TEMAS
— ¡Para, momento! Necesito un... — descanso es la palabra que busco, no consigo vocalizarla a pesar de que no hace falta asumir mucho para suponer lo que pido, mientras trato de recuperar parte del ritmo de mi respiración al volver un poco sobre mí, fuera de mi cabeza. Porque he pasado mucho tiempo dentro de ella, pero es una sensación completamente distinta cuando literalmente hay otra presencia acumulándose en tus pensamientos, como una sombra que te sigue a todas partes, en los peores y buenos momentos. De esos hay unos cuántos, he perdido la cuenta de cuántas veces he vagado ya por puntos cruciales de mi vida mientras Viktor se dedica a penetrar el interior de mi mente, haciendo un recorrido por los aspectos que más me han marcado, que me han hecho ser la persona que soy ahora.
Lo que no esperaba, definitivamente, es que fuera a resultarme tan complicado el dejar la mente en blanco, cuando estoy haciendo un gran esfuerzo por no pensar en absolutamente nada, e incluso he tratado de imaginarme la propia esencia del color en mi cabeza, como si de alguna manera eso fuera a funcionar, pero tras varias sesiones en las que he terminado mental y físicamente agotada, ni siquiera veo avances. Ya no es que sea extenuante el tener que bloquear mi cabeza de su intromisión, sino que los propios recuerdos, no especialmente agradables cuando Hermann pasa a ser el centro de protagonismo, también el tiempo que pasé en el norte, intercalados a gran velocidad con otros que sí siento forman parte de lo bueno, como el día de mi boda, todas esas memorias pesan en mi interior hasta quedar rendida a ellas.
Paso una de mis manos por mi frente en un recorrido que culmina al tirar de mi cabello hacia atrás, me reincorporo un poco en la silla al haberme visto obligada a apoyarme sobre mis rodillas con mis codos, sujetándome la cabeza con las manos, solo para levantarme apenas segundos después. — Solo... necesito una pausa. — mascullo otra vez, acercándome a tomar el vaso de agua que reposa sobre una pequeña mesa, se siente bien el poder repasar mis labios y boca con algo que aporte una sensación real en mi cuerpo. — ¿Qué es lo que estoy haciendo mal? Llevamos días con lo mismo y ni siquiera soy capaz a resistir lo más mínimo. — pregunto, bastante insistente ahora que parece que todos mis intentos no sirven para alcanzar a donde quiero llegar. ¿Quizá es que no sirva para esto?


Me aparto de ella con un suspiro cuando pide un descanso y observo la escena que nos rodea. Como con cada una de nuestras sesiones, empecé elegante con el cabello peinado y el traje en perfecto estado, ahora el primero va en todas direcciones, el saco descansa sobre una silla y la camisa está desordenada por fuera del pantalón. Creo que la próxima vez me pondré ropa deportiva pues ésto es el equivalente intelectual a un triatlón.
Dejo caer mi cuerpo en el suelo, con la espalda apoyada en la pared y pienso en silencio una nueva técnica para que ella pueda lograr el objetivo. Veamos... Cuando yo quería cerrar mi mente ponía mi cabeza en blanco, porque el blanco significaba silencio pero no eran mis pensamientos los que quería ocultar, sino que los de los demás - La novia se viste de blanco porque significa pureza, los uniformes de las artes marciales porque allí el maestro escribe sus enseñanzas - pienso en voz alta con el ceño fruncido - Pones la mente en blanco y tus recuerdos saltan a llenar el espacio libre- llego a la conclusión, es una teoría rebuscada pero podría funcionar - ¿Qué tal si no les dejas espacio? Oscurece tu mente y así no habrá lugar para escribir... Y yo no tendré qué leer - propongo girando mi cabeza para observarla, está incluso peor que yo.


