TEMAS
Hay una doble cara, como toda moneda que se tira al aire, respecto a la cobardía y la valentía de ciertos actos. No me habría creído capaz de hablar con Riorden como lo hice ese día y sacar fuera todo lo que venía carcomiéndome por un tiempo, cuando toda la vida no fui otra persona que su hermano menor que callaba para escucharlo a él, que tomaba sus palabras como la verdad segura, esa en la que podía creer porque no hay alguien en el mundo en quien confíe como lo hago con él. Y sin embargo, mientras bordeo la casa para encontrar a Alice en el patio, me reconozco cobarde en muchos sentidos. Es temprano con el sol todavía en lo alto como para que el frío obligue a entrar, además de que creo que luego de pasar tanto tiempo a escondidas por lo peligroso de que alguien los descubriera, unas horas al aire libre donde sea serán agradecidas. Masajeo mi frente con los dedos antes de dar los pasos que me acerquen a ella. Desde hace días, preguntarle si podemos hablar se me hace tan impropio de mí y, de hecho, hablamos. Pero tomo la oportunidad que tengo, luego de no hacer más que mirarla por unos minutos, para preguntarle lo que creo que va por delante de todo. —¿Estás bien con esto?— y con mi mirada abarco todo, la casa, el distrito, la libertad, el Consejo, una nueva vida. —No puedo soportar ver que te rindas, en serio, Alice— creo que ha quedado claro, si no me equivoco lo habré dicho dos o tres veces, que es mucho viniendo de mí. —Sé que no tiene nada que ver conmigo, pero incluso si perdiste todas las esperanzas en ti misma, me alegro de que estés aquí para que puedas verlas en todo lo que te rodea— se siente un poco como cumplir una promesa postergada por años. —Y sé que nadie ocupa el espacio que dejaron los que ya no están, pero recuperaste a un amigo que peleará contigo y por ti.

Soy consciente de que hemos estado evitando hablar de lo que ocurrió hace días, tomo parte de la culpa por eso y no saber desde qué ángulo abarcarlo. Para mi suerte es él quien decide hacerlo y me libra de la responsabilidad de tener que sacar el tema cuando es obvio que ninguno quiere tomarla y a la vez, los dos estamos esperando a que uno lo haga. Me siento más cobarde que de costumbre, a sabiendas de que me ha visto en probablemente uno de mis peores momentos de vulnerabilidad y aun así, está aquí. — ¿Te asustarías si dijera que no verdad? — frunzo un poco el ceño durante unos segundos, pero la sonrisa que se me va apareciendo en el rostro, por débil que sea, rompe con lo que sea que haya dicho. Que solo me gusta bromear cuando parece que la cosa se está poniendo seria, empieza a ser como mi mecanismo de defensa a hablar de sentimientos. — Me agrada tener una casa, aunque no sea mía, empiezo a pensar que no se trata tanto de eso, sino de poder estar. Hace tiempo que no salgo sin que se me pare el corazón cada vez que me topo con alguien extraño. Aquí todos son extraños, y aunque nos miren como si lo fuéramos nosotros, lo somos en cierto modo, se siente bien poder caminar hasta la esquina siendo libre. — suena a una palabra muy grande, libre, en especial cuando tan solo tenemos el gusto de poseer libertad en esta parte del país. Pero es mucho más de lo que teníamos hace un mes y eso me basta.
Tomo la elección de caminar los pasos que nos separan, dedicándole un vistazo más completo ahora que lo tengo cerca. — Las personas pueden perder la esperanza a veces, Colin, muchas veces, es parte de la vida y lo que nos tire a cada paso. Sí lamento que te haya colocado en medio de eso. — es todo lo que llevo queriendo decirle desde que estamos aquí, en esta posición en la que se ha visto obligado a escoger y, contra todo pronóstico, como no tarda en decir, ha optado por esto, por mí. No sé como sentirme al respecto, a pesar de que resulta de entre todas las cosas reconfortante. Porque sé que dije muchas cosas cuando estábamos en plena batalla, muchas y a la vez no las suficientes para dejar claro que no quiero morir, que el querer hacerlo es el resultado de no haber visto más que polvo detrás. Pero justo ahora, que podemos mirar relativamente hacia delante y solo allí, creo que estoy empezando a visualizar algo menos de escombros. Algo se asienta en mi interior cuando le escucho decir la palabra amigo, probablemente calor, hasta que el propio sentimiento me hace relamerme los labios. — ¿Por qué lo hiciste, Colin? Sé que hemos hablado sobre que tus motivaciones cambiaron, pero no puedes decirme que dejaste toda tu vida atrás por el recuerdo de una niña. — ¿o sí? ¿son tan fuertes nuestros recuerdos, los que tenemos y a los que podemos aferrarnos, no los que nos han borrado? — No tenías que matarme, solo apartarte, pero decidiste quedarte, decidiste quedarte conmigo. ¿Por qué? — creo que, si bien yo no lo merezca, él sí se merece a sí mismo el serse sincero.


