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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Hace dos semanas que vengo dándole vueltas al asunto.
Enero nos ha cubierto de nieve y el cielo gris es un reflejo perfecto de lo que ha sido mi cabeza en todo este tiempo. Desde la pasada Navidad me he silenciado bastante, sin tener una idea de cómo solucionar el problema que Kendrick nos trajo en forma de paquete enviado desde el Capitolio. Esta mañana he amanecido con una solución salida de la galera, una que dudo mucho que funcione y, en consecuencia, sé que no puedo hablarlo con cualquiera. Arianne no va a aceptarlo y hasta dudo que lo entienda, así que ni me molesté en levantarla. ¿Cómo explicarle todo lo que significa para mí algo como esto, cuando ella no ha vivido exactamente lo mismo que yo durante todos estos años? La cantidad de pérdidas que hemos tenido en el último tiempo es inmensa y, lo peor, es el no saber qué ha sido de muchos de ellos. Con Ava tenemos una pista y pretendo aferrarme a ella con todo el desespero que soy capaz de poseer, a pesar de que cualquiera podría llamarme iluso. ¿Estoy dispuesto a cometer locuras? Una mancha más no le hace daño al tigre.
Por eso mismo espero paciente a que Alice salga de la salita médica en la que está trabajando esta mañana, con una visible calma que en realidad no siento. Los copos de nieve han dejado de caer, pero aún así se han encargado de pintar toda la zona y me encuentro enfundado en un montón de abrigo, con dos vasos largos de café en espera de la figura de una de las personas que mejor va a comprenderme y con quien siempre supe que puedo confiar. Estoy nervioso, posiblemente ansioso, solo necesito una opinión. Hasta me gustaría creer que busco que ella me convenza de que es una locura y que lo mejor es esperar a tener una solución más certera, una con la cual ninguna ha podido dar. La calle está tan desierta que empieza a darme una mala sensación y bebo un poco del café que he destinado para mí con tal de mantenerme caliente. No estoy acostumbrado a este tipo de cafeterías, tiene tanta porquería como crema que me obliga a hacer una mueca. ¿A quién se le ocurrió decir que el café de Spellbucks era imperdible? Y eso que tardé mil siglos en hacer mi pedido porque sus nombres no me decían absolutamente nada. Ya no estoy para estas cosas, pasé demasiado tiempo fuera como para acostumbrarme a pedir un café con leche con algún nombre ridículo.
Para cuando el cabello oscuro de Alice sale por la puerta, yo ya estoy pasado de azúcar. Me acerco con un saludo que tira mis labios en una pequeña sonrisa para nada natural y le tiendo el vaso que aún sigue lleno — ¿Soy el único que aún no se acostumbra a este tipo de vida? Este lugar incluso le ha cambiado el nombre a los muffins — tanto que hasta me negué a comprar uno. Doy un nuevo sorbo, echándole una vista al edificio por encima de su cabeza — ¿Día duro? Los resfríos deben estar a la orden — meto la mano que me ha quedado libre dentro del bolsillo de la chaqueta y muevo mi cabeza, haciéndole una seña para comenzar a andar. Siendo honesto, no sé hacia donde — Quería hablar contigo. Sobre Ava — sé que comprende por dónde va el asunto, pero en vista de que nadie en el consejo supo qué hacer, sospecho que ella debe imaginarse que yo vendría con alguna locura.
Enero nos ha cubierto de nieve y el cielo gris es un reflejo perfecto de lo que ha sido mi cabeza en todo este tiempo. Desde la pasada Navidad me he silenciado bastante, sin tener una idea de cómo solucionar el problema que Kendrick nos trajo en forma de paquete enviado desde el Capitolio. Esta mañana he amanecido con una solución salida de la galera, una que dudo mucho que funcione y, en consecuencia, sé que no puedo hablarlo con cualquiera. Arianne no va a aceptarlo y hasta dudo que lo entienda, así que ni me molesté en levantarla. ¿Cómo explicarle todo lo que significa para mí algo como esto, cuando ella no ha vivido exactamente lo mismo que yo durante todos estos años? La cantidad de pérdidas que hemos tenido en el último tiempo es inmensa y, lo peor, es el no saber qué ha sido de muchos de ellos. Con Ava tenemos una pista y pretendo aferrarme a ella con todo el desespero que soy capaz de poseer, a pesar de que cualquiera podría llamarme iluso. ¿Estoy dispuesto a cometer locuras? Una mancha más no le hace daño al tigre.
Por eso mismo espero paciente a que Alice salga de la salita médica en la que está trabajando esta mañana, con una visible calma que en realidad no siento. Los copos de nieve han dejado de caer, pero aún así se han encargado de pintar toda la zona y me encuentro enfundado en un montón de abrigo, con dos vasos largos de café en espera de la figura de una de las personas que mejor va a comprenderme y con quien siempre supe que puedo confiar. Estoy nervioso, posiblemente ansioso, solo necesito una opinión. Hasta me gustaría creer que busco que ella me convenza de que es una locura y que lo mejor es esperar a tener una solución más certera, una con la cual ninguna ha podido dar. La calle está tan desierta que empieza a darme una mala sensación y bebo un poco del café que he destinado para mí con tal de mantenerme caliente. No estoy acostumbrado a este tipo de cafeterías, tiene tanta porquería como crema que me obliga a hacer una mueca. ¿A quién se le ocurrió decir que el café de Spellbucks era imperdible? Y eso que tardé mil siglos en hacer mi pedido porque sus nombres no me decían absolutamente nada. Ya no estoy para estas cosas, pasé demasiado tiempo fuera como para acostumbrarme a pedir un café con leche con algún nombre ridículo.
Para cuando el cabello oscuro de Alice sale por la puerta, yo ya estoy pasado de azúcar. Me acerco con un saludo que tira mis labios en una pequeña sonrisa para nada natural y le tiendo el vaso que aún sigue lleno — ¿Soy el único que aún no se acostumbra a este tipo de vida? Este lugar incluso le ha cambiado el nombre a los muffins — tanto que hasta me negué a comprar uno. Doy un nuevo sorbo, echándole una vista al edificio por encima de su cabeza — ¿Día duro? Los resfríos deben estar a la orden — meto la mano que me ha quedado libre dentro del bolsillo de la chaqueta y muevo mi cabeza, haciéndole una seña para comenzar a andar. Siendo honesto, no sé hacia donde — Quería hablar contigo. Sobre Ava — sé que comprende por dónde va el asunto, pero en vista de que nadie en el consejo supo qué hacer, sospecho que ella debe imaginarse que yo vendría con alguna locura.
Siento que no paro cuando me levanto por las mañanas en esta época de frío que me mantendría pegada a las sábanas si no fuera porque tengo que cumplir con mi trabajo. Sí, se me hace extraño pensarlo de esa forma cuando hace menos y nada ni siquiera podíamos salir a la calle. Ahora de repente he pasado a tener todas estas responsabilidades encima que, de alguna manera también rara, me hace sentir un poco más como en casa. Casa haciendo referencia a cómo solíamos vivir en el catorce, por la estructura y organización que estamos intentando implantar, puedo decir que hay algo reconfortante en poder movernos como solíamos hacerlo. Claro, la gente es distinta y el estilo de vida aquí no tiene nada que ver con el que teníamos en las lindes del catorce, para empezar, pero he aprendido en este último tiempo que hay que aprender a adaptarse a los cambios, o los cambios terminarán por acabar contigo. Escoges una de las dos opciones.
