VERANO de 247521 de Junio — 20 de Septiembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
¿Qué ficha moverás?
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Julio
Anoche le pedí a Lara que deje la videollamada encendida un rato para poder ver a Mathilda dormir, pero supongo que en algún momento de la noche su respiración fue una especie de somnífero para mí y terminó venciéndome el cansancio. Es tan pequeña y débil que me da miedo incluso acercarme demasiado a ella ¿Qué tal si estornudo demasiado fuerte y eso genera un trauma en su inconsciente que la torturará por el resto de su vida adulta? ¿Qué tal si intento alzarla y la aprieto demasiado? ¿O qué tal si se mueve como pez fuera del agua y se me termina escapando de los brazos? No, los riesgos son demasiados y por eso decidí hacer la visita en la que la alzaré cargado de refuerzos. Además... Con tantas cosas ocurriendo no tuve tiempo de presentarle a Kenna a Lara, y ya es hora.
Camino nervioso por la isla ministerial con Kenna de la mano a la vez que le dedico una y mil miradas preocupado - Ya intenté hacerlo en la visita anterior pero sigue pareciendo demasiado pequeña - sé que ya expuse ésto con anterioridad pero ¡Es realmente difícil para mí! - Nunca tuve un bebé en brazos ¿Qué tal si se larga a llorar cuando la levante? Eso quiere decir que le caigo mal... ¡No puedo caerle mal! ¡Es mi ahijada! - continúo adentrándome en el espiral de preocupación. De verdad no puedo creer como la mayoría de los seres humanos de mi edad ya tienen hijos ¿Cómo pueden ser tan valientes? Una sola palabra fuera de lugar y ¡Pum! Arruinados de por vida... O quizás simplemente yo tuve padres demasiado malos.
- De acuerdo... Postergarlo solo hará que sea peor así que hoy es el día, hoy la alzaré - prometo a la auror con una sonrisa antes de tocar el timbre como tantas veces lo he hecho en éstos últimos días y espero a que mi mejor amiga abra la puerta. Y cuando digo que lo espero es que de verdad es así, quiero que sea ella y no el cabeza de pomo ¡Por favor que esté trabajando!
Anoche le pedí a Lara que deje la videollamada encendida un rato para poder ver a Mathilda dormir, pero supongo que en algún momento de la noche su respiración fue una especie de somnífero para mí y terminó venciéndome el cansancio. Es tan pequeña y débil que me da miedo incluso acercarme demasiado a ella ¿Qué tal si estornudo demasiado fuerte y eso genera un trauma en su inconsciente que la torturará por el resto de su vida adulta? ¿Qué tal si intento alzarla y la aprieto demasiado? ¿O qué tal si se mueve como pez fuera del agua y se me termina escapando de los brazos? No, los riesgos son demasiados y por eso decidí hacer la visita en la que la alzaré cargado de refuerzos. Además... Con tantas cosas ocurriendo no tuve tiempo de presentarle a Kenna a Lara, y ya es hora.
Camino nervioso por la isla ministerial con Kenna de la mano a la vez que le dedico una y mil miradas preocupado - Ya intenté hacerlo en la visita anterior pero sigue pareciendo demasiado pequeña - sé que ya expuse ésto con anterioridad pero ¡Es realmente difícil para mí! - Nunca tuve un bebé en brazos ¿Qué tal si se larga a llorar cuando la levante? Eso quiere decir que le caigo mal... ¡No puedo caerle mal! ¡Es mi ahijada! - continúo adentrándome en el espiral de preocupación. De verdad no puedo creer como la mayoría de los seres humanos de mi edad ya tienen hijos ¿Cómo pueden ser tan valientes? Una sola palabra fuera de lugar y ¡Pum! Arruinados de por vida... O quizás simplemente yo tuve padres demasiado malos.
- De acuerdo... Postergarlo solo hará que sea peor así que hoy es el día, hoy la alzaré - prometo a la auror con una sonrisa antes de tocar el timbre como tantas veces lo he hecho en éstos últimos días y espero a que mi mejor amiga abra la puerta. Y cuando digo que lo espero es que de verdad es así, quiero que sea ella y no el cabeza de pomo ¡Por favor que esté trabajando!
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El timbre me despierta abruptamente, coloco mis palmas en la alfombra para incorporarme y veo que mi compañera de sueño ya tiene sus ojos negros bien abiertos, sus manitos sostienen el cactus de peluche que babea al meter la flor roja de tela en su boquita. No sé hace cuanto estará despierta, así que compruebo que todo a su alrededor, almohadones, elefantes y conejos de peluches estén en sus posiciones como guardianes del muro de contención para que no se escape, claro que una bebé con unas pocas semanas no puede irse demasiado lejos, pero quién sabe. Nada en la sala parece que haya explotado tampoco, así que está todo en orden. Si bien el concepto que Hans tiene de orden puede diferir un poco de montar un campamento en medio de la sala, en mi defensa diré que los ventanales dan una vista impresionante al jardín y llueve luz sobre nosotras. No me animo a salir con ella más de lo necesario y la mansión tiene eso de provocarme una ligera sensación de encierro a veces, pero una de las primeras veces que fui a visitar a Mohini me llevé el bolso y me olvidé los pañales, no sé cómo guardar todo lo que la bebé pueda necesitar y no andar cargando con tres bolsos.
Peino la pelusa oscura que tiene como pelo y por reflejo compruebo como está mi cabello, hay un par de mechones parados que desenredo con mis dedos para que vuelvan a caer en el estado habitual de desorden alrededor de mi cara, así estamos presentables para las visitas, que no suelen ser otras personas que nuestra familia así que ni miro dos veces las arrugas del vestido que se parece a las camisas de mezclillas que acostumbro usar. Me lanzo hacia la puerta de entrada antes de que lo haga alguno de los elfos, que sigue siendo incómodo que alguien más lo haga cuando yo puedo llegar por mis propios pies al picaporte. Sigo necesitando de al menos setenta y dos horas más de sueño para recuperarme de las noches en las que Tilly se pone a darnos de esas óperas que no son del tipo que le gustan a Hans, así que mi carrera no es tan veloz como lo proyecté en mi mente y llego arrastrando los pies como un inferí.
—¡Hey, Riley!— saludo a mi amigo con mi mejor intento de sonrisa de superviviente a la maternidad. Me alegra que sea él quien está esperando en el portal, eso quiere decir que no hacía falta peinarme. Entonces deslizo la mirada hacia la mujer que lo acompaña, mi cara debe verse llena de dudas porque no atino a pensar una única razón por la que vendría acompañado. Porque parece que vienen juntos. ¡Ah, sí! Mi mirada cae hacia las manos unidas y soy consciente de pronto de las mías, que siempre las tuve limpias de anillos por mi trabajo y ahora hay uno que envuelve el anular de la izquierda, es extraño como las manos pueden decir mucho de las personas. Cuando vuelvo mis ojos hacia ellos, la sonrisa que le muestro es más honesta y más ancha. —Los refuerzos siempre son bienvenidos— digo con mi mano tendida hacia la mujer. —Soy Lara, la madre de la pequeña bestia— bromeo, —¿trajiste tus orejeras? ¿tus guantes de escama de dragón? Riley, ¿le enseñaste como es el protocolo de saludo, verdad?— pregunto con mi voz temblando de la risa, tiro de la puerta para que puedan pasar. —Adelante, adelante— los animo dando largas zancadas por el pasillo, adelantándome a ellos para volver a la sala, que Riley sabe cómo cerrar una puerta. Recojo a la bebé de su nido de almohadas para cargarla entre mis brazos, estrechándola un poco contra mi pecho y el cactus de peluche encima del suyo porque sigue tironeando de la tela a la que puede aferrarse con torpeza. —¿Verdad que es temible?— pregunto al voltearme hacia los recién llegados, tomo una de sus manitos con mi dedo para lanzar un puño al aire. —Grrr— aprieto los dientes y luego tengo que tragarme una carcajada. —Tilly les dice hola— digo, sus ojos negros ocupan casi toda su cara y cuando está serena, no es otra cosa que un duende simpático con su enterito amarillo limón con volados en el cuello y sus piernas gordas al aire que acaban en escarpines del mismo tono.
