VERANO de 247521 de Junio — 20 de Septiembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Abril
Al no poder controlar mi cabello que se terminó poniendo del todo blanco tras un eterno y tortuoso cambio gradual, no me quedó más remedio que ir al estilista como lo hacen aquellos que no poseen el don de cambiar su apariencia a gusto. Debo admitir que fue una relajante experiencia, sumado a que la hija del estilista creyó que era buena idea pintarme las uñas mientras estaba muy dormido mientras su padre me lavaba el cabello. Habría gritado y podría haberla lanzado contra el vidrio de no haber conseguido tan buen resultado. No me pintaba las uñas desde que tenía como quince años y sumado a volver a tener el reluciente bordó decorando mi cabello... Digamos que me hace sentir joven y me encanta.
Así que así voy caminando, con el pecho inflado y una confianza recuperada, sonriendo a quien me mira y corriéndome el flequillo de la frente más de lo normal para poder lucir el profundo negro que tengo en mis manos. Sí, al fin las cosas vuelven a la normalidad, nada de una dependencia extraña e impropia de mí, nada de estar necesitando abracitos y dibujitos ¡No, señor! El Viktor de siempre, listo para poner el mundo de cabeza hasta que comience el toque de queda. Porque tampoco soy suicida.
La calle por la que transito está demasiado vacía para mi gusto, pero de todas formas me pavoneo para las palomas que se creen dueñas de la acera. Solo me paro dos segundos para ver una serie de libros nuevos que hay en la librería, repaso los títulos y hago anotaciones mentales pues necesito algo con lo que entretenerme pues la televisión se ha vuelto aburrida y las noches ya no son para salir. Pero creo que fueron más de unos segundos porque cuando vuelvo a mi camino me encuentro con una joven que no estaba ahí antes y termino chocándola y haciendo que lance al suelo lo que sea que llevaba en sus brazos, no presto demasiada atención porque estoy muy ocupado sosteniéndola para que, primero no se caiga ella y segundo no caerme yo también por el choque.
- ¡Lo siento! - me disculpo pero mi voz se apaga a la mitad de la frase pues noto una expresión extraña en su rostro.
Al no poder controlar mi cabello que se terminó poniendo del todo blanco tras un eterno y tortuoso cambio gradual, no me quedó más remedio que ir al estilista como lo hacen aquellos que no poseen el don de cambiar su apariencia a gusto. Debo admitir que fue una relajante experiencia, sumado a que la hija del estilista creyó que era buena idea pintarme las uñas mientras estaba muy dormido mientras su padre me lavaba el cabello. Habría gritado y podría haberla lanzado contra el vidrio de no haber conseguido tan buen resultado. No me pintaba las uñas desde que tenía como quince años y sumado a volver a tener el reluciente bordó decorando mi cabello... Digamos que me hace sentir joven y me encanta.
Así que así voy caminando, con el pecho inflado y una confianza recuperada, sonriendo a quien me mira y corriéndome el flequillo de la frente más de lo normal para poder lucir el profundo negro que tengo en mis manos. Sí, al fin las cosas vuelven a la normalidad, nada de una dependencia extraña e impropia de mí, nada de estar necesitando abracitos y dibujitos ¡No, señor! El Viktor de siempre, listo para poner el mundo de cabeza hasta que comience el toque de queda. Porque tampoco soy suicida.
La calle por la que transito está demasiado vacía para mi gusto, pero de todas formas me pavoneo para las palomas que se creen dueñas de la acera. Solo me paro dos segundos para ver una serie de libros nuevos que hay en la librería, repaso los títulos y hago anotaciones mentales pues necesito algo con lo que entretenerme pues la televisión se ha vuelto aburrida y las noches ya no son para salir. Pero creo que fueron más de unos segundos porque cuando vuelvo a mi camino me encuentro con una joven que no estaba ahí antes y termino chocándola y haciendo que lance al suelo lo que sea que llevaba en sus brazos, no presto demasiada atención porque estoy muy ocupado sosteniéndola para que, primero no se caiga ella y segundo no caerme yo también por el choque.
- ¡Lo siento! - me disculpo pero mi voz se apaga a la mitad de la frase pues noto una expresión extraña en su rostro.
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Repetiré una y todas las veces que se quiera lo poco que me gusta la capital. Ni siquiera cuando viví aquí por unos pocos meses conseguí que este lugar se arraigara en mi interior, a pesar de ser el lugar donde encontré una nueva vida lejos de las calamidades del norte. Nunca se sintió como un hogar para mí lejos de habérmelo dado, aunque sí que le tengo que agradecer el haber hecho de mi situación una completamente distinta. Son pocas las ocasiones en las que retorno a la isla, Hans ni siquiera vive aquí pese a tener un apartamento que le sigue perteneciendo, pero por lo general nos solemos reunir en mi casa o si acaso en la de Lara. Ahora que somos vecinas acostumbro a pasar más tiempo con ella, en especial porque necesita ayuda para muchas de las tareas en las que se requiera, al menos, el poder agacharse o verse los pies. Sé que su madre se encarga de esas cosas, pero nunca está de mal el poder ser la compañía que va a terminar las reservas de café.
