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  • The Mighty Fall
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    OTOÑO de 247421 de Septiembre — 20 de Diciembre


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    Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

    Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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    Invitado
    La casa es un desastre, creo haber dado vuelta todos los rincones para conseguir aquello que puede llegar a servirme en mi no planeada fuga. Aunque ahora que lo pienso creo que solo estoy cargando cosas sin sentido para no pensar en el hecho de que mi vida está a punto de cambiar para siempre. Mirando el lado positivo, quizás ahora pueda ser capaz de contactar a Locki y seguirlo allá a donde haya ido. No debería ser tan difícil para nosotros salir adelante, hubo una época en la que tenía su mismo espíritu rebelde el cual fue calmado por mi trabajo, relación con Rodo y mucha comida, pero podría volver a eso... Tengo que hacerlo pues la alternativa es quedarme de brazos cruzados viviendo como una rata.

    Me siento mal al respecto. Viví cómodamente en el distrito cuatro por años, caminé entre los magos y comuniqué las noticias que me dijeron sin chistar, pero ahora que la realidad se ha vuelto contra mí tengo ganas de alzar mi varita para hacer algo al respecto. Soy una mala persona, un hipócrita y me odio, pero al menos podré usar los próximos meses, años o lo que sea necesario para remedar el tiempo perdido. Sé que soy egoísta por querer que Jensen venga conmigo pero no puedo pedírselo, alguien tiene que quedarse y darme un poco de comida cuando no sea capaz de conseguirla por mis propios medios... Porque aún cuando esté lejos, claro que lo voy a seguir necesitando, y ya se lo he dejado en claro.

    Pero antes de partir hay una cosa más que debo hacer. Ya envié un par de cosas a Pat para Dave, otras a Synnove y me que queda una caja de cosas de Locki que aparentemente iban dedicadas a una Holly... No me considero uno de esos padres entrometidos que quieren conocer todas las amistades de sus hijos pero... Bueno, en realidad sí lo soy, así que me molesta un poco no conocer a ésta chica hasta ahora. Le pedí que venga y espero que las cosas no se retrasen, también espero que ignore el hecho de que la casa parece una escena del crimen aunque en realidad no importa pues para cuando llegue a dar la alarma ya me habré ido.
    Anonymous
    Holly A. Callahan
    Civil
    Han sido unos días extraños, no cabe duda. Creo que nunca había estado tan perseguida en el trabajo, cada cosa que me dicen me lleva a pensar que descubrieron mi encuentro accidental con un fugitivo y empiezo a sospechar que los ojos en los pasillos del ministerio son mucho más grandes y sigilosos de lo que en verdad creía.  Para variar y hacer toda esta experiencia mucho más extraña, me llega un mensaje de un hombre que no me diría nada, si no fuese porque viene ligado a un apellido que conozco bien y que no esperaba tener que volver a conectar conmigo bajo ningún aspecto. Hay fantasmas que nunca se van, creo que empiezo a comprenderlo cada vez mejor.

    Debe ser por eso que me demoro más de lo normal en cruzar la calle. Estoy de pie, en la vereda de enfrente, con las manos puestas dentro de los bolsillos y la duda vacilando en cada parte de mi cuerpo. ¿Qué quiere este hombre de mí, cuando han pasado algunos meses desde la muerte que, de seguro, es la razón por la cual estoy aquí? Me acomodo el pelo detrás de las orejas, como si de ese modo pudiese sentirme un poco más presentable, cuando siento que todo lo que ha estado pasando se ha conectado para que yo termine aquí, en el distrito cuatro, visitando voces que ya murieron. Es un poco irónico, considerando que yo misma estuve muerta.