Peino la pelusa oscura que tiene como pelo y por reflejo compruebo como está mi cabello, hay un par de mechones parados que desenredo con mis dedos para que vuelvan a caer en el estado habitual de desorden alrededor de mi cara, así estamos presentables para las visitas, que no suelen ser otras personas que nuestra familia así que ni miro dos veces las arrugas del vestido que se parece a las camisas de mezclillas que acostumbro usar. Me lanzo hacia la puerta de entrada antes de que lo haga alguno de los elfos, que sigue siendo incómodo que alguien más lo haga cuando yo puedo llegar por mis propios pies al picaporte. Sigo necesitando de al menos setenta y dos horas más de sueño para recuperarme de las noches en las que Tilly se pone a darnos de esas óperas que no son del tipo que le gustan a Hans, así que mi carrera no es tan veloz como lo proyecté en mi mente y llego arrastrando los pies como un inferí.
—¡Hey, Riley!— saludo a mi amigo con mi mejor intento de sonrisa de superviviente a la maternidad. Me alegra que sea él quien está esperando en el portal, eso quiere decir que no hacía falta peinarme. Entonces deslizo la mirada hacia la mujer que lo acompaña, mi cara debe verse llena de dudas porque no atino a pensar una única razón por la que vendría acompañado. Porque parece que vienen juntos. ¡Ah, sí! Mi mirada cae hacia las manos unidas y soy consciente de pronto de las mías, que siempre las tuve limpias de anillos por mi trabajo y ahora hay uno que envuelve el anular de la izquierda, es extraño como las manos pueden decir mucho de las personas. Cuando vuelvo mis ojos hacia ellos, la sonrisa que le muestro es más honesta y más ancha. —Los refuerzos siempre son bienvenidos— digo con mi mano tendida hacia la mujer. —Soy Lara, la madre de la pequeña bestia— bromeo, —¿trajiste tus orejeras? ¿tus guantes de escama de dragón? Riley, ¿le enseñaste como es el protocolo de saludo, verdad?— pregunto con mi voz temblando de la risa, tiro de la puerta para que puedan pasar. —Adelante, adelante— los animo dando largas zancadas por el pasillo, adelantándome a ellos para volver a la sala, que Riley sabe cómo cerrar una puerta. Recojo a la bebé de su nido de almohadas para cargarla entre mis brazos, estrechándola un poco contra mi pecho y el cactus de peluche encima del suyo porque sigue tironeando de la tela a la que puede aferrarse con torpeza. —¿Verdad que es temible?— pregunto al voltearme hacia los recién llegados, tomo una de sus manitos con mi dedo para lanzar un puño al aire. —Grrr— aprieto los dientes y luego tengo que tragarme una carcajada. —Tilly les dice hola— digo, sus ojos negros ocupan casi toda su cara y cuando está serena, no es otra cosa que un duende simpático con su enterito amarillo limón con volados en el cuello y sus piernas gordas al aire que acaban en escarpines del mismo tono.
Percibo los nervios de Riley incluso antes de que empiece a exteriorizarlos. Y cuando lo hace hago un esfuerzo por ser de apoyo —Riley, no puedes caerle mal a un bebé que todavía no es ni consciente de su propia existencia. Si llora será porque tiene hambre, o esas cosas de bebés— bromeo, amable, acariciando suavemente el brazo del hombre en un intento de ayudarle y animarle —Además, te imagino como el típico hombre que hace que los bebés se rían todo el rato. Yo no tendría miedo de cogerla en brazos— digo, con seguridad, intentando transmitirle esa sensación. No soy una experta en bebés, por no decir que más bien soy todo lo contrario, pero si hay algo que puedo decir que podría ayudar mínimamente a mi compañero a estar un poco más relajado, lo intentaré —Yo confío en ti, Riley. Sé que puedes hacerlo— le digo, con firmeza, sabiendo que va a ser capaz de hacerlo.
Cuando llegamos y llama a la puerta, acaricio suavemente los dedos de su mano. Porque es una situación un tanto graciosa. Estamos yendo a ver a su ahijada, que es la hija de su mejor amiga, que a su vez es la pareja de uno de mis amigos más antiguos. NeoPanem es un pañuelo. Cuando Lara abre la puerta puedo adivinar un momento de duda en sus ojos, sabiendo que probablemente esperaba solamente a Riley. Pero mi gesto con Riley deja clara nuestra situación, y ella parece entenderlo al momento, así que cuando se presenta le devuelvo el gesto —Kenna, encantada— le sonrío, amable, estrechando su mano —Traje también mi escudo, prefiero las precauciones— le sigo la broma, riendo.
Entramos y, mientras Riley cierra la puerta, yo sigo a la mujer con una pequeña sonrisa en los labios. Cuando llegamos a su bebé, esa sonrisa se ensancha. Porque es una criaturita adorable. Y es también la hija de Hans, lo que hace que una ternura agradable me invada —Oh... ¡Hola, pequeña!— digo, cariñosa, acariciando con un dedo y con sumo cuidado una mejilla de la bebé. Luego alzo la mirada hacia su madre, divertida —Es increíble que nos estemos conociendo así, antes de que nos haya presentado Hans— bromeo —Somos viejos amigos. Y habla mucho de ti pero todavía no habíamos tenido el placer— me explico, recordando la de veces que me he ofrecido a ser de ayuda si necesitaban algo con el bebé, pensando en las coversaciones con el ministro. Después dirijo la mirada hacia Riley, haciéndome un poco a un lado para dejar que pueda llegar bien a su ahijada.
Cuando llegamos y llama a la puerta, acaricio suavemente los dedos de su mano. Porque es una situación un tanto graciosa. Estamos yendo a ver a su ahijada, que es la hija de su mejor amiga, que a su vez es la pareja de uno de mis amigos más antiguos. NeoPanem es un pañuelo. Cuando Lara abre la puerta puedo adivinar un momento de duda en sus ojos, sabiendo que probablemente esperaba solamente a Riley. Pero mi gesto con Riley deja clara nuestra situación, y ella parece entenderlo al momento, así que cuando se presenta le devuelvo el gesto —Kenna, encantada— le sonrío, amable, estrechando su mano —Traje también mi escudo, prefiero las precauciones— le sigo la broma, riendo.
Entramos y, mientras Riley cierra la puerta, yo sigo a la mujer con una pequeña sonrisa en los labios. Cuando llegamos a su bebé, esa sonrisa se ensancha. Porque es una criaturita adorable. Y es también la hija de Hans, lo que hace que una ternura agradable me invada —Oh... ¡Hola, pequeña!— digo, cariñosa, acariciando con un dedo y con sumo cuidado una mejilla de la bebé. Luego alzo la mirada hacia su madre, divertida —Es increíble que nos estemos conociendo así, antes de que nos haya presentado Hans— bromeo —Somos viejos amigos. Y habla mucho de ti pero todavía no habíamos tenido el placer— me explico, recordando la de veces que me he ofrecido a ser de ayuda si necesitaban algo con el bebé, pensando en las coversaciones con el ministro. Después dirijo la mirada hacia Riley, haciéndome un poco a un lado para dejar que pueda llegar bien a su ahijada.
No tengo argumentos contra lo que dice Kenna pues tiene toda la razón. Mathilda a penas si puede mover la cabeza a conciencia así que dudo mucho que mi barbilla pronunciada o cabello despeinado generen desconfianza en ella. Además... ¿Cómo podría odiar al tipo que le trae un juguete nuevo con cada visita? Si no puedo comprarla con carisma lo haré con regalos, aunque a los demás no les parezca. Mantendré mi relación con ella a lo largo de los años como sea ¡Así tenga que ayudarla a desobedecer a Lara! - Sí se ríe mucho cuando está conmigo... - respondo con una sonrisa al recodar esos momentos - Aunque es un reflejo de todos los cachorros de las distintas especies para que los adultos sientan la necesidad de protegerlos, es por supervivencia - explico luego un poco más desanimado. De todas formas aprecio el voto de confianza, de verdad me sirve.
Le dedico una sonrisa rápida a Lara que cada día está más destruida y estoy a punto de presentarlas cuando ellas mismas o hacen. Mientras tanto me detengo en el anillo que está en la mano de mi amiga y mi expresión cambia por un momento... Así que ya es definitivo. Tendré que ver al idiota en un sin fin de cumpleaños en el futuro, quizás en fiestas de fin de año y ni hablar del muro de Wizzardface de Lara. Tan distraído estoy con eso que me pierdo la broma así que solo me sumo a las risas como si hubiese escuchado algo de lo que estaban diciendo.