—No me metiste en el medio, puedes pensarlo como tu camino se cruzó con el mío tal vez en el momento que debía ser, fue una encrucijada y… no se resolvía dejando que cada uno tomara un rumbo distinto, esta vez no— el peso está en las últimas palabras, por reprobaciones que pueda suscitar por el lado de mi familia, también por el lado de sus compañeros del distrito catorce. Si en las batallas los caminos de todos se encuentran, sean del bando que sean, nadie puede decirme que espera salir ileso de esos cruces, algo te cambia, no eres la misma persona después que tu camino insiste en coincidir con otro. Por todas las veces que peleamos enfrentados, su rostro mirando el mío, y sin que ninguna batalla se sienta realmente ganada para ninguno de los dos, un indicio debía darnos de que tal vez no era la manera de resolverlo. Porque tengo sus ojos una vez más enfrentados a los míos, preguntándome por qué. Solo tengo que decirlo, también lo tengo tan claro en mi mente, las palabras están ahí, tengo que sacarlas y ponerlas en mis labios.
Esa sensación de que el mundo pierde su amplitud para reducirse a nosotros vuelve y no es para atraparnos entre demonios, mucho menos con fantasmas, no la estoy mirando como el niño que fui, es el aire que se espesa para ser una esfera que nos envuelve y hace que mis palabras queden entre nosotros. —Porque toda mi vida he caminado poniendo un pie detrás de otro, sin rumbo o un rumbo marcado por otros, y necesito creer, con todas mis fuerzas, en un destino para mí. Destino como algo que tengo que vivir y también destino como un lugar al cual llegar. Y si puedo reconocerte como alguien que he estado buscado en todos mis recuerdos, si me he cruzado contigo tantas veces…— este es el punto en el que me detengo, luego de hablar tan a prisa y tan atropelladamente que el segundo de pausa me provoca vértigo, nunca he mirado tan fijo el vacío lo hago en la poca distancia que hay entre mi mano que no llega a alcanzar la suya. —No es nada supremo diciéndome que esto es lo que debe ser, soy yo diciendo y eligiendo a una persona que he llegado a tener tan presente que puedo verla incluso cerrando los ojos y que creo… en serio, creo que puedo ser capaz de amarla— susurro, sigo reteniendo su mirada para que no se aparte, —como ella se lo merece y aunque tenga que aprender cómo hacerlo porque nunca lo he hecho, creo que todo lo he hecho bastante mal hasta ahora— lo reconozco, —aunque ella no lo haga, porque no se trata de mí y recibir algo a cambio, sino simplemente el deseo de… que seas feliz y pueda verte siendo feliz.

