OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Noviembre
- Ya lo veremos... - dice mi abuela a través del espejo con la fantasmagórica voz que ya había logrado olvidar. El cabello blanco es lo que más llama la atención de toda la imagen y los ojos claros que bien podrían ser los de Synnove de no estar absolutamente seguro de que no es ella del otro lado del objeto mágico. Sin decir más nada corta la conexión dejándome solo en la habitación, con la espalda curvada hacia adelante y las piernas a penas sosteniéndome de pie. No porque me sienta débil o la enfermedad me esté atacando de esa manera, sino porque la idea de ir al norte una vez más, quizás para morir, me pone los pelos de punta. Prometí luchar hasta el final y creo que ésta es la última batalla así que debo enfrentarla no importa cuánto me asuste.
Nuestra vida está aquí pero mis hijos ya están grandes y creo que ha llegado el momento de ponerme en primer lugar pues si no es ahora nunca más lo será. Si muero quedarán solos de todas formas así que prefiero verlo como un hasta luego más que como una despedida definitiva. En realidad no sé cómo enfrentar el asunto ¿Debo irme y dejar una carta? ¿Debo hacer una reunión familiar e informarlo? Al menos tuvimos la oportunidad de festejar el cumpleaños de Simon como una familia más o menos normal antes de éste desafío.
- Lo que propuso Simon en su cumpleaños... Puede funcionar - digo a Amalie cuando logro localizarla en una de las habitaciones - Acabo de hablar con mi abuela, dice que será difícil, un tratamiento largo pero que hasta ahora no se ha encontrado con ninguna enfermedad que sus poderes no puedan frenar - no solo es una veela, sino que es una milenaria, una que vivió mil vidas antes de decidir compartirla con alguien más. Sé que ahora no me encontraré con la mujer fría que intentaba ser cariñosa durante mi infancia, sino con Jelka, ese ser mitológico que jamás llegamos a conocer, ni siquiera mis padres, y que solo con nuestra partida volvió a apoderarse del cuerpo anteriormente domesticado - ¿Crees que deba ir?
- Ya lo veremos... - dice mi abuela a través del espejo con la fantasmagórica voz que ya había logrado olvidar. El cabello blanco es lo que más llama la atención de toda la imagen y los ojos claros que bien podrían ser los de Synnove de no estar absolutamente seguro de que no es ella del otro lado del objeto mágico. Sin decir más nada corta la conexión dejándome solo en la habitación, con la espalda curvada hacia adelante y las piernas a penas sosteniéndome de pie. No porque me sienta débil o la enfermedad me esté atacando de esa manera, sino porque la idea de ir al norte una vez más, quizás para morir, me pone los pelos de punta. Prometí luchar hasta el final y creo que ésta es la última batalla así que debo enfrentarla no importa cuánto me asuste.
Nuestra vida está aquí pero mis hijos ya están grandes y creo que ha llegado el momento de ponerme en primer lugar pues si no es ahora nunca más lo será. Si muero quedarán solos de todas formas así que prefiero verlo como un hasta luego más que como una despedida definitiva. En realidad no sé cómo enfrentar el asunto ¿Debo irme y dejar una carta? ¿Debo hacer una reunión familiar e informarlo? Al menos tuvimos la oportunidad de festejar el cumpleaños de Simon como una familia más o menos normal antes de éste desafío.
- Lo que propuso Simon en su cumpleaños... Puede funcionar - digo a Amalie cuando logro localizarla en una de las habitaciones - Acabo de hablar con mi abuela, dice que será difícil, un tratamiento largo pero que hasta ahora no se ha encontrado con ninguna enfermedad que sus poderes no puedan frenar - no solo es una veela, sino que es una milenaria, una que vivió mil vidas antes de decidir compartirla con alguien más. Sé que ahora no me encontraré con la mujer fría que intentaba ser cariñosa durante mi infancia, sino con Jelka, ese ser mitológico que jamás llegamos a conocer, ni siquiera mis padres, y que solo con nuestra partida volvió a apoderarse del cuerpo anteriormente domesticado - ¿Crees que deba ir?