— ¿Y cómo lo hago? Si intento no pensar en nada, consigo prácticamente el efecto contrario, por no mencionar que te siento dentro de mi cabeza todo el tiempo, por mucho que trate de cerrarte a mi mente, es como si no tuviera ninguna clase de control sobre mis recuerdos, como si se mostraran por su cuenta. Incluso cuando creo que te he dejado fuera de ellos, no es así. — lo cual, si lo pienso bien, tiene toda la lógica del mundo, ¿no se supone que eso es lo que hacen los legeremantes? De alguna forma, tienen la capacidad para hacerme sentir como que debo mostrarle lo más profundo de mi cabeza, sin ninguna potestad sobre lo que es mío. Eso me produce enojo conmigo misma por dos motivos, el primero siendo que no parece que tenga la suficiente fuerza para bloquearlo, y vamos, de acuerdo, no soy la persona físicamente más fuerte, pero no me consideraba tan débil en cuanto a sacrificios emocionales. La segunda razón tiene que ver con que no permití que alguien se colara en mi cabeza solo para no conseguir nada al cabo de varias sesiones.
¿Quizá tenga que ver con la videncia? ¿La remota posibilidad de que mi cerebro es incapaz a mantenerse parado ni un solo segundo? Tomo aire por la boca, también nariz, cerrando los párpados, para cuando vuelvo a observar el entorno, mi mirada se vuelve un poco más determinante que antes. — Está bien, volvamos a intentarlo, quizá lo haya estado mirando todo desde el ángulo equivocado. — negro estaba vez era, ¿no? Tomo asiento en la silla, consciente de que no es la mejor idea continuar con esto tras horas de estar ahí sentada. Solo necesito que me responda a una pregunta. — ¿Cómo sabes lo que buscar? Si yo estoy intentando bloquear tu presencia, ¿cómo eres capaz a moverte dentro de mis recuerdos? Quiero decir... puedes ver... ¿lo que quieras? — porque soy consciente de que hemos parado por unos cuantos momentos en mi vida, los suficientes como para sentirme un libro abierto, pero también sé que hay otros tantos que no hemos tocado, y tengo miedo de que se le puedan aparecer sin yo darme cuenta.


Me levanto de mala gana y voy acercándome hacia ella mientras remango las mangas de mi camisa para hacer una pequeña demostración - Déjame fuera, como si estuvieses cerrando las puertas de tu casa, visualiza lo blanco desaparecer por las ranuras y sumérgete en lo oscuro - indico alzando mis manos para tomar ligeramente su cabeza con mis dedos y así deslizarlos por su frente hasta que todos se juntan en su entrecejo - Tienes que hacerlo sencillo, más de la mitad de Neopanem desearía poder cerrarme la puerta en la cara - bromeo y llevo mis manos hacia sus hombros para darle ánimos con un apretón.
Hago una mueca cuando dice que volvamos a intentarlo y respiro profundo apartando todo eso que he visto y ya ha quedado grabado para dar lugar a nuevas memorias. Intento mantenerme en la Phoebe presente pero hay ciertas cosas de su pasado que me llaman la atención - Piénsalo como una cadena de cosas... Suelo comenzar por lo más superficial, eso que no puedes evitar evocar - comento volviendo a relajarme. Creo que nunca he tenido la oportunidad de explicar así mi poder - Eso lo relacionas con otra cosa y luego otra... Yo me voy sujetando de esas conexiones como un mono balanceándose por las lianas - agrego divertido - Hasta que llego tan profundo en la jungla que los demás animales saltan sobre mí y me devoran - eso es lo que me deja agotado, el caos que hay en el centro de todo - Así que sí, puedo ver cualquier cosa... No te preocupes, la intimidad está preservada... No soy tan baboso - me defiendo pues sé que hay historias por ahí, pero de las bromas al hecho hay un largo trecho - En cuanto a lo demás... No puedo decir lo mismo, contrólate Phoebe o terminaré conociéndote más que tú misma.