No está tan mal si miro el panorama completo, mantener la cabeza ocupada es una buena forma de ignorar que no estamos todos los que tenemos que estar en estas épocas festivas que afortunadamente ya dieron su fin hace unos días. Así todo puede volver a la normalidad dentro de este lugar tan poco normativo y hacer mi trabajo es mucho más interesante cuando no hay que atender a aquellos que se pasaron haciendo tonterías en año nuevo. Casi tengo que agradecer que los resfriados regresen a llenar las consultas, hasta que unas cuantas mañanas seguidas de ver mocos me recuerdan lo mucho que deseo que lleguen las alergias de primavera. Ya no solo por eso, sino que el tiempo también es más llevadero que el viento gélido que golpea contra mis mejillas cuando empujo la puerta para salir del edificio, topándome con la figura esperada de Ben y la salvación hecha café.
— Huh, veo que ya estás familiarizado con la cafetería del distrito, ¿dónde quedó el gorrito y las gafas de pasta? — bromeo, tomando el vaso para darle un sorbo sin importar que se siente caliente en mis manos. Acostumbrada a lo amargo del café, mi rostro se transforma en una mueca al tener que pasar toda la cantidad de azúcar que debe haber acumulada en el líquido por pura decoración. Creo que si le doy otra vuelta, no sabe tan mal, hasta puedo encontrarle cierto aprecio al sabor. — Digamos que es mejor que no te acerques mucho a mí por los próximos catorce días. — aunque lo hago sonar como una broma, que acompaño además con una sonrisa fugaz por encima del borde del vaso, creo que no estoy muy lejos de ser cierto. Se me borra un poco la sonrisa cuando, a pesar de que tenía bastante claro que Ben no querría hablar sobre mocos precisamente, apenas da un rodeo antes de ir directamente al grano. — Es por lo del anillo, ¿verdad? Aun le estás dando vueltas. — espero que entienda que la pregunta pasa a ser una afirmación, cuando me animo a tragar es que pongo un poco más de empeño en que salgan las palabras, mientras sigo su paso sin saber muy bien hacia dónde vamos. — Te prometo que yo también le estoy dando vueltas al asunto, pero no sé... no sé como podemos sacarla de ahí, si es que está viva y no están jugando con nosotros, siempre es una posibilidad. Pero tiene que estarlo... ¿no? Es Ava. — soy consciente del tono dudoso de mi voz cuando le miro de reojo, por ser la incógnita que no podemos resolver y nos acompaña por las noches.
No está tan mal si miro el panorama completo, mantener la cabeza ocupada es una buena forma de ignorar que no estamos todos los que tenemos que estar en estas épocas festivas que afortunadamente ya dieron su fin hace unos días. Así todo puede volver a la normalidad dentro de este lugar tan poco normativo y hacer mi trabajo es mucho más interesante cuando no hay que atender a aquellos que se pasaron haciendo tonterías en año nuevo. Casi tengo que agradecer que los resfriados regresen a llenar las consultas, hasta que unas cuantas mañanas seguidas de ver mocos me recuerdan lo mucho que deseo que lleguen las alergias de primavera. Ya no solo por eso, sino que el tiempo también es más llevadero que el viento gélido que golpea contra mis mejillas cuando empujo la puerta para salir del edificio, topándome con la figura esperada de Ben y la salvación hecha café.
— Huh, veo que ya estás familiarizado con la cafetería del distrito, ¿dónde quedó el gorrito y las gafas de pasta? — bromeo, tomando el vaso para darle un sorbo sin importar que se siente caliente en mis manos. Acostumbrada a lo amargo del café, mi rostro se transforma en una mueca al tener que pasar toda la cantidad de azúcar que debe haber acumulada en el líquido por pura decoración. Creo que si le doy otra vuelta, no sabe tan mal, hasta puedo encontrarle cierto aprecio al sabor. — Digamos que es mejor que no te acerques mucho a mí por los próximos catorce días. — aunque lo hago sonar como una broma, que acompaño además con una sonrisa fugaz por encima del borde del vaso, creo que no estoy muy lejos de ser cierto. Se me borra un poco la sonrisa cuando, a pesar de que tenía bastante claro que Ben no querría hablar sobre mocos precisamente, apenas da un rodeo antes de ir directamente al grano. — Es por lo del anillo, ¿verdad? Aun le estás dando vueltas. — espero que entienda que la pregunta pasa a ser una afirmación, cuando me animo a tragar es que pongo un poco más de empeño en que salgan las palabras, mientras sigo su paso sin saber muy bien hacia dónde vamos. — Te prometo que yo también le estoy dando vueltas al asunto, pero no sé... no sé como podemos sacarla de ahí, si es que está viva y no están jugando con nosotros, siempre es una posibilidad. Pero tiene que estarlo... ¿no? Es Ava. — soy consciente del tono dudoso de mi voz cuando le miro de reojo, por ser la incógnita que no podemos resolver y nos acompaña por las noches.
Me sonrío, un gesto que parece un poco nervioso y forzado en los últimos días — Tendría que haberme traído el sombrero para usarlo de barbijo, entonces — seguir una broma se siente como un insulto a la memoria de aquellos que no están, lo cual es totalmente estúpido porque no podemos dejar de vivir a pesar de que otros no puedan disfrutar de las pequeñas cosas que nosotros estamos gozando, sea un chiste inocente o un café. ¿A eso me he reducido? ¿A un montón de culpa acumulada en casi dos metros de altura? Siento pena por mi yo de la infancia, no le gustaría en lo absoluto el hombre en el cual me he convertido — ¿Soy tan obvio? — que estoy seguro de que lo soy, incluso si dejamos el lado el factor fundamental de que Alice me conoce demasiado bien como para ocultarlo. Me gusta pensar que lo que tuvimos fue especial, ahora que podemos mirarlo a la distancia, lo suficiente como para poder hacer cualquier resentimiento a un lado y pensar en ella como una de esas personas que no pueden hacerme falta, como un pilar fundamental en mi caótica vida.
Sabía que iba a decir eso, podía olerlo venir. Es lo mismo que todos han dicho, si no es por miedo a que sea una trampa es porque la creen muerta y, si no es por eso, es porque es un riesgo innecesario. Es Ava. Tal vez soy demasiado terco, pero yo sí creo que es necesario — Está viva — lo digo tan rotundamente que hasta suena a que he recibido una llamada del mismísimo Magnar para confirmármelo — ¿Acaso no los conocemos demasiado? Han puesto el rostro de esos aurores en todos los noticieros. ¿No habrían querrido darle algo de sabor de justicia a los suyos condenando a una de sus asesinas por televisión? Les encanta pavonearse, demostrar que tienen el control — quizá por eso Jamie me era mucho más fácil de leer, no solo la conocía, sino que también Aminoff se me hace mucho más impredecible. Trato de hacer tronar mi cuello con un vago movimiento que busca eliminar la tensión acumulada y doy un nuevo trago de café — Está viva, Al. Y no sé si la están usando como cebo o provocación, pero no voy a permitir que se pudra en un calabozo mientras yo estoy aquí bebiendo crema con café.