Cierro la puerta mientras las chicas se adelantan y me uno justo cuando Mathilda entra en acción con una manito arriba y un rostro tan perdido como el mío hace unos momentos. Sé que la veo regularmente pero cada día parece haber crecido dos centímetros ¡Está enorme! No regalarle ropa puede que haya sido la mejor decisión que tomé hasta el momento - ¿Cómo está la persona más hermosa del universo? ¿Eh? - pregunto a la pequeña con una sonrisa llevando mi dedo índice hacia su nariz. Alzo las manos con intención de arrebatársela a mi amiga de los brazos pero cambio de opinión en el camino.
- ¿Hay alguien en Neopanem que no tenga relación con Hans Powell? - pregunto bastante sorprendido pues ahora me estoy enterando que también es amigo de Kenna - ¡Aparece hasta en la sopa! - me quejo y solo para cambiar de tema de conversación meto mi mano en el bolsillo de mi pantalón para sacar la cajita mágica que es el regalo de ésta visita - Lo terminé ayer por la mañana, justo a tiempo - comento tendiéndole el objeto a Lara mientras observo a Kenna de reojo con una sonrisa pues ella ha sido testigo del proceso de construcción - Es para las dos así que... Que lo disfruten.
Le dedico una sonrisa rápida a Lara que cada día está más destruida y estoy a punto de presentarlas cuando ellas mismas o hacen. Mientras tanto me detengo en el anillo que está en la mano de mi amiga y mi expresión cambia por un momento... Así que ya es definitivo. Tendré que ver al idiota en un sin fin de cumpleaños en el futuro, quizás en fiestas de fin de año y ni hablar del muro de Wizzardface de Lara. Tan distraído estoy con eso que me pierdo la broma así que solo me sumo a las risas como si hubiese escuchado algo de lo que estaban diciendo.
Cierro la puerta mientras las chicas se adelantan y me uno justo cuando Mathilda entra en acción con una manito arriba y un rostro tan perdido como el mío hace unos momentos. Sé que la veo regularmente pero cada día parece haber crecido dos centímetros ¡Está enorme! No regalarle ropa puede que haya sido la mejor decisión que tomé hasta el momento - ¿Cómo está la persona más hermosa del universo? ¿Eh? - pregunto a la pequeña con una sonrisa llevando mi dedo índice hacia su nariz. Alzo las manos con intención de arrebatársela a mi amiga de los brazos pero cambio de opinión en el camino.
- ¿Hay alguien en Neopanem que no tenga relación con Hans Powell? - pregunto bastante sorprendido pues ahora me estoy enterando que también es amigo de Kenna - ¡Aparece hasta en la sopa! - me quejo y solo para cambiar de tema de conversación meto mi mano en el bolsillo de mi pantalón para sacar la cajita mágica que es el regalo de ésta visita - Lo terminé ayer por la mañana, justo a tiempo - comento tendiéndole el objeto a Lara mientras observo a Kenna de reojo con una sonrisa pues ella ha sido testigo del proceso de construcción - Es para las dos así que... Que lo disfruten.
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Hamaco a la bebé en mis brazos mientras los más grandes la saludan, sus ojos negros pasan de una cara a la otra y pese a que se ve más rellenita que otros niños, sigue siendo una cosa diminuta si la comparamos con su padre, su padrino o su tío Charles. De que es pequeña no hay dudas, de que es lo más hermoso del mundo tampoco. — Aquí estoy, aquí estoy— le contesto a su padrino con su manito al aire y remedando una voz infantil. Separo mis labios para contestar a Kenna con mi tono de voz normal cuando la pregunta de Riley me hace poner los ojos en blanco, reprimo una carcajada y finjo enfadarme por solidaridad. —Es tan odiosamente popular— no puedo mantener la pose y me río. —Tiene su encanto y si él quisiera…— digo, levanto un brazo cuidando de que Tilly siga contra mi pecho, coloco dos dedos en la frente de mi amigo y lo empujo hacia atrás suavemente, —tú también caerías, caerías en un pis pas, te conozco y no podrías resistirte— lo prevengo con una sonrisa, que lo he visto en Mohini y mi madre es de las personas con más carácter que conozco, ni siquiera llegamos al postre que ya la tenía enamorada.
Entonces me volteo hacia la mujer tirando de mis labios en una sonrisa más amplia, es una sorpresa sin que llegue a ser algo increíble la coincidencia de que nuestros amigos estén relacionados, no es la primera vez que nos sucede si lo pienso. Maldición, incluso conocía a su hija antes de que ella lo conociera a él. Mis grados de vinculación con este hombre es preocupante, aunque nos hubiéramos ignorado de por vida, ni con mi madre tendría tantas relaciones en común. Pues bien, si así tenía que ser… —Así que tú eres esa Kenna, también te mencionó— a ella le muestro mi sonrisa más agradable, a Riley le lanzo una mirada de refilón con un sesgo acusador porque al menos alguien sí me la mencionó, no como cierta persona a quien no voy a poner evidencia para no ser descortés. Y como trae otro regalo más para Tilly, si me enojo sería por eso. ¿Dónde voy a poner todo esto? La casa en el distrito cuatro no es tan grande y cuando volvamos faltará espacio para llevarlos todo, si bien la caja parece una cosita primorosa. —¿Quieres abrirla?— pregunto, que con la bebé en brazos tendría que hacer malabarismos y no pones una cajita cerrada delante de mis ojos creyendo que podré pasar las siguientes horas aguardando con paciencia a quedar a solas para saber que tiene dentro.
Me muevo para sentarme en el centro de la alfombra una vez más, a la espera de que se revele el misterio y como el contenido de la caja no es el único, comienzo con las preguntas. —Y bien, Riley, Kenna… ¿hace mucho que están saliendo?— de que están saliendo es un hecho. Con mis manos sostengo a Tilly para que quede con su espalda en mi regazo, su cabecita contra mi vientre y de cara a las visitas, que espero que se sienten donde estén más a gusto, que sillones hay varios y la alfombra con los cojines tirados por ahí también es amplia. Tiro de la oreja de Pelusa, el conejo de peluche, para que se acomode cerca de mi rodilla. —Supongo que es serio, es la primera vez que Riley me presenta a alguien y sé que no lo haría de no estar seguro sobre lo que siente. Y asumo que lo sabes, pero él es mi mejor amigo y mi único deseo hacia él es que sea feliz con alguien que lo ame de verdad. No me importa quien sea, ni lo que haga, ni si cree o no que existen los torposoplos, si es alguien que puede llegar a quererlo como se merece…— lo dejo hasta ahí, que quizá hablé demasiado y eso le pasa a Riley por no ponerme en sobre aviso sobre nada, si no quería este discurso de bienvenida, pues lo siento, es el único que tengo.
Entonces me volteo hacia la mujer tirando de mis labios en una sonrisa más amplia, es una sorpresa sin que llegue a ser algo increíble la coincidencia de que nuestros amigos estén relacionados, no es la primera vez que nos sucede si lo pienso. Maldición, incluso conocía a su hija antes de que ella lo conociera a él. Mis grados de vinculación con este hombre es preocupante, aunque nos hubiéramos ignorado de por vida, ni con mi madre tendría tantas relaciones en común. Pues bien, si así tenía que ser… —Así que tú eres esa Kenna, también te mencionó— a ella le muestro mi sonrisa más agradable, a Riley le lanzo una mirada de refilón con un sesgo acusador porque al menos alguien sí me la mencionó, no como cierta persona a quien no voy a poner evidencia para no ser descortés. Y como trae otro regalo más para Tilly, si me enojo sería por eso. ¿Dónde voy a poner todo esto? La casa en el distrito cuatro no es tan grande y cuando volvamos faltará espacio para llevarlos todo, si bien la caja parece una cosita primorosa. —¿Quieres abrirla?— pregunto, que con la bebé en brazos tendría que hacer malabarismos y no pones una cajita cerrada delante de mis ojos creyendo que podré pasar las siguientes horas aguardando con paciencia a quedar a solas para saber que tiene dentro.
