VERANO de 247521 de Junio — 20 de Septiembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
¿Qué ficha moverás?
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Pocas veces me he sentido tan inútil como en los minutos eternos del enfrentamiento que acabó por humillarnos como nación y el cual tuve que ver desde las afueras, ocupado en mantener a raya a los curiosos y a personas como el cuñado del ministro Powell, que se la pasó empujándome y gritándome a pesar de que en su cerebro de simio no entraba la idea de que un civil no puede andar metiéndose de lleno en un campo de batalla. Una vez más, fui un penoso espectador, de esos que se quedan helados cuando ven rostros conocidos dejando el lugar con obvias heridas y las emociones contradictorias se chocan dentro de mi cuerpo, obligándome a recordar que tengo que ser profesional. Nada de eso mejora cuando, por la noche, se confirman las muertes de personas que he conocido y no puedo hacer otra cosa que preguntarme: ¿Cuántos más?
Dejo pasar unos días, pocos a decir verdad. No enciendo la televisión pero en el ministerio y en la base sí lo hacen, así que no me pierdo de los detalles que me hacen pensar que hemos perdido más que terreno, sino en aquellos que me recuerdan que necesitamos una mejor estrategia militar. ¿Y qué puedo hacer yo, más que asentir con la cabeza, cuando no tengo un puesto que me permita dar órdenes o siquiera ideas? Mastico mi propia frustración hasta que opto por hacer lo que he estado pateando… y es chequear que mi ex prometida se encuentre entera.
Mi excusa es simple. Llevo conmigo una mochila cargada de sus pertenencias, paso de las flores, los bombones o los globos para desearle una buena recuperación. Me aparezco en el distrito dos justo frente de su casa, allí donde me demoro un buen rato hasta que me decido a tocar el timbre. Solo por inercia, busco una ventana para chequear mi reflejo y peinar el cabello. ¿Por qué lo hago? ¡Si esta mujer me ha visto de las peores maneras posibles! Me despego del cristal con toda la naturalidad que soy capaz de evocar en segundos justo antes de encontrarme con su rostro y, de alguna manera, consigo sonreír — Hey… — murmuro a modo de saludo. Mis ojos la analizan a gran velocidad, hasta regresar a los suyos — Te traje… — muevo los hombros para enseñarle la mochila — … Quería ver cómo te encontrabas después de lo que ha pasado. ¿Puedo pasar? — que si no me ha cerrado la puerta en la cara hasta ahora, ya lo tomo como una victoria.
Dejo pasar unos días, pocos a decir verdad. No enciendo la televisión pero en el ministerio y en la base sí lo hacen, así que no me pierdo de los detalles que me hacen pensar que hemos perdido más que terreno, sino en aquellos que me recuerdan que necesitamos una mejor estrategia militar. ¿Y qué puedo hacer yo, más que asentir con la cabeza, cuando no tengo un puesto que me permita dar órdenes o siquiera ideas? Mastico mi propia frustración hasta que opto por hacer lo que he estado pateando… y es chequear que mi ex prometida se encuentre entera.
Mi excusa es simple. Llevo conmigo una mochila cargada de sus pertenencias, paso de las flores, los bombones o los globos para desearle una buena recuperación. Me aparezco en el distrito dos justo frente de su casa, allí donde me demoro un buen rato hasta que me decido a tocar el timbre. Solo por inercia, busco una ventana para chequear mi reflejo y peinar el cabello. ¿Por qué lo hago? ¡Si esta mujer me ha visto de las peores maneras posibles! Me despego del cristal con toda la naturalidad que soy capaz de evocar en segundos justo antes de encontrarme con su rostro y, de alguna manera, consigo sonreír — Hey… — murmuro a modo de saludo. Mis ojos la analizan a gran velocidad, hasta regresar a los suyos — Te traje… — muevo los hombros para enseñarle la mochila — … Quería ver cómo te encontrabas después de lo que ha pasado. ¿Puedo pasar? — que si no me ha cerrado la puerta en la cara hasta ahora, ya lo tomo como una victoria.
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Viviendo en un distrito como el dos, las cámaras de seguridad en la entrada son casi que protocolo básico en cada una de las casas. La vivienda de mis padres no era una excepción a ello, así que tengo unos segundos de ventaja cuando veo la figura de Percy reflejada en la pequeña pantalla del portero eléctrico. ¿Tenía que venir precisamente hoy? No podía venir, no sé… ¿cuando estuviera arreglada y a punto de salir?, no era necesario aparecerse cuando me hallaba recién desayunada (en pleno mediodía), con un pijama viejo y los pelos desastrosos, ¿no?