La cual empieza a mezclarse con la infusión y suaviza su sabor, así que no está tan mal. Me detengo en una esquina, la verdad es que no tengo una dirección hacia la cual me estoy encaminando y agradezco la soledad que el clima nos otorga. Me rasco el flequillo, sacudiéndolo con impaciencia — ¿Qué me dirías si he considerado una alternativa? — tengo que tomar algo de valor para enfrentarme a sus ojos, esos que siempre parecen ser escrutadores — Es arriesgado y puede salir muy mal, como también podría funcionar. Magnar me ofreció ser parte de su escuadrón una vez… — lo dejo caer como tentativa, sé que he contado esa historia en las reuniones del consejo como para detenerme en ello demasiado — Como pago, puedo reclamar una vida. Si somos listos, quizá… quizá yo pueda tomar su lugar — sin más sacrificios, sin sumar muertes innecesarias. Yo no tengo problema en ser un daño colateral en esta partida.
Sabía que iba a decir eso, podía olerlo venir. Es lo mismo que todos han dicho, si no es por miedo a que sea una trampa es porque la creen muerta y, si no es por eso, es porque es un riesgo innecesario. Es Ava. Tal vez soy demasiado terco, pero yo sí creo que es necesario — Está viva — lo digo tan rotundamente que hasta suena a que he recibido una llamada del mismísimo Magnar para confirmármelo — ¿Acaso no los conocemos demasiado? Han puesto el rostro de esos aurores en todos los noticieros. ¿No habrían querrido darle algo de sabor de justicia a los suyos condenando a una de sus asesinas por televisión? Les encanta pavonearse, demostrar que tienen el control — quizá por eso Jamie me era mucho más fácil de leer, no solo la conocía, sino que también Aminoff se me hace mucho más impredecible. Trato de hacer tronar mi cuello con un vago movimiento que busca eliminar la tensión acumulada y doy un nuevo trago de café — Está viva, Al. Y no sé si la están usando como cebo o provocación, pero no voy a permitir que se pudra en un calabozo mientras yo estoy aquí bebiendo crema con café.
La cual empieza a mezclarse con la infusión y suaviza su sabor, así que no está tan mal. Me detengo en una esquina, la verdad es que no tengo una dirección hacia la cual me estoy encaminando y agradezco la soledad que el clima nos otorga. Me rasco el flequillo, sacudiéndolo con impaciencia — ¿Qué me dirías si he considerado una alternativa? — tengo que tomar algo de valor para enfrentarme a sus ojos, esos que siempre parecen ser escrutadores — Es arriesgado y puede salir muy mal, como también podría funcionar. Magnar me ofreció ser parte de su escuadrón una vez… — lo dejo caer como tentativa, sé que he contado esa historia en las reuniones del consejo como para detenerme en ello demasiado — Como pago, puedo reclamar una vida. Si somos listos, quizá… quizá yo pueda tomar su lugar — sin más sacrificios, sin sumar muertes innecesarias. Yo no tengo problema en ser un daño colateral en esta partida.
Si estuviéramos hablando de cualquier otra persona, una con la que quizás, no hayamos compartido el tiempo que pasamos con Ava, me encontraría algo más escéptica sobre la creencia de sobrevivir en un lugar rodeado de enemigos. Pero como no me tardo en ponerlo en palabras, se trata de Ava, si no estoy un cien por cien segura de su habilidad para mantenerse con vida es porque, afortunadamente, no he tenido que compartir la experiencia de ser el saco de boxeo de Aminoff. Ese pensamiento se me hace repulsivo por un momento, razón por la que el café me sabe más amargo de lo que en realidad es por la cantidad de azúcar que lleva. — Probablemente como ambas, es lo que ocurre cuando se les golpea el orgullo, me molesta que sea Ava la que justo tuvo que terminar en medio de eso. — en estas situaciones, en algún momento siempre aparece la pregunta de si se podría haber evitado. Todos sabíamos en lo que nos estábamos metiendo, sí, pero los posibles daños que nos planteamos nunca se atienden a los esperados.
— Que soy todo oídos. — es lo primero que respondo a gran velocidad cuando parece tener una idea, una que estoy dispuesta a escuchar no solo con mis oídos sino también con mis ojos cuando se centran en su rostro. Muevo mis cejas porque no es como si lo que hayamos hecho hasta ahora no haya sido arriesgado, que salga mal entraba dentro del ochenta por ciento de probabilidades siendo generosos, no es algo que me sorprenda. Sí lo hace lo que propone y que me deja mirándole expectante, como si esperara que saliera con una resolución diferente que no me deje perpleja. — Dime que no estás hablando en serio, ¿estás hablando en serio? — lo repito, de esa forma espero que pueda repetir sus propias palabras dentro de su cabeza como sé que ya ha hecho, pero que como primera vez que las pone en voz alta, creo que la expresión de mi cara es suficiente para que tenga que darle otra vuelta de tuerca. Nos paro en el camino, tomando su brazo en el proceso para hacernos frenar. — ¿Te has vuelto loco? Tú sabes como son, sabes que no juegan limpio y que sus palabras no guardan otra cosa que mentiras. ¿Por qué no aceptaste en primer lugar? Era una propuesta fácil de tomar, no lo hiciste porque sabías perfectamente que no tenía ningún valor. — porque soy consciente de que haría cualquier cosa por colocarse en el lugar de Ava, es justo por eso que no debe hacerlo. — No eres ingenuo, Ben, no entres en su juego cuando sabes que tenemos las de perder si nos dejamos utilizar así. ¿Y qué ocurriría de tomar su lugar? Te perderíamos a ti, no es algo que esté dispuesta a permitir. — digo claro, porque Ben es uno de los pilares sobre los que se sostiene toda esta revolución, no seríamos nada sin él.
Retomo el paso, muy lentamente, como si de esa forma pudiera pensar con más claridad después de esta proposición tan tremendamente estúpida por su parte. Si no le miro como tal es porque estoy concentrada en otro pensamiento. — No… se nos tiene que ocurrir otra cosa. — empiezo, no sé muy bien como poner en palabras lo siguiente cuando estoy pensando en el momento. — Podemos… quizá podamos encontrar una solución desde fuera, buscar a alguien que conozca bien la base. — hasta Ben tiene que tener ciertos recuerdos, no precisamente agradables. Me freno un segundo, tomando una dirección completamente opuesta en mi línea de pensamiento. Me tomo un momento para fruncir mi propio ceño ante la ocurrencia. — ¿No te parece un poco extraño no haber escuchado de Hermann Richter desde que conseguimos el nueve? Sabemos que el tipo no se encuentra en la lista de favoritos de Magnar, ¿pero a qué están esperando? ¿Dónde se esconden? — sus seguidores, ¿qué planes tiene siquiera? ¿o lo del funeral fue tan solo un farol? Meneo un poco la cabeza, aun pensándolo. — No soy partidaria de sus ideas, no creo que nadie en el consejo lo sea, y quizá solo sea una solución desesperada, pero… ¿nunca escuchaste la frase ‘el enemigo de mi enemigo es mi amigo’? — me atrevo a mirarle, no sé muy bien cómo.