Me muevo para sentarme en el centro de la alfombra una vez más, a la espera de que se revele el misterio y como el contenido de la caja no es el único, comienzo con las preguntas. —Y bien, Riley, Kenna… ¿hace mucho que están saliendo?— de que están saliendo es un hecho. Con mis manos sostengo a Tilly para que quede con su espalda en mi regazo, su cabecita contra mi vientre y de cara a las visitas, que espero que se sienten donde estén más a gusto, que sillones hay varios y la alfombra con los cojines tirados por ahí también es amplia. Tiro de la oreja de Pelusa, el conejo de peluche, para que se acomode cerca de mi rodilla. —Supongo que es serio, es la primera vez que Riley me presenta a alguien y sé que no lo haría de no estar seguro sobre lo que siente. Y asumo que lo sabes, pero él es mi mejor amigo y mi único deseo hacia él es que sea feliz con alguien que lo ame de verdad. No me importa quien sea, ni lo que haga, ni si cree o no que existen los torposoplos, si es alguien que puede llegar a quererlo como se merece…— lo dejo hasta ahí, que quizá hablé demasiado y eso le pasa a Riley por no ponerme en sobre aviso sobre nada, si no quería este discurso de bienvenida, pues lo siento, es el único que tengo.
Ahora que me encuentro en esta situación, no puedo evitar pensar que tal vez habría sido buena idea hablar de mi relación de amistad con Hans antes de aparecer aquí. Porque me habría enterado de que no es, precisamente, la persona favorita de Riley. Sonrío con algo de diversión ante las palabras de Lara y asiento suavemente con la cabeza, apoyando lo que dice —Yo también creo que caerías— asiento con la cabeza, sonriendo un poco. Porque conozco a Hans desde hace demasiado tiempo, y sé perfectamente cómo puede llegar a ser. Tal vez podrían intentarlo ambos, por el bien de sus respectivas relaciones. Podríamos incluso plantear una cita doble, sería gracioso ver cómo podría terminar eso, viendo las reacciones de Riley. Miro a Lara cuando se dirige a mí y hago que sí con la cabeza —Soy esa Kenna, sí— sonrío un poco, con diversión, viendo la mirada que le dirige luego a Riley.
Miro cómo Riley le da el regalo y sonrío. Porque he sido testigo de las horas de trabajo que ha dedicado a ese regalo y de la ilusión que le hace esta situación. ¡Y es normal! Al fin y al cabo, es su ahijada, y aunque todavía le de pánico cogerla en brazos, cuando se dirige a la bebé resulta de lo más adorable. Siguiendo los gestos de Lara, me acomodo en uno de los cojines repartidos por el suelo. Lo que no esperaba es su pregunta. Bueno, no, mentira. Su pregunta sí me la esperaba. Pero no me esperaba el discurso que sigue a esa pregunta. Porque está hablando de amar, de querer, de todas esas palabras que todavía suenan muy grandes si las pensamos. Que no nos hemos dicho, todavía, como suelen hacer las parejas cuando se miran a los ojos y se declaran su amor incondicional. Y eh, que eso no quiere decir que no lo sienta. Simplemente todavía no lo hemos verbalizado así.
Me coloco un mechón de pelo detrás de la oreja, sonriendo un poco —Bueno, nos conocimos hace casi un año, ya. Y... Empezamos a vivir juntos en noviembre, a compartir casa— le explico, entendiendo por la mirada que le ha dirigido antes a Riley que no tiene esta información —Y llevamos saliendo juntos... Desde abril. Tres meses— miro a Riley con una pequeña sonrisa. No cuento todo lo que pasó desde que empezamos a vivir juntos hasta que empezamos a salir, tampoco quiero contar cosas fuera de tono que se queden en el subconsciente de la bebé y que dentro de veinte años resulten el origen de sus traumas. No podría cargar con eso en mi conciencia —Y... Bueno, es serio, lo es. Riley es uno de mis mayores pilares ahora mismo, y... Bueno, estamos muy bien juntos, ¿no?— termino, dirigiéndole una sonrisa cariñosa a mi pareja.
Miro cómo Riley le da el regalo y sonrío. Porque he sido testigo de las horas de trabajo que ha dedicado a ese regalo y de la ilusión que le hace esta situación. ¡Y es normal! Al fin y al cabo, es su ahijada, y aunque todavía le de pánico cogerla en brazos, cuando se dirige a la bebé resulta de lo más adorable. Siguiendo los gestos de Lara, me acomodo en uno de los cojines repartidos por el suelo. Lo que no esperaba es su pregunta. Bueno, no, mentira. Su pregunta sí me la esperaba. Pero no me esperaba el discurso que sigue a esa pregunta. Porque está hablando de amar, de querer, de todas esas palabras que todavía suenan muy grandes si las pensamos. Que no nos hemos dicho, todavía, como suelen hacer las parejas cuando se miran a los ojos y se declaran su amor incondicional. Y eh, que eso no quiere decir que no lo sienta. Simplemente todavía no lo hemos verbalizado así.
Me coloco un mechón de pelo detrás de la oreja, sonriendo un poco —Bueno, nos conocimos hace casi un año, ya. Y... Empezamos a vivir juntos en noviembre, a compartir casa— le explico, entendiendo por la mirada que le ha dirigido antes a Riley que no tiene esta información —Y llevamos saliendo juntos... Desde abril. Tres meses— miro a Riley con una pequeña sonrisa. No cuento todo lo que pasó desde que empezamos a vivir juntos hasta que empezamos a salir, tampoco quiero contar cosas fuera de tono que se queden en el subconsciente de la bebé y que dentro de veinte años resulten el origen de sus traumas. No podría cargar con eso en mi conciencia —Y... Bueno, es serio, lo es. Riley es uno de mis mayores pilares ahora mismo, y... Bueno, estamos muy bien juntos, ¿no?— termino, dirigiéndole una sonrisa cariñosa a mi pareja.
Entrecierro los ojos y le dedico una mueca burlona a mi amiga pues no hay chance de que ni en un millón de años siquiera considere poner a Hans Powell en la lista blanca. Hay personas que simplemente no pegan en el mismo cuadro y esos somos nosotros. Y justamente desde que él apareció en escena, Lara ya no me conoce tan bien porque no tenemos tanto tiempo para pasar juntos así que... ¿Qué demonios sabe si caeré a sus pies? - No va a pasar - corto el tema pues no quiero meterme en el estado de ánimo que está empezando a correr por mi cuerpo.
Para mejor o peor, no hay lugar para enojo con la escena que se monta luego. Claro que he mencionado a Kenna, cuando a penas la conocí, creo, pero luego no hubo tiempo para mantener las noticias actualizadas. De todas formas disfruté que haya sido así pues me dio tiempo para descubrir por mí mismo lo que estaba ocurriendo, por primera vez me aventuré a lo desconocido y salió perfecto ¿No? - Lo haría, pero solo ustedes pueden abrirlo... Activarlo, mejor dicho - me aferro de las primeras palabras que flotan en el ambiente para salir de ese otro tema del que quizás tampoco quiero hablar.
Me acomodo en uno de los sillones con los codos apoyados sobre las rodillas, inclinado hacia adelante para poder ver a Mathilda justo cuando Lara ataca con la primera pregunta. Habría respondido encantado de no ser por la sarta de barbaridades que larga después que hacen que abra los ojos más allá de un diámetro humanamente posible y que toda la sangre de mi cuerpo vaya hacia mis mejillas. ¿Primera persona que le presento? ¡Si no he salido oficialmente con nadie! ¿Amor? ¿AMOR? ¿NO LE PARECE QUE DE ESTAR EN EL PUNTO DE HABLAR DE ESAS COSAS SABRÍA DE ELLA HACE YA MUCHO TIEMPO? Le dije a Kenna que hablaría sin filtro pero al parecer le tendría que haber comprado uno a Lara.
Cuando me doy cuenta estoy con la espalda pegada al respaldo del sillón con la cabeza bien hundida en los hombros y una expresión que no tiene intenciones de cambiar a no ser que dé mi máximo esfuerzo. Por suerte Kenna se hace cargo de la respuesta y hace un resumen bastante concreto, seguido de una sonrisa que me empuja a volver a respirar con normalidad y a acercarme a ellas en los cojines. Tomo asiento en el suelo y le devuelvo la sonrisa, ya un poco más listo para hablar - Comenzamos compartiendo casa pero las cosas funcionaron tan bien entre nosotros que... Supongo que la relación evolucionó sin darnos cuenta hasta que las piezas encajaron - agrego sin apartar los ojos de Kenna y luego mirando a Lara para que comprenda a qué me refiero. Aquello que me traía preocupado antes... Lo resolví - Estamos muy bien, sí, personalmente estoy mejor que nunca - unas risas se escapan de mis labios, risas felices - Pero ésto no es un interrogatorio, sino que un día de regalos así que vamos, ábranlo - pido tanto a la mamá como a la niña poniendo la caja frente a ellas una vez más.
