En las gradas

El destino quiso que estuviese en el Prince durante el desarrollo del primer Coliseo. Vine a buscar una salvación para mi padre y terminé encontrando a mi madre biológica, solo que no en las condiciones que me hubiese gustado. Habría preferido sentarnos a tomar un café, preguntarle sobre cómo era su vida antes de tener que dejarme al cuidado de Ivar, quería preguntarle dónde había estado todo éste tiempo y por qué no había sabido nada de ella... Pues ahora lo sé. Lo sé al ver su fotografía y nombre en la televisión presentada como uno de los tributos y ni bien la reconozco tomo mi mochila y salgo corriendo para encontrar el transporte público más rápido que me lleve al sitio en donde será la masacre.

Agradezco estar en el trece, no solo por al cercanía, sino porque sé que ni Amalie ni Ivar me habrían dejado venir de estar a cuidado de ellos. Pero esto es algo para lo que nos los necesito, tengo que verla solo, necesito que me vea y necesito darle ánimos para que sepa que hay algo fuera de ese lugar por lo que necesita seguir luchando. Necesito verla afuera, tiene que ganar, no importa lo que tenga que hacer... Debe hacerlo porque es mi mamá y ya con perder una tuve suficiente.

Cuando llego a la arena y alcanzo las gradas, los tributos ya han salido a enfrentar al imponente dragón que está al otro lado. Ni siquiera escuché las reglas, no me interesa, tampoco encuentro fascinante a la criatura alada, todos mis ojos se los lleva la mujer de cabello oscuro y ojos claros como los míos que sonríe por quién sabe qué razón ¿Por qué va a sonreír estando en un sitio tan horrible?

Me acerco al borde de las gradas y tomo la baranda con toda mi fuerza. Acompaño sus movimientos como cuando lo hago con los personajes jugando videojuegos, pero desgraciadamente no sirve de nada. La chica la ahorca y luego la golpea hasta que al final termina clavándole una de sus propias flechas. La sangre brota a chorros empapando su blanco cuello y durante los últimos segundos en los que sus ojos reflejan vida, logro captar su atención. Quiero saltar de las gradas y ayudarla, quiero gritar, quiero llorar... Pero no puedo hacer nada de eso porque un niño como yo no tendría por qué tener relación con una humana como ella. No me interesa ¿Qué demonios importa? Si una vez más ésta eterna pelea entre los dos bandos y hambre de poder que tienen me ha quitado a alguien que  quiero.

- Mamá...- susurro cuando siento las lágrimas caer. Por suerte las personas a mi alrededor están muy ocupadas alzando sus vítores como para notarme. De todas formas no se siente como la muerte de Robin, aquella vez me sentía destrozado y ahora estoy rendido, porque papá también está muriendo y ¿Qué me queda? ¿Con quién voy a llorar? ¿Con Synnove que ya nos dejó? ¿Con ese montón de desconocidos que se hacen llamar revolucionarios? ¿Con Amalie? Esta última parece la opción más probable pero no quiero, no quiero otra madre. Quiero que todo ésto termine de una vez por todas, no es humano y va a hacer que los que luchamos por serlo nos entreguemos también a la naturaleza salvaje guiados por la ira que todo ésto genera.

En el Palco
Junto a Lara Scott & Meerah Powell
Mención a Magnar Aminoff, Andrew Keogh & Zachary Burnett


No me siento sorprendido por el dragón, he visto los permisos legales que volaron de un departamento al otro para poder permitirnos tener a la criatura en el evento, con la seguridad necesaria que eso implica. Sí me llama la atención la cantidad de civiles que han asistido, agotando las entradas de un evento que fue demasiado polémico como para ocasionar tanto entusiasmo. Cuando era niño, los Juegos Mágicos de los Black me parecían repulsivos, la Arena que intentó instalar Jamie me pareció un modo relativamente justo de hacerles pagar. Esto es diferente, son un montón de traidores que se merecen lo que les sucede, solo me hipnotiza que, en esta ocasión, el estar presentes y no solo verlo por la televisión es lo que más ha llamado la atención. Y estar obligado a verlo por mi parte, también me revuelve el estómago.

Me encuentro un asiento atrás y uno a la izquierda de Magnar Aminoff, así que tengo una visión aceptable de su perfil para poder ver cómo, a pesar de mantenerse callado, sus ojos brillan con una emoción extraña ante el espectáculo que él mismo ha organizado. Mi atención se desvía cuando la sangre de Andrew Keogh tiñe la arena, transformándolo en el primer cadáver en caer al suelo. Me remuevo en el asiento, tomando automáticamente la mano de Scott, quien tiene que acompañarme como parte de este circo familiar en el cual nos hemos transformado. Observo de reojo a Meerah, acomodada a mi otro lado, antes de inclinarme hacia mi prometida — ¿Crees poder aguantar después del medio tiempo? — pregunto en un susurro en su oreja, tratando de que nuestro querido presidente no nos escuche. El disparo que acaba con la vida del muchacho hace que frunza los labios y suelto los nudillos de Lara para poder aplaudir junto al público, meneando la cabeza. Solo espero que todo esto acabe valiendo la pena.

Interacción: Hans, Meerah.
Mención: Jeff, Andrew, Zachary, Donna, Ivar.

Mis nudillos se ponen blancos cuando me agarro al apoyabrazos del asiento que compartimos con Hans, su mano al cubrir la mía hace que pueda ser tolerable el estar sentada dónde me dije que nunca estaría, en un palco viendo cómo esclavos de este gobierno son obligados por las reglas estúpidas de un juego a matarse entre sí. Jeff, el hombre que fue un tío en mi infancia, es el mismo que por ironías de la vida acaba con la muerte del hombre que fue la causa de la disputa entre los hermanos Powell. Tengo un estómago muy resistente para el espectáculo de sangre que nos ofrecen ambos tributos en la pantalla principal. Mis ojos no quedan fijos en la pantalla, no es lo que en verdad me interesa ver. Estudio el perfil de Hans y su reacción, así como la del resto de los ministros presentes y especialmente la de Aminoff.

No puedo unirme a los aplausos con los que celebran el triunfo de una chica sobre un muchacho que también se me hace ligeramente familiar, creo haberlo visto en casa de los Lackberg hace unos años. Me asalta la duda de si Ivar estará entre la multitud, por sus principios diría que no, pero él también tiene un papel que interpretar. La culpa de estar sentada entre los ministros si es que acaso me ve, es tan ligera que puedo hacerla a un lado. Desprendo mis dedos del apoyo al que me agarro para colocar las manos sobre mi regazo en una postura más distendida. Muestro una sonrisa forzada para el resto cuando le contesto a Hans. -Lo haré- se lo prometo.

Busco la mirada de Meerah, necesito saber cómo se siente a esto, lamento demasiado que esté aquí porque si por mi fuera la sacaría, ni siquiera la hubiera dejado venir. No quiero que vea esto. Con la mirada le pido que se mantenga firme y también le pido disculpas cuando me uno a los aplausos cuando Donna cae, la chica que una vez fue quien estuvo sentada a mi lado en clases. Y ahí está Jeff, como uno de los primeros vencedores sobre la sangre de alguien igual a él, poniéndose un par de escalones arriba por sobre la cabeza de Andrew, que al final y al cabo es lo que yo también hago desde la altura de este palco, es lo que hacemos para sobrevivir.