— Que soy todo oídos. — es lo primero que respondo a gran velocidad cuando parece tener una idea, una que estoy dispuesta a escuchar no solo con mis oídos sino también con mis ojos cuando se centran en su rostro. Muevo mis cejas porque no es como si lo que hayamos hecho hasta ahora no haya sido arriesgado, que salga mal entraba dentro del ochenta por ciento de probabilidades siendo generosos, no es algo que me sorprenda. Sí lo hace lo que propone y que me deja mirándole expectante, como si esperara que saliera con una resolución diferente que no me deje perpleja. — Dime que no estás hablando en serio, ¿estás hablando en serio? — lo repito, de esa forma espero que pueda repetir sus propias palabras dentro de su cabeza como sé que ya ha hecho, pero que como primera vez que las pone en voz alta, creo que la expresión de mi cara es suficiente para que tenga que darle otra vuelta de tuerca. Nos paro en el camino, tomando su brazo en el proceso para hacernos frenar. — ¿Te has vuelto loco? Tú sabes como son, sabes que no juegan limpio y que sus palabras no guardan otra cosa que mentiras. ¿Por qué no aceptaste en primer lugar? Era una propuesta fácil de tomar, no lo hiciste porque sabías perfectamente que no tenía ningún valor. — porque soy consciente de que haría cualquier cosa por colocarse en el lugar de Ava, es justo por eso que no debe hacerlo. — No eres ingenuo, Ben, no entres en su juego cuando sabes que tenemos las de perder si nos dejamos utilizar así. ¿Y qué ocurriría de tomar su lugar? Te perderíamos a ti, no es algo que esté dispuesta a permitir. — digo claro, porque Ben es uno de los pilares sobre los que se sostiene toda esta revolución, no seríamos nada sin él.
Retomo el paso, muy lentamente, como si de esa forma pudiera pensar con más claridad después de esta proposición tan tremendamente estúpida por su parte. Si no le miro como tal es porque estoy concentrada en otro pensamiento. — No… se nos tiene que ocurrir otra cosa. — empiezo, no sé muy bien como poner en palabras lo siguiente cuando estoy pensando en el momento. — Podemos… quizá podamos encontrar una solución desde fuera, buscar a alguien que conozca bien la base. — hasta Ben tiene que tener ciertos recuerdos, no precisamente agradables. Me freno un segundo, tomando una dirección completamente opuesta en mi línea de pensamiento. Me tomo un momento para fruncir mi propio ceño ante la ocurrencia. — ¿No te parece un poco extraño no haber escuchado de Hermann Richter desde que conseguimos el nueve? Sabemos que el tipo no se encuentra en la lista de favoritos de Magnar, ¿pero a qué están esperando? ¿Dónde se esconden? — sus seguidores, ¿qué planes tiene siquiera? ¿o lo del funeral fue tan solo un farol? Meneo un poco la cabeza, aun pensándolo. — No soy partidaria de sus ideas, no creo que nadie en el consejo lo sea, y quizá solo sea una solución desesperada, pero… ¿nunca escuchaste la frase ‘el enemigo de mi enemigo es mi amigo’? — me atrevo a mirarle, no sé muy bien cómo.
Está claro que estoy hablando en serio, posiblemente también me he vuelto loco. La conozco lo suficiente como para saber lo que vendrá a continuación, por suerte he tenido las horas como para pensar en todas las variantes posibles en esta conversación — No acepté en primer lugar porque no iba a venderlos. Esto es diferente — no se trata de entregar su ubicación, sino de brindar mis servicios. ¿Vale la pena condenarse a una vida a cargo del gobierno, si con esto salvo a una persona? Si sale bien, sí. Resoplo, que bien sé que no soy ingenuo, pero tengo algo que contradecir a sus palabras — Amber puede trabajar la seguridad por su cuenta. Lo único que soy yo, es una cara pública y de esas tenemos a montones. No me necesitan — un antiguo vencedor de su lado no tiene tanto como los rostros políticos que resuenan en nuestro grupo. ¿Jugará a su favor que me vaya a nivel imagen? Es un riesgo que estoy dispuesto a tomar.
Cierro los dedos con algo más de fuerza alrededor de mi vaso y doy gracias a que el envase es resistente. Tardo un momento en ir detrás de ella, tratando de seguir el camino de sus pasos — Ingresar a la base es demasiado arriesgado. Nunca nadie se fugó de ella y ni hablemos de penetrarla. Los dementores se encuentran en todos lados — no creo que tengamos el modo de conseguirlo, no sin pérdidas que no podremos reponer y que podrían evitarse si soy el único que se arriesga. Lo que no me espero es que Alice salga con una opción que me provoca el detenerme en seco, observando su nuca cuando sigue avanzando y tengo que acabar apretando el paso para quedar a su altura — ¿Estás sugiriendo una alianza con ese sujeto? Sé que podríamos ver qué tiene para ofrecer — admito — Pero… ¿En qué nos volvería eso? Richter no tiene la aprobación de la población de NeoPanem, no después de lo que ha hecho y mostrarnos como aliados no es una buena jugada ahora que estamos intentando conseguir aliados en los civiles. Sabemos que es una carta en contra — ¿Y eso queremos ahora, cuando estamos tratando de conseguir la fidelidad de la mayor cantidad de distritos posibles? No podemos darnos el lujo de la mala publicidad.
Intento relajar mi postura, controlo la respiración y pongo una mano sobre su hombro — Sé que parece una medida desesperada y es porque, en efecto, lo es — después de todo lo que hemos perdido, hay ciertos huecos que se sienten más pesados que otros — Pero Al, Ava es la única familia que me queda con seguridad — no sabemos qué ha pasado con Cale y Zenda, el resto ha muerto. Si tengo una oportunidad de sacarla de ahí, no puedo dejarla pasar — No puedo… He estado allí, no puedo condenarla a lo mismo solo por cobardía y tampoco sería capaz de perdonármelo a mí mismo. Es… es Ava — con esas palabras, espero darme por entendido. No tengo otra manera de expresarlo.
Cierro los dedos con algo más de fuerza alrededor de mi vaso y doy gracias a que el envase es resistente. Tardo un momento en ir detrás de ella, tratando de seguir el camino de sus pasos — Ingresar a la base es demasiado arriesgado. Nunca nadie se fugó de ella y ni hablemos de penetrarla. Los dementores se encuentran en todos lados — no creo que tengamos el modo de conseguirlo, no sin pérdidas que no podremos reponer y que podrían evitarse si soy el único que se arriesga. Lo que no me espero es que Alice salga con una opción que me provoca el detenerme en seco, observando su nuca cuando sigue avanzando y tengo que acabar apretando el paso para quedar a su altura — ¿Estás sugiriendo una alianza con ese sujeto? Sé que podríamos ver qué tiene para ofrecer — admito — Pero… ¿En qué nos volvería eso? Richter no tiene la aprobación de la población de NeoPanem, no después de lo que ha hecho y mostrarnos como aliados no es una buena jugada ahora que estamos intentando conseguir aliados en los civiles. Sabemos que es una carta en contra — ¿Y eso queremos ahora, cuando estamos tratando de conseguir la fidelidad de la mayor cantidad de distritos posibles? No podemos darnos el lujo de la mala publicidad.
Intento relajar mi postura, controlo la respiración y pongo una mano sobre su hombro — Sé que parece una medida desesperada y es porque, en efecto, lo es — después de todo lo que hemos perdido, hay ciertos huecos que se sienten más pesados que otros — Pero Al, Ava es la única familia que me queda con seguridad — no sabemos qué ha pasado con Cale y Zenda, el resto ha muerto. Si tengo una oportunidad de sacarla de ahí, no puedo dejarla pasar — No puedo… He estado allí, no puedo condenarla a lo mismo solo por cobardía y tampoco sería capaz de perdonármelo a mí mismo. Es… es Ava — con esas palabras, espero darme por entendido. No tengo otra manera de expresarlo.