No tengo tiempo para cambiarme y mucho menos para fingir otro estado que no fuese de lo más patético así que, viendo que no tengo salida, decido encontrarle otro enfoque a la situación. Uno que trata de decir “no me importa como me veo, porque no me importa como me veas, porque no me importas”. Y puedo decir que tengo éxito, hasta que abro la puerta y mi mueca segura cambia por una que no termino de identificar. Saludo levantando apenas una de mis manos en un gesto corto y frunzo los labios cuando me enseña la mochila como una excusa para venir a verme. - Qué atento de tu parte… - Ruedo los ojos tratando de reprimir el dejo mordaz que tiene mi voz, pero fallando estrepitosamente. Aún así, abro la puerta un poco más y me hago a un lado para dejarlo pasar.
No hay nadie en casa, mis hermanos se encuentran estudiando y mis padres están en el trabajo, pero él eso ya lo sabe. No era coincidencia que ambos tuviéramos el mismo día libre. Lo habíamos solicitado así poco después de habernos mudado juntos. - ¿Quieres algo para tomar? Todavía queda algo de café en la jarra. - Ofrezco tratando de sonar lo más amistosa que puedo. Es complicado, es complicado mirarlo a la cara en el trabajo, y es aún peor aquí. Al final suelto un suspiro resignado e interrumpo mis pasos hacia la cocina. Dándome vuelta para poder enfrentarlo con pocos ánimos. - ¿A qué viniste? De verdad… - Yo me encontraba bien, pudo verlo desde el momento en el que abrí la puerta. Sin embargo pidió pasar y yo como siempre acabo dejándolo. Porque incluso luego de todo, sigo teniendo muy difícil el decirle que no a nada.
No tengo tiempo para cambiarme y mucho menos para fingir otro estado que no fuese de lo más patético así que, viendo que no tengo salida, decido encontrarle otro enfoque a la situación. Uno que trata de decir “no me importa como me veo, porque no me importa como me veas, porque no me importas”. Y puedo decir que tengo éxito, hasta que abro la puerta y mi mueca segura cambia por una que no termino de identificar. Saludo levantando apenas una de mis manos en un gesto corto y frunzo los labios cuando me enseña la mochila como una excusa para venir a verme. - Qué atento de tu parte… - Ruedo los ojos tratando de reprimir el dejo mordaz que tiene mi voz, pero fallando estrepitosamente. Aún así, abro la puerta un poco más y me hago a un lado para dejarlo pasar.
No hay nadie en casa, mis hermanos se encuentran estudiando y mis padres están en el trabajo, pero él eso ya lo sabe. No era coincidencia que ambos tuviéramos el mismo día libre. Lo habíamos solicitado así poco después de habernos mudado juntos. - ¿Quieres algo para tomar? Todavía queda algo de café en la jarra. - Ofrezco tratando de sonar lo más amistosa que puedo. Es complicado, es complicado mirarlo a la cara en el trabajo, y es aún peor aquí. Al final suelto un suspiro resignado e interrumpo mis pasos hacia la cocina. Dándome vuelta para poder enfrentarlo con pocos ánimos. - ¿A qué viniste? De verdad… - Yo me encontraba bien, pudo verlo desde el momento en el que abrí la puerta. Sin embargo pidió pasar y yo como siempre acabo dejándolo. Porque incluso luego de todo, sigo teniendo muy difícil el decirle que no a nada.
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— Ya me conoces — intento que suene a una broma, pero pronto me doy cuenta de que le estoy regalando el pie a sacar cualquier arma filosa contra mí. No puedo decir que hemos terminado en buenos términos, no solo por mi confesión sino también por todo el escándalo que vino después. De acuerdo, fui yo quien la cagó, sentido literal y figurativo. No voy a decir que merezco su perdón ni tampoco espero conseguirlo, pero me gustaría que ella sea hombre e intente resistirse a los encantos de una veela que te habla en un espacio muy reducido. Fui estúpido, pero humano al fin de cuentas.