    Resoplo con la resignación en la piel y cruzo la calle con unas cuantas zancadas que demuestran una determinación que no siento. Mis manos acomodan las tiras de mi pequeña mochila roja en un intento de calmar los nervios, relamo mis labios y toco el timbre, no muy segura de qué esperar del otro lado. No es hasta que la puerta se abre y me recibe un sujeto rubio, cuya altura hace que levante un poco el mentón, que intento forzar una sonrisa que hasta se asoma tímida — Usted debe ser el señor Rockefeller — trato sonar mucho más amable y calma de lo que en verdad me siento, estiro una mano que busca estrecharse con la suya a modo de presentación — Holly Callahan. Vine lo más rápido que pude — que eso incluye el haber terminado un trabajo práctico de extensa longitud antes de poder tener un momento para tratar asuntos personales. No puedo ignorar la imagen detrás de él, porque se siente como que su sala de estar anda siendo revuelta y eso dispara mis cejas hacia arriba — ¿Necesita ayuda con algo? ¿Una mudanza? — que ni sé por qué me llamaría a mí para algo así, pero algo me dice que las respuestas llegarán a mí bastante rápido.
    Holly A. Callahan
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    Invitado
    Invitado
    El sonido en la puerta hace que vaya dando saltos para esquivar las cosas que están en el suelo y al abrir me encuentro con una joven rubia de rostro amigable, que me hace creer que Locki de verdad tenía un tipo con las chicas. Escucho su presentación, pero cuando me tiende la mano la tomo para acercarla y darle un abrazo para que vea que no soy de esos padres serios.

    Sin decir más la invito a pasar pues no puedo quedarme mucho tiempo con la puerta abierta. Es un estado de ansiedad constante en el que siento que me vendrán a buscar y llevarán de las patas con cadenas al calabozo pero ¿Por qué iban a hacerlo ahora? Si aún tengo algunas horas para acudir a mi prueba de sangre, aún no soy un repudiado oficialmente... Aunque planeo serlo dentro de poco. Tengo que tranquilizarme pues de mi nerviosismo no saldrá nada bueno.

    - Te agradezco que hayas venido, Holly... Lamento que tengamos que conocernos en éstas circunstancias pero acabo de enterarme que eres amiga de Locki - intento sonar amigable, incluso le dedico una sonrisa para que no note lo nervioso que estoy - En realidad no, voy a mudarme pero no necesito llevar las cosas así que supongo que todo quedará así - a no ser que Rodolph quiera acomodarlo y pasar el mismo tiempo que pasaba antes ¿Pero para qué teniendo su propia casa y estando estas cuatro paredes vacías?

    - Cuando Locki se fue dejó una caja con tu nombre. No la he abierto así que toda tuya - indico buscando entre la cantidad de cosas apiladas hasta que doy con el objeto - Voy a irme con él, de hecho. No me dejó indicaciones exactas de dónde ha ido pero seguro podré encontrarlo - comento encogiéndome de hombros - ¿A tí de casualidad no te dijo dónde podría ir en caso de emergencias? No es que la haya... Es un simple viaje de placer.
    Anonymous
    Holly A. Callahan
    Civil
    De acuerdo, no me esperaba esto. ¿Fue el efecto veela que pasó demasiado rápido o por qué razones estoy entre los brazos de un hombre desconocido? No sé dónde poner las manos, las dejo colgando a ambos lados de mi cuerpo por más tiempo del debido hasta que me atrevo a darle unas palmaditas en la espalda y mi sonrisa busca hacerle saber que no ha sido un verdadero problema, cuando parece que el que tiene problemas es él. Me adentro en la sala, con ojos dudosos en lo que barro el lugar y mis pulgares se cuelgan, un tanto incómodos, en las tiras de mi mochila. No me sorprende que Locki no me mencionara, le resto importancia con un movimiento quedo de la mano en lo que sigo siendo una chusma visual, en busca de alguna fotografía que me dé indicios de que este es el lugar donde el chico que conocí pudo haber vivido — ¿A dónde va a mudarse? — no puedo culparlo, todos necesitamos un nuevo comienzo después de experiencias traumáticas. Su apellido fue todo lo que necesité para saber que esto no sería fácil.