Ruedo los ojos con cierta exasperación, porque no es la primera vez, ni será la última por desgracia, que tiene estos ataques de heroicidad y modestia que me hacen querer golpearlo en el brazo, si no es en la cabeza. No lo hago porque tal vez tenga una oportunidad de salirme con la mía si expongo puntos en los que puede que no haya pensado. — Por contrariedad a todo lo que quieras creer, sí te necesitamos. No eres solo una cara bonita pegada en un cartel, Ben, también eres un grano en el culo para el gobierno, en el buen sentido para nosotros, no ganarías nada entregándote por Ava y me repatea que ni siquiera pienses en los que sí te necesitan, cuando bien podría ser un truco de Aminoff. — porque por si el golpe de perder a Ava no fue suficiente, no necesitamos también que él se ande con pensamientos heroicos. — ¿O qué es lo que te ha dicho Ken al respecto? ¿Arianne? — no tiene que responderme, una mirada me vale para sospechar que ni se lo ha dicho.
— Siempre hay una primera vez para todo… — no está la cosa como para permitirse ser esperanzador, pero es lo único que murmuro al llevarme el vaso de cartón a los labios y darle un sorbo al café ahora que ya ha perdido parte de su calor. Sé que no hubiera sugerido entrar a la base de estar en una posición diferente, ¿pero ahora? Tenemos la suerte de disponer de la ayuda de más gente, aunque no creo que me vayan a ayudar en mi propuesta de misión suicida. — No estoy sugiriendo una alianza como tal… pero sabemos que Hans Powell se la tiene jurada a Ava desde lo que ocurrió en la celebración de Nimue, ¿este sujeto no es el padre? Se escucha que su relación es complicada, puede que tener una charla con él nos sirva para más de lo que creemos. — qué sé yo, soy médica, no estratega, pero entre el cáncer y un resfriado, creo que prefiero la segunda opción. — Es una carta en contra, lo sé, la fama de Hermann no nos beneficia, ¿pero no harías cualquier cosa por recuperar a Ava? — estamos en guerra, estos tiempos requieren de medidas desesperadas, creo que no soy la única que estaría dispuesta a ver qué tiene el hombre para dar si con eso conseguimos que la rubia regrese a donde tiene que estar.
Su mano sobre mi hombro me obliga a frenar un paso que de por sí no era muy acelerado, de modo que apenas tengo que reducir la velocidad para girarme hacia él. — Nadie te está llamando cobarde, de hecho, creo que eres tú el único que piensa de esa forma. Claro que puedes perdonártelo, porque no es lo que Ava hubiera querido. ¿Quieres que vaya yo? Si hablamos de actos heroicos, creo que hay más de uno aquí que estaría dispuesto a ocupar el lugar de Ava. — me incluyo entre esas personas, pero creo que no es el punto de todo esto. El instinto me lleva a levantar una mano y llevarla hacia su mejilla, sosteniéndola con mis dedos en lo que le obligo a mirarme. — No hagas algo estúpido, Ben, no es el momento para que nos separemos, nos necesitamos. Encontraremos el modo de recuperar a Ava, lo prometo, pero, por favor… por una vez en tu vida, no seas Ben. Fíjate que no estoy pidiendo tanto. — no sé como lo hago para conseguir bromear, pero la sonrisa que se asoma, aunque un poco lastimosa, creo que expone bien mi punto.
— Siempre hay una primera vez para todo… — no está la cosa como para permitirse ser esperanzador, pero es lo único que murmuro al llevarme el vaso de cartón a los labios y darle un sorbo al café ahora que ya ha perdido parte de su calor. Sé que no hubiera sugerido entrar a la base de estar en una posición diferente, ¿pero ahora? Tenemos la suerte de disponer de la ayuda de más gente, aunque no creo que me vayan a ayudar en mi propuesta de misión suicida. — No estoy sugiriendo una alianza como tal… pero sabemos que Hans Powell se la tiene jurada a Ava desde lo que ocurrió en la celebración de Nimue, ¿este sujeto no es el padre? Se escucha que su relación es complicada, puede que tener una charla con él nos sirva para más de lo que creemos. — qué sé yo, soy médica, no estratega, pero entre el cáncer y un resfriado, creo que prefiero la segunda opción. — Es una carta en contra, lo sé, la fama de Hermann no nos beneficia, ¿pero no harías cualquier cosa por recuperar a Ava? — estamos en guerra, estos tiempos requieren de medidas desesperadas, creo que no soy la única que estaría dispuesta a ver qué tiene el hombre para dar si con eso conseguimos que la rubia regrese a donde tiene que estar.
Su mano sobre mi hombro me obliga a frenar un paso que de por sí no era muy acelerado, de modo que apenas tengo que reducir la velocidad para girarme hacia él. — Nadie te está llamando cobarde, de hecho, creo que eres tú el único que piensa de esa forma. Claro que puedes perdonártelo, porque no es lo que Ava hubiera querido. ¿Quieres que vaya yo? Si hablamos de actos heroicos, creo que hay más de uno aquí que estaría dispuesto a ocupar el lugar de Ava. — me incluyo entre esas personas, pero creo que no es el punto de todo esto. El instinto me lleva a levantar una mano y llevarla hacia su mejilla, sosteniéndola con mis dedos en lo que le obligo a mirarme. — No hagas algo estúpido, Ben, no es el momento para que nos separemos, nos necesitamos. Encontraremos el modo de recuperar a Ava, lo prometo, pero, por favor… por una vez en tu vida, no seas Ben. Fíjate que no estoy pidiendo tanto. — no sé como lo hago para conseguir bromear, pero la sonrisa que se asoma, aunque un poco lastimosa, creo que expone bien mi punto.
Ser un grano en el culo para el gobierno jamás me ha jugado a favor. Como un vencedor fugitivo les quitaba poder sobre los asesinos de magos, como un esclavo que había quitado la vida de un brujo estaba escupiendo en sus propias creencias, la lista podría seguir. Esta es la primera vez que podría sacarle provecho a ser quien soy, estoy por apuntarlo cuando tengo que morderme la lengua porque me conoce lo suficiente como para que ni siquiera tenga que contestarle, aunque de todos modos lo hago en un gruñido — Eres la primera a la cual se lo digo. Ken puede llegar a entenderlo, pero no Arianne — Hemos hablado del futuro, de esas promesas que nos gustaría creer posibles. No puedo decirle que planeo echarlas por la borda por un sacrificio que puede salir mal, no cuando mi única razón para hacerlo es que ya he perdido a todo el mundo como para permitirme perder a alguien más. No sonará a suficiente para ella.
— Riorden Weynart es el Jefe de Guerra y… ¿Tú estás preocupada por Hans Powell? — no puedo evitar sonar cínico, pero la manera que arqueo mis cejas deja en evidencia que ni siquiera intenté disimular la expresión — Ava no solo ayudó a secuestralo, sino también asesinó a su hermana. No sé cómo serán las cosas bajo el régimen de Aminoff, pero dudo mucho que la inviten a tomar el té. La prisión jamás fue un spa y los Niniadis son creativos cuando se trata de torturas — tenga el apellido que tenga, Magnar no deja de ser hijo de Jamie, por mucho que me pese en relacionarlo con personas como Seth o Hero. ¿Cómo es que siquiera habían estado en el mismo vientre? Alguien debería darle gracias a la genética de Sean, por muy parientes que hubiesen sido con su esposa — Recuperar a Ava tiene que ser un trabajo limpio, con la menor cantidad de consecuencias posible. ¿Arriesgarías toda la imagen de nuestra causa cuando aún existe otra posibilidad? ¿Y qué nos asegura que podemos confiar en Hermann? — absolutamente nada. En lo que a mí respecta, toda esa calaña está podrida, tengan la sangre que tengan.
