VERANO de 247521 de Junio — 20 de Septiembre
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The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Nunca he creído que pensar demasiado pueda llevar a algún sitio, para llegar a donde sea se pone un pie detrás del otro y se camina. Si me quedo dentro de mi cabeza unos días más voy a terminar por colapsar de ideas nulas sobre lo que tengo que hacer, y por eso, espero a que pase el agite de los días posteriores a los comunicados oficiales sobre el distrito nueve para ir a buscar a Pearson. Tengo entendido que montarán una especie de asamblea entre varios para que el poder de las decisiones no recaiga en un muchacho y que entre los líderes de los rebeldes se encuentran quienes dispondrán de las próximas medidas de seguridad para que el distrito resista en su autonomía. Debe ser la costumbre de ir a reportarme con Jessica como jefa del departamento, que ni siquiera considero ir a ver a Franco, sino que me encamino directo a donde sé que puedo encontrar a la mujer.
Es una certeza que nadie va a cuestionar, que muchas de las personas que nos encontramos en este distrito no tienen el mejor prontuario, he visto a un par que también califican como criminales, aunque no gocen de la fama en las calles como quienes tenían sus rostros impresos en carteles. Pero tener el apellido Weynart, en este sitio, sé que me coloca en una de las peores posiciones. Pese a todo lo que le dije a mi hermano, con el pasar de los días, no siento que pueda renunciar a mi apellido y saber que a la distancia y en silencio, cuento con su apoyo, rechazarlo también me haría sentir culpa. Es algo que tengo que aprender a llevar, con el mismo orgullo de siempre, donde sea, ante quien sea. También delante de una mujer que creo que podría dispararme de solo presentarme. —Vengo a ofrecerme como voluntario para trabajar en la seguridad del distrito— es lo primero que digo, lo que va por delante de todo, y es que nunca fui bueno con los discursos largos. —Fui cazador del ministerio y puedo poner a disposición todo lo que sé para defender el nueve—, omitamos la parte de que fui entrenado dentro de la familia del mismísimo ministro de Seguridad, está sobreentendido. También la verdad de que mis lealtades han cambiado y no dudaría en disparar por defender un pedazo de estos campos.
Es una certeza que nadie va a cuestionar, que muchas de las personas que nos encontramos en este distrito no tienen el mejor prontuario, he visto a un par que también califican como criminales, aunque no gocen de la fama en las calles como quienes tenían sus rostros impresos en carteles. Pero tener el apellido Weynart, en este sitio, sé que me coloca en una de las peores posiciones. Pese a todo lo que le dije a mi hermano, con el pasar de los días, no siento que pueda renunciar a mi apellido y saber que a la distancia y en silencio, cuento con su apoyo, rechazarlo también me haría sentir culpa. Es algo que tengo que aprender a llevar, con el mismo orgullo de siempre, donde sea, ante quien sea. También delante de una mujer que creo que podría dispararme de solo presentarme. —Vengo a ofrecerme como voluntario para trabajar en la seguridad del distrito— es lo primero que digo, lo que va por delante de todo, y es que nunca fui bueno con los discursos largos. —Fui cazador del ministerio y puedo poner a disposición todo lo que sé para defender el nueve—, omitamos la parte de que fui entrenado dentro de la familia del mismísimo ministro de Seguridad, está sobreentendido. También la verdad de que mis lealtades han cambiado y no dudaría en disparar por defender un pedazo de estos campos.
Mi nueva casa se me queda enorme. Lo cierto es que creo que la última vez que viví en una tan grande, fue cuando era pequeña y todavía gobernaban los Black y yo vivía con mi familia biológica. Después, cuando me tocó huir, empecé a vivir en los primeros sitios que mi padre encontraba; luego en el 14, y tras eso, vuelta a empezar en el norte. Ya ni hablemos de que vivo sola, lo cual aumenta esa sensación de soledad y de estar viviendo en un sitio que se me queda grande. Supongo que por eso trato de pasar el menor tiempo posible en la vivienda, para intentar desconectar. Me sirve de excusa el querer investigar el distrito para conocerlo y tener en cuenta qué mejoras deberíamos tomar de cara a la seguridad de la zona. Y como estamos en un distrito bastante grande porque antiguamente estaba dividido en dos, es un trabajo que me ocupa varios días.