    Hay varias cosas que me desconciertan mientras habla, así que me giro hacia él justo para ver la caja a mi nombre y que, por alguna razón, me presiona el pecho con una extraña y amarga emoción — ¿Dejó algo para mí? ¿No podría ser para otra Holly? — que no tengo idea de si conocía a otra, pero hay cierta sorpresa en que, al menos, hubiese tenido algo para mí. Estiro las manos, más temblorosas que de costumbre, para ir en su busca, cuando las detengo en el aire porque siento que algo me deja sin aire. Tengo que mirar a este hombre, tan confundido como parece, porque mido qué tan ignorante parece ser sobre algo que no parece haber oído, incluso cuando tiene todo el derecho a hacerlo. Y ahí están, las cosas turbias que me dan ganas de vomitar en este sistema, mientras miro al hombre que no tiene la más mínima idea de que el chico que está buscando no volverá.

    Señor Rockefeller… — tanteo el terreno, porque tal vez está siendo víctima de un ataque de negación contra el cual no podré luchar si es más fuerte que ambos — Locki… él no se fue a ninguna parte, él… — con mucho cuidado, tomo la caja para quitársela de las manos y la apego contra mi pecho, usando mis dos brazos — Pensé que alguien le habría siquiera informado, no creí que serían tan… que podrían ser tan… — ¿Sucios? ¿Desagradables? ¿Por qué me sorprende, si viene de la mano de la gente que cometió el delito y debe cubrirlo de alguna manera? — Locki murió, señor Rockefeller — así, de lleno, porque si lo estiro más no podré decirlo. Mantengo la vista gacha, segura de que se me han enrojecido los ojos a pesar de no derramar ni una sola lágrima — Lo siento mucho — creo que no tiene idea de cuánto.
    Holly A. Callahan
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    Invitado
    Me gustaría decir que a dónde me lleve el viento, a un castillo en ruinas en Europa como nos permitirnos fantasear una noche con demasiadas copas con Rodo pero... La realidad es que no me queda más remedio que ir al norte. Es probable que Locki esté ahí y la verdad es que no quiero alejarme más de lo necesario del sitio en dónde construí mi vida. Porque aún hay personas que me atan a Neopanem así que no puedo dejarlo todo atrás, al menos no solo pues soy una persona que necesita compañía ¡Adopté un hijo cuando creía que iba a ser soltero por siempre! Creo que no se necesita más prueba que esa - Al 9 - miento lo mejor que puedo, soy un terrible mentiroso.

    Asiento con una sonrisa pues hice mi investigación y ella es la única Holly en la vida de Locki. Soy periodista ¿De acuerdo? Es mi trabajo ser un entrometido y no tiene nada de malo revisar la lista de amigos de tu hijo en Wizzardface hasta dar con la persona correcta. Y vaya que es la persona correcta porque puedo ver como sus manos tiemblan cuando va a tomar al caja. Eso me hace sonreír pues quiere decir que ella aprecia mucho a mi enorme hijo ¿No? ¿Cómo no iba a hacerlo si es una enorme montaña de buenos deseos? Siempre pensando en lo mejor para los demás.

    Aún estoy en silencio y con el fantasma de una sonrisa en mi rostro cuando el tono de su voz me indica que algo anda mal. Aún cuando no alcanza a decir nada siento como pierdo toda la fuerza de mi cuerpo, siento sudor frío en mis manos y mi corazón simplemente sabe que no me va a agradar lo que voy a oír. Sin embargo me despreocupo cuando escucho algo que obviamente es falso ¿Cómo va a estar muerto si Kennedy me dijo que había escapado? Ella no me mentiría con algo así y habría salido en las noticias el motivo ¿No? Si no me han dicho nada es porque no han encontrado el cuerpo, osea que se ha escapado.

    -Debe ser un error, Holly... El no puede estar muerto - intento tranquilizarla pues se la ve bastante afectada por la noticia - El ha huido, no sé a dónde fue pero alguien muy cercana a él me dijo que se fue de viaje - no sé por qué hay lágrimas en mis ojos. Es un error ¿Por qué estoy poniéndome triste? Locki está vivo, no pudo haber muerto... Muchas otras personas merecen morir, pero no él. Y entonces las lágrimas comienzan a deslizarse por mis mejillas - ¿De dónde sacaste tan terrible mentira? - pregunto con la voz quebrada. Tengo que recomponerme, esto no está pasando.
    Anonymous
    Holly A. Callahan
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    Hay una verdad irremediable sobre las tragedias: que por mucho que una intente negarlas, el repetirlas en voz alta las vuelve reales, tanto como para aceptarlas y saber que, algún día, podrás seguir adelante. En casos como este, con una tragedia que se podría haber evitado al tratarse de alguien joven y completamente sano, la aceptación se hace incluso más dolorosa, porque sabes que existían otros caminos. Hay muchas preguntas que brotan de la nada, te hacen pensar en los cómos y los por qués, como si hubiese un modo de regresar el tiempo atrás, aconsejar tomar un camino equivocado y evitar tal desenlace. Pero sé que no funciona así, la vida es mucho más caprichosa, ni hablemos de la muerte.