Trato de seguir sus manos sobre mi frente con un movimiento de ojos, hasta que me suelta y entonces puedo pasar a observarle a él, escuchando sus palabras. No lo digo en voz alta, siento que de hacerlo me hará ver todavía más débil, pero visualizar lo oscuro no me aporta la misma seguridad que el hecho de hacerlo con algo luminoso. — ¿Cómo puedo hacerlo sencillo cuando literalmente estás metiéndote de lleno en toda mi vida? — quizá suena un poco brusco, intento suavizarlo con una mueca de mis labios porque de verdad que no era esa mi intención. — Ya has tenido que comprobar que no la he tenido fácil en prácticamente ningún momento, me resulta un poco complicado tratarlo como si fuera algo tan... simple. — mi padre me abandonó en una carretera cuando tenía ocho años, dudo mucho que haya alguien a excepción de Hermann que pueda calificar eso como sencillo, y eso solo fue el principio de un camino lleno de tropiezos. Esto se siente igual que cuando tuve que aprender a conjurar un patronus, del cual no conseguí una forma concreta hasta bien la mitad de mi veintena.
Y aun así, tal vez lo esté viendo todo desde una perspectiva errónea, porque mientras estoy intentando no dejarle ver dentro de mi cabeza, creo que hay una parte de mí, que a toda costa está también tratando de hacerle ver ciertas cosas. ¿Por qué es eso? ¿Será mi subconsciente hablando? Hago una mueca cuando habla de conocerme mejor que yo misma, volteando la mirada para observarle con una sonrisa ladeada y nerviosa. — En eso estás un punto por delante, soy una bomba de relojería que puede explotar en cualquier momento, ni yo misma sé como pararlo cuando pasa. — aseguro, que no puede negarme si ha estado dentro de mi cabeza que no tengo un comportamiento impulsivo, ese que estoy tratando de modificar a toda costa porque no es la primera vez que me mete en más de un problema. Y es que no puedo controlarlo, es como si todos mis pensamientos y sentimientos se mezclaran en una bomba explosiva que ni yo soy capaz a controlar. Quizá sea ese mi problema, el poco auto control que tengo con respecto a mí misma.


Me alego a modo de broma cuando sugiere que es una bomba a punto de explotar y luego sonrío un poco pues ¿Acaso no somos todos bombas en el mundo en el que vivimos? Todos toleramos ciertas cosas, lidiamos con mil problemas y traumas hasta que un día nos despertamos sin ya poder hacerlo y ahí es cuando estallan los problemas. Creo que hasta ahora ninguna guerra ha sido en nombre de Phoebe Powell o Viktor Carstairs así que estamos dentro de todo bien.
Saco la varita del bolsillo y nos hago llegar dos botellas de agua para refrescarnos un poco. Recuerdo que Rowie me decía que le quedaba la lengua seca después de mostrarme sus pensamientos pues sentía como si estuviese contándome todo eso él mismo... Él sí que hacía que todo sonara sencillo, a veces extraño eso... Mierda, siempre extraño eso, todos los días todo el maldito día - La oclumancia no es arte que pueda aprenderse de una semana a la otra, así que paciencia mi joven padawan - bromeo sin estar seguro si comprenderá la referencia, es muy joven para eso... No tuvo suficiente tiempo de cultura muggle libre - Te propongo algo, tu ya me abriste tu mente así que te abriré la mía... Así descansas y yo también lo hago que me explota la cabeza.


Se me revuelve un poco el estómago, puede que tenga algo que ver el embarazo no lo voy a descartar tan fácilmente, de pensar en tener que compartir espacio con Magnar Aminoff en una celda, o en una cueva con mi padre, a quién todavía me produce extrañeza escucharlo como Richter cuando para mí siempre ha sido Hermann Powell. Supongo que se trata de costumbres, esas que nunca se pierden por mucho tiempo que pase o por mucho que cambien las circunstancias, como el hecho de que siga llamándolo papá en mi cabeza cuando es evidente que ese hombre jamás ha sido mi padre.
No me considero una persona impaciente, más bien todo lo contrario, pero sí es cierto que he tratado de poner todo mi empeño para aprovechar las sesiones al máximo. — Lo sé, lo sé, solo es algo tedioso tener que pasar por todo esto primero antes de que consiga un resultado decente. ¿Habías probado esto con alguien más? ¿O soy yo que soy especialmente torpe? — continuo bromeando, aunque no estoy muy segura de que torpe sea la palabra que andaba buscando para definir mi poca capacidad mental para soportar estas cosas. Paso a acomodarme en la silla de forma algo más relajada cuando dice de hacer un descanso, me viene bien así puedo relajar la tensión en mis músculos. — ¿Vas a contarme sobre tu vida o pretendes que yo vaya adivinando en el proceso? — pregunto, siendo que no soy ni legeramente ni tengo una baraja de cartas a mano que pueda contarme acerca de su futuro, y creo que lo que él pretende en realidad es hacer un relato sobre su pasado, tal y como he hecho yo con el mío de manera indirecta.