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Giro al escuchar la voz de Ivar en el marco de la puerta, mis dedos pierden la sujeción de mi cabello que va cayendo en recuperado desorden sobre mi espalda y regreso mis manos al frente lentamente. Estaba esperando este momento, solo ruego ser lo suficientemente fuerte como para afrontarlo, no hacerme pedazos como otras veces y sostener su mirada cuando me pregunta si debe ir. Esa angustia que se expande por mi pecho me pide que le grite que no, es la voz egoísta que siempre ha vivido en mí y que fui descubriendo como callar. Me aparto del espejo circular del tocador para caminar hacia él, detenerme a unos pocos centímetros de su rostro y alzar mi mano para sostener su mejilla por unos segundos, esos que voy contando mientras dejo que el calor de su piel traspase a mi palma, porque es el tacto que me recuerda que somos reales y seguimos vivos, por dañados que estemos por dentro.
—Sí, creo que tienes que ir— digo con un desgarrón en el alma, porque lo prefiero lejos a saber que está muriéndose un poco cada día al seguir a mi lado. Recuesto mi frente sobre su hombro al reprimir lo mucho que me duele tener que despedirme del hombre del que nunca creí capaz de separarme, incluso cuando el dolor era un sentimiento más intenso que el amor que nunca cambió. — Pero vuelve— le ruego, —si te vas que sea para volver—. No puedo escucharme decirle que regrese sobre todas esas millas que lo trajeron hasta estos distritos, siento que estoy volviendo el tiempo hacía atrás y renunciando a él para volver a ser todo lo que era antes de encontrarlo, alguien que estaba sola. Es una sensación que dura poco, no creo que pueda volver a sentirme sola si él esta, donde sea, en cualquier parte remota del mundo. Busco su mirada otra vez al levantar mi rostro. —Y yo te esperaré, así que no demores más de lo necesario. Porque tenemos el resto de una vida para pasarla juntos— me está costando demasiado decir estas palabras, debe notarse por el quiebre cada tanto y la sonrisa que le muestro y le enseña una valentía a separarme de él que en realidad no siento.
—Sí, creo que tienes que ir— digo con un desgarrón en el alma, porque lo prefiero lejos a saber que está muriéndose un poco cada día al seguir a mi lado. Recuesto mi frente sobre su hombro al reprimir lo mucho que me duele tener que despedirme del hombre del que nunca creí capaz de separarme, incluso cuando el dolor era un sentimiento más intenso que el amor que nunca cambió. — Pero vuelve— le ruego, —si te vas que sea para volver—. No puedo escucharme decirle que regrese sobre todas esas millas que lo trajeron hasta estos distritos, siento que estoy volviendo el tiempo hacía atrás y renunciando a él para volver a ser todo lo que era antes de encontrarlo, alguien que estaba sola. Es una sensación que dura poco, no creo que pueda volver a sentirme sola si él esta, donde sea, en cualquier parte remota del mundo. Busco su mirada otra vez al levantar mi rostro. —Y yo te esperaré, así que no demores más de lo necesario. Porque tenemos el resto de una vida para pasarla juntos— me está costando demasiado decir estas palabras, debe notarse por el quiebre cada tanto y la sonrisa que le muestro y le enseña una valentía a separarme de él que en realidad no siento.
Los sanadores dijeron que no hay una cura para lo que tengo, tampoco una forma de palear los síntomas y cuan equivocados estaban... Porque el tacto de Amalie puede que no tenga un efecto real en la progresión de mi enfermedad, pero cada vez que siento su piel contra la mía olvido que estoy en mis últimos meses y vuelvo a sentirme como ese joven que creía que tenía toda la vida por delante. Hasta que su voz me recuerda el tema que estamos tratando y aprovecho su cercanía para esconder mi rostro en su cabello.
Ésto es real, nosotros, aquí. Lo vivido en el norte me resulta tan lejano que de no ser porque acabo de hablar con una de las protagonistas de esa etapa hasta podría creer que fue todo producto de mi imaginación, un cuento inventado por un niño asustado en un país en guerra que creyó mejor creerse un vikingo moderno con sangre mística corriendo por sus venas.