    Y comprendo, de verdad, que él no pueda aceptar lo que sale de mi boca. Lo único que atino a hacer es quedarme ahí como una boba, meneando la cabeza para indicarle lo mucho que se equivoca sin poder gritarlo, porque siento que si abro la boca tendré ese efecto en él y la realidad lo golpeará con toda la crueldad que es capaz — ¿Quién le dijo eso? — sueno un poco indignada, o al menos creo que lo haría si mi voz no estuviera tan ahogada. Tengo que pasarme el dorso de la mano por mi nariz a pesar de no estar llorando, porque siento que empiezo a congestionarme por la clase de angustias que ninguno puede controlar, mucho menos en esta clase de situaciones — Trabajo en el ministerio, en la sección de justicia y los derechos de las criaturas mágicas. Yo… hay un archivo… — si cierro los ojos con fuerza, como lo hago ahora para no verlo a la cara, puedo visualizarlo — Locki Rockefeller murió cuando se llevaron a Paul Jefferson. Lo han anotado como una traición al estado — porque así son las normas. O son ellos o nosotros, no importa quien lo diga.

    Apoyo la cajita con mucho cuidado en el mueble que encuentro más cercano, me permite tener las manos libres para tomar con mucho cuidado los brazos de este pobre hombre. Los acaricio en un gesto que busca reconfortarlo, como el consuelo más vago que puedo darle — Lamento mucho ser quien le diga estas cosas. Locki era… bueno, siempre fue muy amable conmigo y eso es digno de admirar en las personas. Yo… — con el orgullo que me queda, doy un manotazo para limpiarme los ojos y evitar algo tan patético como ser quien llora, cuando en este sitio no tengo derecho — Lo siento, por todo. ¿Quiere que llame a alguien? — porque no siempre deseamos estar solos y casi siempre hay personas que podrían ser lo más confiable cuando la tragedia llama a la puerta.
    Holly A. Callahan
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    Invitado
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    No puedo responder a su pregunta, así que solo me llevo la mano a la boca y giro mi torso para llevar mis ojos hacia cualquier sitio lejos del rostro de la joven que parece estar casi tan dolida como yo. No puedo hablar de Kennedy porque sería admitir que Locki está en contacto con su padre rebelde, sería admitir que yo estoy de acuerdo con eso y si bien ya estoy bastante jodido con el asunto de mi sangre será mejor mantener mi lista de crímenes lo más baja posible por si algún día me atrapan y tengo que ir a juicio. No solo yo, Locki también, porque está vivo, tiene que estarlo porque sino yo me moriré a aquí mismo para ir con él.

    Lo que dice a continuación tiene sentido y poco a poco mi cabeza va uniendo los cabos hasta que mi labio inferior empieza a temblar y las lágrimas corren sin perdón por mi rostro - Traición al estado por estar junto con Jefferson - murmuro en un tono casi inaudible pues mi voz está quebrada por completo, no hay rastro de la voz profunda y seria que uso para conducir y conocen todos aquellos que ven las noticias por las noches - Tenía que protegerlo... Yo lo protegí cuando él me lo pidió ¿Por qué el no pudo hacer lo mismo? - pregunto con los dientes apretados. ¿Locki de verdad está muerto?