— Aun con los caminos cruzados, dejaste toda tu vida atrás, que ahora mismo puede parecerte como nada, pero te puedo asegurar que dentro de unos meses no será así. Porque yo lo he vivido, he pasado por esa fase, odiarás todo esto, echarás de menos tu casa, tu familia, pensarás en el día en que decidiste apartarlo a un lado y… quizás hasta me odies a mí por ello. — ese es mi mayor miedo, el que se arrepienta. No somos los mismos que cuando éramos niños, la manera que tenemos de ver el mundo ahora es muy distinta de cuando luchábamos contra sombras y nos refugiábamos en muros derruidos. Es muy fácil dejarse consumir por la guerra, yo soy un claro ejemplo de ello, no todos los días se sentirán igual de victoriosos que el día que decidió quedarse, muchos, no será el único que querrá tirar la toalla. No se lo digo porque tiene que ser él mismo quien se dé cuenta de ello, pero yo también estoy dispuesta a hacerlo funcionar, lo que sea que sea esto, puedo tomar las medidas que sean necesarias para que jamás piense que nunca debió poner un pie en el otro lado del río.
Callo para que pueda ser él quien corte al silencio esta vez, me he acostumbrado tanto a escucharlo que su voz se siente como una brisa cálida en comparación con el gélido viento que se está preparando para el invierno. Son pocas las veces en las que ocurre que no tengo nada para decir, como esta se podría considerar una de ellas. Porque me asusta y quiero obligarme a que no sea así, el que una persona me tenga como referencia porque sé que nunca seré la luz al final del camino, no seré el faro en medio de un océano oscuro, si bien soy quién se pierde y toma la ruta superviviente. — Colin, yo… — de alguna manera empiezo, es algo que tiene que saber, pero de otra forma, cuando tomo la iniciativa de rozar sus dedos con mis yemas, al sentir el calor de su piel, es ahí que me doy cuenta de que ya lo sabe. — No puedo asegurar lo que vaya a pasar mañana, no creo que tal y como estamos podamos siquiera ver un futuro a largo plazo, porque hay muchas variables que no corren por mi cuenta y si una de ellas falla, pues… bueno, todo lo que habremos hecho hasta entonces tendrá un sentido diferente para cada posibilidad. — hablo ambiguo, soy consciente de ello, creo que es porque es la primera vez en mucho tiempo que me puedo permitir acertar en algo y quiero que el contraste sea evidente cuando lo haga. — Pero sí pienso que tengamos una oportunidad ahora, una que no tuvimos antes, y si tu estás seguro de esto, yo también estoy dispuesta a hacerlo valer. — valorar el momento, es lo que no hice en su día, sabernos vivos incluso cuando se sentía lo contrario. Busco sus ojos, tomo su mano al entrelazar sus dedos con los míos, en una última pregunta. — Así que solo te lo preguntaré una vez más… ¿estás seguro de esto?


Si la habrá en algún futuro sobre el horizonte, es algo que sabremos cuando ocurra, la escucho con el roce tibio de sus dedos para recordarme que estamos sujetos a este momento presente de incierto porvenir y el presente tira de nosotros. Hay una certeza en mí más arraigada de lo que quizá está en ella, la de sabernos vivos y eso es lo que nos da posibilidades, cuál sea la que se cumpla lo descubriremos luego. Saber que las tenemos al menos para mí abre un escenario en este distrito, distinto al que tenía como cazador del ministerio y atado a quien debía ser, se siente como si pudiera tomar elecciones por mí, para lo que no considero que sea tarde, sé que hay personas que tienen ese derecho negado y era el caso de ella hace poco. Aun siendo dentro de los límites de un distrito, ella también tiene el derecho de elegir por sí y es lo que dejo que haga, no espero de las personas más de lo que pueden dar. Pero si he luchado antes por deberes a mi apellido y en nombre de un ministerio, puedo rescatar una promesa de los recuerdos para decirle que también puedo luchar con ella porque es donde siento que debo estar. El tiempo sabrá a donde nos llevará luego, elegimos qué batallas luchar en el día y por quién, he amado a mi familia y por incierto que sea, elijo hacer parte de ese sentimiento a alguien más porque si hay posibilidades, quiero tomarlas. —Estoy seguro— pese a ser un susurro, en la poca distancia se escucha claramente. Atrapo en el aire un mechón oscuro para llevarlo detrás de la curva de su oreja y con mis dedos entre sus cabellos la acerco para poder cruzar un brazo detrás de su espalda, así puedo abrazarla. —Y quiero saber qué ocurre cuando se toma una oportunidad, una segunda oportunidad…— murmuro contra su pelo, —no tienes que preocuparte por mí, ni cómo puede terminar para mí… sea como sea, no volveré a hacerte daño— prometo, no quiero repetir lo que sucedió en la alcaldía, ni ninguno de nuestros encuentros anteriores a ese, pararme del lado opuesto a donde lo hacía tiene más implicancias que las políticas, no volveré a ser quien la ataca. —Pero no tengas miedo de ser quien me lo haga a mí— lo digo en un tono mucho más bajo, —puedo resistirlo.