Para mejor o peor, no hay lugar para enojo con la escena que se monta luego. Claro que he mencionado a Kenna, cuando a penas la conocí, creo, pero luego no hubo tiempo para mantener las noticias actualizadas. De todas formas disfruté que haya sido así pues me dio tiempo para descubrir por mí mismo lo que estaba ocurriendo, por primera vez me aventuré a lo desconocido y salió perfecto ¿No? - Lo haría, pero solo ustedes pueden abrirlo... Activarlo, mejor dicho - me aferro de las primeras palabras que flotan en el ambiente para salir de ese otro tema del que quizás tampoco quiero hablar.
Me acomodo en uno de los sillones con los codos apoyados sobre las rodillas, inclinado hacia adelante para poder ver a Mathilda justo cuando Lara ataca con la primera pregunta. Habría respondido encantado de no ser por la sarta de barbaridades que larga después que hacen que abra los ojos más allá de un diámetro humanamente posible y que toda la sangre de mi cuerpo vaya hacia mis mejillas. ¿Primera persona que le presento? ¡Si no he salido oficialmente con nadie! ¿Amor? ¿AMOR? ¿NO LE PARECE QUE DE ESTAR EN EL PUNTO DE HABLAR DE ESAS COSAS SABRÍA DE ELLA HACE YA MUCHO TIEMPO? Le dije a Kenna que hablaría sin filtro pero al parecer le tendría que haber comprado uno a Lara.
Cuando me doy cuenta estoy con la espalda pegada al respaldo del sillón con la cabeza bien hundida en los hombros y una expresión que no tiene intenciones de cambiar a no ser que dé mi máximo esfuerzo. Por suerte Kenna se hace cargo de la respuesta y hace un resumen bastante concreto, seguido de una sonrisa que me empuja a volver a respirar con normalidad y a acercarme a ellas en los cojines. Tomo asiento en el suelo y le devuelvo la sonrisa, ya un poco más listo para hablar - Comenzamos compartiendo casa pero las cosas funcionaron tan bien entre nosotros que... Supongo que la relación evolucionó sin darnos cuenta hasta que las piezas encajaron - agrego sin apartar los ojos de Kenna y luego mirando a Lara para que comprenda a qué me refiero. Aquello que me traía preocupado antes... Lo resolví - Estamos muy bien, sí, personalmente estoy mejor que nunca - unas risas se escapan de mis labios, risas felices - Pero ésto no es un interrogatorio, sino que un día de regalos así que vamos, ábranlo - pido tanto a la mamá como a la niña poniendo la caja frente a ellas una vez más.
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Un año. Eso quiere decir desde junio del año pasado, bajo mi mirada hacia la bebé midiendo el tiempo en ella. Entonces compartieron casa primero, luego empezaron a salir, frunzo un poco el ceño mientras hago los cálculos mentales y puesto que cada quien funciona con una ecuación distinta, no seré yo quien juzgue el orden de los factores. No con mi factorcito no previsto en brazos. Kenna parece llevar mejor las sumas que Riley, lo que me sorprende, porque por poco no fue ganador invicto de las olimpiadas anuales de matemáticas. Se ve tan retraído en el sillón como cuando Tadashi le robó el triunfo un año, rompiendo la racha. Le lanzo una sonrisa cuando me dice que las piezas encajaron. —Eso es todo lo que importa— digo con un chasquido triunfal de los dedos, ya lo hablamos entonces.
De Kenna no sé más de lo que me cuenta por sí misma, que mi amigo lo está dejando todo por su cuenta y desviando su atención al regalo, que a mí también me puede la curiosidad, pero no aceptaré que lo use como maniobra de distracción de lo más interesante en esta sala. Es la primera vez en la vida que me presenta a alguien. —Riley, si crees que esto es un interrogatorio, ¿por qué no llevas a Kenna a que cene con Mohini? Kenna, no te olvides de llevar tus credenciales y si tienes fotos de tus abuelos, mejor— la prevengo, que si no la hace pasar el bautismo de los platos picantes tendrán que dar las gracias. —Fuera de bromas, desconozco por qué necesitas de un pilar y no lo preguntaré tampoco, contrario a lo que mi mejor amigo puede decirte, respeto que cada persona tenga sus asuntos privados en reserva y no insisto más de lo que me quieran compartir. Pero si eso pueden ser el uno para el otro, algo en lo que apoyarse en estos tiempos, es todo lo que se necesita y sobra. Es más de lo que mucha gente tiene…— opino, que no hace más de unas semanas que Neopanem estaba en llamas en varios distritos.
Coloco la cajita que Riley trajo entre las manitos de la bebé, apartando al cactus de su vista no sea que me lo pida de vuelta, y guio sus dedos para que presione los laterales. Soy yo quien suelta una exclamación de asombro cuando un montón de luces se proyectan en las paredes y el techo como si hubiera un cielo de estrellas atrapado en algo tan pequeño, que se abre y se expande para nosotros. Puedo percibir la agitación de Tilly por las luces que se mueven y sacude sus escarpines amarillos de manera que la abrazo contra mí. —¿Te gusta el regalo de tu padrino, muffin? Es científico, así que algún día podría traerte una estrella de verdad— susurro cerca de su oreja y toqueteo el delicado arito que tiene. —Temo que Tilly será la niña más consentida de Neopanem y luego andará pidiendo estrellas en serio— musito por encima de su cabeza, apoyando suavemente mi barbilla sobre los pelos negros. Me lo pienso dos segundos antes de preguntar: —¿Qué opinan de tener niños?
De Kenna no sé más de lo que me cuenta por sí misma, que mi amigo lo está dejando todo por su cuenta y desviando su atención al regalo, que a mí también me puede la curiosidad, pero no aceptaré que lo use como maniobra de distracción de lo más interesante en esta sala. Es la primera vez en la vida que me presenta a alguien. —Riley, si crees que esto es un interrogatorio, ¿por qué no llevas a Kenna a que cene con Mohini? Kenna, no te olvides de llevar tus credenciales y si tienes fotos de tus abuelos, mejor— la prevengo, que si no la hace pasar el bautismo de los platos picantes tendrán que dar las gracias. —Fuera de bromas, desconozco por qué necesitas de un pilar y no lo preguntaré tampoco, contrario a lo que mi mejor amigo puede decirte, respeto que cada persona tenga sus asuntos privados en reserva y no insisto más de lo que me quieran compartir. Pero si eso pueden ser el uno para el otro, algo en lo que apoyarse en estos tiempos, es todo lo que se necesita y sobra. Es más de lo que mucha gente tiene…— opino, que no hace más de unas semanas que Neopanem estaba en llamas en varios distritos.
Coloco la cajita que Riley trajo entre las manitos de la bebé, apartando al cactus de su vista no sea que me lo pida de vuelta, y guio sus dedos para que presione los laterales. Soy yo quien suelta una exclamación de asombro cuando un montón de luces se proyectan en las paredes y el techo como si hubiera un cielo de estrellas atrapado en algo tan pequeño, que se abre y se expande para nosotros. Puedo percibir la agitación de Tilly por las luces que se mueven y sacude sus escarpines amarillos de manera que la abrazo contra mí. —¿Te gusta el regalo de tu padrino, muffin? Es científico, así que algún día podría traerte una estrella de verdad— susurro cerca de su oreja y toqueteo el delicado arito que tiene. —Temo que Tilly será la niña más consentida de Neopanem y luego andará pidiendo estrellas en serio— musito por encima de su cabeza, apoyando suavemente mi barbilla sobre los pelos negros. Me lo pienso dos segundos antes de preguntar: —¿Qué opinan de tener niños?