    Me duele el pecho y sentir el contacto de la muchacha en mis brazos ayuda un poco. Necesito ver a Kennedy y preguntarle qué demonios pasó ¿Por qué me mintió? ¿Acaso ella lo sabe siquiera? - Era el mejor - murmuro levantando la cabeza para encontrar el rostro de Holly - Necesito llamar a Rodolph... ¡Por Merlín! ¿Cómo voy a decírselo? - pregunto volviendo a sentir como el pánico me ataca. Puede que no haya sido su idea adoptar a Locki pero es tan padre de él como yo lo soy. Necesito llorar con él, abrazarlo, pero ya no hay tiempo porque vendrán por mí cuando no me presente - Pero debo irme - mierda - Holly... ¿Qué tanto puedo confiar en tí?
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    Holly A. Callahan
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    Parece que ha encontrado lógica en el relato, pero yo no puedo hacer más que quedarme con lo que he oído en bocas ajenas, muy lejos a mi propia realidad. Últimamente siento que conozco a muchas personas, pero que no todas resultan ser lo que parecen ser en un principio. Sí, tal vez yo soy la veela, pero los que tienen una doble cara son los demás. Me asusta, no voy a mentir. Es la primera vez en mi vida que tengo un mínimo de estabilidad y se nota frágil, como la enorme mentira que sé que es. Sé que las respuestas a sus dudas, al menos las que se efectuaron en acciones, se encuentran en el archivo que está oculto en el ministerio. Podría conseguírselo, pero creo que eso acabaría por destruirlo.

    Muy a mi pesar, en un gesto que parece más triste que otra cosa, le sonrío y asiento con la cabeza para darle a entender que sí, era el mejor. Al menos lo fue durante un tiempo, porque he conocido a pocas personas que tuviesen ese encanto — Debemos aferrarnos a eso cuando aquellos a quienes queremos, nos dejan. Sé que surgen cientos de dudas, sé que cuesta… mucho. Pero al final… — ¿Qué? ¿Cómo puede haber un final, cuando las circunstancias de lo que ha pasado no fueron en lo absoluto naturales? No puedo permitir que este hombre perdone lo que ha sucedido, porque ha sido una completa injusticia. Pero entonces… — ¿Quién es Rodolph? — es lo primero que puedo preguntar, demasiado desconcertada como para formar una idea dentro de mi cabeza. Hasta aparto las manos, sin saber dónde colocarlas; solo abro y cierro los dedos en el aire — ¿Por qué tiene que irse? ¿Qué es tan importante?

    Porque debe ser urgente como para querer marcharse así, como alma que la lleva el diablo, cuando acaba de enterarse de la muerte de su hijo, o algo así. Lo que no me espero es lo que me pregunta, dejándome con una alarma sonando en mi cabeza que intento apagar en mi reconocimiento de que, no importa lo que me pida, no puedo decirle que no — Locki confiaba en mí. No me habría dejado algo de no ser así… ¿No? — pregunto, tratando de hablar con lentitud para remarcar mi punto — Puede confiar en mí, señor Rockefeller. Si estoy aquí, es porque me ha llamado y no podía… bueno, no faltaría si alguien me necesita, en especial por un amigo — pero ahí está la enorme incógnita: ¿Qué hago aquí? Estoy segura de que soy yo quien abre la boca para acabar de decir lo que creo que va a hacer que me arrepienta luego: — Haré lo que pueda hacer para ayudar.
    Holly A. Callahan
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    La verdad es que no sé si quiero aferrarme a la mejor versión de Locki para seguir con mi vida de ahora en adelante. Porque esa parte de él me diría que vaya allá donde no pudo ir él, que construya una casa en el medio de la nada y viva tranquilo con su padre sin preocuparme por un mundo destruido que los más jóvenes se van a encargar de cambiar. No, no puedo aferrarme a eso... Prefiero seguir el consejo del chico de 14 años que un día me dijo que quería conocer a su padre biológico, al chico que reunió información para llevar a la red neopanem y que junto a su mejor amigo se sumó a un movimiento rebelde solo pensando en los demás. Así como lo hicimos con Pat en su momento, porque la amistad entre padres e hijos era exactamente la misma, es.