Cuando pide que vuelva respiro profundo pues no puedo prometer eso. Tenemos una oportunidad, pero no deja de ser más que otro manotazo de ahogado que bien podría no funcionar ¿Y entonces? ¿Moriría allá sin poder decir adios? ¿Ésta es una de las últimas oportunidades de decirle a mi esposa que la amo? - Ven conmigo - pido sosteniendo su rostro con ambas manos. Lo pido de corazón porque tengo miedo de no volver - Te necesito conmigo en esto, Amy, por favor - pido incluso más agonizante que ella hace unos momentos - No sé si tenemos el resto de nuestras vidas pero lo que quede... quiero pasarlo contigo - agrego intentando sonreír un poco, no quiero que estemos triste con esto, es un día para festejar la esperanza.
Ésto es real, nosotros, aquí. Lo vivido en el norte me resulta tan lejano que de no ser porque acabo de hablar con una de las protagonistas de esa etapa hasta podría creer que fue todo producto de mi imaginación, un cuento inventado por un niño asustado en un país en guerra que creyó mejor creerse un vikingo moderno con sangre mística corriendo por sus venas.
Cuando pide que vuelva respiro profundo pues no puedo prometer eso. Tenemos una oportunidad, pero no deja de ser más que otro manotazo de ahogado que bien podría no funcionar ¿Y entonces? ¿Moriría allá sin poder decir adios? ¿Ésta es una de las últimas oportunidades de decirle a mi esposa que la amo? - Ven conmigo - pido sosteniendo su rostro con ambas manos. Lo pido de corazón porque tengo miedo de no volver - Te necesito conmigo en esto, Amy, por favor - pido incluso más agonizante que ella hace unos momentos - No sé si tenemos el resto de nuestras vidas pero lo que quede... quiero pasarlo contigo - agrego intentando sonreír un poco, no quiero que estemos triste con esto, es un día para festejar la esperanza.
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Paso mis brazos por detrás de su espalda para abrazarlo como si fuera lo último a lo que me queda sujetarme, la vida está arremetiendo contra nosotras también, una vez empujándonos lejos del otro y castigados a estar constantemente despidiéndonos. No sé cómo habrá sido en otras vidas, pero sé que decirle que lo amo en vez de decirle adiós siempre lo mantendrá conmigo, en la nada misma, o en el infinito que los científicos seguimos tratando de descifrar, o en lo inabarcable de esa tierra mágica suya que llenó de cuentos la cabeza de nuestra hija. —Nunca he salido de Neopanem— musito como respuesta, sin llegar a ser un no.
Recuerdo a la muchacha que una vez fui, que salió corriendo de una granja en el distrito nueve tras cerrar de un portazo a todo un pasado que no hacía más que llenarla de remordimientos, para aventarme a las calles frenéticas del Capitolio y perderme entre sus edificios que por lo altos hacían recortes del cielo. Ha pasado más de veinte años de ese entonces, casi el mismo tiempo que él lleva en este país. Si hay alguien por quien volvería a cruzar fronteras sería por Ivar, lo seguí una vez cuando me tomo de la mano para convertirse en mi esposo y lo volvería a hacer, entrelazo sus dedos con los míos en una nueva promesa. —Donde sea que me pidas que esté, estaré para ti. Sea aquí o sea en algún país que se perdió en alguna parte del mapa— digo, con mi otra mano sostengo su nuca para poder seguir viendo mi mirada en sus ojos, que con los años se volvió el único espejo que importa.
—¿Lo dices en serio, Ivar? ¿Quieres que te acompañe?— se lo tengo que preguntar, son demasiados los sitios de sí mismo de los que me mantuve apartada todo este tiempo y este es el más remoto de todos. —Puedo pedirle a Synnove que vuelva a la casa y cuide de Simon o podemos decirle a él que vaya al norte— me resigno a que así sea, llevamos meses escondiendo a Kendrick Black en la casa como para no haber definido un bando a estas alturas, la casa en sí ha dejado de ser segura y quizá este sea el momento de partir, si de todas maneras, mientras seamos una familia siempre seguiremos unidos.