Hoy se trata de una excepción, una que no habría tomado si no fuera porque la última vez que vi a mi hermano habló de las muchas cosas que aun hay guardadas en su antiguo piso en el centro del capitolio. Descubro que hay bastantes más cajas de las que mencionó, dentro de las cuales hay un montón de objetos y álbumes repletos de fotografías descoloradas, que estoy segura de que Hans no se tomó el tiempo de organizar por los dolorosos recuerdos que guardan detrás. Yo, por otra parte, me lo tomo con otro significado, así que no tardo mucho en desmantelar el contenido de las cajas para comprobar que muchas de las cosas que encuentro no solo me producen una extraña sensación en el pecho, sino que también considero que tienen alguna utilidad. Como, por ejemplo, un juego de bolas que sirve de decoración al tiempo que el choque entre ellas reproduce el sonido del tiempo pasar. Digamos que no es realmente útil, pero recuerdo el jugar con ello en casa de la abuela Prudence cuando era niña y no he podido evitar la tentación.
Es por eso que salgo del portal con una caja llena de cosas inservibles — sí, he pasado a definirlas como lo que son y no a darme falsas ilusiones de que me servirán para algo en la vida — sobre los brazos. No es muy buena la visibilidad que tengo, camino por la calzada casi a ciegas y es por la razón por la que de pronto todo el peso de las cosas que llevo encima caen contra mí y hacia abajo. No atino a mantener el equilibrio por el choque, pero por suerte la otra persona es más rápida que yo y si no fuera porque me sujeta, creo que habría caído al suelo de la misma manera en que la caja tiene por golpear el asfalto. — Discul… — bueno, no sé si fue mi culpa o la de él, creo que la mía por no andar mirando, pero tampoco me da tiempo a murmurar una disculpa que la misma sale por sus labios a toda velocidad. Me quedo confundida un segundo, un escalofrío me recorre el cuerpo y no precisamente por el tiempo, porque me ha parecido reconocer a este hombre en algún lado y a la vez estoy segura de que solo le conozco porque creo que trabaja para mi hermano. — Perdona… ¿cuánto hace que no ves a tu madre? — ni siquiera me agacho para recoger mis cosas, demasiado concentrada en asimilar sus rasgos en lo que también me disculpo por la intromisión, porque tengo la certeza de que no está todo bien con ella. O que no va a estarlo.
Hoy se trata de una excepción, una que no habría tomado si no fuera porque la última vez que vi a mi hermano habló de las muchas cosas que aun hay guardadas en su antiguo piso en el centro del capitolio. Descubro que hay bastantes más cajas de las que mencionó, dentro de las cuales hay un montón de objetos y álbumes repletos de fotografías descoloradas, que estoy segura de que Hans no se tomó el tiempo de organizar por los dolorosos recuerdos que guardan detrás. Yo, por otra parte, me lo tomo con otro significado, así que no tardo mucho en desmantelar el contenido de las cajas para comprobar que muchas de las cosas que encuentro no solo me producen una extraña sensación en el pecho, sino que también considero que tienen alguna utilidad. Como, por ejemplo, un juego de bolas que sirve de decoración al tiempo que el choque entre ellas reproduce el sonido del tiempo pasar. Digamos que no es realmente útil, pero recuerdo el jugar con ello en casa de la abuela Prudence cuando era niña y no he podido evitar la tentación.
Es por eso que salgo del portal con una caja llena de cosas inservibles — sí, he pasado a definirlas como lo que son y no a darme falsas ilusiones de que me servirán para algo en la vida — sobre los brazos. No es muy buena la visibilidad que tengo, camino por la calzada casi a ciegas y es por la razón por la que de pronto todo el peso de las cosas que llevo encima caen contra mí y hacia abajo. No atino a mantener el equilibrio por el choque, pero por suerte la otra persona es más rápida que yo y si no fuera porque me sujeta, creo que habría caído al suelo de la misma manera en que la caja tiene por golpear el asfalto. — Discul… — bueno, no sé si fue mi culpa o la de él, creo que la mía por no andar mirando, pero tampoco me da tiempo a murmurar una disculpa que la misma sale por sus labios a toda velocidad. Me quedo confundida un segundo, un escalofrío me recorre el cuerpo y no precisamente por el tiempo, porque me ha parecido reconocer a este hombre en algún lado y a la vez estoy segura de que solo le conozco porque creo que trabaja para mi hermano. — Perdona… ¿cuánto hace que no ves a tu madre? — ni siquiera me agacho para recoger mis cosas, demasiado concentrada en asimilar sus rasgos en lo que también me disculpo por la intromisión, porque tengo la certeza de que no está todo bien con ella. O que no va a estarlo.