No, no podría perdonármelo. ¿Por qué es tan difícil de entender? No puedo decirle que a ella no la aceptarían como pago, que no tiene absolutamente nada para negociar a causa de su estado de simple muggle por mucho que quisiera sacrificarse por alguien que siempre ha estado ahí. No puedo no sonreír con cierta dulzura ante su toque, uno que se siente tan familiar como los árboles perdidos del catorce — Acabas de pedir dos imposibles — murmuro, el tono de gracia en mi voz es bastante desganado — ¿Que no haga nada estúpido y que no sea Ben? Al, hasta parece que no me conoces. He estado regido por esas dos normas desde hace casi veinte años — esas dos décadas en las cuales mi vida se transformó tanto que hasta resulta irreconocible, estoy seguro de que ella podrá entender gran parte de ese sentimiento. Alzo la mano que coloco sobre la suya, dándole un pequeño apretón antes de unir nuestros dedos — No me he detenido en todo ese tiempo y, siendo honesto, morir por esta causa suena hasta casi ideal. No me malinterpretes, no significa que estoy yendo con intenciones suicidas — que no es el punto de todo esto y no la necesito entrando en pánico por mi culpa — Pero prefiero dar un paso en solitario antes de llevar a todos conmigo. ¿Tienes una idea mejor? — solo por si las dudas, entorno los ojos en una expresión de desconfianza — Y no, Hermann Richter no entra en la ecuación, olvídalo.
— Riorden Weynart es el Jefe de Guerra y… ¿Tú estás preocupada por Hans Powell? — no puedo evitar sonar cínico, pero la manera que arqueo mis cejas deja en evidencia que ni siquiera intenté disimular la expresión — Ava no solo ayudó a secuestralo, sino también asesinó a su hermana. No sé cómo serán las cosas bajo el régimen de Aminoff, pero dudo mucho que la inviten a tomar el té. La prisión jamás fue un spa y los Niniadis son creativos cuando se trata de torturas — tenga el apellido que tenga, Magnar no deja de ser hijo de Jamie, por mucho que me pese en relacionarlo con personas como Seth o Hero. ¿Cómo es que siquiera habían estado en el mismo vientre? Alguien debería darle gracias a la genética de Sean, por muy parientes que hubiesen sido con su esposa — Recuperar a Ava tiene que ser un trabajo limpio, con la menor cantidad de consecuencias posible. ¿Arriesgarías toda la imagen de nuestra causa cuando aún existe otra posibilidad? ¿Y qué nos asegura que podemos confiar en Hermann? — absolutamente nada. En lo que a mí respecta, toda esa calaña está podrida, tengan la sangre que tengan.
No, no podría perdonármelo. ¿Por qué es tan difícil de entender? No puedo decirle que a ella no la aceptarían como pago, que no tiene absolutamente nada para negociar a causa de su estado de simple muggle por mucho que quisiera sacrificarse por alguien que siempre ha estado ahí. No puedo no sonreír con cierta dulzura ante su toque, uno que se siente tan familiar como los árboles perdidos del catorce — Acabas de pedir dos imposibles — murmuro, el tono de gracia en mi voz es bastante desganado — ¿Que no haga nada estúpido y que no sea Ben? Al, hasta parece que no me conoces. He estado regido por esas dos normas desde hace casi veinte años — esas dos décadas en las cuales mi vida se transformó tanto que hasta resulta irreconocible, estoy seguro de que ella podrá entender gran parte de ese sentimiento. Alzo la mano que coloco sobre la suya, dándole un pequeño apretón antes de unir nuestros dedos — No me he detenido en todo ese tiempo y, siendo honesto, morir por esta causa suena hasta casi ideal. No me malinterpretes, no significa que estoy yendo con intenciones suicidas — que no es el punto de todo esto y no la necesito entrando en pánico por mi culpa — Pero prefiero dar un paso en solitario antes de llevar a todos conmigo. ¿Tienes una idea mejor? — solo por si las dudas, entorno los ojos en una expresión de desconfianza — Y no, Hermann Richter no entra en la ecuación, olvídalo.
No sé si Ken se mostraría tan dispuesto a aceptar como él asegura, siendo que Ben constituye uno de los pilares más importantes sobre los que se apoya ahora que tiene todo el peso del distrito sobre sus hombros. Todos sabemos que el hecho de que lo esté haciendo bien y pueda con ello es precisamente porque tiene a su lado a personas como Benedict, no creo que lo deje escapar tan fácilmente, en especial si podemos dedicarle un poco más de tiempo a pensar en otra solución. El problema será analizar de cuánto tiempo disponemos con Ava, ya que el anillo fue una sorpresa inesperada, quien sabe si lo próximo no será su cabeza o algo por el estilo. Por un momento, me repugna siquiera estar pensando cómo lo hago, pero me temo que meternos dentro de la cabeza de nuestros enemigos es la única forma que tenemos de dar el siguiente paso.
Riorden es el Jefe de Guerra sí, y aun así puedo decir que me preocupa más Powell que él, viendo como reaccionó a lo que pasó con Colin, parece que Weynart se está ablandando o no se toma tan en serio su trabajo como quiere hacer ver. Pero también supongo que la familia es la familia, ¿no? No debería estar tan sorprendida de que Ben quiera sacrificarse por Ava, pero no estoy por dejarle hacerlo tan fácilmente. — Trabajo limpio, ya… Y tú propones ofrecerte para recuperarla ¿y después trabajar para ellos? Esa es la oferta que te hizo Aminoff, ¿no? Una vida a cambio de que pases a estar de su lado. — solo pongo lo que contó sobre la mesa, mirándole a la espera de que sea él mismo quién se de cuenta de lo estúpido que suena eso. — ¿Cómo piensas que saldrá eso? — sueno enfadada, quizás lo esté un poco, no lo suficiente para golpearlo, ¿pero cómo puede siquiera confiar en que Aminoff cumpla su palabra? Para mí suena a misión suicida, se mire por donde se mire.
Sonrío de lado porque ya lo sabía, pero la sonrisa es más bien irónica que otra cosa. — Sabía que estaba pidiendo demasiado. — reconozco, casi se reproduce cierta lástima en mi voz, de no ser porque no tengo tiempo para sentirla tanto como el espacio que le dejo a la resignación para que se ocupe del suspiro que suelto. — Siempre has tenido esa manía, ¿sabes? De creer que puedes hacerlo todo solo y que tú nadie más que tú tiene que sacrificarse por el resto. Si te pararas de vez en cuando te darías cuenta de que no sale nada bueno de hacer las cosas solo, siento que tengo que recordártelo antes de que en serio hagas una estupidez. — porque para mí ofrecerse como sustituto lo es, no me canso de repetírselo, esta vez dándole un ligero apretón a sus dedos a modo de caricia severa. — De acuerdo, olvidemos a Richter, también a Franco entonces. — añado, pues si mi idea no vale, la suya tampoco. — No por nada, pero si Ava regresa y tú no lo haces porque se te subió la heroicidad a la cabeza, la siguiente en hacer locuras seré yo, ¿de acuerdo? — ahora sí, creo que estoy estrujando sus dedos más fuerte de lo debido. — No tengo idea de lo que haremos, pero desde luego que la tuya no es mejor. — bufo, ¿ya se notó mi molestia por su culo heroico?