Al menos me gano el poder pasar a su casa y ni tengo que mirar el entorno, conozco demasiado bien estas habitaciones por aquellas épocas en las cuales venía de visita hasta que decidimos que mudarnos juntos era la mejor opción para nuestra relación. Aún así, mis ojos buscan la presencia de alguien de su familia, porque no tengo ánimos de enfrentarme a aquellos que posiblemente me odien por el sufrimiento que le causé aún sin desearlo. Tal vez “desear” no sea la mejor palabra para decirlo — Un poco de café siempre es bienvenido — he aprendido a apegarme a la cafeína con mis años de entrenamiento y eso, sumado a una dieta cargada de nutrientes, siempre me hacen parecer como un adicto a la actividad física. Apoyo la mochila sobre el sofá y estoy dispuesto a enseñarle lo que tengo para ella, que su pregunta me detiene en seco.
Creí que era algo obvio. Mis dedos rozan el cierre y acabo por levantar los ojos hacia ella, alzando uno de mis hombros — No pude pasar. Me dejaron cuidando que las cosas no se descontrolen afuera y pensé que tendría que pelear cuando Magnar decidiera que podíamos sumarnos — le explico, hago un enorme esfuerzo para no irme a ese día, a esos olores — Me hubiera gustado ser de ayuda y, mal que mal, me sigo preocupando por ti. No es como si yo hubiera terminado esto — que va, tal vez fue mi culpa, pero son cosas diferentes. Me rasco la barbilla, raspándome los nudillos con los primeros indicios de una barba — Así que, aunque no te guste, quería ofrecerte mi ayuda si necesitas algo. Además, ya no soportaba tu vieja colección de novelas juntando polvo en mi rincón. No son mi estilo — añado, suavizando el tono hasta sonar aunque sea un poco bromista.
Al menos me gano el poder pasar a su casa y ni tengo que mirar el entorno, conozco demasiado bien estas habitaciones por aquellas épocas en las cuales venía de visita hasta que decidimos que mudarnos juntos era la mejor opción para nuestra relación. Aún así, mis ojos buscan la presencia de alguien de su familia, porque no tengo ánimos de enfrentarme a aquellos que posiblemente me odien por el sufrimiento que le causé aún sin desearlo. Tal vez “desear” no sea la mejor palabra para decirlo — Un poco de café siempre es bienvenido — he aprendido a apegarme a la cafeína con mis años de entrenamiento y eso, sumado a una dieta cargada de nutrientes, siempre me hacen parecer como un adicto a la actividad física. Apoyo la mochila sobre el sofá y estoy dispuesto a enseñarle lo que tengo para ella, que su pregunta me detiene en seco.
Creí que era algo obvio. Mis dedos rozan el cierre y acabo por levantar los ojos hacia ella, alzando uno de mis hombros — No pude pasar. Me dejaron cuidando que las cosas no se descontrolen afuera y pensé que tendría que pelear cuando Magnar decidiera que podíamos sumarnos — le explico, hago un enorme esfuerzo para no irme a ese día, a esos olores — Me hubiera gustado ser de ayuda y, mal que mal, me sigo preocupando por ti. No es como si yo hubiera terminado esto — que va, tal vez fue mi culpa, pero son cosas diferentes. Me rasco la barbilla, raspándome los nudillos con los primeros indicios de una barba — Así que, aunque no te guste, quería ofrecerte mi ayuda si necesitas algo. Además, ya no soportaba tu vieja colección de novelas juntando polvo en mi rincón. No son mi estilo — añado, suavizando el tono hasta sonar aunque sea un poco bromista.
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Tengo que admitir que su excusa suena creíble a mis oídos, sobretodo porque Percy siempre fue bastante transparente y mal que mal, no era una mala persona. Eso no quita que mi enojo siga latente y que no quiera aventarle algo a la cabeza cuando menciona que no fue él quien terminó esto. ¿Es que todavía no puede verlo? Al parecer no, y si no quiero que el living de mis padres se convierta en una batalla campal tengo que voltear nuevamente para retomar mi camino a la cocina, asegurando que note lo mucho que ruedo mis ojos ante su intento humorístico de la tarde.