Recuerdo a la muchacha que una vez fui, que salió corriendo de una granja en el distrito nueve tras cerrar de un portazo a todo un pasado que no hacía más que llenarla de remordimientos, para aventarme a las calles frenéticas del Capitolio y perderme entre sus edificios que por lo altos hacían recortes del cielo. Ha pasado más de veinte años de ese entonces, casi el mismo tiempo que él lleva en este país. Si hay alguien por quien volvería a cruzar fronteras sería por Ivar, lo seguí una vez cuando me tomo de la mano para convertirse en mi esposo y lo volvería a hacer, entrelazo sus dedos con los míos en una nueva promesa. —Donde sea que me pidas que esté, estaré para ti. Sea aquí o sea en algún país que se perdió en alguna parte del mapa— digo, con mi otra mano sostengo su nuca para poder seguir viendo mi mirada en sus ojos, que con los años se volvió el único espejo que importa.
—¿Lo dices en serio, Ivar? ¿Quieres que te acompañe?— se lo tengo que preguntar, son demasiados los sitios de sí mismo de los que me mantuve apartada todo este tiempo y este es el más remoto de todos. —Puedo pedirle a Synnove que vuelva a la casa y cuide de Simon o podemos decirle a él que vaya al norte— me resigno a que así sea, llevamos meses escondiendo a Kendrick Black en la casa como para no haber definido un bando a estas alturas, la casa en sí ha dejado de ser segura y quizá este sea el momento de partir, si de todas maneras, mientras seamos una familia siempre seguiremos unidos.
No, nunca lo ha hecho, pero más de una vez ha aparecido en mis sueños siendo la protagonista de un escenario repleto de nieve y montañas, con agua corriendo en el río de fondo pero sin emitir sonido alguno. Por alguna razón esa escena me parecía más sacada de la realidad que verla en el contexto de Neopanem, pero supongo que es porque mi inconsciente no hacía más que llevar a las personas que más quiero a ese sitio mágico que creí que nunca más llegaría a ver ¿Podré hacerlo ahora? ¿Podré cumplir mi sueño de ver su rojo cabello contrastando con la blanca nieve antes de morir?
Sonrío con auténtica felicidad cuando entrelaza nuestros dedos y deja claro que irá conmigo a dónde sea. Entonces el miedo desaparece, el pesimismo parece impensable y levanto sus manos para dar un beso en sus nudillos prometiendo en silencio que haré todo lo necesario para salir de ésta... Éste no es el final, solo el conflicto de la historia y nos atrapa más unidos que nunca así que no hay forma de que fallemos con ésto.
- Creo que Simon... estará bien - hablamos del niño que se quedó solo en casa luego de enterarse de que su madre había muerto y su padre había sido capturado, solo y sin pedir ayuda porque no creía necesitarla. También hablamos del niño que estuvo semanas viviendo en el norte y volvió a nosotros sin siquiera un corte, y que supo levantar la varita en pleno atentado de Hermann contra los magos - Creo que estará más seguro aquí - digo con el ceño fruncido... Porque dejarlo tampoco me hace gracia, pero el camino al norte es peligroso y no podría someterlo a eso. Él es mucho más listo que yo en mil aspectos distintos y a los quince... bueno... no hace falta decir dónde estaba o qué hacía a esa edad.
-¿Puedes imaginarlo? ¿Al norte? Sé que les he hablado mucho de él pero... Es un sitio fantástico, Amalie, aunque literalmente no haya nada parece tenerlo todo ¿Tiene sentido?
Sonrío con auténtica felicidad cuando entrelaza nuestros dedos y deja claro que irá conmigo a dónde sea. Entonces el miedo desaparece, el pesimismo parece impensable y levanto sus manos para dar un beso en sus nudillos prometiendo en silencio que haré todo lo necesario para salir de ésta... Éste no es el final, solo el conflicto de la historia y nos atrapa más unidos que nunca así que no hay forma de que fallemos con ésto.