Riorden es el Jefe de Guerra sí, y aun así puedo decir que me preocupa más Powell que él, viendo como reaccionó a lo que pasó con Colin, parece que Weynart se está ablandando o no se toma tan en serio su trabajo como quiere hacer ver. Pero también supongo que la familia es la familia, ¿no? No debería estar tan sorprendida de que Ben quiera sacrificarse por Ava, pero no estoy por dejarle hacerlo tan fácilmente. — Trabajo limpio, ya… Y tú propones ofrecerte para recuperarla ¿y después trabajar para ellos? Esa es la oferta que te hizo Aminoff, ¿no? Una vida a cambio de que pases a estar de su lado. — solo pongo lo que contó sobre la mesa, mirándole a la espera de que sea él mismo quién se de cuenta de lo estúpido que suena eso. — ¿Cómo piensas que saldrá eso? — sueno enfadada, quizás lo esté un poco, no lo suficiente para golpearlo, ¿pero cómo puede siquiera confiar en que Aminoff cumpla su palabra? Para mí suena a misión suicida, se mire por donde se mire.
Sonrío de lado porque ya lo sabía, pero la sonrisa es más bien irónica que otra cosa. — Sabía que estaba pidiendo demasiado. — reconozco, casi se reproduce cierta lástima en mi voz, de no ser porque no tengo tiempo para sentirla tanto como el espacio que le dejo a la resignación para que se ocupe del suspiro que suelto. — Siempre has tenido esa manía, ¿sabes? De creer que puedes hacerlo todo solo y que tú nadie más que tú tiene que sacrificarse por el resto. Si te pararas de vez en cuando te darías cuenta de que no sale nada bueno de hacer las cosas solo, siento que tengo que recordártelo antes de que en serio hagas una estupidez. — porque para mí ofrecerse como sustituto lo es, no me canso de repetírselo, esta vez dándole un ligero apretón a sus dedos a modo de caricia severa. — De acuerdo, olvidemos a Richter, también a Franco entonces. — añado, pues si mi idea no vale, la suya tampoco. — No por nada, pero si Ava regresa y tú no lo haces porque se te subió la heroicidad a la cabeza, la siguiente en hacer locuras seré yo, ¿de acuerdo? — ahora sí, creo que estoy estrujando sus dedos más fuerte de lo debido. — No tengo idea de lo que haremos, pero desde luego que la tuya no es mejor. — bufo, ¿ya se notó mi molestia por su culo heroico?
Tuerzo los labios en un mohín. Me gustaría creer que Aminoff se dignaría a matarme en lugar de tenerme trabajando para él, pero los dos sabemos que lo segundo sería un mayor castigo que lo primero — No tengo la más mínima idea. Será cuestión de arriesgarse… ¿O no? — intento hacerlo sonar como si fuese un asunto mucho más informal, pero sé que no es suficiente como para sacar las emociones fatalistas de nuestro sistema. No me estoy arriesgando a un corte de pelo nuevo o a una elección de carrera, los resultados pueden ser mucho más decisivos y catastróficos.
Me río, por extraño que parezca. Es imposible no hacerlo cuando sé muy bien que no es la primera persona que me dice algo como esto, el pensarlo me clava una pequeña espinilla — Siempre he buscado apoyo y compañía, pero hay ciertas cosas que no te quedan más opción que hacerlas en soledad — no es como que el presidente hubiese ofrecido un trato en conjunto, si hubiera llegado a ella quizá lo comprendería mejor. Son sus condiciones, está en mí si lo tomo o lo dejo. El apretón de su mano es algo que no puedo evitar devolver, aunque de una manera un poco más suave — Ay, por favor, Al. ¿Ahora quién es la que tiene aires de heroísmo? — a pesar de desviar la intención, es su bufido lo que me recuerda que no he venido con cualquier idea. Bebo un poco más, en parte frustrado y en parte comprensivo, que si bien puedo entender su punto de vista yo también necesito que sea el mío el que quede en claro.
Me fijo en la nieve, en esas capas blancas y silenciosas que hacen parecer todo mucho más sencillo, como cuando te olvidas que debajo de todo lo que ha caído hay tierra y cemento. Con nosotros pasa algo parecido, vemos personas y podemos juzgarlas desde lo que tenemos a la vista, pero no nos fijamos en lo que hay debajo — Aún tengo que pensarlo, es una idea fresca que tengo que sopesar — digo simplemente — Pero necesito que entiendas esto: si yo sigo adelante con el conocimiento de que pude haber hecho algo y Ava es ejecutada en público, no esperes que responda de mí mismo. Todos tenemos límites, Al — y yo, por extraño que parezca, después de veinte años empiezo a encontrar el mío.
Me río, por extraño que parezca. Es imposible no hacerlo cuando sé muy bien que no es la primera persona que me dice algo como esto, el pensarlo me clava una pequeña espinilla — Siempre he buscado apoyo y compañía, pero hay ciertas cosas que no te quedan más opción que hacerlas en soledad — no es como que el presidente hubiese ofrecido un trato en conjunto, si hubiera llegado a ella quizá lo comprendería mejor. Son sus condiciones, está en mí si lo tomo o lo dejo. El apretón de su mano es algo que no puedo evitar devolver, aunque de una manera un poco más suave — Ay, por favor, Al. ¿Ahora quién es la que tiene aires de heroísmo? — a pesar de desviar la intención, es su bufido lo que me recuerda que no he venido con cualquier idea. Bebo un poco más, en parte frustrado y en parte comprensivo, que si bien puedo entender su punto de vista yo también necesito que sea el mío el que quede en claro.
Me fijo en la nieve, en esas capas blancas y silenciosas que hacen parecer todo mucho más sencillo, como cuando te olvidas que debajo de todo lo que ha caído hay tierra y cemento. Con nosotros pasa algo parecido, vemos personas y podemos juzgarlas desde lo que tenemos a la vista, pero no nos fijamos en lo que hay debajo — Aún tengo que pensarlo, es una idea fresca que tengo que sopesar — digo simplemente — Pero necesito que entiendas esto: si yo sigo adelante con el conocimiento de que pude haber hecho algo y Ava es ejecutada en público, no esperes que responda de mí mismo. Todos tenemos límites, Al — y yo, por extraño que parezca, después de veinte años empiezo a encontrar el mío.
Y como arriesgarnos nos puede salir maravillosamente o el tiro por la culata, le muestro una mueca que aún está por decidirse, o más bien imaginarse, si esta idea suya tendrá un resultado favorecedor o más bien todo lo contrario. No hay manera de saberlo, a pesar de que si me dejo guiar por el instinto que me dice no fiarme de personas cuyo propósito en la vida es arruinarnos la nuestra, diría que aceptar su propuesta es, en definitiva, una pésima sugerencia. — Hey, que aquí no soy yo la que está siendo dramática. — bufo — Es solo que… después de todo lo que hemos pasado, de las vueltas que dimos para llegar hasta aquí, no quiero resignarme a creer que tú ofreciéndote para intercambiar a Ava es la única solución, ¿sabes? — me encojo de hombros, queda como una confesión de niños, esos que nunca fuimos en realidad porque no nos lo permitieron. — Puedes decir lo que quieras sobre la soledad y como algunas decisiones se reducen a eso, a tomarlas solo, pero siempre hemos estado ahí, ¿no? Ava, tú, yo, pese a las estupideces y los errores, ¿qué ocurrirá si no regresáis ninguno? — porque estúpidamente creía que teníamos una oportunidad nueva dentro de estas barreras, como lo fue el catorce, ¿es tan ridículo que desee volver a tener eso?