Destapo la botella y comienzo a beber mientras busco un sitio en dónde dejarme caer como bolsa de papa. Muevo uno de los sillones para que quede frente a ella y luego me siento con las piernas estiradas - Eres la primera con la que lo intento así que no hay mucho con qué comparar - respondo con una mueca - Pero es difícil ¡Se nota que lo es! - comento alzando una de mis manos - Solo le leía la mente así de abiertamente a mi hermano pero él no intentaba cerrarla así que era más sencillo para ambos - por no decir que sus pensamientos eran todo unicornios y arcoíris, nada que ver con lo que me está haciendo pasar ésta chica.
- Puedes intentar adivinar pero terminarías errando como la mayoría - que el público en general tiene una idea bien armada de lo que fui, lo que soy y lo que seré, así que no queda mucho lugar a la imaginación - Podemos saltar la parte de la infancia porque solo parecerá que te estoy resfregando en la cara que la mía fue mejor que la tuya - bromeo con una sonrisa traviesa - Aunque si te sirve de consuelo... Creo que tu presente está mejor encaminado - agrego señalando con mi cabeza su viente.


Tiro del tapón de la botella para darle un trago al agua que ahora mismo me sabe a gloria, sin desatender su historia en lo que me cuenta acerca de su hermano. — No te lo voy a negar, debió de ser horrible. Si yo hubiera tenido a Hans leyéndome la cabeza siendo niña, probablemente me hubiera muerto de la verguenza. — trato de bromear, sonriendo ampliamente, que considero que ya llevamos una buena traca de conversación profunda como para no poder hacer alguna broma entre tanto y tanto. Además, algo me dice que su familia es un tema delicado, por eso que me demoro un poco en continuar.
Sonrío, esta vez sin rastro de broma en la curvatura, se muestra más bien honesta. — ¿Sabes? Mucha gente cree que porque mi crecimiento fue una mierda se tienen que aguantar de hablar sobre su infancia, como si fuera un tema tabú, o algo parecido. Aunque te parezca raro, no me molesta escuchar de otras experiencias. — aseguro, como incitándole a que me cuente lo primero que se le pase por la cabeza. Es como cuando mi madre murió, lo recuerdo muy vagamente, pero sí me acuerdo lo mucho que me molestaba que de repente, si salía en conversación, todas mis compañeras se quedaran calladas. — De modo que… ¿qué te hicieron en la infancia para pasar a usurpar casa ajenas de adulto? — me río con gracia, ladeando la cabeza.
Dirijo la mirada hacia donde él mismo apunta, una de mis manos se posa sobre mi vientre en lo que una sonrisa amable atraviesa mi rostro. No recuerdo haber mencionado mi embarazo en boca, pero siendo que Charles ocupa parte de mis pensamientos sin poder evitarlo y también de mis recuerdos, no me es difícil deducir de dónde lo ha sacado. Quizá también he engordado un poco desde la primera vez que se presentó en casa. — Ni me digas como es que ha pasado tan rápido que ya estoy de catorce semanas. — si contamos con que las primeras siete ni siquiera me había enterado, que yo me seguía sorprendiendo de que la comida en mi boda me supiera tan mal si la había escogido yo misma no hacía un mes antes.