Observo, no sin cierto nerviosismo, el intercambio de palabras que hacen ambos amigos, hablando de gente a la que yo no conozco pero mencionando interrogatorios. Mohini. Ni idea. Pero sea como sea, lo que importa de verdad es que Riley dice que está mejor que nunca. Y yo creo que se han juntado cosas buenas en su vida, de repente. Está limpio, ha nacido su ahijada, está bien en el trabajo... Y, modestia a parte, me tiene a mí. Y lo que compartimos es bonito, mucho. Se han alineado las estrellas, para ambos.
Las mismas estrellas que se proyectan en la habitación cuando la pequeña, con la ayuda de su madre, activa el regalo que le ha hecho Riley. Hay algo en este hombre que me resulta increíblemente atractivo. El cuidado que le pone a las cosas, supongo. Su forma de cuidar todo lo que le rodea, de prestar atención a los detalles. Otra persona le habría comprado un juguete a su ahijada -o ni eso- para quedar bien, pero él no. El ha empleado horas y horas en construirle este maravilloso paisaje, que seguro que va a ayudarla a dormir más de una y de dos noches. Realmente he encontrado a uno de los hombres más puros de todo Neopanem, y no pienso dejarle escapar. Ni en sueños. Y, a todo eso, las palabras de Lara resultan cálidas y las recibo con una sonrisa de agradecimiento —Muchas gracias, Lara. Se agradecen palabras así— le digo, sincera.
Me acerco más a Riley y le tomo la mano, con cariño, mientras todos nos quedamos observando las estrellas. Se la acaricio suavemente, apoyando mi cabeza en su hombro, hasta que la pregunta de Lara nos asalta todavía más —¿Cómo?— tener niños. ¿Qué opinamos sobre tener niños en general, o sobre tener niños juntos? Lo veo a años luz. Es decir, si pienso en mi futuro veo a Riley en él, claramente, pero... Pero nunca me he planteado si me gustaría tener hijos. Me paso la mano por el pelo, con duda —Bueno, eh... Tener hijos está bien, supongo. Nunca lo hemos hablado. Yo creo que sí me gustaría tener en algún momento, pero también me hace dudar mi trabajo. Siendo auror... No lo sé— me encojo de hombros. Yo perdí a mi madre por su trabajo. Seguí sus pasos en lo laboral, pero no sé si quiero arriesgarme a que un hijo o hija mío se quede sin mí por lo mismo.
Pero, a la vez, siento que si tuviera que plantearme tener hijos con alguien, sin duda querría a Riley como padre. Es decir... Solamente viendo cómo se comporta con su ahijada, ya deja claro que sería el mejor de los padres.
Las mismas estrellas que se proyectan en la habitación cuando la pequeña, con la ayuda de su madre, activa el regalo que le ha hecho Riley. Hay algo en este hombre que me resulta increíblemente atractivo. El cuidado que le pone a las cosas, supongo. Su forma de cuidar todo lo que le rodea, de prestar atención a los detalles. Otra persona le habría comprado un juguete a su ahijada -o ni eso- para quedar bien, pero él no. El ha empleado horas y horas en construirle este maravilloso paisaje, que seguro que va a ayudarla a dormir más de una y de dos noches. Realmente he encontrado a uno de los hombres más puros de todo Neopanem, y no pienso dejarle escapar. Ni en sueños. Y, a todo eso, las palabras de Lara resultan cálidas y las recibo con una sonrisa de agradecimiento —Muchas gracias, Lara. Se agradecen palabras así— le digo, sincera.
Me acerco más a Riley y le tomo la mano, con cariño, mientras todos nos quedamos observando las estrellas. Se la acaricio suavemente, apoyando mi cabeza en su hombro, hasta que la pregunta de Lara nos asalta todavía más —¿Cómo?— tener niños. ¿Qué opinamos sobre tener niños en general, o sobre tener niños juntos? Lo veo a años luz. Es decir, si pienso en mi futuro veo a Riley en él, claramente, pero... Pero nunca me he planteado si me gustaría tener hijos. Me paso la mano por el pelo, con duda —Bueno, eh... Tener hijos está bien, supongo. Nunca lo hemos hablado. Yo creo que sí me gustaría tener en algún momento, pero también me hace dudar mi trabajo. Siendo auror... No lo sé— me encojo de hombros. Yo perdí a mi madre por su trabajo. Seguí sus pasos en lo laboral, pero no sé si quiero arriesgarme a que un hijo o hija mío se quede sin mí por lo mismo.
Pero, a la vez, siento que si tuviera que plantearme tener hijos con alguien, sin duda querría a Riley como padre. Es decir... Solamente viendo cómo se comporta con su ahijada, ya deja claro que sería el mejor de los padres.
Un paso a la vez, un paso a la vez. Estoy seguro de que no saldré vivo de esa charla con Mohini porque con Lara puedo usar la excusa de que estuvo ocupada con el embarazo, pero ¿Mo? Jamás va a perdonarme el haberle ocultado una persona especial por tanto tiempo, sobre todo porque sé que está esperando el día que me enamore con más ganas de lo que estuvo esperando a su nieta todo éste tiempo... Bueno, quizás no tanto, pero sí estoy seguro de que tiene muchas ganas y aún rondan por su cabeza preguntas como ¿Será una mujer o un hombre? ¿Será alguien de ciencia o dedicado más a lo físico? - Mohini es la mamá de Lara y... también como mi mamá - explico a Kenna con una mueca. De verdad no me parecía de buen gusto estar hablando de la mujer, a la que verdad considero mi madre, estando mi madre biológica luchando por su vida, y luego el duelo simplemente no me dejó hacerlo.
Agradezco por dentro que por fin se le de atención al regalo y se me dibuja una sonrisa en el rostro cuando la habitación queda repleta de estrellas. No estrellas falsas, sino que unas que se ven de lo más real, esas mismas que tanto disfrutamos ver con Kenna. Pero, sorpresivamente, mis ojos no van hacia el techo, sino al rostro de Mathilda que tiene una sonrisa que solo refleja cosas buenas... He conseguido conjurar el patronus hace poco y no quiero tentar a la suerte, pero definitivamente podría usar ésta imagen para lanzar el encantamiento.
Pero una vez más Lara logra arruinar mi comodidad y hace que se me afloje el codo y casi caiga hacia un costado. ¿Acaba de preguntar sobre niños? ¿Acaso no recuerda la conversación que tuvimos cuando me contó que estaba embarazada? ¡Me llevó meses siquiera decidirme a charlar con la bebé! ¿Cómo espera que críe a una criatura como ésta? Por suerte Kenna toma el mando una vez más y responde como una campeona dándome unos segundos para procesar las cosas.
Respiro profundo y la tomo de la mano para tranquilizarme - y no correr riesgos de caerme - hasta que finalmente logro hablar - ¿Qué opinabas tú de tener niños? - es un golpe bajo, quizás, pero va libre de maldad como lo indica la sonrisa que le dedico a mi amiga a continuación - La verdad es que no me siento preparado, pero si el condón falla y Kenna decide tenerlo... Sería una aventura interesante - agrego más pensativo - Claro que luego tendríamos más si el prototipo sale bien, tres niños, Nweton, Steve y Nicholas - bromeo pero la risa se apaga de inmediato pues me ataca un dejavú tremendo - Quizás algún día - me apresuro a decir y miro a mi compañera con una sonrisa.
Agradezco por dentro que por fin se le de atención al regalo y se me dibuja una sonrisa en el rostro cuando la habitación queda repleta de estrellas. No estrellas falsas, sino que unas que se ven de lo más real, esas mismas que tanto disfrutamos ver con Kenna. Pero, sorpresivamente, mis ojos no van hacia el techo, sino al rostro de Mathilda que tiene una sonrisa que solo refleja cosas buenas... He conseguido conjurar el patronus hace poco y no quiero tentar a la suerte, pero definitivamente podría usar ésta imagen para lanzar el encantamiento.
Pero una vez más Lara logra arruinar mi comodidad y hace que se me afloje el codo y casi caiga hacia un costado. ¿Acaba de preguntar sobre niños? ¿Acaso no recuerda la conversación que tuvimos cuando me contó que estaba embarazada? ¡Me llevó meses siquiera decidirme a charlar con la bebé! ¿Cómo espera que críe a una criatura como ésta? Por suerte Kenna toma el mando una vez más y responde como una campeona dándome unos segundos para procesar las cosas.