Por desgracia, el trabajo de campo no es uno para todas horas, y esas cosas que voy descubriendo sobre el distrito tengo que ir anotándolas. Es así, escribiendo en una de las tablets electrónicas que había tirada por la casa que me he adjudicado, como estoy cuando alguien pica al timbre. Quien está detrás de la puerta es, sinceramente, alguien que no me esperaba. — Vas directo al grano. Eso me gusta — reconozco, porque creo que nadie está para perder el tiempo ahora mismo. Me hago a un lado y le hago un gesto con la mano para que pase al interior. — Weynart, ¿verdad? — Es una pregunta retórica y de pura cortesía porque obviamente sé quién es. No es como si uno de los hermanos del Ministro de Defensa se uniera a nuestra causa todos los días, así que obviamente está siendo la noticia no solo del mes, sino que probablemente lo acabe siendo del año. Su nombre es algo que no es tan fácil de recordar porque... bueno, Riorden Weynart tiene demasiados hermanos, primos y demás como para recordar el nombre de todos ellos. — ¿De qué ámbito sabes más? ¿Alguna Criatura Mágica en concreto sobre la que tengas información? — pregunto mientras camino hacia el salón para poder sentarnos y dialogar mejor. — Aminoff tiene principalmente a los dementores y trabaja con licántropos, pero no me extrañaría que tuviera alguna más peligrosa para utilizar contra nosotros. — Lo cual es un problema, porque aunque algunos de nosotros seamos considerados Criaturas Mágicas, no significa que sepamos todo de todas. Me acomodo en el sofá, y le señalo uno de los sillones para que haga lo mismo. — De todas maneras, ¿puedo preguntarte algo antes de hablar de trabajo? — Que técnicamente eso ya es una pregunta, pero ya nos entendemos. Y es que aunque no tengo nada en contra de él porque cada uno tiene sus motivos, como ya vimos con Arianne, hay algo que no deja de rondar mi cabeza desde que le vi quedarse en el 9 y abandonar a los suyos.
Por desgracia, el trabajo de campo no es uno para todas horas, y esas cosas que voy descubriendo sobre el distrito tengo que ir anotándolas. Es así, escribiendo en una de las tablets electrónicas que había tirada por la casa que me he adjudicado, como estoy cuando alguien pica al timbre. Quien está detrás de la puerta es, sinceramente, alguien que no me esperaba. — Vas directo al grano. Eso me gusta — reconozco, porque creo que nadie está para perder el tiempo ahora mismo. Me hago a un lado y le hago un gesto con la mano para que pase al interior. — Weynart, ¿verdad? — Es una pregunta retórica y de pura cortesía porque obviamente sé quién es. No es como si uno de los hermanos del Ministro de Defensa se uniera a nuestra causa todos los días, así que obviamente está siendo la noticia no solo del mes, sino que probablemente lo acabe siendo del año. Su nombre es algo que no es tan fácil de recordar porque... bueno, Riorden Weynart tiene demasiados hermanos, primos y demás como para recordar el nombre de todos ellos. — ¿De qué ámbito sabes más? ¿Alguna Criatura Mágica en concreto sobre la que tengas información? — pregunto mientras camino hacia el salón para poder sentarnos y dialogar mejor. — Aminoff tiene principalmente a los dementores y trabaja con licántropos, pero no me extrañaría que tuviera alguna más peligrosa para utilizar contra nosotros. — Lo cual es un problema, porque aunque algunos de nosotros seamos considerados Criaturas Mágicas, no significa que sepamos todo de todas. Me acomodo en el sofá, y le señalo uno de los sillones para que haga lo mismo. — De todas maneras, ¿puedo preguntarte algo antes de hablar de trabajo? — Que técnicamente eso ya es una pregunta, pero ya nos entendemos. Y es que aunque no tengo nada en contra de él porque cada uno tiene sus motivos, como ya vimos con Arianne, hay algo que no deja de rondar mi cabeza desde que le vi quedarse en el 9 y abandonar a los suyos.
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No lo hago por agradar, si voy a lo concreto es porque es mi manera de hablar, saber que así también lo prefiere la otra persona distiende un poco mis hombros y puedo relajarme, no tendré que hacer esfuerzos para rellenar con banalidades una conversación. Claramente no estoy en posición de decirlo como ella, pero me gusta la gente que no va con rodeos, presiento que este encuentro no dudará mucho porque no espero más que un sí y un par de indicaciones. Si lo creía tan sencillo, comienzo a descartarlo porque la invitación a sentarme es también un indicio de que esto durara más de lo previsto. Me siento en el borde del sillón, lo reconozco, sigo un poco incómodo y tengo que mover mis dedos abriendo y cerrando mis puños por dos segundos para conservar un semblante limpio de emociones.
Abro la boca para dar mi respuesta concisa. —Criaturas que se deben rastrear y cazar, las que son peligrosas y nadie quiere encontrar merodeando por el campo— digo. —Asesinas, las criaturas que podrían asesinar a una comunidad de estar acechando cerca…—. No tiene caso enumerarlas de acuerdo a los niveles que manejamos en el ministerio, se puede hacer una idea general. —Pero las que conservan una parte racional— entonces la miro fijamente, hay rasgos que simplemente se perciben en las personas y el encanto veela es uno, por disuelto que vaya quedando en la sangre, —dan más complicaciones—. No mentiré diciendo que me especializo en darles caza, más bien acepto hacerlo si tengo qué. —Dragones, de haber podido hubiera trabajado más con dragones— contesto finalmente, se usó en el Coliseo, tal vez veamos algunos sobrevolando el distrito alguna vez.