    - Rodolph... ¿Jensen? ¿Es que los chicos no miran tele éstos días? - claro que no, pasan todo el tiempo con los ojos pegados en las plataformas que ofrecen contenido de ficción - Soy hijo de muggles, Holly, no puedo quedarme aquí - explico ya un poco más tranquilo. De repente mi drama actual no parece la gran cosa, es algo que lograré superar, la pérdida de Locki es otro asunto.

    Tiene razón, Locki confiaba en ella y por eso le dejó la caja ¿Qué tal si en realidad fue una pista para mí para saber en quién confiar? Porque él sabía de mi estatus y también que era cuestión de tiempo que el ministerio me llamara para dar una prueba. Me siento estúpido por no haber hecho planes con más antelación pero supongo que así funciono, todo a último momento. Pero eso tiene que cambiar ahora mismo porque empieza una carrera de supervivencia en la que no puedo meter la pata y será mejor organizarme para estar preparado para cualquier cosa, como primer paso hablar con Holly sobre lo que se viene.

    - ¿Quién lo mató? - pregunto con voz seria arrugando la nariz para contener el llanto, ya no hay tiempo para eso - Iré al norte a reunirme con algunas personas que no me conocen pero yo sí los conozco a ellos... Y creo que es un buen lugar para empezar - y ayudar a la causa con mis talentos, talento... tengo un solo talento pero creo que puede ser bastante útil para una organización así - Debo irme ahora mismo, el ministerio me ha citado para dar mi prueba de sangre hoy y no dejaré que me atrapen.
    Anonymous
    Holly A. Callahan
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    Sacudo la cabeza, porque no soy fanática de las noticias, aunque debería ponerme al tanto si ese nombre es importante. Abro mis ojos de par en par, quiero decirle que yo también soy hija de muggles, pero lo único que puedo tomar como punto de partida es el pánico en su voz — No le harán daño si no ha hecho nada en contra del gobierno. Solo podrán bajarle su estatus y… su modo de vida — porque ser un sangre impura te condena como lo más bajo de la sociedad, pero no te envía a prisión. ¿O ha abusado de sus derechos de mago al respecto? ¿Qué clase de familia es esta?

    No sé por qué me sorprende esa pregunta, cuando debería haberla sospechado desde un principio. Me quedo pasmada como una idiota, creo que hasta estoy respirando con mayor lentitud y a fuerza de voluntad. ¿Al norte? ¿Esto es uno de esos juegos rebeldes que tendría que haber sospechado cuando David me dejó bien en claro donde estaban sus lealtades? ¿Por qué siento que repentinamente estoy rodeada de estas personas? — Espere… — levanto una mano para pedir un momento, todavía siento un pitido agudo en mis oídos — Solo quiero saber una cosa: ¿Dónde se supone que va a empezar? ¿Estaba Locki relacionado de alguna manera con los rebeldes? — porque repentinamente, siento que no conocía del todo al muchacho que fue mi amigo, a pesar de que debería haberlo supuesto. ¿Qué persona con buen futuro pasa tiempo entre la gente como yo, allá en la mugre?

    Raspo el interior de mis labios con mis dientes, un poco nerviosa. Al final, abro la caja con mucho cuidado, sorprendiéndome del detalle que se esconde dentro. Recuerdo esta bola de nieve, era uno de los pocos adornos que había entregado en una vieja Navidad. Una pertenencia boba, dada como regalo al no tener nada más que ofrecer. Me sonrío vagamente, es un gesto nostálgico en lo que mis dedos tocan el cristal. No obstante, la sonrisa es efímera — Rebecca Hasselbach — digo simplemente, con voz muerta — Hasselbach y su escuadrón de licántropos. Ellos lo hicieron. Tengo los papeles — porque puede que todos me vean como una mosquita muerta de cara dulce, pero sé dónde meter la nariz.
    Holly A. Callahan
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    Se me escapa una sonrisa nerviosa pues mi estatus de sangre solo serviría para abrir un cajón que tenía cerrado con llave hace mucho. Además... Claro que bajarían mi estátus social, me despedirían de las noticias, tendría que sumergirme en una búsqueda imposible de trabajo o proponerle casamiento a Rodo para ser un mantenido y que de todas formas le complicaran la vida a él por haberse casado con un sangre sucia. No, ya evalué todas las posibilidades y si voy a ser un indigente más vale serlo allá donde pueda cagarle la vida a los que me hicieron ésto y también a Locki - Tu conocías a mi hijo ¿De verdad lo creías capaz de hacer algo que mereciera la condena de muerte? - porque lo pintarán como eso cuando salga a la luz - Hay gente loca de ese lado, Holly, no se puede confiar en ellos.