— Lo entiendo, Ben, pues claro que lo entiendo. Pero también tú tienes que comprender que perderte no es algo que ninguno esté dispuesto a permitir, en especial cuando todavía no hemos sopesado todas las alternativas. Podemos encontrar una solución, juntos, danos una oportunidad antes de que nos pierdas la confianza tan rápido. — sabe que lo último no es más que una forma de hablar, mis ojos buscan los suyos incluso cuando se les cruza el cartón del vaso por un segundo. — A todos nos importa Ava, puede que no haya sangre que nos una, pero yo también la siento como mi familia, como estoy segura de que Ken también. — porque siempre se redujo a eso. Y ya perdimos a demasiados por el camino como para permitir que sus nombres se agreguen a la lista.
— Lo entiendo, Ben, pues claro que lo entiendo. Pero también tú tienes que comprender que perderte no es algo que ninguno esté dispuesto a permitir, en especial cuando todavía no hemos sopesado todas las alternativas. Podemos encontrar una solución, juntos, danos una oportunidad antes de que nos pierdas la confianza tan rápido. — sabe que lo último no es más que una forma de hablar, mis ojos buscan los suyos incluso cuando se les cruza el cartón del vaso por un segundo. — A todos nos importa Ava, puede que no haya sangre que nos una, pero yo también la siento como mi familia, como estoy segura de que Ken también. — porque siempre se redujo a eso. Y ya perdimos a demasiados por el camino como para permitir que sus nombres se agreguen a la lista.
Las palabras de Alice me llevan de un golpe a épocas mejores, esas en las cuales los tres podíamos compartir un almuerzo en una cabaña que ya no existe, en un distrito del cual no queda nada. La sonrisa que le regalo es pequeña y nostálgica, me siento como el niño que no desea preocupar a los adultos a pesar de que sus travesuras son las más criticadas de todo el lugar — Pues se sigue, como seguimos sin un montón de personas que fueron pilares y que hoy en día solo son un buen recuerdo. Seguiremos perdiendo gente, Al. Las cosas no se acabaron por ganar un distrito y no lo harán en cualquier tiempo cercano — sé que lo que le digo no es nada que ella ya no sepa, pero a veces creo que es bueno traerlo a colación. Es fácil olvidar que el mundo sigue cuando puedes verte cómodo y feliz por primera vez en mucho tiempo.
Me resigno y bebo lo que queda de mi café, el cual se siente ya un poco frío y cuyo contenido es más que nada crema. Me relamo, seguro de que me han quedado manchas en los labios y, por las dudas, me limpio con el dorso de la mano — Prometo que no haré nada sin tener un plan meditado antes. Puedo ser kamikaze, pero tampoco tanto — porque si hay algo que no puedo refutarle es que todo esto siempre ha sido un trabajo en equipo. Lanzo el vaso de cartón dentro del cesto de basura que decora la esquina, meto las manos en los bolsillos calentitos de mi chaqueta y resuelvo esto con un asentimiento — Lo sé. Por eso necesitaba hablarlo con alguien y sabía que tú lo entenderías. Sé que no tiendo a decir estas cosas… — lo vacilo un poco, pero opto por relajar la postura y curvar una sonrisa ladina — … pero eres una de las personas más importantes para mí, Al. Siempre valoraré tu opinión y tu apoyo y, pase lo que pase, te prometo que no me volveré un fantasma — al menos, no mientras siga con vida. Lo demás ya no puedo controlarlo.
Me resigno y bebo lo que queda de mi café, el cual se siente ya un poco frío y cuyo contenido es más que nada crema. Me relamo, seguro de que me han quedado manchas en los labios y, por las dudas, me limpio con el dorso de la mano — Prometo que no haré nada sin tener un plan meditado antes. Puedo ser kamikaze, pero tampoco tanto — porque si hay algo que no puedo refutarle es que todo esto siempre ha sido un trabajo en equipo. Lanzo el vaso de cartón dentro del cesto de basura que decora la esquina, meto las manos en los bolsillos calentitos de mi chaqueta y resuelvo esto con un asentimiento — Lo sé. Por eso necesitaba hablarlo con alguien y sabía que tú lo entenderías. Sé que no tiendo a decir estas cosas… — lo vacilo un poco, pero opto por relajar la postura y curvar una sonrisa ladina — … pero eres una de las personas más importantes para mí, Al. Siempre valoraré tu opinión y tu apoyo y, pase lo que pase, te prometo que no me volveré un fantasma — al menos, no mientras siga con vida. Lo demás ya no puedo controlarlo.
No es como que no tenga razón, pero me atrevo a mirarle como si no estuviera escuchando sus propias palabras, incluso cuando soy consciente de que es el pensamiento que le ha llevado a tomar una decisión tan firme como esta. — Lo sé. — digo, sin apenas rastro de ánimo en la voz. — Por eso no quiero tener que añadirte a esa lista. — ni a él, ni a Ava. Queda como una advertencia que espero que tome, me atrevo en el proceso a alzar una ceja en su dirección, tal y como hacía en tiempos pasados cuando pasaba por completo de mi consejo. También largo un suspiro, cayendo en la cuenta de que si antes seguía haciendo lo que le parecía, ahora mucho más que mi palabra no tiene el peso que me gustaría seguir teniendo sobre su persona para que no cometa esta clase de estupideces.
No soy quién para prohibirle nada en su vida, mucho menos para decirle lo que tiene que hacer. Por mucho que me pese, lo que me queda por hacer ahora es tratar de comprender de dónde vienen sus miedos, y aceptar lo que viene. De un sorbo termino lo que queda del café en el interior del vaso y tiro el contenedor a la misma papelera que él. — Kamikaze, cabezota, testarudo… — enumero, como si con esas aún pudiera hacerle ver que su personalidad no es precisamente la ideal, pero la sonrisa irónica, aunque triste, denota que tan solo estoy bromeando. Esa misma sonrisa se transforma en una más cálida por sus palabras, a pesar de que no me tardo en endurecerla por lo siguiente que suelto. — Oh, más te vale, porque si no seré yo la próxima que vaya al inframundo a patearte el culo de vuelta. — no es tanto una broma si consideramos que lo digo completamente de verdad, salvo que esa opción no es muy probable en la realidad y es lo que le resta credibilidad. Al final, no me resisto a tomar sus hombros con mis manos para estrecharlo en un abrazo como los de antes, permitiendo que mi mentón repose contra su hombro y mi cabeza se ladee. — Hablo en serio. — si endurezco un poco la voz, hasta puede sonar como una amenaza.
No soy quién para prohibirle nada en su vida, mucho menos para decirle lo que tiene que hacer. Por mucho que me pese, lo que me queda por hacer ahora es tratar de comprender de dónde vienen sus miedos, y aceptar lo que viene. De un sorbo termino lo que queda del café en el interior del vaso y tiro el contenedor a la misma papelera que él. — Kamikaze, cabezota, testarudo… — enumero, como si con esas aún pudiera hacerle ver que su personalidad no es precisamente la ideal, pero la sonrisa irónica, aunque triste, denota que tan solo estoy bromeando. Esa misma sonrisa se transforma en una más cálida por sus palabras, a pesar de que no me tardo en endurecerla por lo siguiente que suelto. — Oh, más te vale, porque si no seré yo la próxima que vaya al inframundo a patearte el culo de vuelta. — no es tanto una broma si consideramos que lo digo completamente de verdad, salvo que esa opción no es muy probable en la realidad y es lo que le resta credibilidad. Al final, no me resisto a tomar sus hombros con mis manos para estrecharlo en un abrazo como los de antes, permitiendo que mi mentón repose contra su hombro y mi cabeza se ladee. — Hablo en serio. — si endurezco un poco la voz, hasta puede sonar como una amenaza.
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