Trato de no sentir esto como un examen, que hace mucho pasé esa época y desde hace años que no hago más que limitarme a mi trabajo. En mi familia me han reprochado a veces mi falta de iniciativa, pero estaba bien acatando las órdenes de alguien que tuviera una visión más amplia de cada panorama. Cuando entrenas demasiado la vista para fijarla en el objetivo, pierdes eso de poder ver todo lo que le rodea. Me incomoda que salgamos de lo que considero mi terreno seguro para darle espacio a una pregunta que podría ser cualquiera y esta vez, puesto que Pearson no es Riorden ni tampoco Jessica, sino alguien a quien podría dejarle ver de entrada que también tengo condiciones, asiento con mi cabeza para darle permiso. —Puedes preguntarme lo que quieras, pero yo también tengo una pregunta para hacerla luego…— aclaro.
Abro la boca para dar mi respuesta concisa. —Criaturas que se deben rastrear y cazar, las que son peligrosas y nadie quiere encontrar merodeando por el campo— digo. —Asesinas, las criaturas que podrían asesinar a una comunidad de estar acechando cerca…—. No tiene caso enumerarlas de acuerdo a los niveles que manejamos en el ministerio, se puede hacer una idea general. —Pero las que conservan una parte racional— entonces la miro fijamente, hay rasgos que simplemente se perciben en las personas y el encanto veela es uno, por disuelto que vaya quedando en la sangre, —dan más complicaciones—. No mentiré diciendo que me especializo en darles caza, más bien acepto hacerlo si tengo qué. —Dragones, de haber podido hubiera trabajado más con dragones— contesto finalmente, se usó en el Coliseo, tal vez veamos algunos sobrevolando el distrito alguna vez.
Trato de no sentir esto como un examen, que hace mucho pasé esa época y desde hace años que no hago más que limitarme a mi trabajo. En mi familia me han reprochado a veces mi falta de iniciativa, pero estaba bien acatando las órdenes de alguien que tuviera una visión más amplia de cada panorama. Cuando entrenas demasiado la vista para fijarla en el objetivo, pierdes eso de poder ver todo lo que le rodea. Me incomoda que salgamos de lo que considero mi terreno seguro para darle espacio a una pregunta que podría ser cualquiera y esta vez, puesto que Pearson no es Riorden ni tampoco Jessica, sino alguien a quien podría dejarle ver de entrada que también tengo condiciones, asiento con mi cabeza para darle permiso. —Puedes preguntarme lo que quieras, pero yo también tengo una pregunta para hacerla luego…— aclaro.
— ¿Dragones? ¿Has visto alguna vez un dragón? — No puedo evitar sonar algo entusiasmada porque son unas criaturas que siempre me han llamado la atención. Me parecen majestuosas, a la vez que terroríficas, y eso me genera una curiosidad que nunca he podido saciar porque en mi vida he visto uno. Pero por desgracia, no puedo desviar la conversación, a pesar de ese flaqueo. — Me interesaría tenerte en algunas clases de defensa. Tengo pensado enseñar a todo el que quiera a defenderse porque vendrán tiempos difíciles. — Es algo que está más que claro y que no hace falta que le explique. Teniendo en cuenta la formación que ha recibido, sus consejos nos pueden ser de gran ayuda. — Pero todavía no sé cuándo empezaremos. ¿Qué te parece ir echando un vistazo al zoo en tu tiempo libre, mientras preparamos todo? — Que no creo que tardemos demasiado en empezar a planificar todo bien porque no podemos alargarlo demasiado, pero Colin no parece ser un hombre que quiera quedarse de brazos cruzados, esperando. Lo menos que puedo hacer es darle una tarea que le mantenga ocupado estos días, porque sé lo que es llegar a un sitio desconocido, solo, y con tus pensamientos y dudas.
Su comentario sobre que también tiene algo que preguntarme consigue que arquee las cejas y le mire algo sorprendida, porque eso no me lo esperaba para nada. Ni siquiera sé qué podría preguntarme porque no me conoce, más allá de esos carteles con mi cara. — Está bien. Me parece justo — digo al final, porque tampoco voy a negarme a algo tan simple, por mucho que me extrañe. No suelo ser una persona que se sienta incómoda así como así, pero no puedo evitar sentirme algo extraña cada vez que le miro a los ojos... y no en el buen sentido. No es el primer caso de persona que tiene la vida solucionada y de golpe deja todo eso atrás porque comprende que hay ciertas cosas que se pueden cambiar en el mundo. Seth también dejó a su familia atrás cuando era un adolescente, igual que Colin ha dejado ahora a los suyos, y aun así... — ¿Qué lleva a alguien cómo tú, y más un Weynart, a querer cambiar su vida? — Realmente la pregunta que más me hago es si su hermano no moverá cielo y tierra para encontrarle; pero tampoco quiero ser tan directa y llevar la conversación hacia su hermano el Ministro. No, a quien tengo que conocer ahora mismo es a quien tengo delante.