Su pregunta me descoloca por completo, y si hace unos segundos había eliminado por completo el síndrome de osito cariñosito ahora ha vuelto a invadirme hasta los huesos ¿Cómo que hace cuánto que no veo a mi madre? ¿Acaso le ha ocurrido algo? ¿Cómo es que sabe que tengo una madre? ¿Es legeremante cómo yo y me pregunta ésto para sacar algún tipo de información? ¿Por qué estoy haciéndome todas éstas preguntas en mi cabeza siendo que podría estar gritándolas a su cara ahora mismo?
La realidad es que no la veo desde que Rowie fue asesinado. Pasaron años de eso, soy un hombre completamente distinto y estoy seguro de que si paso por la casa no me reconocerá. Tengo mil cosas para contarle y seguramente ella tendrá otras mil que contarme... Todo esto suponiendo que esté bien porque, si vamos al caso, bien podría haber muerto hace décadas y yo no haberme enterado. Puesto así suena terrible, me duele el estómago de solo pensarlo.
- Hace años... Disculpa ¿Tú quien eres? - pregunto con el ceño fruncido pero no tengo que hacer mucha memoria porque la reconozco el funeral de Jamie Niniadis - Oh, sí, la hija de Hermann - me respondo a mi mismo aunque sin demasiada potencia en mi voz pues los pensamientos siguen cacheteándome sin piedad ¿Qué hay de papá? ¿Estará bien él? Porque la última vez que hablamos ya tenía problemas en su corazón y no es que sean dos personas jóvenes... De por sí ya me tuvieron siento bastante adultos y ni hablar de Rowie.
Respiro profundo para tranquilizarme pues también cabe la posibilidad de que no sea nada y yo nomas esté enloqueciendo en vano - ¿Por qué preguntas sobre mi madre? - dejo salir al fin mientras me agacho para tomar las cosas que se le han caído y tendérselas, son bastantes y pierdo el equilibrio por un momento.
La realidad es que no la veo desde que Rowie fue asesinado. Pasaron años de eso, soy un hombre completamente distinto y estoy seguro de que si paso por la casa no me reconocerá. Tengo mil cosas para contarle y seguramente ella tendrá otras mil que contarme... Todo esto suponiendo que esté bien porque, si vamos al caso, bien podría haber muerto hace décadas y yo no haberme enterado. Puesto así suena terrible, me duele el estómago de solo pensarlo.
- Hace años... Disculpa ¿Tú quien eres? - pregunto con el ceño fruncido pero no tengo que hacer mucha memoria porque la reconozco el funeral de Jamie Niniadis - Oh, sí, la hija de Hermann - me respondo a mi mismo aunque sin demasiada potencia en mi voz pues los pensamientos siguen cacheteándome sin piedad ¿Qué hay de papá? ¿Estará bien él? Porque la última vez que hablamos ya tenía problemas en su corazón y no es que sean dos personas jóvenes... De por sí ya me tuvieron siento bastante adultos y ni hablar de Rowie.
Respiro profundo para tranquilizarme pues también cabe la posibilidad de que no sea nada y yo nomas esté enloqueciendo en vano - ¿Por qué preguntas sobre mi madre? - dejo salir al fin mientras me agacho para tomar las cosas que se le han caído y tendérselas, son bastantes y pierdo el equilibrio por un momento.
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Sí, eso me parecía, tenía la confianza de que su respuesta sería esa, si no digo algo al respecto es porque él se encarga de enlazar su pregunta contestándose a sí mismo. — Phoebe. — le corrijo, a pesar de que soy consciente de que a sus ojos nada va a cambiar por mucho que tenga un nombre por el cual identificarme, la papeleta que me declara como hija del terrorista muggle pesa mucho más que mi propia persona y eso, profundamente, me irrita. La gente no olvidará tan fácilmente lo que ocurrió en el funeral de la ministra, lo tengo comprobado al haber transcurrido unos meses de ello y todavía se siguen viendo noticias y artículos sobre aquella tarde. Una vez más, como si fuera cosa del pasado burlándose, mi padre es el que dirige mi vida.