El café no está del todo caliente, así que pongo la cafetera a funcionar nuevamente y separo dos tazas de la alacena. Creo que la bandeja debería estar al costado de la mesada, y cuando la encuentro no tardo en poner dos platos en ellas, las tazas y un par de cucharitas de plata que siempre han sido mis favoritas. Sabía que mamá tenía pensada heredármelas como regalo de bodas, pero eso no podrá ser ahora ya que… Suspiro, los bizcochos de la mañana todavía están bastante frescos, y las rodajas de pan se salen de la bolsa y se tuestan con una sencilla floritura de varita. El café está listo en los minutos que me toma completar la bandeja, y aunque ya antes había tomado frutas y algo de yogurt, no me vendría mal tener algo más de sustento en el estómago.
- Mira, agradezco tu preocupación por mí. De verdad. No voy a mentir y decir que tu ya no me importas, pero no…- Apoyo la bandeja sobre la mesita del comedor y tomo asiento en el sillón, invitándolo con un gesto a que haga lo mismo. - No puedes aparecerte así como si nada en casa de mis padres. Estoy tratando de ser todo lo adulta que puedo, pero me cuesta cuando todavía pareces no entender el por qué ya no estamos juntos. Y quiero hechizarte Perce… a ver si por fin puedes ver lo mucho que me duele que estés aquí, pero como siempre, no lo haré. -- Respiro profundo y tomo la taza que contiene más azúcar y crema de lo que debería, pero no estaba en humor de café amargo. - ¿Seguro que a tí no te pasó nada? Todavía yo misma siento que fui una inútil así que no creo que haya mucho que opinar al respecto.
El café no está del todo caliente, así que pongo la cafetera a funcionar nuevamente y separo dos tazas de la alacena. Creo que la bandeja debería estar al costado de la mesada, y cuando la encuentro no tardo en poner dos platos en ellas, las tazas y un par de cucharitas de plata que siempre han sido mis favoritas. Sabía que mamá tenía pensada heredármelas como regalo de bodas, pero eso no podrá ser ahora ya que… Suspiro, los bizcochos de la mañana todavía están bastante frescos, y las rodajas de pan se salen de la bolsa y se tuestan con una sencilla floritura de varita. El café está listo en los minutos que me toma completar la bandeja, y aunque ya antes había tomado frutas y algo de yogurt, no me vendría mal tener algo más de sustento en el estómago.
- Mira, agradezco tu preocupación por mí. De verdad. No voy a mentir y decir que tu ya no me importas, pero no…- Apoyo la bandeja sobre la mesita del comedor y tomo asiento en el sillón, invitándolo con un gesto a que haga lo mismo. - No puedes aparecerte así como si nada en casa de mis padres. Estoy tratando de ser todo lo adulta que puedo, pero me cuesta cuando todavía pareces no entender el por qué ya no estamos juntos. Y quiero hechizarte Perce… a ver si por fin puedes ver lo mucho que me duele que estés aquí, pero como siempre, no lo haré. -- Respiro profundo y tomo la taza que contiene más azúcar y crema de lo que debería, pero no estaba en humor de café amargo. - ¿Seguro que a tí no te pasó nada? Todavía yo misma siento que fui una inútil así que no creo que haya mucho que opinar al respecto.
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En lo que me quito la chaqueta y la acomodo sobre el perchero que me toma un momento ubicar, Lexa ya ha regresado con una bandeja que despierta mi apetito y acepto su indicación de tomar asiento, tratando de no pensar esto como una reunión de una ex pareja, sino de dos personas con un comportamiento cordial entre sí. Tomo la taza que ha destinado para mí y me centro en ponerle la cantidad de azúcar necesaria para que no sea demasiado fuerte, pero tampoco algo completamente empalagoso. Al menos me gano el conocimiento de que no es tan indiferente a mí como pensaba, se gana un vistazo fugaz — Puedo entender por qué no estamos juntos, Lex — me apresuro a meter bocado con total seriedad, que no estoy aquí para jugar el papel de santo. Sé lo que hice, ya he pedido disculpas y soy plenamente consciente de que eso no arreglará el daño causado — Pero mis errores no borrarán los años que pasamos juntos y no puedo enterarme que terminaste en el hospital y no pasar siquiera a ver cómo te encuentras. Fui idiota, pero no me creo desalmado — que diga lo que quiera, al fin y al cabo yo me quedo tranquilo con saber por dónde van mis intenciones.
