa era que tenía que demostrar que era una adulta decente, fuerte y segura de sí.

El destino parece querer ponerme a prueba en ese mismo momento, y cuando la muchacha aparece por el marco de la puerta puedo incorporarme con toda la elegancia que se ejercer. No significa que mi semblante se haya recuperado en lo más mínimo, pero ese no es el punto. - Cosas familiares, no te preocupes, solo me encuentro algo descompensada. - Debo esbozar la sonrisa más falsa de toda la historia, pero estoy dispuesta a hacer el esfuerzo. - Eres la invitada y no tienes nada que hacer… - Ay, no. Así no era, “no tienes que hacer nada” suena mucho mejor. - ¡Kitty! - El reproche me sale de manera automática, pero me callo porque no corresponde que sea yo la que ande disciplinando a mi hermana cuando mi madre estaba a solo unos pasos de distancia. No quería tener más razones para ser considerada una amargada.
Alexa S. Romanov
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Invitado
Invitado
¡No! ¡Basta! ¡No van a pele…! ¡Luka!— pretendo con un tono severo a mi hijo por el ataque hacia su hermana y también hacia mí por acusarme de un favoritismo que ¡oh, por favor! ¡No es cierto! Para luego cambiarlo por uno de ruego a mi hija. —Lex, por favor— le imploro para que conserva la calma con su hermano, tal como lo hace, así que me coloco detrás de ella para apoyar mis manos en sus hombros con una mirada severa hacia la espalda que se aleja de Luka. El ceño fruncido sigue ahí cuando el umbral de la cocina es otro rostro el que aparece, seguido de cerca por el de mi hija menor, tengo que inspirar muy hondo para no ir contra nuestra invitada por su descaro y trago hondo mi veneno cuando mi hija mayor toma la palabra para… ¿mentir? ¿ser amable con la chica? ¿se lo merece acaso? Fui yo quien le enseñé modales a mis hijas, así que no seré quien los rompa.  

Kitty, ¡qué impaciencia, hija! ¡Ven, ayúdame! ¡Y no picotees nada mientras lo llevas a la mesa!— le indico, bien puedo hacerlo con la varita, pero así la mantengo ocupada a ella y yo finjo hacerme la distraída al decir: —Lex, luego seguiremos hablando de eso, nos debemos una importante charla al respecto. Y Holly, ven, por favor, encárgate de este plato…— la llamo mientras despido a mi hija mayor para que abandone la cocina con una palmadita en su espalda. —Lex, Kitty, vayan… acomoden todo… Holly, ven…— retengo a la muchacha por su muñeca y con una mirada que no puede ser tomada con otro significado, le indico a mis hijas que se marchen para que nos dejen a solas.

Me aclaro la garganta con suavidad al palmear la mano de la chica y en la cercanía simulo cierta confidencia. —Es una cena sensible para nosotros, Holly. No solo está ausente mi esposo Kostya, también… bueno, nos habíamos acostumbrado a que el novio de Lex sea parte de la familia y… su ausencia esta noche se siente, Lex lo sufre en silencio. Estaban por casarse, tenían tantos planes, Lex lo amaba tanto, no te imaginas, no puedes hacerte una idea de cómo se le rompió el corazón cuando Percy la engañó. ¿Lo conoces, no? Percy Donnnadieu— le doy una palmadita simpática en el hombro. —Sabemos que la engañó con una veela, perdona si reaccionamos así al verte… olvidémoslo, ¿sí? Se amable con Lex, mucho ha sufrido la pobre. ¿Traes la ensalada, si?— le pido al encaminarme a la puerta de la cocina con una bandeja propia ocupando mis manos y tomando el mando de mi familia al cruzar a prisa el pasillo hasta el comedor para dar comienzo a la cena, y si nuestra invitada tiene algún tipo de decencia, se retirará antes del primer plato.
Anonymous
Luka T. Romanov
Personal de Defensa
Una torcida sonrisa se prestó a decorar el rostro del rubio, el cual les daba la espalda a ambas mujeres y tomaba los platos de la balda superior. De acuerdo, cuando estaba fuera de allí podía decir lo que se le viniera en gana, decirlo como y cuando quisiera, pero cuando estaba entre aquellas cuatro paredes debía de morderse la lengua para no romper la imagen que su madre pudiera tener sobre él; porque, aunque ya hacía un tiempo que no le interesaba lo que su familia pudiera pensar de él, tampoco debía sobrepasarse. Y por ello ignoró deliberadamente toda la falsa palabrería de Alexa, plus de la su madre fingiendo que no estaba en lo correcto, hasta que fue la voz de Holly regresando a la cocina lo que hizo que volviera la mirada hacia la entrada.

No debía reírse en aquella situación. Él había sido el impulsor de la misma, sabedor del drama que armaría su madre al saber de la naturaleza de la joven, pero no teniendo la menor idea de lo que había ocurrido entre ella y el ex de Alexa. Al menos la enana era la única que no estaba histérica. Sonrió de medio lado por los gritos histéricos de Kitty, seguidos de las órdenes de su madre que las envió a ambas al comedor, tratando de quedarse sola con Holly. — No voy a arriesgarme a que me critiquéis a las espaldas — comentó con tono jocoso, estirando el brazo en un intento de atrapar a Holly pero quedándose a medio camino por las palabras de su madre. Definitivamente la había metido en una especie de nido de víboras y, sí, se sentía algo mal por ello. No era lo mismo andar jodiéndola para darle una lección de modales que lo que estaba sucediendo allí.