Respiro profundo y la tomo de la mano para tranquilizarme - y no correr riesgos de caerme - hasta que finalmente logro hablar - ¿Qué opinabas tú de tener niños? - es un golpe bajo, quizás, pero va libre de maldad como lo indica la sonrisa que le dedico a mi amiga a continuación - La verdad es que no me siento preparado, pero si el condón falla y Kenna decide tenerlo... Sería una aventura interesante - agrego más pensativo - Claro que luego tendríamos más si el prototipo sale bien, tres niños, Nweton, Steve y Nicholas - bromeo pero la risa se apaga de inmediato pues me ataca un dejavú tremendo - Quizás algún día - me apresuro a decir y miro a mi compañera con una sonrisa.
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Mi mejor amigo podrá ser un nerd, sin embargo la que tienes las respuestas bien pensadas y acertadas es la mujer que lo acompaña. Riley pone caras de que este es el peor examen de su vida, quizá porque se trata de la vida misma, el tema de estudio más complicado para él desde que éramos un par de niños y en la adolescencia con la ayuda de un par de sustancias, empezamos a racionalizar todo lo que sentíamos. Nos encontramos en un punto de madurez en que esos momentos han pasado a ser anécdotas, que nos escuchó hablar de niños y tengo que reírme cuando mi amigo me devuelve la pregunta. —No quería tenerlos— es la verdad, no la negaré porque esté cargando con una bebé en brazos compuesta en parte por mi material genético y otro poco por la de un hombre que hasta hace poco más de un año se me hacía una existencia insoportable con quien tenía que compartir planeta. —Tener hijos es un grave acto de contaminación al mundo— digo, que mi supuesta vocación ambientalista me sirvió de excusa en más de una charla con mi madre. Acerco mis labios al oído de la bebé. —Eres una contaminadora, Tilly— me burlo de ella con un tono grave, —una pequeña y peligrosa contaminadora, grrr— muevo sus manitas cerradas en puños como si fueran zarpas. De todas maneras, el mundo se está yendo a la mierda, una contaminadora más no le hace más daño del que le hacemos los que ya llevamos un par de años sobre su suelo. ¿Quién sabe? Tal vez esta bebé se dedique a clasificar la basura y haga manualidades con reciclaje, plante semillas en una huerta propia, sea una pequeña cosa buena haciéndole bien al mundo.
—¿Así que tres niños, Riley?— pregunto, tengo que admitir que al susto inicial se recompuso lo suficiente como para arrojarme tres nombres sobre la alfombra. —No tendré que preocuparme de que Tilly crezca con primos con los cuales jugar, entonces— digo, ¿él así como yo también siente lo raro que es estar hablando de esto? Siento que tengo que compartirlo con Kenna, así que pongo mi mirada en ella al hablarle. —Lo siento, me tenté demasiado con hacer la pregunta sobre los niños. No le estoy echando prisas sobre nada y en realidad, esta es una conversación bastante atípica involucrándonos a Riley y a mí. Solemos hablar de ecuaciones y misterios cósmicos por lo general, esta es la conversación más… ¿terrestre que estamos teniendo?— busco la confirmación de mi amigo con una sonrisa divertida. —Seguro que ya lo sabes, no esperaba que Riley me presentara a nadie. Quiero decir que, en serio, a nadie. Nos veíamos a los sesenta años en alguna premiación de descubrimientos científicos, no… en graduaciones de hijos imaginarios y algunos un poco más reales— toco con mi pulgar la punta de naricita de Tilly.
Ella mencionó algo sobre la complicación de su profesión si es que acaso quisiera tener hijos, creo que somos varios quienes tenemos eso demasiado presente condicionando nuestras decisiones y en lo personal, mi trabajo era toda mi satisfacción, nunca necesité de algo más para llenar ningún vacío de nada. Tilly fue la variable impredecible que logró establecerse en mi vida, que la alteró también y el resultado que obtuvimos fue impensado, inesperadamente lo mejor que podíamos llegar a pedir. Había sido que sí podíamos convivir en un mismo planeta con su padre, más que eso, traerla a ella a este mundo, envuelta en el espectáculo de estrellas que se proyecta en toda la sala, se ve como un regalo del universo. —Con Riley hemos estado atrapados por años dentro de nuestras mentes, tratando de dar explicaciones a todo desde la razón y en ocasiones abrumados por pensamientos— murmuro, cada uno busco sus maneras de lidiar con ellos, de potenciarlos para trabajar o anularlos a veces para tener unas horas de paz. —Es nuevo, al menos para mí, empezar a buscar las respuestas a las cosas que no entiendo desde lo que siento y hasta el momento se sienten como que fueron las respuestas acertadas— musito, se sienten así, no importan cuáles sean los resultados al final. Presiento que seguirán siendo las acertadas siempre que eche la vista atrás. —Así que no se tomen en serio mi pregunta indiscreta, no es como si fuera algo que puedan decidir ya, con números y nombres— le echo una ojeada a Riley, —sino que sentirán el momento en el que deba ser. Es la primera vez que hay un par de personas sentadas frente a mí, tomadas de la mano, ¿saben? Hace unos meses hablando desde la razón le hubiera preguntado a Riley si estaba loco, que las relaciones son instituciones sociales más inestables que el mismísimo gobierno de Neopanem con sus cambios de líderes, pero viéndolos ahora…— me lo pienso unos segundos, —quiero creer en lo que veo, que se hacen bien entre sí y que pueda seguir siendo así— los libero de la presión de ponerle un nombre más formal a todo. —Soy un asco con este tipo de charlas, no sé qué decirles, la verdad. Echémosle la culpa a que es la primera vez, en serio...— les pido.
—¿Así que tres niños, Riley?— pregunto, tengo que admitir que al susto inicial se recompuso lo suficiente como para arrojarme tres nombres sobre la alfombra. —No tendré que preocuparme de que Tilly crezca con primos con los cuales jugar, entonces— digo, ¿él así como yo también siente lo raro que es estar hablando de esto? Siento que tengo que compartirlo con Kenna, así que pongo mi mirada en ella al hablarle. —Lo siento, me tenté demasiado con hacer la pregunta sobre los niños. No le estoy echando prisas sobre nada y en realidad, esta es una conversación bastante atípica involucrándonos a Riley y a mí. Solemos hablar de ecuaciones y misterios cósmicos por lo general, esta es la conversación más… ¿terrestre que estamos teniendo?— busco la confirmación de mi amigo con una sonrisa divertida. —Seguro que ya lo sabes, no esperaba que Riley me presentara a nadie. Quiero decir que, en serio, a nadie. Nos veíamos a los sesenta años en alguna premiación de descubrimientos científicos, no… en graduaciones de hijos imaginarios y algunos un poco más reales— toco con mi pulgar la punta de naricita de Tilly.
Ella mencionó algo sobre la complicación de su profesión si es que acaso quisiera tener hijos, creo que somos varios quienes tenemos eso demasiado presente condicionando nuestras decisiones y en lo personal, mi trabajo era toda mi satisfacción, nunca necesité de algo más para llenar ningún vacío de nada. Tilly fue la variable impredecible que logró establecerse en mi vida, que la alteró también y el resultado que obtuvimos fue impensado, inesperadamente lo mejor que podíamos llegar a pedir. Había sido que sí podíamos convivir en un mismo planeta con su padre, más que eso, traerla a ella a este mundo, envuelta en el espectáculo de estrellas que se proyecta en toda la sala, se ve como un regalo del universo. —Con Riley hemos estado atrapados por años dentro de nuestras mentes, tratando de dar explicaciones a todo desde la razón y en ocasiones abrumados por pensamientos— murmuro, cada uno busco sus maneras de lidiar con ellos, de potenciarlos para trabajar o anularlos a veces para tener unas horas de paz. —Es nuevo, al menos para mí, empezar a buscar las respuestas a las cosas que no entiendo desde lo que siento y hasta el momento se sienten como que fueron las respuestas acertadas— musito, se sienten así, no importan cuáles sean los resultados al final. Presiento que seguirán siendo las acertadas siempre que eche la vista atrás. —Así que no se tomen en serio mi pregunta indiscreta, no es como si fuera algo que puedan decidir ya, con números y nombres— le echo una ojeada a Riley, —sino que sentirán el momento en el que deba ser. Es la primera vez que hay un par de personas sentadas frente a mí, tomadas de la mano, ¿saben? Hace unos meses hablando desde la razón le hubiera preguntado a Riley si estaba loco, que las relaciones son instituciones sociales más inestables que el mismísimo gobierno de Neopanem con sus cambios de líderes, pero viéndolos ahora…— me lo pienso unos segundos, —quiero creer en lo que veo, que se hacen bien entre sí y que pueda seguir siendo así— los libero de la presión de ponerle un nombre más formal a todo. —Soy un asco con este tipo de charlas, no sé qué decirles, la verdad. Echémosle la culpa a que es la primera vez, en serio...— les pido.