Me viene bien el beber, incluso siendo una infusión caliente me permite el sentir que refresco la garganta. Apoyo la taza y estiro una mano para hacerme con una de las tostadas — ¿Además de sentir que todo por lo que luchamos se está desmoronando? No, Lex, no me sucede nada — me quedo con la mirada perdida en el trozo de pan que se suponía que iba a llevarme a la boca, como si en su corteza pudiera encontrar las respuestas a todas mis dudas y temores — Fuiste más útil que todos los que no tuvimos oportunidad siquiera de intentarlo. Aminoff estaba furioso, tú no lo viste — parecía que estaba listo para lanzarle un avada kedrava a cualquiera que se le metiera en el camino y estoy seguro de que se arrepiente de no haberlo hecho. Doy un mordisco y me cubro con una mano para evitar que se me caigan algunas migajas al suelo — El sistema no funciona. Lo único que nos hace pensar es que tienen a los aurores como carne de cañón y que no les importa lo que nos suceda, siempre vendrán otros para ocupar nuestro lugar. Solo espero que Monroe tenga buenas ideas para el departamento — parece que estoy sacando esperanzas de la galera. Trago, echándole un vistazo — ¿Pudiste oír algo de la negociación? Nadie nos ha dado detalles.
Me viene bien el beber, incluso siendo una infusión caliente me permite el sentir que refresco la garganta. Apoyo la taza y estiro una mano para hacerme con una de las tostadas — ¿Además de sentir que todo por lo que luchamos se está desmoronando? No, Lex, no me sucede nada — me quedo con la mirada perdida en el trozo de pan que se suponía que iba a llevarme a la boca, como si en su corteza pudiera encontrar las respuestas a todas mis dudas y temores — Fuiste más útil que todos los que no tuvimos oportunidad siquiera de intentarlo. Aminoff estaba furioso, tú no lo viste — parecía que estaba listo para lanzarle un avada kedrava a cualquiera que se le metiera en el camino y estoy seguro de que se arrepiente de no haberlo hecho. Doy un mordisco y me cubro con una mano para evitar que se me caigan algunas migajas al suelo — El sistema no funciona. Lo único que nos hace pensar es que tienen a los aurores como carne de cañón y que no les importa lo que nos suceda, siempre vendrán otros para ocupar nuestro lugar. Solo espero que Monroe tenga buenas ideas para el departamento — parece que estoy sacando esperanzas de la galera. Trago, echándole un vistazo — ¿Pudiste oír algo de la negociación? Nadie nos ha dado detalles.
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Sé que me quedo mirando su explicación, tratando de enfocarme en sus palabras y no en mis pensamientos. No es sencillo. No cuando la primera oración que sale de su boca es completamente equivocada y me deja con ganas de escupirle unas cuantas verdades. Él no sabía el por qué no estábamos juntos. Podía soportar que hubiese tenido un desliz, podía incluso llegar a perdonarle el no haberme dicho nada hasta que se lo pregunté; lo que más me dolía, en mi orgullo como mujer misma, es que no haya peleado para quedarse a mi lado cuando le pedí terminar todo. ¿Es que acaso no valía la pena pelear por mí? ¿Tan poco habían significado todos esos años juntos? Me callo. No voy a andar con esos planteos y así rebajarme a rogar por algo a lo que yo misma había puesto fin. Es solo que… ¡era tan injusto! - No creo que seas desalmado, solo…- Dejo morir ahí la frase, más concentrada en mi taza de café solo para tener algo que hacer con las manos.
Al menos puedo sentirme más cómoda cuando nos trasladamos al ámbito profesional. ese en dónde puedo dejar cualquier cosa sentimental de lado y dedicarnos a la única relación que manteníamos actualmente: la de ser colegas unidos por la misma causa. - ¿Furioso? Yo había tenido al chiquillo Black enroscado en cuerdas, ¿sabes lo horrible que es estar tan cerca de algo y que se esfume entre tus dedos? - No solo había caído, sino que me había enterado que habíamos tenido que retirarnos de la manera más espantosa posible. - El sistema directamente está en ruinas, y puedes creer lo que quieras de Monroe, pero hasta que no vea cambios no voy a opinar al respecto. Tu o mi madre hubieran sido mucho mejores para ocupar ese puesto, y lo sabes. - Era solo el tema de la edad lo que se lo impedía a uno, y el de la licencia lo que se lo impedía a la otra. En el escuadrón no faltaba talento, faltaban ideas y Riorden Weynart lleva rato repitiendo esquemas que claramente no están sirviendo. Dudaba mucho que una jefa nueva fuera a cambiar mucho la situación si resultaba no tener carácter. - No he escuchado nada, creo que ni siquiera me adentré en el edificio, fui parte del equipo del exterior. - Aclaro al rememorar ese día y lo eterno que pareció por momentos.