Soltó una risa seca, dejando ir buena parte de aire en la misma, y acabando por cernir la mano en torno al brazo de la veela, evitando que saliera tras la cohorte real en dirección al comedor. — No ha sido muy sutil, ¿verdad? — comentó divertido, soltándola y tomando él la ensalada entre sus manos. — ¿Te acostaste con mi ex cuñado? Porque eso sería… ya sabes, guau —. Nunca le cayó demasiado bien Percy, la verdad es que quería que no se casara con Alexa, pero tampoco quería que le hiciera daño a su hermana y, teniendo en cuenta lo enamorada que estaba, era complicado. — Mi madre suele ser bastante educada con las visitas, quizás después las critica pero no justo cuando están aquí — explicó haciéndole un gesto para dirigirse al comedor, lugar en el que ya debían estar todas las mujeres de la casa. — Sólo ignóralas, sobre todo a Alexa — agregó antes de entrar a la estancia y dejar la fuente en el centro de la mesa. Retirando hacia atrás la silla para que Holly se sentara a su lado, justo antes de sentarse él mismo.

— Un buen vino y todo — rompió el silencio inclinándose al frente para tomar la botella y entretenerse abriéndola.
Luka T. Romanov
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Holly A. Callahan
Civil
Pobre Kitty, hasta me daría ternura si no fuera porque para mí es muy fácil oler la mierda y, a pesar de que mi sonrisa es suave en dirección a Alexa y sus buenos modales, mis ojos se achinan. Me hubiera dado la vuelta si no fuera porque la señora Romanov me reclama, sujetando mi muñeca. Me veo obligada a acercarme al plato en lo que oigo su voz, mis movimientos son lentos porque no entiendo por qué diablos me está contando todo esto, hasta que el nombre de Percy Donnadieu me deja recalculando. Me suena… ¿Por qué me suena? Todo el mundo en el ministerio va y viene, veo caras y nombres todos los benditos días. Lo puedo comprender cuando siento la palmadita en mi hombro — Oh… — es lo único que se me escapa, es muy fácil ignorar a Luka cuando puedo sentir el calor subir por mi garganta — Que mal… — ¿El rubio con cara de muñeco aplastado tenía novia? ¡No mencionó nada! Tiene sentido, la gente no usa las neuronas cuando se atonta al pasar cerca de las veelas, pero aún así… Voy a matar a Luka. Lo voy a dejar hecho cenizas.

La señora Romanov se retira y yo aún estoy sosteniendo el bol de la ensalada, no muy segura de cómo hacer que mi cerebro reaccione. No tiendo a sentirme avergonzada de mis acciones, pero puedo sentir cierto picor en los ojos cuando la voz del único hombre de la casa me alcanza — No lo sabía… — murmuro entre dientes, me obligo a respirar con calma. No voy a pedir disculpas por algo que no es mi culpa, no cuando yo no era quien mantenía una relación y, hasta donde sé, entre todas las leyes estúpidas que hay en este país ninguna me dice que no soy libre de acostarme con quien quiera… a excepción de muggles, claro. ¡Pero este era un jodido mago y, en mi saber, ambos éramos libres de hacer lo que querramos! — ¿Ignorarlas? — aunque farfullo, sé que sueno histérica cuando giro mi cabeza rápidamente en dirección a Luka — ¿Cómo quieres que las ignore, cuando solo se sentarán a juzgarme en silencio porque, según ellas, he arruinado una pareja? No, claro, Percy es un santo. Se sube la cremallera de los pantalones y todos debemos bendecir sus acciones — estúpido Donnadieu, estúpidos Romanov y, por sobre todo, estúpida yo — Si querías traer una veela para fastidiar a tu familia, búscate a otra.

Debo salir de la cocina hecha un torbellino y estoy segura de que se me está crispando la nariz. Me detengo al ver como Luka acomoda una silla para que me siente, pero todo en esa mesa me produce repelús. Mis dedos golpetean el borde del bol como si dudara de algo mucho más ligero, pero acabo apoyando la ensalada sobre la mesa con sumo cuidado y aliso un poco mi ropa con las manos — Preferiría pasar de la comida esta noche. Creo que a ninguno de nosotros nos haría bien pasar por esto — ¿Ven, Romanovs? Así se pasa un acto de madurez. Me enderezo todo lo alta que soy y voy en busca de mi chaqueta, la cual paso rápidamente por mis hombros. Quiero correr. Quiero llamar a Mimi y decirle que la gente es una basura, otra vez. Estoy acomodando el cuello de mi abrigo cuando tomo una decisión posiblemente estúpida; giro sobre mis pies como si olvidase de algo y regreso a paso veloz a la mesa. Se oyen mis zapatos retumbar en lo que llego junto a Luka, tomo el cuello de su camisa y tiro de él, estampando mi boca efusivamente contra la suya. ¿Venganza inmadura? Quizá, pero no es mi culpa. Me separo de él con brusquedad y fuerzo una sonrisa amplia en dirección a las mujeres adultas de la habitación — Un placer conocerlas. Espero verte otra vez, Kitty — juro que ese sentimiento es el único genuino. Acomodo con cuidado pomposo las arrugas de la ropa del muchacho que yo misma he creado y me volteo con un latigazo de mi cabello, lo más digna que puedo para salir por esa puerta.
Holly A. Callahan
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