- Creo que Simon... estará bien - hablamos del niño que se quedó solo en casa luego de enterarse de que su madre había muerto y su padre había sido capturado, solo y sin pedir ayuda porque no creía necesitarla. También hablamos del niño que estuvo semanas viviendo en el norte y volvió a nosotros sin siquiera un corte, y que supo levantar la varita en pleno atentado de Hermann contra los magos - Creo que estará más seguro aquí - digo con el ceño fruncido... Porque dejarlo tampoco me hace gracia, pero el camino al norte es peligroso y no podría someterlo a eso. Él es mucho más listo que yo en mil aspectos distintos y a los quince... bueno... no hace falta decir dónde estaba o qué hacía a esa edad.
-¿Puedes imaginarlo? ¿Al norte? Sé que les he hablado mucho de él pero... Es un sitio fantástico, Amalie, aunque literalmente no haya nada parece tenerlo todo ¿Tiene sentido?
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Asiento con mi barbilla para aceptar, si así lo prefiere, que Simon sea quien quede en esta casa que se encontrará de pronto vacía y con un nudo de opresión en el pecho, tengo que confiar en que el menor de mis hijos será capaz de conseguirlo por su cuenta, que ambos podrán estar por su cuenta en nuestra ausencia. — Visitaré a Synnove antes de irnos— hablo en voz alta, son varias las recomendaciones que tengo que hacer a mi hija, si estos distritos de distancia entre nosotras me exigió un desprendimiento que no había elegido si dependía de mí, saberla a millas me angustia. Pero está haciendo su propio camino, el mío hace años lo enlacé con el de su padre y así debe ser.
—Presentaré mi renuncia al ministerio—. Nada de licencias, no quiero tener presiones en este lugar, cuando mis prioridades están claras y ese trabajo al que consagré mi vida pasa a un segundo plano, porque lo único que importa en este momento es estar donde necesite que éste y cumplir todas las promesas que nos hicimos una vez, las que recitamos convencidos que contra todo lo bueno y lo malo de la vida, nuestras manos y vidas seguirían entrelazadas. —Me encargaré de cargarle agua al plato del perro— termino con una broma a mi lista de cosas por hacer, así como soy, que incluso inconscientemente estoy poniendo un orden a lo que es un impredecible para nosotros.
—Y estaré contigo, siempre estaré contigo— donde sea, también en un país que no será real hasta que lo vea con mis propios ojos y ponga un pie sobre sus caminos de nieve. Renuncio al suelo estable debajo de mis pies para seguirlo al lugar del que viene y que todos sus cuentos vuelva a chocar con mi ciencia. —Sí, puedo imaginarlo. Eres el único capaz de conseguir que imagine imposibles— la sonrisa va curvando mi boca al acercarme para besarlo, con el riesgo cercano de embargar todo lo conocido, por la segunda gran locura que voy a cometer en la vida y la primera fue casarnos. Bien, lo haría otra vez.
—Presentaré mi renuncia al ministerio—. Nada de licencias, no quiero tener presiones en este lugar, cuando mis prioridades están claras y ese trabajo al que consagré mi vida pasa a un segundo plano, porque lo único que importa en este momento es estar donde necesite que éste y cumplir todas las promesas que nos hicimos una vez, las que recitamos convencidos que contra todo lo bueno y lo malo de la vida, nuestras manos y vidas seguirían entrelazadas. —Me encargaré de cargarle agua al plato del perro— termino con una broma a mi lista de cosas por hacer, así como soy, que incluso inconscientemente estoy poniendo un orden a lo que es un impredecible para nosotros.
—Y estaré contigo, siempre estaré contigo— donde sea, también en un país que no será real hasta que lo vea con mis propios ojos y ponga un pie sobre sus caminos de nieve. Renuncio al suelo estable debajo de mis pies para seguirlo al lugar del que viene y que todos sus cuentos vuelva a chocar con mi ciencia. —Sí, puedo imaginarlo. Eres el único capaz de conseguir que imagine imposibles— la sonrisa va curvando mi boca al acercarme para besarlo, con el riesgo cercano de embargar todo lo conocido, por la segunda gran locura que voy a cometer en la vida y la primera fue casarnos. Bien, lo haría otra vez.