— ¿Por qué no te preguntas tú por ella? Si tanto hace que no la ves… ¿cómo sabes que está bien? Podría haberle ocurrido algo. — que no quiero decir directamente que sospecho que le va a pasar algo por lo que él se arrepentirá después. El pensamiento que se me viene después es el de preguntarme cómo es que una persona que tiene la oportunidad de visitar a su madre, no lo hace por tanto tiempo. Algunos no valoran lo que tienen y cuando lo hagan será demasiado tarde, porque uno no se da cuenta de ello hasta que lo que se pierde pronto empiezas a necesitarlo en tu vida. — Llámala, hazle una visita o… lo que sea, antes de que no puedas hacerlo. — sueno un poco como una anciana que pretende darle un consejo a un joven que no tiene idea de la vida, ¡pero que le estoy advirtiendo! Podría dejar de mirarme como si estuviera hablando parsel. — ¿Cómo es que conoces a Rebecca? — pregunto en lo que me agacho para tomar las cosas que se me han caído y él me tiende y regresarlas a la caja, con el ceño fruncido. Esa mujer se presenta más en mi cabeza que otras cosas últimamente, lo que me perturba es lo que puede estar relacionándola con la familia de este tipo.
— ¿Por qué no te preguntas tú por ella? Si tanto hace que no la ves… ¿cómo sabes que está bien? Podría haberle ocurrido algo. — que no quiero decir directamente que sospecho que le va a pasar algo por lo que él se arrepentirá después. El pensamiento que se me viene después es el de preguntarme cómo es que una persona que tiene la oportunidad de visitar a su madre, no lo hace por tanto tiempo. Algunos no valoran lo que tienen y cuando lo hagan será demasiado tarde, porque uno no se da cuenta de ello hasta que lo que se pierde pronto empiezas a necesitarlo en tu vida. — Llámala, hazle una visita o… lo que sea, antes de que no puedas hacerlo. — sueno un poco como una anciana que pretende darle un consejo a un joven que no tiene idea de la vida, ¡pero que le estoy advirtiendo! Podría dejar de mirarme como si estuviera hablando parsel. — ¿Cómo es que conoces a Rebecca? — pregunto en lo que me agacho para tomar las cosas que se me han caído y él me tiende y regresarlas a la caja, con el ceño fruncido. Esa mujer se presenta más en mi cabeza que otras cosas últimamente, lo que me perturba es lo que puede estar relacionándola con la familia de este tipo.
La verdad es que da igual que se llame Phoebe, Rachel o Monica, para mí siempre será la hija de Hermann y buena suerte abriéndose paso en el mundo lejos de ese nombre. Vivimos en un mundo en el que la sangre lo es todo, curioso siendo que mi preocupación va por la falta de contacto con mis padres, pero la verdad es que debo agradecerles por haberse mantenido puros y así haberme dado la oportunidad de trabajar para un gobierno como el de Magnar sin mayores problemas. Ahora me doy cuenta de que mi familia era una olla de oro y arcoíris comparada con los demás.
- Oh, estoy preguntándome ahora, puedo asegurártelo - respondo dejando salir mi preocupación. De hecho hasta despeino mi cabello olvidando que acabo de salir del estilista y eso probablemente arruinará todo su trabajo - Si puedo llamarla eso quiere decir que está bien, eso es bueno, eso es bueno - comento luego pero las preguntas sobre el por qué de sus palabras no dejan de llegar. Tengo que contener mucho las ganas de leerla y quitarme todas las dudas pero quién sabe qué podría encontrar ahí adentro.
Pero lo siguiente solo hace que me deje caer dramáticamente contra la librería y solo el vidrio que me separa de los libros impide que me caiga al suelo ¡¿POR QUÉ MENCIONA A REBECCA AHORA?! Sí, tuvimos una épica batalla en público que quedará en la memoria de millones pero no creo que sea algo que uno saca simplemente así como así en una conversación. Así que me quieto la duda y no respondo en voz alta, solo la observo con los ojos entrecerrados y empiezo a pensar "También soy legeremante, ya deja el juego". Pero nada pasa.
- ¿Rebecca tiene algo que ver con mi madre? Porque tenemos una relación de amor-odio en la que aún estoy trabajando - expreso en voz alta - ¿Cómo...? ¿Por qué preguntas todo ésto? Parece más que conversación ligera con un extraño en la calle.
- Oh, estoy preguntándome ahora, puedo asegurártelo - respondo dejando salir mi preocupación. De hecho hasta despeino mi cabello olvidando que acabo de salir del estilista y eso probablemente arruinará todo su trabajo - Si puedo llamarla eso quiere decir que está bien, eso es bueno, eso es bueno - comento luego pero las preguntas sobre el por qué de sus palabras no dejan de llegar. Tengo que contener mucho las ganas de leerla y quitarme todas las dudas pero quién sabe qué podría encontrar ahí adentro.
Pero lo siguiente solo hace que me deje caer dramáticamente contra la librería y solo el vidrio que me separa de los libros impide que me caiga al suelo ¡¿POR QUÉ MENCIONA A REBECCA AHORA?! Sí, tuvimos una épica batalla en público que quedará en la memoria de millones pero no creo que sea algo que uno saca simplemente así como así en una conversación. Así que me quieto la duda y no respondo en voz alta, solo la observo con los ojos entrecerrados y empiezo a pensar "También soy legeremante, ya deja el juego". Pero nada pasa.