Su comentario sobre que también tiene algo que preguntarme consigue que arquee las cejas y le mire algo sorprendida, porque eso no me lo esperaba para nada. Ni siquiera sé qué podría preguntarme porque no me conoce, más allá de esos carteles con mi cara. — Está bien. Me parece justo — digo al final, porque tampoco voy a negarme a algo tan simple, por mucho que me extrañe. No suelo ser una persona que se sienta incómoda así como así, pero no puedo evitar sentirme algo extraña cada vez que le miro a los ojos... y no en el buen sentido. No es el primer caso de persona que tiene la vida solucionada y de golpe deja todo eso atrás porque comprende que hay ciertas cosas que se pueden cambiar en el mundo. Seth también dejó a su familia atrás cuando era un adolescente, igual que Colin ha dejado ahora a los suyos, y aun así... — ¿Qué lleva a alguien cómo tú, y más un Weynart, a querer cambiar su vida? — Realmente la pregunta que más me hago es si su hermano no moverá cielo y tierra para encontrarle; pero tampoco quiero ser tan directa y llevar la conversación hacia su hermano el Ministro. No, a quien tengo que conocer ahora mismo es a quien tengo delante.
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—Hubo uno en el último coliseo— digo a regañadientes, cuando estás pidiéndole a rebeldes unirte a sus filas, no sienta bien hablar de cómo hasta hace poco seguía siendo parte de cosas como ese castigo social a humanos y traidores. Claro que a los cazadores nos tocó la tarea de retirar al dragón cuando se declararon las ganadoras y se tuvieron que llevar los cadáveres. Son criaturas de por sí temperamentales, que en las condiciones de confinamiento que se lo tenía fuera y dentro del coliseo, era entendible que su agresividad fuera mayor. Y por esto, también por saber lo que era tenerlas encerradas en una sala subterránea del ministerio con falsos hábitats, así como de tener que capturarlas al verse liberadas inesperadamente como sucedió en el festival de Nimue y mostrándose peligrosas para todos, si tengo que ocupar mi tiempo en las criaturas que están en el zoológico, lo que no me molesta, tengo que hacer una aclaración. —Creo… que debería revisarse lo de que sea un zoológico como tal, con sus vallas y las criaturas expuestas como… atracción. Si llevará un tiempo lo de organizar las clases, puedo usarlo para acondicionarlo como una reserva y así las mismas personas de este distrito podrían relacionarse de una manera distinta con esos animales— es muy extraño estar planteando esto, de que pueda haber alguna posibilidad de que sea tenido en cuenta y no que deba solo ajustarme a cómo me dicen que son las cosas y cómo debe ser el trato con las criaturas que cazaba o capturaba.
Dábamos tantas cosas por hecho, con una bajada de línea sobre cómo todo debía ser, que tampoco teníamos esto de preguntarnos qué nos motivaba a hacer lo que hacíamos y a la larga nos limitamos a decir que lo hacemos, porque alguien más con autoridad nos ha dicho que lo hagamos. Por mi apellido, mis razones para ser cazador del ministerio se daban por sentado, nunca esperé cuestionamientos, aquí me encuentro en una posición tan opuesta al Capitolio que no dudo que mi respuesta tenga que ser repetida a más de una persona. Esta vez me lo pienso bien, aprieto la mandíbula hasta dar con las palabras que mejor me expliquen y no haga parecer de mi decisión un arrebato. —El que me hayan echado en cara, en más de una ocasión, que lo que yo tomaba como trabajo y deber, eran crímenes. El que me hayan dicho más de una ocasión, más de una persona, que las cosas que defendía no estaban bien y que podían ser de otra manera. Y que esas personas fueran asesinadas, capturadas o tuvieran que vivir escondiéndose— murmuro, decirlo me permite hacer mi propia pregunta, me acerco a la orilla del sillón al inclinarme hacia adelante. —Conocí a la asesina de mi prima, hablé con ella— le cuento, la muerte de Annie es algo que tuve rondando mi cabeza por meses, no es crueldad hacia ella, ni hacia su memoria, pero esos pensamientos ahora también están donde deben estar, bajo tierra. Necesitamos enterrar a los muertes como debe ser. —Y es una ironía muy grande que yo esté aquí y a ella la hayan atrapado. ¿Son conscientes de lo que le harán, verdad? ¿Piensan hacer algo?— consulto, porque conozco el lado amable de Riorden por ser su hermano, pero estamos hablando de alguien que mató a un miembro de nuestra familia y mi hermano ya perdió a demasiadas personas, y aun excluyéndolo a él, puedo decir que hay ministros y el mismo presidente que la harán desear que la maten.