Asiento obligándome a abandonar la poesía y concentrarme en las cosas que dejaremos atrás. Porque mis sueños sobre la nieve nórdica y la paz que reina en la naturaleza no deberían significar nada si no dejamos las cosas aquí en orden. Nos espera una verdadera travesía, por campos desiertos y peligrosos donde no podrá ayudarnos la aparición porque mis recuerdos son vagos y las imágenes están decoradas por la visión infantil que tengo del lugar, por lo que no representa la apariencia real. Tengo que idear una forma de que mi hijo quede a salvo, mi hijo menor de edad, quien estoy seguro de que no aceptará que ponga un tutor a su cargo ¿A quién pondría de todas formas? ¿Carstairs? Ha hecho un buen trabajo con Kida así que podría confiar en él... Pero creo que la sociedad correría peligro de dejarlos bajo un mismo techo, así que será mejor pensar en otra cosa.
Vuelvo a asentir, solo que ésta vez mi corazón se acelera a una velocidad tan rápida como el aleteo de un colibrí. Está pasando, nos iremos, volveré al norte a intentar curar ésta enfermedad que de otra forma terminaría con mi vida dentro de poco, porque al final cuando las razas hayan destruído la civilización que tenemos, lo único que quedará es la magia de la naturaleza y eso es por lo que vamos... A un lugar que ya vivió su guerra, pero entre las cenizas ha quedado oculto uno de los mayores tesoros, algo tan ordinario que siempre estuvo allí pero nadie valoró lo suficiente.
- Oh no, el perro se va - advierto con una sonrisa pues si hay algo peor que dejar a un adolescente solo es dejar a dos adolescentes solos. No es que vayan a dar una fiesta pero hay que ser cuidadosos. Supongo que podría acomodar algunos papeles, cobrar favores y rezar por que funcione lo suficiente hasta que volvamos porque... ¿Cómo no voy a creer que volveremos cuando hay tanto entusiasmo y esperanza en el proyecto?
Sonrío una vez más y devuelvo el beso con todo lo que tengo, con todos esos besos que no pude darle cuando tenía que mantenerme lejos y con todos esos que me sobrarán cuando termine mi vida - Lo haremos posible... Pero debemos hacerlo rápido y tenemos que equiparnos bien - me traigo a la realidad una vez más - ¿Crees poder conseguir algunos juguetes tecnológicos que puedan ayudarnos? Antes de renunciar...
Vuelvo a asentir, solo que ésta vez mi corazón se acelera a una velocidad tan rápida como el aleteo de un colibrí. Está pasando, nos iremos, volveré al norte a intentar curar ésta enfermedad que de otra forma terminaría con mi vida dentro de poco, porque al final cuando las razas hayan destruído la civilización que tenemos, lo único que quedará es la magia de la naturaleza y eso es por lo que vamos... A un lugar que ya vivió su guerra, pero entre las cenizas ha quedado oculto uno de los mayores tesoros, algo tan ordinario que siempre estuvo allí pero nadie valoró lo suficiente.
- Oh no, el perro se va - advierto con una sonrisa pues si hay algo peor que dejar a un adolescente solo es dejar a dos adolescentes solos. No es que vayan a dar una fiesta pero hay que ser cuidadosos. Supongo que podría acomodar algunos papeles, cobrar favores y rezar por que funcione lo suficiente hasta que volvamos porque... ¿Cómo no voy a creer que volveremos cuando hay tanto entusiasmo y esperanza en el proyecto?
Sonrío una vez más y devuelvo el beso con todo lo que tengo, con todos esos besos que no pude darle cuando tenía que mantenerme lejos y con todos esos que me sobrarán cuando termine mi vida - Lo haremos posible... Pero debemos hacerlo rápido y tenemos que equiparnos bien - me traigo a la realidad una vez más - ¿Crees poder conseguir algunos juguetes tecnológicos que puedan ayudarnos? Antes de renunciar...
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Lo miro con sospecha por dos segundos, yo no dije nada sobre el perro como para que de pronto quiera echarlo. Nada sobre que al parecer está saliendo con nuestra hija y ambos cometiendo algunos descuidos por ahí, como si no tuviéramos suficientes preocupaciones con la enfermedad de Ivar y el hecho mismo de que Kendrick sea, quizás, la persona más buscaba por los aurores en estos momentos. No tengo interés en traerle dramas adolescentes cuando debe tener todos sus pensamientos volcados a recuperarse, quizá lo de ambos chicos no sea más que pasajero, como ocurre seguido entre adolescentes. —Tendremos que hablar con él entonces si el hospicio se acaba, lo haré yo— así puedo darle unas últimas indicaciones que espero que recuerde bien durante el tiempo que no estaré o cuando vuelva sabrá quién es Amalie Lackberg.