- ¿Rebecca tiene algo que ver con mi madre? Porque tenemos una relación de amor-odio en la que aún estoy trabajando - expreso en voz alta - ¿Cómo...? ¿Por qué preguntas todo ésto? Parece más que conversación ligera con un extraño en la calle.
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— Bien, puede que ahora, sea un poco tarde. — ni siquiera me molesto en cambiar la expresión de mi rostro para cuando se deja caer contra el cristal de la librería, puede que hasta mis cejas se frunzan ligeramente más que antes, pero no me sorprende la reacción que tiene a ese nombre, porque es la misma que tendría yo en su lugar. Bueno, quizás no me hubiera dejado estampar contra un vidrio, pero qué sé yo, este hombre parece un cuadro en sí mismo. Soy consciente de que no hace apenas unas semanas esa misma mujer se presentó en mi casa como si nada, lo que me lleva a pensar que acostumbra a hacer lo mismo con casas ajenas, por eso siento que es mi deber informarle de la que le está por caer.
— No te conviene tener cuentas pendientes con ella, resuélvelas antes de que le haga daño a tu familia, porque créeme, lo hará, siempre encuentra el modo de cerrar sus asuntos, de una manera u de otra. — que no sé de forma específica que es lo que se traen entre manos ellos dos, yo solo pongo en palabras lo que mi cuerpo siente en ese momento, que pretende advertirle de lo que podría ocurrir, de lo que va a ocurrir, como no tome acción con ella. — No te estoy preguntando por cortesía, conozco a esa mujer más de lo que usted piensa, razón por la que creo que deberías tener en cuenta lo que digo. Hará daño a tu familia. — aseguro, con voz firme. Por eso y porque tengo algo que me lo confirma, el hecho de que pueda ver en el futuro, ¿pero tengo que ser tan explícita? Antes solía gustarme aprovecharme de eso, pero como bien le dije a Rebecca en su día, esos tiempos han quedado atrás. Ahora, no me interesa llevarme más atenciones de las que ya me ha dado mi padre, así que si puedo evitar dar ese detalle, que no parece que vaya a ser posible si sigue haciendo preguntas, mejor.
— No te conviene tener cuentas pendientes con ella, resuélvelas antes de que le haga daño a tu familia, porque créeme, lo hará, siempre encuentra el modo de cerrar sus asuntos, de una manera u de otra. — que no sé de forma específica que es lo que se traen entre manos ellos dos, yo solo pongo en palabras lo que mi cuerpo siente en ese momento, que pretende advertirle de lo que podría ocurrir, de lo que va a ocurrir, como no tome acción con ella. — No te estoy preguntando por cortesía, conozco a esa mujer más de lo que usted piensa, razón por la que creo que deberías tener en cuenta lo que digo. Hará daño a tu familia. — aseguro, con voz firme. Por eso y porque tengo algo que me lo confirma, el hecho de que pueda ver en el futuro, ¿pero tengo que ser tan explícita? Antes solía gustarme aprovecharme de eso, pero como bien le dije a Rebecca en su día, esos tiempos han quedado atrás. Ahora, no me interesa llevarme más atenciones de las que ya me ha dado mi padre, así que si puedo evitar dar ese detalle, que no parece que vaya a ser posible si sigue haciendo preguntas, mejor.
No sé si nació con el aura tétrica o fue algo en lo que trabajó a lo largo de los años... Pero esta mujer bien podría competir con un dementor y causar el mismo efecto en la gente ¿Qué demonios le pasa? Uno no puede andar por la calle tirando frases de mala fortuna como si fuera lo más común del mundo. Pero allí está ella, hablando con total naturalidad lo que me lleva a creer que es la realidad en la que está sumergida siempre, quizás para mí es una revelación que me tira de culo al suelo, pero para ella no es más que un comentario entre muchos iguales ¿Vidente quizás? Es probable.
No creo que mi relación con Rebecca esté tan mal como para que quiera ir por mi familia, lo que me lleva a pensar qué ocurrirá en el futuro para que lleguemos a ese punto. No me gusta generar problemas, sé cual es mi lugar y si bien muchos me consideran una molestia en el trasero, nadie llega al odio - Es extraño decir esas cosas a alguien que no tiene enemigos... Solo fans confundidos - excepto aquellos que han sufrido a causa de mis veredictos pero me consta que Becca no tiene nada que ver con ninguno de ellos.
- ¿Desde hace cuánto que la conoces? - pregunto en un susurro, aún procesando la cantidad de escenarios que me podrían dejar en una posición desventajosa. Quizás la bomba estalle por Kida, no soy estúpido como para no darme cuenta de que la niña ha ido creciendo en mí y quizás... Bueno, podría hacer algo estúpido solo para protegerla - Lo siento pero necesito que charlemos ésto, me interesa por mi seguridad. No puedes decir que no así que te invito un café, vamos.