Se me escapa una carcajada por la comparación pues ni yo soy Hans ni Rowie era Phoebe. Tengo que admitir que no esperaba tanto de mi jefe al entrar a la cabeza de su hermana, pero aunque son más unidos de lo que esperaba no llegan a la relación que el pequeño y yo compartíamos - A él no le molestaba, no nos juzgábamos entre nosotros porque sabíamos que éramos diferentes así que si entre hermanos no nos aceptábamos ¿Quién iba a hacerlo? - me encojo de hombros sorprendido de mi recién adquirida habilidad de no llorar al hablar de él.
Alzo las cejas y hago una mueca pues no sabría qué contarle ¿Lo único malo? ¿Todo lo bueno? Porque la pasé bastante bien hasta que me convertí en adulto... La asunción de los Niniadis fue un cambio para mí, uno que decidí aceptar y no llorar mucho al respecto pero creo que el único punto de inflexión en mi vida. Ese y la llegada de Kida a mi vida que me hizo recordar todo eso que había dejado atrás - Creo que eso fue una mala costumbre que adquirí de grande - bromeo con una sonrisa. Como le dije a Becca, no tengo muchas habilidades sociales, solo aparento que sí, así que actúo como puedo con aquellos que empiezan a importarme un poco - Mis padres viven en el cuatro ahora y si los visitas podrás ver que son los viejitos más amigables de todo Neopanem - comienzo orgulloso de ellos, sonriente de solo imaginar a mamá recibiéndome con una fuente de mis galletas preferidas - La crueldad vino de las demás personas sin saberlo, yo leía sus mentes y no encontraba cosas que me agradaran... Respecto a mí o a cualquier otra cosa, todo eso me hizo perder la fe en la humanidad más allá de mi familia - explico ya un poco más serio que antes.
Me acomodo en mi lugar con una sonrisa de lado, pensativo pues no tengo idea a quién se le ocurre traer a un niño en un mundo de guerra... Pero las cosas pasan y hay que aceptarlas - ¿Tienes un plan para mantenerlo o mantenerla a salvo? - pregunto intentando no juzgar con mi tono de voz - Tener a una persona débil en el grupo puede tornarse difícil - Rowie no era un bebé, pero tenía la misma inocencia aún siendo un adolescente y así terminaron las cosas - Tienes que prepararte y no solo de aquí - finalizo apuntando mi cien con el dedo índice, eso es lo que estamos haciendo ahora.


Me río brevemente, es más como acompañamiento a lo que continua diciendo, hasta que un detalle me hace pararle a mitad de conversación. — ¿Hace cuánto que viven en el cuatro? Porque ahora que lo dices, conozco a una mujer mayor que siempre se para a hablar conmigo por la calle. — que bueno, con esa descripción podría ser cualquier anciana, pero si repaso sus facciones en mi cabeza y las comparo con las del rostro de Viktor, se me hacen bastante parecidas. Sería una coincidencia asombrosa, pero me he acostumbrado a tenerle un poco más de fe a estas desde que se me han dado tantas en esta vida. — Así que esa es una de las desventajas de la legeremancia, ¿perder la fe en la humanidad? Me he topado con muchos caminos diferentes en mi vida con esto de ser vidente, pisando sobre recorrido incierto, es la incertidumbre del futuro lo que me asusta, porque haya tantas versiones de uno mismo que ni siquiera hemos visto, puede que ni veremos. Pero tanto como perder la fe en quiénes somos… — es irónico porque la vida me lo ha demostrado, más de una vez, que no debo tener fe en las personas, y aun así, creo que soy de las pocas que está dispuesta a dar oportunidades. Siempre habrá excepciones, claro, mi padre una de ellas.
Mantengo mi mano sobre mi vientre, moviendo los dedos con delicadeza hasta que su pregunta me hace elevar un poco la mirada, mordiéndome el labio. — Planeo mantenerme fuera de esta guerra, todo lo que me sea posible, es una de las razones por las que nos mudamos al cuatro en primer lugar, aunque eso fue mucho antes de casarme o de quedarme embarazada siquiera. Entonces ya sabía que quería mantenerme al margen. — aunque cuando lo hicimos no sabíamos que la cosa llegaría a empeorar tanto, sí que éramos conscientes de que la posición de mi hermano nos empujaría a tomar decisiones de una manera u otra. — Lo sé. Todo lo que quiero para mi hijo es que crezca sano y salvo, no deseo otra cosa, estoy dispuesta a hacer los sacrificios que sea porque eso sea así. — mi mente es uno de esos pasos, lo siguiente es cuidarme a mí misma para que pueda crecer dentro de mi cuerpo y protegerlo, pero hay una duda sobre la cual ni me planteo si mantener silencio. — ¿Pero tú a qué te estás refiriendo exactamente? — porque sospecho que no tiene que ver con nada de lo que yo estaba pensando.