—Puedo llamar a Kavalier— sugiero, con Silas no quiere hacer más que entregarle mi carta de renuncia y dar la menor cantidad de explicaciones posibles, hace mucho perdimos la confianza que alguna vez supimos tener. Algo me dice que Kavalier será de más ayuda de todas formas. —Aguarda, ¿no quieres que le pida a él que haga de padrino de Simon mientras no estamos?— propongo, en su momento fue quien nos ayudó a localizarlo en el norte y por mis conversaciones entre ambos pude notar que tienen muchas en común. ¿Y le estoy confiando a Kavalier el bienestar de mi hijo más pequeño? Sí, al parecer así es. Nuestro círculo de amistades deja mucho que desear, pero antes de que a Ivar se le ocurra, no sé, proponer a Lara Scott, prefiero que sea el científico quien se encargue de Simon haga todas las comidas del día y siga yendo a una escuela que lo está aburriendo. —Hablaré con él en este momento… y tú con Simon— me aparto para darle un apretón en el hombro que lo alienta a ir a darle la noticia a nuestro hijo, a mí me tocará ir después con Synnove.
—No soltaré tu mano, Ivar— lo digo manteniéndola dentro de la mía, como el día en que nos casamos. En la enfermedad, en los viajes, en los malos tiempos, en las distancias y en las ausencias, en lo incierto, coloqué un anillo en su mano para que nos sirviera de lazo que siempre hará posible que nuestras manos se reencuentren. —Prometí sostenerla toda la vida— a donde sea que me llevara, después de todo lo que pasamos, me alegra saber que podemos conservar esa promesa. Vuelvo a acercarme a él para dejar un beso en su mejilla, estoy segura de que en todos los umbrales que tengamos que atravesar y el de la muerte también, volveré a encontrar su mano en la oscuridad donde habitan todos nuestros demonios… y me sacará de ahí, otra vez.
—Puedo llamar a Kavalier— sugiero, con Silas no quiere hacer más que entregarle mi carta de renuncia y dar la menor cantidad de explicaciones posibles, hace mucho perdimos la confianza que alguna vez supimos tener. Algo me dice que Kavalier será de más ayuda de todas formas. —Aguarda, ¿no quieres que le pida a él que haga de padrino de Simon mientras no estamos?— propongo, en su momento fue quien nos ayudó a localizarlo en el norte y por mis conversaciones entre ambos pude notar que tienen muchas en común. ¿Y le estoy confiando a Kavalier el bienestar de mi hijo más pequeño? Sí, al parecer así es. Nuestro círculo de amistades deja mucho que desear, pero antes de que a Ivar se le ocurra, no sé, proponer a Lara Scott, prefiero que sea el científico quien se encargue de Simon haga todas las comidas del día y siga yendo a una escuela que lo está aburriendo. —Hablaré con él en este momento… y tú con Simon— me aparto para darle un apretón en el hombro que lo alienta a ir a darle la noticia a nuestro hijo, a mí me tocará ir después con Synnove.
—No soltaré tu mano, Ivar— lo digo manteniéndola dentro de la mía, como el día en que nos casamos. En la enfermedad, en los viajes, en los malos tiempos, en las distancias y en las ausencias, en lo incierto, coloqué un anillo en su mano para que nos sirviera de lazo que siempre hará posible que nuestras manos se reencuentren. —Prometí sostenerla toda la vida— a donde sea que me llevara, después de todo lo que pasamos, me alegra saber que podemos conservar esa promesa. Vuelvo a acercarme a él para dejar un beso en su mejilla, estoy segura de que en todos los umbrales que tengamos que atravesar y el de la muerte también, volveré a encontrar su mano en la oscuridad donde habitan todos nuestros demonios… y me sacará de ahí, otra vez.
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