No creo que mi relación con Rebecca esté tan mal como para que quiera ir por mi familia, lo que me lleva a pensar qué ocurrirá en el futuro para que lleguemos a ese punto. No me gusta generar problemas, sé cual es mi lugar y si bien muchos me consideran una molestia en el trasero, nadie llega al odio - Es extraño decir esas cosas a alguien que no tiene enemigos... Solo fans confundidos - excepto aquellos que han sufrido a causa de mis veredictos pero me consta que Becca no tiene nada que ver con ninguno de ellos.
- ¿Desde hace cuánto que la conoces? - pregunto en un susurro, aún procesando la cantidad de escenarios que me podrían dejar en una posición desventajosa. Quizás la bomba estalle por Kida, no soy estúpido como para no darme cuenta de que la niña ha ido creciendo en mí y quizás... Bueno, podría hacer algo estúpido solo para protegerla - Lo siento pero necesito que charlemos ésto, me interesa por mi seguridad. No puedes decir que no así que te invito un café, vamos.
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— Nadie se salva de tener enemigos. — digo, con cautela, pero convencida de que estoy en lo cierto. Ni la persona más inocente puede jactarse de no tenerlos, incluso en ocasiones nosotros mismos podemos ser nuestro único enemigo. Yo sé a ciencia cierta que lo he sido en incontables ocasiones, que incluso ahora, que tengo todo lo que una vez solo podría haber soñado, soy consciente de que mi mente podría arrebatarme todo eso si me dejara guiar por las voces dentro de mi cabeza. Nunca he sido una persona demasiado estable, lo diré, aunque tampoco es secreto entre las personas que me conocen. No obstante, en esta ocasión no se trata de mí, mis ojos se pasean sobre la figura del hombre como si necesitaran de eso para recordarlo.
Me aferro a mi caja ahora que vuelvo a tenerla entre mis manos, esperando que nada de lo frágil se haya hecho añicos en la caída, pero apenas despego la vista de Viktor Carstairs. — Demasiado para lo que sería sano, y aun así demasiado poco como para conocerla del todo. — prefiero no dar datos directos de por qué la conozco, no es como si me fuera a beneficiar, especialmente tratándose de alguien que trabaja en el ámbito de la justicia. — Pero sé de lo que es capaz cuando no se hacen las cosas como le conviene. — no habré sido yo víctima de esos ataques de cólera en su día, cuando el simple hecho de respirar su mismo aire me producía respeto, que lo sigue haciendo a día de hoy, aunque me guste pensar que no vivo bajo su influencia.
No acostumbro a tomar café con desconocidos, pero no es tanto un extraño cuando se trata de personas con las que mi cabeza se decide por jugar, ¿no es cierto? — Está bien, pero las tazas de café no son mi especialidad. — es un intento de broma para relajar la tensión, aunque sonreír me resulta un poco excesivo dadas las circunstancias, pero como sea, prefiero las de té, son más fáciles de leer. Empiezo a caminar, no sé en qué dirección exactamente, asumo que conoce mejor las cafeterías del capitolio de lo que yo nunca pude hacer a pesar de haber vivido durante unos meses en este lugar.
Me aferro a mi caja ahora que vuelvo a tenerla entre mis manos, esperando que nada de lo frágil se haya hecho añicos en la caída, pero apenas despego la vista de Viktor Carstairs. — Demasiado para lo que sería sano, y aun así demasiado poco como para conocerla del todo. — prefiero no dar datos directos de por qué la conozco, no es como si me fuera a beneficiar, especialmente tratándose de alguien que trabaja en el ámbito de la justicia. — Pero sé de lo que es capaz cuando no se hacen las cosas como le conviene. — no habré sido yo víctima de esos ataques de cólera en su día, cuando el simple hecho de respirar su mismo aire me producía respeto, que lo sigue haciendo a día de hoy, aunque me guste pensar que no vivo bajo su influencia.
No acostumbro a tomar café con desconocidos, pero no es tanto un extraño cuando se trata de personas con las que mi cabeza se decide por jugar, ¿no es cierto? — Está bien, pero las tazas de café no son mi especialidad. — es un intento de broma para relajar la tensión, aunque sonreír me resulta un poco excesivo dadas las circunstancias, pero como sea, prefiero las de té, son más fáciles de leer. Empiezo a caminar, no sé en qué dirección exactamente, asumo que conoce mejor las cafeterías del capitolio de lo que yo nunca pude hacer a pesar de haber vivido durante unos meses en este lugar.