Sonrío de lado pues no hace falta que dé una descripción para saber que esa es mamá. Eran una pareja muy popular en el once antes de que todo se viniera abajo, el distrito entero los conocía y por eso mi nacimiento fue tan festejado por todos... Hasta que me vieron con dos pelos azules y una sonrisa traviesa y perdí mi popularidad casi de inmediato - Hace bastante ya... Solo no le des demasiada confianza porque te llenará la panza de comida y lo que se sube en el embarazo no se baja fácil - recomiendo con severidad. Lo leí en una revista una vez.
Largo un siseo sin estar seguro de qué responder pues ella ve el futuro, yo veo el presente inmediato y hay una diferencia en eso - Con lo que tú ves, la personas aún tienen la oportunidad de arrepentirse... Para llegar a ese posible resultado tienen que pasar por una serie de pensamientos, luchar consigo mismos hasta tomar la decisión adecuada - intento explicar juntando las palmas de mis manos - En cambio yo soy testigo del pensamiento inmediato y de la acción, de cómo piensan y hacen sin evaluar como eso puede afectarle a los demás y luego... el no arrepentimiento - me ha pasado muchas veces, los peores días.
Asiento intentando no demostrar mis dudas pues si algo nos ha demostrado ésta guerra es que es casi imposible mantenerse al margen. Para eso deberíamos mantenernos en confinamiento, encerrarnos en casa pues cualquier aglomeración podría resultar en catástrofe, como lo hizo en el festival de Nimue o en el funeral de Jamie. Nadie está seguro aunque se declare neutral, lo cual es una mierda porque yo estoy dentro de ese grupo, de que no está lo suficientemente dentro como para saber qué esperar pero tampoco lo suficientemente fuera como para mantenerse a salvo.
-Supongo que ahora ya tengo dos casas en el distrito cuatro que deseo que estén a salvo - no sé si es más o menos seguro, de momento prefiero mantenerme en el barrio de los jueces... Sé que hemos jodido a los suyos varias veces pero que no jodan, no somos los blancos principales - Solo cuídate tú... No esperes que alguien más lo haga porque en tiempos como éstos nadie es inquebrantable - y todos están jugando sucio - Ese bebé depende de tí así que tu vas primero, Phoebe, siempre.


— Sospecho que no crees en las segundas oportunidades. — digo de inmediato, al escucharle hablar sobre los impulsos que llevan a las personas a realizar determinadas acciones, independientemente de sus consecuencias. — Te seré sincera, Viktor, he conocido a muchas personas en la vida, en su mayoría gente que sería juzgada por la mayor parte de la población. Somos humanos, nos equivocamos, cometemos errores, sí es cierto que hay algunos que sobrepasan la línea entre la condena y el perdón, pero creo que hay personas que merecen una segunda oportunidad, existe la posibilidad de que mañana sea el día en que puedan hacerlo mejor que ayer, y mientras exista eso, creo que no deberíamos perder la fe en toda la humanidad. — porque hay personas que no deben ser premiadas por sus acciones, pero conozco de otras tantas que sí estarían dispuestas a ser mejores de lo que fueron ayer.
Asiento con la cabeza en un movimiento corto que además me saca una sonrisa, más por lo que planeo decir a continuación que por el comentario en sí. — Solo recuerda que es mucho más normal el llamar al timbre de la casa primero que presentarte en medio de su salón. — yo ya estoy curada de espanto, creo, pero si puedo ahorrarle el paro cardíaco a alguien más, lo haré. Parece que me ha leído la mente — por más ironías si se puede — cuando dice que debo cuidarme a mí misma. Es precisamente de lo que quería hablar con Charles, pero me temo que no iba en esa dirección. Porque me he dado cuenta de que formar una familia también supone el cuidar y proteger a los que quiero, ahora soy yo porque tengo que darle cobijo a este pequeño ser que pronto empezará a adquirir más forma, pero cuando nazca tengo planes de centrar todas mis energías en él, en mi familia, cuidarla para que no sea la que salga herida en este juego en el que no importa si eres vulnerable o inquebrantable, como dice él. — Lo sé.