Al menos puedo sentirme más cómoda cuando nos trasladamos al ámbito profesional. ese en dónde puedo dejar cualquier cosa sentimental de lado y dedicarnos a la única relación que manteníamos actualmente: la de ser colegas unidos por la misma causa. - ¿Furioso? Yo había tenido al chiquillo Black enroscado en cuerdas, ¿sabes lo horrible que es estar tan cerca de algo y que se esfume entre tus dedos? - No solo había caído, sino que me había enterado que habíamos tenido que retirarnos de la manera más espantosa posible. - El sistema directamente está en ruinas, y puedes creer lo que quieras de Monroe, pero hasta que no vea cambios no voy a opinar al respecto. Tu o mi madre hubieran sido mucho mejores para ocupar ese puesto, y lo sabes. - Era solo el tema de la edad lo que se lo impedía a uno, y el de la licencia lo que se lo impedía a la otra. En el escuadrón no faltaba talento, faltaban ideas y Riorden Weynart lleva rato repitiendo esquemas que claramente no están sirviendo. Dudaba mucho que una jefa nueva fuera a cambiar mucho la situación si resultaba no tener carácter. - No he escuchado nada, creo que ni siquiera me adentré en el edificio, fui parte del equipo del exterior. - Aclaro al rememorar ese día y lo eterno que pareció por momentos.
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— Puedo imaginar la frustración — he pensado muchas veces en lo glorioso que sería entregar a alguien de la lista negra, ni hablemos si se trata del mocoso que ha decidido que su sangre de golpe tiene valor como para olvidarse de lo que ser un Black en verdad significa. Me muerdo la lengua porque no quiero decir nada en contra de una persona en la cual confío y que, espero, nos demuestre que hay una salida frente a un panorama que parece completamente desalentador. Suerte para mí, me da el pie a sacar un poco de seriedad a un asunto que, de seguir por ese camino, acabaría en pozos bastante deprimentes — Me halaga que sigas teniendo esa idea de mí — confieso — pero hasta yo admito que no es momento de ser jefe de nadie, aún tengo mucho que aprender y confío en que todo esto me servirá de aprendizaje para que, algún día, mi trabajo sea incluso superior al de Weynart — que, como vienen las cosas, no parece que fuese a tomarme mucho trabajo. Bebo un poco del café, aunque mis ojos revolotean hacia ella por encima de la taza — Tu madre sería una excelente opción.
Lo admito, me siento algo decepcionado de no tener información de primera mano y tendré que quedarme con los rumores, que no tengo contacto con nadie que haya estado ahí dentro y a Jack lo usaron de afilador de cuchillos. Intento no irme hacia esa imagen y la mueca que hago bien puede ser por el café y no por el disgusto en sí que me produce toda esta situación — Tengo fe en que aquellas personas tendrán su merecido, Lex. Ellos no son como tú y yo, no comprenden una mentalidad civilizada y todo esto no hace más que ponerse a nuestro favor. La gente, tarde o temprano, acabará por comprenderlo. Mientras tanto, solo nos queda el apoyarnos los unos a los otros — me estiro para darle una tímida palmada en los nudillos y le fuerzo una sonrisa. Peleados o no, hay algunos vínculos que jamás se rompen y en la guerra, no hay nada que pueda contra ello.
Lo admito, me siento algo decepcionado de no tener información de primera mano y tendré que quedarme con los rumores, que no tengo contacto con nadie que haya estado ahí dentro y a Jack lo usaron de afilador de cuchillos. Intento no irme hacia esa imagen y la mueca que hago bien puede ser por el café y no por el disgusto en sí que me produce toda esta situación — Tengo fe en que aquellas personas tendrán su merecido, Lex. Ellos no son como tú y yo, no comprenden una mentalidad civilizada y todo esto no hace más que ponerse a nuestro favor. La gente, tarde o temprano, acabará por comprenderlo. Mientras tanto, solo nos queda el apoyarnos los unos a los otros — me estiro para darle una tímida palmada en los nudillos y le fuerzo una sonrisa. Peleados o no, hay algunos vínculos que jamás se rompen y en la guerra, no hay nada que pueda contra ello.
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