    -Ehhh...- me muerto la lengua por un segundo. No sé si ser honesto, no debería... ¡Al demonio! ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Que me atrapen y condenen por las lealtades de mi hijo? De todas formas creo Holly no usaría eso en mi contra - Jefferson era el padre biológico de Locki, claro que estaba relacionado con los rebeldes - dejo salir al final omitiendo el detalle de que iba junto con David y cada vez que volvía de allí tenía una sonrisa que dejaba bien en claro dónde tenía a sus amigos - Preferiría no decir más - y con eso espero que no pregunte porque no confío en mi lengua.

    Observo como saca la bola de nieve y sonrío de lado al recordar el sitio en dónde estaba, en la parte más alta del escritorio. Cada vez que tenía un examen o estaba bloqueado con algo, Locki se tiraba hacia atrás en su asiento y miraba los copos volar hasta que las ideas se acomodaban en su cabeza. Jamás comprendí qué tenía el objeto como para inspirarlo, al parecer algo especial porque sirve para que Holly me diga eso que esperaba escuchar. Rebecca Hasselbach, lobos, voy a recordarlo.

    - ¿Crees poder conseguir una copia de esos papeles? Serían de gran ayuda para mí... Solo si no significa un problema, ya te agradezco el solo haberme confiado el nombre de esa perra.
    Anonymous
    Holly A. Callahan
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    No creo que nadie merezca la condena de muerte — sé que es irónico viniendo de alguien que trabaja en el Departamento de Justicia, pero es lo primero que sale de mí con demasiada convicción — Creo que hay gente muy cruel que sigue libre y gente amable que paga de la peor manera, pero estamos en una sociedad que no mide esos valores al juzgarnos desde lo más alto. Nadie debería tener ese poder — porque eso es lo que manejan en el ministerio, la libertad absoluta de hacer con nosotros lo que quieran, sin tener en cuenta quienes somos por nosotros mismos, sino por lo que un par de etiquetas digan. Y muchos dirán que soy una hipócrita por detestar a cierto sector de nuestra civilización… pero que me juzguen cuando me conozcan.

    No sé por qué no me sorprende, solo puedo soltar un “oh” bastante quedo al hacer la conexión necesaria para ubicar a Locki en la escena del crimen — Jefferson está vivo — no lo he leído exactamente, pero soy lo suficientemente lista como para hacer las conexiones. Esa parte del archivo no ha llegado a mis manos y algo me dice que ya no tiene nada que ver con el escuadrón de licántropos, que es hasta donde puedo tocar — No figura como víctima esa noche, aunque no sé qué han hecho con él. Debe estar en prisión — lo cual tampoco es difícil de averiguar, basta con engatusar a algún auror y ya. Los hombres son tan fáciles que a veces siento pena por ellos.

    Sonrío, pero en esta ocasión es una expresión diferente. Está ligada a la seguridad, a la confianza que tengo en mí misma, cargada de algo de ironía porque no es la primera persona que me pide algo así en estos días. Tal vez, este es el punto en el cual todo cobre sentido, porque he estado vagando preguntándome por qué demonios estoy viva. Pues bien, si voy a joder al sector que me ha jodido a mí… —  Puedo conseguirlo, tengo una copia en mi computadora laboral — explico, enderezándome para parecer más alta — ¿Cómo lo contactaré si se está marchando? ¿Hay un número… algún sitio en el norte donde lo pueda encontrar? — porque es obvio que está apurado, pero no pienso dejar todo esto en el aire.
    Holly A. Callahan
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    Invitado
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    - Pero hay gente que lo tiene - escupo entre dientes. Y no debería ser así. Claro que hay personas malas dando vueltas, algunas son los mismos que ponen los castigos... Porque puede que los jueces del Wizengamot no anden por allí haciendo explotar cosas ¡Pero no opusieron resistencia cuando quisieron prender fuego a Wallace y Raven! Que por lo que me contaba Locki esa chica era un dolor de huevos pero creo que estaba lejos de merecer algo así. Y allí estaba yo al día siguiente, comentando con una sonrisa como ese hecho tan atroz significaba una gran victoria para el ministerio de la magia.