Alzo las manos y luego la señalo con un ademán porque lo ha vuelto a hacer. En menos de un minuto ha lanzado tres o cuatro comentarios tétricos capaces de erizarle los pelos a cualquiera y ¡No estamos en una película de terror como para que lo haga! Necesito darle clases de cómo comunicarle a las personas el terrible destino que les espera... Como juez tengo experiencia en eso y más aún cuando trabajaba como un simple abogado. Aún recuerdo el rostro de mis clientes cuya mejor opción era aceptar un trato y pasar unos años en la cárcel... Casi que ni se les notaba que eran de verdad culpables por la tristeza que invadía sus rostros.
Creo que estamos en el mismo punto con Becca entonces, porque hemos compartido un momento muy íntimo y personal en el que casi nos arrancamos los ojos mutuamente, me ha abierto su corazón para justificarse, más o menos, y luego de eso no nos vimos con tanta regularidad como me hubiese gustado. Al final se está saliendo con la suya no dejándome invitarle una cena - Intentó ahorcarme, repetidas veces - reflexiono en voz alta con una mueca y me cruzo de brazos para sentirme protegido de alguna forma, pues el recuerdo a veces me causa pesadillas todavía - Aunque después le corté la cara, así que estamos a mano - bella casi amistad la que tenemos.
- Ya me dí cuenta, se vé que prefieres las de té - sigo con una broma con una sonrisa. La verdad es que no sé qué se usa para leer el futuro, sé que en algún momento tuve una clase sobre cómo tomar los testimonios de los videntes y la validez de una profecía como prueba pero no he tenido ni un solo caso en mi vida con algo relacionado así que el conocimiento simplemente se esfumó - Anda, vamos por aquí... Venden una torta magnífica y si la poción en menos de un minuto, te regalan una segunda - explico tomando algo de lo que tiene en los brazos para ayudarla y de paso tomarla del brazo para marcar el camino.
Creo que estamos en el mismo punto con Becca entonces, porque hemos compartido un momento muy íntimo y personal en el que casi nos arrancamos los ojos mutuamente, me ha abierto su corazón para justificarse, más o menos, y luego de eso no nos vimos con tanta regularidad como me hubiese gustado. Al final se está saliendo con la suya no dejándome invitarle una cena - Intentó ahorcarme, repetidas veces - reflexiono en voz alta con una mueca y me cruzo de brazos para sentirme protegido de alguna forma, pues el recuerdo a veces me causa pesadillas todavía - Aunque después le corté la cara, así que estamos a mano - bella casi amistad la que tenemos.
- Ya me dí cuenta, se vé que prefieres las de té - sigo con una broma con una sonrisa. La verdad es que no sé qué se usa para leer el futuro, sé que en algún momento tuve una clase sobre cómo tomar los testimonios de los videntes y la validez de una profecía como prueba pero no he tenido ni un solo caso en mi vida con algo relacionado así que el conocimiento simplemente se esfumó - Anda, vamos por aquí... Venden una torta magnífica y si la poción en menos de un minuto, te regalan una segunda - explico tomando algo de lo que tiene en los brazos para ayudarla y de paso tomarla del brazo para marcar el camino.
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¿Por qué eso suena tanto como Rebecca? Un escalofrío me recorre la columna a pesar de que hoy no hace especialmente frío, fruto de la anécdota que cuenta y que me lleva a pensar lo bien que hice en alejarme de ella. Luego recuerdo que ella sigue creyendo que estoy de alguna forma en deuda con ella y me entra algo de temor de pensar en que podría aparecerse en mi casa por la noche para asfixiarme con una almohada. Definitivamente sería capaz de hacer algo así, en especial conociendo del rencor que me tiene y que poco se ha mostrado en ocultar en su inesperada visita al cuatro.
— No quiero asustarle, pero hay algo que… bueno, digamos que hay una mínima posibilidad de que vuestra pequeña disputa no haya terminado. — y me aseguro de remarcar la palabra pequeña de modo que se entienda que me refiero a justo todo lo contrario. Porque la verdad que no tiene nada de pequeño el hecho de que casi se maten mutuamente. Cuando conviví, por decirlo de alguna manera, con ella, siempre me mantuve en el buen lado de su perfil, más que nada porque era lo que me interesaba a la hora de buscarme la vida en el norte, pero es ahora que me encuentro preguntándome sobre lo que habría sido capaz de hacer si alguna vez me hubiera salido de raya, lo que podría hacer ahora.
Es ese mismo nerviosismo hacia su mención lo que me lleva a caminar hacia delante, ni siquiera me molesta la confianza con que ataja mi brazo y parte de mis cosas, esas que siento tan mías a pesar de no haberlas tocado por años, que en el momento se me ocurre arrebatárselas. Solo lo dejo estar porque no me causa tan malas vibraciones, más allá de adivinar que, como juez, ha tenido que ejercer su poder de maneras que yo no aprobaría de conocerlas en detalle. Tan solo es algo que se me cruza por la mente al observarle de perfil. — ¿Se considera usted una mala persona, señor Carstairs? — no sé de donde me sale preguntar eso, considerando además que me va a invitar a café, quizás solo estoy tanteando por las imágenes que han aparecido en mi cabeza hace ya varios minutos.