Dábamos tantas cosas por hecho, con una bajada de línea sobre cómo todo debía ser, que tampoco teníamos esto de preguntarnos qué nos motivaba a hacer lo que hacíamos y a la larga nos limitamos a decir que lo hacemos, porque alguien más con autoridad nos ha dicho que lo hagamos. Por mi apellido, mis razones para ser cazador del ministerio se daban por sentado, nunca esperé cuestionamientos, aquí me encuentro en una posición tan opuesta al Capitolio que no dudo que mi respuesta tenga que ser repetida a más de una persona. Esta vez me lo pienso bien, aprieto la mandíbula hasta dar con las palabras que mejor me expliquen y no haga parecer de mi decisión un arrebato. —El que me hayan echado en cara, en más de una ocasión, que lo que yo tomaba como trabajo y deber, eran crímenes. El que me hayan dicho más de una ocasión, más de una persona, que las cosas que defendía no estaban bien y que podían ser de otra manera. Y que esas personas fueran asesinadas, capturadas o tuvieran que vivir escondiéndose— murmuro, decirlo me permite hacer mi propia pregunta, me acerco a la orilla del sillón al inclinarme hacia adelante. —Conocí a la asesina de mi prima, hablé con ella— le cuento, la muerte de Annie es algo que tuve rondando mi cabeza por meses, no es crueldad hacia ella, ni hacia su memoria, pero esos pensamientos ahora también están donde deben estar, bajo tierra. Necesitamos enterrar a los muertes como debe ser. —Y es una ironía muy grande que yo esté aquí y a ella la hayan atrapado. ¿Son conscientes de lo que le harán, verdad? ¿Piensan hacer algo?— consulto, porque conozco el lado amable de Riorden por ser su hermano, pero estamos hablando de alguien que mató a un miembro de nuestra familia y mi hermano ya perdió a demasiadas personas, y aun excluyéndolo a él, puedo decir que hay ministros y el mismo presidente que la harán desear que la maten.
Ah, ya, el Coliseo... La verdad es que me negué a verlo, y seguramente la próxima edición también trate de no verla. Me parece un espectáculo horrible y lleno de sufrimiento, y ni siquiera la curiosidad de ver a algunas criaturas maravillosas conseguiría convencerme para verlo. Así que tengo que morderme la lengua para callar lo que opino de esa masacre, y me limito a escuchar lo que dice respecto al zoológico. — Estoy de acuerdo. Promovemos la libertad y creo que ellos también se la merecen, en la medida de lo que sea posible — reconozco. ¿Qué clase de gente seríamos si las tuviéramos encerradas así? Precisamente me quejo del espectáculo que es el Coliseo, cuando las personas hacemos lo mismo con unos pobres seres vivos que solo quieren vivir en paz. — Desgraciadamente no sé mucho sobre ellas, así que me fío de ti y soy toda oídos. Si quieres explicarme lo que tienes pensado hacer, adelante. Me encargaría de comentarlo con el resto del Consejo. — Ni he tenido la oportunidad de aprender sobre ellas, ni tampoco de verlas; no es como si en el 14 hubiéramos tenido ocasión para ello. Nunca pensé que le diría a un Weynart que me fío de él, así que no puedo evitar que un escalofrío extraño me recorra el cuerpo cada vez que recuerdo lo que he dicho.
Pero tampoco me hubiera imaginado nunca teniendo una conversación tan profunda con alguien de su familia. Que se abra tanto y me explique sus pensamientos, los problemas y cosas por las que se le ha juzgado durante tantos años, provoca que arquee ligeramente las cejas, sorprendida. — Supongo que llevar el apellido que llevas no hacía más que empeorar cómo te sentías, ¿verdad? — Realmente es una pregunta retórica, pero no puedo evitar preguntarle igualmente. — Siento lo de tu prima, de verdad. No voy a disculpar a Ava porque todos hemos hecho cosas cuestionables en algún momento y la situación aquel día fue... complicada. — Porque nos sacaban ventaja sabiendo quién era Kendrick; solo fueron a reírse de nosotros. Sin embargo, eso no justifica lo que pasó. — No estoy a favor de matar por matar y creo que en muchas ocasiones es algo que puede remediarse porque solo sirve para hacernos daño los unos a los otros. — Él perdió a su prima de manera injusta, y yo perdí a, digamos mi novia, igual. Es un ciclo que nunca acaba.
Me tomo mi tiempo para abordar el tema del secuestro de Ava, y me dejo caer hacia atrás para apoyarme más en los cojines del sofá, harta de mantener la compostura por educación. — No sé cómo lo haremos todavía, pero la rescataremos cueste lo que cueste. Hay demasiada gente que quiere hacerle daño, no solo tu hermano. — Annie Weynart tenía familia grande y amigos, por no hablar de los otros políticos y de Aminoff, que seguro que están deseando sacarle información de la manera que sea. — No abandonamos a los nuestros así como así. — Siempre ha sido así, incluso en las peores situaciones. — ¿Era eso lo que querías preguntarme?