Lara es un monstruo ¿Cómo va a decir eso en frente de la bebé? No tengo idea si puede entender lo que está diciendo pero de algún lado vienen nuestros traumas de adultos y estoy seguro de que las conversaciones que escuchamos de bebés tienen mucho que ver. Así que casi por instinto voy hacia la niña y la tomo en mis brazos para cubrirle los oídos y luego simplemente susurro a su oído - No escuches a tu mamá, tu generación será la que nos salve, pequeña - luego dedico una mirada de desaprobación a mi amiga y niego con la cabeza mientras hamaco a la bebé... Mientras hamaco a la bebé... ¡Oh por dios! ¡La tengo en brazos! ¡La tengo en brazos y no se ha roto! ¡Ni tampoco está llorando!
Vuelvo a tomar asiento donde estaba y acomodo a Mathilda en una de mis piernas mientras la hago saltar un poquito. Sonríe, lo cual me hace sonreír a mí también y me relaja de la conversación que estamos teniendo - La vida nos sorprende con giros inesperados y supongo que el destino no está fijo del todo... Sino que se entrelaza con los de los demás hasta alcanzar un equilibrio en el que el universo está en paz - quizás mi destino no es convertirme en el inventor número uno de la historia, sino en uno destacado que criará a otros tres que serán igual o más maravillosos... O quizás a dos científicos y a un historiador, no más que eso pues no toleraría formar parte de la minoría de la casa.
En algún momento la voz de Lara empieza a sonar de fondo y mis ojos se pierden en el rostro de Kenna, quiero saber su reacción a todo ésto, si estamos en la misma página o si hay razones para temer la futuro. No sé que nos espera, quizás podremos formar una familia algún día... pronto o en diez años, la verdad es que no importa porque me gusta dónde estamos ahora y dudo que alguna vez pueda cansarme de ésta dinámica.
Cambio a la bebé de pierna para que esté más cerca de mi novia y tomo una de sus manitos para darle una caricia a su rostro - Mi padrino te quiere mucho, Kenna - digo con voz fina escondiéndome detrás de la pequeñita que solo sonríe... Sé que es un reflejo que tienen los cachorros para ganarse el cariño de los adultos pero ¡Vaya que es efectivo! - Y también extrañará las charlas de ecuaciones y misterios cósmicos... - continúo mirando a la madre de la niña - Pero también disfrutaré de éstas - finalizo saliendo de mi escondite, usando mi propia voz.
Vuelvo a tomar asiento donde estaba y acomodo a Mathilda en una de mis piernas mientras la hago saltar un poquito. Sonríe, lo cual me hace sonreír a mí también y me relaja de la conversación que estamos teniendo - La vida nos sorprende con giros inesperados y supongo que el destino no está fijo del todo... Sino que se entrelaza con los de los demás hasta alcanzar un equilibrio en el que el universo está en paz - quizás mi destino no es convertirme en el inventor número uno de la historia, sino en uno destacado que criará a otros tres que serán igual o más maravillosos... O quizás a dos científicos y a un historiador, no más que eso pues no toleraría formar parte de la minoría de la casa.
En algún momento la voz de Lara empieza a sonar de fondo y mis ojos se pierden en el rostro de Kenna, quiero saber su reacción a todo ésto, si estamos en la misma página o si hay razones para temer la futuro. No sé que nos espera, quizás podremos formar una familia algún día... pronto o en diez años, la verdad es que no importa porque me gusta dónde estamos ahora y dudo que alguna vez pueda cansarme de ésta dinámica.
Cambio a la bebé de pierna para que esté más cerca de mi novia y tomo una de sus manitos para darle una caricia a su rostro - Mi padrino te quiere mucho, Kenna - digo con voz fina escondiéndome detrás de la pequeñita que solo sonríe... Sé que es un reflejo que tienen los cachorros para ganarse el cariño de los adultos pero ¡Vaya que es efectivo! - Y también extrañará las charlas de ecuaciones y misterios cósmicos... - continúo mirando a la madre de la niña - Pero también disfrutaré de éstas - finalizo saliendo de mi escondite, usando mi propia voz.
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Eso espero, en verdad espero que la generación de Mathilda sea la que nos salve. El panorama se ve negro para nosotros de a ratos, salvo en estos breves momentos en que puedo compartir de un nuevo logro con mi mejor amigo, ¿y enamorarse de una persona no es un logro? Mierda, siento que nos merecemos una medalla por esto, así como aspirábamos a ganar trofeos por nuestros inventos algún día, siendo reconocidos en conferencias que nos presentaran como pioneros e innovadores. Lo miro largamente a él, cuando mira a Kenna, me conmueve muy profundamente verlo así, su mirada incluso se ve limpia, esperanzadora y ve el mundo de un modo en que puedo sentir esperanzas por él. Callar por fin, de una buena vez por todas, las preocupaciones que me instaban a estar a su lado, tal vez no impidiendo que vomitara mierda en un retrete, pero sí sosteniéndole la frente. Si cosas así hicimos antes, ¿cómo no sostenerlo también en esto? No digo nada, ni pio, al ver a la bebé bien acomodada en sus brazos.
—Para dejar de decir tantas tonterías, creo que iré a buscar algo para comer— anuncio poniéndome de pie, ¡oh, por todos los cielos! ¡me he convertido en mi madre! El susto dura poco, Tilly no parece que fuera a llorar si me salgo de su vista por unos segundos y así también tendrán un espacio a solas ellos dos para darse cuenta si están cómodos con una perspectiva como esta. Nunca he querido otra cosa para Riley que alguien lo ame como creo que se merece, y alguien pueda estar con él, que incluso siendo su amiga por años y con Mohini también apoyándolo, ese era un espacio que quedaba para alguien más. No sé si será Kenna, me alegro de todas formas, de que mi amigo haya llegado a ese punto también, de darse cuenta por sí mismo de que merece ese tipo de amor. Paso a su lado y revuelvo su cabello con mis dedos en una caricia rápida, creo que sería totalmente inesperado y daría un poco de miedo que lo abrazara de golpe, tal vez luego, cuando se despida, entonces tendré la excusa de retenerlo dos segundos más y pensar en cuánto hemos cambiado de las personas que fuimos alguna vez. Decirle que lo quiero sin que su novia se enoje, y que estoy muy feliz de que sea el padrino que pueda acompañar a mi hija al crecer, que todas las charlas sobre misterios y ecuaciones podrá tenerla con ella algún día.
—Para dejar de decir tantas tonterías, creo que iré a buscar algo para comer— anuncio poniéndome de pie, ¡oh, por todos los cielos! ¡me he convertido en mi madre! El susto dura poco, Tilly no parece que fuera a llorar si me salgo de su vista por unos segundos y así también tendrán un espacio a solas ellos dos para darse cuenta si están cómodos con una perspectiva como esta. Nunca he querido otra cosa para Riley que alguien lo ame como creo que se merece, y alguien pueda estar con él, que incluso siendo su amiga por años y con Mohini también apoyándolo, ese era un espacio que quedaba para alguien más. No sé si será Kenna, me alegro de todas formas, de que mi amigo haya llegado a ese punto también, de darse cuenta por sí mismo de que merece ese tipo de amor. Paso a su lado y revuelvo su cabello con mis dedos en una caricia rápida, creo que sería totalmente inesperado y daría un poco de miedo que lo abrazara de golpe, tal vez luego, cuando se despida, entonces tendré la excusa de retenerlo dos segundos más y pensar en cuánto hemos cambiado de las personas que fuimos alguna vez. Decirle que lo quiero sin que su novia se enoje, y que estoy muy feliz de que sea el padrino que pueda acompañar a mi hija al crecer, que todas las charlas sobre misterios y ecuaciones podrá tenerla con ella algún día.
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