    Aprieto los dientes y trago saliva cuando escucho que Jefferson sigue entre nosotros. La verdad es que me alegro porque me gustaría descargar un poco de enojo contra él, reprocharle que no pudo cuidar a Locki, pero sé que al final terminaríamos llorando juntos y también necesito eso - Espero que sea solo eso, que esté en prisión - porque de ser así puede ser rescatado o escaparse en algún momento ¿No? Y si me encuentro con la red intacta en mi viaje al norte, sé que él no habrá abierto la boca respecto a nada de eso - Estás en una muy buena posición como para saber todo ésto ¿No? - pregunto lo obvio con una sonrisa triste. Le agradezco la información y espero que pueda darme más en el futuro.

    Me estiro como ella, un poco orgulloso por lo conseguido y me trago la exclamación de festejo. Sí. Ahora sé que Locki definitivamente me dejó un rastro de pistas de la gente en la qué confiar y voy por buen camino. Porque ahora estoy por sumergirme en un mundo de desconocidos en dónde de no ser por mi hijo, estaría arrancando completamente solo y perdido - No sabes cuánto me alegra escuchar eso - comienzo tanteando en mis bolsillos para buscar una de mis tarjetas. Podría pedirle que mantengamos el contacto mediante Rodolph pero no quiero cargarle esa responsabilidad, me basta con verlo de vez en cuando.

    Escribo rápidamente el número del teléfono irrastreable detrás y se lo tiendo con urgencia, como si de eso dependiera mi vida o temiera que se arrepienta de un segundo al otro - Esa línea es segura, servirá para al menos una llamada hasta que se me ocurra una forma mejor de mantener el contacto o encuentre un sitio estable donde puedas encontrarme.
    Anonymous
    Holly A. Callahan
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    La sonrisa que se me escapa no es muy feliz que digamos, tampoco tengo tanto orgullo — Soy secretaria. Trabajo en el Departamento de Justicia, en la sección de Defensa, Derechos y Control de las Criaturas Mágicas. Algunos casos manejados con el escuadrón de licántropos llegan a mí, entonces… — muevo mis manos para dar por supuesto que él me entiende. Nadie sospecha de la veela flacucha con cara de ángel, todos dan por supuesto que mi amabilidad se mantiene firme dentro y fuera de la oficina. De lo más terrible que me han acusado es de robarle el marido a una abogada, aunque a decir verdad soy inocente en esa. Prejuicios ridículos hacia mi raza, qué decir.

    Me quedo mirando como anota un número de teléfono que me llena de una extraña picazón mis dedos. En silencio, me hago con la tarjeta y le echo una ojeada, se siente como haber hecho un pequeño pacto sin la necesidad de una firma. Sé que debo tener cuidado a partir de ahora, que las malas juntas son casi tan terribles como los actos delictivos en sí. Pero aún así, mi cabeza asiente con convicción y deslizo el papel en el bolsillo delantero de mi pantalón, dispuesta a esconder ese número en cuanto llegue a mi casa. Tal vez debería decirle a David lo que acaba de pasar, al fin de cuentas él conocía mejor a esta familia y puedo apostar a que tendrá algo que opinar ante todo esto, cuando es quién me puso en este juego en primer lugar.

    — Lo llamaré lo más rápido que pueda — prometo. Cierro con mucho cuidado la caja para resguardar la bola de nieve, muevo mi brazo para dejar caer hacia un lado mi mochila y así tener la oportunidad de guardarla dentro, segura del mundo exterior — Las cosas saldrán bien, señor Rockefeller, se lo prometo. Espero que en el norte encuentre lo que está buscando — porque quizá así, sea un paso hacia un mundo más calmo, para todos nosotros.
    Holly A. Callahan
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