Muchas veces esos muros también nos lo ponemos nosotros, nos encerramos en nuestra propia jaula invisible, y eso es precisamente lo que creo que ha ocurrido con él, por todas las decisiones que ha tomado en favor a su familia, cuando la realidad es que de abrir esa puerta entre rejas, el pájaro no hubiera escapado, porque no conocía otra cosa, siempre hace falta alguien que nos impulse a ver las cosas de diferente manera. Para él puede que haya sido yo, pero lo cierto es que nunca tuvimos una percepción distinta de la vida, sola la misma se divirtió llevándonos por rumbos diferentes. — Olvídalo. — es lo único que digo con respecto a lo que ocurrió en la alcaldía, porque yo ya lo he hecho, él debería hacer lo mismo. Como yo puedo dejar que me abrace y aprovecho que es más grande que yo para esconder parte de mi rostro sobre su pecho. — ¿Crees que te haría daño? — es la incredulidad apoderándose de mi voz cuando insiste en ser irresistible, lo que me lleva a separarme ligeramente de su cuerpo, sin apartar mis manos, pero sí con la distancia suficiente como para dedicarle una mirada intensa. — Nadie es irrompible, Colin, pero aun siéndolo, no entiendo cómo puedes pensar que sería capaz a herirte, no a propósito al menos. — lo que pasó en la cueva es algo que debe quedar allí, por las mismas razones por las que lo de la alcaldía debe quedar en su lugar también. — No hemos llegado hasta este punto, después de todos los dolores de cabeza que me has dado, para que simplemente desee golpearte de la noche a la mañana. — intento ponerle un poco de humor al asunto, no vaya a ser que de verdad me entren ganas de golpearlo por siquiera sugerir algo parecido.


Callo para no tener que contestar, porque la respuesta franca es que sí podría hacerlo. La cuestión es esa que se muestra luego, si hay o no hay una intención, y sigue sin ser ese el punto, es lo que a ella podría lastimarle, lastimar a alguien más. Por momentos tengo presente que ignoro muchas de las cosas que hacen a Alice la persona que es, también por momentos siento que la conozco bien o que puedo entenderla, por eso tengo que aclararme. —No me refería a un sentido literal…— murmuro, hay una sonrisa llenando mi cara a causa de las palabras que eligió para que se instale en mi mente una imagen suya en la que esté arrojándome cosas de la nada, no la descarto del todo, suelo dar motivos para que la gente tenga de esos impulsos y a ella la confianza le otorga permiso de hacerlo. Aplasto algunos de los mechones de su cabello al apoyar mis manos a los lados de su cara, así su mirada no se pierde de la seriedad en mis ojos al continuar. —Nunca te sientas culpable, ni responsable de que esté aquí. Es lo que yo elegí. Así que nunca calles algo porque creas que eso podría hacerme daño, por la idea de que por estar aquí, no lo merezco…— digo, por lo ambiguo que puede ser este acuerdo que le pido, insisto con un tono calmo: —Promete ser honesta conmigo, Alice. Puedes serlo— no espero otra cosa, por delante de cualquier otra cosa, prefiero honestidad, es lo que necesito para saber dónde pisar y no dar un salto al vacío, y qué es lo verdadero, con forma, a mi alrededor. Todos los días caminamos en incertidumbres, trato de saber dónde sea que esté, qué tengo al alcance, porque buscar con la mano lo que dabas por seguro y descubrir que se evapora entre los dedos, siempre lleva a una caída fuerte. —¿Me lo prometes?— pido, dejo que pase un momento en el que busco poder leer sus ojos y todas las dudas sobre la vida, el futuro, lo pasado, que pueda tener. Si las tiene, le pertenecen y no creo poder llegar a conocerlas todas algún día, cruzo la poca distancia hasta rozar su boca, aguardar a que el mundo tiemble para indicarme que no lo haga y claro que no se inmuta, porque el mundo en realidad no suele fijarse mucho en estas cosas, son mis manos las que se mueven para sostener su rostro y avanzo lentamente en una caricia a sus labios, con el permiso concedido de que puede hacerme daño si quiere apartarse, también de manera literal si así lo siente.

Ha pasado un tiempo desde que permito tener este tipo de contacto, tanto que al principio me extraño por su sensación, que es muy diferente a como la recuerdo. Capaz porque los sentimientos también son distintos, no esperaba que tuviera esa clase de acercamiento, y de alguna otra forma, lo estaba anhelando. Hubo un tiempo en el que mi primer instinto hubiera actuado rechazando el gesto, creo que sigue creciendo muy en el fondo como impulso de todo lo que no soy capaz a controlar, a pesar de que en esta ocasión soy yo la que toma las riendas de mi vida. Dejo a un lado el miedo que en otras circunstancias me hubiera incitado a alejarme de cualquier afecto que podría acabar en daño potencial hacia mi persona, porque para cuando me quiero dar cuenta una de mis manos se ha posado sobre su pecho, mientras que la otra recorre el camino hasta rozar su cuello con mis dedos. Si me separo es precisamente porque necesito tomar aire, pero aprovecho la pausa para responder con total honestidad, esa que me está pidiendo como promesa. — Solo si tú lo eres también conmigo. — no sé en qué momento esto se volvió una cosa de dos, donde no puede existir una respuesta sin la otra, pero poco me importa descubrir su origen cuando estoy más concentrada en explorar el contorno de sus labios.