Pero tampoco me hubiera imaginado nunca teniendo una conversación tan profunda con alguien de su familia. Que se abra tanto y me explique sus pensamientos, los problemas y cosas por las que se le ha juzgado durante tantos años, provoca que arquee ligeramente las cejas, sorprendida. — Supongo que llevar el apellido que llevas no hacía más que empeorar cómo te sentías, ¿verdad? — Realmente es una pregunta retórica, pero no puedo evitar preguntarle igualmente. — Siento lo de tu prima, de verdad. No voy a disculpar a Ava porque todos hemos hecho cosas cuestionables en algún momento y la situación aquel día fue... complicada. — Porque nos sacaban ventaja sabiendo quién era Kendrick; solo fueron a reírse de nosotros. Sin embargo, eso no justifica lo que pasó. — No estoy a favor de matar por matar y creo que en muchas ocasiones es algo que puede remediarse porque solo sirve para hacernos daño los unos a los otros. — Él perdió a su prima de manera injusta, y yo perdí a, digamos mi novia, igual. Es un ciclo que nunca acaba.
Me tomo mi tiempo para abordar el tema del secuestro de Ava, y me dejo caer hacia atrás para apoyarme más en los cojines del sofá, harta de mantener la compostura por educación. — No sé cómo lo haremos todavía, pero la rescataremos cueste lo que cueste. Hay demasiada gente que quiere hacerle daño, no solo tu hermano. — Annie Weynart tenía familia grande y amigos, por no hablar de los otros políticos y de Aminoff, que seguro que están deseando sacarle información de la manera que sea. — No abandonamos a los nuestros así como así. — Siempre ha sido así, incluso en las peores situaciones. — ¿Era eso lo que querías preguntarme?
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Mi mente se queda en blanco por dos segundos, su ofrecimiento a que me explaye en lo que tengo pensado respecto a los animales del zoológico me desconcierta, y no, no es eso, tengo que ir un poco más atrás en sus palabras para encontrarme con que es su confianza la que va por delante. Así que me aclaro la garganta con un carraspeo fuerte para contestarle, no tengo la intención de detenerme en eso que pareciera ser dicho al pasar, pero lo considero necesario antes de continuar. —Gracias— si no lo digo ahora, ¿cuándo? Y estoy tratando de decir las cosas cuando tienen que ser, nunca cuando es demasiado tarde, todo es entonces más complicado y no quiero volver a pasar por eso. —Gracias por fiarte de mí—. Tampoco quiero hacerlo un momento incomodo del que no podamos salir, así que cambio de tema o, mejor dicho, retomo el tema que quedó pendiente. —Sería sacar las rejas, sacarlos también de la vista, crear espacios para ellos donde puedan moverse a sus anchas, limitados con magia por seguridad, claro. Pero donde no sean piezas de exposición, sino que se muevan en un ecosistema y seamos nosotros quienes para verlos nos volvamos parte… — lo último lo digo con un tono interrogante para comprobar que está siguiendo los detalles de lo que propongo.
Puesto que nunca me he creído bueno haciéndome entender, y que me costó aún más comprender otros puntos de vista, la manera tan sencilla que tiene Pearson para exponer las cosas limpian de un barrido todas las confusiones que podrían seguir nublando mi mirada sobre todo. Es posible que en otro momento, hubiera sido el odio el que empañaba toda mi visión, el mismo que me hubiera llevado a contradecirla y decirle que el asesinato de Annie fue algo más que sola consecuencia de una situación que salió de control, porque no podía contar la muerte de mi prima como una más de las muchas muertes que se vienen sucediendo desde hace un tiempo. Busco en mí el dolor que sentía por su ausencia y no lo encuentro, ni tampoco siento que este traicionando su memoria. En verdad entiendo que su muerte, la de otros y tal vez también las nuestras en un futuro cercano, son consecuencias inevitables de una guerra que estamos viviendo.
No es solo lo que me dice entonces, sino lo que responde cuando le pregunto por la rubia capturada, lo que me lleva a asentir con el mentón cuando duda de que esa sea mi única duda. —Sí, eso era lo que quería saber, quería saber qué tipo de persona era la que estaba a cargo de la defensa de este distrito— admito, mostrándole mis manos en inocencia. —Y me complace saber que es alguien que no abandonaría a los suyos, así que puedes contar con que te seguiré a donde sea que me digas para que eso se cumple, si hay algo que podamos hacer por Ava— poner un nombre a quien mató a mi prima me hace enmudecer por dos segundos, entonces recupero el tono, sigo como si nada hubiera pasado, —o por cualquier otra persona del distrito, cuentas conmigo. No creas que venir hasta aquí fue un arrebato de mi parte, soy bastante firme en los lugares donde decido estar y ahora es… al lado de ustedes— espero que me crea, que pueda confiar realmente en mí como yo he elegido hacerlo al poner un pie en su casa. —Pero... pelearé contra quien sea, contra quien ustedes me digan, pero no con mi hermano. Nunca me pidan que pelee contra mi hermano. Prefiero morir antes que hacer daño a alguien que lleva mi sangre, es la única aclaración que creo que me queda por hacer.