— No quiero asustarle, pero hay algo que… bueno, digamos que hay una mínima posibilidad de que vuestra pequeña disputa no haya terminado. — y me aseguro de remarcar la palabra pequeña de modo que se entienda que me refiero a justo todo lo contrario. Porque la verdad que no tiene nada de pequeño el hecho de que casi se maten mutuamente. Cuando conviví, por decirlo de alguna manera, con ella, siempre me mantuve en el buen lado de su perfil, más que nada porque era lo que me interesaba a la hora de buscarme la vida en el norte, pero es ahora que me encuentro preguntándome sobre lo que habría sido capaz de hacer si alguna vez me hubiera salido de raya, lo que podría hacer ahora.
Es ese mismo nerviosismo hacia su mención lo que me lleva a caminar hacia delante, ni siquiera me molesta la confianza con que ataja mi brazo y parte de mis cosas, esas que siento tan mías a pesar de no haberlas tocado por años, que en el momento se me ocurre arrebatárselas. Solo lo dejo estar porque no me causa tan malas vibraciones, más allá de adivinar que, como juez, ha tenido que ejercer su poder de maneras que yo no aprobaría de conocerlas en detalle. Tan solo es algo que se me cruza por la mente al observarle de perfil. — ¿Se considera usted una mala persona, señor Carstairs? — no sé de donde me sale preguntar eso, considerando además que me va a invitar a café, quizás solo estoy tanteando por las imágenes que han aparecido en mi cabeza hace ya varios minutos.
Generalmente me considero un cobarde. No está mal en serlo, si todos fuésemos valientes la humanidad se habría extinguido hace miles y miles de años. Por eso es extraño que cuando me dice que nuestra disputa no ha terminado me entren unas ganas tremendas de ir a ver a la mujer en cuestión. En realidad no sé que le diría, simplemente necesito pararme frente ella con las manos en las caderas y gritarle "¡¿Qué demonios?!" sin ninguna mayor explicación. Pero no haré eso ahora, primero debo visitar a mis padres y asegurarme de que están efectivamente bien... También advertirles, aunque es algo que tendré que practicar mirándome al espejo. O quizás pueda tomar una apariencia ajena y presentarme en su puerta como un hombre misterioso... Podría ser una opción para comenzar a visitarlos regularmente evitando la charla incómoda.
Su pregunta me toma por sorpresa. Es mi trabajo juzgar a las personas pero desde hace ya mucho tiempo que solo vivo dejándome llevar sin pensar en lo que dirán los demás o si es correcto o no hacer algo. Para tener una respuesta cierta necesitaría días para analizarlo, sin embargo una repuesta sale de mis labios antes de que puedan pasar demasiadas cosas por mi cabeza - No - sueno seguro, solo tardo unos pocos segundos en hablar, pero cuando me escucho me doy cuenta de que en realidad lo pienso.
Una mala persona no habría accedido a tener una esclava renga solo para que no tenga un destino peor. Una mala persona habría entregado a Ivar por estar usando sus fuerzas para ayudar a aquellos que, según la sociedad, no lo merecen. Una mala persona tampoco sentiría lo que yo siento por mi difunto hermano, sino que lo habría superado y montado nuevas relaciones. Puede que no vaya por ahí deseando buen día a las personas con una sonrisa pero... Tampoco estoy tan mal.
- Soy un buen tipo, hay peores - termino la idea al final y nos pongo en marcha rumbo a la cafetería.
Su pregunta me toma por sorpresa. Es mi trabajo juzgar a las personas pero desde hace ya mucho tiempo que solo vivo dejándome llevar sin pensar en lo que dirán los demás o si es correcto o no hacer algo. Para tener una respuesta cierta necesitaría días para analizarlo, sin embargo una repuesta sale de mis labios antes de que puedan pasar demasiadas cosas por mi cabeza - No - sueno seguro, solo tardo unos pocos segundos en hablar, pero cuando me escucho me doy cuenta de que en realidad lo pienso.
Una mala persona no habría accedido a tener una esclava renga solo para que no tenga un destino peor. Una mala persona habría entregado a Ivar por estar usando sus fuerzas para ayudar a aquellos que, según la sociedad, no lo merecen. Una mala persona tampoco sentiría lo que yo siento por mi difunto hermano, sino que lo habría superado y montado nuevas relaciones. Puede que no vaya por ahí deseando buen día a las personas con una sonrisa pero... Tampoco estoy tan mal.
- Soy un buen tipo, hay peores - termino la idea al final y nos pongo en marcha rumbo a la cafetería.
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