Me cerré a todo esto con tal fuerza en el pasado, que no dudo de poder hacerlo una vez más, cuesta demasiado dejar entrar a alguien por uno de esos quiebres. Y, sin embargo, es lo que hago al acariciar su garganta para profundizar un beso que calla otros pensamientos de mi mente, dejo que entre para que salgan fuera todos los fantasmas y recuerdos, también los que evocan todos los sitios imposibles de volver, quedo sujeto a este contacto que me devuelve el sentido de la realidad, seguro de que esto solo puede ser así por reconocer en su sabor algo que no podría haber hallado en otro lugar. Puedo escuchar en mis oídos los latidos insistentes que habían sabido permanecer calmos, me separo de ella para sostener su cabeza contra mi pecho, mis dedos enredados en su cabello oscuro, cruzo mi otro brazo por su espalda para sostenerla contra mí. —Nunca me oirás decir que estoy aquí por ti, porque no haré que cargues con mi elección. Estoy aquí por mí, pero estar aquí es lo que me permite estar a tu lado, nunca dudes en buscar mi mano si la necesitas para avanzar— pido en susurros contra su pelo, aparto mis dedos para que mi pulgar vuelva sobre su sien en una caricia consciente. —Lo siento— murmuro, —lo siento tanto por robarte parte de tu pasado—. No habrá recuerdos implantados por anécdotas ajenas que llenen los vacíos de su memoria, no le devolverán un rostro nítido a la hija que tuvo. —No compensa, pero haré lo que esté en mí para que puedas tener recuerdos de algo bueno en este nuevo distrito.

Las disculpas me llegan camufladas por reposar mi cabeza contra su pecho, de tal forma que apenas les estoy prestando atención, y lo dejaría ser así si no fuera porque él parece de verdad disgustado. — De nada sirve lamentarse sobre lo que ya ha pasado, es algo que he aprendido que debemos aceptar, aunque no nos guste... Puedo perdonarte, porque quiero hacerlo por ti, pero también por mí para poder pasar página y seguir adelante, no puedo... no quiero tener que levantarme por las mañanas y pensar en todo lo que podía haber tenido, cuando tengo una buena razón por la que estar aquí, ahora, es todo lo que importa. — por supuesto que me duele, me ha dolido, cada día me duele un poco menos, pero no por lo que he perdido como tal, sino por no ser capaz a recordarlo. Con cautela tomo la distancia que me permite observar su rostro, ese que poco tardo en tomar con mi mano al llevarla hacia su mandíbula, para acariciar con mis dedos su mejilla. — Si tú quieres, es algo que podemos hacer juntos, no quisiera hacerlo de otra manera diferente, si estamos aquí, que sea por hacerlo bien, esta vez y las que hagan falta, ¿quieres? — hay algo en el modo que tengo de formular eso último que me lleva a otros tiempos, porque la forma en la que la propuesta sale de mis labios es similar a la que tenía esa niña de ojos enorme y cara salpicada de pecas, hacia épocas donde no éramos más que niños jugando entre escombros, porque éramos honestos y con eso valía. Ahora también peleamos entre escombros, aunque son otros completamente distintos y en su mayoría, restos de lo que quedaron de nosotros.