Puesto que nunca me he creído bueno haciéndome entender, y que me costó aún más comprender otros puntos de vista, la manera tan sencilla que tiene Pearson para exponer las cosas limpian de un barrido todas las confusiones que podrían seguir nublando mi mirada sobre todo. Es posible que en otro momento, hubiera sido el odio el que empañaba toda mi visión, el mismo que me hubiera llevado a contradecirla y decirle que el asesinato de Annie fue algo más que sola consecuencia de una situación que salió de control, porque no podía contar la muerte de mi prima como una más de las muchas muertes que se vienen sucediendo desde hace un tiempo. Busco en mí el dolor que sentía por su ausencia y no lo encuentro, ni tampoco siento que este traicionando su memoria. En verdad entiendo que su muerte, la de otros y tal vez también las nuestras en un futuro cercano, son consecuencias inevitables de una guerra que estamos viviendo.
No es solo lo que me dice entonces, sino lo que responde cuando le pregunto por la rubia capturada, lo que me lleva a asentir con el mentón cuando duda de que esa sea mi única duda. —Sí, eso era lo que quería saber, quería saber qué tipo de persona era la que estaba a cargo de la defensa de este distrito— admito, mostrándole mis manos en inocencia. —Y me complace saber que es alguien que no abandonaría a los suyos, así que puedes contar con que te seguiré a donde sea que me digas para que eso se cumple, si hay algo que podamos hacer por Ava— poner un nombre a quien mató a mi prima me hace enmudecer por dos segundos, entonces recupero el tono, sigo como si nada hubiera pasado, —o por cualquier otra persona del distrito, cuentas conmigo. No creas que venir hasta aquí fue un arrebato de mi parte, soy bastante firme en los lugares donde decido estar y ahora es… al lado de ustedes— espero que me crea, que pueda confiar realmente en mí como yo he elegido hacerlo al poner un pie en su casa. —Pero... pelearé contra quien sea, contra quien ustedes me digan, pero no con mi hermano. Nunca me pidan que pelee contra mi hermano. Prefiero morir antes que hacer daño a alguien que lleva mi sangre, es la única aclaración que creo que me queda por hacer.
Quizá debería estar apuntándome las medidas que va nombrando, pero quiero darle un voto de confianza y demostrar que no solo me fío de palabra para quedar bien, sino que de verdad creo que puede sernos de ayuda. No voy a negar que en un principio no me hizo especial gracia que alguien de la familia Weynart viniera, pero tras consultarlo con la almohada, llegué a la conclusión de que podía ser una baza a nuestro favor. Y que no hay que cerrarle las puertas a nadie, independientemente de cuál sea su apellido. — Perfecto. Necesitaré un plan por escrito para consultarlo con el resto del Consejo la próxima semana. ¿Crees que podrás tenerlo listo? — No es una decisión que vaya a tomar yo unilateralmente, especialmente cuando Ben y yo vamos juntos en estos temas de defensa. — Pero creo que estarán de acuerdo con todo lo que has comentado. No podemos tener a las Criaturas privadas de libertad, al menos no tanto, cuando queremos fomentar precisamente la igualdad — repito unas palabras similares a las de hace un rato. Yo misma soy una Criatura, más persona que otra cosa, sí, pero a ojos de otros ni siquiera merecería derechos, ni mucho menos nada de libertad.
Creo que se nota a kilómetros que sus halagos me pillan desprevenida, pues tampoco estoy acostumbrada a escuchar algo así. Supongo que me he acostumbrado un poco a la brutalidad que conlleva la confianza que tengo con el resto, que a veces, para demostrar nuestro aprecio, en vez de halagar, alguien suelta algo tipo «hoy estás menos tonto que de costumbre». Yo soy la primera que lo hace, para qué negarlo. — Vaya, gracias. — No sé cómo responder, pero qué menos que agradecer. — No sé muy bien qué os habrán hecho creer de nosotros, pero me alegro de que alguien como tú nos dé su confianza también. — Realmente sé algunas de las cosas que han dicho de nosotros, pero imagino que viniendo de una familia de alto nivel, esas críticas y comentarios deben de ser incluso más exagerados. Y como es de suponer, inevitablemente, la sangre siempre tira un poco hacia la sangre, aunque tampoco voy a culparle por lo que me pide. — Tienes mi palabra de que eso no será necesario. No se te recriminará por no hacerlo, porque yo tampoco sería capaz de hacer daño a alguien que me importe. — Su simple presencia ya puede sernos de mucha ayuda, porque igual que su apellido puede provocar desconfianza en algunos, en otros puede suponer un paso para confiar en nosotros.
Creo que se nota a kilómetros que sus halagos me pillan desprevenida, pues tampoco estoy acostumbrada a escuchar algo así. Supongo que me he acostumbrado un poco a la brutalidad que conlleva la confianza que tengo con el resto, que a veces, para demostrar nuestro aprecio, en vez de halagar, alguien suelta algo tipo «hoy estás menos tonto que de costumbre». Yo soy la primera que lo hace, para qué negarlo. — Vaya, gracias. — No sé cómo responder, pero qué menos que agradecer. — No sé muy bien qué os habrán hecho creer de nosotros, pero me alegro de que alguien como tú nos dé su confianza también. — Realmente sé algunas de las cosas que han dicho de nosotros, pero imagino que viniendo de una familia de alto nivel, esas críticas y comentarios deben de ser incluso más exagerados. Y como es de suponer, inevitablemente, la sangre siempre tira un poco hacia la sangre, aunque tampoco voy a culparle por lo que me pide. — Tienes mi palabra de que eso no será necesario. No se te recriminará por no hacerlo, porque yo tampoco sería capaz de hacer daño a alguien que me importe. — Su simple presencia ya puede sernos de mucha ayuda, porque igual que su apellido puede provocar desconfianza en algunos, en otros puede suponer un paso para confiar en nosotros.
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Por hábito, asiento con el mentón en obediencia, antes de poner la afirmación en palabras. —Claro— esa única palabra me sale con algo de torpeza, procuro que no se note lo desconcertado que me siento de tener que encargarme de algo así que rompe con la manera que siempre he tenido que responder a la autoridad dentro del ministerio, por cercano que haya sido a Jessica y, por supuesto, a Riorden. Es extraño darme cuenta que estoy parado en un lugar que no se mide por mi cercanía con otras personas y cómo respondo a ellas, sino que cada cosa que haga y cada paso que de hablarán de mí mismo, por raro que sea tener esa libertad recién a esta edad. Mejor tarde que nunca, ¿no? Me doy cuenta también que las asperezas que creía propias de mi carácter, no son tales al encontrarme en este nuevo sitio, con personas que al cederme el permiso de estar, puedo sentir que hablo un mismo idioma y me resulta confuso que así sea tan lejos de lo que por años me obligué a sentir como mi casa, quizá siempre estuvo lejos, en todo lo que sea el margen de Neopanem.
—Nos hicieron creer lo peor— contesto con franqueza, nunca fue un rechazo basado en prejuicio, sino en el ciego convencimiento de que ellos eran los enemigos que venían a asesinar a nuestras familias y a avasallar lo que teníamos, dar el primer paso hacia ellos para seguirlos, me costó más que voluntad. No tengo una mentalidad que sea fácil de malear, reconozco lo rígido que puedo ser en mis creencias y por eso mismo sé bien, que difícilmente algo logre hacerme cambiar de dirección una segunda vez, por mucho que mi familia me importe, ni siquiera ellos podrían. Me queda la tranquilidad de que abandonar su lado, tampoco me coloca enfrentándome a ellos. Así que respiro aliviado al ser exento de esa obligación. —Gracias— susurro, — más que mi confianza, tienen mi lealtad— que hasta entonces había sido exclusiva de mi familia. Aun conociendo lo bueno del espíritu de mi hermano, el apellido Weynart tiene un peso que lo hace pilar en el Capitolio, no los veo cruzando la línea para venir de este lado, no en lo que dura esta guerra, así que todo lo que me queda hacer es asegurarme que termine. —Si no hay nada más, no quiero seguir quitándote tiempo— digo al ponerme de pie y guardar las manos en los bolsillos de mi chaqueta. —Gracias— repito, estoy seguro de que esta es la única ocasión que tendré para gastar esa palabra, en adelante no habrá oportunidad y espero que tampoco la necesidad de hacerlo, al poder ser uno más entre ellos, por loco que siga pareciéndome esto. Tan loco como ofrecerme a pelear, solo para esperar el día en que eso ya no sea necesario.
—Nos hicieron creer lo peor— contesto con franqueza, nunca fue un rechazo basado en prejuicio, sino en el ciego convencimiento de que ellos eran los enemigos que venían a asesinar a nuestras familias y a avasallar lo que teníamos, dar el primer paso hacia ellos para seguirlos, me costó más que voluntad. No tengo una mentalidad que sea fácil de malear, reconozco lo rígido que puedo ser en mis creencias y por eso mismo sé bien, que difícilmente algo logre hacerme cambiar de dirección una segunda vez, por mucho que mi familia me importe, ni siquiera ellos podrían. Me queda la tranquilidad de que abandonar su lado, tampoco me coloca enfrentándome a ellos. Así que respiro aliviado al ser exento de esa obligación. —Gracias— susurro, — más que mi confianza, tienen mi lealtad— que hasta entonces había sido exclusiva de mi familia. Aun conociendo lo bueno del espíritu de mi hermano, el apellido Weynart tiene un peso que lo hace pilar en el Capitolio, no los veo cruzando la línea para venir de este lado, no en lo que dura esta guerra, así que todo lo que me queda hacer es asegurarme que termine. —Si no hay nada más, no quiero seguir quitándote tiempo— digo al ponerme de pie y guardar las manos en los bolsillos de mi chaqueta. —Gracias— repito, estoy seguro de que esta es la única ocasión que tendré para gastar esa palabra, en adelante no habrá oportunidad y espero que tampoco la necesidad de hacerlo, al poder ser uno más entre ellos, por loco que siga pareciéndome esto. Tan loco como ofrecerme a pelear, solo para esperar el día en que eso ya no sea necesario.
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