El camino que tenga que ser, quiero poder hacerlo a su lado, como tal vez tendría que haber sido y no solo por recuerdos de una infancia que llegamos a olvidar, sino por ser dos personas que todo este tiempo estuvieron buscando algo, que yo puedo ver en ella aun cuando no lo percibe en sí misma. Coloco mis manos a los lados de su cuello para sostener su rostro. —Eres fuerte, Alice— le aseguro con firmeza, —cada cosa que ha pasado te hizo más fuerte, todo lo que pasará a partir de ahora es algo que podrás afrontar— digo para que mi convencimiento sea parte del suyo, así mi voz puede unirse a la suya y todas las que acuden a ella cuando vuelva a necesitarlo en algún momento de quiebre, porque los tendremos, de esos también nos repondremos. —Eres la persona más fuerte a mis ojos porque no te rendiste— murmuro, —no voy a apartar mis ojos de ti—. Necesito que lo sepa para lo que diré después, tras una inspiración honda de aire que me permita poner en voz alta lo último del pasado que le robamos para devolvérselo, la parte de la historia que falta y que bien podría quedarse sin ser contada, pero no quiero subestimarla, no quiero el silencio complaciente, sino poder ser francos por saber que somos fuertes. No invencibles, pero fuertes como para sobreponernos. — Con Jess sabemos quién es la auror que el día del incendio en el catorce asesinó a tu hija— digo, —es la hermana de la vicepresidente Road, suele acompañarla a algunos actos…— comento, por si eso le sirve para darle un rostro. —Es algo que sabemos con Jess, que no cambia nada, es cierto… pero si lo sabemos, es algo que no nos corresponde guardarlo, sino dártelo— con eso está todo dicho, sin embargo, sigo pensando y tengo que preguntarlo. —Si hubiera alguna posibilidad que recordaras todo lo que olvidaste, ¿querrías recuperarlo?— porque quizá si la haya.

Contra lo que no estoy tan segura de poder hacer frente es a lo que me cuenta después, tan salido de la nada que las líneas de mis facciones cambian por completo hasta adquirir una expresión de confusión mezclada con la inseguridad de pisar sobre terreno que debería ser conocido, pero que no lo es para nada. Me quedo con la imagen mental de la hermana de la vicepresidenta, esa mujer a la que nunca le presté especialmente atención porque su hermana ocupa la mayor parte de esa cuando aparece en la televisión, pero sí conozco de quien me está hablando. — ¿Cómo lo sabes? — es la primera pregunta que cruza mi mente, porque no es como… ¿si fuera a confesar? No lo sé, si todavía pudiera recordar algo de lo que ocurrió con esa niña que todos dicen que en algún momento fue lo que le daba un sentido a mi vida, cuando por mucho que trate de hacer recuerdo, lo único que aparece en mi mente son fragmentos de mi propia vida vivida, ni rastro de ella, ni de su memoria. — Pues claro que querría, — sale disparado de mis labios en cuanto lo pregunta, ¿quién no querría? — pero Colin… la posibilidad de que recuerde algo que han borrado a través de magia es… prácticamente remota. — él debería saberlo, es mago, sabe que la magia actúa de forma que nadie puede controlarla, con cada persona incluso pueden llegar a ser diferentes los efectos, la potencia del hechizo… — ¿Cómo lo harías? — elevo tan solo la mirada hacia sus ojos, limitándome a tratar de encontrar una respuesta en ellos antes de que me la ofrezca como parte de una solución que no hubiera esperado.


—Pero es magia, así como puede parecer absoluta, no lo es. La magia también se encuentra con límites y… quizás, hay muchas personas que saben de esto…— callo para no mencionar a los legeremantes, los oclumantes, otros que han llegado a manipular recuerdos, porque no quiero insistir con una posibilidad que en realidad ignoro, es más descabellado que una fantasía de niño. Me veo en sus ojos al meditar una respuesta a su duda, por mí mismo no hay nada que pueda hacer. —Buscaré a un mago o a una bruja que sepa de esto y si hay alguna probabilidad de revertir un hechizo como este o de rescatar algún recuerdo tuyo que te devuelva los perdidos, te lo haré saber— prometo, me cuesta creer que se puedan extinguir partes de la memoria, cuando hay personas que atraviesan todos los recuerdos que guardamos porque su sola existencia nos hace ser quienes somos. Coloco mi mentón sobre su coronilla al abrazarla, es un sentimiento extraño el que pueda reconocer que esto era lo que debía ser, al menos para mí, mis brazos cerrándose alrededor de ella como un pobre escudo que trata de resguardarla y que de todas las personas posibles, se trate de ella. Nada tiene que ver de cómo me sentía hace veinte años cuando ya jugábamos sobre lo destruido por otra guerra, viene de mucho antes, de algo que perdimos mucho antes de lo que recuerda nuestra memoria y que podemos pasar toda la vida buscando, es un presentimiento que no logro callar del todo. —Mientras tratamos de darle un sentido al pasado, también trataré, con todas mis fuerzas… de darle un sentido a este presente— si estamos aquí, debe tenerlo. —Estaré a tu lado, siempre que me busques, estaré a tu lado.

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